18 octubre 2009

UN EJÉRCITO CON LA MÁS ALTA ÉTICA...... PARA LA MATANZA



Piano piano, el estado de Israel y una mayoría relativa de su población se han encerrado en sí mismos. Gueto el país, gueto en el consenso de naciones más o menos civilizadas, comportamiento de gueto, simulación de gueto acosado por el antisemitismo, el terrorismo, el odio racial hacia el judaísmo, etc., conforman el lavado de cerebro a la población israelí a través de la radio, la televisión, los informativos y los programas de noticias y comentarios. El ministerio de propaganda, los servicios de información (shabac, mosad) y los fascistas internos se encargan de lavar el cerebro de los israelíes que no tienen ideas propias, a quienes se domestica y se amaestra en el arte de la sumisión, de aceptar todas las explicaciones mentirosas y groseras del agit-prop del estado. Así, hay muchos israelíes que están dispuestos a saltar aros en llamas, dar la patita, pararse en dos pies, tirarse a muerto y muchas otras gracias que son propias de perros amaestrados. Aunque los perros conocen los peligros que acechan a sus vidas. Los israelíes amaestrados están dispuestos a "morir por la patria", pero lejos de las guerras: para eso están "los soldados, los tanques, los aviones, los cañones".
En la guerra terrorista de estado lanzada por el gobierno de Olmert, Livni y Barak en diciembre de 2008 no hubo casi pérdidas: la proporción de muertos fue un israelí por cien palestinos (adultos, mujeres, ancianos y niños). Y la mafia encabezada por Bibi y Liberman simulan estar "indignados", pero ninguno de ellos ni ningún periodista de radio, televisión o diarios (con la honrosísima excepción de HAARETZ) no pregunta, no los pone contra el cerco de sus payasadas y provocaciones.

No tenemos idea de cómo se van a desarrollar los acontecimientos. En mucho depende de si Obama va a proceder de acuerdo a sus promesas, o si va a ser el gran fiasco de la política mundial... Tal vez el Nóbel que le otorgaron lo obligue a obrar en consonancia. Aunque...

