25 junio 2007

Anomalías de la verdad[1]

(Algunos usos y abusos de la historia, la memoria y el futuro desde la literatura cubana contemporánea)

Por Edel Morales

En alguna de las novelas que integran la saga de Las cuatro estaciones, Mario Conde, el personaje central de la exitosa tetralogía de Leonardo Padura, se define a sí mismo como “un recordador”. Si concordamos en que se trata del personaje de mayor popularidad en la narrativa cubana de los últimos cincuenta años, conviene no desatender ese rasgo de su carácter, decisivo, en mi opinión, para el calado de la trama novelesca pero también, y por eso mismo, para el asunto que trataremos aquí: la memoria, y la disputa que en torno a ella se libra en el imaginario cubano de estos días.
Desde otra perspectiva, la historiadora Marial Iglesias nos ha ofrecido, en su atractivo ensayo Las metáforas del cambio en la vida cotidiana, un análisis pormenorizado de las muy distintas maneras en que los cubanos de hace un siglo metafori(boli)zaron la frustración del ideal independentista y la dolorosa transición sufrida por la isla entre el estado colonial español y las nuevas formas de dominación neocolonial, que entonces se probaban en Cuba e inauguraban la presencia en el escenario internacional de una de las fuerzas decisivas en el proceso histórico mundial del nuevo siglo: el imperialismo norteamericano.
Sin desconocer la calidad acumulativa que aportan a la historia insular períodos anteriores (algunos de particular relevancia en la germinación de una cultura propia, en constante modulación, desde los tiempos en que llega a asumirse a sí misma como distinta de sus componentes originales hasta su cristalización crucial en los años de la Guerra Grande y la Tregua Fecunda), podemos centrar la discusión actual en ese largo siglo que, según escuché decir hace unos días en esta misma Sala a Fernando Martínez Heredia, comenzó para la isla en 1895, y aún no termina.
Para esa época quedaba bastante claro el dilema de Cuba: agotadas las opciones reformistas, anexionistas o autonomistas por pura inoperancia histórica o por su incapacidad de articularse en las necesidades de las fuerzas sociales actuantes en la isla y su contexto exterior, solo era pertinente la estructuración y profundización de un ideal de independencia política, justicia social y ética solidaria, que José Martí sintetiza y proyecta con máxima energía en la organización cotidiana de la guerra necesaria: un país no se funda como se dirige un campamento, un Partido único de todos los cubanos dignos para la Revolución; en sus deberes internacionales: el equilibrio del mundo, impedir a tiempo con la independencia de Cuba que los Estados Unidos se extiendan por las Antillas…; y en sus esbozos de la futura república: con todos y para el bien de todos, Revolución no es la que vamos a hacer en la manigua es la que haremos en… Ese ideal fue frustrado, ya se sabe, en su momento histórico, por varios factores, incluida la prematura muerte de Martí y, de modo decisivo, por la intervención militar del naciente imperialismo estadounidense en la guerra. Como resultado, la (ir)realización plena de ese ideal atraviesa el largo siglo cubano de entonces acá y condiciona los puntos de vista de cualquier acercamiento académico o político, social, cultural, racial, de género… a su devenir y a sus coyunturas.
Observado desde una mirada de larga duración, el punto de enunciación temporal y conceptual en que se sitúa hoy el debate es más o menos paradigmático: los albores de un milenio, para el cual los años anteriores serían un prólogo necesario hacia la realización de ese ideal plausible en el cambio de época que se insinúa en todo el hemisferio; y la intuición presente en sectores de la sociedad contemporánea de que sería posible intentar una asimilación de los saberes y las prácticas acumuladas, que no sea expresión textual de una tesis ni de una antítesis de lo que fue teóricamente dominante sino síntesis libre, justa, eficaz de las corrientes subterráneas y visibles que afluyen a esa idea del mundo, de América y de Cuba como dignidad plena del hombre, que desde 1895 intenta cumplirse en la práctica.
Lo que parece estar en juego en Cuba hoy, en este terreno, es la idea de futuro que proponemos, afincándola en la memoria vigente, por el replanteo ¿siempre desde el exterior? ¿sólo desde la cultura? de un proyecto de nación desustanciado en el tiempo, superado por el que aquí hemos venido comentando, y una de cuyas diferencias radicales pudiéramos condensar en expresiones dispares y bien reconocibles: la patria es el dinero, de Francisco de Arango y Parreño, frente al cual se empina el Patria es Humanidad, de José Martí.
El centro de la discusión que se nos propone tiene, a mi modo de ver, algunos ejes bien identificables y de importancia cardinal para el futuro, territorio que se aspira ocupar.
El primero de ellos, la intención de sustraer de la memoria histórica y cotidiana del país el lugar decisivo que las ideas y prácticas imperialistas de dominación, emanadas de los grupos de poder que han constituido los sucesivos gobiernos norteamericanos desde el distante siglo XIX, han tenido y tienen en la realidad cubana, latinoamericana y mundial.
El segundo, la idealización de un período de vida republicana que nació, creció y murió frustrado en lo esencial político por las ideas y prácticas de esa dominación y cuyas mejores realizaciones se suscitan en la tensión a que fue obligada su estructura por la perdurabilidad y evolución en el seno de esa sociedad de las fuerzas liberadoras que tenían mayormente su origen en el proyecto martiano de República y que condujo al estallido revolucionario de los años cincuenta, favorecido por un golpe de estado de militares pro yanquis, que pretendió impedir el previsible ascenso al poder político por medios electorales de esas fuerzas liberadoras.
Un tercer eje central de la discusión está localizado en el ya casi medio siglo de la Revolución en el poder, un período al cual se evita mirar como proceso histórico y en cuyo análisis se escamotea el hecho de que se trata de un nuevo tipo de sociedad, un sistema dinámico complejo con sus contradicciones internas, resultantes también de la tensión del cambio y de acumulaciones culturales típicas de un país marcado en su tradición por dominaciones foráneas a las cuales sigue enfrentado, así como la superación dialéctica que de muchas de esas contradicciones ha sabido hacer desde sí mismo el poder revolucionario, en un planteo de método donde la profundización del cambio y la rectificación del error es casi continua y no suele asumirse como negación en bloque del pasado sino como crítica y superación de los límites o acercamientos sucesivos a la verdad, tal como es reconocida y asumida por las grandes mayorías y sus líderes de acción y opinión en un momento histórico concreto.
Bien es cierto que esta época y sus contradicciones merecen varias preguntas que aún no han sido correctamente formuladas desde las ciencias sociales, pero no es esa la intención subyacente en las aproximaciones y análisis de muchos de los autores que intentan hoy arrojar sombra sobre su memoria futura. A esa Revolución, con sus grandes realizaciones y sus insuficiencias visibles ante el formidable espejo del ideal martiano, se la persigue como proyecto político y se la niega como sociedad institucionalizada para intentar extirpar ahora de la memoria colectiva su legitimidad, la posibilidad de su perfeccionamiento y su derecho al futuro, mediante un estudiado proceso de desmontaje múltiple que tiene voceros bien perceptibles, también en el campo cultural. Quizá es esa, como escribí a propósito del libro de Rafael Rojas, Tumbas sin sosiego, “la idea última que la revista Encuentro de la Cultura Cubana viene proponiendo desde hace diez años: la construcción intelectual de una memoria otra para Cuba, distinta y opuesta a la que las mayorías del país han percibido como su memoria desde el triunfo mismo de la Revolución de 1959, pero peligrosamente deslindada también de valores patrios arraigados en la memoria nacional previa a ese proceso histórico y que en mucho lo fundamentaron en sus orígenes y lo sostienen en su devenir actual”.
El cuarto elemento, tal como lo veo, es una especie de trozo de piedra arrancado del Muro de Berlín y arrojado a través de la mar océano para que golpee en La Habana, y parece tener dos líneas de acción y pensamiento: una, muy morbosa, pretende engarzar en la historia de Cuba todos los desarreglos, represiones y males exhumados de los territorios y museos socialistas de Europa del Este, y se goza en citar traumas, experiencias y reflexiones de esa región, saltando olímpicamente sobre las diferencias históricas y culturales que informan ambas realidades, pero también desconociendo las variadas discrepancias que entre el socialismo de la isla y el de esos países existió en la teoría y en la práctica, que llegó a plantearse incluso en varios momentos como disensiones entre sus liderazgos políticos; la otra línea de este cuarto eje pretende idealizar las sociedades contemporáneas de Europa Occidental (tan bien dispuestas a encauzar las aspiraciones hegemónicas del Imperio norteamericano, que ya en los sesenta nos endosaron desde allí la ofensiva contra la izquierda intelectual y la Revolución Cubana, mediante el agencioso Congreso por la Libertad Cultural y sus ramificaciones latinoamericanas) y presentarnos la ilusión de que esos grandes mercados –del libro, de la cultura, de ideas y bienes de consumo…, esos reservorios del dinero, en suma- son los modelos a los que deberíamos aspirar como absolutos después de una transición más cacareada que fundamentada, y se goza en el regodeo macabro de las duras realidades y complejidades teóricas de la crisis económica y de valores que asoló a Cuba en los años noventa e hizo parpadear con insistencia, y hasta cerrar a veces el ojo amoratado, a la idea socialista.
Típico de los muy críticos años de la crisis y transportado sin remilgos a unos dos mil que comienzan a ser otros -entre nosotros y más allá de nosotros-; este es, quizá, el eje en que se afinca mejor, por ejemplo, Antonio José Ponte, en La fiesta vigilada, una letanía imprecisa entre la confesión, la novela, el ensayo y el autobombo de unas memorias sin gloria, donde todo el mundo es sórdido o fútil menos el autor protagonista, para proponernos“una historia de represiones y miserias que este libro… nos cuenta como ningún otro”, según disfruta reseñar uno de esos parricidas revelados como eficaces colaboracionistas del poder exterior, Duanel Díaz. La Fiesta… de Antonio J. es la fiesta del chanchullo, la intriga, los manejos turbios, el egoísmo y la perfidia, la oscura fiesta del abandono, la simulación, el dólar y el turismo, cuya existencia no es un estado transitorio y equivoco, el resultado de una carencia y un aumento de la presión exterior, sino síntoma de la pudrición final del cadáver revolucionario y germen recuperado de lo que vendrá. Desde allí, Ponte levanta su memoria otra del país que propone como plataforma para recuperar el derroche de unos años cincuenta cuyo boato añora, aunque esa fastuosidad haya sido erigida, entonces si, sobre “una historia de represiones y miserias” abrumadoramente duras y de no ficción. Menos chancletero y no tan divertido, pero con el mismo cinismo resentido, casi maniático, hacia apocalípticos e integrados a que nos acostumbró Fermín Gabor, Antonio José Ponte -un autor inédito en Cuba, según la nota de solapa, falsedad evidente que predispone antes de entrar- llega en este libro al “final de toda fiesta de disfraces: el momento de abandonar las máscaras”.
Y creo que también de eso se trata: Ponte, Rojas, Duanel… participan conscientemente de una guerra ahora cultural que, según las últimas teorías de los grupos de poder que controlan el Imperio, no es necesario siquiera declarar en su fase militar. No se van a molestar ni más ni menos porque entendamos y digamos de una vez que lo que quieren es que la Revolución Cubana se acabe para siempre y que a ese fin aplican sus talentos, sin demasiados escrúpulos sobre los modos de conseguirlo. Propongo, entonces, que no demos muchas vueltas a la noria y nos planteemos la pregunta necesaria, ya ineludible: ¿por qué consentimos que dispongan a su antojo de ese falso derecho a ocupar sin objeción los territorios de la memoria –ese campo de batalla que, recogiendo el guante lanzado, esta mesa nos propone- presentándose a sí mismos como intelectuales libres de compromiso con todo poder, víctimas de una sociedad que en los hechos los aceptó y promovió con más anuencia que a otros hasta que ellos se autoexcluyeron cuando más convino a sus intereses, falseando la macro y la micro historia a su antojo, con miradas sobre el pasado, el presente y el futuro de Cuba que la mayoría de nosotros consideramos equivocadas, carentes de pertinencia, fundamento y argumentación, y que no compartimos?
Creo que nos asiste el derecho intelectual y ciudadano a disentir, a probar nuestras verdades, a proponer nuestra propia mirada, a tratar de encontrar respuestas, a realizar nuestras pequeñas maniobras, a intentar la recuperación de nuestro pan dormido, y evitar quizá la disfunción del campo que, ellos, nuestros adversarios, tratan continuamente de minar. Y sobre todo nos asiste el derecho a pensar por nosotros mismos, a plantear las preguntas de fondo, sin mediaciones exteriores ni aprobaciones internas y sin miedos, ser capaces de hacer también las necesarias preguntas sobre el aquí y ahora, sobre el aquí y ayer, sobre el mañana que viviremos aquí, como individuos y como país. Es la mejor manera que conozco de olvidarlos y creo que es la única manera de ganar para nuestros hijos esa memoria del futuro que ahora nos ocupa.


