09 enero 2008

El ocupante no generoso: el Camp David de Israel sale a la luz

Tras siete años de rumores y de recordarlo en su propio provecho, los medios de comunicación israelíes han publicado finamente extractos procedentes de una fuente oficial acerca de las negociaciones de Camp David en verano de 2000. Por primera vez es posible juzgar con cierta certeza el alcance de la “generosa oferta” del ex-primer ministro israelí Ehud Barak a los palestinos y las razones de Yasser Arafat para rechazarla.

Por Jonathan Cook

Además, el documento proporciona valiosos elementos para comprender los objetivos más amplios que Israel esperaba alcanzar en Camp David y cómo ambiciones similares están dirigiendo sus políticas hasta la fecha.

El documento, de 26 páginas, filtrado al diario Haaretz, fue preparado tras Camp David por la clase dirigente política y de seguridad como una guía de lo que separaba a los partidos políticos. Titulado “El estatus del proceso diplomático con los palestinos: puntos para poner al día al primer ministro entrante”, se preparó a tiempo para las elecciones generales de febrero de 2001.

Aunque dista mucho de ser la única versión de las negociaciones de Camp David, se trata del primer documento oficial que explica lo que ocurrió y, desde luego, un documento que no puede ser tachado de no ser favorable a las posturas de Israel.

El documento salió a la luz el mes pasado después de que le fuera presentado al actual primer ministro israelí, Ehud Olmert, para que éste preparara su encuentro con los palestinos en Annapolis. Presionado por los Estados Unidos, Olmert había accedido a reanudar las negociaciones por primera vez desde el fracaso de Camp David y de su continuación de las conversaciones de Taba unos meses después. Está claro que, lejos de revisar su postura a la luz del impasse de Camp David, Olmert elige adoptar algunas de las posturas de la línea dura de Barak.

La primeras negociaciones en julio de 2000 fueron un intento de Barak de ocultar los puntos principales del conflicto entre Israel y los palestinos que no se habían realizado durante una serie de retiradas israelíes de los territorios ocupados, tal y como se especificaba en los acuerdos de Oslo.

Respaldado por el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, Barak empujó al presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, a las precipitadas negociaciones del status final, aunque el presidente palestino creyera que se necesitaba más tiempo para crear confianza por ambas partes. Contrariamente al espíritu de los acuerdos de Oslo, a lo largo de los años noventa Israel había duplicado el número de asentamientos ilegales en los territorios ocupados y no había llevado a cabo por completo la prometida retirada.

Quizá no sorprendentemente, el documento israelí no reconoce la oferta más generosa de todas durante las seis décadas de conflicto israelo-palestino: la decisión de la OLP, a finales de los ochenta, de renunciar a su reivindicación de la mayor parte de la patria palestina y conformarse a cambio con un Estado en los dos territorios separados de Gaza y Cisjordania, solamente sobre el 22% de la Palestina histórica.

Así pues, dada la enorme concesión territorial hecha por los dirigentes palestinos hace 20 años, ¿en qué se diferencian los términos de Barak [de los de los palestinos]? El documento nos dice que Barak insistió en tres principios fundamentales para aceptar el final de la ocupación y establecer un Estado palestino:

1. Los bloques de asentamientos ilegales de Israel deberían mantenerse, con el 80% de los colonos que permanecen en Cisjordania sobre tierra anexionada a Israel.

Cisjordania constituye la mayor parte de cualquier futuro Estado palestino. Según el documento, Israel se habría anexionado aproximadamente el 8% del territorio para mantener los asentamientos. A cambio, los palestinos habrían sido compensados con una cuña mucho más pequeña de tierra y de un valor mucho menor, probablemente en el desierto de Negev.

La propuesta de Israel exigía mantener a cerca de 400.000 judíos viviendo en Cisjordania y Jerusalén Este en comunidades fortificadas y conectadas entre sí por carreteras para colonos, algunas de ellas conectadas a Israel y otras que entrecruzaban el territorio. Los asentamientos y la infraestructura para mantenerlos habrían sido de acceso prohibido para los palestinos y habrían estado custodiados por el ejército, con lo que en el corazón de Cisjordania se crearían de hecho zonas militares israelíes cerradas. Todo ello era una receta segura para destruir la viabilidad del propuesto Estado palestino. Se le estaba pidiendo al presidente Arafat que aprobara un laberinto de corredores de tierra israelí que habrían consolidado una serie de guetos palestinos bajo la pátina de categoría de Estado.