Andrés Aldao

"QUE LOS CRÍMENES DE GUERRA NO LLEGUEN A LA ONU




LAURA L. CARO JERUSALÉN

Israel está haciendo lo imposible por mantener alejado de la Corte Internacional de Justicia el demoledor informe de la ONU que le acusa de crímenes de guerra en la última ofensiva contra Gaza. La posibilidad de que el documento acabe en La Haya es remota, pero –reconoce un funcionario del Ministerio de Exteriores de Tel Aviv- “el riesgo existe, y en el camino, se podría causar mucho daño a Israel en términos políticos y de opinión pública”. Y ese camino podría iniciarse hoy mismo, con la ayuda y el empuje de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que ha visto en esta investigación un arma para tratar de acorralar al Gobierno judío. Las advertencias de Benjamin Netanyahu no se han hecho esperar: si los cargos contra su país prosperan, la víctima más inmediata será el proceso de paz.
Dos semanas y tres días después de se hiciera público el informe, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que lo encargó votará esta mañana en Ginebra si elevarlo o no a la Asamblea General de Nueva York. La resbalosa pendiente podría continuar por el Consejo de Seguridad y, mucho más allá, en el temido Tribunal Internacional. De ahí que Israel extremara ayer los esfuerzos para deslegitimar la investigación y a quienes la propiciaron en un intento desesperado por frenar en seco esta andadura: sólo Estados Unidos está claramente de su parte. De los 47 miembros del Consejo, los representantes africanos, árabes, islámicos y no alineados apostarán por seguir adelante y depurar culpas donde sea necesario. La duda está en la postura que tomarán los europeos. Y el nerviosismo es evidente.
Para sus oídos, Netanyahu tomaba ayer la palabra en Jerusalén y reiteraba un lamento conocido, que “durante años, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha aprobado más resoluciones contra Israel que contra el resto de los países del mundo juntos”. En la misma ciudad, el vice ministro de Asuntos Exteriores, Danny Ayalon, convocaba a los embajadores y periodistas extranjeros para advertir: “si el informe se aprueba, el Consejo de Derechos Humanos se convertirá en el Consejo de Derechos de los Terroristas. Ese informe –justificaba- niega a las democracias el derecho a la autodefensa y protege en efecto el terrorismo”.
Guerra diplomática y mediática
Ambos mensajes venían a profundizar en la guerra diplomática y mediática abierta por Israel para enterrar el documento, una guerra universal, que ha incluido viajes a Washington, una tormenta de comunicados y explicaciones, una web específica, contactos de alto nivel con los países que integran el Consejo, y un blanco destacado: Richard Goldstone. El juez sudafricano al frente de la investigación de la ONU, que estuvo a la cabeza de la Corte Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, y que ha respondido a las críticas de Tel Aviv con una frase lapidaria: “la cultura de la impunidad en la región lleva demasiado tiempo existiendo. Es el momento de actuar”. Y las espadas están en alto.
Según Israel, Goldstone ya tenía las acusaciones contra su Ejército escritas aún antes de iniciar las pesquisas. Una fuente oficial de Tel Aviv resumió a ABC que, a partir de ahí, el jefe de la investigación se limitó “a interrogar en Gaza a gente seleccionada por Hamás” y que “se puso a roncar cuando testigos israelíes de Sderot (ciudad castigada por los cohetes palestinos) fueron a Ginebra a intentar que se les escuchara”. Por eso, añade la misma fuente, Israel se negó a colaborar en este informe de la ONU “para no involucrarnos en el espectáculo”. Por eso, sugiere también, en las 547 páginas de una “parcialidad escandalosa”, se dice que Israel atacó hospitales y a civiles con bandera blanca, destruyó almacenes, pozos y fábricas para negar el sustento a la población y utilizó su tecnología bélica para no fallar.
En los 22 días que duró la ofensiva en Gaza murieron cerca de 1.400 palestinos, muchos de ellos civiles, y 13 israelíes, diez de ellos soldados.
La gran pregunta: qué pasó en Gaza
Contra la visión de Israel operan potentes organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional, que reclaman “aprovechar esta oportunidad” para despejar qué pasó en Gaza. Incluida la responsabilidad de Hamás, a la que el informe de la ONU también mancha con la sospecha de “crímenes de guerra”, un extremo que parece haber quedado en segundo plano. También para la Autoridad Nacional Palestina que, con el apoyo de su presidente, Mahmmud Abbás, ya se ha adelantado y ha presentado ante la Corte Internacional una petición para que investigue las conclusiones de Goldstone.
La difícil naturaleza jurídica de la ANP podría dejar la solicitud sin efecto. En todo caso, Israel ya se ha apresurado a tomar represalias, y –según publicaba el reputado diario Haaretz de Tel Aviv-, podría negarse a conceder a los palestinas una segunda frecuencia de telefonía móvil acordada en 2008 si no retiran ya la reclamación cursada ante La Haya. De no obtener esa frecuencia antes del 15 de octubre, el gobierno de Ramala se enfrenta a indemnizar con 300 millones de dólares a los inversores kuwaitíes implicados en el proyecto del nuevo proveedor, la empresa Watanya. El propio Tony Blair, enviado especial del Cuarteto –EE.UU, Unión Europea, Rusia y la ONU- para Oriente Próximo, y que promovió en persona esta iniciativa de telecomunicaciones ha tomado cartas acusando a Israel de violar lo pactado. Los palestinos prefieren utilizar otra palabra: “chantaje”.
La Autoridad Nacional Palestina es además redactora de la resolución que hoy valorará el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y que presentan Egipto, Túnez, Nigeria y Pakistán. Esa autoría ha irritado profundamente a Israel. Su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, no se ha mordido la lengua a la hora de revelar que esa misma ANP alentó la ofensiva contra Gaza con el deseo de que sirviera para hacer colapsar a Hamas, y que sólo al final de los ataques abrazó la oleada de críticas internacionales.
Los palestinos están seguros de que hoy ganarán la primera partida. “Tenemos suficientes votos”, aseguraba ayer su embajador ante la ONU, Ibrahim Khraishi, como si el informe Goldstone viajara ya camino a Nueva York

