05 julio 2007

La soberbia del niño mimado: Amos Oz

El escritor israelí Amos Oz ha sido distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007.El semanario israelí en castellano AURORA lo reporteó con ocasión de haber recibido el premio. Dentro de una semana se va a cumplir el 1er. aniversario de la aventura sangriente en la que nos insertaron los generales de la derrota y un político inepto a quien la larga agonía de Arik Sharón
llevó a la cúpula del gobierno. En los primeros días del conflicto Amos Oz, David Grossman y Alef Bet Ioshuha declararon que "...esta guerra estaba justificada...".
Amos Oz está considerado un "pacifista", un hombre de "principios", pero ya son habituales sus desfasajes en la política. En 1991 consideró al terrorista Itzaak Shamir como a un hombre que podría actuar en la Conferencia de Madrid como un pacifista. Le mandó una carta pública (una sarta de esguinces voluntaristas sin horizonte ni posibilidades reales). Durante todos los últimos años, como sionista a ultranza, ha patrocinado las más extravagantes soluciones al conflicto israelí palestino, considerando siempre a los palestinos los criminales y asesinos, y apuntando con su índice a los responsables de la ocupación, los asesinatos selectivos en los que mueren uno o dos milicianos y una docena de civiles inocentes (por lo general niños, mujeres embarazadas, bebés, etc.), con una banalidad que enerva y produce indignación. Amos Oz es un escritor, no un político, pero aprovecha los reportajes para resaltar su ignorancia política y el amaneramiento de niño mimado inundado de soberbia. Deseo reproducir una parte de ese reportaje, en el que Oz se consagra a deleitarnos con una sarta de crueles disparates acerca de los jóvenes israelíes sacrificados en el moloch de la guerra y la muerte...


Andrés Aldao


Aurora: Pero tiene que haber un poco de piedad, de misericordia para con esos chicos a quienes educamos de acuerdo a reglas humanistas y a los dieciocho años los llevamos a enfrentarse a situaciones imposibles, contrarias a todo lo inculcado, y no en forma episódica sino durante tres años en forma casi cotidiana. ¿Esa situación puede durar?

Amos Oz: Yo no acepto eso, que se ha hecho muy popular, de llamar a los soldados chicos. No son chicos, son adultos. Tienen que adoptar decisiones morales incluso en una situación inmoral, y eso es difícil para una persona de dieciocho años como lo es para el que tiene cincuenta. No me resulta a mí más fácil que a él.
Pero la realidad de la vida de los seres humanos, frente a una enfermedad, a la muerte, a la desgracia, a la pobreza, a la injusticia social, es una realidad que pone a prueba en forma constante la lucha entre nuestro egoísmo, nuestra impermeabilidad, nuestro deseo de no saber y no oír, y nuestra sensibilidad moral.
No vaya usted a pensar que si hubiera paz esa guerra interna concluiría, porque esa es la condición humana. En la guerra, en la ocupación, en el puesto de control, esto es muy drástico. Cuando un muchacho enfrenta el dilema de dejar pasar a esas dos mujeres, con el riesgo de que alguna de ellas esté escondiendo una carga explosiva entre sus cosas, o no dejarlas, con el riesgo de que una de ellas no pueda retener y se orine por su culpa, está frente a un dilema difícil.
Por supuesto que si anulamos la ocupación la situación será más fácil, pero aún habrán dilemas morales. Sin la ocupación, la gente pasará al lado de pobres, y de desocupados, y de desgraciados, y de enfermos, y de ancianos desvalidos y se preguntarán o no se preguntarán qué tiene que ver conmigo. Los puestos de control permanecerán aunque sean removidos, y sus dilemas, quizás menos drásticos, persistirán. No hay que pensar que todo el problema moral es sólo la ocupación. El problema moral es la condición humana.
Muchos de los lectores de este reportaje provienen de América Latina, o viven allí y deben saber perfectamente de qué hablo. Yo estuve apenas unos días en Sao Paulo y en Buenos Aires y vi con mis propios ojos ese abismo insuperable entre la riqueza y la pobreza. No son puestos de control, pero ¿acaso no hay allí humillación y desprecio por el ser humano? ¿No hay indiferencia e insensibilidad? Claro que hay, a pesar de que no hay guerra ni ocupación.
No debemos pensar, como está un poco de moda hacerlo, que si no habrá ocupación no habrá problemas. Aunque es verdad, es mejor que no haya ocupación, es un problema menos.

¿Para qué publico habla Amos Oz? El estimado lector debe sacar sus propias conclusiones...