________________________________________

[1]Intervención realizada el 22 de junio de 2007, en la Sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz, durante la Mesa: La Memoria, ese campo de batalla, del espacio de debates Ciclos en movimiento, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro.

23 junio 2007

Voces Sofocadas

Abraham Burg

"Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas". Abrahm Burg responde a la enorme ola de reacciones que causó la entrevista con él, aparecida en el suplemento del diario Haaretz.


Un solo toque despertó en mí y en nosotros una inmensa ola de clamores. Una demostración del dolor de Israel, y su pedido de auxilio. Sólo que en estos días no hay una guía de los perplejos en Israel; se desdibujaron los valores, la solidaridad se desmenuzó y desquebrajó, el camino político está bloqueado y cabizbajo: externamente amenazan Irán, Gaza y la demografía, y el debate público sobre el futuro del país desesperado, casi no existe. El sistema político está extenuado y no coopera con el diálogo que puntualiza incógnitas fundamentales de nuestra vida y la búsqueda de nuevas respuestas; entre ellas:

Un Estado Judío

El que cree, igual que yo, en la separación entre la religión y el Estado, no puede apoyar el concepto de “Judío-Democrático”. Un Estado que tiene una definición tan significativa y pesada de la religión, nunca podrá contemplar en su haber la democracia de manera total. Entre “judío” y “democrático”, la teocracia judía triunfará. Es un hecho, lo “judío” nuestro se fortalece y se encierra, y en cambio, lo “democrático” de la liberación, la igualdad, los derechos y el humanismo, se debilita y retrocede.
La fijación de que en todas las circunstancias el Estado será siempre “judío” y, sea el precio de la coerción que fuere, es el comienzo del camino hacia un Estado de preceptos israelíes. ¿Cuál es la alternativa? El cambio de la definición de Israel como “Estado judío” a la definición de un “Estado para los judíos”.
No es el Estado el que define la identidad, sino sus ciudadanos. El hombre es el responsable de los modelos de la sociedad y sus valores, de salvaguardar sus características culturales y espirituales, de su legajo histórico y de la memoria particular y colectiva.
Las incógnitas básicas se dilucidarán sólo de manera plenamente democrática.
He aquí, que la diáspora, en contra de las amenazas de una aleación, resguarda y renueva una identidad judía moderna, excepcional; escuelas, instituciones de beneficencia, organizaciones comunitarias y una preocupación honesta por el prójimo y por el “otro”. Yo propongo propulsar a Israel hacia el judaísmo abierto del mundo y no descuidar nuestra identidad en manos de fanáticos nacionalistas y religiosos locales.
El Estado del pueblo judío en todos sus matices - sí. Un Estado judío-religioso - no.

¿Y el pasaporte?

Leí en el diario que mi familia y yo, abandonamos el país. Lo lamento, pero no le daré a nadie ese placer. Yo no quiero vivir allí, sólo aquí.
Acá se imponen mis obligaciones: impuestos, leyes, servicios y preocupaciones referentes al temor por las posibilidades y supervivencia de nuestro único Estado. Podría presentarles la lista de personajes israelíes públicos, en finanzas, comunicación, política, academia, artes, deportes, periodismo, etc., que poseen pasaportes extranjeros, ellos y sus familiares. También podría refugiarme tras el difundido aforismo que “es el instinto judío que poseemos”. Sólo que mis motivos son otros: una de mis obligaciones como israelí y como judío es clamar y alarmar: “Los peligros están aquí a la entrada”, y contra ellos deseo intensificar nuestro israelismo en disminución.
Yo, que vivo en hebreo, pertenezco a más de un solo mundo. Para mí, ciudadanía mundial es una metáfora de mi existencia y no sólo como israelí sino como hijo de “pueblo del mundo”. Cuando hace varios años surgió la proposición de permitir a los “iordim” (emigrantes) israelíes votar en las elecciones parlamentarias del país, apoyé la propuesta con la condición de que también todo judío del mundo pudiese votar e influir.
Así como anhelo ver a todo el pueblo judío mezclado en mi vida, así quiero involucrarme en la vida del mundo todo.
Cuando Bush declara una guerra que quizás marque mi destino, así debo defenderme abiertamente en su contra y en contra de las manipulaciones del cabildeo israelí que estimula la duplicación de lealtades. Cuando en Francia utilizan la fuerza para evitar el diálogo primordial con los hijos de los inmigrantes, eso también me incumbe. Existen países que permiten un doble voto y hay otros que no. Y cuando tengo la oportunidad de influir, lo intento. Porque ese es también mi judaísmo.

¿Y la entrevista?

Durante varios años escribí el libro “Vencer a Hitler” que contempla numerosos temas, ora dolorosos, ora optimistas. Posteriormente fui entrevistado varios días y no estoy dispuesto a responder a los titulares superficiales de escasas palabras. De todo lo aparecido en la entrevista me decepcionó especialmente lo que se omitió. No se describió el libro ni sus objeciones. No aparecieron en absoluto las alternativas que presenté. No le dieron cabida a mis esperanzas, a la nueva humanidad, al judaísmo que se renueva, a los murmullos de confianza menos traumáticos con el mundo. Se ocultaron mis posturas y mis propuestas de formas para salir del trauma nacional y convertir la debilidad en fortaleza, sobre el cambio en los programas de estudio y contenidos, sobre otros caminos más judíos para enfatizar la destrucción del judaísmo europeo.
No se mencionó la función que considero le toca a Israel como hacedora del gran proceso de paz mundial, porque toda nuestra existencia debe estar movida de permanente responsabilidad por la paz del mundo.
Estuvo ausente en la entrevista mi empeño por un pueblo judío que dice "nunca más" no sólo para nosotros, judíos, sino para toda víctima que sufre hoy en el mundo, que goce del apoyo y la defensa de los judíos, víctimas en el pasado y que vencieron a Hitler.

¿Derecha o izquierda?

Estas cuestiones difieren del clásico derecha o izquierda. Hasta el presente la derecha no tiene nada que ofrecer, que no sea la espada y el Mesías, y al día siguiente de la paz, la izquierda clásica no tendrá nada que ofrecer como nuevo contenido espiritual al público liberado de la energía de la guerra. En mi libro y mis declaraciones, me acoplo a las voces ahogadas israelíes que intentan diseñar las marcas del próximo paisaje israelí. Incorporar humanidad y universalismo a las viejas comparaciones y nuevas dimensiones del contenido de valores y existencia nacional. Una vida de confianza y no una realidad toda traumática, que no tiene fin.
Todos aquellos dispuestos a formular preguntas difíciles, aunque nuestras respuestas sean en la práctica, diferentes, y aquellos que con una mano en el corazón confiesan “tenemos miedo” - son mis socios. Y somos muchos.

¿Y qué diría su padre?

En la mayoría de los temas, estaría de acuerdo y sobre lo que disentía (especialmente lo que se refiere a su apoyo a la característica religiosa del Estado) solía discutir conmigo como judío y no como israelí. El israelí levanta su mano en mi contra con violencia y me reprende “¿porqué, quién crees que eres?”. Y dado que no sirvo, prefiere ignorar mis preguntas. El judío talmúdico, tratará de entender. “¿A tu entender, qué opinas?”. Él intentará ahondar junto conmigo, comprenderá y decidirá si adopta mis ideas y cambia de opinión o sostiene su posición. Siempre dejará vigente la opinión de la minoría, documentada y respetada, con la convicción de que la opinión de la minoría de hoy, quizás se convierta en la postura de la mayoría del mañana; ora por un cambio de circunstancias, ora por fortalecimiento de la enfermedad.

Mientras tanto, le diría a mi padre, protagonista del libro: Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas. Y yo junto con ellos busco el consuelo y las alternativas a la actual frustración israelí. Así venceremos a Hitler.

Fuente: Haaretz, 21.6.07

20 junio 2007

1. Un nuevo partido de izquierdas cambia el mapa político alemán

Y OTROS NUEVOS ARTÍCULOS DE LA ACTUALIDAD EN EL MUNDO

2. El general que investigó Abu Graib asegura que el Pentágono ordenaba las torturas en la prisión

3. Esta vez tiene razón Hamás

4. ''La ofensiva israelí contra el Líbano no era más que una etapa del remodelamiento del Medio Oriente por Estados Unidos''

LAS NOTAS:

1.Líderes disidentes de la socialdemocracia se asocian con antiguos comunistas del Este JOSÉ COMAS - Berlín - 19/06/2007

La fundación el pasado fin de semana en Berlín del nuevo partido La Izquierda, que eligió para una de las dos presidencias al ex ministro y ex presidente socialdemócrata Oskar Lafontaine, de 63 años, significa la implantación de un quinto partido en la política alemana y un serio desafío para el SPD, que puede perder muchos votos de izquierda. Sondeos demoscópicos atribuyen al nuevo partido un potencial de hasta un 24% de votos en toda Alemania.
En su discurso ante el congreso fundacional, Lafontaine se proclamó como socialista auténtico y heredero de Willy Brandt frente a un SPD que "ha desmantelado el Estado social".
El parto de La Izquierda ha durado unos dos años desde los primeros coqueteos entre los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS) del Este de Alemania, heredero del que ejerció durante 40 años la dictadura del proletariado en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA); y los de la llamada Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social (WASG), formada en el Oeste de Alemania por socialdemócratas y sindicalistas de izquierda, decepcionados de los programas de recortes sociales del Gobierno del ex canciller Gerhard Schröder (SPD).
El pasado fin de semana, en Berlín, se celebraron los congresos de los dos partidos. Ambos aprobaron por mayorías que recuerdan a las de los antiguos partidos comunistas -con apenas un par de votos en contra de los 750 delegados- la fusión y la puesta en marcha del nuevo partido.
En el actual Parlamento Federal (Bundestag), la coalición ahora convertida en partido ya cuenta con 54 diputados de un total de 614 escaños. En las elecciones federales de septiembre de 2005 ya fue, con un 8,7%, la cuarta fuerza política, por encima de Los Verdes. Desde entonces este grupo se ha fortalecido poco a poco hasta llegar ahora a constituirse como partido con vocación de permanencia.
En las elecciones de la ciudad-estado de Bremen del pasado 13 de mayo consiguió por primera vez entrar en un Parlamento regional de Alemania occidental con un 8,4% de votos. Esto ocurrió a pesar de los múltiples errores cometidos, que llegaron hasta la inclusión de un ultraderechista en las listas de candidatos.
Ahora, La Izquierda afronta el desafío de implantarse en firme y quitarse la imagen de que se trata de un partido regional heredero de los antiguos comunistas. En el Este (en la desaparecida RDA), el PDS y ahora La Izquierda consiguen resultados por encima del 20% y, según los sondeos, hasta un 44% piensa votarlos. Tras su fusión, el nuevo partido ha registrado 1.500 solicitudes de afiliación. Por número de afiliados, La Izquierda sería ahora con más de 70.000 el tercer partido de Alemania, por encima de los liberales (FDP) y de Los Verdes. A la fusión aporta 60.000 miembros el PDS y 11.500 la WASG.
La implantación de La Izquierda supone un cambio tal vez definitivo en el panorama político alemán, que desde la entrada de Los Verdes en el Bundestag en 1983, hace casi un cuarto de siglo, se había mantenido con cuatro partidos. Con cinco partidos, las alianzas se harán más complicadas, como ya se comprobó en 2005 cuando la única solución posible fue la formación de una gran coalición entre democristianos (CDU / CSU) y socialdemócratas (SPD).
El SPD será el más perjudicado con el nuevo partido, sobre todo por la presencia de Lafontaine.

%%%%%%%%%%%%%

2. Tauba, en declaraciones al `New Yorker', afirma que se retiró del ejército por las fuertes presiones que recibió El general Tauba, responsable de la investigación de Abu Ghraib, ha acusado a los altos mandos del Pentágono de ordenar los métodos de tortura utilizados con los presos de la cárcel iraquí, en una entrevista publicada este martes en el semanario norteamericano New Yorker.

