17 junio 2007

La otra cara de la moneda




Autor: Andrés Aldao

En las últimas semanas (publicado en 2004) he tenido oportunidad de leer dos trabajos sobre la situación en el Medio Oriente, en particular sobre el problema israelí-palestino, enfocados desde distintas ópticas, con ciertos ribetes antagónicos y próximos, más bien, a una contradicción dialéctica hegeliana. Me refiero al artículo “Los judíos y las moscas”, firmado por la periodista catalana Pilar Rahola publicado en la revista NOAJ y difundido con histérica fruición por los canales del correo electrónico, y a un artículo del miembro de la Kneset Abraham Burg, cuya resonancia en los mismos círculos intelectuales y académicos, embelesados por “Los judíos y las moscas” no tuvo ningún eco, al menos público. Hecho, por demás, digno de explorar y comentar.
La señora Pilar Rahola ha tenido una meteórica carrera en los medios académicos e intelectuales de Israel, en los que ha sido presentada como experta analista del fenómeno antisemita que se hipertrofia como una especie de peste virósica -según lo manifiesta- y se expande hacia los cuatro puntos cardinales del planeta, con especial virulencia en Europa. He leído dos de sus trabajos: “Las moscas y los judíos” y “Palestina y sus falsas verdades”. La citada experta escribe en un estilo implosivo, que abruma al lector con una retórica formal imparable. “Me parece pertinente formular algunas cuestiones que nunca existen en el debate, especialmente si se formulan desde posiciones críticamente pro palestinas”. Lo que no aclara es que ella lo hace desde posiciones “críticamente proisraelíes”. Pilar Rahola denuncia a los sectores fundamentalistas islámicos, fenómeno nada nuevo ni original. Con ello no descubre la pólvora. Lo que llama la atención, en sus sistemáticas diatribas, es que nos abruma y blande su índice acusador, que menea con fervor, contra los gobiernos y diarios europeos, los periodistas, camarógrafos, analistas, comentaristas, y los “izquierdistas”, todos unidos en una especie de Santa Alianza renacida de sus cenizas históricas, y proyectada en una ofensiva contra el Estado de Israel a partir del crecimiento desmesurado del antisemitismo que “tiene que ver con la distorsión de la información, y también con un maniqueísmo que nos está llevando, entre otros desastres, a la corriente de antisemitismo más importante en Europa desde la negritud del nazismo. Para dar un dato nada alentador, en estos casi tres años de Intifada ha habido más agresiones contra sinagogas en Europa que en toda la Noche de los Cristales Rotos”. Y lo escribe con toda la seriedad y el desparpajo de una periodista que dice basarse en datos de la realidad aportando suposiciones, diatribas, sarcasmo. ¿De qué izquierda habla? La señora Rahola, sin parar mientes, agita su índice y señala a todo el mundo como único culpable del antisemitismo. Parece decirnos que “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del antisemitismo”. Todos caen bajo la piqueta de la señora Rahola… excepto los gobiernos de los Estados Unidos e Israel, y las Islas Marshall y Micronesia (pese a mis denodados esfuerzos, búsquedas en los atlas, enciclopedias y ámbitos académicos, no he podido hallar la ubicación geográfica de esas islas y Micronesia). La “víctima” principal de sus embates es la “izquierda”, una izquierda que no menciona con nombres y apellidos, o el nombre de las organizaciones y partidos que alientan el terrorismo, “traicionan” la democracia e inda mais: “Acuso a la izquierda de no considerar a las víctimas del terrorismo... -escribe con virtud melodramática apta para telenovelas- ...acuso a la izquierda de banalizar la Shoá... acuso a la izquierda de matar a la información a golpes de propaganda... acuso a la izquierda de minimizar, justificar e incluso elogiar un nuevo totalitarismo que amenaza seriamente a la libertad: el nihilismo terrorista islámico... acuso a la izquierda de traicionar a la democracia perdonando al nihilismo terrorista...”. ¿De qué izquierda escribe y discursea Pilar Rahola? ¿A quiénes se refiere cuando menciona el vocablo “izquierda”? ¿A Saramago o Teodorakis. O a otros especímenes como estos? Estos señores son herrumbrados y veteranos estalinistas, gerontocracia residual de “los partidos que nunca se equivocaban”, adoradores del culto a la personalidad, de lengua larga y corta memoria. No representan a nadie, excepto a sí mismos o a otra decena o centena de viejos y decrépitos ‘aparatchnikim’ de la vieja guardia de los PPCC enterrados por la historia. ¿Esta es, pues, la gente que ella denomina “izquierda”? ¿Y tiene la insolencia de equipararlos con los jóvenes que manifiestan contra la globalización americana del planeta? Pilar Rahola acusa “...a la izquierda de llorar, sólo, con el ojo izquierdo... Un ojo izquierdo que, hoy por hoy, es deliberadamente antisemita”. Y yo acuso a esta señora periodista de llorar, sólo, con el ojo derecho. Un ojo derecho que, hoy por hoy, es deliberadamente guerrerista, enemigo de la paz, provocador deliberado de enfrentamientos entre palestinos e israelíes, víctimas inocentes de dos líderes demagógicos que tienen las manos llenas de sangre inocente: Yasser Arafat y Ariel Sharón. Como bulas papales A lo largo de toda su perorata Pilar Rahola, vocifera, denuncia, se arremanga, arremete y al terminar su libelo, los lectores no saben a quién o a quiénes se está refiriendo. Pero hay alguna confusión deliberada en sus dichos. Con una sutileza algo grosera y silogística, pretende imbricar antisemitismo con antiisraelismo: el antisemitismo existió antes de la creación del Estado de Israel, y siguió y continúa existiendo a su margen. En su esencia, la mayor parte de los palestinos son anti israelíes, antisionistas en todo caso, pero no antisemitas en el sentido histórico de la palabra. El antisemitismo de muchos es asimismo anti israelismo, pero también el anti israelismo de mucha otra gente no tiene ninguna relación con el antisemitismo. Más para el gobierno israelí y los fundamentalistas fanáticos de Israel y las colonias,es muy cómodo -y útil- que se ensamble antisemitismo con las denuncias sobre la conducta del conquistador en las zonas ocupadas por Tzahal (Ejército de Defensa de Israel). Pilar Rahola tiene derecho a expresar, en todos los foros a los que accede, su opinión sobre el conflicto y el rebrote del antisemitismo tiene derecho a denunciar al terrorismo, a expresar sus puntos de vista personales sobre un conflicto cruzado por la sangre, las muertes, el duelo y las lágrimas de las víctimas inocentes de ambos bandos. Es un derecho democrático y legítimo. Pero ese derecho no justifica desparramar acusaciones infundadas. Pilar Rahola pontifica: sus afirmaciones son como bulas papales dadas de una vez y para siempre. Ella no cree que deba probar nada de lo que afirma. Sus palabras deben ser para los oyentes como las palabras de Dios para los creyentes: y quien no las acepta ni consiente... es un antisemita acabado y resuelto.