INFORME GLODSTONE: LOS CRÍMENES DE GUERRA SE PAGAN


Un apagón de luces para el mundo

A propósito del informe de la comisión investigadora de las ONU bajo la presidencia de Richard Goldstone, jurista judío de Sudáfrica, que acusó a Israel y Hamas de cometer delitos de guerra y tal vez delitos de lesa humanidad durante el último operativo Plomo Fundido en Gaza.

Por Yitzhak Laor

Con todo el pánico que se apoderó del gobierno en Israel, pudimos sentir una grata brisa. El “macho israelí”, con su mechón humano, ya no aparece en la tapa del “Times” o de “Life” sino en las listas de sospechosos de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, y tal vez en el futuro, del Tribunal de La Haya.Tras largos años de desprecio total de la comunidad internacional, transgresiones de leyes y convenciones internacionales, cuando los expertos en leyes en Israel se convirtieron en un tipo de defensores de “nuestros generales”, finalmente en la elite militar hay quienes no pueden volar para esquiar una semana en Suiza, o presenciar una función de ópera en el Covent Garden de Londres, o visitar una exposición tecnológica en Madrid, sin consultar previamente con sus abogados. Eso está bien. La arrogante consigna de Ben Gurion, “no importa lo que digan los gentiles, importa lo que hacen los judíos” siempre acompañó al Estado de Israel y permitió una actitud “rebelde” no solo a sus responsables de seguridad, el Mossad, pasando por Tzahal y hasta el Centro de Estudios Atómicos, sino que también se convirtió en combustible nacionalista para un público que se unifica alrededor de la idea de que “todo el mundo está en contra nuestro”. “Iluminamos al mundo”, otra estupidez de Ben Gurion de la época de Qibya (1) y el operativo en Gaza, se convirtió con el tiempo en un apagón de luces para que nadie vea, no sepa. Resumiendo: Pnina Sharvit Baruj, quien asesoró jurídicamente a Tzahal en el último operativo en Gaza, fue invitada a dar clases de derecho en la Universidad de Tel Aviv y la verdadera misión de “iluminar al mundo” la tomó a su cargo el juez judío Goldstone. Nuestros juristas, aquellos que ahora ruegan por una “comisión investigadora”, ¿dónde estuvieron exactamente durante la guerra? La consigna de Ben Gurion también era una mentira. El Estado de Israel siempre dependió de lo que el mundo “dice”. También ahora, con todo el poderío militar. Israel surgió de una dramática decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y se dio el lujo de escupir sobre esa fuente solo cuando se incorporaron a esa organización decenas de países en liberación. Entonces esos países fueron descalificados por ser “oscuros” y “no desarrollados”. Para los israelíes, el mundo se reduce al occidente ex colonial, y también él fue rechazado con desprecio por Israel en toda oportunidad que la conquista de los territorios palestinos no era fotogénica. ¿Con que argumentación? Hipócrita, por supuesto, u odio eterno a Israel. Lentamente todo el occidente se encogió solo a Estados Unidos, y este también se redujo solo a un grupo de presión (allá no muy apreciado), constituido por fábricas militares, organismos secretos y el Pentágono. Resumiendo, el mundo se concentró en lo que la elite militar identifica como su ambiente. Las “relaciones especiales” se consideraban un logro, ya que Israel se esforzó mucho, desde su creación, en convencer a los Estados Unidos que se trata de un socio estratégico. Nuestra democracia la comercializaron como un embalaje de lo principal: nosotros haremos nuestro trabajo, que también será vuestro trabajo. Si en su tiempo las guerras se programaban según los días de combate hasta la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, he aquí que a partir de 1967 el veto norteamericano también nos liberó de este freno. El establishment de seguridad aprendió a relacionarse con “la opinión pública mundial” como espectador de una espantosa imagen, y de aquí se desarrolló un cálculo estratégico de audiencia informativa negativa. Gaza fue herméticamente cerrada al acceso de fotógrafos y la guerra fue programada según los días del almanaque televiso de occidente, entre navidad y año nuevo. Resumiendo, el cuento de “no importa lo que el mundo diga”, ahora se hace añicos delante de nuestros ojos. Hay un mundo. No todo es traficante de armas. No todo es hipócrita. No todo es antisemita. Hay buenos judíos que no están dispuestos justamente a hacer lo que diga Tzahal. Llegó el momento en que sería oportuno equiparse de unos cuantos nuevos analistas de la realidad. (1) Acción de represalia por el ataque a una familia judía y el asesinato de una mujer en la ciudad de Yehud. La noche del 14 de octubre de 1953 Tzahal atacó la aldea Kibia en Cisjordania (entonces bajo dominio jordano) con el triste resultado de 45 casas derruidas y 60 civiles muertos (Nota del traductor).
La fuente: El autor es columnista del diario israelí
Haaretz (Tel Aviv, Israel). La traducción del hebreo pertenece a Daniel Kupervaser, editor del blog Ojalá me equivoque, dedicado a la discusión de los temas centrales de la sociedad israelí.