2. Un amplia “zona de seguridad”, supervisada por el ejército israelí, se habría mantenido a lo largo del valle del Jordán, en Cisjordania, desde el Mar Muerto hasta el asentamiento judío de Meholah, en el Norte.

Esta zona de seguridad ya existe, así que no tenemos que especular sobre cómo habría sido. Unos pocos miles de asentamientos en el valle del Jordán han asegurado que la zona, aproximadamente una quinta parte de Cisjordania, ha estado prácticamente anexionada a Israel durante décadas. A la mayoría de los palestinos, aparte de a quienes viven ahí, se les prohíbe entrar en ella. El valle es una de las zonas más fértiles de Cisjordania y actualmente su enorme potencial agrícola lo explota principalmente Israel. De nuevo, privar a los palestinos tanto del territorio como del control económico sobre el valle de Jordán habría hecho inviable el Estado palestino.

3. En Jerusalén Este Israel exigió enormes concesiones territoriales a la par de su anexión ilegal de parte de la ciudad ocupada por Israel en 1967.

Israel quería mantener una continuidad territorial para sus asentamientos ilegales en Jerusalén Este, donde vive casi un cuarto de millón de judíos, con la consecuencia de obligar a los habitantes palestinos a vivir en una serie de lo que Haaretz denomina “burbujas”.

Mantener la ampliación de las actuales fronteras municipales para Jerusalén habría tenido dos consecuencias perjudiciales para los palestinos: primero, habría cercenado la ciudad, el centro económico y turístico de cualquier Estado palestino, del resto de Cisjordania;y segundo, los enormes asentamientos de Maale Adumim y Har Homa, construidos en lo más profundo del territorio palestino pero ahora considerados por Israel como parte de Jerusalén, habrían permanecido bajo soberanía israelí. Cisjordania habría sido cortada por la mitad, lo que habría supuesto más restricciones para los movimientos de los palestinos en Cisjordania .

En la Ciudad Vieja, Israel exigió que se anexionaran a Israel los barrios judío y armenio, y partes del denominado “cuenco sagrado” fuera de las murallas, y que las mezquitas del Santuario Noble (conocido por los judíos como el Templo del Monte) quedaran bajo una soberanía “ambigua”, que sin duda alguna más tarde sería explotada por la parte más fuerte, Israel. Estas exigencias habrían asegurado que las zonas palestinas de Jerusalén Este quedaban divididas en una serie de guetos, un reflejo de las políticas israelíes en Cisjordania.

Además, Israel esperaba que Camp David legalizara tardíamente su anexión y limpieza étnica en 1967 de una zona de Cisjordania próxima a Jerusalén llamada el Saliente de Latrun. Hoy la zona ha sido transformada por el Fondo Nacional Judío en una reserva natural “israelí”, llamada Canadá Park, usando donaciones libres de impuestos de canadienses.

El efecto total de estas “generosas” propuestas era ofrecer a los palestinos mucho menos que el restante 22% de su territorio histórico. Habrían tenido que restar de un Estado en Gaza y Cisjordania amplias partes del expandido municipio de Jerusalén, así como el Saliente de Latrun, el 8% de Cisjordania para dar cabida a los asentamientos y otro 20% para una zona de seguridad en el valle del Jordán.

En otras palabras, se les estaba pidiendo a los palestinos que firmaran un trato que les daría una soberanía muy restringida sobre no más de aproximadamente el 14% de su territorio histórico, o algo muy similar a los bantustanes que habían sido creados para ellos antes y desde Camp David con el crecimiento de los asentamientos y la galopante anexión de su tierra por el muro de separación [en Cisjordania].

A cambio de la “generosidad”, ¿qué contra-exigencias hicieron los palestinos que echaron por tierra las conversaciones y, de ese modo, “desenmascararon” a Arafat, como han mantenido durante mucho tiempo Barak y Clinton? ¿Qué pruebas condenatorias se citan?

Según el documento, los palestinos estaban dispuestos a satisfacer las “exigencias demográficas” de Israel y a aceptar los cambios fronterizos. Sin embargo, insistieron en dos condiciones: que la anexión por parte de Israel de Cisjordania no excediera el 2,3% del territorio y que todo intercambio de tierra se hiciera basándose en el principio de la igualdad. Según parece, Israel no pudo aceptar ninguna de las dos.