Burg Como compensación a tanto fárrago de palabras, leí el texto completo del artículo de Abraham Burg publicado en The Forward. Burg es una personalidad que no necesita presentaciones, ni ningún otro tipo de curriculum. Su comportamiento es la mejor tarjeta de presentación. Conoce los problemas de Israel desde dentro, el pasado, el presente y, en el artículo publicado en The Forward aventura, asimismo, su futuro. Las reflexiones de Abraham Burg constituyen un magnífico desafío contra los fundamentalistas del Gobierno israelí y sus adláteres y epígonos. Convendría que la periodista Pilar Rahola, que farfulla con tanta liviandad decálogos y sermones sobre el conflicto israelí palestino, leyera con somera atención el texto de Burg que, para un hombre de su condición, es un riesgo vivencial de primera magnitud. Para dar un paso de esta índole, se necesita un coraje a toda prueba, conocimientos profundos del país, su tradición y la gente. Cosa que, según afirmo desde mi vapuleado ojo izquierdo, creo que a la susodicha periodista le costará adquirir. Para alcanzar categoría de analista objetiva y mesurada, con conocimiento de causa, sopesando objetivamente palabras y hechos de ambos bandos, va a constituir para Pilar Rahola un desafío a su ego, a su -tal vez inconsciente- deseo de congraciarse con un público ávido de semitismo a ultranza. Sus comentarios petardistas y arrojados al azar con meliflua liviandad, son como fuegos artificiales que después de estallar se dispersan en el vacío sin dejar más que estelas de humo... Para terminar esta nota, me permito rematarla con algunas frases del texto de Abraham Burg, cuya pluma tiene la valentía de remontar el silencio cobarde de muchos israelíes que temen a sus propias sombras, y avalan la ocupación colonialista de Judea y Samaria y la franja de Gaza. Y aunque pudiere disentirse con tal o cual párrafo, vale la pena su lectura:
“La revolución sionista ha descansado siempre en dos pilares: un camino justo y un liderazgo ético. Ninguno de éstos es ya operativo. La nación israelí hoy se apoya sobre un andamiaje de corrupción y en cimientos de opresión e injusticia. Como tal, el final de la empresa sionista ya está en el umbral de nuestra puerta. Hay una chance real que la nuestra sea la última generación sionista. No obstante, podrá haber un estado judío en el Medio Oriente, pero será de una clase diferente, extraño y desagradable…Hay tiempo para cambiar el curso, pero no mucho. Lo que se necesita es una nueva visión de una sociedad justa y la determinación política para llevarla a cabo. Esto no es meramente un asunto interno israelí. Los judíos de la Diáspora, para quienes Israel es un pilar central de su identidad, deben prestar atención y decir lo que piensan. Si el pilar se derrumba, los pisos superiores se caerán chocando ruidosamente…La oposición israelí no existe, y el Gobierno de coalición, con el primer ministro Ariel Sharón encabezándolo, demanda el derecho a permanecer en silencio. En una nación de parlanchines, de repente todos nos hemos quedado mudos, porque no hay nada más que decir. Vivimos en una realidad estruendosamente fracasada. ¿Ustedes quieren la Tierra del Gran Israel? Ningún problema. Abandonen la democracia. Instituyamos un sistema eficaz de separación racial aquí, con campos de prisioneros y villas de detención. El gueto de Kalkilya y el gulag de Jenín… ¿Ustedes quieren una mayoría judía? Ningún problema. Pongan a los árabes en automóviles, ferrocarriles, autobuses, camellos y asnos y expúlsenlos en masa ó separémonos absolutamente de ellos, sin trucos ni artilugios. No hay ningún camino intermedio. Nosotros debemos remover todos los asentamientos -todos ellos- y delinear una frontera internacionalmente reconocida entre el hogar nacional judío y el hogar nacional palestino. La ley judía del retorno sólo se aplicará dentro de nuestro hogar nacional, y su derecho al retorno sólo se aplicará dentro de las fronteras del Estado palestino. ¿Ustedes quieren la democracia? Ningún problema. Abandonen la Tierra del Gran Israel hasta el último asentamiento y puesto de avanzada o den ciudadanía plena y derechos de voto a todos, incluso a los árabes. El resultado, claro, será que aquellos que no quisieron un Estado palestino al lado nuestro tendrán uno entre nosotros, vía las urnas. Esto es lo que el Primer Ministro debería decir a la gente. El debería presentar las opciones francamente: racismo judío o democracia. Asentamientos o esperanza para ambos pueblos. Falsas visiones de alambres de púas, barricadas y suicidas con bombas o una frontera internacional reconocida entre dos estados y una capital compartida en Jerusalem. Pero no hay ningún primer ministro en Jerusalem. La fiebre enfermiza que está carcomiendo al cuerpo del sionismo ya ha atacado la cabeza. David Ben-Gurión a veces erraba, pero él continuaba siendo recto como una flecha. Cuando Menachem Begin se equivocaba, nadie impugnaba sus motivos. Ya no. Encuestas publicadas hace dos semanas mostraron que una mayoría de israelíes no cree en la integridad personal del Primer Ministro aunque todavía confían en su liderazgo político. En otras palabras, personalmente encarna ambas mitades de la maldición: sospechosa moral personal y desdeño abierto ante la ley, combinado con la brutalidad de la ocupación y el pisoteo de cualquier oportunidad para la paz. Esta es nuestra Nación, estos son sus líderes. La conclusión ineludible es que la revolución sionista está muerta”. La representante del ojo derecho de la Santa Alianza entre Estados Unidos, Israel, Micronesia y las Islas Marshall, aquí tiene a su disposición el texto claro, tajante, objetivo y doloroso de un “sabra” que posee algunos títulos y conocimientos algo más sólidos y fundados que la periodista de barricada, monomaniquea y provocativa, que le ha brindado a una parte del público israelí su “ópera de dos centavos”. Dos caras de una sola moneda: le recomiendo a Pilar Rahola la lectura urgente del artículo de Abraham Burg, la cara objetiva de la moneda, puesto que sus definiciones las perciben, día a día, todos los ciudadanos israelíes, árabes o judíos.