CRÍMENES DE GUERRA EN GAZA

TODO: Como afirmé el 31/12/2008, los gobernantes y generales que estaban cometiendo una matanza en la franja de Gaza iban a terminar en el Tribunal Internacional de La Haya, juzgados como criminales de guerra. Amén. Y a pesar de la noticia retorcida aparecida en El País (que pretende repartir las culpas (13 muertos en Israel, 1400 en Gaza) suponemos que los lectores no se chupan el dedo- Andrés Aldao

La ONU condena a Israel y Hamás por crímenes de guerra en la última ofensiva de Gaza

El Consejo de Derechos Humanos aprueba el informe Goldstone, que culpa a ambas partes durante los combates del año pasado

EFE - Ginebra - 16/10/2009
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha aprobado hoy un informe que condena a Israel y al movimiento islamista Hamás por haber cometido crímenes de guerra durante la ofensiva del pasado año en Gaza. De los 47 países que forman el Consejo, 25 apoyaron la resolución sobre el Informe Goldstone, seis la rechazaron y 11 se abstuvieron.
Sólo los países islámicos, africanos y no alineados dieron un sí unánime al texto, que contó también con el apoyo de algunos países latinoamericanos, mientras que los europeos votaron divididos. El pasado 2 de octubre, el Consejo decidió posponer la resolución sobre el informe Goldstone hasta la próxima sesión de marzo, a petición de los copatrocinadores de la misma. Sin embargo, dada la presión interna sufrida por el gobierno palestino para que la resolución se debatiera y votase, el Consejo convocó una sesión especial entre ayer y hoy.
El informe, de unas 600 páginas y elaborado por una misión de la ONU, fue remitido por el juez Richard Goldstone al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el pasado septiembre. La misión de la ONU dirigida por el juez surafricano acusa a Israel de crímenes de guerra, y también a Hamás y demás grupos armados palestinos por el lanzamiento de cohetes sobre territorio israelí, que provocaron tres muertos civiles. Además, atribuye al Gobierno israelí la aplicación de un bloqueo económico, que cuenta con el respaldo de los países occidentales y de Egipto, destinado a castigar deliberadamente a la totalidad del millón y medio de palestinos que residen en la franja.
La ofensiva israelí en la franja causó 1.400 muertes -unos 800 civiles, 235 policías y alrededor de 300 milicianos-. Goldstone reconoce que Israel empleó una "fuerza desproporcionada" y critica el "castigo colectivo" infligido a los habitantes de la franja. Si en la segunda guerra de Líbano murieron 10 libaneses por cada víctima israelí, en la contienda de Gaza fallecieron 100 palestinos por cada muerto israelí (10 soldados y tres civiles). "Teniendo en cuenta la planificación que se llevó a cabo, el empleo de la mejor tecnología disponible y la declaración del Ejército israelí de que no se cometieron errores, la misión concluye que los patrones de conducta analizados son resultado de decisiones políticas deliberadas", reza el informe. "La operación militar", continúa, "se dirigió contra la población de Gaza en su totalidad, para fomentar una política continuada destinada a castigar a la población...".

