07 diciembre 2008

"NOS ESTAMOS MURIENDO LENTAMENTE"

TODO. Ante el silencio de las naciones "democráticas y ricas", ante la indiferencia de los israelíes ocupados en progromos contra los palestinos y en las campañas electorales para coronar a Bibi II, El gobierno de Olmert y sus adláteres siguen desangrando al pueblo palestino. La respuesta palestina es débil, y la ofensiva del hambre practicada por el ministro de seguridad no dan los resultados apetecidos.
Barak amenza con la "entrada a Gaza"... pero no lo hará. Palestina Gaza está preparada para derrotar al ex invencible, al ex pequeño David convertido hoy en la fuerza pantzer de occidente... Andrés Aldao


Sameh A. Habeeb - Electronic Intifada

Israel ha apretado aún más las tornas a Gaza, donde algunas zonas están completamente sumidas en la penumbra ya que la falta de carburante paró hace 25 días la única central eléctrica de Gaza.
Los cortes de electricidad afectan a todas las actividades que dependen de la electricidad ya que las restantes fuentes de electricidad proporcionadas por Israel y Egipto no pueden satisfacer las necesidades de toda Gaza. Se ha visto afectada el agua potable y de regadío, así como el alcantarillado, lo que supone un grave peligro sanitario. Esta falta de energía ya significa que millones de litros de aguas residuales están contaminando a diario el mar Mediterráneo.
Israel también está privando de comida al millón y medio de palestinos que habitan en Gaza. Según el Comité Popular contra en Bloqueo, no hay suficiente cantidad de productos alimenticios básicos como leche, harina, aceite, carne, arroz y verdura. Según algunos datos, sólo el 15% de los alimentos que necesita Gaza está entrando a través de los pasos fronterizos controlados por Israel.
También se niega a los palestinos de Gaza el derecho a recibir tratamiento médico. En Gaza han desaparecido las medicinas básicas, incluyendo las necesarias para tratar la diabetes, las enfermedades cardiacas, el asma y otras enfermedades crónicas. También faltan medicinas para el tratamiento del cáncer y de enfermedades renales y hepáticas. Hay escasez de material de esterilización y desinfectantes, así como de otros productos necesarios para un tratamiento médico adecuado de los pacientes. Aparatos que significan la vida o la muerte para los pacientes de Gaza están dejando de funcionar porque Israel no permite importar sus piezas de recambio. Los médicos tendrán dificultades incluso para diagnosticar a los pacientes porque los cortes de electricidad han dañado los aparatos de escáner y de rayos X de los hospitales de Gaza.
La población de Gaza depende casi por completo de la ayuda humanitaria ya que Israel les ha denegado en derecho al trabajo desde que empezó a imponer el bloqueo a la Franja hace dos años. Pero ahora incluso se prohíbe la entrada de la mayoría de la ayuda humanitaria e Israel ha restringido drásticamente la ayuda de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, la UNRWA (en sus siglas en inglés). Con una UNRWA a la que se impide distribuir la ayuda alimentaria a sus cientos de miles de beneficiarios (la mayoría de los habitantes de Gaza son descendientes de los refugiados que fueron obligados a abandonar sus casas y propiedades en lo que ahora es Israel hace 60 años), el hambre generalizada no es una cuestión de si sino de cuando.
Israel se ha asegurado de que no sólo es la población humana de Gaza la que está pasando hambre sino también sus animales. Durante cuatro semanas Israel no ha permitido importar pienso cuando se necesitan 150 toneladas al día. El sector agrícola de Gaza, que ya sufre desde que hace un año y medio Israel empezó a impedir la exportación de los productos alimenticios de Gaza, se ve gravemente afectado por la falta de vacunas, semillas, insecticidas y fertilizantes.
Gaza se ha convertido en un lugar en el que es imposible una vida normal. “Ya no puedo más”, dice Khalil Barakat, un refugiado de mediana edad del campo de refugiados de la Playa . “En Gaza estamos enjaulados como animales. Si tuviera una oportunidad de emigrar para vivir el resto de mi vida en paz, me encantaría hacerlo”.
Este escritor preguntó a una vieja amiga, una joven madre llamada Um Muhammad Abu Ouf, cómo se había visto afectada su familia por el bloqueo. Mientras la oscuridad se cernía sobre la calle al-Muktar de la ciudad de Gaza me contestó: “El bloqueo se ha convertido en una pesadilla diaria, de día y de noche. Hay cortes de electricidad y eso asusta a mi hijo de 11 años. Hace que viva en unas condiciones que no son seguras para él. Estoy tratando de encontrar algo de comida que le dé fuerzas. Fui a muchos almacenes y tiendas, pero en vano. Ni pude encontrar comida ni artículos de primera necesidad para mi hijo ya que faltan muchos productos básicos necesarios para los niños, como leche, pañales y demás cosas”.
Por su parte, Nahed Deeb, que temía que se avecinara una época de hambruna, se sentía igualmente frustrado: “Nos estamos muriendo lentamente y nadie hace nada para evitarlo. Perdí mi trabajo hace ocho años y dependo de la ayuda irregular. Lo mismo le pasa a cientos de miles de personas en circunstancias normales. Sin embargo, las personas pobres como yo ya no tienen ningún tipo de ayuda”.
No es probable que los habitantes de Gaza vayan a tener un respiro en el castigo colectivo impuesto por Israel que es este bloqueo ya que el ministro de Defensa israelí anunció recientemente que los pasos fronterizos de Gaza permanecerían cerrados hasta nuevo aviso. Esta semana la armada israelí también impidió a un barco libio cargado con trescientas toneladas de comida llegar a la costa de Gaza con el pretexto de que el barco transportaba armas. Sin embargo, se espera que un barco de Qatar parta de Chipre para intentar entregar ayuda humanitaria a Gaza y también se espera que barcos de Turquía, Kuwait, Yemen y Jordania traten también de romper el bloqueo, y los dirigentes palestinos en Israel han prometido hacer lo mismo este fin de semana.
Si el objetivo del bloqueo es presionar a los palestinos de Gaza para que renuncien a sus derechos, Israel se encontrará como resistencia, como afirma un habitante de la Franja que se identifica a sí mismo como Muhammad: “Hace 60 años que somos pacientes. Hemos sufrido tiempos más crueles que estos. Así que, ¿por qué rendirnos este año? Tenemos que ser firmes y pacientes, y acabaróna por levantar el bloqueo”.
Sameh A. Habeeb es fotoperiodista, activista humanitario y pacifista residente en Gaza, Palestina. Es escritor freelance para varias páginas web de información.

Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article10008.shtml

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

LA GUERRA CONTRA LOS POBRES DE BUENOS AIRES

TODO. Las capas medias de la sociedad argentina sólo aspiran a defender y agrandar sus beneficios. El medio pelo, el formalismo democrático, el egoísmo y la idolatría del dinero y la forma son sus talones de Aquiles. De las capas medias salieron los torturadores represores y muchos de sus oponentes. La ciudad de Buenos Aires es el bastión, el baluarte de los badulaques charlatanes del radicalismo (la madre del borrego, la Carrió, el micro Macri) y los socialistas (grandes moralistas del blabla y socios seculares de la derecha). El odio a las villas y a los villeros, es cierto, nace por aquellos cabecitas negras que irrumpieron e interrumpieron la vida fatua e infatua de los pequeños burgueses de la porteñía, acostumbrados a la vida provinciana y la persecución de los "jornaleros" inmigrantes que vinieron a hacer la américa a costa de la gente "noble", radicales y socialistas (por darles un color).Luego la libertadora, los dictadores de uniforme y el menemismo, la misma excrecencia de sueños de nuevos ricos a expensas de jornaleros y villeros...

Llegó en 1945 el "aluvión zoológico" que tanto mortificó a los hermanos Ghioldi (Américo y Rodolfo), prototipos de aquel aluvión "democrático" con el modesto Patrón Costa y Cía y el beneplácito de Spruille Braden, embajador de USA. Traje este introito porque la villa fue un progreso, la señal de que la Argentina había ingresado en la era industrial, que abre perspectivas y no puede cerrar brechas de crecimiento bajo la égida capitalista.
Andrés Aldao


