27 marzo 2007

TODO el mundo entresemana

¡¡A éste hay que rajarlo!!
Alfredo Bisordi
Los "puros" siempre apuntan para el lado contrario...


En la ciudad de Buenos Aires hay marchas y contramarchas, se denuncia a los criminales del proceso, se le exige al presidente que liquidó la corte suprema menemista, hizo reabrir los procesos a los asesinos que aún están entre nosotros, desalojó de las paredes los retratos de los genocidos, convirtió la ESMA en un museo del horror y la culpa, en un lugar de peregrinación para las generaciones que no han sabido de las desapariciones, las torturas y el Plan Cóndor... Se le exige, decíamos, que "...haga aparecer con vida al compañero López...". Estos son los que viven de espaldas a la realidad, con nostalgias de la izquierda que denunciaba los crímenes en Argelia, Indochina, Santo Domingo, Guatemala, Nicaragua, etc., y ni tenía idea, o no le importaba, lo que ocurría en la Argentina a partir de septiembre de 1955. Son los que marchan con sus exigencias "todo o nada", con el infantilismo de una barricada vacía, con el antiguo gorilismo siempre a flor de piel... En lugar de apuntar a los verdaderos culpables, hacen "manifestaciones paralelas", puras, manifestaciones de "contenido", manifestaciones de "principios", porque los principios son Ellos per se. Bueno: les doy una bandera, simple, popular y necesaria.... de primera necesidad: echar como a un guardián ucraniano de Treblinka al presidente del tribunal de Casación: ¡¡ése es un objetivo!!
Primero, ante todo, paso a paso, escrachar de día, escrachar de noche, escrachar en el tribunal, en la calle, en la casa, los lunes, los jueves, los domingos. Hasta hacerlo renunciar. A él y al resto de los jueces de la dictadura. Hay generales y torturadores que se mueren en sus camas de dos plazas, reconfortados por la santa paz del señor...
¡Cuánta razón tenía el teniente general Benjamín Rattenbach:
Augusto Rattenbach: "El informe Rattenbach fue adulterado"
La investigación realizada por Rattenbach sobre la guerra de Malvinas originó una conspiración de silencio que salió a la luz gracias al periodismo. El hijo de aquel general cuenta que su padre descubrió, que se habían quitado las páginas que comprometían al entonces capitán Astiz
Pocos recuerdan a esta altura que Leopoldo Fortunato Galtieri resultó absuelto en el juicio a las juntas militares. ¿Cómo fue posible, entonces, que Carlos Menem lo incluyera en su ancha canasta de indultos? Sucedió que el campechano y ostentoso dictador de ojos celestes, presidente y jefe del Ejército durante el ahora evocado primer semestre de 1982, había sido destituido y condenado a doce años de reclusión, en 1986, por su responsabilidad en la guerra de Malvinas. Las causas judiciales que lo conservaban preso cuando lo sorprendió la muerte sí estaban relacionadas con derechos humanos (correspondían a su antigua actuación como comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario); en cuanto a sus responsabilidades como conductor de la guerra, fue definitivamente perdonado por Menem.
Pero hubo un informe mucho más duro que aquel del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que, además de a Galtieri, condenó a Jorge Anaya a 14 años de reclusión y destitución, y al brigadier Basilio Arturo Lami Dozo a 8 años de reclusión (luego, al revisar las sentencias, la Cámara Federal las unificó en 12 años). Ese otro informe intentó ser tapado por una conspiración de silencio, pero logró saltar el cerco de la censura para estallar en los titulares de todos los medios del país. Fue el Informe Rattenbach, así llamado porque lo elaboró una "Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur" que presidía el teniente general Benjamín Rattenbach, fallecido poco después a los 82 años, en 1984, de un derrame cerebral. El informe había sido encargado por la última junta militar del "Proceso" (general Cristino Nicolaides, almirante Rubén Franco, brigadier Augusto Hughes) y debía tener carácter secreto, pero en forma inesperada una versión del texto apareció publicada en la revista Siete Días (ver recuadro), lo cual contribuyó a potenciar la de por sí explosiva dureza de su letra, que entre otras cosas recomendaba, para juzgar a los responsables de Malvinas, tener presente el artículo del Código de Justicia Militar que impone la pena de muerte a quien entrega una plaza sin pelear.
A 24 años de la revelación periodística que desnudó la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la guerra de Malvinas, el hijo del autor de aquel histórico informe, el músico y coronel Augusto Benjamín Rattenbach, revela que las Fuerzas Armadas no sólo intentaron silenciar los resultados de la investigación de su padre (las únicas copias del original Rattenbach son clandestinas), sino que adulteraron la información cambiando algunas hojas en las que se analizaba el desempeño de Alfredo Astiz durante el conflicto para alivianar los cargos.
"Mi padre tenía un sentido de la disciplina que inspiraba respeto en el Ejército, porque además tuvo una ética a prueba de balas", dice hoy, en su departamento de Barrio Norte, este coronel de 79 años al que no se conoce tanto por haberse rebelado en su momento contra el general Alejandro Lanusse (quien lo pasó a retiro) o por haber integrado en los años ochenta el núcleo fundador del Cemida (Centro de Militares para la Democracia) como por su condición de músico.
La firmeza del Informe Rattenbach, una revisión impiadosa de la guerra escrita puertas adentro en tiempos de autoamnistías y repliegue a los cuarteles, quizás se explique en gran medida por la formación prusiana y el espíritu profesionalista del hombre fuerte de la comisión investigadora. Quien ahora evoca a aquel teniente general, su hijo el coronel compositor, recuerda que los Rattenbach vivían en 1933 en Berlín porque el Ejército había enviado al entonces mayor Benjamín Rattenbach a capacitarse en la Escuela de Guerra del Ejército alemán, casualmente la misma donde estudiaría el hijo en 1959 y 1960, ya en plena Guerra Fría. El padre, cuenta hoy el hijo, incluso conoció personalmente a Hitler. Pero advierte, raudo: "Gran parte de los militares argentinos que fuimos enviados a Europa para capacitarnos volvimos con un concepto profesionalista, con ideas más favorables a la democracia".
Cabe recordar, con todo, que Rattenbach padre fue secretario de Guerra del gobierno de facto de José María Guido, cargo que le ofreció el por entonces poco golpista Juan Carlos Onganía, líder de los Azules, más tarde dictador.
-Cuando en 1982 la Junta Militar convocó a su padre, ¿él conservaba protagonismo público?
-Mi padre había fundado una disciplina, la sociología militar, actividad académica que trascendió en el exterior. Participaba en congresos en Europa y Latinoamérica. Varias veces le habían ofrecido cargos, pero los había rechazado. Estaba en su casa, retirado.
-¿Por qué lo eligieron a él?
-Porque era el general más antiguo del Ejército.
-¿Se conocía ya su postura crítica respecto de la guerra?
-Sí, pero además de ser el más antiguo era el de mayor prestigio, una figura menos cuestionable que otras.
-¿Y cómo reaccionó cuando lo convocaron?
-Aceptó de buen grado. Como él entendía que hacía falta darle una explicación al país, se adelantó e hizo un informe personal para que la Junta le hiciera saber a la población qué había pasado. La Junta no lo quiso publicar. Ese informe quedó archivado.
-Del informe definitivo, el que luego se conoce como Informe Rattenbach, quizás lo más impactante haya sido la interpretación que se hizo de que su padre pedía la pena de muerte para Galtieri.
-No lo dice así. Figuran en el texto los artículos correspondientes del Código de Justicia Militar y en algunos casos dice que debía haberse aplicado la pena de muerte.
-Sorprende que la junta militar haya convocado a su padre si, tal como usted dice, cabía esperar que se pronunciara con gran dureza. ¿Por qué piensa que lo hicieron?
-Además de que había que darle una explicación al país, en ese momento salió un documento publicado por las fuerzas armadas inglesas. Eso incidió. Mi padre quería hacer algo corto, que fuera contundente, para que el país supiera qué había pasado. Los demás miembros de la comisión querían un análisis, digamos, más tranquilo.
-¿Tenían muchas diferencias?
-Es que también había un problema de dinero. Cuando se formó la comisión les asignaron un sueldo o un sobresueldo, no sé cómo llamarlo. Mi padre renunció a eso. Los demás no.
-¿Entonces dentro de la comisión había relaciones tensas?
-Sí, también debido a los interrogatorios, que fueron realmente muy duros. Sentaron en el banquillo a Galtieri y a todos los demás responsables de la guerra.
-¿Su padre le comentaba a usted lo que iban sabiendo a medida que avanzaba la investigación? ¿Encontraron cosas peores de lo que esperaban?
-Encontraron cosas mejores y peores. Las peores estaban en el nivel superior. Ni siquiera un diletante podría haber hecho tantas macanas. Y, en cambio, abajo había muchos actos heroicos, muy importantes, que fueron resaltados en el informe.
-¿Qué hay de cierto sobre las escasas copias que se hicieron del informe? ¿Usted conserva una?
-Yo no tengo ninguna. Cuando entregaron el informe se hicieron trece ejemplares. Los trece fueron llevados al Estado Mayor del Ejército y allí los guardaron en una especie de habitación blindada que está en el tercer piso. Pero sucedió que a mi padre lo involucraron en un sumario relacionado con el capitán Astiz. Entonces pidió que le enviaran su ejemplar. Y cuando estaba trabajando en la contestación del sumario, se murió. Pero antes de morir me dijo: "Estuve leyendo el informe y han cambiado hojas, las que corresponden a la actuación del capitán Astiz en las islas Georgias". Es evidente que fue adulterado.
-¿Las cambiaron a favor de Astiz?
-Por supuesto. Para alivianar los cargos.
-¿Y qué pasó con la copia de su padre?
-Creo que mi tercera madre (yo tuve tres madres) la devolvió al Estado Mayor.
-¿Las Fuerzas Armadas nunca publicaron el Informe?
-No, esta edición (toma en sus manos un libro de tapas azules), al igual que otra que hubo, fueron clandestinas.
-¿Cómo es visto el apellido Rattenbach en el Ejército?
-Por los procesistas, mal. El informe es un tema de los medios. La fuerza en general no lo incorporó. Pero por lo menos la edición clandestina corrió muchos velos.
-¿Para usted qué fue la guerra de Malvinas?
-Un disparate. No sólo por la forma en que se llevó a cabo sino por el momento y las circunstancias.
-¿Y la "desmalvinización" posterior?
-Una manifestación más de la indiferencia que tiene el país ante sus servidores. Tendría que haber un auge del interés por recuperar las islas y apoyar a la gente que se jugó. No hubo dureza con los responsables de la guerra y sí la hubo con los ex combatientes.
Por Pablo Mendelevich

25 marzo 2007

TODO, nueva edición

T O D O e l m u n d o a través del pensamiento
(Título de la revista editada por Bernardo Kordon en 1946)
Marzo 25 − 2007 <> Editado en Maalot Tarshija − Israel
Editor y creador de la página: Andrés Aldao
Para suscribirse o cartas, envíe un e-mail a: andresaldao2005@yahoo.es
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“Las ideas no se matan... se deforman” (Andrés Aldao)
"Si no lee los diarios, estará desinformado, si los lee, estará mal informado" (Marck Twain)
“Dios me puso sobre Israel , como el tábano sobre el noble caballo, para picarlo y desinflar los globos del agit–prop oficial.”