"Sé que mis iguales en el Ejército estarán enfadados conmigo por hablar, pero el hecho es que violamos […] los principios de la Convención de Ginebra. […] El estrés de la lucha no es excusa y creo, aún hoy en día, que esos líderes militares y civiles implicados deben ser responsabilizados".
Tauba, que denuncia que su investigación se limitó únicamente a militares de inferior rango, señala entre otros al ex secretario de Estado norteamericano Donald Rumsfeld, alegando que engañó al Congreso durante su comparecencia en mayo de 2004 en la que minimizó su conocimiento sobre lo que sucedía en la prisión.
Tauba describe cómo sentía que los altos cargos del Pentágono le rehuían después de presentar su informe.
El escándalo de Abu Ghraib, fue descrito en su día por el propio presidente George w. Bush, como "el peor error" cometido por EE UU en la guerra de Irak

%%%%%%%%%%%%%%%

3. Suena feo, pero el Hamás ganó las elecciones en 2006, autorizadas por Israel y los Estados Unidos, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. ¿Qué podría ganar Israel si saliera de su pánico y lo reconociera?
Por Sever Plotzker

No es agradable de admitir, pero en la batalla por el control de Gaza, Hamás tiene razón. Es cruel, es repulsivo, es terrorista, odia a Israel, pero ha ganado en elecciones democráticas, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. Pues en 2006 la mayoría –si bien ajustada- de los palestinos eligieron el gobierno del Hamás. La elección se realizó a sabiendas, al término de una campaña propagandística abierta y en elecciones secretas. La reacción de Israel, de la comunidad internacional y del Fatah fue meter la cabeza bien dentro de la arena y decretar: nada ha ocurrido, sólo está un poco oscuro por aquí.
El día de las elecciones al Consejo Legislativo, hace un año y cuarto, el Fatah abrió sus debates en el "Foro Económico Mundial" en Davos. En la cena en uno de los hoteles sonó discretamente mi celular con el anuncio: "Al parecer, el Hamás ganó las elecciones en la ANP, el panorama final se sabrá por la mañana". ¿Y cómo saben estimar ya ahora de quién es la victoria?, pregunté en voz baja. "Porque los del Fatah ya están festejando la victoria y disparan al aire", me contestó el que me contestó.
Fatah, una organización putrefacta y sin expectativa de vida, se cuenta en una larga lista de movimientos y organizaciones para la "liberación nacional", que surgieron como hongos después de la lluvia en los años '60 y '70 del siglo pasado. Parte fueron apenas productos de la KGB: el servicio de inteligencia soviético se cuidó bien de inventarlos y poner a su cabeza a sus discípulos y estudiantes de la universidad de Moscú. La liberación a la que aspiraban dichos movimientos estaba destinada sólo a desestabilizar la seguridad de Occidente, en especial los países a su extremo.
Con el desmembramiento de la Unión Soviética y el fin de la era colonial en todos sus sentidos, se desmembraron también los "movimientos de liberación nacional", excepto los palestinos, aun cuando se podía prever que ello les ocurriría también luego de los acuerdos de Oslo. Y ello efectivamente ocurrió, sólo que llevó otros 14 años. La extensión de su vida luego de la muerte del Fatah se inscribe en el haber exclusivo de Yasser Arafat, el hombre que sintió certeramente el inminente fin del movimiento que encabezaba, y que por eso lanzó la segunda Intifada, para postergar el final. A su muerte, también murió el Fatah.
La victoria del Hamás en las elecciones en la Margen Occidental y en Gaza, aún cuando sorprendió a la mayoría de los servicios de inteligencia israelí y occidental, fue un obvio resultado del descenso del Fatah del escenario de la historia. No se podía evitar ese ocaso, pero se podía, decididamente, crear condiciones en las que el reemplazo del Fatah no fuera Hamás, sino un partido político palestino moderado.
El aferramiento de Israel, de Norteamérica y de Europa al Fatah, incluso cuando estaba claro para todos que sus días estaban contados y que su conducción era impotente, no logró nada, y en cambio provocó daños. Fui testigo del nacimiento de esta negación en la nevada Davos de 2006. Vi y escuché a los asistentes a la convención venidos de Estados Unidos y de Europa Occidental instar a los miembros de la delegación palestina, la mayoría de ellos ministros y portavoces del Fatah, a que continúen aferrándose por la fuerza a sus sillones gubernamentales en Palestina, que "Occidente los protegerá", y "nosotros no daremos dinero al Hamás, pero a ustedes sí". El Israel oficial, luego de un titubeo breve, se sumó a esta postura falsa y simuladora.
Y así ocurrió, que a pesar de su victoria en las eleciones, el Hamás no recibió el gobierno que le correspondía en los territorios, y el Fatah derrotado y arrinconado se comportó como si fuera todavía el dueño de casa. Pero era un dueño de casa patético, ilegítimo, ocupado en sus campañas de mendigueo, humillado e incapacitado de imponer la ley y el orden. Finalmente, de las dos opciones que existían a principios de febrero de 2006, desarmar la fuerza del Hamás y borrar su victoria en las urnas, o resignarse a su victoria y transferirle el control gubernamental completo, el civil y el militar en Palestina, fue elegida una tercera vía: no hacer nada, sólo simular que el Hamás no ganó. Boicotearlo y apoyar al estéril Abu Mazen, un líder de papel de periódico.
Teherán no es aquí
No nos asustemos a nosotros mismos, aun si el susto nos es cómodo para meter a Ehud Barak como ministro de Defensa en un operativo de 24 horas: Gaza no es Irán. No tiene petróleo, no tiene 68 millones de habitantes ni una economía independiente, ni un ejército regular que pueda amenazar la existencia ni la seguridad de Israel.
Gaza es con suerte el 0,2% de Irán (un PBI de 600 mil millones de dólares en Irán; 1,2 mil millones de dólares en Gaza). El movimiento Hamás no es las "Guardias Revolucionarias" iraníes, cuyas arcas rebosan de dinero, mientras las del Hamás están vacías. Gaza es apenas un campo de refugiados cerrado y muy pobre, una aldea abandonada sobre arenas desérticas. Gaza depende para todas sus necesidades del gigantesco vecino israelí. Israel puede ahogar su economía si decide cortarle la provisión de electricidad y petróleo, cesar el flujo de shékels y bloquear su exportación agrícola. Para toda necesidad práctica, Gaza es un tipo de colonia económica de Israel.
La total dependencia económica de Gaza de la ayuda internacional y de la buena voluntad de Israel define la verdadera dimensión de la "conquista de Gaza" por el Hamás: es fácil saquear el despacho de Muhamad Dahlán; es un poco más difícil dirigir un proto-estado en Gaza, cuyo producto per cápita no pasa de los 800 dólares por año, que no tiene industria, turismo, comercio, recursos naturales, ni clase media. Hay, en cambio, una desocupación del 60% de la fuerza de trabajo, una pobreza tremenda, un régimen de bandas locales armadas, y si hubo en el pasado algunos empresarios, ya huyeron con lo puesto en embarcaciones rumbo a Egipto o con salvoconductos israelíes a la Margen Occidental.
Gaza no trabaja ni funciona. Está mantenida por agencias de asistencia a refugiados de la ONU, por donaciones humanitarias directas de gobiernos de Europa y del Golfo, y por filtración permanente de fondos iraníes. No con demasiada generosidad. Para sobrevivir como dueños de un gobierno mínimo, el Hamás deberá reconocer a Israel y cooperar con él. De ello intenta escabullirse colocando a Abu Mazen en el frente del diálogo con Israel. Nosotros les facilitamos las cosas y tomamos parte voluntaria en este juego de escondidas, que no sirve a nuestros intereses.
Al convertirse en único dueño de casa en el terreno, el Hamás deberá preocuparse por el bienestar de sus habitantes, y no sólo por aquellos que acuden a sus intituciones de beneficencia. El gobierno del Hamás deberá recaudar impuestos de los habitantes y arreglar el tema de los fondos de impuestos indirectos que Israel cobra para la ANP, pero congela en el marco del boicot económico. El no reconocimiento inmediato de Israel por el Hamás implica también el no reconocimiento israelí del control del Hamás de los pasos fronterizos, y su cierre. La relación entre Gaza y la Margen Occidental será totalmente cortada, la exportación palestina se derrumbará y el Hamás deberá enfrentar la ira de los habitantes.
La pregunta que queda es si nuestro gobierno podrá liberarse, tanto de su pánico como de su autoengaño, dos caras de la misma moneda. Parece ser que no, según las reacciones a los incidentes sangrientos en Gaza y al golpe de estado en la Margen Occidental. Nuevamente nos apoyamos en Abu Mazen como salvador y nos consolamos con el poder seguro del Fatah como alternativa al Hamás, esta vez en la Margen Occidental ocupada. Todo ello sólo ayuda al Hamás a reorganizarse.


Fuente: Yediot Ajaronot - Povesham - 18/6/2007

%%%%%%%%%%%%%%%%%%

4. La ofensiva israelí de julio y agosto de 2006 contra el Líbano no tenía como objetivo el rescate de los soldados que el Hezbollah había hecho prisioneros y no fue resultado de una iniciativa de Tel Aviv. En realidad, no fue más que una etapa del vasto plan de estadounidense de remodelamiento del Gran Medio Oriente, afirma Thierry Meyssan en entrevista concedida al diario egipcio Al-Ahram en ocasión de la publicación en árabe de su libro L’Effroyable imposture 2.
Por Mahdy Mostafa

