05 noviembre 2007

La herencia de Patrice Lumumba


Hija del héroe de la independencia africana, Juliana Lumumba nació en el Congo y fue criada en El Cairo por una pareja egipcia. Con los principios de una "familia negra" y una "familia blanca", ella se convirtió en la encarnación de la coherencia del continente africano, a pesar de las diferencias étnicas y culturales de los distintos países.

Por Lamiaa Al-Sadaty

"¿Tú tienes un padre negro y otro blanco? ¿Una madre negra y otra blanca?" Una pregunta que la pequeña Juliana les hacía a menudo a sus compañeros durante la infancia. Una pregunta que refleja tanto la ingenuidad de la infancia como resume profundamente la mirada que tiene de su vida "excepcional": una congoleña que vivió y creció en el seno de una familia egipcia.
La historia comenzó en 1961, cuando el palacio presidencial donde vivía el militante congoleño Patrice Lumumba con su familia fue sitiado por las fuerzas de las Naciones Unidas. Porque su padre fue el primero en comprender que la única fuerza que permitiría a su país acceder a la independencia era la de las masas oprimidas, supo reunirlas a su alrededor para alcanzar la libertad. Esto lo había convertido en el hombre más popular del Congo y el más detestado en Bélgica. "El embajador de Egipto en el Congo en esa época, Mohamad Ibrahim Kamel, le propuso a mi padre un plan bien definido para que mis hermanos y yo dejáramos el país hacia Egipto. Este plan fue ejecutado con la supervisión del presidente Nasser. El consejero Abdel-Aziz Ishaq, que trabajaba entonces en la embajada egipcia, nos dio pasaportes con nombres egipcios como si nosotros fuéramos sus hijos", cuenta Juliana Lumumba, con los ojos brillantes.
Pocos días después, Lumumba fue asesinado, y su cadáver desapareció para siempre. "Tshombé, el primer ministro congolés, y Mobutu Sese Seko, el comandante en jefe del ejército, estaban implicados en el asunto, en connivencia con Bélgica, los Estados Unidos, e inclusive las Naciones Unidas… Fueron momentos muy duros e incidentes dramáticos de los que nunca me ha gustado hablar mucho", comenta con tono firme, reflejo de una fuerte personalidad que controla sus emociones.
Con cinco años, Juliana llegó a El Cairo para instalarse con sus cuatro hermanos en la casa de Abdel-Aziz Ishaq. "Nosotros no vivimos como extranjeros a los que él ayudaba, sino como integrantes de una misma familia. Ishaq se convirtió en nuestro padre; su mujer, Zizi, en nuestra madre, y su hija, en nuestra hermana", afirma Juliana con sencillez. Pero, siempre es difícil entender cómo "una congoleña", es decir, "una cristiana cuya lengua materna era el francés", pudo adaptarse a vivir en una familia "egipcia" y "musulmana" con todo lo que esto implica, sin pasar por una gran crisis de identidad. "Todo el mundo sufrió en cierto momento de su vida una crisis de identidad, sobre todo en la adolescencia. Pero yo no puedo decir que pasé una crisis de identidad, en el real sentido del término. Por el contrario, conocí un mestizaje cultural que me enriqueció muchísimo. Esto me hizo más abierta al mundo, más tolerante y capaz de comprender la diferencia y de respetarla".
Ella recuerda los días en que "su madre egipcia" los acompañaba, a ella y a sus hermanos, a la misa del domingo, y los días en que festejaban la Navidad con sus amigos.
Por otra parte, recién comenzado el colegio, ella se sorprendía de la reacción de algunos compañeros de la escuela Notre-Dame de los Apóstoles, cuando ella pronunciaba una palabra familiar en egipcio. "Eran los otros los que tenían una mirada sorprendida hacia mí. Una mirada simpática, más que hostil. Yo soy tan congoleña como egipcia. Yo soy africana",
Hija de un héroe del continente negro, se reconoce como con una identidad africana. Ella, que tanto combatió para salir de la mentalidad del exiliado, para reencontrarse y, sobre todo, "guardar la memoria de su padre". "Las últimas palabras que mi padre nos dijo fueron: 'deben irse de Egipto para estudiar, pero deben regresar algún día, porque el país necesita aprovecharlos'", recuerda Juliana.