Raúl Zibechi - La Jornada

Aunque son apenas 10 por ciento de la población de la capital argentina, los pobres que viven en las “villas miseria” se han convertido en la principal oposición al derechista gobierno de la ciudad encabezado por el empresario Mauricio Macri. En las elecciones de 2007, fue elegido por la mayoría absoluta de la conservadora ciudad, que pasó por alto que Macri fue aliado del neoliberal Carlos Menem y no son pocos los que aseguran que su fortuna no la obtuvo de forma transparente.
Entre sus votantes quizá hayan pesado las promesas electorales de erradicar buena parte de las villas trasladando a su población a zonas periféricas o alejadas del centro. Los 40 mil habitantes de la Villa 31, Retiro, la más conflictiva, saben que esa zona es muy codiciada por las empresas inmobiliarias, que han hecho multimillonarias obras en la zona portuaria lindante con la villa. Para los más pobres, sería repetir la triste historia que vivieron bajo la dictadura militar, cuando el intendente brigadier general Osvaldo Cacciatore implementó una política de erradicación violenta: las topadoras llegaban por la noche, derribaban las viviendas y los dejaban en las afueras de la ciudad, perdidos en lugares que desconocían.
La terrible frase de Cacciatore (“Debemos tener una ciudad mejor para la mejor gente”) parece haberse convertido en la consigna de la nueva derecha argentina. Pero ahora los habitantes de las villas no están dispuestos a volver a ser objeto de persecución. Cualquier familia de las villas conoce la historia: de los 60 mil habitantes con que contaba la Villa 31 antes de la dictadura, en 1979 sólo quedaban 46 familias. Con el retorno democrático, en 1984, fueron regresando al barrio que cuenta ya con 40 mil habitantes. Macri pretende primero que nada frenar el explosivo crecimiento: las 14 villas de Buenos Aires, nacidas en los intersticios de la ciudad opulenta, crecieron en el último año y medio en 30 por ciento hasta albergar a 235 mil personas.
Más difícil va a ser erradicar la memoria de luchas y la cultura villera, ambas tejidas en torno a las figuras de los “curas villeros”, y muy en particular la del padre Carlos Mujica, miltitante peronista que resultó el primer asesinado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) el 11 de mayo de 1974. La Villa 31, donde predicó y vivió, fue formada por los obreros portuarios desocupados a raíz de la crisis de 1929. Son 15 hectáreas públicas entre el puerto y una de las grandes estaciones ferroviarias que conecta con el norte del país. A fines de los años 50 había ya seis barrios y una coordinadora que agrupaba a los delegados y que daba forma a la organización social.
Las villas fueron cuna de una generación de militantes populares, por eso la dictadura y los paramilitares se ensañaron con sus pobladores. No pudieron doblegarlos porque en cada villa existe una amplia red de base de comedores, clubes deportivos, centros sociales y culturales, y un extenso tejido de contrapoder popular manzana por manzana. Hoy la mayor parte de sus habitantes son paraguayos, bolivianos y argentinos emigrados de las provincias del norte, los “cabecitas negras” que tanto desprecia la oligarquía porteña.
Desprecio que apenas consigue encubrir un profundo temor a los pobres organizados y conscientes. Por algo Macri, fiel representante de la cultura de los de arriba, se declaró admirador de Cacciatore. Temen, por ejemplo, a una indoblegable cultura villera que es capaz de sostener la vida de cientos de miles en base a la ayuda mutua y la reciprocidad, que son la argamasa de una riquísima vida colectiva que los de arriba se empeñan en descalificar como ilegal e imbricada con el narcotráfico.
Una buena muestra de la potencia de esa cultura es que todas las iglesias, capillas y parroquias que existen en las villas, o sea decenas de edificios, han sido construidas en minga, trabajo colectivo, luego de agotadoras jornadas de trabajo como peones de la construcción y en el empleo doméstico. Esas iglesias son verdaderos centros de vida, espacios para el rezo pero también para la comida colectiva, el trabajo escolar o la recuperación de jóvenes adictos, donde muchos villeros colaboran sin recibir ninguna compensación material, siempre bajo la mirada serena de enormes murales del padre Mujica y de otros mártires villeros.
La fuerza de los de abajo ha sido comprendida por los curas villeros. El 11 de junio de 2007, 15 sacerdotes de siete villas emitieron un documento (Reflexiones sobre la urbanización y el respeto por la cultura villera) que es una de las piezas políticas más profundas sobre la vida de los de abajo. Con el objetivo de frenar la ofensiva de Macri, se empeñan en mostrar los aspectos positivos de sus barrios: destacan los valores de fraternidad existentes en las villas frente a la adoración del dinero de la cultura dominante; o el uso del espacio público para tejer vínculos frente a la mercantilización de la tierra urbana.
Contra cualquier tentación vanguardista, sostienen que la villa “no es un lugar sólo para ayudar, es más bien el ámbito que nos enseña una vida más humana”. Respecto a la cultura villera, hacen un aporte que ilumina la realidad de muchas periferias urbanas del continente: “Valoramos la cultura que se da en la villa, que surge del encuentro de los valores más nobles y propios del interior del país o de los países vecinos, con la realidad urbana. La cultura villera no es otra cosa que la rica cultura popular de nuestros pueblos latinoamericanos”.
La potencia de esta cultura forzó al gobierno de Macri a pactar una tregua para evitar los continuos cortes de autopistas que se registraron en noviembre. Tregua frágil porque el poder aspira a convertir las villas en carne de especulación inmobiliaria. Y porque esa cultura no se deja, pacta con los de afuera, de derecha o de izquierda, para ganar tiempo mientras sigue afianzando la organización de base. En tanto, para los pobres de las periferias urbanas de América Latina pueden ser un punto de referencia.
http://www.jornada.unam.mx/2008/12/06/index.php?section=opinion&article=024a1pol