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Los últimos días de Pompeya y Herculano

por Andrés Aldao

La otra noche, contemplando el noticioso de la TV, tuve oportunidad de ver a tres gendarmes israelíes trompeando con saña a un muchachito palestino. “Hay muy poco de constructivo en la cinta difundida ayer por la edición electrónica del diario israelí Yediot Ahoronot, unas imágenes que sustentan las palabras de Dugard. Tres policías de fronteras (gendarmes) acorralan a un joven de 17 años, Hindawi Qawarik, entre un vehículo militar y una pared y le propinan al menos ocho manotazos y puñetazos en la cabeza y el cuerpo. No debía ser ningún miliciano buscado por el ejército porque tras los golpes dejan marchar a Qawarik, quien aseguró que antes le habían golpeado con el fusil en las piernas. Sucedió el miércoles en Hawara, un pueblo cercano a Nablus, en Cisjordania. Zahava Gal-On, diputada del partido izquierdista Meretz, apuntó: “Es increíble que la policía utilice la violencia porque creen que nadie los está viendo y que no serán castigados. Las imágenes muestran la brutalidad de la ocupación en los territorios ocupados”.
La visión de ese acto de barbarie cotidiana, practicado con esmero de conquistador, me dio la síntesis, la definición de lo que significa la existencia del estado de Israel. Fuertes con los débiles, frágiles con los fuertes...
¿De dónde surge la caída estrepitosa del país, su extenuación, el espectáculo ridículo que dan sus no gobernantes? No hay ninguna fuente de poder que no esté infectada de corrupción y prevaricato.
Ahora le ha tocado el turno al ministro de economia... no estafador, no timador... un simple delincuente, un vulgar ladrón de cuello blanco y alma negra. amigo del primer ministro, otro malhechor de capa caída, y la larga lista de funcionarios, la mayoría aplastante proveniente del likud, del revisionismo fascista y herederos de Jabotinsky.
En el mismo informativo tuve oportunidad de ver a Nomi Blumental, otra de las preciosidades del likud, que fue condenada a ocho meses de prisión efectiva por comprar votos de miembros del comitá central del partido mafioso, likud.
Ninguno de los corruptos renuncia, ni se le ocurre renunciar. La Comisión Investigadora Winograd está preparando su informe, en el que, según ha trascendido, no quedará títere con cabeza ni cabezas sobre títeres. El gobierno está paralizado, el país se mueve por inercia, no hay dirección impositiva, el seguro social hace lo que quiere, los trabajadores municipales hace un añoque no cobras suas sueldos, altos funcionarios de los servicios médicos cobran sueldos millonarios, al igual que altos gerentes del Banco Central.
Al mismo tiempo, vientos de revancha moralizan al desmoralizado cuerpo de jefes y oficiales de Tzáhal desde que asumió el mando el teniente general Asquenazi. Hace un par de días hubo un simulacro espectacular ante un ataque de “armas químicas”, pero cuando quisieron actuar en la invasión al Líbano el 12 de julio de 2006, la milicia militar del Hisballa provocó el pánico en el estado mayor y dejó indefensos a un millón de personas.
Jalutz, el criminal de la aeronáutica, se fue a casa antes de que lo degradasen. Olmert y Péretz sobreviven, pero la lava hirviente del Vesubio israelí los va a cubrir a ellos y a sus cómplices.
Sin equivocarme, profetizo los últimos días de Pompeya y Herculano...

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24 de marzo de 1976: no fue el comienzo

sino la prosecución de los Idus

En un anexo del archivo de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), creada en 1984 para recoger las denuncias de los casos de secuestros, torturas y desapariciones de personas durante la dictadura, se agruparon los casos de víctimas de ese tipo de delitos y de ejecución sumaria previas al golpe de Estado de 1976. En esa lista de la Conadep, que toma denuncias de casos ocurridos entre 1966 y 1976, hay 1.170 víctimas, 1.122 de las cuáles fueron blanco de desapariciones o ejecuciones entre 1973 y 1976. Entre los crímenes más sonados de esta banda se encuentran el asesinato a balazos de Ortega Peña, de Frondizi, acribillado en la puerta de su casa, y del entonces subjefe de la Policía Federal, Julio Troxler. También a la Triple A se le atribuye el asesinato del sacerdote Carlos Mugica, activista del Movimiento de Curas del Tercer Mundo y de la Teología de la Liberación, de actuación destacada en favor de los habitantes de barrios marginales y adherente al peronismo de izquierda. La primera denuncia contra la Triple A data de 1975, cuando el abogado Miguel Radrizzani Goñi pidió a la justicia que investigue a la organización liderada por López Rega. Pero la causa produjo escasos avances y recién en 1986, tras la recuperación de la democracia, se consiguió detener al ex ministro.
López Rega y el entonces comisario general de la Policía Federal Argentina, Alberto Villar, organizaron la Triple A durante el gobierno interino de Raúl Lastiri, en 1973. El Brujo, como se donominaba a José López Rega, estaba al frente del Ministerio de Bienestar Social cuyos fondos desvió para financiar la organización y el armamento del grupo paramilitar; seguiría en ese cargo durante el gobierno de Perón y, a la muerte del mismo, en el de su mujer, Isabel Martínez, sobre la cual ejercía una extraordinaria influencia basada en una compartida devoción espiritista.
El primer atentado registrado de la Triple A tuvo lugar el 21 de noviembre de 1973, cuando la organización —como represalia por el asesinato del sindicalista conservador José Ignacio Rucci a manos de los Montoneros un mes antes— colocó una bomba en el automóvil del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. El artefacto explotó y mutiló al senador, pero no logró matarlo; dos años más tarde repetirían infructuosamente el intento.
Durante los dos años siguientes, la Triple A llevó a cabo múltiples atentados, incluyendo algunos contra figuras gubernamentales, judiciales y policiales consideradas permisivas o afines a las organizaciones armadas; la lista incluye a Silvio Frondizi, hermano del ex-presidente Arturo, al ex subfeje de la Policía Julio Troxler, el defensor de presos políticos Alfredo Curutchet, el ex vicegobernador cordobés Atilio López y el sacerdote Carlos Mugica.
La CONADEP ha probado la intervención de la Triple A en 19 homicidios en 1973; 50 en 1974 y 359 en 1975; se sospecha además de su participación en centenares de otros. Además, las amenazas de muerte entregadas por la misma llevaron al exilio a muchos otros, incluyendo científicos como Manuel Sadosky, artistas como Héctor Alterio y políticos como José Ber Gelbard. De acuerdo a las investigaciones más citadas al respecto, sólo entre los meses de julio, agosto y septiembre de 1974 la Triple A habría realizado 220 atentados, de los que resultarían 60 víctimas mortales y 44 heridas de gravedad, además de 20 secuestros. La estimación global se coloca en el orden de los 1500 crímenes, los cuales se encuadran como crímenes de lesa humanidad.
López Rega era miembro de la logia masónica Propaganda Due, dirigida por Licio Gelli, la cual trabajó en la Operación Gladio. El modus operandi de la masacre de Ezeiza fue similar al de los sucesos de Montejurra o a la masacre de la plaza Taksim en Estambul.
El general, dictador-genocida, Jorge Rafael Videla, que derrocaría a Martínez de Perón poco después de la caída en desgracia y exilio de López Rega, era un simpatizante de la organización. El 19 de julio de 1975, los Granaderos descubrieron, al desmontar la sede del renunciante López Rega en el Ministerio, un arsenal de armas de guerra, incluyendo ametralladoras, granadas y fusiles de francotirador. El escándalo consecuente lo implicó, así como a Isabel, en acusaciones de corrupción por malversar fondos del gobierno.
Para el inicio del Proceso de Reorganización Nacional, la mas sangrienta dictadura que sufrió la Argentina, la Triple A comenzó a desmantelarse, pasando la mayoría de sus miembros a formar parte del aparato represor del gobierno de facto, las acciones antisubversivas fueron llevadas a cabo en lo sucesivo por el propio gobierno.
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Mayoría de israelíes no quiere

boicotear al nuevo gobierno palestino

Más de la mitad de los israelíes está en desacuerdo con la decisión de Ehud Olmert de no concertar relaciones con el nuevo gobierno de coalición palestino, que no reconoce explícitamente el derecho de existir del Estado de Israel.
El 39% de las 517 personas entrevistadas por el ‘Instituto de Investigación Dahaf’ afirmó estar de acuerdo en que Israel debería dialogar con el nuevo gobierno de unidad palestino, conformado por Hamas y Al Fatah.Otro 17% indicó que el gobierno sólo debería tratar con los ministros palestinos de Al Fatah, liderado por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. El 40% restante señaló que no debería haber ningún tipo de contacto.El sondeo -publicado este lunes 19 de marzo- tenía un margen de error de 4,3%.El Primer Ministro Olmert expresó que las negociaciones de paz con el gobierno de coalición palestino serán imposibles mientras se niegue a renunciar a la violencia y reconocer el derecho a la existencia al estado de Israel.“No podemos tener contacto con miembros de un gobierno que justifica la resistencia o, en otras palabras, el terrorismo”, declaró Olmert ante su gabinete. Los ministros avalaron la posición del premier e instaron a los países occidentales a mantener las sanciones económicas impuestas luego de que Hamas ganara los comicios parlamentarios en enero de 2006.

Las pesadillas del doctor Frankenstein

En 1987, con el objetivo de crear un contrapeso que debilitara el poder de la OLP, los servicios secretos israelíes resucitaron una asociación religiosa dedicada fundamentalmente a obras benéficas: el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas), su actual pesadilla.