Los palestinos también querían que el corredor de tierra que conectara las dos partes de su territorio, Cisjordania y Gaza, estuviera bajo su soberanía, se supone que para que no se pudiera cortar esta conexión a capricho de Israel. Además, Arafat esperaba lo que acompaña a la categoría de Estado: un ejército propio y el control del espacio aéreo palestino. Israel se opuso a todas estas exigencias.

Por lo que se refiere a Jerusalén, los palestinos querían una “ciudad abierta”, más en la línea con el Plan de Partición original de Naciones Unidas de 1947, conectada tanto al interior de Palestina como al de Israel. Los palestinos se opusieron a la perspectiva de vivir en “burbujas” y en vez de ello exigieron la continuidad territorial en Jerusalén Este. También querían la mayor parte del barrio armenio en la Ciudad Vieja, aunque parecía que estaban dispuestos a ceder el barrio judío limpiado étnicamente de palestinos en 1967.

Respecto de otras cuestiones polémicas fundamentales, Arafat quería que Israel admitiera su única responsabilidad en la cuestión de los refugiados palestinos creada por la guerra de 1948. Sin embargo, el documento señala que los palestinos “se mostraron comprensivos respecto de lo delicada que era para Israel la cuestión y también mostraron su deseo de encontrar una formulación que equilibrara estos sentimientos con sus necesidades nacionales”. Al menos esto sugería que los dirigentes palestinos deseaban negociar la cuestión de los refugiados.

Según algunos críticos, Barak acudió a las negociaciones de Camp David de mala fe, poniendo el listón tan alto que palestinos e israelíes estuvieran abocados a fracasar en llegar a un acuerdo. Pero, ¿por qué querría Barak llegar a ese resultado, o, cuando menos, arriesgarse a ello? El documento sugiere dos razones que están relacionadas entre sí.

En primer lugar, el documento señala que paralelamente a sus preparativos para Camp David, Barak estuvo trabajando en un plan de “separación” si fallaban las conversaciones. El esquema estaba preparado en junio de 2000, un mes antes de que empezaran las negociaciones, y el gobierno lo aprobó en los días inmediatamente después al inicio de la Intifada, en octubre de 2000. Según Haaretz, la propuesta de separación de Barak abarcaba todos los aspectos de la vida de los palestinos y debía implementarse a lo largo de unos años.

Muchos de estos tratos secretos de Barak están recogidos en mi libro Sangre y religión, incluyendo el hecho de que su viceministro de Defensa, Ephraim Sneh, diseñara un “mapa de separación” poco después de Camp David. Shlomo Ben Ami, jefe negociador de Barak en las conversaciones, observó después: “Él [Barak] estaba muy orgulloso del hecho de que este mapa iba a dejar a Israel con una tercera parte del territorio [de Cisjordania]”. Según Ben Ami, el primer ministro dijo de los guettos que trataba de dejar para los palestinos: “Mira, esto es un Estado; a efectos prácticos, parece un Estado”.

Después de que Barak fuera cesado de su cargo a principios de 2001, presionó primero para la separación unilateral y después para la desconexión. Su mentor militar y sucesor como primer ministro, Ariel Sharon, fue persuadido a regañadientes de abandonar sus posturas intransigentes y conformarse con el plan de Barak. En el verano de 2002 accedió al resultado lógico de la separación, el muro de Cisjordania, y a principios de 2004 a la desconexión de Gaza.

Según el documento, parece claro que Barak y muchos de los dirigentes israelíes asumieron desde el principio que necesitarían enjaular a los palestinos en guetos o bantustanes, conocidos por el apartheid sudafricano. El fracaso de Camp David dio simplemente a Barak y a sus sucesores el pretexto para implementar esta política.

Segundo, el documento revela que Barak hizo una exigencia a Arafat que ya debía de haber sabido que el dirigente palestino no podría aceptar. Barak quería el reconocimiento formal, no de Israel, sino de Israel como un Estado judío. Lo que dependía de arrancar esta concesión era mucho más que cuestiones semánticas. Exigía a Arafat que renunciara a los derechos de dos grupos que constituyen la aplastante mayoría de los palestinos.