Abraham Burg: “Un Estado judío no puede funcionar”


Abraham Burg es un personaje singular en un insólito panorama de políticos sin conciencia ni principios. Hijo de una familia religiosa, su padre Joshep fue el ministro de del interior de casi todos los gobiernos de Israel. Ignoro si me puedo arriesgar a escribir que estas reflexiones pueden ser catalogadas como "En el nombre del padre", pero sí estoy seguro de que sus declaraciones están pensadas en nombre de todos los padres que no quieren llevar en su conciencia crímenes, ni permitir que sean los padres quienes recen el "kadihss", la oración para los muertos en los bordes de las tumbas. Como anexo, publicaré la nota que editó Nueva Sión contra la petardista y falsa profeta catalana,Rahola, y otra carta de Abraham Burg. (A.A.)

Autor: Ari Shavit

Abraham Burg, ex Presidente de la Knesset, ex Presidente de la Agencia Judía, ya no es sionista. En su nuevo libro, "Vencer a Hitler", compara a Israel con Alemania antes de la ascensión de los nazis al poder. Es partidario de abolir la Ley del Retorno, anular la definición de Israel como Estado judío. Considera que Israel debe deshacerse de armas nucleares y recomienda a los ciudadanos israelíes conseguir un pasaporte extranjero.

He leído su nuevo libro, "Vencer a Hitler", como su despedida del sionismo. ¿Me equivoco? ¿Aún es sionista?

Soy humano, soy judío y soy israelí. El sionismo fue una herramienta para pasarme de un acumulamiento judío a un acumulamiento israelí. Creo que fue Ben Gurión quien manifestó que el movimiento sionista fue el andamio para levantar la casa y posteriormente a la creación del Estado se lo debe desarmar.

En realidad, está confirmando que ya no es sionista.

Desde el primer Congreso Sionista de Herzl ya prevaleció el sionismo de Ajad Haam. Pienso que el siglo XXI debe ser el siglo de Ajad Haam. Debemos dejar a Herzl atrás y adoptar a Ajad Haam.

El sionismo es la creencia en la creación y la existencia de un Estado nacional judío. ¿Usted ya no cree en un Estado nacional judío?

No en su actual definición. El Estado es, a mi entender, sólo un instrumento, una herramienta, un medio indiferente por completo a la carga espiritual, mística o religiosa. Definir a Israel como Estado judío y agregarle las palabras escogido, florecimiento o redención, suena demasiado fuerte. Además, agregarle a todo eso el intento de mantener un sistema democrático, es imposible.


Lo que significa que ya no acepta el tema de un Estado judío.


No puede funcionar. Definir el Estado de Israel como Estado judío es la llave para su final. Estado judío es un material muy explosivo.

¿Y un Estado judío-democrático?


Para la gente suena muy cómodo esto; es bonito, es nostálgico, es retro. Brinda una sensación de plenitud. Pero judío-democrático es como nitroglicerina.

¿Se debe cambiar el himno nacional?

El himno es un símbolo. Estaría dispuesto a comprar una realidad en la que todo esté bien y sólo el himno esté mal.

¿Se debe modificar la Ley del Retorno?


Se debe abrir el diálogo. La Ley del Retorno es una ley apologética. Es un retrato paralelo a Hitler. Yo no deseo que Hitler defina mi identidad. Tanto democrática como humanísticamente, la ley presenta una contradicción. La Ley del Retorno determina una ruptura de la alianza entre nosotros y el judaísmo de la diáspora y entre nosotros y los árabes.

¿Debemos disolver la Agencia Judía?


Cuando fui Presidente de la Agencia Judía propuse cambiar el nombre de 'Agencia Judía para Eretz Israel' por el de 'Agencia Judía para la sociedad israelí'. Hay lugar para medios filantrópicos, pero el centro de su esencia debería ser cuidar de la generalidad de los ciudadanos de Israel, incluyendo a los ciudadanos árabes.
En su libro escribe que si el sionismo es un sionismo catastrófico, uno no sólo es post sionista sino que anti sionista. Yo opino que desde los años ´40, el componente catastrófico forma parte inseparable del sionismo.

Por eso, hoy usted es anti sionista.

Ajad Haam atacó a Herzl diciendo que la fuente de todo su sionismo radicaba en el antisemitismo. El pensaba en algo diferente, en Israel como un centro espiritual. La línea de Ajad Haam no murió; ahora ha llegado su momento. Estamos en los últimos días del judaísmo comparativo. Nuestro sionismo comparativo nunca concibió el desastre.

Su libro es anti israelí en el sentido más profundo. Es un libro que demuestra desprecio por todo lo israelí.

En mi infancia fui judío en los términos que aquí circundan: estudié en un 'Jeder' (escuela), me enseñaron los maestros religiosos de entonces. Posteriormente, la mayor parte de mi vida fui israelí: idioma, señales, olores, gustos, lugares, todo. Hoy en día no me es suficiente. En la situación actual estoy mas allá de lo israelí. Dentro de las tres identidades que me componen -la humana, la judía y la israelí- siento que el fundamento israelí discrimina a las otras dos. Por eso, lo israelí no me es suficiente. Me siento obligado a volver a mi lugar judío. Pienso que las estructuras israelíes actuales son amenazas.