- Usted afirma en su libro, L’Effroyable imposture 2, que la guerra israelí de julio de 2006 fue planificada de antemano. ¿Cuáles son los detalles de esa operación?
- Al día siguiente de la invasión contra Irak, Estados Unidos ya había designado su próximo blanco. Al adoptar la Syrian Accountability Act, el Congreso autorizaba al presidente Bush a hacerle la guerra al Líbano y a Siria cuando le pareciera necesario. En aquel entonces, Francia protegió al Líbano al negociar la resolución 1559, pero se enemistó con Siria, nación de la cual esperaba que -a cambio- se retirara del país de los cedros. Sin embargo, esa corta resolución de la ONU es particularmente ambigua. Se presta a dos interpretaciones contradictorias, según se analice desde París o desde Washington. Para Jacques Chirac, se trataba de afirmar la independencia del Líbano. Para George W. Bush, por el contrario, se trataba de debilitar la defensa del Líbano. Y como siempre sucede en esos casos, el quid pro quo acabó favoreciendo al más fuerte. Sobre todo porque el presidente Chirac cometió un error de graves consecuencias: al confundir sus relaciones personales con Rafic Hariri con las relaciones de Estado a Estado, comprometió toda la influencia francesa en el Líbano al apoyar exclusivamente a Rafic Hariri, llegando incluso a distanciarse de los tradicionales socios maronitas de Francia en el Levante.
A partir de ahí, el proyecto de guerra fue modificado por primera vez. Estados Unidos se vio obligado, debido a la resolución 1559, a subcontratar a Israel para llevar adelante las operaciones militares. Los partidarios del enfrentamiento eliminaron a Rafic Hariri para sacar a Francia del juego. Mediante la manipulación de la psicología de las multitudes, suscitaron en el Líbano un estado de opinión contra Siria, esperando que se produjera una explosión general.
Pero, una vez más, no sucedió lo que habían previsto. En vez de buscar problemas, Siria se retiró espontáneamente del Líbano, donde en el pasado había desplegado su ejército a pedido de los libaneses. Entonces hubo que modificar de nuevo el plan porque a partir de ahí la guerra ya tenía que ser nada más que contra el Líbano.
- Usted mencionó también el nombre de Farid Ghadry, personalidad siria protestante de la que mucho se habló y que ha desaparecido de las noticias. ¿Qué papel desempeñó él en la Syrian Accountability Act?
- Inicialmente, Estados Unidos tenía previsto desembarcar en las costas libanesas e invadir Siria después. Los estadounidenses hubieran llegado con nuevos gobiernos, formados en Washington con elementos nacionales, como hicieron en Afganistán con su títere Hamid Karzai y en Irak con Ahmed Chalabi e Iyad Allaui. Ziad K. Abdelnur habría gobernado el Líbano y Farid N. Ghadry hubiera gobernado Siria.
Este último es un cristiano sionista que trabaja para fabricantes de armamentos vinculados al Pentágono. Es miembro activo de las principales organizaciones sionistas estadounidenses: AIPAC y JINSA. Creó un partido político sirio en Estados Unidos y una radio que transmite hacia Siria desde Chipre. Trató infructuosamente de reunir en torno de sí mismo a la oposición siria, pero no resultaba muy creíble: generalmente (y se trata de un problema que la CIA enfrenta a menudo), la gente que se presta para organizar gobiernos colaboracionistas en detrimento de los intereses de su propia patria no resulta simpática y no puede esperar entonces alcanzar sus fines mediante la vía democrática.
Al principio, toda su actividad giraba exclusivamente alrededor del derrocamiento de los regímenes prorrusos en Europa Occidental. Poco a poco, la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el US Institute for Peace (USIP) se interesaron por el resto del mundo. En enero de 2004, George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole explícitamente la misión de tomar el control del Gran Medio Oriente.
- Usted mencionó también a la National Endowment for Democracy fundada por Ronald Reagan para derrocar a los gobiernos que se oponen a las políticas estadounidenses. Sabemos de muchas ONG del Medio Oriente que son financiadas por esa institución. ¿Significa eso que la mayoría de esas asociaciones están vinculadas a la CIA?
- Después de las revelaciones de los años 70, la CIA está completamente desacreditada. Bajo Reagan, los neoconservadores imaginaron un nuevo medio de injerencia, más «limpio». Más que organizar golpes de Estado y asesinatos políticos, Estados Unidos prefirió penetrar los movimientos políticos y sindicales y corromperlos. La National Endowment for Democracy (NED) fue creada al margen del Departamento de Estado y el US Institute for Peace (USIP) al margen del Departamento de Defensa. Ambas estructuras constituyen desde entonces el brazo visible de los servicios secretos estadounidenses. Actuaron primero en Europa oriental y luego en Europa occidental, incluyendo a Francia, donde financian partidos políticos de manera ilegal.
En enero de 2004, el presidente George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole como misión que tomara el control de todas las organizaciones políticas y sindicales del mundo árabe. Para ello, la NED creó numerosas ONG y ofreció gratuitamente su ayuda a las ONG que ya existían en el mundo árabe. Es una forma de actuar extremadamente perniciosa. Esa gente llega siempre derrochando simpatía y no piden nada a cambio de su ayuda. Pero rápidamente logran imponer un modo de actuar y ciertas problemáticas, desviando así la energía de los militantes –a la que tanto temen– hacia temas secundarios, e imponen en los primeros planos a las personas que a ellos les convienen otorgándoles medios de acción considerables.
No se puede decir que los que aceptan la ayuda de la NED trabajan para la CIA. Pero sí es seguro que, aunque lo hagan de buena fe, se ponen en una situación en la que no tardarán en verse manipulados por esta en detrimento de los intereses de sus propios países.
En el caso de Egipto, la NED se interesó de forma particular por penetrar las organizaciones patronales.
- ¿La resolución 1559 es acaso un preludio de lo que usted ha llamado la destrucción del Líbano y, posteriormente de la orientación hacia Siria? Esta otra pregunta requiere una respuesta franca. ¿Por qué insiste usted en las relaciones entre Rafic Hariri y Jacques Chirac?
- Se supone que el presidente de la República Francesa tiene que concentrarse en su propio mandato en vez de dedicarse a negocios personales que puedan convertirse en fuente de conflictos de intereses. Yo no dispongo de ningún elemento probatorio que permita afirmar que la familia Hariri se ocupaba de administrar los haberes de la familia Chirac. Pero si me interrogo sobre la significación de los suntuosos regalos que los Hariri le han hecho a los Chirac, desde joyas que están entre las más caras del mundo hasta el apartamento que actualmente ocupan en París.
En todo caso, las relaciones privadas entre los Hariri y los Chirac fueron dictando progresivamente su propia lógica a las relaciones entre el Líbano y Francia. Es un grave error y tuvo consecuencias graves.
- ¿Esta relación personal entre Rafic Hariri y Jacques Chirac explica la transformación de las relaciones entre Francia y los maronitas del Líbano?
- Jacques Chirac identificó los intereses de la familia Hariri con los intereses de Francia en el Líbano. Debido a ello, ignoró a todos los demás protagonistas, cualesquiera que fuesen. En lo tocante a los maronitas, que constituyen la vía tradicional de la influencia francesa en esta región desde hace siglos, él se negó a conversar con Michel Aun, aunque éste último había estado exilado en Francia durante 15 años. Interrumpió todo contacto con Emile Lahud, siendo éste presidente de la República. Sin embargo, mantuvo las relaciones con los falangistas y con las Fuerzas Libanesas, o sea con una pequeña minoría que constituye el ultimo partido fascista del Mediterráneo.
- Según usted, ¿Jacques Chirac sabe con precisión la identidad de los asesinos de Hariri?
- No. Jacques Chirac vivió la muerte de su amigo Rafic Hariri como un drama personal. De cierta manera, él se considera indirectamente responsable. Incluso llegó incluso a sospechar de todo el mundo.
- Usted sugiere en su libro que Estados Unidos es responsable del asesinato de Hariri. ¿En qué se basa?
- La muerte de Rafic Hariri resultaba indispensable para la realización de los planes estadounidenses en la región. Estados Unidos e Israel eran los únicos interesados en [que se cometiera] ese crimen, que -por lo contrario- resultaba embarazoso para Siria. Sin embargo, el hecho de que sacaran provecho del crimen los convierte en sospechosos, no en culpables. Para pasar a esto último, yo observo que Estados Unidos reaccionó con una rapidez que demuestra que sabía por adelantado la fecha y hora del asesinato. Por consiguiente, son por lo menos culpables de no haber prestado ayuda.
Y he aquí la prueba: el US Committee for a Free Lebanon (USCFL), o sea el grupo que preside Ziad K. Abdelnur, a quien mencioné hace un momento, desató su ofensiva mediática en los minutos que siguieron al atentado contra Rafic Hariri. Le recuerdo que ese grupo fue formado para constituir un gobierno proestadounidense de cambio que los marines instalarían en el poder después de desembarcar en las playas libanesas. Al cambiar las modalidades del proyecto, este grupo estaba destinado a tomar el poder durante una «revolución naranja».
En los minutos subsiguientes a la explosión de Beirut, siendo de noche en Washington, el USCFL afirma que despertó a sus administradores, reunió a su buró político y redactó un comunicado. Muy bien informado, ese grupo sabía que Rafic Hariri era la víctima principal del atentado, cuando las agencias de prensa estaban hablando de la violencia de la explosión sin haber identificado todavía con certeza el objetivo de la misma. El USCFL difundió su comunicado, enviándolo por correo electrónico y por fax a las agencias de prensa, a los periódicos más importantes del mundo entero, utilizando para ello listas preparadas con antelación, y a importantes medios de difusión también previstos desde mucho antes. De forma que numerosos medios se enteraron de la muerte de Hariri por ese fax, no por los agencias de prensa. Claro, el comunicado del USCFL describía a Hariri como un benefactor del Líbano y a Siria como organizador de su muerte. Los periodistas que, por estar en el otro extremo del mundo, no saben nada de las interioridades de la política interna libanesa, no trataron de verificar la lógica del USCFL. Si hubieran echado un vistazo al sitio de esa asociación en Internet, que no fue actualizado hasta una semana después, se hubieran encontrado con sus diatribas contra Hariri y con su exhortación a matarlo, ya que -como todos los seudópodos de la CIA- el USCFL deseaba la muerte del ex primer ministro y la utilizó contra Siria derramando lágrimas de cocodrilo.
-¿Qué quiere decir usted cuando afirma que el 7 de febrero de 2005 fue el último día del chantaje que se ejerció sobre Siria para que se retirara del Líbano? ¿Qué relación tiene eso con el atentado del 14 de febrero?
- Antes del lanzamiento de la operación contra Hariri -o antes de permitir que otros lo ejecutaran-, Estados Unidos lanzó un ultimátum a Siria. El 7 de febrero de 2005, convocaron al embajador sirio en Washington y lo intimaron a retirar las tropas del Líbano y a poner fin al apoyo prestado a la Resistencia en Palestina, en el Líbano y en Irak. La negativa siria tuvo como respuesta la ejecución de Hariri.
- En ese contexto, usted menciona a Elliot Abrams y a David Satterfield. ¿Qué conclusión se puede sacar de sus responsabilidades?
- El embajador Satterfield fue el que amenazó a Siria. Y fue Elliot Abrams quien supervisó el asunto –en lo tocante al Líbano y Siria, quiero decir– en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Así que los investigadores libaneses y el señor Mehlis deberían haber interrogado prioritariamente a esas dos personalidades.
- Usted señala que los diplomáticos y militares egipcios insistieron en que Siria no estaba implicada. ¿Por qué desapareció esa voz en la vorágine de los hechos, contrariamente a lo que sucedió con otras voces árabes?
- En este caso, como en muchos otros entre los que se encuentra el 11 de septiembre, Egipto hace análisis razonables y argumentados mientras que tantas voces se dejan llevar por la emoción y la sin razón. Esa cualidad duradera es lo que le permite a la diplomacia egipcia seguir desempeñando un papel central en la región. Sin embargo, debido a la actual correlación de fuerzas, Egipto no tiene posibilidades de hacerse oír en el plano mediático ante el estruendo ensordecedor de la propaganda estadounidense.
- Marwan Hamade, n°2 del PPS de Walid Jumblat, afirmó que se trataba de «un crimen abominable cuyas responsabilidades son conocidas: empiezan en Damasco, pasan por [el palacio presidencial libanés] Baabda y por el gobierno libanés y los servicios de inteligencia libaneses». Se trata de una acusación formal. ¿Estaba planeada junto al asesinato?
- Nada hay que permita afirmar que Marwan Hamade fuese cómplice de los asesinos, pero él hizo esa declaración solamente 4 horas después del atentado. Aún con la excusa de la emoción, su comportamiento es indigno: no se puede acusar a nadie de haber cometido un asesinato si no se tienen pruebas, y no se debe utilizar el dolor de la familia del difunto para señalar a los adversarios políticos como chivos expiatorios.
- Usted critica duramente al fiscal Mehlis y lo acusa de «colonialismo judicial». ¿Qué quiere decir con eso?
- Detlev Mehlis tendría que haber sido rechazado como jefe de la misión de la ONU por estar vinculado a una de las partes interesadas en el caso. En su condición de fiscal alemán, fue él quien dirigió la investigación sobre el atentado contra la discoteca La Belle, en 1986, y lo hizo de forma tal que el crimen fue falsamente atribuido a Libia para justificar el bombardeo estadounidense contra el palacio de Khadafi. En 1995, interrogó en Yemen a Johannes Weinrich, que fue el lugarteniente de Carlos cuando los ministros de la OPEP fueron tomados como rehenes. Mehlis apareció así como la mano vengadora de Washington. Detlev Mehlis trabajó después para varios tanques pensantes estadounidenses, como la Rand Corporation y el WINEP.
Desde su llegada al Líbano, Mehlis fue más allá de lo que le permitía su mandato. Su misión consistía en ofrecer asistencia a la justicia libanesa y lo que hizo, por el contrario, fue despreciarla y actuar en lugar de ésta. A tal punto que hoy lo presentan como jefe de la misión investigadora de la ONU, cargo que nunca tuvo porque la comisión investigadora de la ONU nunca existió. El caso es que Mehlis exigió que los funcionarios libaneses le rindieran cuentas y se negó a respetar el Código Penal libanés. Así que se trata de un caso de colonialismo judicial. El objetivo de esa injerencia fue, por supuesto, justificar un ataque contra Siria al imputarle el crimen.
Lo que sucede es que Detlev Mehlis se complicó porque los servicios secretos sirios lo dejaron enredarse en una red de falsos testimonios y luego lo desenmascararon de pronto haciéndolo así caer.
- Usted menciona que los individuos que trataron de asesinar a Hasan Nasrallah (líder del Hezbollah) son agentes del Mossad. ¿Con quién fue que se dijo que estaban vinculados y por qué no se han descubierto aún los detalles de ese asunto?
- Los enemigos del Líbano tenían previsto eliminar también a Hasan Nasrallah. Fracasaron y el segundo grupo fue arrestado. Hasta ahí, no hay nada sorprendente. Pero los asesinos habían recibido sus armas de Salim Diyab, el jefe de la milicia del clan Hariri. En otras palabras, los Hariri están ciegos. No se dan cuenta de que sus amigos estadounidenses e israelíes quieren destruir a su país y que ordenaron la muerte de Rafic. Por eso son fácilmente manipulables y actúan contra su propio país y, en definitiva, contra sí mismos.
- Durante los años que van de la década del 50 a la de los 70, la izquierda francesa tuvo una fuerte presencia en el Medio Oriente, presencia que ha ido atenuándose recientemente. ¿A qué se debe esto, desde su punto de vista?
- A que ya no hay izquierda francesa. El Partido Socialista es una yuxtaposición de individuos que se detestan y que tienen puntos de vista imposibles de conciliar. Y su naufragio ha arrastrado a sus aliados. En realidad, el mundo ha cambiado desde el derrumbe de la URSS y el escenario político francés es obsoleto. En el mundo entero se puede ver el desplazamiento de las líneas de fractura. Ya no se trata de escoger entre la economía de mercado o el colectivismo, sino entre la dominación estadounidense o la resistencia, entre el Imperio y la multipolaridad. Si Nicolas Sarkozy resultó electo presidente fue porque se presentó –fue el único en hacerlo– como representante de esta nueva línea de fractura. Él es el líder de los proestadounidenses y no hubo un bando constituido que le hiciera frente. Las personalidades de la izquierda proestadounidense, como Bernard Kouchner, se unen a él, mientras que las personalidades de la derecha antiimperialista ya no saben hacia dónde ir.
Tenemos que rediseñar completamente los grupos políticos. Para eso creé la conferencia Axis for Peace, que reúne a intelectuales, diplomáticos, militares y políticos de todos los países con el objetivo de reafirmar los valores humanistas ante el proyecto neoconservador. La próxima conferencia se desarrollará en noviembre, en el Medio Oriente. Esa será quizás mi respuesta concreta a su pregunta.
-¿Por qué esta evolución de Francia de una política árabe hacia un apoyo a las posiciones de la derecha israelí?
- No creo que así sea ya en este momento. Creo más bien que, desde que se derrumbó la URSS, Francia se inclina ante Estados Unidos, mientras que prosigue su propia política como puede. Es cierto que las declaraciones de los dirigentes franceses no son muy positivas, pero sus acciones aún son a menudo valientes.
Francia se opuso a la invasión contra Irak; negoció la resolución 1559 para prevenir un ataque estadounidense contra el Líbano y Siria; impidió el despliegue de la OTAN en la frontera israelí, en agosto de 2006; protegió a la Resistencia durante el conflicto y también después del mismo, incluso cuando seguía dando la prioridad al clan Hariri.
Desgraciadamente, la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia podría darle a usted la razón. Como usted, yo observo esto con inquietud.
- Usted publicó como anexo varios mapas del Nuevo Medio Oriente. ¿Qué fuentes tiene usted? ¿El Líbano será dividido en un Estado maronita y un Estado druso?
- El proyecto de división del Líbano en tres zonas no es nuevo. Ya Ben Gurion había previsto anexar el sur y crear dos mini-estados confesionales maronita y druso. Pero Estados Unidos decidió ir mucho más lejos. Su deseo es fragmentar a todos los Estados de la región para que no quede ninguno que pueda oponerle resistencia. Los mapas que yo publico representan la reflexión actual del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. Fueron publicados por el coronel Peters en el Armed Forces Journal. No son definitivos pero han sido objeto de discusión durante el tiempo suficiente como para que se los considere lo bastante precisos. Es lo que púdicamente llaman «remodelamiento del Gran Medio Oriente». Eso exige, concretamente, una fase de guerra civil generalizada. Resulta entonces vital que nos opongamos a todo lo que divide al mundo árabe-musulmán, a todo lo que lo debilita y lo somete a la hegemonía estadounidense. El deslizamiento de la oposición entre shiítas y sunnitas del plano teológico al de la política resulta particularmente peligroso. Una grave responsabilidad recae sobre los que en él participan. Ante la máquina de guerra de Washington y Tel Aviv, el deber es unirse para poder resistir.
-¿Piensa usted que Estados Unidos logrará llevar a cabo sus planes?
- La victoria de la resistencia libanesa constituye un freno definitivo a la expansión estadounidense en esta región. Hasta ahora, la disyuntiva planteada era entre el callejón sin salida militar ante el ejército más grande del mundo y una serie interminable de maniobras diplomáticas. Ahora existe una tercera opción: la resistencia popular puede conducir a la victoria. Pero la máquina estadounidense de guerra es demasiado pesada como para ponerse a sí misma en tela de juicio, y proseguirá su impulso devastador, sin esperanza de éxito, hasta desfallecer definitivamente.
La fuente: Al-Ahram (Egipto). La versión en español se publicada por gentileza de la Red Voltaire.