El reconocimiento de Israel como un Estado judío habría hecho perder el derecho (protegido por el derecho internacional y por las resoluciones de Naciones Unidas) de los refugiados a sus hogares de los que fueron limpiados étnicamente por el ejército israelí en 1948. Desde entonces, ha sido sacrosanto para los palestinos su derecho al retorno, tanto si se realiza en la práctica como si no.

Y el reconocimiento habría condenado además a más de un millón de ciudadanos palestinos de Israel a un estatus permanente como marginados extraños en un Estado étnico que privilegia los derechos de los judíos por encima de los no judíos. En efecto, se le estaba pidiendo a Arafat que diera su bendición a los intentos israelíes de prohibir la campaña de una minoría de palestinos por la reforma del país en un “Estado para todos sus ciudadanos”, o una democracia liberal.

Tanto Olmert como su ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, fueron informados sobre el documento de Camp David antes de reunirse con el actual presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en Annapolis. Por consiguiente, hay que destacar que, en vez de abandonar una exigencia que había hecho fracasar las conversaciones de Camp David, ambos hicieron del reconocimiento de Israel como Estado judío un factor decisivo en los tratos incluso antes de que ambas partes se reunieran.

También es interesante señalar que mientras Barak era reacio a divulgar la exigencia que había planteado a Arafat en Camp David, el gobierno de Olmert ha estado pregonándolo a los cuatro vientos. ¿Por qué este cambio?

La explicación más probable es que Barak esperaba que Camp David fracasara y temía que su exigencia de reconocimiento revelara los motivos ocultos de Israel. Por otra parte, Olmert ha logrado disfrazar el reconocimiento de Israel como un Estado judío de la prueba última de si los palestinos son serios acerca de aceptar la solución de los dos Estados. Ésta es la maniobra que llegó a dominar el pasado año cuando necesitó cambiar la opinión mundial en contra de Hamas tras su victoria en las elecciones.

Hay que reconocer que la necesidad de Israel de ser reconocido como un Estado judío es la prueba de que no es un Estado democrático, sino un Estado étnico que necesita defender su privilegio racista por medio de la división injusta de fronteras y poblaciones. Pero Olmert puede en la práctica utilizar la prueba del reconocimiento para hacer que Abbas, un dirigente palestino débil y sin representatividad, retroceda hasta la misma esquina que Arafat había evitado.

Antes de Annapolis, [la ministra de Exteriores israelí] Livni declaró: “Debe quedar claro para todo el mundo que el Estado de Israel es una patria nacional para el pueblo judío” y añadió que los ciudadanos palestinos de Israel tendrían que abandonar su exigencia de igualdad en el momento en que los dirigentes palestinos estén de acuerdo con la categoría de Estado en los términos de Israel.

Olmert enmarcó las negociaciones de Annapolis de una manera muy similar. Afirmó que se trataba de crear dos naciones: “el Estado de Israel, la nación del pueblo judío; y el Estado palestino, la nación del pueblo palestino”.

El gran temor, lo ha señalado Olmert muchas veces, es que los palestinos se puedan despertar un día y darse cuenta de que, tras las decepciones de Oslo y Camp David, Israel nunca les concederá un Estado viable. Estos pueden decidir que el mejor camino es una lucha al estilo de la llevada a cabo en Sudáfrica por una persona, un voto en un único Estado democrático.

En otra ocasión reciente, Olmert advirtió de esta amenaza: “La opción ... es entre un Estado palestino en parte de la tierra de Israel y un Estado binacional en toda la tierra de Israel”.

Frente este peligro, Olmert, como Sharon y Barak antes que él, ha llegado a darse cuenta de que Israel necesita urgentemente convencer a Abbas de que firme la opción de los dos Estados. Por supuesto, no dos Estados democráticos, incluso viables, sino un Estado racista israelí al lado de un Estado-gueto palestino.

La fuente: Jonathan Cook es un periodista que trabaja en Nazareth, Israel. Su último libro, Israel y el choque de civilizaciones: Irak, Irán y el plan para rehacer Oriente Próximo, se publicará [en inglés] el mes que viene. Su página web es www.jkcook.net. La traducción del inglés pertenece a Beatriz Morales Bastos para The Electronic Intifada.

