19 enero 2009

EL TIEMPO DE LOS JUSTOS

El tiempo de los justos (Tomado de EL CORRESPONSAL)


Lanzamos bombas sobre edificios residenciales y luego tratamos a los heridos en Ichilov; bombardeamos reducidos refugios en escuelas de las Naciones Unidas y luego rehabilitamos a los discapacitados en Beit Lewinstein. Les disparamos y luego lloramos, los asesinamos y luego nos lamentamos, despedazaremos mujeres y niños como máquinas de muerte automática y también preservaremos nuestra dignidad.

Por Gideon Levy

Esta guerra, quizás más que las que la precedieron, está exponiendo las verdaderas venas profundas de la sociedad israelí. El odio y el racismo están impulsando sus mentes, así como el impulso de venganza y la sed de sangre. La "inclinación del comandante" en las Fuerzas de defensa de Israel es ahora "matar cuantos sea posible", como lo describen los corresponsales militares en televisión. Y aún si la referencia es a luchadores de Hamas, esta inclinación es espeluznante.

La desbordada agresión y brutalidad se justifican como "ejercicio de prudencia": el terrorífico balance de sangre-cerca de 100 palestinos muertos por cada israelí muerto, no despierta ninguna interrogante, como si hubiésemos decidido que su sangre vale una centésima parte de la nuestra, como reconocimiento a nuestro racismo inherente.

Derechistas, nacionalistas, chauvinistas y militaristas son las únicas tónicas legítimas aquí en casa. No nos molesten con humanismo y compasión. Sólo marginalmente se puede escuchar alguna voz de protesta -ilegítima, ostracizada e ignorada por la cobertura de los medios- por parte de un reducido, pero valiente grupo de judíos y árabes. Al lado de ésta, otra voz suena, quizás la peor de todas: la voz de los "justos" e hipócritas. Mi colega Ari Shavit parece ser su más elocuente vocero. Esta semana, Shavit escribió aquí ("Israel debe duplicar, triplicar, cuadruplicar su ayuda médica a Gaza," Haaretz, enero 7): "La ofensiva israelí en Gaza es justificada.... Sólo una inmediata y generosa iniciativa humanitaria probaría que aún durante la brutal guerra a que nos han forzado recordamos que hay seres humanos en el otro bando"

Para Shavit, quien defiende esta guerra e insiste en que no debe perderse, el precio es irrelevante, así como el hecho de que no haya victorias en guerras tan injustas. Y se atreve a hablar de humanismo en el mismo texto.

¿Deseará Shavit que matemos y matemos, y luego vayamos a instalar hospitales de campaña y mandemos medicinas para atender a los heridos? Él sabe que una guerra contra una población indefensa, quizás la más indefensa del mundo, que no tiene adonde escapar, sólo puede ser cruel y despreciable. Pero estos tipos siempre quieren salir de ella luciendo bien. Lanzamos bombas sobre edificios residenciales y luego tratamos a los heridos en Ichilov; bombardeamos reducidos refugios en escuelas de las Naciones Unidas y luego rehabilitamos a los discapacitados en Beit Lewinstein. Les disparamos y luego lloramos, los asesinamos y luego nos lamentamos, despedazaremos mujeres y niños como máquinas de muerte automática y también preservaremos nuestra dignidad.

El problema es que esto no funciona de esa manera. Esto es una asquerosa hipocresía y autojustificación. Aquellos que hacen los más incendiarios llamados para más y más violencia sin considerar las consecuencias son por lo menos más honestos al respecto.

No se puede tener razón en los dos frentes. La única "pureza" en esta guerra es la de "purificarnos de los terroristas", que en realidad significa sembrar horrendas tragedias. Lo que acontece en Gaza no es un desastre natural, un terremoto o una inundación, en cuyo caso sería nuestro deber y derecho extender una mano con ayuda, enviar escuadrones de rescate, como tanto amamos hacer. De la peor suerte, todos los desastres que ocurren en Gaza son producto del hombre - de nosotros. No se puede ofrecer ayuda con las manos ensangrentadas. La compasión no brota de la brutalidad.

