01 septiembre 2009

EN LA EXACTA MITAD DE TU OMBLIGO, ANTOLOGÍA DE JORGE MONEY

EN LA EXACTA MITAD DE TU OMBLIGO, ANTOLOGÍA DE JORGE MONEY
Al rescate de un poeta silenciado
Por Silvina Friera (*)

La Triple A lo secuestró, torturó y asesinó el 19 de mayo de 1975, un crimen que provocó que los diarios de Capital decidieran suspender su edición. Ahora, la colección Los detectives salvajes recupera sus poemas, hijos bastardos de mi piel .
Aun a riesgo de que lo llamaran heresiarca, como admitió en uno de sus poemas, Jorge Money quiso que escribieran sobre su tumba: “Yo soy ese hombre, que estuvo en la tierra”. Tener entre las manos y acunar con la mirada cada uno de los versos de la antología En la exacta mitad de tu ombligo, publicada en la colección “Los detectives salvajes”, que se presenta hoy a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), implica quebrar ese macabro silencio que impuso el terrorismo de Estado y reconstituir la vida de un cuerpo torturado, sin uñas y con las manos quemadas, acribillado a balazos en los bosques de Ezeiza, el 19 de mayo de 1975, por la Triple A.
Estos versos, “hijos bastardos de mi piel”, diría el poeta y periodista, perforan el temblor filológico instaurado en este país hace más de treinta años. Su voz regresa, pide la palabra. Y nos habla. En estos poemas del “loco diseñador de fantásticas formas”, extraviados en pequeñas ediciones, algunos inéditos, recuperados de esa carpeta de papeles amarillentos, percudidos por las agujas del tiempo, que el poeta Alberto Szpunberg se llevó al exilio, “la lengua asoma su forma de reptil inquieto”.
La noticia del descubrimiento del cuerpo del poeta y periodista, acribillado y torturado a los 29 años, como recuerda su amigo Eduardo Panceira en el epílogo de En la exacta mitad de tu ombligo, fue un golpe durísimo para el castigado cuerpo social argentino. “Apareció muerto, cerca de Ezeiza, un periodista de La Opinión. Se llamaba Jorge Money”, recuerda Eduardo Galeano en sus Días y noches de amor y de guerra. “¿Cuándo nos tocará a nosotros?”, se preguntaban en la redacción de Crisis. Los periodistas de todos los diarios de Buenos Aires decretaron un paro total de actividades por 24 horas en señal de duelo y de repudio por el asesinato.
Al día siguiente, el martes 20 de mayo de 1975, no se imprimieron los diarios nacionales editados en la Capital Federal. “Fue un joven, como miles en esos años calientes, que se iluminó por el fuego de una década en ebullición y abrazó la causa del socialismo nacional y popular, que creyó que se anidaba en el peronismo”, precisa Panceira. “Pero en el peronismo de masas, las mismas que resistieron heroicamente desde 1955 a las dictaduras militares y que junto al cristianismo revolucionario y al marxismo parieron esa ‘juventud maravillosa’ que nunca dejó de serlo, aunque un líder anciano y caduco la condenara.
No extrañó a nadie que dentro del peronismo, ante el crimen, sólo Montoneros lo reivindicara como ‘compañero’.”
Hijo de su tiempo, Money cumplió los mandamientos sartreanos de libertad y compromiso. El mayor de tres hermanos de una familia de clase media antiperonista nació en el barrio de Congreso, el 5 de abril de 1946.
Estudió en colegios privados (en el Don Bosco hizo la primaria, del Santa Catalina egresó como maestro, profesión que ejerció unos pocos años) y cursó Derecho en la Universidad del Salvador y Sociología en la UBA.