Por Adrián Mac Liman

Cuando los servicios de inteligencia militar israelíes decidieron resucitar, en diciembre de 1987, al Movimiento Nacional de Resistencia Islámica (Hamas), nadie podía imaginar que la criatura acabaría convirtiéndose en una pesadilla para el establishment político hebreo. Apenas diez días después del inicio de la primera Intifada, los oficiales de inteligencia se limitaron a "reactivar" una asociación de corte religioso creada en Gaza a finales de la década de los 70, que dedicaba la mayor parte de sus actividades a obras benéficas: creación de guarderías, escuelas, hospitales, centros de capacitación profesional, siguiendo el ejemplo de la cofradía de los Hermanos Musulmanes egipcios.
Pero el nuevo Hamas, más radical que la organización primitiva, reivindicaba la introducción de la sharia tanto en los territorios ocupados por Israel en 1967, como en el resto de la llamada "Palestina histórica", de la franja terrestre que va desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Los militantes integristas de la década de los 80 se negaban a reconocer la existencia del Estado de Israel, que tachaban de mero accidente histórico en Tierra Santa. Su compromiso consistía en borrar a la "entidad sionista" del mapa de Palestina y crear un Estado islámico acorde con los cánones del Corán.
La intransigencia de Hamas, su tajante rechazo del diálogo con la OLP tras la creación en 1994 de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), su apuesta por la lucha armada como único medio de resistencia contra la ocupación militar israelí desembocaron, después del 11-S, en la inclusión del movimiento liderado por el jeque Ahmed Yassin en las listas negras del Departamento de Estado norteamericano y de la Unión Europea.
Las elecciones generales celebradas en enero de 2006 en Palestina, con la abrumadora victoria de Movimiento Islámico, no lograron cambiar los datos del problema. Al contrario, la eficaz maquinaria de propaganda israelí se encargó de convertir el fracaso de la corrupta ANP en una amenaza para las instituciones democráticas hebreas. En resumidas cuentas, el monstruo ideado por el doctor Frankenstein pasó a ser una auténtica obsesión para las autoridades de Tel Aviv.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Hamas ha experimentado numerosos cambios. Al echarse al ruedo de la política, el Movimiento Islámico aceptó implícitamente la concertación con las demás agrupaciones nacionales. Más aún, los islamistas parecían propensos a circunscribir sus exigencias acerca de la creación del Estado islámico a los territorios de Cisjordania y Gaza. Otro detalle importante fue la negativa de Hamas de aceptar el apoyo moral o material ofrecido en reiteradas ocasiones por Al Qaeda o Hezbollah. Los líderes del movimiento de resistencia hicieron especial hincapié en el carácter meramente local de su lucha por la independencia, negándose a compartir el ideario de las agrupaciones radicales panislámicas. Pese a ello, Israel logró convencer a la comunidad internacional sobre la necesidad de imponer sanciones económicas y financieras al Gobierno de Hamas. Sanciones que afectaron más a la población de los territorios que a sus gobernantes.
Las condiciones impuestas por el Estado judío para el levantamiento del embargo son: el reconocimiento de Israel por parte de Hamas, la renuncia formal a la violencia y la aceptación de los acuerdos bilaterales rubricados por Al Fatah. Lo que podría traducirse en una renuncia unilateral de Hamas a su ideario, a los principales puntos del programa electoral.
El Movimiento Islámico no tiene interés en abandonar su plataforma sin haber recibido contrapartida alguna por parte del Estado judío. Sin embargo, el Gabinete Olmert no parece dispuesto a transigir: tampoco el nuevo Gobierno de Unidad Nacional, creado a raíz del acuerdo de La Meca, cuenta con el visto bueno de Tel Aviv. Además de exigir un reconocimiento explícito por parte del nuevo ejecutivo, Israel se reserva el derecho de hacer caso omiso de la voluntad de los palestinos, limitándose a dialogar sola y únicamente con el Presidente de la ANP, Mahmud Abbas. Extraña manera de abordar las relaciones bilaterales con los vecinos; extraña interpretación del concepto de democracia.
Ahora bien, si se parte del supuesto de que el "monstruo" creado hace veinte años por los doctores Frankenstein de los servicios secretos domina las pesadillas de quienes preferirían vivir rodeados de irrelevantes y sumisos "bantustanes", las reticencias parecen hasta cierto punto comprensibles.
La fuente: el autor es escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París). Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (
CCS).

El diálogo con Siria puede

"salvar" a Ehud Olmert

MARIO SZNAJDER (*)

La situación política interna de Israel se ha complicado de manera paradojal. Por un lado, el gobierno del primer ministro Ehud Olmert goza de una cómoda mayoría parlamentaria, que le aseguraría, en tiempos normales, una larga supervivencia política. Por otro lado, la sucesión de escándalos que afectan a la mayoría parlamentaria, a algunos ministros y al propio Olmert, crean una sensación de inestabilidad continua y hacen pensar a muchos que sería difícil diagnosticar la supervivencia de este gobierno más allá de 2007.
No es que en la oposición, encabezada por el Partido Likud y su líder, Benjamín Netanyahu, o entre los socios de la coalición como el Partido Laborista liderado por Amir Peretz, el Partido Shas, liderado por Eli Yishai, o el Partido Israel Beiteinu (Israel, nuestro casa), bajo el mando de Avigdor Liberman, se perfile una personalidad política sobresaliente. No existe algún estadista capaz de proponer soluciones positivas y de largo alcance a las crisis y conflictos que confronta Israel.
Tampoco hay una formación política sólida con claras bases ideológicas en contraposición al Partido Kadima de Ehud Olmert, un partido de centro sin clara ideología. La política israelí hoy se ve más como una rápida carrera hacia lo incógnito que cualquier otra cosa.
Dos tipos de peligros internos oscurecen el horizonte político de Ehud Olmert como primer ministro de Israel. El primero tomará forma concreta cuando la Comisión Winograd --que investiga los antecedentes y prácticas de la guerra en Líbano de 2006-- publique su informe preliminar. Comisiones investigadoras anteriores, y sus informes, ya han provocado la renuncia del comandante del Estado Mayor, el general Dan Halutz y del comandante en jefe de la policía de Israel, el comisario general Moshé Karadi.
Las renuncias fueron llevadas a cabo en una situación en la que los renunciantes habían perdido toda credibilidad pública --y apoyo político-- a raíz de los informes sobre su actuación profesional al enfrentar las crisis de gran envergadura, como lo fue la guerra en Líbano.
Los cambios y renuncias en el ámbito de las elites militares podrían reforzar a Olmert sólo en caso de que la comisión Winograd establezca que todo lo sucedido en el verano pasado --alrededor de las crisis de Gaza y Líbano-- era de exclusiva responsabilidad militar. Sería muy extraño que esta comisión llegara a este tipo de conclusión, tratándose, en el caso de Israel, de un Estado democrático, donde todo lo militar está completamente supeditado al poder civil, democráticamente elegido y establecido, y a cuya cabeza se encuentra el primer ministro, Ehud Olmert.
Si la Comisión Winograd estableciera que los fracasos y las crisis vividas en torno a las acciones militares en Gaza y Líbano son de exclusiva responsabilidad militar, Ehud Olmert tendría que explicar entonces la falta de control civil, o admitir que esta democracia no funciona. En ambos casos, es muy probable que surja una fuerte ola de demandas de renuncia. Los reclamos provendrían desde el seno de la opinión pública, la población del Norte de Israel --atacada masivamente con misiles livianos, quedando indefensa frente a éstos--, la oposición política e incluso grupos de militares reservistas, muy afectados por los sucesos desarrollados en Líbano durante 2006.
Ehud Olmert confronta al mismo tiempo, una serie de escándalos relacionados con acusaciones de corrupción y abuso de poder. El primero de ellos tiene que ver con la venta de las acciones de uno de los grandes bancos de Israel en el tiempo en que Ehud Olmert era ministro de Finanzas y responsable de esta operación. Otro de ellos se refiere a los nombramientos ilegales de allegados políticos cuando Olmert aún se contaba entre los líderes del Partido Likud. Por último destacan las compra-ventas inmobiliarias con descuentos que superan lo imaginable a su favor y las acusaciones de corrupción contra allegados muy cercanos al actual primer ministro.
Todo esto apuntaría a un semillero de crisis que terminarían, una u otra, o el conjunto de todas, o alguna combinación de estas, provocando la renuncia del actual primer ministro, pese a la cómoda base parlamentaria con la que cuenta. Y a pesar también de que en un Parlamento que también está afectado por escándalos y descrédito, no haya muchos parlamentarios proclives a someterse en tan corto plazo --las últimas elecciones parlamentarias en Israel se llevaron a cabo en marzo de 2006-- al veredicto popular.
¿Es esta una visión determinista sobre el futuro político de Ehud Olmert y el actual gobierno de Israel? De ninguna manera. En política siempre hay soluciones multi-opcionales, limitadas sólo por la realidad. En el caso de Ehud Olmert hay un paso --que hasta ahora se ha abstenido firmemente de tomar-- que le permitiría sobrevivir a las crisis y escándalos antes mencionados. Tiene que ver con posibles negociaciones con Siria.
Olmert no sólo debería verse alentado a negociar con Damasco con base en las declaraciones --si bien ambiguas-- del presidente Bashar al-Assad, sino también porque Siria se está rearmando con financiamiento proveniente de Irán y armamento ruso, moderno y efectivo.
Más aún, el diálogo político con Siria es una fuerte fuente de presión sobre Hezbolá, para que continúe y complete su conversión hacia una fuerza política parlamentaria legalista, abandonando tácticas terroristas y/o guerrilleras y dejando de ser una amenaza para la estabilidad de Líbano. Este diálogo --que hoy se antoja más factible debido al cambio de actitud de Estados Unidos hacia Siria e Irán-- podría facilitar el consenso en la región y más allá de ésta. Es una ventana de oportunidad para la resolución del problema central en Oriente Medio, el conflicto palestino-israelí. *

Mario Sznajder es profesor titular de la cátedra León Blum en Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador asociado del Instituto Truman para el avance de la paz. Ha publicado un centenar de artículos en publicaciones científicas sobre fascismo, derechos humanos, democracia y Oriente Medio. (para Safe Democracy)