El testamento de su padre está escrito en su corazón. "Estudiar para ser la mejor y ayudar a su país", ésta era la divisa. Pero ¿qué país? ¿El Congo? ¿Egipto? "El Congo, Egipto, toda África".
Así, Juliana decidió seguir sus estudios universitarios en Ciencias Políticas en París. "Los primeros años fueron difíciles. Viví una nueva ruptura, pero esta vez con mi familia egipcia. Tenía que enfrentar el mundo real. Yo vivía en una burbuja, y tuve una vida privilegiada y protegida, con chofer y un custodio personal. Mis hermanos y yo llevábamos una vida digna de los hijos de un presidente. De un día para el otro, tenía que pagar la factura de la luz, del teléfono… Nadie estaba para ayudarme como sucedía en Egipto. En Europa, uno se siente realmente extranjero, uno recuerda todo el tiempo que es diferente. Mi sentido de la responsabilidad y de la perseverancia se desarrolló notablemente gracias a esta experiencia".
Siempre guiada por el sentimiento de querer ser la mejor, Juliana Lumumba siguió sus estudios superiores y trabajó durante varios años como periodista. Luego decidió cumplir con el testamento de su padre y volver a su casa: el Congo. Fue un día inolvidable. "Veía una masa de gente con pancartas y pañuelos blancos… ¡y no podía creer que toda esa gente estaba allí por mí!" Entusiamada, se lanzó a varias carreras: periodista, después viceministra de Información, luego ministra de Información y Cultura, y más tarde, cuando se separaron los dos ministerios, fue nombrada ministra de Cultura.
También incursionó en el sector privado y fundó una empresa de publicidad que se encargaba de la organización de campañas electorales… Todo este potencial extraordinario hace preguntar por sus causas: ¿Hay un deseo de vengar a su padre, de lograr una compensación? "Para nada. Nuestra madre nos enseñó que la venganza está vinculada con el odio y se relaciona con la destrucción. Es un deseo de cumplir lo que mi padre no pudo… Él murió por sus principios y yo me acuerdo siempre de sus frases escritas en la última carta a mi madre: el futuro del Congo es bello, espero de mis hijos lo que espero de todos los congoleños, que cumplan la sagrada misión de reconstruir el país." ¿Misión cumplida? "No es una cuestión de heroísmo, hay que hacer siempre lo mejor que uno pueda… Necesitamos ser considerados por lo que hacemos, romper las barreras y estar seguros de que nadie trabajará por nosotros".
Gracias a su pragmatismo y sus relaciones, Juliana Lumumba fue elegida secretaria general de la Unión Africana de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Oficios. Un puesto, con sede en Egipto, que va a ubicarla frente a varios problemas, con la corrupción a la cabeza, que dificultan el desarrollo económico del continente negro. "Se debe aquí, en primer lugar, desembarazarse del complejo de extranjero", dice en perfecto dialecto egipcio, y agrega: "Tenemos que aprovechar los recursos humanos no explotados, facilitar la transferencia de tecnología, el intercambio de conocimientos, resolver problemas de transporte terrestre, aéreo y marítimo entre los países del continente y poner fin a la falta de información. Para esto hay que hacer una red de comunicación que una todos los países africanos, con una lista de productos de cada país con las indicaciones de cantidades, calidades, precios, procedimientos de inversión, etc., con el objetivo de lograr una verdadera complementación que desembocará, sin dudas, en un desarrollo en el seno del continente".
Aparentemente, Juliana Lumumba se quedará para siempre en su África, como decía el testamento de su padre. Jean-Paul Sartre tuvo razón, al decir: "Con su muerte, Lumumba dejó de ser una persona. Se convirtió en toda África". De tal padre, tal hija.

