20 abril 2007

TODO 20/4


Los días del patriotismo calcado

por Andrés Aldao

La misma embriaguez patriótica, iguales frases cargadas de lugares comunes, el calco de los fastos de hace 59 años: las danzas, la vestimenta, el regocijo popular ante el desafío de construir un país nuevo. El sueño de generaciones, un suelo, un idioma, un pueblo.
Casi seis décadas han transcurrido desde la declaración de la ONU que aprobó la partición de Palestina en dos estados. La realidad es otra, el sueño es más una pesadilla teñida de sangre, con millares de muertos, duelo, destrucción, guerras.
Al paso de los años, el estado de Israel ha devenido en una gran frustración, desplomándose sobre las peores aberraciones políticas y sociales y revolcándose en los detritus de una sociedad enferma de egolatría, hedonismo y apatía política. La sociedad kibutziana se ha desvanecido, casi; la parte pudiente del pueblo israelí vive el jolgorio de la sociedad de la opulencia y el consumo. Las ideas irracionales y totalitarias han ovillado una expectativa permanente de agresión y violencia social. Un fragmento sustancial de la juventud ha perdido los valores del humanismo y la solidaridad. El peor individualismo, el egoísmo y la desconsideración por el prójimo se han convertido en el distintivo de la sociedad israelí.
El trauma de los tres años de servicio obligatorio en el ejército convierte a los soldados y ex soldados en individuos dueños de un peligroso extravío de su conducta personal. Y desde los organismos del poder se ejerce una deletérea estrategia de guerra en la vida cotidiana, en la enseñanza, la cultura, el periodismo, los jardines de infantes, la escuela y la universidad, la radio y la televisión.
Como la gota que horada la piedra, el servicio de informaciones forma y deforma la mente de millones de personas, al igual que los políticos y los gobernantes (salvo honrosísimas excepciones), que actúan en pos de un propósito implícito y disimulado tras el fantasma del antisemitismo (desparramado por los “goim”, los iraníes y la “prensa española”): mantener la ocupación de Palestina en la zonas de Gaza, Samaria y Judea con la esperanza de que esos territorios, o gran parte de ellos, formarán mañana el gran imperio israelita, el reino sionista para todos los judíos dispersos por el universo y que deseen venir a disfrutar del paraíso de la guerra, la violencia y el duelo.
La corrupción, el prevaricato, la defraudación de los fondos públicos para provecho personal han depravado la ética y han convertido la moral en un término grotesco y una filosofía abstracta y metafísica.
Israel es hoy un estado pervertido, decadente, en acelerada vía de descomposición, en el cual el sionismo agotado es hoy una ideología muerta, obsoleta y digna de figurar en un manual de curiosidades de museo.
Lo que es mucho más grave y preocupante son las consecuencias del estado de guerra permanente contra los palestinos. Aunque una gran parte del pueblo está agotada y agobiada por la falta de seguridad, el temor al futuro y por el destino de los hijos que deben movilizarse “para defender al pueblo”, la gota que horada la piedra ha logrado sus propósitos: es difícil volcarse a la paz con los palestinos, los sirios y los libaneses. El estado de guerra permanente no exige dar explicaciones, se pueden tomar las medidas más intransigentes, más violentas y sangrientas manu militari, se desoyen las críticas de otros países, las resoluciones de la ONU son objeto de burla, y siempre sigue la doble moral de los gobernantes israelíes que, mientras esgrimen sus discursos pacifistas y éticos actúan como criminales y para quienes la vida de civiles indefensos vale menos que la de una cucaracha.

En estos días tuvimos oportunidad de constatar la doble moral del gobierno, de la Comisión Winograd, de la Corte Suprema y de los jefes del ejército. A la élite de Israel, a la casta engendrada durante la edificación del estado, a los privilegiados generales en retiro les cuesta aceptar que la inmunidad y la prepotencia de Israel viven sus últimos años. Los israelíes que van a festejar el 59º aniversario de la independencia aún no cayeron en la cuenta de que cada año hay menos para celebrar y más para preocuparse. Que el hedonismo fatal en el que viven es un sueño, una fantasía que en cualquier momento puede estallar en mil pedazos.
Mientras sólo Israel celebre su independencia y Palestina siga sojuzgada, esta celebración es una borrachera de poder erigida sobre arena y agua... Vale la pena recordar que “Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”. Simple y real. Y aunque lleve tiempo comprobarlo, el rigor y la inflexibiliad de la historia siempre terminan por imponerse.

© Andrés Aldao

1 comentario:

Andrés Aldao dijo...

Enviado por mi amiga Cris, gracias.AA

ANDRÉS ME PARECIÓ MUY BUENO TU ARTICLO Y POR SUPUESTO MUY VALIENTE.
ACÁ hemos perdido algunos amigos por estar en contra de la guerra, me imagino las consecuencias para vos. Me imagino que no habrá muchos con quienes compartir tus posturas.
Nuestro afecto, nosotros también con sures de la mano de Sobish y de los conocidos de siempre.
Con un abrazo,

Cris