En todo caso, su posición es conciliatoria y humanista. Pero dentro de su apaciguamiento y humanidad desarrolla una relación muy obstinada hacia lo israelí y hacia los israelíes. Dice cosas muy duras sobre nosotros.

Pienso que el libro es un cuento de amor; y el amor duele. Si hubiese escrito sobre Nicaragua no me hubiese importado tanto; pero vengo de un lugar dolorosamente insoportable. Veo a mi amor deshaciéndose frente a mis ojos, veo la sociedad, la casa donde crecí y mi lugar destruyéndose.

¿Amor? Usted escribe que el israelí entiende sólo por la fuerza. Si alguien hubiese escrito que el árabe entiende sólo por la fuerza, hubiera sido considerado racista; y con justicia.

Es imposible fragmentar una frase y decir que es todo el libro.

No es sólo un fragmento. Se repite varias veces. Usted dice que tenemos fuerza, mucha fuerza y sólo fuerza. Afirma que Israel es un gueto sionista, imperialista y violento que cree sólo en sí mismo.

Fíjate en la Guerra de El Líbano. El pueblo regresó de la lucha, hubieron determinados logros, algunos fracasos, se descubrieron cosas. Hubiese esperado que algunas personas, incluso de la derecha, entiendan que aún cuando le permiten vencer, Tzáhal (el Ejército de Defensa de Israel) no vence; que la fuerza no es la solución. Pero entonces llegó el conflicto en Gaza y ¿cuál es el la agenda israelí sobre Gaza? Los castigaremos, los borraremos. Nada se aprendió, absolutamente nada.
Y no es sólo entre naciones. Observa las relaciones entre el hombre y el prójimo; escucha el diálogo íntimo, la aberrante violencia en las carreteras, las palabras de las mujeres golpeadas; mira cómo se ve la imagen de Israel.

Lo que usted afirma es que el problema no reside sólo en la conquista de los territorios. A su manera de ver, Israel en su totalidad es como una terrible mutación.

La conquista es una pequeña parte del tema. Israel es una sociedad sumergida en el pánico. Para buscar la fuente de la obsesión por la fuerza y desterrarla, se debe comenzar por los temores. El miedo mayor, el miedo antiguo, es el de los seis millones de judíos asesinados en la Shoá.
Esa es la tesis del libro. No es el primero en expresarla, pero lo hace demasiado grave. Manifiesta que estamos inválidos espiritualmente, poseídos por el pánico y actuamos por la fuerza dado que Hitler nos ocasionó un profundo daño moral.
Cierto.

Y yo afirmo que su descripción está distorsionada. Nosotros no vivimos en Islandia y nos imaginamos que estamos rodeados de nazis que en realidad desaparecieron hace 60 años. Nuestro entorno son amenazas reales. Somos uno de los países más amenazados del mundo.

La verdadera escisión israelí está entre los que confían y los que temen. El gran triunfo de la derecha en la lucha por el alma política israelí fue conseguir adquirir de manera absoluta una paranoia definitiva. Acepto que hay dificultades, pero ¿acaso son absolutas? ¿Todo enemigo es Auschwitz? ¿Acaso todos en Hamas son criminales?"

Es jactancioso. No tiene empatía por los israelíes. Considera a los judíos-israelíes como paranoicos; pero como se dice comúnmente, hay paranoicos que de verdad son perseguidos. En momentos que ambos conversamos, Ahmadineyad manifiesta que nuestros días están contados; promete arrancarnos de la faz de la tierra. El no es Hitler; pero tampoco es un espejismo. Es una amenaza real, en un mundo verdadero que usted desea ignorar.

La disyuntiva está en si el Estado de Israel es un país confiable o un país traumático. Yo afirmo que actualmente, en casi todas las dimensiones, el Estado de Israel es traumático; y no es sólo una teoría.

¿Podría ser que nuestro enfrentamiento con Irán estuviera mucho mejor si renováramos la capacidad de confiar en el resto del mundo? ¿No sería mejor que en lugar de ocuparnos nosotros solos del problema, lo hiciera un conglomerado mundial que comience en las iglesias, continúe en los gobiernos y culmine en los ejércitos? En lugar de eso decimos: - 'No confiamos en el mundo, ellos nos abandonarán', y he aquí que Chamberlain regresa de Munich con el paraguas negro y nosotros los bombardeamos solos.

En su libro no sólo somos víctimas de los nazis. En su libro aparecemos casi judeo-nazis. No afirma que Israel es la Alemania nazi, pero se acerca bastante. Dice que Israel es la Alemania pre-nazi. Israel es como era Alemania hasta la llegada de los nazis al poder.

Es cierto. Comencé el libro desde lo más doloroso; como un duelo por la pérdida de Israel. Mientras escribía, la mayor parte del tiempo el libro se titulaba "Hitler venció". Pero lentamente fui descubriendo el aspecto de que no todo estaba perdido. Descubrí a mi padre como una alternativa judeo-alemana precursora en su época. Esos dos aspectos nutrieron el libro desde el principio hasta el final. Demasiado complicado para mí; muy doloroso; pero al fin y al cabo soy una persona optimista y también el epílogo es optimista.

El final es, quizás, optimista, pero el contenido compara a Israel con Alemania y lo repite continuamente. ¿Esta comparación es justa? ¿Hay suficiente base para la analogía israelí-alemana?

No es una ciencia exacta pero describiré algunos hábitos que hacen al monje: La enorme sensación de ofensa nacional; la sensación de rechazo del resto del mundo; los fracasos inexplicables en las guerras. Y como resultado de ello, la centralidad del militarismo en la identidad, el lugar de los oficiales de reserva en la sociedad, la cantidad de ciudadanos armados que caminan por las calles en Israel. ¿Hacia dónde se dirige ese enjambre de hombres armados? Los manifiestos callejeros que preconizan: ¡Fuera los árabes!".

