20 enero 2009

MEDIO SIGLO DE MENOSPRECIO ISRAELÍ POR LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Vijay Prashad
CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Para C. M. Naim.

¡UM-Shmum! ([argot israelí] ONU = 0).

El desdén israelí por Naciones Unidas comienza en los años cuarenta y continúa hasta la fecha. El 29 de marzo de 1955, el gabinete israelí sesionó durante seis horas, discutiendo si invadir la Franja de Gaza (entonces bajo control egipcio) para reducir los ataques a través de la frontera. El primer ministro Moshe Sharett señaló que la resolución 181 (de 1947) de Naciones Unidas creó Israel. David Ben-Gurion, quien acababa de volver al gabinete como Ministro de Defensa, lo interrumpió: “No, no, no. Sólo el arrojo de los judíos creó el Estado, y no alguna resolución “UM-shmum” [Naciones Unidas Nada].” La mayoría de la dirigencia israelí (Moshe Dayan, Shimon Peres, Golda Meir, Yigal Allon, e incluso Abba Eban) aceptaron la posición de Ben-Gurion: todo esto mucho antes de la resolución de la Asamblea General de la ONU de 1975 que equiparó el sionismo con el racismo. Esto simplemente suministró más alimento para un desprecio bien establecido de Naciones Unidas dentro de los círculos gobernantes de Israel. Cuando el Likud ganó las elecciones en 1977, sacó ventaja de la resolución de la ONU sobre el sionismo. Respondiendo a la primera invasión del Líbano en 1978, la ONU creó la Fuerza Interina de la ONU en el Líbano (UNIFIL) mediante la resolución 425. El gobierno israelí no le hizo caso alguno, invadiendo el país una vez más en 1982, y se quedó al sur del río Litani durante los dieciocho años siguientes – en desacato a la resolución 509 (1982) que exigía que las fuerzas israelíes se retiraran “de inmediato e incondicionalmente.” El primer ministro
Menachem Begin dijo a la prensa israelí que Naciones Unidas “no puede ser objetiva” porque “la mayoría de la Asamblea General de la ONU es definitivamente anti-Israel, y la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad ni siquiera mantienen relaciones diplomáticas con Israel.” Naciones Unidas, UM-shmum, no importa.
El personal olvidado
El 25 de julio de 2006, la fuerza aérea israelí atacó un puesto de observación de la ONU en Khiyam, el Líbano. Durante catorce bombardeos los trabajadores de la ONU en el puesto llamaron diez veces a su número de contacto israelí para informarles del ataque. Continuó durante seis horas. La ONU recuperó posteriormente los cuerpos de cuatro mantenedores de la paz de UNTSO (Organización de Supervisión de la Tregua de Naciones Unidas). El Secretario General de la ONU, Kofi Annan calificó el ataque de “aparentemente deliberado” lo que provocó la exasperación del Daniel Ayalon, embajador de Israel en EE.UU., quien dijo que Annan era “ultrajante.” No fue el único incidente. Dos otros miembros del personal de la ONU murieron en un ataque aéreo de la FAI contra Tiro el 26 de julio, y un total de otros doce funcionarios de la ONU fueron heridos en otros incidentes, algunos relacionados con ataques de Hezbolá. La investigación israelí encubrió el incidente, a pesar de que admitió que los aviones dispararon bombas de precisión contra el puesto de la ONU.
Entre 2006 y el actual ataque contra Gaza ha habido otros incidentes de ataques israelíes contra personal de la ONU. El 7 de mayo de 2008, por ejemplo, los militares israelíes penetraron en la ciudad de New Abasan, al este de Khan Yunis, en Gaza. Entraron a tiros a una casa, matando a Wafa Shaker el-Daghma, maestra de escuela de treinta y tres años que trabajaba en la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Sus tres hijos, (uno de ellos de tres años) estaban con ella cuando sucedió. La doctrina de fuerza excesiva es tan normal en las fuerzas armadas israelíes que esta muerte apenas provocó una reprimenda. La ONU hizo algún ruido, y los grupos de derechos humanos se quejaron de la violación del Artículo 33 de la Cuarta Convención de Ginebra (contra castigo colectivo) – pero Tel Aviv sonrió socarronamente. UM-shmum.
La actual guerra lleva el desdén a un nuevo nivel. Las violaciones generales contra la población civil son tan inmensas que el Relator Especial de Derechos Humanos de la ONU en los Territorios Ocupados, Richard Falk, señaló que el régimen israelí ha violado seriamente el derecho internacional mediante su acción de castigo colectivo, sus ataques contra civiles y su reacción militar desproporcionada. Es una “catástrofe humanitaria,” dijo Falk el 27 de diciembre. Las cosas han empeorado desde entonces. El 8 de enero, un tanque israelí disparó contra un convoy de la ONU, matando a un conductor. La ruta del convoy había sido coordinada con los militares israelíes para prevenir ese tipo de ataque. Esto ocurrió dos días después que fuerzas armadas israelíes bombardearon una escuela de la ONU en el campo de refugiados Jabaliya. John Ging, el jefe de UNRWA en Gaza, dijo: “Si [el gobierno israelí] nos da la autorización de actuar, es completa y totalmente inaceptable que sus soldados en el terreno disparen contra nuestros trabajadores de la ayuda.” La Cruz Roja también se retiró, al considerar imposible llegar a los civiles necesitados (en la aldea de Zeitoun hallaron a cuatro niños vivos, arrastrándose por sobre los cadáveres de civiles).