Cartas enjauladas

Los presos palestinos en las cárceles israelíes son una cuenta pendiente clave en Oriente Próximo porque son la que más de lleno toca a decenas de miles de familias. Tayseer Barakat habla de ello en su exposición de Ramala

JUAN CIERCO - RAMALA. Cuarenta y ocho pequeñas urnas de cristal. Cuarenta y ocho en recuerdo al año, 1948, en el que se creó el Estado de Israel y se precipitó la Nakba, al expulsión y el éxodo de centenares de miles de palestinos de sus casas, de sus tierras, de sus aldeas.Cuarenta y ocho urnas transparentes. Limpias. Frágiles. Inaccesibles. Cerradas a cal y canto. Como una cárcel. Como decenas de celdas. Cuarenta y ocho urnas que encierran cuarenta y ocho tacos de madera de olivo. El árbol más simbólico y cercano a esa Palestina que no existe pero sufre día a día.Cuarenta y ocho tacos de madera de olivo, abiertos en canal, con siluetas anónimas, sin rostro, entre barrotes, dibujadas a fuego lento, cocinadas en la imaginación de un artista también refugiado.Cuarenta y ocho cartas manuscritas. De hombres y mujeres, de ancianos y niños, de presos palestinos en cárceles israelíes pero también en celdas tan poco refinadas como éstas durante el mandato británico de los años 30. Cartas de sólo unas líneas, con apenas un puñado de palabras de solidaridad, de amor, de desesperación, de nostalgia, de amistad, de soledad, de ternura...Cuarenta y ocho urnas. Cuarenta y ocho tacos de madera. Cuarenta y ocho cartas, alguna tan significativa como la que Ali envió en 2001 a su madre en Nablus desde la prisión de Asqalan, en Israel: «Mamá, queridísima mamá. ¿Cómo estás, cómo está mi padre? He aprendido a leer y a escribir, mamá. Saluda a todo el mundo. Tu hijo Ali», con letra de niño de 6 años, con tantas faltas de ortografía como palabras tiene la misiva.Urnas, cartas, tacos de madera... un archivo, una biblioteca de la vida de miles, decenas de miles, centenares de miles de personas afectadas por un conflicto sempiterno que les condena a la guerra, a la cárcel, a la nada. Papeles, cartas, palabras que conectan al individuo con el grupo, con la vida, con su familia, con la libertad...«Capturé dos cucarachas»«Queridos padres, os saludo. Estoy bien. No os preocupéis. He adelgazado un poco en la cárcel pero mi salud es buena. Mamá, quiero contarte una cosa pero por favor no pienses que estoy loco. Hace siete días capturé a dos cucarachas. Juego con ellas. Las he encerrado en una cajita y cada día las doy un poco de azúcar. Una es negra, la otra marrón. Quizás las case cuando sean más mayores. Cada día las dejo libres por la celda unas horas. Saluda a todos de mi parte, mamá. Tu hijo, Mohamed».Cartas que leyó una tras otra, sin descanso, con la ayuda de su hijo de 8 años, el artista palestino, Tayseer Barakat, quien impresionado por lo que iba leyendo tenía necesidad de leer más, de conocer más, de saber más, de hablar con ellos a través de cuarenta y ocho urnas, cuarenta y ocho tacos de madera de olivo, cuarenta y ocho trozos de papel.«Todo comenzó con las cartas que leí de un preso a su hija, desde que tenía 5 años hasta que tuvo 27. Sólo se veían un par de veces al año pero a lo largo de esos 22 años él la guió, llevó su mano en la distancia, la tuteló... Su historia me impresionó. Al leer sus cartas nunca pensé en el arte sino en la experiencia humana que las rodeaba», explica Barakat junto a sus urnas transparentes en el corazón de Ramala.«Quiero decirte algo pero por favor no te enfades. He pensado en escapar de todo esto, de esta vida, he pensado en el suicidio pero no he tenido el coraje de hacerlo. Te necesito tío... Echo tanto de menos ir al colegio. Por favor sal de la cárcel y llévame al colegio». Extracto de la carta de Shuruq, una niña de 13 años del campo de refugiados de Yenín, a su tío, encarcelado en una prisión del Neguev en 1999.El número que ha encontrado un nombre. Así ha llamado Tayseer Barakat una exposición que habla con la fuerza del alma herida de la cuenta más pendiente que tienen los palestinos y los israelíes en Oriente Próximo. Lo hace a través de cuarenta y ocho pequeñas urnas de cristal, transparentes, limpias, frágiles, cerradas a cal y canto; a través de cuarenta y ocho tacos de madera de olivo; de cuarenta y ocho cartas enjauladas con siluetas teñidas a fuego lento.

Forzada irrupción de Bush en la Cámara

de Diputados generó sorprendente contrapunto

El título no es una zancadillas para inocentes.
Transcurría la media hora previa cuando Esteban Pérez (Espacio 609), apelando a la lectura pero con una voz que debió trabajar con María del Carmen Núñez (por lo menos), se mandó una suerte de poema político discepoliano --con reminiscencias de León Felipe-- que implicó, prácticamente, traer a sala al zarandeado Bush. No en carne y hueso, claro, ni siquiera como muñeco (porque a ese lo quemaron), sino como personificación del diablo.
Pérez es un hombre calmo, cordial, apacible, que suele hablar poco y de forma prudente, y que sonríe bastante. Pero la visita de Bush lo había calentado más que una foto de espaldas de Claudia Fernández. Y le dio de punta, con el dedo gordo: "Un abrazo para usted, míster Bush (...), un abrazo para su pueblo que todavía deberá soportarlo dos años más, un abrazo para sus soldados, una mayoría de negros y latinos (...), un abrazo para los millones de pobres a los que usted ignora en su propio país (...), un abrazo para los mutilados psíquicos que matan niños (...) y un abrazo para los 600.000 iraquíes muertos por su culpa". De pronto, dejando a Discépolo y agarrando al vuelo a Pascual Contursi --quién le iba a decir al autor de "Mi noche triste" que su estilo le vendría de perillas a un diputado uruguayo-- Pérez subió la apuesta y le enrostró al tejano virtual: "A usted, míster Bush, se le humedecieron los pantalones de miedo", haciendo alusión a que, por gestiones de su padre, entonces director de la CIA, evitó ir a Vietnam.
Finalmente, el legislador oficialista hizo correr por la sala un vientito crudo y filoso cuando le espetó a Bush, quien pienso que no le escuchaba, tal vez ocupado con un Jack Daniels, que "el susurro de las tacuaras latinoamericanas le están respirando en la nuca".

La respuesta del soldado
Mientras secretarios y funcionarios corrían por las bancas, incluso las oficialistas, tratando de cerrar bocas de legisladores que habían quedado abiertas, congeladas, saltó Washington Abdala (Foro Batllista), en una versión contemporánea y claramente mejorada del Chapulín Colorado. No dijo "¡no contaban con mi astucia!", pero no le hizo falta. Se anotó de apuro para hablar e improvisó una respuesta a Pérez en una vena diferente: sarcástica, y yo diría en un tono de murga fina que no va a cualquier tablado, y con influencias que me costó identificar; quizás podría ser la de Daniel Melingo, ésa del recitado de "Narigón compadre". Pero no sé.
Lo cierto es que Abdala estremeció al recinto con su voz de tenor intacta, mientras movía los brazos como hélices de un 737: "¡Un abrazo para el presidente Vázquez, que recibió con responsabilidad y respeto al presidente Bush! ¡Un abrazo para el contador Astori que está tan contento porque vamos a mejorar el comercio con Estados Unidos, gracias a Bush! ¡Un abrazo para el ministro Mujica, que no se comió un cocodrilo como dijo, se comió un elefante y un rinoceronte también! ¡Un abrazo al imperialismo, que por una vez se portó bien con nosotros! ¡Un abrazo a quienes se sacaron las anteojeras y, sobre todo, un abrazo a usted, Pérez, que se tuvo que comer el abrazo que Tabaré le dio a Bush!".
Creo que muchos quedaron con ganas de seguirla. Y de definirla con aplausos. Pero lo impedía el reglamento y faltaba aquel aplausómetro que usaba Cacho Bochinche. Ahora, quedó claro que, a ojo de buen cubero, el soldado le sacó varios cuerpos a don Esteban, a lo mejor por su picardía, o su sentido de la oportunidad. Tengo para mí que Pérez lo aceptó; así lo dejó entrever esa sonrisa generosa de quien, pese a que le hicieron tragar un huesito, lo empuja hacia abajo pero no deja caer ni un lagrimón.

Las dudas, las delaciones.

“Nosotros hacemos de la Organización un arma,
simplemente un arma y, por lo tanto,
sacrificamos la Organización en el combate
a cambio del prestigio político.
Tenemos cinco mil cuadros menos,
pero.. ¿cuántas masas más?. Esto es el detalle”
Mario Eduardo Firmenich

La Habana -Cuba- 9/1/1981

Así, desde La Habana, con su impecable uniforme de Comandante, justificaba el Pepe la debacle montonera. Fantaseaba todavía con el imaginario respaldo político que las “masas argentinas” brindaban a su estrategia suicida (suicida para los militantes, claro) y que le permitirían retornar triunfante -cuando se produjera la obligatoria retirada de los milicos-, a capitalizar la sangre, la lucha y el sacrificio de miles y miles de compañeros. Pero hay tres antecedentes que no pueden olvidarse: la caída del “Negro” Roberto Quieto, la de Victoria Walsh y la de la “Gaviota” Norma Arrostito. Volvamos atrás.