Aún así, hay quienes desean ganar en ambos frentes. Matar y destruir indiscriminadamente y salir de ello luciendo bien y con una conciencia limpia. Seguir cometiendo crímenes de guerra sin sentido alguno de la pesada culpa que debería acompañarlos. Hay que tener riñones. Quienquiera que justifique esta guerra justifica también sus crímenes. Quienquiera que predique a favor de esta guerra y crea en la legitimidad de los asesinatos en masas siendo cometidos no tiene ningún derecho para hablar sobre moralidad y humanismo. No hay tal cosa como matar y cuidar simultáneamente. Esta actitud es una representación fehaciente del básico sentimiento dual israelí que ha estado con nosotros desde siempre: cometer injusticias y vernos puros en nuestros ojos. Matar, demoler, hambrear, meter en prisión y humillar – y estar en lo correcto, sin mencionar ser justos. Los justos propiciadores de guerras no podrán permitirse estos lujos.

Todos los que justifican esta guerra justifican también todos sus crímenes. Todos los que la vean como una guerra defensiva deberán cargar la responsabilidad moral por sus consecuencias. Todos los que ahora aupan a los políticos y a los militares a continuar deberán llevar impresa en sus frentes la marca de Caín luego de la guerra. Todos los que apoyan la guerra apoyan también el horror.

La fuente: El autor es columnista del diario israelí Haaretz (Tel Aviv). La traducción del inglés pertenece a Franco Munini para Tlaxcala, la red de traductores para la diversidad lingüística.

"¡MENTIRA! ¡MENTIRA! ¡NO TIENE PERDON!"

TODO: Aunque vivo en este país, al que llegué por falta de otra posibilidad de salida (la alternativa era quedarnos en la cárcel de Devoto y Resistencia), no tengo nada nuevo para comentar. Ya he dicho todo desde todos los ángulos posibles. Agregaré que los discursos de Olmert y Barak del último sábado a la noche anunciando la "decisión de detener unilateralmente el fuego" es en verdad una burda mentira, una provocación apoyada por los gobernantes de los países europeos, confabulados con Israel para destruir no sólo al Hamás si no a todo el pueblo palestino. Gelman no ha innovado y le falta un detalle importante. La mayoría del pueblo israelí comparte ese punto de vista. Andrés Aldao