17 junio 2007

La otra cara de la moneda




Autor: Andrés Aldao

En las últimas semanas (publicado en 2004) he tenido oportunidad de leer dos trabajos sobre la situación en el Medio Oriente, en particular sobre el problema israelí-palestino, enfocados desde distintas ópticas, con ciertos ribetes antagónicos y próximos, más bien, a una contradicción dialéctica hegeliana. Me refiero al artículo “Los judíos y las moscas”, firmado por la periodista catalana Pilar Rahola publicado en la revista NOAJ y difundido con histérica fruición por los canales del correo electrónico, y a un artículo del miembro de la Kneset Abraham Burg, cuya resonancia en los mismos círculos intelectuales y académicos, embelesados por “Los judíos y las moscas” no tuvo ningún eco, al menos público. Hecho, por demás, digno de explorar y comentar.
La señora Pilar Rahola ha tenido una meteórica carrera en los medios académicos e intelectuales de Israel, en los que ha sido presentada como experta analista del fenómeno antisemita que se hipertrofia como una especie de peste virósica -según lo manifiesta- y se expande hacia los cuatro puntos cardinales del planeta, con especial virulencia en Europa. He leído dos de sus trabajos: “Las moscas y los judíos” y “Palestina y sus falsas verdades”. La citada experta escribe en un estilo implosivo, que abruma al lector con una retórica formal imparable. “Me parece pertinente formular algunas cuestiones que nunca existen en el debate, especialmente si se formulan desde posiciones críticamente pro palestinas”. Lo que no aclara es que ella lo hace desde posiciones “críticamente proisraelíes”. Pilar Rahola denuncia a los sectores fundamentalistas islámicos, fenómeno nada nuevo ni original. Con ello no descubre la pólvora. Lo que llama la atención, en sus sistemáticas diatribas, es que nos abruma y blande su índice acusador, que menea con fervor, contra los gobiernos y diarios europeos, los periodistas, camarógrafos, analistas, comentaristas, y los “izquierdistas”, todos unidos en una especie de Santa Alianza renacida de sus cenizas históricas, y proyectada en una ofensiva contra el Estado de Israel a partir del crecimiento desmesurado del antisemitismo que “tiene que ver con la distorsión de la información, y también con un maniqueísmo que nos está llevando, entre otros desastres, a la corriente de antisemitismo más importante en Europa desde la negritud del nazismo. Para dar un dato nada alentador, en estos casi tres años de Intifada ha habido más agresiones contra sinagogas en Europa que en toda la Noche de los Cristales Rotos”. Y lo escribe con toda la seriedad y el desparpajo de una periodista que dice basarse en datos de la realidad aportando suposiciones, diatribas, sarcasmo. ¿De qué izquierda habla? La señora Rahola, sin parar mientes, agita su índice y señala a todo el mundo como único culpable del antisemitismo. Parece decirnos que “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del antisemitismo”. Todos caen bajo la piqueta de la señora Rahola… excepto los gobiernos de los Estados Unidos e Israel, y las Islas Marshall y Micronesia (pese a mis denodados esfuerzos, búsquedas en los atlas, enciclopedias y ámbitos académicos, no he podido hallar la ubicación geográfica de esas islas y Micronesia). La “víctima” principal de sus embates es la “izquierda”, una izquierda que no menciona con nombres y apellidos, o el nombre de las organizaciones y partidos que alientan el terrorismo, “traicionan” la democracia e inda mais: “Acuso a la izquierda de no considerar a las víctimas del terrorismo... -escribe con virtud melodramática apta para telenovelas- ...acuso a la izquierda de banalizar la Shoá... acuso a la izquierda de matar a la información a golpes de propaganda... acuso a la izquierda de minimizar, justificar e incluso elogiar un nuevo totalitarismo que amenaza seriamente a la libertad: el nihilismo terrorista islámico... acuso a la izquierda de traicionar a la democracia perdonando al nihilismo terrorista...”. ¿De qué izquierda escribe y discursea Pilar Rahola? ¿A quiénes se refiere cuando menciona el vocablo “izquierda”? ¿A Saramago o Teodorakis. O a otros especímenes como estos? Estos señores son herrumbrados y veteranos estalinistas, gerontocracia residual de “los partidos que nunca se equivocaban”, adoradores del culto a la personalidad, de lengua larga y corta memoria. No representan a nadie, excepto a sí mismos o a otra decena o centena de viejos y decrépitos ‘aparatchnikim’ de la vieja guardia de los PPCC enterrados por la historia. ¿Esta es, pues, la gente que ella denomina “izquierda”? ¿Y tiene la insolencia de equipararlos con los jóvenes que manifiestan contra la globalización americana del planeta? Pilar Rahola acusa “...a la izquierda de llorar, sólo, con el ojo izquierdo... Un ojo izquierdo que, hoy por hoy, es deliberadamente antisemita”. Y yo acuso a esta señora periodista de llorar, sólo, con el ojo derecho. Un ojo derecho que, hoy por hoy, es deliberadamente guerrerista, enemigo de la paz, provocador deliberado de enfrentamientos entre palestinos e israelíes, víctimas inocentes de dos líderes demagógicos que tienen las manos llenas de sangre inocente: Yasser Arafat y Ariel Sharón. Como bulas papales A lo largo de toda su perorata Pilar Rahola, vocifera, denuncia, se arremanga, arremete y al terminar su libelo, los lectores no saben a quién o a quiénes se está refiriendo. Pero hay alguna confusión deliberada en sus dichos. Con una sutileza algo grosera y silogística, pretende imbricar antisemitismo con antiisraelismo: el antisemitismo existió antes de la creación del Estado de Israel, y siguió y continúa existiendo a su margen. En su esencia, la mayor parte de los palestinos son anti israelíes, antisionistas en todo caso, pero no antisemitas en el sentido histórico de la palabra. El antisemitismo de muchos es asimismo anti israelismo, pero también el anti israelismo de mucha otra gente no tiene ninguna relación con el antisemitismo. Más para el gobierno israelí y los fundamentalistas fanáticos de Israel y las colonias,es muy cómodo -y útil- que se ensamble antisemitismo con las denuncias sobre la conducta del conquistador en las zonas ocupadas por Tzahal (Ejército de Defensa de Israel). Pilar Rahola tiene derecho a expresar, en todos los foros a los que accede, su opinión sobre el conflicto y el rebrote del antisemitismo tiene derecho a denunciar al terrorismo, a expresar sus puntos de vista personales sobre un conflicto cruzado por la sangre, las muertes, el duelo y las lágrimas de las víctimas inocentes de ambos bandos. Es un derecho democrático y legítimo. Pero ese derecho no justifica desparramar acusaciones infundadas. Pilar Rahola pontifica: sus afirmaciones son como bulas papales dadas de una vez y para siempre. Ella no cree que deba probar nada de lo que afirma. Sus palabras deben ser para los oyentes como las palabras de Dios para los creyentes: y quien no las acepta ni consiente... es un antisemita acabado y resuelto.
Burg Como compensación a tanto fárrago de palabras, leí el texto completo del artículo de Abraham Burg publicado en The Forward. Burg es una personalidad que no necesita presentaciones, ni ningún otro tipo de curriculum. Su comportamiento es la mejor tarjeta de presentación. Conoce los problemas de Israel desde dentro, el pasado, el presente y, en el artículo publicado en The Forward aventura, asimismo, su futuro. Las reflexiones de Abraham Burg constituyen un magnífico desafío contra los fundamentalistas del Gobierno israelí y sus adláteres y epígonos. Convendría que la periodista Pilar Rahola, que farfulla con tanta liviandad decálogos y sermones sobre el conflicto israelí palestino, leyera con somera atención el texto de Burg que, para un hombre de su condición, es un riesgo vivencial de primera magnitud. Para dar un paso de esta índole, se necesita un coraje a toda prueba, conocimientos profundos del país, su tradición y la gente. Cosa que, según afirmo desde mi vapuleado ojo izquierdo, creo que a la susodicha periodista le costará adquirir. Para alcanzar categoría de analista objetiva y mesurada, con conocimiento de causa, sopesando objetivamente palabras y hechos de ambos bandos, va a constituir para Pilar Rahola un desafío a su ego, a su -tal vez inconsciente- deseo de congraciarse con un público ávido de semitismo a ultranza. Sus comentarios petardistas y arrojados al azar con meliflua liviandad, son como fuegos artificiales que después de estallar se dispersan en el vacío sin dejar más que estelas de humo... Para terminar esta nota, me permito rematarla con algunas frases del texto de Abraham Burg, cuya pluma tiene la valentía de remontar el silencio cobarde de muchos israelíes que temen a sus propias sombras, y avalan la ocupación colonialista de Judea y Samaria y la franja de Gaza. Y aunque pudiere disentirse con tal o cual párrafo, vale la pena su lectura:
“La revolución sionista ha descansado siempre en dos pilares: un camino justo y un liderazgo ético. Ninguno de éstos es ya operativo. La nación israelí hoy se apoya sobre un andamiaje de corrupción y en cimientos de opresión e injusticia. Como tal, el final de la empresa sionista ya está en el umbral de nuestra puerta. Hay una chance real que la nuestra sea la última generación sionista. No obstante, podrá haber un estado judío en el Medio Oriente, pero será de una clase diferente, extraño y desagradable…Hay tiempo para cambiar el curso, pero no mucho. Lo que se necesita es una nueva visión de una sociedad justa y la determinación política para llevarla a cabo. Esto no es meramente un asunto interno israelí. Los judíos de la Diáspora, para quienes Israel es un pilar central de su identidad, deben prestar atención y decir lo que piensan. Si el pilar se derrumba, los pisos superiores se caerán chocando ruidosamente…La oposición israelí no existe, y el Gobierno de coalición, con el primer ministro Ariel Sharón encabezándolo, demanda el derecho a permanecer en silencio. En una nación de parlanchines, de repente todos nos hemos quedado mudos, porque no hay nada más que decir. Vivimos en una realidad estruendosamente fracasada. ¿Ustedes quieren la Tierra del Gran Israel? Ningún problema. Abandonen la democracia. Instituyamos un sistema eficaz de separación racial aquí, con campos de prisioneros y villas de detención. El gueto de Kalkilya y el gulag de Jenín… ¿Ustedes quieren una mayoría judía? Ningún problema. Pongan a los árabes en automóviles, ferrocarriles, autobuses, camellos y asnos y expúlsenlos en masa ó separémonos absolutamente de ellos, sin trucos ni artilugios. No hay ningún camino intermedio. Nosotros debemos remover todos los asentamientos -todos ellos- y delinear una frontera internacionalmente reconocida entre el hogar nacional judío y el hogar nacional palestino. La ley judía del retorno sólo se aplicará dentro de nuestro hogar nacional, y su derecho al retorno sólo se aplicará dentro de las fronteras del Estado palestino. ¿Ustedes quieren la democracia? Ningún problema. Abandonen la Tierra del Gran Israel hasta el último asentamiento y puesto de avanzada o den ciudadanía plena y derechos de voto a todos, incluso a los árabes. El resultado, claro, será que aquellos que no quisieron un Estado palestino al lado nuestro tendrán uno entre nosotros, vía las urnas. Esto es lo que el Primer Ministro debería decir a la gente. El debería presentar las opciones francamente: racismo judío o democracia. Asentamientos o esperanza para ambos pueblos. Falsas visiones de alambres de púas, barricadas y suicidas con bombas o una frontera internacional reconocida entre dos estados y una capital compartida en Jerusalem. Pero no hay ningún primer ministro en Jerusalem. La fiebre enfermiza que está carcomiendo al cuerpo del sionismo ya ha atacado la cabeza. David Ben-Gurión a veces erraba, pero él continuaba siendo recto como una flecha. Cuando Menachem Begin se equivocaba, nadie impugnaba sus motivos. Ya no. Encuestas publicadas hace dos semanas mostraron que una mayoría de israelíes no cree en la integridad personal del Primer Ministro aunque todavía confían en su liderazgo político. En otras palabras, personalmente encarna ambas mitades de la maldición: sospechosa moral personal y desdeño abierto ante la ley, combinado con la brutalidad de la ocupación y el pisoteo de cualquier oportunidad para la paz. Esta es nuestra Nación, estos son sus líderes. La conclusión ineludible es que la revolución sionista está muerta”. La representante del ojo derecho de la Santa Alianza entre Estados Unidos, Israel, Micronesia y las Islas Marshall, aquí tiene a su disposición el texto claro, tajante, objetivo y doloroso de un “sabra” que posee algunos títulos y conocimientos algo más sólidos y fundados que la periodista de barricada, monomaniquea y provocativa, que le ha brindado a una parte del público israelí su “ópera de dos centavos”. Dos caras de una sola moneda: le recomiendo a Pilar Rahola la lectura urgente del artículo de Abraham Burg, la cara objetiva de la moneda, puesto que sus definiciones las perciben, día a día, todos los ciudadanos israelíes, árabes o judíos.