Usted, en realidad, afirma que entre nosotros existe el virus del nazismo.
La expresión nazismo es muy compleja.


(N. de la R.: Abraham Burg escribe en su nuevo libro: "En ocasiones me resulta difícil diferenciar entre el nacional-socialismo antiguo y otras teorías sociales nacionalistas de aquí y ahora. Hay diferencia entre decir nazi o decir nacional-socialista. Nazi es un ícono definitivo; él se dirige entre nosotros hacia lugares infinitos y terminales").

Dejemos a los nazis. ¿Le tiene miedo a una incursión fascista en Israel?

Yo pienso que ya está aquí.

¿Y cree, en realidad, que los lemas racistas que aparecen en las paredes de Jerusalem son similares a los lemas de los años treinta en Alemania?

Veo que nosotros no desechamos estas expresiones con toda la fuerza posible. Además, oigo las voces tajantes desde Shderot: - "Les destruiremos el barrio, les destruiremos la ciudad, los exterminaremos, los mataremos y los expulsaremos". Actualmente en el Gobierno hay quien habla de trasladar poblaciones árabes. Cruzamos tantas líneas rojas en los últimos años. Entonces te preguntas a tí mismo cuáles serán las próximas líneas rojas que deberemos cruzar.

Usted pregunta y también responde en el libro. "Yo creo -escribe- realmente percibo, que existe una gran posibilidad de que alguna futura Knesset en Israel prohíba las relaciones sexuales con los árabes, evite por medios legales occidentales que los árabes empleen sirvientas o trabajadores judíos...como las leyes de Núrenberg...todo esto ocurrirá, y ya sucede". ¿No se apresura en definir esto?

Cuando ejercí como presidente de la Knesset escuchaba conversar a la gente. Llevé a cabo deliberaciones profundas con amigos de todas las concepciones políticas. Oí a pacifistas decir "...yo deseo la paz porque odio a los árabes, no los puedo ver y no los soporto...", y escuché a gente de la derecha pronunciar expresiones kahanistas. El kahanismo está en la Knesset. Lo rechazaron como partido pero tiene el diez, quizás el quince e incluso hasta el veinte por ciento del diálogo judío en la Knesset. Son asuntos difíciles. Son lugares devastadores.

Hay graves sucesos en Israel, indudablemente. Por supuesto, en todo lo referente a los territorios conquistados. Pero se puede comparar con Francia en Argelia, se puede comparar con Holanda en la época colonial. En cambio usted siente necesidad de referirse constantemente a Alemania, Hitler, Núrenberg. Quizás, usted mismo está afectado por una enfermedad que censura. El trauma de los nazis lo ha desequilibrado. En cada defecto israelí ve las huellas digitales de los nazis.

Puede ser. Si así fuese, qué importa. Si quiere que nos comparemos con Holanda, quizá tengas algo que ocultar. Pregúntese a usted mismo a qué le teme.

Se lo diré con sinceridad. Creo que tenemos problemas morales y espirituales difíciles. Pero pienso que la comparación con Alemania, previo a la subida de los nazis al poder, no tiene razón de ser. Un ejemplo: Hay un problema serio con el lugar de Tzáhal en nuestras vidas, el lugar de los generales en nuestra política y en las relaciones en la escala política y militar. Pero usted compara el militarismo israelí con el militarismo alemán y es una comparación fallida. Describe a Israel como una Esparta prusiana que vive de la espada, y no es el Israel que veo de afuera. Por supuesto que no en el 2007.

Envidio su capacidad de llamar a la realidad del modo en el que lo hace. Realmente lo envidio. Pero pienso que somos una sociedad que vive de la espada; envainada o fuera de ella. Y no así nomás nos comparo con Alemania, porque nuestra obligación de vivir empuñando constantemente la espada surge de Alemania.
Lo que ellos nos quitaron en doce años de nazismo necesita una espada gigante.
Mira la cerca de seguridad. La cerca de separación es el muro contra la paranoia. Y ella nació en mí, en mi templo, en el Haim Ramón que habita dentro de mí. ¿Y cuál es el pensamiento? Que edificamos un gran muro y el problema de los palestinos se solucionará porque ya no los veremos más. El Movimiento Laborista siempre tuvo en cuenta la relación histórica y representó la cultura del diálogo; ahora existe una terrible mediocridad espiritual. La cerca marca físicamente el final de Europa; ella dice: "aquí termina Europa". Ella manifiesta que eres la posición más antigua de Europa y que el muro te separa de los bárbaros; como la Muralla Romana; como la Muralla China. Es todo tan patético...
Esto es una declaración de divorcio a nuestra visión de ser parte integral de la región. Hay en todo esto síntomas de locura. Y justo en momentos en que Europa misma y el mundo han adelantado en forma significativa en internacionalizar la lección de la Shoá; y lograron un gran desenvolvimiento en la normativa de los pueblos. Pero nosotros no estamos ahí, estamos con nuestros temores. He aquí el desastre.

La verdad que usted es un europeísta devoto. Vive en Nataf (una población cercana a Jerusalem) pero es un profeta de Bruselas.

Totalmente. A mi parecer, la Unión Europea es una utopía bíblica. No sé cuánto va a durar, pero es fabulosa. Es absolutamente judía.

Y esa conmoción suya por Europa no es casual, dado que una de las cosas extraordinarias en su libro es que el sabra Burg le dá la espalda al hecho de ser sabra y se conecta estrechamente con un romanticismo "yeke". Israel sionista se desprende de su libro como una exclamación ordinaria, en tanto el judaísmo alemán es el ideal y el ejemplo.


Yo no digo que le doy la espalda al hecho de ser sabra, sino que me dirijo hacia otra dirección. Es cierto. Totalmente. El judaísmo alemán es el lugar que me hacía falta y hacia allí me dirijo.