Testimonios de Wafa y Ahmed Al-Radea



Cemtro palestino para los DDHH

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández, Marwan Pérez, Carlos Sanchis, Andrés Prado y S. Seguí. Revisado por Caty R.
Entrevistados:
Wafa Al-Radea (37 años)
Ahmed Al-Radea
Fecha del suceso:
10 de enero de 2009
Lugar:
Beit Lahiya
Víctimas:
Wafa Al-Radea: herida
Ghada Al-Radea: herida

Violaciones del Derecho Internacional:

Asesinato intencionado: Grave violación de los Convenios de Ginebra
Objetivo directo: civiles (Artículo 8 (2) (b) (i) Estatuto de la Corte Penal Internacional.


El 10 de enero de 2009, Wafa Al-Radea (37 años) y su hermana Ghada (30 años) fueron alcanzadas por dos misiles disparados desde un avión teledirigido israelí no identificado. Las dos hermanas eran las únicas personas que estaban afuera, en la calle, cuando se produjo el ataque. Wafa, que estaba embarazada de nueve meses, había decidido aprovechar el hudna (alto el fuego transitorio) declarado por Israel para ir a visitar a su doctor; estaba preocupada porque sentía que el momento del parto estaba muy cercano. Las hermanas viven en Beit Lahiya, no había combates por las inmediaciones en aquel momento, y sólo los aviones teledirigidos se mantenían activos por la zona.
Walid, Wafa y Dina Al-Radea © CPDH
Tanto Wafa como Ghada resultaron gravemente heridas en el ataque. Wafa perdió la pierna derecha, que tuvieron que cortarle por encima de la rodilla. Sufrió extensas heridas por el resto del cuerpo, especialmente en la pierna izquierda, que todavía no han curado. Aunque se le proporcionó una prótesis, todavía no puede caminar bien debido a los daños sufridos en su pierna buena. Tiene dificultades para sentarse derecha y padece serios dolores. Las piernas de Ghada sufrieron grandes fracturas como consecuencia del ataque; mientras estaba en el hospital se le infectaron las heridas y se temió que tendrían que amputarle la pierna.
Debido a la extensión de sus heridas, Wafa fue dada por muerta varias veces. Tanto ella como Ghada fueron trasladadas a Egipto para recibir tratamiento, donde permanecieron aproximadamente cinco meses y medio, y volvieron a Gaza el 29 y 27 de junio respectivamente. Ambas hermanas necesitan un intenso tratamiento de seguimiento y fisioterapia. Wafa dio a luz a su hijo, Iyad, por cesárea cuando se encontraba en coma. El bebé nació el 10 de enero de 2009.
El 1 de julio de 2009, el CPDH entrevistó a Wafa y a sus hermanos Ahmed Al-Masri (38 años) y Walid (23 años) en su casa en Beit Lahiya. Wafa recordaba el día del ataque: “Era el 10 de enero, la zona estaba tranquila aunque la vida seguía siendo muy difícil. Yo estaba aterrada. Estaba embarazada de nueve meses. Le pedí a mi hermana Ghada que fuera conmigo durante el hudna para visitar a mi doctor; sentía que me quedaba muy poco para el alumbramiento. Nos encaminamos hacia la cercana clínica del Dr. Hamouda, que está en la calle principal de Beit Lahiya… Nunca llegué a la clínica”.