A los 29 años contaba con cuatro libros publicados: dos de poesía, Nuevas elegías a mí mismo (Montanari, 1967) y María Cuatropasos (editado en 1969 por Sudestada, la editorial de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde), y dos investigaciones periodísticas, publicadas en 1973 por el Centro Editor de América Latina: Banqueros, financistas y capitanes de la industria y El Maccarthysmo. Por las hazañas que protagonizó, Money estuvo rodeado de un aura mítica en el seno de la intelectualidad nacional y popular de fines de los ’60. Cómo no sentir admiración por ese joven corajudo que se plantó frente al almirante Rojas, uno de los jefes de la “Revolución Fusiladora” (certera definición de Panceira) y le gritó “¡Asesino de Valle!”, sin importarle que el ejército de custodios del criminal en cuestión se le arrojara encima y le propinara una paliza de la que fue rescatado por los mozos del restaurante donde se hallaban.
El otro episodio que le dio espesor a su fama de héroe fue el Operativo Cóndor del 28 de septiembre de 1966, cuando un grupo comando del Movimiento Nueva Argentina, encabezado por Dardo Cabo, tomó simbólicamente las Islas Malvinas en reafirmación de la Soberanía Nacional y en oposición a la política de Onganía. Aunque no formó parte del contingente de esos 18 militantes que secuestraron el avión, esa noche Money dejó frente al edificio de la Embajada del Reino Unido en Buenos Aires una buena marca de metralleta, atentado que tuvo amplia repercusión periodística.
Money puso el cuerpo y el alma en las calles, en las redacciones de los diarios El Día (La Plata), Mayoría y La Opinión, en sus poemas. Panceira traza un perfil del poeta que contrasta con el hombre de acción que se agigantaba a medida que circulaba de boca en boca el relato de sus proezas. Money, más bien bajo y delgado, elegante en los modales y en el vestir (siempre llevaba la estrella federal roja en la solapa), de pelo largo bien peinado y bigotes, era callado. Cuando hablaba lo hacía en voz baja, pero de manera firme. Sonreía con facilidad, cultivaba la ironía y tenía un gran sentido del humor.
En el primer encuentro que tuvo con Panceira en 1967, puntapié de una profunda amistad, el poeta teorizó sobre Lautréamont, descalificó al manifiesto surrealista, pero recitó de memoria “Antes del cine”, de Apollinaire, y “Lluvias”, de su amado Saint-John Perse. En ese momento bisagra en el que confluyeron jóvenes del nacionalismo católico y del marxismo en las Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional (JAEN), con la conducción de un Rodolfo Galimberti que daba sus primeros pasos, Money se acercaba al peronismo revolucionario y comenzaba a tutearse con Neruda, Eluard, Prévert, Pound, César Vallejo, Maiakovski y Esenin.
Lector voraz de poesía y ensayos políticos, le interesaba la tríada de la narrativa italiana integrada por Pavese, Vittorini y Pratolini, y los poetas argentinos Leónidas Lambor-ghini, Joaquín Giannuzzi y Luis Alberto Murray, entre otros.
“Y he elegido este oficio para hablarte./ Y mi palabra te llegará/ como simiente al surco abierto,/ como grano al molino,/ como plato a la mesa recién tendida./ La poesía es oficio de todos”, escribió en un poema, uno de los tantos que probablemente garabateó en los bares que frecuentaba, con su letra pequeña y redondeada, en servilletas, hojas de carpetas o papelitos que guardaba en sus bolsillos. Imposible que alguien pudiera amordazar la boca de este “hereje”.
Ni la saña de esos infames sujetos que lo torturaron y lo mataron ha conseguido amortiguar esa “furia milenaria” de su voz. “Benditos sean los que callan,/ porque de ellos serán las necrológicas de La Nación y el respeto de las/ generaciones venideras”, ironizó el poeta en un poema que tiene la forma de un decreto-plegaria, rescatado y recuperado por el trabajo de hormiga que están realizando los poetas Julián Axat y Juan Aiub Ronco, directores de la colección “Los detectives salvajes” de Libros de la Talita Dorada. Son buscadores infatigables de poesía inédita, perdida, escondida, mutilada por el terror, anestesiada por la desidia y el olvido. En las íntimas vísceras de los versos de Money, en la simple insurrección del verbo, se escuchan las pisadas de un pensamiento que se sigue moviendo con el ímpetu de un animal inquieto.