Por Juan Gelman

Es un verso del tango "Mentira", que Celedonio Flores y Francisco Pracánico compusieron en 1932. Carlos Gardel lo cantaba sin falsa emoción y sin el teatro que propinan hoy algunos tangueros. Se trata, claro, de un hombre que apostrofa a la mujer que lo engañaba y no por eso se privaba de llorar de amor en sus brazos. La frase es desde entonces, y aun antes, aplicable a numerosos políticos y gobiernos del mundo. Por ejemplo, al gobierno israelí y a su primer ministro, Ehud Olmert.
Llevan a cabo en Gaza una matanza que ha causado ya la muerte de casi mil palestinos y miles de heridos: un 60 por ciento eran o son civiles y casi 300 fueron niños. El pretexto: defensa propia en razón de los continuos ataques con misiles de Hamas. La verdad: "Cualquiera que observe con honestidad el desarrollo de los acontecimientos en los dos últimos meses descubrirá que los (cohetes) Kasam tienen un contexto. Fueron casi siempre arrojados después de operativos de asesinato de las FDI, y de éstos hubo muchos. La pregunta de quién empezó no es infantil en este contexto. Las FDI volvieron a las operaciones de exterminio y en gran escala. Y su consecuencia fue el incremento de los disparos de Kasam". Este análisis puede leerse en el diario israelí "Ha'aretz" del 9 de febrero de 2007. Está firmado por Gideon Levy, el periodista también israelí que Vargas Llosa elogió por su valentía intelectual.
Otra del gobierno Olmert: Hamas no respetó la tregua acordada a mediados de junio de 2008 que expiraba en diciembre. La verdad: tropas israelíes la rompieron el 4 de noviembre irrumpiendo en Gaza y matando a seis palestinos (www.guardian.co.uk, 5-11-08). Las FDI volvieron a romper la tregua el 17 de noviembre matando a un líder de Hamas. La respuesta palestina: más Kasam. Y luego: Tel Aviv no se cansa de repetir que Hamas usa escudos humanos para combatir a las FDI. Parece que es al revés. Un comunicado de Amnesty International detalla: "Nuestras fuentes en Gaza informan que soldados israelíes han entrado y tomado posición en varios hogares palestinos, obligando a las familias a permanecer en la planta baja mientras ellos usan el resto de sus casas como base militar y en posición de francotiradores" (www.amnesty.org, 7-1-09).
La Franja de Gaza contiene en sus 360 kilómetros cuadrados a una población de casi millón y medio de palestinos. Si los cohetes de Hamas llegaran a Tel Aviv y alcanzaran el barrio residencial donde está ubicado el Ministerio de Defensa israelí, ¿sería justo decir que Israel usa escudos humanos para defenderse de los Kasam? Vaya una observación interesante de Malcolm Smart, miembro del Programa de Amnesty para el Medio Oriente y el norte de Africa: "El ejército israelí tiene plena conciencia de que los tiradores palestinos suelen abandonar el lugar después de haber disparado. Cualquier ataque de represalia contra esas casas dañará a los civiles, no a los tiradores, en la mayoría de los casos". El comunicado de Amnesty agrega que la ocupación de casas palestinas por soldados israelíes ha sido una práctica frecuente en el pasado y que "en otros casos, han obligado a civiles palestinos, a punta de fusil, a entrar delante de ellos en los edificios donde temían que pudiera producirse un ataque".
El gobierno Olmert justificó el bombardeo de una escuela de la ONU instalada en el campo de refugiados de Jabaliya arguyendo que desde allí habían hecho fuego contra sus efectivos. Después de unos días, tuvo que rectificar: las FDI habían cañoneado sin más trámite a quienes se guarecían en la escuela, matando a 40 civiles. Lo mismo sucedió ¬entre otros¬ con el ataque a un camión que transportaba gas y no Kasam, como Tel Aviv adujo al principio. En verdad, Israel desató una guerra de exterminio.
"¿Sucede acaso que esta guerra es el laboratorio de los fabricantes de muerte? ¿Acaso es posible que en el siglo XXI se pueda encerrar a un millón y medio de personas y hacer de ellas todo lo que se quiera llamándolos terroristas?". Es una pregunta que formularon los médicos noruegos Mads Gilbert y Erik Fosse ¬hace 20 años que prestan asistencia en Gaza como miembros de la ONG Norwac¬ al salir de la Franja vía Egipto ("Le Monde", 12-1-09). Habían atendido a "víctimas de lo que tenemos todas las razones para pensar que se trata de un nuevo tipo de arma, ensayada por los estadounidenses, conocida con el acrónimo DIME (Explosivo de Metal Inerte Denso)". Los DIME son poderosos, su radio de acción es de 10 metros, a quien está a tres metros de la explosión le parten el cuerpo en dos, a los ocho, le cortan limpiamente las piernas.
Human Rights Watch ha denunciado el posible empleo de bombas de fósforo blanco contra los palestinos. Son de uso militar permitido para crear cortinas de humo, pero no en zonas pobladas, según establece el convenio de la ONU sobre armas convencionales (www.hrw.org, 10-1-09). Preguntado al respecto, el mayor israelí Avital Leibovitch aseguró que las FDI "no utilizan armas que el derecho internacional prohíbe. Otras naciones usan bombas de fósforo y tenemos el derecho a no hacer comentarios sobre el tema". Es cierto, las FDI tienen ese derecho. Y los palestinos, el derecho a no ser desollados vivos. Ni siquiera a ritmo de tango.

Exclusivo en Uruguay para LA REPUBLICA