“En el camino, oí un avión teledirigido”, recordaba Wafa, “hacía mucho ruido. Ghada me dijo que corriera, dijo que el teledirigido iba a atacarnos. Le pregunté cómo podía saberlo y ella me gritó ‘Lo presiento, ¡corre!’. No podía correr, estaba embarazada de nueve meses. No había nadie en la calle, sólo Ghada y yo. Presentí que iban a atacarnos, no había nadie alrededor y el teledirigido hacía tanto ruido... Me oí musitando el shuhadad25. Traté de correr todo lo que pude, pero mi hermana iba por delante de mí”.
Dos misiles disparados desde el teledirigido alcanzaron a las hermanas. “Yo iba detrás de mi hermana antes del ataque”, dijo Wafa, “pero la explosión me lanzó por delante de ella. Dos veces salí catapultada. No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo. Me sentía como si hubiera perdido la cabeza. Miré mi pierna izquierda y la vi muy mal, parecía un trozo de carne cruda. No podía ver mi pierna derecha. Todas mis ropas estaban quemadas; era como si tuviera fuego dentro de mí. Casi toda mi ropa estaba quemada, podía ver como mi cuerpo estaba quemado. No podía ver a mi hermana, no sabía qué le había sucedido. Sólo pensaba en que necesitaba que alguien me cubriera, mis ropas y mi cuerpo estaban quemados y yo estaba casi desnuda”.
Un coche pasó por la zona unos quince minutos después del ataque. Los pasajeros llevaron a Ghada al Hospital Kamal Odwan. “Ambas estaban sangrando”, dijo Ahmed, “pero pensaron que Wafa estaba muerta, la cubrieron con una manta y la dejaron”. Tras el ataque, los vecinos llamaron a una ambulancia, que llegó poco después. Wafa fue llevada al hospital Kamal Odwan unos 20 minutos después del ataque. “En Kamal Odwan pensaron que estaba muerta”, dijo Ahmed, “los doctores sólo estaban preocupados por su bebé. No trataron a Wafa en absoluto”.
En el hospital Shifa le hicieron una cesárea y el hijo de Wafa, Iyad, pudo nacer satisfactoriamente. Fue sólo durante la operación cuando los doctores se dieron cuenta que Wafa todavía estaba viva y empezaron a amputarle la pierna. El hermano de Wafa es médico en el hospital de Shifa, contactó con la delegación egipcia que se encontraba allí para pedir ayuda y que la trasladaran a Egipto. “Dijeron que no había esperanza”, dijo Ahmed, “pensaban que se les iba a morir en el camino”.
Finalmente trasladaron a Wafa a Egipto el 12 de enero, cuando aún se encontraba en coma. Walid, el hermano de Wafa, la acompañó. “Era muy peligroso”, dijo Walid, “para llegar a Rafah teníamos que pasar a través de las posiciones israelíes. Había montones de tanques. Antes de que llegáramos al cruce de Rafah, Wafa dejó de respirar. Dijeron que estaba muerta e iban a regresar a Gaza. La delegación egipcia viajaba en el convoy con nosotros y les pedimos ayuda. Trabajaron con su corazón durante treinta minutos. Finalmente, el corazón de Wafa empezó a latir y volvió a respirar”.
“Llegamos al hospital de Zaytun, en El Cairo, alrededor de las ocho de la mañana del día 13 de enero. El viaje nos llevó doce horas. Wafa fue trasladada de inmediato a la Unidad de Cuidados Intensivos. Estuvo allí durante dos semanas antes de que se decidieran a operarla. La operaron seis o siete veces. En la UCI su cuerpo estaba cubierto de vendas, sólo podía verle los ojos. Las enfermeras tardaban seis horas en cambiar sus vendajes”.
Wafa estuvo en coma alrededor de quince días. Según el informe médico, al que el CPDH tuvo acceso, Wafa sufrió numerosas operaciones. Los doctores le hicieron un injerto de piel, poniendo piel del brazo izquierdo en la pierna izquierda.