El 14 de enero, las fuerzas armadas israelíes bombardearon intensamente el complejo de la ONU en Gaza, hiriendo a tres y destruyendo suministros de emergencia de alimentos y medicinas. John Ging de UNRWA dijo airadamente a la prensa: “Tuvimos una experiencia de primera mano hoy en este complejo de la ONU de lo que ha estado viviendo a diario la pobre gente de Gaza durante los últimos veinte días y noches.” Los edificios en el complejo se incendiaron casi de inmediato después de ser alcanzados, y el fuego liberó un humo blanco. “Parecía fósforo,” dijo Ging. “Olía como fósforo y ardía como fósforo.” El uso de fósforo blanco no está prohibido técnicamente por la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales (1980) o la Convención de Armas Químicas (1997), pero muchos consideran a pesar de ello que el uso de esa arma inflamatoria (como el napalm) es inmoral. El ministro de defensa israelí Ehud Barak se disculpó ante el Secretario General de la ONU Ban ki-Moon, diciendo que el ataque fue “un grave error.” Pero horas más tarde, el primer ministro israelí insinuó que Hamas había atacado desde dentro del complejo y que el ataque fue deliberado. Ging dijo que no había combatientes dentro del complejo, y que el contacto de la UNRWA dentro del ejército israelí no respondió a los diversos mensajes enviados durante el ataque.
Palestina no es el único sitio en el que son muertos mantenedores de la paz y personal civil de la ONU. Cada año, la ONU informa sobre la pérdida de vidas de su personal que trabaja valerosamente en zonas de conflicto. Expertos del Centro de Estudios para Refugiados y Desastres (Johns Hopkins School of Hygiene and Public Health) estudió los antecedentes de la ONU mantenidos por el Coordinador de Seguridad de la ONU, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, así como otras agencias humanitarias, y estableció que más de dos tercios de los colaboradores fueron muertos en actos de “violencia intencional” (publicado en BMJ en julio de 2000). Durante los años noventa, la mayor parte de las muertes tuvieron lugar en Ruanda, Somalia, Burundi y Afganistán – sitios donde el “gobierno anfitrión” ya no funciona efectivamente, donde el extremo caos significa que el vigor de la ley ya no es operacional. Los ataques israelíes son de naturaleza diferente. Estamos ante un miembro de la ONU, cuyos ejércitos están bajo control civil, y sin embargo ataca de modo bastante flagrante posiciones de la ONU. No es un incidente u otro, sino un modelo de menosprecio por la ONU y por sus empleados, a los que Kofi Annan llamó “el personal olvidado.”
El Ejército de la Paz de Bunche
El 14 de junio de 1947, Ralph Bunche llegó a Palestina. Nacido en una familia afro-estadounidense de grandes talentos, Bunche fue a la UCLA y a Harvard, hizo investigación innovadora sobre el colonialismo francés y el anticolonialismo africano. Un puesto en Howard no lo detuvo, ya que fue llevado rápidamente a Naciones Unidas, donde el Secretario General se apresuró a enviarlo para ayudar al Comité Especial sobre Palestina (UNSCOP) a establecer qué hacer con los británicos (que gobernaban el mandato), los judíos (cuyo número había comenzado a aumentar mediante la migración de Europa y otros sitios) y los palestinos (que habían comenzado a ser desplazados de sus tierras ancestrales). A Bunch lo sobresaltó la atmósfera de Jerusalén. “Los británicos están por doquier y todos llevan armas. Cuando vas por las calles te detienen constantemente centinelas y centros de control y exigen que muestres tu pasaporte. Los edificios están rodeados por alambradas de púas, búnkeres y abundan los bloques de ruta.” Bunche y UNSCOP tuvieron que moverse entre opiniones divergentes del centrista Chaim Weizmann y terroristas como Menachem Begin, entre los británicos y los palestinos. Las cosas no eran fáciles. Después dos semanas de trabajo, Bunche escribió en su diario: “Una cosa parece segura: este problema no puede ser resuelto sobre la base de justicia abstracta, histórica u otra. La realidad es que tanto árabes como judíos están aquí y quieren quedarse. Por ello, en cualquier ‘solución’ algún grupo, o por lo menos su reivindicación, va a ser afectado. El peligro en todo acuerdo es que se desarrolle un sistema de castas en el que los árabes subdesarrollados sean la casta inferior.”