La fuente: Al-Ahram Hebdo. Semanario egipcio (10.000 ejemplares) del grupo Al Ahram destinado a los francófonos. La traducción del francés pertenece a María Masquelet para elcorresponsal.com.

Cheney, Lieberman y la conspiración para una guerra en Irán

El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, está conspirando para llevar adelante un plan específico para la guerra con Irán. Y el senador Joe Lieberman es una parte activa de esta conspiración.

Por Gareth Porter

Nunca fui de aquellos que creyeron que el gobierno de Bush se estaba preparando para atacar a Irán en el 2006 o a principios del 2007. Pero ahora, está claro que por lo menos el vicepresidente Dick Cheney está conspirando para sacar adelante un plan especifico para una guerra con Irán. Y el senador Joe Lieberman es una parte activa de esta conspiración.
Sabemos desde hace tiempo que Cheney quiere atacar las instalaciones nucleares iraníes y otros objetivos militares y económicos. Pero el 9 de agosto, una noticia publicada por el periódico McClatchy revela que, en vez de esperar a que se tome una decisión para llevar a cabo dicho ataque estratégico contra Irán, Cheney espera ahora conseguir que Bush apruebe un ataque a campamentos en Irán donde supuestamente ha estado entrenando la milicia shiita iraquí estos últimos años.
La historia del McClatchy dice que Cheney propuso esta idea al gobierno "hace varias semanas" citando "a dos funcionarios de EE.UU. que están implicados en la política con Irán". Fuentes oficiales dicen que Cheney "argumentó a favor de un ataque militar si aparecen nuevas pruebas firmes del apoyo que reciben de Irán las fuerzas antinorteamericanas en Irak." Un ejemplo de estas "nuevas pruebas firmes", según una de las fuentes oficiales del informe, sería "detener un camión lleno de soldados o de armas cruzando de Irán a Irak."
La historia también indica que esos mismos funcionarios dicen que Condoleezza Rice "está en contra de esta idea" y sugiere que el secretario de Defensa, Robert M. Gates, está de acuerdo con su postura.
La propuesta de Cheney para un ataque aéreo contra tres bases en Irán solo puede tener un objetivo: provocar una represalia iraní que haría posible desencadenar un ataque aéreo en condiciones contra Irán. La provocación estratégica sería el camino obvio para evitar los obstáculos políticos para un ataque no provocado.
Esta no sería la primera vez que se atribuye una estrategia de provocación al gobierno de Bush. En febrero del 2007, Hillary Mann, director del Consejo de Seguridad Nacional para Asuntos de Irán y del Golfo Pérsico hasta 2004, dijo a la CNN que el gobierno de Bush estaba "forzando una serie de provocaciones contra los iraníes anticipando que Irán al final tomaría represalias, y eso le daría a los EE.UU. la posibilidad de lanzar ataques limitados contra Irán, contra objetivos en Irán que nosotros consideramos importantes."
La revelación de la propuesta de ataque de Cheney proporciona una nueva perspectiva sobre una serie de asuntos relacionados con Irak desde principios de junio. El primer asunto que toma un nuevo significado es el llamamiento público que hizo Joe Liebeman el 11 de junio para exactamente la misma clase de ataque contra las supuestas bases de entrenamiento en Irán por las que Cheney estaba abogando dentro del gobierno.
En el programa de la cadena CBS Face the Nation, Lieberman dijo: "Creo que tenemos que estar preparados para realizar una campaña militar agresiva contra los iraníes para que dejen de matar a norteamericanos en Irak. Y para mí, eso incluiría atacar al otro lado de la frontera, en Irán, donde tenemos pruebas de que existe una base en la que están entrenando a gente que vuelve a Irak a matar a nuestros soldados."