"Es el mes de diciembre de 1975. En una playa de la costa bonaerense, en San Isidro, es detenido Roberto Quieto; el “Negro”. Fundador de las FAR, participó en la ruptura del Partido Comunista en 1963. Fundador de Vanguardia Revolucionaria, cuando esta se disuelve pasa a las FAL. Cuando se fusionan FAR y Montoneros, Quieto pasa, obviamente, a integrar la Conducción Nacional. Hombre de experiencia, había estado preso ya dos veces, y se había fugado del penal de Rawson en 1972, cuando los marinos fusilan a dieciseis combatientes en la denominada “masacre de Trelew”. (En esa ocasión, de los dieciseis sobrevivieron tres: María Antonia Berger, Haidar y Camps. Todos fueron luego secuestrados y asesinados.)
Toda la organización se conmueve. El Negro era querido por todos nosotros. Los oficiales intermedios lanzan la orden de pintar todas las paredes del país. A la mañana siguiente, las pintadas llenaban los paredones de Buenos Aires y de las principales ciudades argentinas: “Libertad al negro Quieto, preso por peronista” . Pero, de pronto, la contraorden; el Pepe ordena suspender todo: Quieto cantó. Quieto es “traidor”. Caen algunos locales. Los oficiales que venían de las FAR mascullan la imposibilidad: ¿En una sola noche quebraron al Negro? (Quieto ya había sido torturado en dos ocasiones, sin decir palabra) . La Conducción hace un “juicio revolucionario” y lo condena a muerte (en ausencia, por supuesto, ya que está secuestrado y desaparecido).
La pregunta: ¿por qué no cayó “la ferretería”? (Me refiero a un local de pinturería que Quieto frecuentaba y que era, con mucho, uno de los más importantes para la organización, ya que allí se centralizaba la falsificación de documentos de identidad)
¿Es creíble que los torturadores de un combatiente del nivel del Negro se contentaran con dos o tres casas operativas y no intentaran sacarle lo verdaderamente importante?"
"Enero de 1976. En Floresta, barrio de la ciudad de Buenos Aires, la gente sale sorprendida a las puertas. Por el barrio circulan camiones cargados de soldados con bazookas, un helicóptero ensordece a todos y, como remate, un tanque!.
Frente a una casa antigua de la calle Corro, sin decir “agua va”, el tanque dispara el primer bombazo. Fuego a discreción. El combate dura casi dos horas. En la planta baja, caen muertos los Oficiales Mayores montoneros Coronel, Beltrán e Ismael Salame (cuya campera conservé muchos años). En la planta alta, aparecen inesperadamente Alberto “Tito” Molina, Secretario Político Nacional y Victoria Walsh, hija de Rodolfo.
Dejan las metras sobre el parapeto del balcón y Vicky grita: “Ustedes no nos matan. Nosotros elegimos morir” Ambos se disparan un tiro en la cabeza. Fin de la totalidad de todo el Secretariado Político Nacional. (Exceptuando, claro está, a Firmenich que no asistió a la reunión, aunque una piadosa versión afirma que logró fugar)".
"Diciembre de 1976. En Lomas de Zamora, es abatida en un enfrentamiento Esther Norma Arrostito, la “Gaviota”, una de las últimas sobrevivientes de los primeros fundadores de Montoneros. La verdad: fue emboscada al acudir a una cita con una oficial que no acude, porque le avisan que la cita está “cantada”. ¿Hubo tiempo para avisarle a la oficial y no a la fundadora de Montoneros?. La verdad: no muere en el enfrentamiento. Es trasladada gravemente herida a la ESMA y sobrevive encadenada y torturada (y sin delatar a nadie) hasta el 15 de enero de 1978, cuando es asesinada mediante una inyección letal. Esto lo afirmó, antes de ser a su vez abatido en una obra en construcción, Horacio “el Nariz” Maggio, oficial montonero que logró fugar de la Escuela de Mecánica de la Armada".

Luego de estos tres curiosos antecedentes, vamos a los hechos:

“Un terrorista no es sólo el portador de una bomba o una pistola, sino también el que difunde ideas contrarias a la civilización cristiana y occidental”
(Jorge Rafael Videla -The Times - 4/1/1976)

Según esta concepción, terroristas éramos casi todos. (Y ustedes también) Y la organización estaba, parece, dispuesta a otorgarle motivos para opinar de esa manera: pese al golpe de marzo, la Conducción decide continuar con sus planes previos, y lanza una “Campaña ofensiva Táctica” elaborada con anterioridad. 1976: El 18 de junio muere por una bomba colocada bajo su cama el Jefe de la Policía Federal, General Cesáreo Cardozo. El 2 de julio, nueve kilos de trotyl vuelan el comedor de Coordinación Federal matando a veintidós policías e hiriendo a sesenta. El 9 de noviembre, una bomba de 'plastique' demuele el Comando Central de la policía de la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata.
A esa altura, la gente empezaba a mirar el enfrentamiento como una literal “cosa de locos”. Se establece la pena de muerte. Un muchacho, atado y amordazado, es llevado hasta el Obelisco (pleno centro) donde un pelotón de fusilamiento lo ejecuta. Ocho muertos en un estacionamiento en San Telmo. Cinco sacerdotes acribillados en una iglesia de Belgrano.
En agosto, treinta cuerpos aparecen dinamitados en un basural de Pilar. Diecisiete en Lomas de Zamora. La mayoría habían sido detenidos en meses anteriores. Cincuenta y cinco aparecen muertos en los bosques de La Plata.
Durante octubre, noviembre y diciembre del 76, el promedio fue de quince secuestros diarios. En enero de 1977 se calculaba entre 5.000 y 6.000 presos políticos y 1.354 víctimas “registradas” (Amnistía Internacional -1977).
No obstante, la “orga” persiste: se instala una pequeña Unidad de Monte en el Noreste argentino (Chaco y Formosa) Detalle patético: algunos de los guerrilleros se internaron en el monte y sólo dos años después se enteraron de la realidad “escuchando la BBC” (Boletín Interno del Partido Montonero - 2/1980)
El 17 de octubre de 1977 una bomba destruye el cine del Círculo Militar. Sesenta heridos. En diciembre, la unidad de combate “Norma Arrostito” coloca una bomba de 6 kilos en el interior del Ministerio de Defensa, durante una conferencia 'antisubversiva': catorce muertos, treinta heridos.
Bombas, sabotajes, ametrallamientos. Los obreros, ausentes. La gente, espantada. Los milicos, con sed de sangre.
Centenares de personas fueron acribilladas y enterradas “en un campo de Córdoba”, según un capellán de la Fuerza Aérea que fue llamado para darles la extremaunción.
A finales de 1977, 18.000 presos políticos (The Times -24/12/1977). Doscientos presos políticos mueren en la cárcel de Villa Devoto en marzo de 1978, luego de un “alboroto” jamás explicado.
En agosto de 1978, las bajas “oficiales” de la organización llegaban a 4.500 cuadros.
Por la ESMA pasaron cerca de 5.000 desaparecidos entre 1976 y 1979. Alrededor de setenta salieron vivos. Casi todos ellos, salvo honrosas (y escasas) excepciones, colaboraron con los militares. Algunos, “marcando” compañeros por la calle. Otros, como el “Caín” Lauletta, cantando todo lo que sabían y falsificando documentación para los marinos. Otros, “asesorando” en política internacional al Almirante Massera, como Martín Grass y Juan Gasparini. Otros, al fin, como Jaime Dri, que lograron no entregar a nadie y fugarse en un descuido de sus custodios.
Todo indica que casi 5.000 fueron “trasladados”, eufemismo que equivalía a muerte. Con dinamita, balas, o fuego al principio. Luego, la tecnificación impuso el “pentonaval” (inyección de pentotal) y el último vuelo hacia el mar.
Pero llega el Mundial del 78, y con la consigna “Argentina campeón, Videla al paredón” la orga -que no aprende nunca- decide lanzar la “Ofensiva Táctica”.
Se realizan 18 ataques contra la Escuela Superior de Guerra, la ESMA, la Casa de Gobierno, comisarías, etc. En medio del Mundial, la prensa no publicita nada. Ergo: las acciones propagandísticas no dan resultado. Las bombas sí.
Durante el Festival de la Juventud en Cuba, los máximos dirigentes montoneros posan para las fotos en uniformes de combate.
Dato curioso: Los oficiales del Ejército Rojo soviético estaban de civil.
El triunfalismo (¿¿¿????) acecha. El “exito” obtenido con la “Ofensiva Táctica” justifica -plenamente, claro- el lanzamiento de la “Contraofensiva Estratégica” en 1979, gracias a la cual se batirá en retirada el enemigo y Firmenich podrá regresar triunfante para hacerse cargo del poder.
Y se lanza, nomás.
Palabras aquí para el Oficial Mayor “Tucho” (Tulio Valenzuela) quien había sido secuestrado en enero de 1978 en la tienda Los Gallegos, de Mar del Plata, junto a su mujer y a su hijito, delatado por su lugarteniente “Nacho” y llevado a Rosario a un campo de detención bajo el comando del general Galtieri. Tucho fue involucrado en un plan demencial de Galtieri para asesinar a Firmenich en México, bajo la amenaza de matar a su mujer e hijo, que quedaron de rehenes en Rosario.
Tucho aparentemente acepta, pero se fuga al llegar a México y hace una conferencia de prensa.
Su mujer y su hijo (que estaban enterados de lo que iba a hacer) continúan desaparecidos.
El premio de la organización fue sospechar de Tucho, degradarlo y enviarlo de nuevo a la Argentina para la contraofensiva.
Murió “empastillado” en el aeropuerto de Posadas".
En la “exitosa”contraofensiva murieron, entre muchos otros: el “Lauchón” Horacio Mendizabal; Armando Croatto; Carlos Píccoli; Guillermo “el negrito” Amarilla; Adriana Lesgart; María Antonia Berger (sobreviviente de Trelew); Jorge Gullo; Daniel Tolchinsky “Juliot” -ex oficial de las FAR y ex-jefe de la Columna Sur 2- y su esposa y compañera Anita Weissen.
Mientras tanto, Galimberti (que puede ser cualquier cosa menos tonto) se opone a la locura de la orga y se abre junto a varios compañeros, entre ellos Juan Gelman.
En 1980 otra disidencia (Montoneros-17 de octubre), encabezada por Miguel Bonasso (ex-director del Diario Noticias) y Jaime Dri, termina de sangrar a la ya exigua Organización Político Militar que una vez soñara con encabezar la lucha revolucionaria.
La organización guerrillera más grande y poderosa de América y segunda en el mundo agonizaba.
Desde el exilio, solicitando la asistencia de las organizaciones hermanas europeas, Firmenich suspiraba por el regreso triunfal, sumergido en evaluaciones disparatadas y análisis complacientes.
En la Argentina, los militares habían consolidado su proyecto: la concentración de capitales, la destrucción de la identidad nacional, la debacle económica que multiplicaría por cuatro nuestra deuda externa.
La guerra había terminado...