“Durante la primera operación se intentó salvarle la pierna izquierda”, dijo Walid. “Perdió mucha sangre, era muy peligroso. Los doctores pensaron que había muerto. Dejaron de operarla y la devolvieron a la UCI. Después de cuatro días, Wafa se había estabilizado un poco y entonces trataron de operarla de nuevo. Tuvimos suerte, un doctor, el Dr. Ahmed Shehad, insistió en que había que intentar salvarle la pierna [izquierda]. Los demás doctores pensaban que era inútil, pero él dijo que haría cuanto pudiera. Todos se quedaron tan sorprendidos de que Wafa todavía estuviera viva, era increíble. El equipo médico egipcio tuvo muchas dificultades para tratarla, era el caso más difícil del hospital, tenía todo el cuerpo lleno de heridas”.
“Fui muy afortunada al tener al Dr. Shehad”, dijo Wafa. “Me cuidó, me adoptó. El Dr. Shehad me salvó la pierna…”
Estuvieron haciéndole operaciones a Wafa hasta finales de abril, aproximadamente tres meses y medio después del ataque. Cuando pudo empezar la rehabilitación, se le proporcionó una pierna prostática. “Me llevó un mes aprender a caminar con mi nueva pierna”, dijo Wafa. “Me enseñaron a utilizar la pierna, pero no podía doblarla por la rodilla. Mi propia pierna está muy mal, no puedo utilizarla bien, todavía continúa muy malherida. Necesitaré más terapia. Aún no puedo caminar”.
Fue en Egipto, un tanto recuperada, cuando Wafa supo que había tenido al bebé satisfactoriamente. “Cuando Wafa fue volviendo un poco en sí, le dije que había hablado con su marido”, dijo Walid. “Le dije que él le enviaba saludos, y también sus hijos, y también su hijo Iyad”.
“Yo le dije: ¿Quién es Iyad? No tengo ningún hijo que se llame Iyad”, recordó Wafa. “No podía creer que había dado a luz, pensé que había perdido al bebé”. Después de dos meses, poco a poco empecé a creérmelo, tuve que ver su foto en el teléfono móvil”. Wafa vio a Iyad por vez primera antes de ser entrevistada por el CPDH. “Al principio, no sabía que era mío, después me abrazó. Y ellos me dijeron que ese era Iyad”.
Mientras Wafa estaba bajo tratamiento en Egipto, su hija mayor, Dina, crió a Iyad. “Ahora nos cuida a los dos, a Iyad y a mí”, dijo Wafa.
“Siento mucho dolor por dentro”, dijo Wafa. “No puedo hablar de lo que ocurrió, es demasiado duro. No puedo sentarme aún, me resulta muy doloroso sentarme y levantarme, tengo que tener la pierna [izquierda] en alto”.
Wafa y Ghada fueron el objetivo directo de un avión teledirigido israelí. Eran las únicas personas allí en la calle en el momento del ataque. Dada la tecnología y capacidad de los teledirigidos, es razonable pensar que el operador del avión podía haber identificado a las dos hermanas como mujeres y civiles. El CPDH cree que Wafa y Ghada se convirtieron en objetivo directo, violando normas fundamentales del DIH. Por tanto, el CPDH cree que este ataque constituye el crimen de asesinato premeditado, una grave violación de los Convenios de Ginebra. Además es un crimen de guerra, como aparece definido en el Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Fuente:
http://www.pchrgaza.org/files/Reports/English/pdf_spec/through-women's+_eyes.pdf