¿Fue esto una simple coincidencia? De ninguna manera, dice una fuente en Washington que está muy familiarizada con Lieberman y el funcionamiento interno de la clase neoconservadora. "Lieberman no es la clase de hombre que hace una propuesta como ésta por su cuenta", dice el observador. "Es muy disciplinado. Es un soldado de a pie, una parte integral del movimiento neoconservador."
En otras palabras, Lieberman estaba actuando como una pantalla para la propuesta de Cheney, debilitando la oposición pública para una posterior propaganda de guerra.
Más tarde, el 2 de julio, el nuevo portavoz del mando de EE.UU. en Bagdad, Brig. Gen. Kevin Bergner, dio una charla a la prensa en perfecta conjunción con la estrategia de Cheney. Uno de sus temas principales fue sugerir que Irán participó en la planificación de un ataque de la milicia shiita en enero en Karbala en la que murieron cinco soldados norteamericanos. Otro punto importante que expuso Bergner fue que Irán estaba usando lo que él denominaba "grupos especiales" de milicias shiitas "radicales"que desestabilizan Irak, en parte, al entrenarlos en campamentos en Irán.
He desacreditado estos argumentos aquí y allá. Y en otro análisis de esta semana muestro que el índice de muertes de tropas de EE.UU. en la lucha con el Ejército Mahdi está principalmente en función de los objetivos del ejército de EE.UU. contra esas unidades y de la dirección de las operaciones militares, no de la política iraní.
Pero parece que la charla de Bergner ha sido un elemento clave hacia la conspiración para la guerra, dirigida a conseguir la clase de "pruebas" que podrían usarse para sacar adelante la propuesta de Cheney dentro y fuera del gobierno.
Para traducir el impacto mediático de la charla de Bergner a un apoyo político para la propuesta de Cheney, el senador Lieberman tenía preparada una nota de prensa emitida el mismo día de la charla, la cual citaba como prueba de que Irán estaba entrenando a shiitas en Irán que estaban matando a soldados de EE.UU. Lieberman utilizó la ocasión para repetir su llamamiento para un ataque de EE.UU. contra los campamentos en Irán. Entonces Lieberman presentó una enmienda que decía: "El asesinato de miembros de las Fuerzas Armadas de EE.UU. por parte de un gobierno extranjero o sus agentes es un acto de hostilidad intolerable contra los EE.UU."
Esto sonaba como una declaración de guerra, aunque se borraron de la enmienda, que se aprobó por 97 votos a 0, las palabras de apoyo a un ataque militar contra Irán.
No está claro si Bush ha autorizado explícitamente a Cheney a que prepare las bases para su nueva estrategia de provocación. En la primavera, Rice tuvo éxito al conseguir que Bush aceptara contactos diplomáticos directos con Irán. Cheney dejó claro en los círculos conservadores de Washington que le preocupaba que Bush no apoyase la opción militar contra Irán y que él, Cheney, estaba planeando una "jugada estratégica" para asegurarse de que esto no ocurra. Pero en una reunión de políticos sobre Irán en la Casa Blanca en junio, según un artículo del mes pasado del The Guardian, Bush se puso de parte de Cheney en una discusión sobre si estas conversaciones diplomáticas deberían seguir hasta 2009.
Tanto si la conspiración de Cheney con Lieberman y el mando de EE.UU. es parte de una "jugada estratégica" como si Bush las sanciona, la habilidad que tiene Cheney para manipular a Bush supone la escalofriante posibilidad de que un desventurado presidente cometa la última metedura de pata con una guerra contra Irán.