Usted describe mil años extraordinarios de judaísmo alemán. Pero eso terminó en Auschwitz, eso condujo a Auschwitz. Su romanticismo "yeke" es comprensible pero fraudulento.


¿Existe algún romanticismo estable? ¿Su romanticismo es estable?

Mi israelismo no es romántico; al contrario, es agresivo; proviene de un entendimiento imprescindible. Usted garabatea esa obligación; sentimentalmente prefiere el camino de Dresden a Maniatan, que el enfrentamiento con el destino judeo-israelí.

Nosotros no queremos aceptarlo pero la Golá existe desde el comienzo de nuestra existencia. Abraham descubrió a Dios fuera de los límites de la Tierra de Israel. Jacob concibió las tribus fuera de los límites de Israel. Las tribus se convirtieron en pueblo fuera de los límites de Israel. Las Tablas de la Ley se entregaron fuera de los límites de Israel. Como israelíes y sionistas ignoramos estos hechos totalmente. Anulamos la Golá. Pero afirmo que así como hubo algo extraordinario en el judaísmo alemán, también en América crearon un potencial para algo fabuloso. Fijaron una situación en la que el gentil puede ser mi padre y mi madre y mi hijo y mi socio. Allí el gentil no rechaza sino que abraza. Fue a consecuencia de ellos que se creó la vivencia judía de la incorporación; no unión pero tampoco aislamiento. Esas son cosas que me faltan aquí. Acá el gentil es como fue en el gueto: hostil.

¿Usted sostiene que nosotros nos ahogamos aquí por falta de aire?

Por supuesto. Ya estamos muertos. No nos avisaron pero estamos muertos. Esto ya no funciona. No va más.

¿Y ve en el judaísmo americano la dimensión espiritual y la efervescencia cultural que no encuentra acá?

Claramente. En Israel no hay una literatura judía importante; en Estados Unidos existe. Aquí no tengo con quien hablar. Ya no pertenezco a la comunidad religiosa en la que estuve. A la comunidad laica no conseguí llegar. No tengo con quien hablar. Estoy sentado frente a usted y tampoco me entiende. Está adosado al frente chauvinista nacional.

No es completamente cierto. Soy consciente de la riqueza judía a la que se refiere. Pero también admito que el análisis sionista básico es real. Sin Israel no hay futuro para la civilización judía no ortodoxa.


Tome al israelí más ferviente. Moshé Dayan, por ejemplo. Quite de él todos los Abraham Burg posibles. Israelí neto, sin personajes molestos como yo, sin bondadosos; nada de nada. ¿Usted está tan seguro que a largo plazo este "vivir por vivir" existirá? Por otro lado piense en los soñadores. Martín Buber, George Steiner. Usted dirá que estos soñadores no llegarán a ningún lugar. Pero mi experiencia histórica dice que los soñadores llegan más lejos que los soldados".
En realidad prepara instrumentos diaspóricos.
Yo vivo con ellos desde que nací. ¿Qué significa cuando digo en la plegaria 'Por nuestros pecados fuimos exilados de nuestra tierra'? En la historia judía la existencia espiritual es eterna y la existencia política es temporaria.

En este sentido usted es esencialmente no sionista, dado que la energía requerida para crear y desarrollar este lugar es inmensa. Usted dice que está prohibido dar todo por este lugar.

No existe el israelí pleno; existe el judío pleno. El israelí es medio judío. El judaísmo siempre preparó alternativas. El error estratégico del sionismo fue el hecho de anular alternativas. El sionismo creo aquí una estructura que las partes más importantes de ella son ilusiones ópticas. ¿Usted piensa, realmente, que podrá existir aquí un ser indiferente, agnóstico, telaviveño, post kibutziano? Eso no sucederá. El israelismo tiene sólo cuerpo; no tiene alma. En todo caso, migajas de alma. Ari, usted está muerto espiritualmente, tiene solamente un cuerpo israelí. Si continúa así, ya no será.

El israelismo es mucho más rico; tiene energía, efervescencia, matices y fertilidad. Pero usted huyó del israelismo. Desertó de él. Fue israelí mucho más que yo. Y ya no lo es.


No lo soy. Pienso que lo no israelí no es la alternativa a toda la existencia judía de dos mil años a la que me refiero. Por eso escribí mi libro. Porque no puedo dejar este mundo mintiéndome a mí mismo. Yo dije: - no hay existencia judía sin concepciones; no hay una cosa así. Y aquí, por supuesto, no existen. Pero lo que es peor, es que no hay fuerzas que desde adentro reproduzcan las concepciones. Por ello me dirijo hacia el mundo y hacia el judaísmo. Porque el judío es el primer post modernista. El judío es el primer globalizador.

Y ahora, en realidad, es globalizador. Se dirige realmente hacia el mundo. Saca un pasaporte francés y vota como ciudadano francés en las elecciones presidenciales de Francia.

Ya dije que soy ciudadano del mundo. Es mi jerarquía de identidades: ciudadano del mundo, posteriormente judío y sólo después israelí. Siento una pesada responsabilidad por la paz en el mundo. Sarkozy es, a mi entender, una amenaza para la paz del mundo. Por eso voté en su contra.

¿Es francés?

En muchos sentidos soy europeo y, desde mi punto de vista, el israelí forma parte de Europa.

Pero no es así. Aún no. Usted es una personalidad pública israelí que participa en elecciones para la presidencia de Francia como francés. Es un hecho de grandes proporciones; la acción de un judío anterior al sionismo. Un acto que un inglés o un holandés no hubieran hecho.


Cierto. Es sólo judío. Me voy adelantando a la situación del judío.

¿Usted propone que todo ciudadano israelí debería conseguir un pasaporte extranjero?

Todo aquel que pueda.

Pero así disuelve la mutua responsabilidad judía. Juega con la proliferación de pasaportes y el acrecentamiento de sus identidades que no le están permitidas a muchos otros. Usted rompe con algo muy básico.

Esos son sus temores. Yo estoy proponiendo que no tema. Eso es lo que digo en mi libro: yo les propongo a todos dejar de temer.