UNSCOP jugó un papel importante al sacar a los británicos de la ecuación, un hecho que Ben Gurion disputó años después. Los británicos se fueron en mayo de 1948, y la guerra civil saludó la creación del Estado de Israel. La persona principal de la ONU, el conde Folke Bernadotte, actuó rápidamente para negociar un cese al fuego. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución al efecto. Ben Gurion y su gabinete querían la ventaja militar. Pero Bernadotte se mantuvo firme. El cese al fuego entró en efecto el 11 de junio, y Bunche y su equipo de irregulares de la ONU crearon un grupo improvisado de mantenedores de la paz (pintaron apresuradamente de blanco sus coches, con ONU escrito en grandes letras negras – ha sido costumbre desde entonces). Bunche y Bernadotte se esforzaron por mantener el cese al fuego en operación. Bernadotte escribió un informe sobre la situación, desafiando a la comunidad internacional a que viera si “está dispuesta a tolerar el recurso a la fuerza armada como medio para solucionar el problema de Palestina.” El conde Bernadotte, el hombre de la ONU en Palestina, fue asesinado mientras conducía por Jerusalén el 17 de septiembre, por miembros de la Banda Stern. El asesinato de Bernadotte fue autorizado por la troika que dirigía la Banda Stern: Yitzhak Yernitsky, quien fue conocido posteriormente como Yitzhak Shamir, primer ministro de Israel de 1983-1984; Nathan Friedman-Yellin, posteriormente conocido como Nathan Yellin-Mor, quien se convirtió en pacifista en sus últimos años;
Israel Sheib, conocido más tarde como Israel Eldad, siguió siendo un nacionalista de derecha convencido, a cuyo funeral en 1996 asistieron los primeros ministros Benjamin Netanyahu y Yitzhak Shamir, y el presidente del Knesset [parlamento israelí] Dov Shilansky.
El perpetrador material del asesinato fue Yehoshua Cohen, quien fue después un estrecho amigo de Ben Gurion. Cohen es un personaje celebrado en muchos sectores (tiene su hagiografía, “The Prince of Jerusalem,” publicada en 2006, escrita por Ofer Regev). Bunche se hizo cargo, e impuso un cese al fuego a comienzos de 1949. El año siguiente, Bunche obtuvo el Premio Nobel de la Paz, como primera persona de ascendencia africana en obtener esa honra.
En Oslo, en su discurso, Bunche presentó una visión para Naciones Unidas: “En último análisis, la prueba de fuego para una voluntad genuina de paz es la disposición de las partes en disputa de exponer sus diferencias a los procesos pacíficos de Naciones Unidas y al tribunal de la opinión pública internacional que refleja Naciones Unidas. Sólo de esta manera la verdad, la razón, y la justicia pueden llegar a prevalecer sobre la voz chillona y bramante de la propaganda; para que se pueda cultivar una moralidad internacional íntegra.” Fue un punto de vista desdeñado por Tel Aviv que, en 1967 se involucró en hostilidades, para tribulación de Bunche. Entonces le preocupó que “el gran éxito militar de Israel seguramente reforzará la posición tradicional de ese país de que las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes deberían ser abandonadas a negociaciones y arreglos directos sin la intervención de alguna tercera parte (es decir la ONU).” Fue profético, como lo vemos después de la entrada del Likud a 3, Kaplan Street en Jerusalén.
En 1951, Bunche dio una conferencia en el National War College con el título “Review and Appraisal of Israeli-Arab Relations” [Examen y evaluación de las relaciones israelí-árabes]. Es una conferencia escrupulosa, en la que se filtran sólo una vez las emociones de Bunche: “Las verdaderas víctimas de todo este conflicto – y han sido victimizadas sucesivamente cada vez más en cada etapa – han sido los árabes de Palestina. Son los que han sufrido. Los judíos no han sufrido mucho como resultado del conflicto. De hecho, les va mejor hoy de lo que les iba antes de que comenzara. Los pueblos de los Estados árabes circunvecinos no han sufrido por el conflicto. Todo ha sido descargado sobre los árabes de Palestina.” Y sigue siendo así. Mil muertos no excitan las cuerdas vocales del nuevo presidente, la primera persona de ascendencia africana en el puesto, cuyo compromiso con la seguridad de Israel por sobre todo lo demás debilita cualquier resolución de la ONU.
El 15 de enero de 2009, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, se reunió con la Ministra de Exteriores de Israel, y aspirante al puesto de Primer Ministro, Tzipi Livni. Ban Ki-Moon casi imploró que Israel cumpliera con la tímida resolución 1860 de la ONU, redactada por el Reino Unido y aprobada por el Consejo de Seguridad por 14-0 (con la abstención de EE.UU.). Livni hizo caso omiso de su ruego. “En Israel hacemos nuestra propia evaluación a diario,” dijo, “y decidiremos cuando detenernos sobre la base de esa evaluación.” UM-shmum.
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Vijay Prashad es presidente George and Martha Kellner de Historia del Sur de Asia y Director de Estudios Internacionales en Trinity College, Hartford, CT Su nuevo libro es “The Darker Nations: A People's History of the Third World,” New York: The New Press, 2007. Para contactos escriba a: vijay.prashad@trincoll.edu