SHALIT NO FUE SECUESTRADO


Uri Avnery

El soldado a quien se captura durante una acción de guerra es, en todos los idiomas, un prisionero de guerra; en todos los idiomas y en todas partes. Gilad Shalit fue hecho prisionero en el transcurso de un acción militar, entonces, ¿por qué se le califica como “soldado secuestrado”?
Es el gobierno de Israel el que acuñó el término “soldado secuestrado”. Y los medios de comunicación, obedientes, se unieron al coro. Shalit lleva 1.205 días como prisionero de guerra. La conducta del gobierno de Israel, de los políticos y de los generales responsables de este escándalo, despierta indignación y enojo en todas las personas decentes, no sólo en los soldados combatientes. A los presos de guerra no se les abandona a su suerte. No se deja a un soldado herido en el campo de batalla. Existe un contrato tácito con todas las personas reclutadas por el ejército, y mucho más con alguien que sirve en una unidad de combate. Aquí hay un incumplimiento de contrato, una violación de la confianza, en resumen, un acto despreciable.
La violación comienza con la elección de los términos, y el proceso de denegación comenzó de inmediato. El gobierno de Israel se negó a llamar la caída en prisión de Shalit por su verdadero nombre, argumentando que se trataba de un “secuestro”. La prensa israelí, que en los asuntos de seguridad marcha como un pelotón prusiano detrás de sus generales, se unió al coro. Todos, casi sin excepción, hablaron desde el primer día de un “soldado secuestrado”. El término es significativo. Todos los ejércitos del mundo utilizan el intercambio de prisioneros. Generalmente, esto se lleva a cabo al final de las contiendas. Algunas veces ocurre en medio de la guerra. El ejército libera a combatientes enemigos para posibilitar el retorno de los propios.
En los secuestros, la situación es totalmente diferente. Cuando unos delincuentes secuestran a una persona y piden rescate, cabe la pregunta de si se quiere pagar o no. Y esto puede incentivar otros secuestros. Es como dar un premio a los delincuentes.
La prensa mundial, casi sin excepciones, también se adhirió a la terminología israelí. En todo el mundo se habló del “soldado israelí secuestrado” y no del “prisionero”. Los diarios ingleses y alemanes que utilizaron este término no habrían osado utilizarlo con sus soldados en Afganistán. Desde el momento en que a Gilad Shalit se le denominó “secuestrado”, le sentenciaron a todo lo que le ha sucedido desde entonces. La plena vigencia de la supremacía de gran alcance de la propaganda israelí a lo largo de toda la competencia, si la hay, encuentra su expresión en este caso.
También la negociación entre Israel y Hamás, con el arbitraje alemán y/o egipcio, es sobre un intercambio de prisioneros. El intercambio tiene dos partes, Shalit y los palestinos. En todo el mundo, igual que en Israel, sólo se habla de la liberación del soldado israelí. Los candidatos palestinos a la liberación son simples objetos, mercadería, despojados de características humanas. ¿No están contando ellos los días, junto con sus padres e hijos?
Se les denomina “terroristas” con “sangre en las manos”, delincuentes criminales, criminales humildes. Y cuando la gente habla de la liberación de cientos de asesinos por un solo soldado israelí, se enfrenta a una gigantesca barrera psicológica, lo que se denomina vida y muerte.
Conceptos recargados determinan la conducta de los dirigentes. Las diferentes y contradictorias narrativas de los dos pueblos hacen imposible el entendimiento hasta en los menores detalles. Las barreras psicológicas son muy poderosas. En lo que respecta a Gilad Shalit, debe haber demandas para acelerar las negociaciones que lleven a un intercambio de prisioneros en un futuro cercano. Hasta entonces, debe darse a los intermediarios la seguridad de que no habrá ningún intento de liberarlo por la fuerza. A cambio, Hamás debe permitir que le visite la Cruz Roja y, si es posible, su familia.
Todo lo demás es manipulación y habladurías.