24 diciembre 2007

ANÁPOLIS: FAHRENHEIT 451

con este incendiario título publiqué las líneas de más abajo (el 27/11/2007), en vísperas de la reunión de Anápolis. "La teoría es gris pero el árbol de la vida es verde, eternamente verde...".

LAS PERSPECTIVAS DE LA REUNIÓN DE PALESTINOS E ISRAELÍES ES PRÁCTICAMENTE NULA. NO IMPORTA EL PEDAZO DE PAPEL SOBRE EL QUE FIRMEN LOS PRESENTES EN LA REUNIÓN: ISRAEL NO VA A RUBRICAR UN ACUERDO POR EL CUAL DEBERÁ DEVOLVER PARTE DE JERUSALEM, PERMITIR EL RETORNO DE LOS REFUGIADOS, DESARMAR LAS COLONIAS LEVANTADAS EN JUDEA Y SAMARIA Y LUEGO SE CRUZARÁ DE BRAZOS, SONRIENTE Y SATISFECHA CON SU CONDUCTA DE SAMARITANA DEL MEDIO ORIENTE. SI CEROLMERT FIRMARA UN ACUERDO DE ESTE TIPO, NO PODRÍA REGRESAR A ISRAEL.
Y SI ABU MAZEN FIRMASE UN PAPEL SIN INCLUIR LAS EXIGENCIAS DEL PUEBLO PALESTINO COMO BASE LIMINAR,SI RECONOCIESE AL ESTADO DE ISRAEL COMO "ESTADO JUDÍO", COSA QUE NO ES NI SERÁ JAMÁS", YA DESDE ANÁPOLIS DEBERÍA BUSCAR REFUGIO EN LA COCHINCHINA O EN EL CENTRO DE LA TIERRA.
HAY QUE CONVENCERSE: ANÁPOLIS EQUIVALE A FAHRENHEIT 451 (Andrés Aldao)

Ehud Olmert rechaza una oferta de tregua de Hamás





LAURA L. CARO CORRESPONSAL. JERUSALÉN.

El primer ministro hebreo, Ehud Olmert, volvió ayer a hablar de guerra para referirse al estado de las relaciones con Hamás y descartar cualquier tipo de acuerdo de alto el fuego con la organización que desde el pasado junio controla en solitario la franja de Gaza. Olmert respondía así a una vaga oferta de tregua lanzada el domingo por la mañana desde el partido islamista, y lo hacía el mismo día en que el Consejo de Ministros israelí aprobaba una inversión de 207 millones de dólares para poner en marcha un sistema denominado «Cúpula de hierro», que en dos años será capaz de detectar y derribar en vuelo los cohetes kassam disparados desde Gaza antes de que impacten en territorio judío.
«Las operaciones contra los grupos terroristas continuarán muchos meses como hasta ahora. No hay otra manera de explicar lo que está pasando: se libra una auténtica guerra entre el Ejército y esos grupos», advertía en alusión a Hamás, pero también a la Yihad Islámica, el jefe del Ejecutivo hebreo. Que también desmintió todos los rumores acerca de supuestas conversaciones secretas con Hamás para alcanzar una paz provisional al subrayar que Israel «no tiene interés en negociar con aquellos que se niegan a aceptar los principios básicos del Cuarteto», en referencia a las demandas de EE.UU, la UE, la ONU y Rusia de que los islamistas abandonen definitivamente la violencia y reconozcan el Estado judío.
«Nos aseguraremos de evitar una crisis humanitaria que pueda perjudicar a los civiles no envueltos en el terrorismo; esta política requiere paciencia, pero la guerra seguirá», insistía el primer ministro, empeñado en propagar la idea de un conflicto armado simétrico entre Israel, -que sólo en la última semana ha matado una veintena de palestinos con sus operaciones sistemáticas-, y las bandas que lanzan los kassam, que desde el comienzo de la Intifada en 2000 se han cobrado en total la vida de siete ciudadanos judíos.
De acuerdo con fuentes oficiales israelíes, la tímida propuesta de tregua articulada ayer por los islamistas era reveladora, una vez más, de la debilidad que ya acusa Hamás tras meses de feroz embargo en la Franja e intensivos ataques militares, por lo que la estrategia elegida por Israel será mantener la presión «en vista del hundimiento de ese régimen». Máxime cuando faltan menos de dos semanas para la visita oficial al país de George Bush -cuya Administración incluye a Hamás entre la lista de grupos terroristas-, y el proceso de paz impulsado en Anápolis, que ha excluido expresamente a los islamistas, se reanuda hoy con una segunda ronda de reuniones a solas con los palestinos moderados de Al Fatah.
Propuesta
En concreto, en declaraciones a la agencia palestina Maan, el depuesto primer ministro de Hamás, Ismail Haniye, y su asesor político de cabecera, Ahmed Yussef, formulaban ayer por separado una borrosa proposición de alto el fuego. En ella aseguraban que el partido «podría estar dispuesto» a detener el disparo de cohetes kassam si Israel cumplía por su parte un triple compromiso: levantar el asedio a la Franja, abrir los pasos fronterizos y poner fin a la crisis humanitaria. «No rechazamos ser condescendientes si eso sirve para conseguir la retirada del boicot sobre Gaza -indicaba Yussef-, pero, en cualquier caso, no puede ser una condescendencia a cambio de nada».
En tanto este mensaje era lanzado y desestimado casi en el acto por Ehud Olmert, Hamás procedía en la capital de Gaza a la detención bajo acusaciones de traición de tres palestinos sospechosos de colaborar con Israel. De acuerdo con el portavoz del brazo armado del partido islamista, las Brigadas de Azzedin al Kassam, a los detenidos se les incautaron fotografías de miembros de la Yihad Islámica asesinados por el Ejército hebreo la pasada semana, y se cree que últimamente se encontraban espiando a un miembro de Hamás involucrado en el secuestro del soldado judío Gilad Shalit, capturado por la organización en junio de 2006.
Por otro lado, en Israel volvieron ayer a surgir anuncios confusos sobre la ampliación de las colonias en territorio ocupado más cercanas a Jerusalén. El ministro de Estado Rafi Eitán aseguró que los Presupuestos de 2008 contienen partidas para construir 240 nuevos apartamentos en el gran asentamiento de Maalé Adumin y 500 en Har Homa, aparte de los 307 ya anunciados a principios de mes. Olmert ya tuvo que desmentir la pasada semana un avance de este tipo realizado por otro miembro de su gabinete, Zeev Boim.
Con vistas a la ronda de contactos prevista hoy en el marco del proceso de Anápolis, un portavoz del presidente palestino Mahmud Abbás sentenció que Israel «no puede simultanear paz y asentamientos». ■