Abraham Burg: “Un Estado judío no puede funcionar”


Abraham Burg es un personaje singular en un insólito panorama de políticos sin conciencia ni principios. Hijo de una familia religiosa, su padre Joshep fue el ministro de del interior de casi todos los gobiernos de Israel. Ignoro si me puedo arriesgar a escribir que estas reflexiones pueden ser catalogadas como "En el nombre del padre", pero sí estoy seguro de que sus declaraciones están pensadas en nombre de todos los padres que no quieren llevar en su conciencia crímenes, ni permitir que sean los padres quienes recen el "kadihss", la oración para los muertos en los bordes de las tumbas. Como anexo, publicaré la nota que editó Nueva Sión contra la petardista y falsa profeta catalana,Rahola, y otra carta de Abraham Burg. (A.A.)

Autor: Ari Shavit

Abraham Burg, ex Presidente de la Knesset, ex Presidente de la Agencia Judía, ya no es sionista. En su nuevo libro, "Vencer a Hitler", compara a Israel con Alemania antes de la ascensión de los nazis al poder. Es partidario de abolir la Ley del Retorno, anular la definición de Israel como Estado judío. Considera que Israel debe deshacerse de armas nucleares y recomienda a los ciudadanos israelíes conseguir un pasaporte extranjero.

He leído su nuevo libro, "Vencer a Hitler", como su despedida del sionismo. ¿Me equivoco? ¿Aún es sionista?

Soy humano, soy judío y soy israelí. El sionismo fue una herramienta para pasarme de un acumulamiento judío a un acumulamiento israelí. Creo que fue Ben Gurión quien manifestó que el movimiento sionista fue el andamio para levantar la casa y posteriormente a la creación del Estado se lo debe desarmar.

En realidad, está confirmando que ya no es sionista.

Desde el primer Congreso Sionista de Herzl ya prevaleció el sionismo de Ajad Haam. Pienso que el siglo XXI debe ser el siglo de Ajad Haam. Debemos dejar a Herzl atrás y adoptar a Ajad Haam.

El sionismo es la creencia en la creación y la existencia de un Estado nacional judío. ¿Usted ya no cree en un Estado nacional judío?

No en su actual definición. El Estado es, a mi entender, sólo un instrumento, una herramienta, un medio indiferente por completo a la carga espiritual, mística o religiosa. Definir a Israel como Estado judío y agregarle las palabras escogido, florecimiento o redención, suena demasiado fuerte. Además, agregarle a todo eso el intento de mantener un sistema democrático, es imposible.


Lo que significa que ya no acepta el tema de un Estado judío.


No puede funcionar. Definir el Estado de Israel como Estado judío es la llave para su final. Estado judío es un material muy explosivo.

¿Y un Estado judío-democrático?


Para la gente suena muy cómodo esto; es bonito, es nostálgico, es retro. Brinda una sensación de plenitud. Pero judío-democrático es como nitroglicerina.

¿Se debe cambiar el himno nacional?

El himno es un símbolo. Estaría dispuesto a comprar una realidad en la que todo esté bien y sólo el himno esté mal.

¿Se debe modificar la Ley del Retorno?


Se debe abrir el diálogo. La Ley del Retorno es una ley apologética. Es un retrato paralelo a Hitler. Yo no deseo que Hitler defina mi identidad. Tanto democrática como humanísticamente, la ley presenta una contradicción. La Ley del Retorno determina una ruptura de la alianza entre nosotros y el judaísmo de la diáspora y entre nosotros y los árabes.

¿Debemos disolver la Agencia Judía?


Cuando fui Presidente de la Agencia Judía propuse cambiar el nombre de 'Agencia Judía para Eretz Israel' por el de 'Agencia Judía para la sociedad israelí'. Hay lugar para medios filantrópicos, pero el centro de su esencia debería ser cuidar de la generalidad de los ciudadanos de Israel, incluyendo a los ciudadanos árabes.
En su libro escribe que si el sionismo es un sionismo catastrófico, uno no sólo es post sionista sino que anti sionista. Yo opino que desde los años ´40, el componente catastrófico forma parte inseparable del sionismo.

Por eso, hoy usted es anti sionista.

Ajad Haam atacó a Herzl diciendo que la fuente de todo su sionismo radicaba en el antisemitismo. El pensaba en algo diferente, en Israel como un centro espiritual. La línea de Ajad Haam no murió; ahora ha llegado su momento. Estamos en los últimos días del judaísmo comparativo. Nuestro sionismo comparativo nunca concibió el desastre.

Su libro es anti israelí en el sentido más profundo. Es un libro que demuestra desprecio por todo lo israelí.

En mi infancia fui judío en los términos que aquí circundan: estudié en un 'Jeder' (escuela), me enseñaron los maestros religiosos de entonces. Posteriormente, la mayor parte de mi vida fui israelí: idioma, señales, olores, gustos, lugares, todo. Hoy en día no me es suficiente. En la situación actual estoy mas allá de lo israelí. Dentro de las tres identidades que me componen -la humana, la judía y la israelí- siento que el fundamento israelí discrimina a las otras dos. Por eso, lo israelí no me es suficiente. Me siento obligado a volver a mi lugar judío. Pienso que las estructuras israelíes actuales son amenazas.

En todo caso, su posición es conciliatoria y humanista. Pero dentro de su apaciguamiento y humanidad desarrolla una relación muy obstinada hacia lo israelí y hacia los israelíes. Dice cosas muy duras sobre nosotros.

Pienso que el libro es un cuento de amor; y el amor duele. Si hubiese escrito sobre Nicaragua no me hubiese importado tanto; pero vengo de un lugar dolorosamente insoportable. Veo a mi amor deshaciéndose frente a mis ojos, veo la sociedad, la casa donde crecí y mi lugar destruyéndose.

¿Amor? Usted escribe que el israelí entiende sólo por la fuerza. Si alguien hubiese escrito que el árabe entiende sólo por la fuerza, hubiera sido considerado racista; y con justicia.

Es imposible fragmentar una frase y decir que es todo el libro.

No es sólo un fragmento. Se repite varias veces. Usted dice que tenemos fuerza, mucha fuerza y sólo fuerza. Afirma que Israel es un gueto sionista, imperialista y violento que cree sólo en sí mismo.

Fíjate en la Guerra de El Líbano. El pueblo regresó de la lucha, hubieron determinados logros, algunos fracasos, se descubrieron cosas. Hubiese esperado que algunas personas, incluso de la derecha, entiendan que aún cuando le permiten vencer, Tzáhal (el Ejército de Defensa de Israel) no vence; que la fuerza no es la solución. Pero entonces llegó el conflicto en Gaza y ¿cuál es el la agenda israelí sobre Gaza? Los castigaremos, los borraremos. Nada se aprendió, absolutamente nada.
Y no es sólo entre naciones. Observa las relaciones entre el hombre y el prójimo; escucha el diálogo íntimo, la aberrante violencia en las carreteras, las palabras de las mujeres golpeadas; mira cómo se ve la imagen de Israel.

Lo que usted afirma es que el problema no reside sólo en la conquista de los territorios. A su manera de ver, Israel en su totalidad es como una terrible mutación.

La conquista es una pequeña parte del tema. Israel es una sociedad sumergida en el pánico. Para buscar la fuente de la obsesión por la fuerza y desterrarla, se debe comenzar por los temores. El miedo mayor, el miedo antiguo, es el de los seis millones de judíos asesinados en la Shoá.
Esa es la tesis del libro. No es el primero en expresarla, pero lo hace demasiado grave. Manifiesta que estamos inválidos espiritualmente, poseídos por el pánico y actuamos por la fuerza dado que Hitler nos ocasionó un profundo daño moral.
Cierto.

Y yo afirmo que su descripción está distorsionada. Nosotros no vivimos en Islandia y nos imaginamos que estamos rodeados de nazis que en realidad desaparecieron hace 60 años. Nuestro entorno son amenazas reales. Somos uno de los países más amenazados del mundo.

La verdadera escisión israelí está entre los que confían y los que temen. El gran triunfo de la derecha en la lucha por el alma política israelí fue conseguir adquirir de manera absoluta una paranoia definitiva. Acepto que hay dificultades, pero ¿acaso son absolutas? ¿Todo enemigo es Auschwitz? ¿Acaso todos en Hamas son criminales?"

Es jactancioso. No tiene empatía por los israelíes. Considera a los judíos-israelíes como paranoicos; pero como se dice comúnmente, hay paranoicos que de verdad son perseguidos. En momentos que ambos conversamos, Ahmadineyad manifiesta que nuestros días están contados; promete arrancarnos de la faz de la tierra. El no es Hitler; pero tampoco es un espejismo. Es una amenaza real, en un mundo verdadero que usted desea ignorar.

La disyuntiva está en si el Estado de Israel es un país confiable o un país traumático. Yo afirmo que actualmente, en casi todas las dimensiones, el Estado de Israel es traumático; y no es sólo una teoría.