*****

Carta a la embajada de Polonia

(A pedido de la dirección del Partido Comunista de Israel, denunciando la actitud deshonrosa del gobierno polaco hacia los miembros sobrevivientes de las brigadas Internacionales que lucharon en España contra el falangismo nazifascista, publicamos la siguiente carta)

Estimada Embajadora
de la República de Polonia en Madrid:

En nombre del Partido Comunista de Israel expresamos nuestra más enérgica protesta ante las medidas que la cancillería de la República de Polonia pretende tomar contra los voluntarios polacos de las Brigadas Internacionales. En lo económico, querer suprimir las pensiones a ancianos de noventa años, edad media de los escasísimos supervivientes, es una decisión indigna y mezquina que recuerda las represalias de los regímenes totalitarios. Por lo que se refiere a la memoria histórica, queremos recordar que los interbrigadistas polacos acudieron a España a defender la libertad y la democracia, amenazadas en España por el golpe militar y en toda Europa por el fascismo internacional que apoyaba a los sublevados. Querer borrar de la memoria histórica de Polonia la presencia de los voluntarios internacionales de la Brigada Dombrowsky es querer eliminar parte del pasado democrático de Polonia y del patrimonio histórico común hispano-polaco. Muchos de los 300 brigadistas que fueron militantes de nuestro Partido y lucharon contra el fascismo eran de origen polaco. Mas de la mitad murieron en esta gesta. Vuestro empeño es inútil, porque la memoria histórica es resistente. En España, la memoria de los brigadistas polacos, como la de todos los internacionales, resistió cuarenta años para retornar con más fuerza con la reconquistada democracia. La sociedad española actual ha expresado en numerosas ocasiones su gratitud y reconocimiento a las Brigadas Internacionales, empezando por la concesión de la nacionalidad española por el Congreso de los Diputados en 1995(....) En este sentido, exigimos al gobierno de Polonia que reconsidere las medidas pretendidas contra los voluntarios polacos de las Brigadas Internacionales.
Atentamente, Issam Majul , Secretario Gral.

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18 marzo 2007

TODO con ocasión de cumplirse el 33º aniversario de la represión

EL AJUSTE

(Fragmento del “Diario de Viaje a Buenos Aires”, de Euzkadi Baztarrica)

(viernes 16 de enero)

Salí de la estafeta con el sobre en la mano. El azul desaliñado del cielo de Madrid y algunas nubes desprolijamente despatarradas se proyectaron en el vecindario de Fuencarral, que es donde tengo mi vivienda. Me encaminé hacia ella sin prisa, aunque me intrigó saber a título de qué Pelusa me mandó una carta expreso. La abrí leyéndola con atención. Me mantuve impasible aunque la lectura me transportó a un pasado que mantuve intacto en la vigilia de la memoria. Un pasado cuyas cuentas muchos pagaron con horror, tinieblas y muerte.Decidí viajar a la Argentina, con la firmeza forjada por la ira y el dolor de una herida aún abierta. El recuerdo me tumbó el equilibrio; y la bronca, encerrada bajo siete llaves en el cofre del ayer, comenzó a trastabillar hasta que la percibí frente a mí, intacta, desafiándome, “mojándome la oreja”. Esa ira, rencorosa y sólida como un edificio de muchos pisos -uno por cada año perdido, quitado de mi existencia- presentó «la cuenta». Había llegado el momento de cobrarla.

(domingo 18 de enero)

Llevo veinte años viviendo en España. Tratando de olvidar, intentando recordar. Rehaciendo mi vida de exiliado. No es fácil. No quise volver en 1983: temí enfrentarme con el pasado. Partido por los navajazos que me hurtaron tantas mañanas y noches, extrañado de mi mundo y mi cultura, soporté la adversidad del destierro. Parezcía aclimatado, dichoso. Pero se trataba de una apariencia: es un desgarro muy profundo vivir desgajado de los amigos, la música, la poesía, los recuerdos y la policromía cocolichera de Buenos Aires, mi ciudad cuna. Que jamás será la misma. Aunque la perciba mía, sé que es un espejismo, una ilusión, una jugarreta melancólica para bobos.

(miércoles 28 de enero)

El Aeropuerto de Barajas parecía una pasarela colmada de gente que iba y venía. Desde que resolví viajar a Buenos Aires la nostalgia untó mis pensamientos. Pero no quise recordar.Antes de pasar la puerta de embarque hablé por teléfono con Emilia, mi amiga. Le expliqué que viajaba a la Argentina, que debía hacer allí algo importante. Finalmente llegó la hora. Unos minutos antes de medianoche el avión despegó. Cerré los ojos y me entretuve con mis fantasías: imaginé ser un buen ciudadano que regresaba al terruño para visitar la familia y a los viejos compinches del vecindario; jugar incluso un partidito de bochas, algún truco ruidoso, ir a ver a los “verdolagas” de Ferro. Con mi aspecto bonachón, quería aparecer como un argentino que fue a hacerse la América a España y ahora retornaba a la patria como triunfador, arrogante y generoso. Dos décadas atrás había hecho el camino inverso y nunca volví. En tanto pergeñaba esas estupideces me quedé dormido. Mientras tanto, el Boeing cruzaba el Atlántico.

(jueves 29 de enero, por la mañana)

Pasé Migraciones con el pasaporte español. El tipo me observó con una fijeza turbia: “Le debe extrañar que soy nacido en la Argentina”, pensé. Luego fuí a buscar la maleta. No reconocí Ezeiza. También la gente me llamó la atención: su forma de hablar, la vestimenta y algunos resabios del antiguo “chantismo” porteño. Me ubiqué en un remis y partí hacia Buenos Aires.

(jueves 29 de enero, por la tarde)

Dejé la maleta en el cuarto del hotel. Caminando llegué hasta Maipú y Corrientes. En el antiguo boliche de “Suárez” tomé un café con una ginebra. ¡Cuántos años, por Dios! En las cartas que cruzaba con antiguos compinches les explicaba que el único sistema para sobrevivir en el exilio era congelar el “cuore” y dejar los sentimientos, como la guitarra del tango, “colgados en el ropero”.No pude resistir la tentación: en el primer quiosco compré un atado de Particulares. Aspirar el humo del tabaco negro fue como haber regresado al barrio, a las esquinas que me esperaron en vano, a las veredas y los recuerdos replegados en un sueño remoto, en la visión terca de un mundo que sabía perdido. Me conmoví tanto que imaginé a los fantasmas y duendes del viejo barrio diciéndome al oído: “¿Dónde estabas, che pibe? ¡Cuánto que tardaste, hermano!”

(viernes 30 de enero, por la mañana)

Hoy a la mañana me desperté descansado, y luego de ducharme me fui a tomar un café. Tenía que llamar por teléfono a “Pelusa”, mi viejo amigo de Caballito y compinche en las luchas de los años 60 y 70. Él escribió la esquela que motivó mi retorno. Lo encontré en la casa y luego de la lógica sorpresa quedamos en vernos. No hubo efusiones en el encuentro; ningún gesto, ni una sola muestra de algo especial. Sólo en la mirada expresamos el hondo afecto que nos unía. Fuimos caminando por Maipú y en un boliche tomamos Cinzano con una picada. Le inquirí detalles sobre lo que me escribió. Seguimos caminando por Chacabuco y casi llegando a San Juan Pelusa me señaló un edificio y la chapa de la entrada: Segural * Agencia de Vigilancia Privada. Me dio todos los datos que le pedí. Hasta el último detalle. Luego nos relajamos y evocamos anécdotas del pasado. Antes de despedirnos le pedí que se borre, que no me busque, que en el momento propicio le iba a escribir. Nos abrazamos: el Flaco me dejó en la palma un papel y me entregó el paquete.Lo ví alejarse: fue como perder el pasado una vez más. Y a pesar de la angustia, me sonreí al contemplar la marcha peculiar de este querido amigo al que el viento empujaba como a una pelusa; “igual que a las hojas caídas de la Plaza Irlanda”, encorvado y más ligero que la ligereza.


(Viernes 30 de enero, por la noche)

Recorrí la zona céntrica. Indudablemente, la ciudad había cambiado. Del Buenos Aires que conocí ya no quedaban ni cenizas. Todo restaurado, recuerdos decapitados, una urbe “trucha”, como suelen decir las nuevas generaciones porteñas.Regresé al hotel. Luego cené en un fondín, tomé un baño y me fui a dormir. No podía conciliar el sueño. Entrecerré los ojos. Un sopor apacible, como una bruma delicada, quebró el muro raído que venía protegiéndome. Entonces la renuencia cayó de bruces y la evocación de Estela irrumpió en la memoria. Como los remolinos bastardos de un huracán proxeneta, que violaron la paz en la que había decidido acorazarme. La imagen de Estela, bocetada de lágrimas, se clavó en mis pupilas.

(sábado 31 de enero, luego de la siesta)

No pude alejarla de mi mente. Es extraño, pero durante muchos años debí hibernar mis sentimientos. Regresar a Buenos Aires fue como volver a ella, a los recuerdos coloquiales e íntimos. Estela, la novia angelical de mi adolescencia, que cada noche anegaba mis fantasías mientras cerraba los ojos, saboreándola, recorriendo con tierna minuiciosidad sus blancas orejas, la nariz media repingada, el mentón disfuminado en esa curva diáfana que lo unía a la mandíbula, hasta cobijarse en el delicado cuello, suave, apacible y tibio. La percibí a mi lado: era como si hubiese recobrado, en ese fugaz instante, la tibieza de aquella novia inolvidable, rastreando la tersura de su piel quinceañera, hurgando nuevamente con temor virginal en los misterios que mis sueños no podían revelar, los dedos haciendo escalas apacibles y tiernas en las teclas sedosas de su pubis. Y ella, resistiéndose, se debatía entre el deleite de sus sentidos y el miedo a un peligro que no conocía pero la perturbaba. Hasta que se rindió abrazándome con el frenesí de quien muerde por primera vez un fruto desconocido. Fundidos en el éxtasis efímero de la primera vez, habíamos sellado entonces la quimera de aquel primer amor de barrio, ajenos al anticuado plafond moral de los mayores. Las lágrimas me trajeron paz. pero me incorporé con furia y astillé los recuerdos martillando sin piedad los nudillos de mis manos. Luego me quedé dormido. Con la rabia latiéndome en las sienes y el odio impregnando mi sangre.