Pero usted también es un hombre fuera del libro, y hay una contradicción entre el concepto de pureza del hombre que escribió el libro y la vida política que ha experimentado aquí.

Es una pregunta terrible. Horrible pero cierta. Parte de estos años viví en la mentira. Durante muchos años no fui yo. En el comienzo de mi carrera política tenía la energía de luchar por la separación de la religión del Estado y por la paz. Tenía el espíritu exacto del profesor Yeshayahu Leibovitch sobre mis alas. Esos fueron mis verdaderos años. Ese era yo. Pero después durante muchos años fui un "Mapainik" cualquiera (del partido MAPAI, fundado por Ben Gurión). Estuve allí para poder ser; pero ya no era yo. Me decepcioné de sus posturas.

En el libro se descubre ideológicamente. Quien fuera parte del sistema aparece como un intrigante. ¿Esta actitud subversiva siempre estuvo oculta en usted, o se materializó sólo ahora?

Estaba allí pero no con semejante realce. Estaba muda. Mis últimos años se caracterizaron por vivir fácilmente la vida. Si no lo dices, lo serás. Si callo, llegaré lejos. Me sentía cómodo en el consenso, en la adhesión, en el estímulo y en el oficialismo. Pero al final fui un intrigante en contra mío. Esto es peor todavía. Sabía lo que pensaba y no hice nada con ello. Hasta que un buen día ya no pude más. Me levanté y me fui.

Y ahora, que ya está liberado de las limitaciones políticas, va con el Leibovitch interno hasta el final. Usted describe los atentados selectivos como asesinatos. Expresa alegría por el hecho que el nieto de su madre no es un piloto combatiente que mata a gente inocente. Define la conquista como anschluss (anexión) israelí. ¿Anschluss israelí?

Eso es lo que hacemos allí. ¿Qué tenemos que hacer allí? ¿Qué quieres decir? ¿Es humanismo? ¿Es la Cruz Roja?

¿Y los atentados selectivos son asesinatos?

Alguno de ellos sí, por supuesto.

¿Nos estamos arrastrando a crímenes de guerra?

No queda otro camino que verlo así. Especialmente si no hay perspectivas de diálogo. El israelí es, en estos casos demasiado tranquilo; un árabe más, un árabe menos; todo en orden. Pero al final la pila se va amontonando. El número de víctimas inocentes es tan grande que será imposible sostenerlo. Entonces nuestra explosión, la de ellos y la del mundo será interminable. Lo veo frente a mis ojos. Veo el montón de cuerpos palestinos cruzando el muro que establecimos para no verlos más.

Usted no es sólo Leibovich; es también Ghandi. Piensa que la respuesta cierta para la Shoá no fue Mordejai Anilevich sino Mahatma Ghandi.
Yo creo en la teoría de la no violencia. No pienso que creer en la no-violencia es ser un incrédulo. Para mí Ghandi es lo más judío que hay. El expresa una postura judía muy antigua. Igual a Yohanán Ben Zakai, que antes del destierro solicitó de Roma recibir a Yavne y a sus sabios; no Jerusalem, no el Templo, no la soberanía. Yavne y sus sabios.

Hay una expresión política actual a su posición contraria. Usted cree en el desarme de Israel de armas nucleares.

Por supuesto. El día del desarme nuclear será el más importante en la vida del Estado de Israel. Será el día en el que lograremos la negociación óptima con nuestros vecinos y no necesitaremos más las bombas. Esa debería ser nuestra ambición. Soy muy optimista. Comencé el libro con un duelo, pero lo concluyo con optimismo.

Su libro es el de un hombre que brega por la paz. Casi un pacifista. ¿Cómo es posible que al abandonar la política, un hombre de paz como usted intente comprar del Gobierno una empresa que produce repuestos para tanques?

Hoy soy un hombre de negocios. Me ocupo del tema de empresas. Saneamiento de empresas. Privatización. Yo amo esta ocupación y estoy bien en ella. Uno de mis proyectos principales ha sido adquirir una empresa de acero en Ashkelón en la cual el 40% del mismo se utiliza para la producción de armamentos. Mi intención era cerrar esa línea de producción y ampliar la incorporación del acero al mundo de la aeronáutica civil. Yo nunca seré responsable de la producción de armas. El desafío que enfrenté fue ocupar un lugar que produce lanzas y triturarlas para fabricar azadas.

Esa negociación despertó interrogantes difíciles. Originó la investigación del Veedor del Estado y la investigación de la Policía. Pero no deseo preguntar sobre la dimensión delictiva dado que el caso se cerró y resulto inocente de todo cargo.
Quiero preguntar ¿cómo es posible que un político que se autodenominó anti thatcherista y enemigo acérrimo de la privatización, abandona la carrera política y lo primero que hace es tratar de lograr ganancias espectaculares de la privatización?


Yo realicé una acción anti thatcherista por excelencia. El Estado vendió mal pero yo quise comprar bien. El Estado ocasionó daños a los trabajadores y yo quise ocuparme de sus derechos. Quise mostrar un modelo diferente de cooperación entre trabajadores y la patronal. Por eso pienso que es un error que el Estado de Israel se apoderó de mi negociación. Cuando abandoné la política, la tentación fue muy grande. Pude ocupar diferentes cargos. Me propusieron de todo: ven, abre puertas, cierra puertas. Pero dije que no. Me dirigí a la vieja industria; a la periferia. Hoy produzco maíz en Jatzor Haglilit. Muéstrame otro como yo que llega de la política y realiza un trabajo como éste, que no se sitúa en ciudades futuristas, que no se sienta en lugares aristocráticos y hace lo imposible para poder pagar mensualmente el sueldo a 600 obreros.

No es exacto que haya decidido no abrir puertas o cerrarlas. En el proyecto conjunto con David Appel (influyente hombre de negocios israelí), debía abrirle las puertas para que pueda difundir el proyecto de su isla griega en el sur de Italia.
Ese proyecto quedó en nada. Incluso no hubo ninguna oportunidad financiera. Pero si hubiese salido algo, qué habría sucdido ¿qué pasaría? ¿Por el hecho que 20 personas no simpatizan con David Appel debería ser rechazado? ¿Por el hecho de que en la Corte de Justicia digan cosas horribles sobre él sin ningún fundamento? Esa es una violencia que no soporto. Es sencillamente crueldad; el israelismo como crueldad. Y eso es algo que nos gusta mucho. Vende muchos periódicos.


