30 abril 2010

EN EL NOMBRE DEL SIONISMO

Uri Avnery
original.antiwar.com/avnery

Israel es un Estado sionista. Todo el mundo lo sabe.
No hay en Israel ningún político (judío) que no aproveche cualquier ocasión para repetirlo.
La semana pasada, celebrando el 62º Día de la Independencia, fuimos inundados con un diluvio de discursos patrióticos. Todos los Cicerones, sin excepción, proclamaron su total compromiso con el sionismo.
Por cierto, cuando se trata del carácter sionista de Israel existe una perfecta unanimidad entre los líderes de Israel y sus enemigos. El bocazas iraní expresa a cada oportunidad su convicción de que el "régimen sionista" desaparecerá. Los árabes que se niegan a pronunciar el nombre de Israel hablan de la "entidad sionista". Hamas y Hezbolá condenan al "enemigo sionista".
Sin embargo, ninguno de ellos —amigos o enemigos— explica lo que significa. ¿Qué es lo que hace de Israel un Estado “sionista”?
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A mí todo eso me suena a chino. Me explico. Todo el mundo sabe que China es un país “comunista”. Amigos y enemigos hablan de la "China comunista" como algo evidente por sí mismo.
Pero ¿qué significa eso? ¿Qué hace que China sea un país comunista?
De joven aprendí que el comunismo significa la nacionalización (o "socialización") de los medios de producción. ¿Describe eso la realidad en China? ¿O más bien todo lo contrario?
El objetivo del comunismo es crear una sociedad sin clases que conduzca finalmente a la completa "abolición" del Estado. ¿Es eso lo que está pasando en China? ¿O más bien sucede que está surgiendo una nueva clase de magnates capitalistas mientras que cientos de millones vegetan en la más absoluta miseria?
El Manifiesto Comunista proclamaba que el proletariado no tiene patria. Sin embargo, China es tan nacionalista como cualquier otro país del mundo.
Entonces, ¿qué queda del comunismo en China? Sólo el nombre, que sirve como tapadera a un grupo de gobernantes poderosos que utilizan el Partido Comunista como un instrumento para mantener un régimen despótico.
Y, por supuesto, las ceremonias, símbolos y banderas. Karl Marx lo habría llamado el "opio del pueblo".
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Dejemos ahora el Manifiesto de Marx y Engels y regresemos al "Estado judío" de Theodor Herzl, el "visionario” oficial del Estado judío.
La visión sionista de Herzl era muy sencilla: los judíos, todos los judíos, deben mudarse al Estado judío. Los que no lo hagan serán alemanes, británicos, estadounidenses, o miembros de cualquier otra nación, pero en ningún caso serán judíos.
En la escuela sionista de Palestina nos enseñaron que la esencia del sionismo es la negación de la diáspora (llamada "exilio" en hebreo). No sólo la negación física, sino también la negación mental. No sólo la exigencia de que todos y cada uno de los judíos del mundo se trasladen a la Tierra de Israel, sino también un repudio total de todas las formas de la vida judía en el exilio, su cultura y su lengua (yiddish / judío). Lo peor que podíamos decir de alguien era llamarlo "judío del exilio". Los propios escritos de Herzl destilan en algunos lugares un fuerte tufo antisemita.
Y he aquí que el Israel "sionista" abraza a la diáspora, ama a la diáspora, besa a la diáspora. El ejecutivo sionista está enviando emisarios a las comunidades judías de todo el mundo para reforzar su "cultura judía."
Los líderes del “Estado sionista" dependen en gran medida de la diáspora y la utilizan para sus propios fines. Los judíos del exilio que integran el AIPAC garantizan la sumisión del Congreso de los EEUU a la voluntad del gobierno israelí. La “Liga Antidifamatoria" (que, hablando con propiedad, debería llamarse "Liga Difamatoria") extiende el terror entre los medios estadounidenses para impedir que publiquen ninguna crítica de la política israelí. En el pasado, la United Jewish Appeal fue esencial para el bienestar económico de Israel.
Durante años la política exterior de Israel se ha basado en el poder de la comunidad de judíos del “exilio” radicados en EEUU. Todos los países, desde Egipto hasta Uzbekistán, sabían que si querían obtener ayuda del Congreso norteamericano debían comenzar por granjearse el apoyo de Israel. Para tener acceso al sultán estadounidense primero tenían que pasar por el portero israelí.
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¿Qué tiene que ver todo esto con el sionismo? ¿Qué ha quedado del sionismo, excepto el hecho histórico de que el movimiento sionista dio luz a Israel? Lugares comunes vacíos, y un instrumento para el logro de objetivos totalmente distintos.
En nuestro sistema político el sionismo sirve para alcanzar objetivos distintos y contradictorios.
Si uno habla en Israel de "sionismo", lo que quiere decir es "no árabe". Un Estado "sionista" significa un Estado del que los ciudadanos no judíos no pueden ser miembros de pleno derecho. El 80% de los ciudadanos de Israel (judíos) están diciendo al otro 20% (árabes): el Estado nos pertenece a nosotros, no a vosotros.