Israel rechaza una tregua de Hamás y anuncia más asentamientos judíos

Olmert afirma que seguirán "las operaciones contra los terroristas"

LUIS JIMÉNEZ - Jerusalén - 24/12/2007

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha declarado que las Fuerzas Armadas de su país están en guerra con las milicias palestinas de la franja de Gaza, y rechazó ayer de plano una propuesta del líder islamista Ismail Haniya, de Hamás, para negociar una tregua. Ese no rotundo apunta a varios objetivos, no sólo a poner de rodillas a los integristas.
El depuesto primer ministro Haniya, que gobierna Gaza desde hace medio año, cuando los milicianos de Hamás le arrebataron el poder al presidente palestino, Mahmud Abbas, ofreció la tregua después de varios reveses sufridos por los milicianos, veinte de los cuales, entre estos el jefe de la Yihad Islámica, murieron la semana pasada en ataques de la aviación y del Ejército israelí.
"Las operaciones contra los grupos terroristas continuarán como en los últimos meses para reducir al mínimo sus ataques con cohetes Kassam contra Israel. Lo que está ocurriendo en Gaza es realmente una guerra entre el sahal (Fuerzas Armadas de Israel) y los terroristas", afirmó el primer ministro Olmert ayer durante la reunión semanal del Gabinete Nacional. Otro de sus objetivos es rescatar al soldado Guilad Shalit, apresado hace un año y medio por comandos de Hamás y cautivo en algún sótano de Gaza.
Abbas, líder de los nacionalistas y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y de Al Fatah, incapaz de recuperar el control de Gaza, puede ser uno de los beneficiarios de la campaña militar de Israel contra sus amargos rivales de Hamás y la Yihad Islámica, hermanados ideológicamente.
El interés de Abbas, visto por los islamistas como un "vendepatria al servicio de Israel y Estados Unidos", está directamente vinculado con su principal objetivo estratégico: recuperar la franja de Gaza con vistas a la creación del Estado palestino en ese territorio y en Cisjordania, donde tiene su sede.
Las negociaciones con Israel para establecer ese Estado quedaron ensombrecidas ayer por la difusión de planes para la ampliación de dos asentamientos judíos de Cisjordania ocupada, Maalé HaJamishá y Har Jomá, con 740 nuevos apartamentos, lo que va en contra del espíritu de la reciente Conferencia de Paz de Annapolis, en Maryland, Estados Unidos.
Los milicianos, en sus trece, dispararon hasta la fecha más de 800 de sus cohetes Kassam y proyectiles de morteros contra unas 40 localidades vecinas del sur de Israel. Se trata de armas primitivas e imprecisas, pero unos 190.000 israelíes se sienten con la espada de Damocles encima: no pueden disimular el temor de que alguno caiga en su casa, en una escuela o una fábrica, y exigen a Olmert que invada Gaza y "termine con los terroristas".
El Ejército israelí, impotente para impedir esos ataques, y tampoco dispuesto a encarar una invasión de gran escala a Gaza -que se cobraría un número imprevisible de víctimas- tiene orden de intensificar las operaciones en tanto sus habitantes están aislados y sometidos a sanciones económicas por Israel.
"Esta guerra", señaló Olmert a sus ministros, "seguirá para reducir al mínimo los ataques palestinos, cuidándonos de no causar una crisis humanitaria" entre el millón y medio de habitantes en los 330 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza.
Con todo, cuatro ministros llamaron al jefe del Gobierno a considerar una tregua con ciertas condiciones, que también aplacaría la incertidumbre de los civiles israelíes, a lo que el ministro de Defensa, Ehud Barak, replicó: "Si dejaran de atacar, nosotros podemos hacer otro tanto", sin negociar con "una organización terrorista".
No obstante el no de Olmert a Haniya -un tímido moderado entre radicales- hay aún una posibilidad de diálogo: que Hamas cambie de piel, renuncie a la lucha armada y reconozca al Estado hebreo. Hace menos de diez días, en el vigésimo aniversario de su fundación, 300.000 militantes y simpatizantes, junto con Haniya, proclamaron al flamear de las banderas verdes del Islam: "¡nunca reconoceremos al Estado de Israel!".