¿Las afirmaciones contra usted por el acero en Ashkelón y por el tema David Appel es parte de la crueldad social israelí?

Existe aquí una sociedad decapitadora. Primero te colgaremos y cuando expires aclararemos el porqué. Vivimos actualmente en los años cincuenta de los Estados Unidos. En la época macartista. Pensar que todo es corrupción nos llevó al macartismo. Es importante fijar los límites. Antes robábamos del gallinero, hoy en día es imposible hacerlo.

Pero usted sabe responder a un ataque. He aquí que Sallai Meridor, también ex Presidente de la Agencia Judía, determinó que es injusto que ustedes dos gocen del privilegio de un automóvil con chofer de por vida, y usted vaya a los Tribunales para luchar con todas tus fuerzas por este privilegio.

Como Presidente de la Agencia Judía en el pasado me corresponden derechos de retiro como usted goza de sus derechos de jubilación. Un día, de repente, me avisan que se acabó. Piense si a usted, que le hbiese correspondido recibir el 'Haaretz' gratis hasta su jubilación, y Amós Shoken (director del periódico) de repente se lo quita. ¿No va a luchar? ¿No protestará ante la comisión de los trabajadores? ¿Acaso toda persona tiene el derecho de luchar cuando le quitan algo, y sólo Abraham Burg no lo tiene? ¿Por qué? ¿Porque sí? Todo ello es insignificante desde el punto de vista del dinero. Pero a nivel de principios me saca de mis cabales.

Se habla de su conducta que el juez consideró vergonzosa. Y se trata de que a pesar de que usted habla muy altivamente sobre la ética, no consigue divisar el daño moral que produce en los últimos diez años desde que abandonó la Agencia Judía y viaja a sus negocios privados por todo el país mientras un chofer de la Agencia Judía lo lleva a todos los lugares. Y sobre todo porque, actualmente, está muy alejado de todo lo que la Agencia Judía representa.

Tengo lo que decir con respecto a lo dicho por el juez. Pero no le responderé. No transformaré violencia en violencia. Se trata del derecho básico del hombre. El derecho a recibir legalmente la pensión estipulada.

¿Valió la pena? Lo que quedará impreso en la conciencia es que Sallai Meridor fue honesto y sencillo y Abraham Burg, ávido de placeres que ambiciona privilegios.


Lo que queda de todo ello es que me siento bien conmigo mismo. Todo el que se siente cómodo con la violencia secreta o las cuchilladas ocultas o quiere ser sicario descubierto o encubierto, que lo consiga. Está todo bien. Yo no voy a educar al mundo. Para mí lo esencial es que me sienta bien conmigo mismo.

Pero hay aquí un interrogante que lo acompaña durante años. Usted se expresa en modo impresionante. No sólo brillante, sino ético. Ahora llega y escribe un libro totalmente moralista. Pero su accionar en el mundo es diferente. En su vida política fue sofisticado, falso y venenoso, y también en los negocios está lejos de ser un santo. El abismo entre sus palabras y sus hechos es preocupante.

La diferencia está en el que observa. Yo no me pregunto cómo me ve Ari Shavit. Ya terminé con el mundo en el que me importaba lo que usted piensa de mí. Vivo en el mundo en el que me interesa lo que yo pienso de mí. Durante muchos años viví con el complejo del qué dirán. Este complejo me ha llevado a lugares errados; a lugares donde el abismo es inmenso entre mi yo interno y mi yo externo. Hoy vivo con mi propia verdad.

Quizá las cosas se unifican. Usted, realmente, es un hombre de paz que rechaza al israelí militarista, al nacionalista y al prepotente. Pero cuando se contacta nuevamente con lo judío no une sólo al judío espiritual, sino al judío del dinero.


Es cierto. La vida no es sólo ser un pionero con la azada y el soldado valiente en la Puerta de los Leones de Jerusalem. La vida es también ser comerciante en Varsovia. Definitivamente es un compendio más rico de la vida.

Y de todas maneras, no renunció a la política. Eres amigo cercano de Olmert. ¿Aún después de la Guerra de El Líbano lo sigue apoyando?

Lo que sucedió con Ehud Olmert es una gran tragedia. De toda la generación un poco mayor que yo, él es el más talentoso, el más experimentado. Existe entre nosotros un afecto muy grande. Yo lo aprecio muchísimo. Es una persona muy humana con principios muy elevados en sus relaciones con el prójimo y con su familia. Pero su capacidad de sacar su fuerza a la acción se convirtió en imposible por la declaración de la guerra. El pensamiento estilo Bush de que la guerra es la primera opción, es un error que daña todas las otras esencias de Olmert. Yo le sigo implorando que lo repare en el gran drama político; Hamas o Siria o la iniciativa saudita. Yo le digo: - No te atrincheres en el error. De lo descompuesto aún puede surgir el gran arreglo.

Y entre los candidatos del laborismo ¿a quién apoya?

A Barak.

¿Se ve regresando a la política?

Pregunta abierta. Sólo en el 2010 comenzará una nueva política en Israel. Después que la generación Olmert-Barak-Bibi finalice, le tocará el turno a otra que vendrá de los institutos, de la academia y del arte.
Entonces puede ser que allí tenga lugar.

¿Un lugar en la oficina del Primer Ministro?

Alguna vez anhelé fervientemente ser Primer Ministro. Ardía como un fuego en mis entrañas. No sabía qué quería hacer allí pero quería llegar. Actualmente digo que tengo que correr muchas maratones para que eso llegue.

Pero usted está en esa maratón.

Toda la vida.

Publicado en ‘Haaretz’ -8 de junio de 2007-:
Traducción: Lea Dassa, para Argentina.co.il