(*) Periodista.

LOS QUE SE ADELANTARON AL TERROR DEL ‘76

TODO; han pasado casi tres años desde que surgió (resucitó) el celosamente guardado asunto de los criminales de la triple A, la mafia criminal organizada por el cabo López, que se cobró 2000asesinados y desaparecidos en la Argentina. Han habido homenajes a las madres, a hijos, a defensores. El tema de las víctimas de la Triple A no ha recibido un homenaje organizado, multitudinario, que paralizara al país por 24 horas, que sacudiera la conciencia de la gente, un acto de homenaje a tantos compañeros que señalaron el camino de la resistencia, la prevención y pagaron con su vida o con la libertad. Es interesante que en cuestión de muertos por la causa "hay hijos y hay entenados". Pregunta a la que no he recibido respuesta hasta el día de hoy. Andrés Aldao


ESTUDIAN DECLARAR DELITOS DE LESA HUMANIDAD LOS CRIMENES DE LA TRIPLE A

El país|Domingo, 24 de diciembre de 2006


Por primera vez la Justicia argentina analiza calificar los asesinatos cometidos por la Triple A durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón como crímenes de lesa humanidad. Esta novedad es consecuencia de la aparición en España de Rodolfo Eduardo Almirón, un ex jefe de aquella organización terrorista de ultraderecha, que fue encontrado por periodistas de ese país. El hallazgo obligó al juez federal Norberto Oyarbide a desempolvar una vieja causa y a descubrir, entre los papeles amarillentos, que desde 1984 existía un pedido de captura contra el ex subcomisario por los homicidios del diputado Rodolfo Ortega Peña, del ex subjefe de la policía bonaerense Julio Troxler y del profesor Silvio Frondizi, hermano del ex presidente, entre varios otros.
Una investigación periodística del diario español El Mundo reveló la semana pasada que Almirón, de 70 años, vive en la localidad de Torrente, a diez kilómetros de Valencia. Hasta entonces caminaba muy tranquilo por el barrio de Xenillet. Había llegado a España en julio de 1975 junto con el propio fundador y líder de la Triple A, José López Rega, cuando éste, radiado del poder, tuvo que irse de la Argentina. Almirón y su ex suegro, Juan Ramón Morales, quien también viajó, eran jefes de seguridad de “el Brujo”. En Europa se vincularon con otros grupos fascistas.
Con el reciente descubrimiento de Almirón, el Movimiento Argentinos en el Exterior se presentó ante el juez español Baltasar Garzón y le pidió que lo investigue como “responsable operativo” de la Triple A, una organización que anticipó el Terrorismo de Estado desplegado a partir del golpe de 1976 y que “trasladó su conducción a Madrid” desde donde “continuó su accionar”. Pero el organismo también recordó que en la Argentina existía al menos una causa sobre los asesinatos, secuestros y atentados del grupo terrorista que montó, financió y dotó de armas López Rega desde el Ministerio de Bienestar Social.
Fue así como, el lunes pasado, el juez Oyarbide puso a un secretario a revisar las estanterías y encontró, en medio de los 39 cuerpos de una vieja causa sobre los crímenes de la Triple A, un papel con un pedido de captura contra Almirón fechado en 1984 donde se lo acusaba de “asociación ilícita en concurso real con homicidio doblemente agravado en hechos reiterados”. Se le imputaban por lo menos cuatro asesinatos: los de Ortega Peña, Troxler, Frondizi y su yerno Luis Mendiburu, acribillado cuando trataba de salvarlo.
Oyarbide se tomó una semana de licencia. Lo primero que hizo su reemplazante, Julián Ercolini, fue enviar a Interpol España una notificación para recordarle la existencia de la orden de captura y solicitarle que confirme si el hombre identificado en las cercanías de Valencia es efectivamente el represor Almirón. Al día siguiente, la agencia internacional mandó una nota pidiendo al juzgado una serie de precisiones como paso previo a una posible extradición, entre ellas, de qué delitos se acusa al ex policía y si la causa sigue abierta.
Según informaron a Página/12 allegados al expediente, Oyarbide contestará a mitad de esta semana el requerimiento de Interpol y, de ese modo, ratificaría el pedido de detención con miras a la extradición. Pero no será un trámite más: tendrá que resolver si los crímenes de los que se acusa a Almirón como miembro de la Triple A son delitos de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles. “Si no se hace esa aclaración se podría llegar a interpretar que la causa prescribió”, advirtió un funcionario de la causa. El juez, señalaron, está estudiando el asunto.