(domingo 1° de febrero, por la mañana)

Las medialunas de grasa y el café con leche, el ritual de verter ese líquido oscuro y fragante (sobre todo cuando el mozo me farfulló: “Avíseme señor”), fue como contemplar un cuadro de Antonio Berni allí, en ese bar cualunque de Buenos Aires convertido de pronto en el museo de la urbe porteña, la patria tanguera de Troilo y Gardel, el retablo mistongo de Discépolo y Manzi. La memoria me arrojó de un manotazo al espacio ausente. A los recuerdos que no fueron, a ese blanco insoportable en el que cohabitan la nada y el vacío, la amnesia del exilio y una lejanía inanimada.Desplegué el “Clarín”, le eché una ojeada y al rato lo cerré molesto. Me dediqué a la ceremonia de mojar la medialuna y engullirla. Otra liturgia porteña cumplida. A la tarde anduve por Lavalle, Corrientes, Maipú. Me pareció caminar por una ciudad fantasma; la gente me resultaba extraña, forastera, como si estuviese dentro de una pesadilla que me deshilachaba dejándome desnudo.

(lunes 2 de febrero, cerca del mediodía)

Tenía que empezar a moverme. Recogí la maleta en el hotel y viajé hacia Caballito. Llegué a la casa de la calle Pujol y apreté el timbre. La mujer entreabrió la puerta cancel y me observó con curiosidad: “¿Usted es la señora Sofía Ibizarreta, no? ¿Mi cara no te dice nada, tía?”, murmuré largándome a reír. La viejita se quedó mirándome unos segundos y luego se sobresaltó: “Dios mío, Copete querido, ¡esa voz inconfudible! ¿Cuándo llegaste.? Por Dios, que no lo puedo creer”, dijo mi tía Sofía mientras me abrazaba desbordada por un llanto previsible.Entré en la casa. Nos carteamos durante los años de ausencia y ahora la tenía allí, sentada a mi lado con el vestido negro, los cabellos plateados recogidos y esos ojos de mirada tierna. Como en aquellos años de la niñez, en los que la tía reemplazó a mi madre muerta.La tía Sofía expresaba, en la cara angulosa y los negros ojos metidos detrás de sus ojeras esfumadas, el dolor y la pérdida de las dos únicas personas que pudo amar en su vida, mi hermano Fermín, asesinado, y yo en el destierro.

(martes 3 de febrero, de tarde)

Fui andando por Pampa y antes de la Libertador pasé por el edificio en el cual vivía el tipo. Los lentes oscuros me protegían del sol y de los curiosos. Mis ojos no se apartaban de la entrada, pero nada especial atrajo mi atención. El cielo se encapotó y un chaparrón colérico pasó como una ráfaga. El calor volvió por sus fueros. Me convencí de que en esa zona me era casi imposible hacer el trabajo. De todos modos me quedé. Cerca de las nueve ví salir una pareja. El contoneo del tipo me alertó. Encajaba en los datos que tenía y se amoldaba a los indicios que aún guardaba en mi memoria. Viajé detrás de ellos. En la zona de Recoleta entraron en un restorán. Estudié sus facciones y las grabé ovillándolas en mi retina. Habían pasado veinte años. Luego regresé a la casa de mi tía.

(miércoles 4 de febrero, de mañana)

A media mañana entré en el edificio de Chacabuco al 1100 vestido con un ambo de sarga, corbata a tono con la camisa celeste y unos lentes de porte. Parecía un hombre de negocios respetable. En el primer piso divisé la puerta de “Segural”. Una empleada me abrió. Le recordé que yo había telefoneado pidiendo una entrevista con el gerente de la empresa.El tipo salió de su oficina, se aproximó dándome la mano y se presentó: “Alejandro Alaniz”. Percibí un leve escozor al sentir el contacto de esa mano en mi piel. “Emilio Páez, es un placer conocerlo”, le dije con tono pulcro.Me hizo pasar a su oficina. El tipo repasaba mis rasgos con minuciosa atención mientras yo le pedía asesoramiento para una tarea de vigilancia. Le fuí haciendo el gran verso, envolviéndolo en la red que fuí tejiendo con paciencia. Él jugaba con una lapicera; la dejó sobre el escritorio y me habló con suavidad. Me explicó que sin ver el depósito para el cual yo quería contratar los servicios de la empresa, él no me podía asesorar: “Yo le propongo ir al lugar con usted, ver sobre el terreno los riesgos -me aclaró-, entonces podré hacerle una proposición”. Asentí con la cabeza. Prometí telefonerle. Mientras, el corazón comenzó a dar vueltas de carnero.

(jueves 5 de febrero, al mediodía)

Me hospedé en la casa de mi tía. Era más cómodo y mucho más seguro. Le pedí que el “besugo a la vasca” que había preparado para el mediodía lo dejáramos para la cena. “Voy a traer el vino y un postre como los que te gustan a vos: no te enojás, ¿eh tía?”, le dije. Ella no protestó.Llegué a la zona industrial de San Martín siguiendo las sugerencias de Pelusa. Dí vueltas durante un buen rato. En una gomería pregunté si no sabían de algún galpón vacío para alquilar: no sabían. Continué la búsqueda y de pronto observé un taller abandonado en un paraje que consideré apropiado, incluso en pleno día. Dí algunas vueltas, estudié el movimiento de las calles aledañas y la soledad del lugar.Decidí que era ideal. Ahora iba a tratar de convencer al tipo de que nos encontráramos en horas del atardecer. Volví a la casa de la tía Sofía y en el camino compré una botella de vino blanco, un arrollado de coco y algunas otras vituallas. En una florería de Gaona hice preparar un ramo de violetas y al llegar a la casa de la calle Pujol abracé a mi tía y le obsequié las flores. Pese a todo, me sentía feliz.

(viernes 6 de febrero, de mañana)

La voz de “Alaniz” me sonó empalagosa y amanerada a través del teléfono. Decididamente falsa. Le propuse que nos encontráramos en la estación San Martín: desde allí viajaríamos al lugar en uno de los autos. El tipo aceptó y arreglamos para el próximo lunes a las siete de la tarde. Sentí un inmenso alivio. En ese momento pude avizorar que la tarea estaba adelantando. Que el fin se aproximaba, pero yo aún la percibía como una imagen movida, fracturada, sin nitidez.Entré en la casa de mi tía en silencio. “Ya no nos volveremos a ver, querida Sofía”, pensé con pena. Atareada en la cocina, ella no me escuchó caminar por la casa. Cuando la ví, con la mayor ternura y aflicción le anuncié que el martes próximo partía de regreso. Ella lo había presentido. Se acercó a mí y me estrechó entre sus brazos. Besé conmovido la cara de suaves arrugas de esa anciana tan dulce, la entrañabla tía Sofía, que es todo lo que queda de mi familia vasca.

(domingo 8 de febrero, al atardecer)

Este fin de semana procuré ordenar mis ideas, completar todos los detalles de mi trabajo, descansar y dedicarle parte de mi tiempo a esa mujer excepcional que, seguramente, ya no vería nunca más. Leí los diarios del domingo, me puse al día con los vericuetos de la política y la cultura. Ayer sábado recorrí las casas de música y algunas librerías. Compré libros que me interesaban, como «Santa Evita» y «La novela de Perón», «El presidente que no fue», y «De Senectute” de Norberto Bobbio; compactos CD que no hallé en Madrid, y algunos obsequios para los amigos que tengo en España. A mi amiga Emilia le llevo un abrigo de cuero. espero que le agrade. Todos estos preparativos, naturalmente, tienen un punto clave: que mi tarea culmine con éxito. Dentro de un rato voy a ir al cine a ver una película que me recomendaron: “Tocando el viento”. Mañana ha de ser el día elegido. O nunca más.

(lunes 9 de febrero, por la tarde)

«Me voy, tía. pero vuelvo a la noche y me quedo con vos hasta la hora de viajar a Ezeiza», le anuncié antes de salir.Llegué a la estación San Martín minutos antes de la siete. Al rato apareció el Alaniz ese. Deliberamos unos momentos y decidimos viajar en su auto. Me dió una perorata sobre la vigilancia armada, la seguridad y otras pautas que yo no escuchaba. Estaba atento y alerta. Le hice dar algunas vueltas para relajarme y finalmente le fuí indicando como llegar al lugar.Lo observaba en el espejo. Oía la respiración ramplona del tipo que manejaba y tuve una sensación reprimida, una especie de bramido agazapado que aguardaba el momento de liberarse y estallar; como una granada rabiosa que desintegrase al hombre sentado a mi lado en mil partículas de polvo y nada. Percibí en mi frente gotas de sudor heladas deshenebrándose con crispante lentitud. Sabía que mi mirada tenía esa frialdad acerada que precede a una eclosión. No me impacienté: quería disfrutar esos minutos uno a uno, como la voracidad que está por saciarse y se posterga deliberadamente en un acto de voluptuosidad. Esbocé una sonrisa mientras el tipo jadeaba. sus ojos miopes se habían replegado y todo él se tensó percibiendo, acaso, una acechanza imprecisa, amorfa, que revoloteaba a su lado embozada, tenue e implacable.No había un alma. Sólo la brisa caliente y viscosa. Cuando detuvo el auto y bajó, me miró con una mueca impredecible. Fue la imagen postrera de Alaniz, porque cinco balas de mi pistola le atravesaron la vida. El rostro del tipo se tiñó de púrpura, los ojos y la lengua giraron sobre el eje imaginario de una muerte real, simple y absoluta. En unos segundos culminó la ceremonia. Limpié los lugares en los que pude haber dejado huellas, observé los alrededores y finalmente, conduciendo el auto de Alaniz, me dirigí a la estación San Martín dejándolo estacionado en una calle lateral.Llegué a la casa de la tía, cenamos y nos quedamos hablando hasta el amanecer. Luego me marché en un taxi. Llegué a Ezeiza a las siete y al rato abordé el Boeing..

(martes 10 de febrero, a bordo de un avión Air France)

Desplegué el periódico que me dió la azafata. En la primera página leí una noticia que me llamó la atención:«En la zona fabril del partido de San Martín fue encontrado ayer el cadáver de un hombre. De acuerdo a los primeros informes de la policía, el muerto fue ultimado de varios balazos. En el lugar del hecho no se halló ningún elemento que permita orientar la investigación. El vehículo del muerto fue hallado cerca de la estación San Martín del ferrocarril Mitre. El (o los) posibles autores del hecho se llevaron el teléfono móvil y las llaves, amén de otras pertenencias y documentos. Los días venideros tal vez arrojen alguna luz sobre este enmarañado suceso». Doblé el diario y cerré los ojos.