¿Podría ser que nuestro enfrentamiento con Irán estuviera mucho mejor si renováramos la capacidad de confiar en el resto del mundo? ¿No sería mejor que en lugar de ocuparnos nosotros solos del problema, lo hiciera un conglomerado mundial que comience en las iglesias, continúe en los gobiernos y culmine en los ejércitos? En lugar de eso decimos: - 'No confiamos en el mundo, ellos nos abandonarán', y he aquí que Chamberlain regresa de Munich con el paraguas negro y nosotros los bombardeamos solos.

En su libro no sólo somos víctimas de los nazis. En su libro aparecemos casi judeo-nazis. No afirma que Israel es la Alemania nazi, pero se acerca bastante. Dice que Israel es la Alemania pre-nazi. Israel es como era Alemania hasta la llegada de los nazis al poder.

Es cierto. Comencé el libro desde lo más doloroso; como un duelo por la pérdida de Israel. Mientras escribía, la mayor parte del tiempo el libro se titulaba "Hitler venció". Pero lentamente fui descubriendo el aspecto de que no todo estaba perdido. Descubrí a mi padre como una alternativa judeo-alemana precursora en su época. Esos dos aspectos nutrieron el libro desde el principio hasta el final. Demasiado complicado para mí; muy doloroso; pero al fin y al cabo soy una persona optimista y también el epílogo es optimista.

El final es, quizás, optimista, pero el contenido compara a Israel con Alemania y lo repite continuamente. ¿Esta comparación es justa? ¿Hay suficiente base para la analogía israelí-alemana?

No es una ciencia exacta pero describiré algunos hábitos que hacen al monje: La enorme sensación de ofensa nacional; la sensación de rechazo del resto del mundo; los fracasos inexplicables en las guerras. Y como resultado de ello, la centralidad del militarismo en la identidad, el lugar de los oficiales de reserva en la sociedad, la cantidad de ciudadanos armados que caminan por las calles en Israel. ¿Hacia dónde se dirige ese enjambre de hombres armados? Los manifiestos callejeros que preconizan: ¡Fuera los árabes!".

Usted, en realidad, afirma que entre nosotros existe el virus del nazismo.
La expresión nazismo es muy compleja.


(N. de la R.: Abraham Burg escribe en su nuevo libro: "En ocasiones me resulta difícil diferenciar entre el nacional-socialismo antiguo y otras teorías sociales nacionalistas de aquí y ahora. Hay diferencia entre decir nazi o decir nacional-socialista. Nazi es un ícono definitivo; él se dirige entre nosotros hacia lugares infinitos y terminales").

Dejemos a los nazis. ¿Le tiene miedo a una incursión fascista en Israel?

Yo pienso que ya está aquí.

¿Y cree, en realidad, que los lemas racistas que aparecen en las paredes de Jerusalem son similares a los lemas de los años treinta en Alemania?

Veo que nosotros no desechamos estas expresiones con toda la fuerza posible. Además, oigo las voces tajantes desde Shderot: - "Les destruiremos el barrio, les destruiremos la ciudad, los exterminaremos, los mataremos y los expulsaremos". Actualmente en el Gobierno hay quien habla de trasladar poblaciones árabes. Cruzamos tantas líneas rojas en los últimos años. Entonces te preguntas a tí mismo cuáles serán las próximas líneas rojas que deberemos cruzar.

Usted pregunta y también responde en el libro. "Yo creo -escribe- realmente percibo, que existe una gran posibilidad de que alguna futura Knesset en Israel prohíba las relaciones sexuales con los árabes, evite por medios legales occidentales que los árabes empleen sirvientas o trabajadores judíos...como las leyes de Núrenberg...todo esto ocurrirá, y ya sucede". ¿No se apresura en definir esto?

Cuando ejercí como presidente de la Knesset escuchaba conversar a la gente. Llevé a cabo deliberaciones profundas con amigos de todas las concepciones políticas. Oí a pacifistas decir "...yo deseo la paz porque odio a los árabes, no los puedo ver y no los soporto...", y escuché a gente de la derecha pronunciar expresiones kahanistas. El kahanismo está en la Knesset. Lo rechazaron como partido pero tiene el diez, quizás el quince e incluso hasta el veinte por ciento del diálogo judío en la Knesset. Son asuntos difíciles. Son lugares devastadores.

Hay graves sucesos en Israel, indudablemente. Por supuesto, en todo lo referente a los territorios conquistados. Pero se puede comparar con Francia en Argelia, se puede comparar con Holanda en la época colonial. En cambio usted siente necesidad de referirse constantemente a Alemania, Hitler, Núrenberg. Quizás, usted mismo está afectado por una enfermedad que censura. El trauma de los nazis lo ha desequilibrado. En cada defecto israelí ve las huellas digitales de los nazis.

Puede ser. Si así fuese, qué importa. Si quiere que nos comparemos con Holanda, quizá tengas algo que ocultar. Pregúntese a usted mismo a qué le teme.

Se lo diré con sinceridad. Creo que tenemos problemas morales y espirituales difíciles. Pero pienso que la comparación con Alemania, previo a la subida de los nazis al poder, no tiene razón de ser. Un ejemplo: Hay un problema serio con el lugar de Tzáhal en nuestras vidas, el lugar de los generales en nuestra política y en las relaciones en la escala política y militar. Pero usted compara el militarismo israelí con el militarismo alemán y es una comparación fallida. Describe a Israel como una Esparta prusiana que vive de la espada, y no es el Israel que veo de afuera. Por supuesto que no en el 2007.

Envidio su capacidad de llamar a la realidad del modo en el que lo hace. Realmente lo envidio. Pero pienso que somos una sociedad que vive de la espada; envainada o fuera de ella. Y no así nomás nos comparo con Alemania, porque nuestra obligación de vivir empuñando constantemente la espada surge de Alemania.
Lo que ellos nos quitaron en doce años de nazismo necesita una espada gigante.
Mira la cerca de seguridad. La cerca de separación es el muro contra la paranoia. Y ella nació en mí, en mi templo, en el Haim Ramón que habita dentro de mí. ¿Y cuál es el pensamiento? Que edificamos un gran muro y el problema de los palestinos se solucionará porque ya no los veremos más. El Movimiento Laborista siempre tuvo en cuenta la relación histórica y representó la cultura del diálogo; ahora existe una terrible mediocridad espiritual. La cerca marca físicamente el final de Europa; ella dice: "aquí termina Europa". Ella manifiesta que eres la posición más antigua de Europa y que el muro te separa de los bárbaros; como la Muralla Romana; como la Muralla China. Es todo tan patético...
Esto es una declaración de divorcio a nuestra visión de ser parte integral de la región. Hay en todo esto síntomas de locura. Y justo en momentos en que Europa misma y el mundo han adelantado en forma significativa en internacionalizar la lección de la Shoá; y lograron un gran desenvolvimiento en la normativa de los pueblos. Pero nosotros no estamos ahí, estamos con nuestros temores. He aquí el desastre.

La verdad que usted es un europeísta devoto. Vive en Nataf (una población cercana a Jerusalem) pero es un profeta de Bruselas.

Totalmente. A mi parecer, la Unión Europea es una utopía bíblica. No sé cuánto va a durar, pero es fabulosa. Es absolutamente judía.

Y esa conmoción suya por Europa no es casual, dado que una de las cosas extraordinarias en su libro es que el sabra Burg le dá la espalda al hecho de ser sabra y se conecta estrechamente con un romanticismo "yeke". Israel sionista se desprende de su libro como una exclamación ordinaria, en tanto el judaísmo alemán es el ideal y el ejemplo.


Yo no digo que le doy la espalda al hecho de ser sabra, sino que me dirijo hacia otra dirección. Es cierto. Totalmente. El judaísmo alemán es el lugar que me hacía falta y hacia allí me dirijo.

Usted describe mil años extraordinarios de judaísmo alemán. Pero eso terminó en Auschwitz, eso condujo a Auschwitz. Su romanticismo "yeke" es comprensible pero fraudulento.


¿Existe algún romanticismo estable? ¿Su romanticismo es estable?

Mi israelismo no es romántico; al contrario, es agresivo; proviene de un entendimiento imprescindible. Usted garabatea esa obligación; sentimentalmente prefiere el camino de Dresden a Maniatan, que el enfrentamiento con el destino judeo-israelí.

Nosotros no queremos aceptarlo pero la Golá existe desde el comienzo de nuestra existencia. Abraham descubrió a Dios fuera de los límites de la Tierra de Israel. Jacob concibió las tribus fuera de los límites de Israel. Las tribus se convirtieron en pueblo fuera de los límites de Israel. Las Tablas de la Ley se entregaron fuera de los límites de Israel. Como israelíes y sionistas ignoramos estos hechos totalmente. Anulamos la Golá. Pero afirmo que así como hubo algo extraordinario en el judaísmo alemán, también en América crearon un potencial para algo fabuloso. Fijaron una situación en la que el gentil puede ser mi padre y mi madre y mi hijo y mi socio. Allí el gentil no rechaza sino que abraza. Fue a consecuencia de ellos que se creó la vivencia judía de la incorporación; no unión pero tampoco aislamiento. Esas son cosas que me faltan aquí. Acá el gentil es como fue en el gueto: hostil.

¿Usted sostiene que nosotros nos ahogamos aquí por falta de aire?

Por supuesto. Ya estamos muertos. No nos avisaron pero estamos muertos. Esto ya no funciona. No va más.

¿Y ve en el judaísmo americano la dimensión espiritual y la efervescencia cultural que no encuentra acá?

Claramente. En Israel no hay una literatura judía importante; en Estados Unidos existe. Aquí no tengo con quien hablar. Ya no pertenezco a la comunidad religiosa en la que estuve. A la comunidad laica no conseguí llegar. No tengo con quien hablar. Estoy sentado frente a usted y tampoco me entiende. Está adosado al frente chauvinista nacional.

No es completamente cierto. Soy consciente de la riqueza judía a la que se refiere. Pero también admito que el análisis sionista básico es real. Sin Israel no hay futuro para la civilización judía no ortodoxa.


Tome al israelí más ferviente. Moshé Dayan, por ejemplo. Quite de él todos los Abraham Burg posibles. Israelí neto, sin personajes molestos como yo, sin bondadosos; nada de nada. ¿Usted está tan seguro que a largo plazo este "vivir por vivir" existirá? Por otro lado piense en los soñadores. Martín Buber, George Steiner. Usted dirá que estos soñadores no llegarán a ningún lugar. Pero mi experiencia histórica dice que los soñadores llegan más lejos que los soldados".
En realidad prepara instrumentos diaspóricos.
Yo vivo con ellos desde que nací. ¿Qué significa cuando digo en la plegaria 'Por nuestros pecados fuimos exilados de nuestra tierra'? En la historia judía la existencia espiritual es eterna y la existencia política es temporaria.

En este sentido usted es esencialmente no sionista, dado que la energía requerida para crear y desarrollar este lugar es inmensa. Usted dice que está prohibido dar todo por este lugar.

No existe el israelí pleno; existe el judío pleno. El israelí es medio judío. El judaísmo siempre preparó alternativas. El error estratégico del sionismo fue el hecho de anular alternativas. El sionismo creo aquí una estructura que las partes más importantes de ella son ilusiones ópticas. ¿Usted piensa, realmente, que podrá existir aquí un ser indiferente, agnóstico, telaviveño, post kibutziano? Eso no sucederá. El israelismo tiene sólo cuerpo; no tiene alma. En todo caso, migajas de alma. Ari, usted está muerto espiritualmente, tiene solamente un cuerpo israelí. Si continúa así, ya no será.

El israelismo es mucho más rico; tiene energía, efervescencia, matices y fertilidad. Pero usted huyó del israelismo. Desertó de él. Fue israelí mucho más que yo. Y ya no lo es.


No lo soy. Pienso que lo no israelí no es la alternativa a toda la existencia judía de dos mil años a la que me refiero. Por eso escribí mi libro. Porque no puedo dejar este mundo mintiéndome a mí mismo. Yo dije: - no hay existencia judía sin concepciones; no hay una cosa así. Y aquí, por supuesto, no existen. Pero lo que es peor, es que no hay fuerzas que desde adentro reproduzcan las concepciones. Por ello me dirijo hacia el mundo y hacia el judaísmo. Porque el judío es el primer post modernista. El judío es el primer globalizador.

Y ahora, en realidad, es globalizador. Se dirige realmente hacia el mundo. Saca un pasaporte francés y vota como ciudadano francés en las elecciones presidenciales de Francia.

Ya dije que soy ciudadano del mundo. Es mi jerarquía de identidades: ciudadano del mundo, posteriormente judío y sólo después israelí. Siento una pesada responsabilidad por la paz en el mundo. Sarkozy es, a mi entender, una amenaza para la paz del mundo. Por eso voté en su contra.

¿Es francés?

En muchos sentidos soy europeo y, desde mi punto de vista, el israelí forma parte de Europa.