El Estado construye asentamientos en los territorios ocupados porque es sionista. Construye en Jerusalén Oriental porque es sionista. Discrimina a sus ciudadanos árabes en casi todos los ámbitos porque es sionista. Maltrata a los refugiados africanos que logran llegar a sus fronteras porque es sionista. No hay villanía que no sea susceptible de ser arropada por la bandera sionista. Si el Dr. Samuel Johnson viviera hoy en Israel diría que “El sionismo es el último refugio de los canallas".
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También la "izquierda sionista" agita la bandera del sionismo para demostrar cuán patriótica es. En el pasado la utilizó principalmente para mantener sus distancias con la izquierda radical, que luchaba contra la ocupación y por la solución de los dos Estados. Hoy, después de que la propia "izquierda sionista" haya adoptado ese programa, sigue agitando la bandera sionista para diferenciarse de los partidos "árabes" (incluido el Partido Comunista, el 90% de cuyos votantes son árabes).
En el nombre del sionismo la "izquierda sionista" sigue rechazando toda posibilidad de incluir a los partidos árabes en cualquier futuro gobierno de coalición. Es un acto de auto-mutilación, ya que impide de antemano cualquier posibilidad de que la "izquierda" regrese al poder. Es una cuestión de pura aritmética. En consecuencia, la "izquierda sionista" prácticamente ha desaparecido.
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La derecha israelí está utilizando la bandera sionista de forma mucho más peligrosa. En sus manos se ha convertido en una bandera de puro odio.
Desde hace años se está extendiendo la plaga de los trolls. Personas no identificadas están llenando el ciberespacio con sus diatribas. Aquí y allá, un ciudadano liberal postea algunas observaciones interesantes. Pero la inmensa mayoría de los trolls pertenecen a la ultraderecha y se expresan en un estilo inspirado en los períodos más oscuros del siglo pasado. La etiqueta de "traidor" aplicada a los izquierdistas es el apelativo más moderado de su diccionario, y la exigencia de ejecutar [a los izquierdistas] se ha vuelto algo completamente habitual.
(Cuando mi nombre sale a colación en uno de los sitios Web suscita habitualmente una retahíla de docenas, a veces más de un centenar de epítetos de trolls que rezuman puro odio. Todo ello en nombre del sionismo.)
El público se ha acostumbrado a este fenómeno y tiende a ignorarlo o a no prestarle atención. Piensan que los trolls pertenecen al inframundo político, como los colonos fanatizados y una serie de grupos derechistas marginales.
Ahora bien, ¿son todavía "marginales"? ¿O se están acercando al centro del escenario?
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Recientemente el público [israelí] se ha visto expuesto a una canción que ha encendido todas las alarmas.
Un popular cantante llamado Amir Banyon ha decidido decirles a los izquierdistas exactamente lo que piensa de ellos. He aquí algunas de sus perlas:
"Yo defiendo a los niños / Arriesgo mi vida por tu familia / Y tú me escupes en la cara. / Cuando los enemigos del exterior no pudieron matarme / Tú me estás matando desde dentro.
"Tomo al asalto las líneas enemigas / Dándote la espalda / Y tú afilas el cuchillo.
"Yo soy tu hermano, tú eres el enemigo... Cuando lloro, te ríes a mis espaldas... Me estás entregando al extranjero... ¡Me estás matando!"
Por cierto, aquellos que distribuyeron esta obra maestra se olvidaron de señalar que el autor, ése que "arriesga su vida" y "embiste siempre hacia adelante", nunca sirvió en una unidad de combate. En realidad lo licenciaron al tercer día (!) por problemas de drogadicción. Más tarde se convirtió en un judío piadoso y se unió a Jabad, la secta del ultranacionalista rabino Lubavitch (que nunca ha puesto un pie en Israel).
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Las palabras "entregándome al extranjero" son la acusación más grave que existe en la tradición judía. En hebreo se denominaba “moser" (el que entrega) al judío que traicionaba a otro judío ante las autoridades gentiles y que por ello merecía la muerte. Fue precisamente esa acusación la que selló el destino de Yitzhak Rabin.
Últimamente ésta se ha convertido en la principal acusación lanzada por los fascistas israelíes contra la izquierda. Hace poco lanzaron una campaña de incitación extrema contra el New Israel Fund, una institución con sede en EEUU que apoya a numerosas ONGs de izquierda que trabajan en Israel. Acusan al Fondo de financiar organizaciones que “ayudaron al juez Goldstone", el "judío antisemita” que está propalando despreciables inisidias contra el Estado sionista. (Primicia: la organización en la que milito, Gush Shalom, que también trabaja para desenmascarar los crímenes de guerra [israelíes], nunca ha recibido un centavo.)
Anat Kam, una soldado [israelí] que "robó" documentos secretos del Comando del Ejército y que ayudó al diario Ha'aretz a sacar a la luz un crimen de guerra, también fue acusada de "trabajar para el enemigo". Ha sido acusada de "espionaje agravado", un delito castigado con cadena perpetua.
"Traidores", "agentes del enemigo", "destructores de la patria", "puñalada en la espalda"… estos epítetos se están convirtiendo en parte del discurso dominante en Israel. No hay que subestimarlos.
No hace mucho tiempo un lenguaje como ése provocó en Europa una tragedia de dimensiones históricas.

Fuente: http://original.antiwar.com/avnery/2010/04/25/in-the-name-of-zionism/