Hace poco más de un año, el fiscal Eduardo Taiano pidió el desarchivo de esta causa que, en rigor, nació en 1975 con una denuncia del abogado Miguel Radrizzani Goñi. En su dictamen, Taiano reclamaba que se reabriera la investigación sobre por lo menos ocho de los secuestros y asesinatos de la Triple A teniendo en cuenta, planteó, que son crímenes de lesa humanidad. Argumentó que fueron cometidos desde el aparato del Estado por “un grupo” que “afectó gravemente a un gran número de personas, contrariando la concepción humana más elemental, hechos que de acuerdo al derecho internacional constituyen delitos de lesa humanidad”.
La fiscalía recordó –al citar el trabajo de Ignacio González Jansen– que “entre julio y septiembre de 1974 se produjeron 220 atentados de la Triple A, casi tres por día, 60 asesinatos, uno cada 19 horas, y 44 víctimas resultaron con heridas graves. También 20 secuestros”. Como cifra global al accionar de la organización terrorista se le atribuyen más de 1500 crímenes. Para Taiano, a la luz del derecho internacional que Argentina suscribe, retomar aquella investigación “es una obligación”.
El juez Oyarbide reabrió la causa, pero nunca se pronunció sobre el planteo de Taiano. Pasado mañana un grupo de organismos de derechos humanos (entre ellos la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asociación Gremial Docente y el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos) se presentará en el juzgado para pedir la extradición de Almirón y ser aceptados como querellantes, además de adherir al planteo del fiscal. El representante del Movimiento Argentinos en el Exterior, Luis Pérez Leira, pidió a la Justicia española que detenga a Almirón cuanto antes. A su entender, lo importante es que se lo juzgue “en alguna parte, pero que se lo juzgue”.
Antecedentes promisorios
El Estado argentino reconoció su responsabilidad en los homicidios de la Triple A –lo que los equipara con delitos imprescriptibles– al resolver que se debía indemnizar a los familiares de víctimas del terrorismo anterior a 1976. Entre ellos, por ejemplo, figuran los hijos de Ortega Peña y la familia del sacerdote Carlos Mujica. El ex rector de la UBA Raúl Laguzzi y su esposa, que perdieron a su bebé de cuatro meses al explotar una bomba en un atentado en su propia casa, donaron la indemnización a entidades que ayudan a chicos carecientes.
Como antecedente judicial, la Corte Suprema encuadró el asesinato del general chileno Carlos Prats y su esposa, ocurrido en septiembre de 1974 en Palermo, como un crimen de lesa humanidad. Por ese homicidio, ejecutado en el marco del Plan Cóndor, el ex agente de la policía secreta de Chile fue condenado a reclusión perpetua por el Tribunal Oral 6. Al confirmar la sentencia, la Corte preparó el terreno para declarar, tiempo después, la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
En la antigua causa sobre la Triple A se llegó a procesar a López Rega en octubre de 1983, aunque recién se logró su detención y extradición desde Estados Unidos en julio de 1986. El entonces fiscal Aníbal Ibarra pidió para él la pena de prisión perpetua en la etapa final del juicio, pero Martín Irurzun, el juez que estaba a cargo de la pesquisa, no alcanzó a dictar sentencia: “el Brujo” murió antes, en junio de 1989.
Ibarra responsabilizó a López Rega por seis asesinatos, todos en 1974, que la Triple A reivindicó:
- Uno fue el de Ortega Peña, que recibió quince disparos cuando bajaba de un taxi en Carlos Pellegrini y Arenales. Estaba con su esposa, Helena Villagra. A ella un proyectil le atravesó la mejilla derecha y salió por la izquierda, pero sobrevivió. Ortega Peña era diputado, integraba el Frente Justicialista de Liberación y denunciaba abiertamente a López Rega.
- También se culpó al “Brujo” por el crimen del abogado de presos políticos Alfredo Curutchet, que recibió cincuenta disparos.
- Julio Troxler había sido militante peronista y subjefe de la Policía Bonaerense. Participó en el levantamiento contra la Revolución Libertadora y se había salvado de milagro en los fusilamientos de José León Suárez. Lo mató la Triple A con varios disparos en la cabeza.
- A estos casos la acusación agregó los asesinatos del académico Silvio Frondizi (hermano del ex presidente Arturo Frondizi) y el periodista Pedro Barraza y su amigo Carlos Laham.
En el expediente hay una larga lista de asesinatos que incluyen al padre Mujica, al ex vicegobernador de Córdoba Atilio López y el ex secretario de Economía de esa provincia Juan Varas.
En una derivación de esta causa se llegó a condenar por secuestros, robos y toda clase de ataques a la banda del fallecido agente Aníbal Gordon. Pero varios de los laderos clave de López Rega siguen impunes, entre ellos Miguel Angel Rovira, quien en 2001 fue descubierto cumpliendo la función de jefe de seguridad de Metrovías. Perdió el puesto después de ser escrachado por HIJOS, pero sigue en libertad.


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