Pero no es así. Aún no. Usted es una personalidad pública israelí que participa en elecciones para la presidencia de Francia como francés. Es un hecho de grandes proporciones; la acción de un judío anterior al sionismo. Un acto que un inglés o un holandés no hubieran hecho.


Cierto. Es sólo judío. Me voy adelantando a la situación del judío.

¿Usted propone que todo ciudadano israelí debería conseguir un pasaporte extranjero?

Todo aquel que pueda.

Pero así disuelve la mutua responsabilidad judía. Juega con la proliferación de pasaportes y el acrecentamiento de sus identidades que no le están permitidas a muchos otros. Usted rompe con algo muy básico.

Esos son sus temores. Yo estoy proponiendo que no tema. Eso es lo que digo en mi libro: yo les propongo a todos dejar de temer.

Pero usted también es un hombre fuera del libro, y hay una contradicción entre el concepto de pureza del hombre que escribió el libro y la vida política que ha experimentado aquí.

Es una pregunta terrible. Horrible pero cierta. Parte de estos años viví en la mentira. Durante muchos años no fui yo. En el comienzo de mi carrera política tenía la energía de luchar por la separación de la religión del Estado y por la paz. Tenía el espíritu exacto del profesor Yeshayahu Leibovitch sobre mis alas. Esos fueron mis verdaderos años. Ese era yo. Pero después durante muchos años fui un "Mapainik" cualquiera (del partido MAPAI, fundado por Ben Gurión). Estuve allí para poder ser; pero ya no era yo. Me decepcioné de sus posturas.

En el libro se descubre ideológicamente. Quien fuera parte del sistema aparece como un intrigante. ¿Esta actitud subversiva siempre estuvo oculta en usted, o se materializó sólo ahora?

Estaba allí pero no con semejante realce. Estaba muda. Mis últimos años se caracterizaron por vivir fácilmente la vida. Si no lo dices, lo serás. Si callo, llegaré lejos. Me sentía cómodo en el consenso, en la adhesión, en el estímulo y en el oficialismo. Pero al final fui un intrigante en contra mío. Esto es peor todavía. Sabía lo que pensaba y no hice nada con ello. Hasta que un buen día ya no pude más. Me levanté y me fui.

Y ahora, que ya está liberado de las limitaciones políticas, va con el Leibovitch interno hasta el final. Usted describe los atentados selectivos como asesinatos. Expresa alegría por el hecho que el nieto de su madre no es un piloto combatiente que mata a gente inocente. Define la conquista como anschluss (anexión) israelí. ¿Anschluss israelí?

Eso es lo que hacemos allí. ¿Qué tenemos que hacer allí? ¿Qué quieres decir? ¿Es humanismo? ¿Es la Cruz Roja?

¿Y los atentados selectivos son asesinatos?

Alguno de ellos sí, por supuesto.

¿Nos estamos arrastrando a crímenes de guerra?

No queda otro camino que verlo así. Especialmente si no hay perspectivas de diálogo. El israelí es, en estos casos demasiado tranquilo; un árabe más, un árabe menos; todo en orden. Pero al final la pila se va amontonando. El número de víctimas inocentes es tan grande que será imposible sostenerlo. Entonces nuestra explosión, la de ellos y la del mundo será interminable. Lo veo frente a mis ojos. Veo el montón de cuerpos palestinos cruzando el muro que establecimos para no verlos más.

Usted no es sólo Leibovich; es también Ghandi. Piensa que la respuesta cierta para la Shoá no fue Mordejai Anilevich sino Mahatma Ghandi.
Yo creo en la teoría de la no violencia. No pienso que creer en la no-violencia es ser un incrédulo. Para mí Ghandi es lo más judío que hay. El expresa una postura judía muy antigua. Igual a Yohanán Ben Zakai, que antes del destierro solicitó de Roma recibir a Yavne y a sus sabios; no Jerusalem, no el Templo, no la soberanía. Yavne y sus sabios.

Hay una expresión política actual a su posición contraria. Usted cree en el desarme de Israel de armas nucleares.

Por supuesto. El día del desarme nuclear será el más importante en la vida del Estado de Israel. Será el día en el que lograremos la negociación óptima con nuestros vecinos y no necesitaremos más las bombas. Esa debería ser nuestra ambición. Soy muy optimista. Comencé el libro con un duelo, pero lo concluyo con optimismo.

Su libro es el de un hombre que brega por la paz. Casi un pacifista. ¿Cómo es posible que al abandonar la política, un hombre de paz como usted intente comprar del Gobierno una empresa que produce repuestos para tanques?

Hoy soy un hombre de negocios. Me ocupo del tema de empresas. Saneamiento de empresas. Privatización. Yo amo esta ocupación y estoy bien en ella. Uno de mis proyectos principales ha sido adquirir una empresa de acero en Ashkelón en la cual el 40% del mismo se utiliza para la producción de armamentos. Mi intención era cerrar esa línea de producción y ampliar la incorporación del acero al mundo de la aeronáutica civil. Yo nunca seré responsable de la producción de armas. El desafío que enfrenté fue ocupar un lugar que produce lanzas y triturarlas para fabricar azadas.

Esa negociación despertó interrogantes difíciles. Originó la investigación del Veedor del Estado y la investigación de la Policía. Pero no deseo preguntar sobre la dimensión delictiva dado que el caso se cerró y resulto inocente de todo cargo.
Quiero preguntar ¿cómo es posible que un político que se autodenominó anti thatcherista y enemigo acérrimo de la privatización, abandona la carrera política y lo primero que hace es tratar de lograr ganancias espectaculares de la privatización?


Yo realicé una acción anti thatcherista por excelencia. El Estado vendió mal pero yo quise comprar bien. El Estado ocasionó daños a los trabajadores y yo quise ocuparme de sus derechos. Quise mostrar un modelo diferente de cooperación entre trabajadores y la patronal. Por eso pienso que es un error que el Estado de Israel se apoderó de mi negociación. Cuando abandoné la política, la tentación fue muy grande. Pude ocupar diferentes cargos. Me propusieron de todo: ven, abre puertas, cierra puertas. Pero dije que no. Me dirigí a la vieja industria; a la periferia. Hoy produzco maíz en Jatzor Haglilit. Muéstrame otro como yo que llega de la política y realiza un trabajo como éste, que no se sitúa en ciudades futuristas, que no se sienta en lugares aristocráticos y hace lo imposible para poder pagar mensualmente el sueldo a 600 obreros.

No es exacto que haya decidido no abrir puertas o cerrarlas. En el proyecto conjunto con David Appel (influyente hombre de negocios israelí), debía abrirle las puertas para que pueda difundir el proyecto de su isla griega en el sur de Italia.
Ese proyecto quedó en nada. Incluso no hubo ninguna oportunidad financiera. Pero si hubiese salido algo, qué habría sucdido ¿qué pasaría? ¿Por el hecho que 20 personas no simpatizan con David Appel debería ser rechazado? ¿Por el hecho de que en la Corte de Justicia digan cosas horribles sobre él sin ningún fundamento? Esa es una violencia que no soporto. Es sencillamente crueldad; el israelismo como crueldad. Y eso es algo que nos gusta mucho. Vende muchos periódicos.


¿Las afirmaciones contra usted por el acero en Ashkelón y por el tema David Appel es parte de la crueldad social israelí?

Existe aquí una sociedad decapitadora. Primero te colgaremos y cuando expires aclararemos el porqué. Vivimos actualmente en los años cincuenta de los Estados Unidos. En la época macartista. Pensar que todo es corrupción nos llevó al macartismo. Es importante fijar los límites. Antes robábamos del gallinero, hoy en día es imposible hacerlo.

Pero usted sabe responder a un ataque. He aquí que Sallai Meridor, también ex Presidente de la Agencia Judía, determinó que es injusto que ustedes dos gocen del privilegio de un automóvil con chofer de por vida, y usted vaya a los Tribunales para luchar con todas tus fuerzas por este privilegio.

Como Presidente de la Agencia Judía en el pasado me corresponden derechos de retiro como usted goza de sus derechos de jubilación. Un día, de repente, me avisan que se acabó. Piense si a usted, que le hbiese correspondido recibir el 'Haaretz' gratis hasta su jubilación, y Amós Shoken (director del periódico) de repente se lo quita. ¿No va a luchar? ¿No protestará ante la comisión de los trabajadores? ¿Acaso toda persona tiene el derecho de luchar cuando le quitan algo, y sólo Abraham Burg no lo tiene? ¿Por qué? ¿Porque sí? Todo ello es insignificante desde el punto de vista del dinero. Pero a nivel de principios me saca de mis cabales.

Se habla de su conducta que el juez consideró vergonzosa. Y se trata de que a pesar de que usted habla muy altivamente sobre la ética, no consigue divisar el daño moral que produce en los últimos diez años desde que abandonó la Agencia Judía y viaja a sus negocios privados por todo el país mientras un chofer de la Agencia Judía lo lleva a todos los lugares. Y sobre todo porque, actualmente, está muy alejado de todo lo que la Agencia Judía representa.

Tengo lo que decir con respecto a lo dicho por el juez. Pero no le responderé. No transformaré violencia en violencia. Se trata del derecho básico del hombre. El derecho a recibir legalmente la pensión estipulada.

¿Valió la pena? Lo que quedará impreso en la conciencia es que Sallai Meridor fue honesto y sencillo y Abraham Burg, ávido de placeres que ambiciona privilegios.


Lo que queda de todo ello es que me siento bien conmigo mismo. Todo el que se siente cómodo con la violencia secreta o las cuchilladas ocultas o quiere ser sicario descubierto o encubierto, que lo consiga. Está todo bien. Yo no voy a educar al mundo. Para mí lo esencial es que me sienta bien conmigo mismo.

Pero hay aquí un interrogante que lo acompaña durante años. Usted se expresa en modo impresionante. No sólo brillante, sino ético. Ahora llega y escribe un libro totalmente moralista. Pero su accionar en el mundo es diferente. En su vida política fue sofisticado, falso y venenoso, y también en los negocios está lejos de ser un santo. El abismo entre sus palabras y sus hechos es preocupante.

La diferencia está en el que observa. Yo no me pregunto cómo me ve Ari Shavit. Ya terminé con el mundo en el que me importaba lo que usted piensa de mí. Vivo en el mundo en el que me interesa lo que yo pienso de mí. Durante muchos años viví con el complejo del qué dirán. Este complejo me ha llevado a lugares errados; a lugares donde el abismo es inmenso entre mi yo interno y mi yo externo. Hoy vivo con mi propia verdad.

Quizá las cosas se unifican. Usted, realmente, es un hombre de paz que rechaza al israelí militarista, al nacionalista y al prepotente. Pero cuando se contacta nuevamente con lo judío no une sólo al judío espiritual, sino al judío del dinero.


Es cierto. La vida no es sólo ser un pionero con la azada y el soldado valiente en la Puerta de los Leones de Jerusalem. La vida es también ser comerciante en Varsovia. Definitivamente es un compendio más rico de la vida.

Y de todas maneras, no renunció a la política. Eres amigo cercano de Olmert. ¿Aún después de la Guerra de El Líbano lo sigue apoyando?

Lo que sucedió con Ehud Olmert es una gran tragedia. De toda la generación un poco mayor que yo, él es el más talentoso, el más experimentado. Existe entre nosotros un afecto muy grande. Yo lo aprecio muchísimo. Es una persona muy humana con principios muy elevados en sus relaciones con el prójimo y con su familia. Pero su capacidad de sacar su fuerza a la acción se convirtió en imposible por la declaración de la guerra. El pensamiento estilo Bush de que la guerra es la primera opción, es un error que daña todas las otras esencias de Olmert. Yo le sigo implorando que lo repare en el gran drama político; Hamas o Siria o la iniciativa saudita. Yo le digo: - No te atrincheres en el error. De lo descompuesto aún puede surgir el gran arreglo.

Y entre los candidatos del laborismo ¿a quién apoya?

A Barak.

¿Se ve regresando a la política?

Pregunta abierta. Sólo en el 2010 comenzará una nueva política en Israel. Después que la generación Olmert-Barak-Bibi finalice, le tocará el turno a otra que vendrá de los institutos, de la academia y del arte.
Entonces puede ser que allí tenga lugar.

¿Un lugar en la oficina del Primer Ministro?

Alguna vez anhelé fervientemente ser Primer Ministro. Ardía como un fuego en mis entrañas. No sabía qué quería hacer allí pero quería llegar. Actualmente digo que tengo que correr muchas maratones para que eso llegue.

Pero usted está en esa maratón.

Toda la vida.

Publicado en ‘Haaretz’ -8 de junio de 2007-:
Traducción: Lea Dassa, para Argentina.co.il