(viernes santo, 10 de abril, por la noche en mi casa madrileña)

Han pasado dos meses desde que ocurrieron los hechos narrados en este diario. Es indudable que una razón debe explicar y justificar las causas de ese juicio sumario en un descampado de San Martín. No quiero entrar en un debate moral: el condenado a muerte fue uno de los asesinos que entre 1973 y 1983 formó parte de los escuadrones de la muerte. Por supuesto, en este caso particular tuve un motivo personal y doloroso que nunca va a cicatrizarse.

“Fue una tarde, como fueron otras tardes, el martes 22 de septiembre del año 1977”, recordé. Íbamos a encontrarnos en aquel bar de dos entradas. Llegué con Estela, mi mano sobre el hombro de la muchacha vestida con la blusa blanca, los vaqueros cortos, el cabello flameando entre la brisa húmeda, y los pechos erguidos, como un reto juguetón que desafiaba el deseo vidrioso y sensual de los caminantes. Sentados alrededor de una mesa estaban mi hermano Fermín, otros dos compañeros y el nuevo tipo que habían incorporado al grupo. Le pedí a Estela que entrara al bar mientras yo iba a buscar a Pelusa. Nos besamos en un rapto de no saber cómo, cuándo, porqué. La ví entrar, y mientras se iba alejando me sentí como atrapado en un pozo sin aire. Me angustió enormemente.Me encaminé hacia las sombras y a las dos cuadras vi a Pelusa, que me estaba esperando. Nos dirigimos hacia el bar comentando pavadas. Ahí fue cuando escuchamos los aullidos, los disparos, las corridas, el miedo y la sangre alborotando la maldita esquina. Pelusa y yo, confundidos con los curiosos, nos fuimos yendo. Impotentes, vimos cómo baleaban a Fermín, capturaban a Estela y a otros compañeros, luego desaparecidos. Entre los integrantes de la patota advertimos, pese a la confusión, la figura cuyos lentes resguardaban unos ojos miopes, torvos y crueles que nunca podríamos olvidar. Pegado al tipo ese advertí al nuevo “cumpa” que mandó la “orga”. Sentí que todo se me desmoronaba. “Fue una tarde, como fueron otras tardes”.Una tragedia más entre tantas otras que ocurrieron en la década sangrienta. Nunca me resigné a la muerte de mi hermano, la de Estela y la de muchos otros jóvenes que no conocí y que cayeron en celadas semejantes. Nunca perdoné a los irresponsables que, con frenesí banal y exitista, reclutaban a tiras enviados a perforar la orga y delatar a la gente.Solitario, descreído de la dirección, prófugo, de cuclillas en la clandestinidad, me perdí en la incógnita del exilio prometiéndome volver algún día. Volver y cerrar el capítulo ·Euzkadi Baztarrica * Madrid, Viernes Santo, 10 de abril de 1998Post Scriptum: Paseando con Ana por los cautivantes barrios madrileños, en esos inestables días de mayo de este 1998, una tarde me topé en el vecindario de Fuencarral con un viejo y querido amigo: Euzkadi Baztarrica. Luego de la alegría y atento a su conmovedor soliloquio, recorrimos juntos la larga marcha por los pasillos de la memoria. La triste memoria de una década que nos ha dejado heridas sin cerrar. El Vasco me prometió su “Diario de viaje a Buenos Aires”. Antes de que regresáramos, Euzkadi me entregó las notas pidiéndome que escribiera un relato, si es que el material me parecía adecuado e interesante. Lo leí atentamente y lo asumí como un deber. Respeté, en lo posible, los hechos de acuerdo a la versión que me entregó. En aquel diálogo que tuvimos en Madrid, el Vasco señaló algo que no olvidé: “¿Porqué a más de cincuenta años de terminada la segunda guerra buscan, atrapan y juzgan a los ex nazis, a los colaboracionistas franceses, a los «ustachis»? ¿Qué diferencia hay entre Hitler, Eichman, Papen, y fieras como Astiz, el tigre Acosta, Videla o Massera?” Yo aduje que Alfonsín y Menem les tiraron la cuerda del perdón y la aministía. Entonces me dijo esa frase que me dejó pensando: “¿Y quién determinó qué justicia debe juzgarlos, condenarlos y ajusticiarlos? ¿Nosotros quedamos al margen? Fuimos los torturados, los muertos, los desaparecidos. los hijos que se quedaron sin sus padres y los padres que perdieron a sus hijos. ¿De qué ética y justicia me hablan, de cuáles escrúpulos? ¿Qué justicia, qué etica, qué escrúpulos tuvieron esos asesinos que todavía están entre nosotros? ”. Contemplé esos ojos cansados, de a ratos tristes, testigos de los actos de barbarie cometidos por los militares, rufianes de la patria. Luego nos abrazamos conmovidos. Como dos sobrevivientes que no olvidan. (A.A.)

por la copia, Andrés Aldao * junio 5, 1998

15 marzo 2007

CARTA DEL OBISPO DE FLORIDA A GEORGE BUSH


Transcribimos a continuación la carta enviada por el Obispo católico de Florida, EE.UU. Monseñor Robert Bowan (*) al Presidente George W Bush. (Nos la envió Gina Escobar: muy agradecido, Gina)


"Somos blanco de los terroristas porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana"


“Señor Presidente:
Cuente la verdad al pueblo Sr. Presidente, sobre el terrorismo. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos, entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo.
La verdad es que ninguna de nuestros millares de armas nucleares pueden protegernos de esa amenaza. Ni el sistema de “guerra en las estrellas” -no importa cuan técnicamente avanzado sea ni cuantos trillones de dólares se hayan gastado en él- podrá protegernos de un arma nuclear traída en un barco, avión o auto alquilado.- Ni siquiera ningún arma de nuestro vasto arsenal, ni siquiera un centavo de los u$s 270.000.000.000.000.- (si, esos mismos doscientos setenta billones de dólares) gastados por año en el llamado “sistema de defensa” puede evitar una bomba terrorista; esto es un hecho militar.
Como Teniente coronel retirado y frecuente conferencista en asuntos de seguridad nacional, siempre cito el salmo 33 “Un rey no está a salvo por su poderoso ejército, así como un guerrero no está a salvo por su enorme fuerza”. La reacción obvia es: ¿Entonces, qué podemos hacer? ¿No existe nada que podamos hacer para garantir la seguridad de nuestro pueblo? Existe. Pero para entender eso, precisamos saber la verdad sobre la amenaza.-
Sr. Presidente, Ud. no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo, cuando explicó por qué bombardearíamos Afganistán y Sudán. ¡Ud. dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia! la libertad y los derechos humanos del mundo.- ¡Qué absurdo, Sr. Presidente!Somos blanco de los terroristas porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana.- Somos blanco de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. ¿En cuantos países agentes de nuestro gobierno depusieron a líderes popularmente elegidos, sustituyéndolos por dictadores militares, marionetas deseosas de vender a su propio pueblo a corporaciones norteamericanas multinacionales?
Hicimos eso en Irán cuando los marines y la CIA derrocaron a Mossadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Y lo sustituimos por el Sha Reza Palhevi y armamos, entrenamos y pagamos a su odiada guardia nacional -la Savak- que esclavizó y embruteció al pueblo iraní para proteger el interés financiero de nuestras compañías de petróleo.-
Después de eso, ¿será difícil de imaginar que existan en Irán personas que nos odien? Hicimos lo mismo en Chile, hicimos lo mismo en Vietnam, más recientemente intentamos hacerlo en Iraq. Y claro, cuántas veces hicimos eso en Nicaragua y en otras repúblicas de América Latina. Una vez tras otra, hemos destituido líderes populares que deseaban que las riquezas de su tierra fueran repartidas entre el pueblo que las generó.
Nosotros los reemplazamos por tiranos asesinos que venderían a su propio pueblo para que, mediante el pago de abultadas propinas para engordar sus cuentas particulares, las riquezas de su propia tierra pudiera ser tomada por la Dominó Sugar, la United Fruit Company , la Folgers, y por ahí va todo.
En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo. Es por eso que somos el blanco de los terroristas.-
El pueblo de Canadá disfruta de la democracia, la libertad y los derechos humanos, así como el pueblo de Noruega y Suecia.-
¿Ud. escuchó hablar de embajadas canadienses, noruegas o suecas siendo bombardeadas?
Nosotros no somos odiados porque practicamos la democracia, la libertad o los derechos humanos. Somos odiados porque nuestro gobierno niega esas cosas a los pueblos de los países del tercer mundo, cuyos recursos son codiciados por nuestras corporaciones multinacionales.
Ese odio que sembramos se volvió en contra nuestra para asombrarnos, en forma de terrorismo y, en el futuro, el terrorismo nuclear.-
Una vez dicha la verdad sobre por qué existe la amenaza y una vez entendida, la solución se torna obvia.
Nosotros necesitamos cambiar nuestras costumbres. Librémonos de nuestras armas nucleares (unilateralmente si es preciso) y mejorará nuestra seguridad. Alterando drásticamente nuestra política exterior la asegurará.-
En lugar de enviar a nuestros hijos e hijas a todo el mundo para matar árabes de modo que podamos tener el petróleo que existe debajo de sus arenas, deberíamos mandarlos para que reconstruyan sus infraestructuras, proveerlos de agua limpia y alimentar a sus niños hambrientos.
En vez de continuar matando diariamente a millares de niños iraquíes con nuestras sanciones económicas, deberíamos ayudar a los iraquíes a reconstruir sus usinas eléctricas, sus estaciones de tratamiento de agua, sus hospitales, y todas las otras cosas que destruimos y les impedimos reconstruir con sanciones económicas.-En lugar de entrenar terroristas y escuadrones de la muerte, deberíamos cerrar la Escuela de las Américas.
En vez de sostener las revueltas, la desestabilización, el asesinato y el terror alrededor del mundo, deberíamos abolir la CIA y dar el dinero que ella gasta a agencias de asistencia.-
Resumiendo, deberíamos ser buenos en lugar de malos, y de serlo, ¿Quién iría a intentar detenernos? ¿Quien nos odiaría? ¿Quien nos querría bombardear?
Esa es la verdad, Sr. Presidente. Eso es lo que el pueblo norteamericano precisa escuchar” (PE/D-Baires)
(*) Robert Brown, Obispo de la Iglesia Católica Church, Melbourne Beach, Florida, EE.UU., Teniente Coronel (Jubilado), excombatiente de Vietnam, voló en 101 misiones de combate en Vietnam.
La carta fue publicada por Difundir Buenos Aires.