La fuente: El artículo fue publicado inicialmente por Huffington Post. La traducción del inglés pertenece a Eva Calleja, con revisión de Anahí Seri, para ZNet, revista electrónica orientada al cambio social.

La derecha fundamentalista israelí vuelve a la carga

Fanáticos judíos cuelgan carteles del presidente Peres tocado con una kefia palestina y le tildan de "liberador de terroristas"

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 05/11/2007

Condoleezza Rice, secretaria de Estado norteamericana, exclama en una viñeta del dibujante Biderman, del diario “Haaretz”: “¡Preparados!”. Enfrente, el primer ministro Ehud Olmert suda y carga sobre sus hombros a dos dirigentes de su partido, mientras un par de líderes ultras –Avigdor Lieberman y el ultraortodoxo Eli Yishai, ministros de su Gobierno— le traban los pies. El semblante del presidente palestino, Mahmud Abbas, también denota esfuerzo, dado que a sus espaldas se encarama un miliciano armado de Hamás con su cinturón de explosivos.
Los obstáculos para impulsar un proceso de paz son innumerables y de calado. Ambas partes admiten que nada se ha acordado a día de hoy. Todavía no hay fecha para la conferencia de Annapolis (Estados Unidos), que debe congregar a finales de mes a delegaciones israelíes y palestinas, y que sólo supondrá un banderazo de salida a la negociación. Pero la derecha fundamentalista israelí no acepta la más mínima concesión, ni siquiera que se hable del desmantelamiento de una colonia en territorio ocupado. No digamos de ceder un milímetro de Jerusalén o del retorno de un refugiado. Y comienza a soliviantarse.
En muchas paredes de las calles de Jerusalén aparecieron la noche del domingo –exactamente 12 años después del magnicidio del entonces jefe del Ejecutivo, Isaac Rabin— carteles en los que aparece el presidente israelí, Simón Peres, tocado con una kefia palestina. "Liberador de terroristas. Peres, presidente de los árabes", reza el eslogan. También se representa a George W. Bush de igual guisa. Idénticos montajes a los que sufrió Rabin desde meses antes de ser asesinado por Yigal Amir en Tel Aviv, el 4 de noviembre de 1995.
Son sólo alrededor de 300 los prisioneros palestinos liberados en los últimos meses, reos de delitos poco relevantes y condenados a penas reducidas. Pero, ahora, Olmert ha anunciado que estudia la excarcelación de cientos de reclusos para fortalecer al mandatario Abbas en su lucha contra los islamistas de Hamás. La derecha radical, para nada marginal en el Estado judío, ha comenzado su campaña de amenazas siempre encubiertas. La noche del domingo brotaron manifestaciones en repulsa a los esfuerzos mediadores de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice.
Quienes han empapelado montones de muros de la ciudad santa son activistas del Frente Nacional Judío. Dan miedo. Dirigidos por Baruch Marzel, un ex dirigente del partido Kach, ilegalizado en Israel por racista y terrorista, están regenerando el caldo de cultivo que propició el asesinato de Rabin. Nadie se toma a broma ni considera una baladronada los exabruptos de Marzel y sus huestes.
"Nadie ha muerto a causa de la libertad de expresión", declaró este hombre residente en uno de los asentamientos de Hebrón, ciudad de Cisjordania en la que sus acólitos atacan con fuerza y frecuencia crecientes a la población civil árabe al amparo de la protección del Ejército. Se sienten impunes, entre otros motivos porque los gobiernos hebreos siempre les han tratado con guante de seda. Y gozan de un respaldo popular más amplio del que reflejan sus resultados en las urnas. Porque a la hora de votar, al fin y al cabo, los israelíes optan por partidos que defienden similares posiciones y que cuentan con verdaderas opciones de cosechar buen número de escaños.
Los indicios de fanatismo brotan en los últimos días. El domingo, el Maccabi Haifa disputaba un partido de fútbol con el Beitar Jerusalén. Cuando se reclamó un minuto de silencio en memoria de Isaac Rabin, cientos, sino miles, de aficionados del equipo jerosolimitano abuchearon –"¿quién es Rabin?", se mofaron- y gritaron consignas en alabanza de Yigal Amir, el asesino confeso del ex primer ministro. En la cancha del Beitar es frecuente escuchar a la turba gritar: "Muerte a los árabes". "Detesto a esta gente bruta y violenta que, lamento decirlo, representan a un sector considerable de la afición", reaccionó Ehud Olmert, seguidor apasionado de este club y de este deporte.
Nahum Barnea, analista del periódico Yediot Ajoronot, augura: "Parece que la temporada de calma en el debate político ha llegado a su fin. Un periodo diferente se está iniciando. Un periodo tormentoso, dramático…".