Hay 102 enclaves ilegales en Cisjordania

TODO: Lo que se lee en el diario AURORA son cifras. La frialdad de las cifras... La Sra Sasson le entregó al yacente y agonizante ex primer ministro Ariel Sharon un documento con los datos concretos, certeros y exactos sobre los enclaves ilegales y prepotentes en Judea y Samaria. Este tema es, en esencia uno de los puntos claves en la consecución de la paz con el pueblo palestino. Pero Israel no quiere la paz, no quiere devolver territorios ocupados por la fuerza y el terror, no le interesa llegar a un acuerdo con los palestinos ni reconocer a sus legítimos gobernantes. El señor Olmert habla de las víctimas del terrorismo, pero le falta un pequeño detalle: por cada miliciano perteneciente al ejército de defensa de Palestina, que es muerto en los ataques de Israel, mueren cuatro inocentes palestinos por el terror de Tzáhal.

Según Paz Ahora, 75 de esos enclaves han sido levantados al menos en parte de tierras pertenecientes a propietario privados palestinos.

El número de enclaves ilegales en Cisjordania se eleva a 102 según reveló el movimiento israelí Paz Ahora (Shalom Ajshav). Se trata de asentamientos erigidos entre 1996 y 2004 en distintos puntos de Cisjordania, y que se sumaron a los legales, que comenzaron a crearse después de la guerra de 1967, cuando Israel tomó el control de ese territorio a la sazón bajo dominio de Jordania. El ex primer ministro Ariel Sharón, promotor de los asentamientos siendo líder del partido Likud y jefe de la oposición parlamentaria, se comprometió en su momento con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a evacuar sólo los establecidos desde marzo de 2001, que fueron 25 según el Ministerio de Defensa, y 50 conforme a la investigación de los pacifistas. En total, hasta la fecha fueron evacuados, en algunos casos mediando violenta resistencia de parte de los colonos, 31 del total de los enclaves, la mitad deshabitados. El sucesor y heredero político de Sharón, el actual primer ministro Ehud Olmert, recibirá el próximo miércoles a Bush en Jerusalén y, según sus allegados, volverá a comprometerse con el presidente estadounidense a que ordenará evacuar los enclaves, una decisión fundamental para la continuación del renovado proceso de paz. El Gobierno se niega a proporcionar datos sobre esos mini-asentamientos. Ante una petición en ese sentido de la Suprema Corte de Justicia a instancia de organizaciones pacifistas locales, el Ministerio de Defensa invocó razones de seguridad para no darlos y sostuvo que publicarlos afectaría las relaciones exteriores de Israel. El mayor de esos asentamientos no autorizados previamente por las autoridades es el de Beit Hanotzrim-Beit Horón, erigido en 2002 y actualmente con 1.400 habitantes; otros ocho cuentan con entre 100 y 600 residentes, y los demás con entre 100 y cuatro colonos. Según Shalom Ajshav, 75 de esos enclaves han sido levantados al menos en parte de tierras pertenecientes a propietario palestinos. El Consejo de los Asentamientos de Judea y Samaria niega ese dato y asegura que en el 98 por ciento de los casos en que está probado que se trata de terrenos palestinos privados "se puede hallar una solución legal" para que los enclaves sigan allí. El ministro de Defensa Ehud Barak, líder del Partido Laborista, ha intentado en los últimos meses llegar a un acuerdo con los líderes de los colonos para desalojar los enclaves en forma pacífica, pero hasta la fecha fracasó en sus esfuerzos.

La fuente: Aurora, periódico israelí en español.

''Cuando un soldado dispara a un civil palestino no le importa si es musulmán, cristiano o ateo''



Jiris Sadi y Ofir Feuerstein trabajan respectivamente en Holy Land Trust y B'tselem, dos organizaciones no gubernamentales e independientes que promueven la convivencia y el respeto por los derechos humanos. Los dos jóvenes, desconocidos hasta la fecha, han coincidido en Barcelona para participar en unas charlas organizadas por Nexes sobre la situación en Israel y Palestina.

por Naila Vázquez

Feuerstein con su pasaporte israelí no ha tenido ningún problema para desplazarse; Sadi, que carece de pasaporte -en su lugar tienen un documento que le posibilita viajar- ha necesitado una invitación de la organización, previa contratación de un seguro, para poder asistir. Ambos, israelí y palestino, comparten mesa para exponer sus ideas sobre la situación de confrontación entre estas poblaciones, que lleva más de medio siglo abierta.


-¿Cuáles son los principales objetivos de sus organizaciones?


- Ofir Feuerstein: B'tselem (Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) está integrado por un grupo de israelíes que visitamos los territorios palestinos ocupados para hablar con la gente, saber qué ocurre allí y qué significa realmente vivir bajo la ocupación israelí. Recopilamos testimonios, tomamos fotografías, videos y luego los publicamos en la sociedad israelí para transmitir no sólo información, sino también el sentimiento de lo que significa vivir así, cuáles son las violaciones de los derechos humanos que se producen y lo muy alejados que estamos de todo ello. En las grandes ciudades o en los asentamientos cercanos a la frontera la gente desconoce la realidad de sus vecinos: el sistema está construido para que puedan vivir sin hablar ni una sola vez con un palestino, sin haber estado siquiera una vez en un territorio ocupado. Los únicos israelíes que van a esos territorios son soldados o colonos judíos y esto es los que intentamos cambiar. Hay vídeos mostrados internacionalmente y en los principales medios israelíes. Todo esto constituye un paso hacia la concienciación de los actos que se cometen contra los palestinos en nuestro nombre como israelíes.

- Jiris Sadi: El cometido de Holy Land Trust es fortalecer la comunidad de cara al futuro. La visión es la coexistencia pacífica, basada en la justicia y la igualdad pero no se trata solamente de esta coexistencia entre palestinos e israelíes sino en la misma comunidad: las diferentes tendencias políticas, padres e hijos… Nuestra organización gestiona varios talleres enseñando resistencia no violenta, talleres para ayudar a los profesores a enseñar a los jóvenes estudiantes sobre la no violencia, además de manifestaciones y actividades contra la confiscación de tierras y la construcción del muro. Recientemente se ha trabajado en la creación de un proyecto llamado Libros en torno a la división: los taxistas traspasan libros y los distribuyen entre los pasajeros ya que, a causa de los check points y las largas rutas, hay mucho tiempo para leer…

-Pueden transcurrir horas hasta que se les permite pasar por un check point…


- Nosotros para llegar a Hebrón podemos tardar hasta tres horas y media. La verdad es que esto ha mejorado un poco pero a veces debes esperar bastantes horas, por eso tiene sentido este proyecto.

-¿Cuánto se tarda en hacer ese trayecto normalmente?


- JS: Una hora y media.

- OF: A mí como israelí no me lleva más de 45 minutos.

- JS: De hecho la carretera en sí no es la misma, la nuestra es un poco peor.

-¿Qué siente un palestino al pasar por un check point?


-JS: Como persona normal ves a otra persona que va armada y, por tanto, te sientes intimidado. En cuanto a los soldados, no se puede generalizar, algunos son buenos, otros no, depende de su humor. No todas las experiencias son malas, la cuestión es que el check point no debería estar allí. A veces no tienes ni tiempo a preguntar, simplemente te indican que te vayas y punto.

-¿Cómo ven las autoridades israelíes sus organizaciones?


- OF: Depende de cuáles, algunas nos ven como una organización que hace lo mismo porque se consideran autoridades que se preocupan por los derechos humanos, pero lo que hacen es un balance entre éstos y las necesidades de seguridad y nosotros creemos que los derechos humanos no deben ser violados, bajo ningún concepto. Por otro lado, hay organizaciones nos consideran traidores que lo único que hacemos es entorpecer su trabajo. Y, finalmente, las hay que deben de apreciar nuestro trabajo porque no lo conocen demasiado o consideran necesario tener una organización no gubernamental que, desde el exterior, critique las acciones del gobierno y del ejército como parte garante de la democracia.

- JS: En nuestro caso puedo decir que los soldados israelíes están empezando a usar cámaras para filmarnos y saber quién está participando en las manifestaciones. Simplemente, creo que tendrán los nombres y las caras de estas personas y cuando quieran pedir un permiso para entrar en Israel probablemente les resultará muy complicado. Un ejemplo: la última vez que un compañero de Holy Land Trust habló con la administración le dijeron: "Sabemos quién eres y qué es lo que estás haciendo". Básicamente saben lo que hacemos pero no sé exactamente que puede significar…

-El conflicto se basa en que unos dicen que es su tierra y otros la consideran suya, no obstante, ambos parecen estar bastante de acuerdo…


-OF: A mí no me gusta utilizar la expresión "conflicto", lo que tenemos aquí es la historia de una ocupación, de un país que ocupa un territorio en el que la gente vive. Además, esta ocupación contiene sistemáticamente violaciones de los derechos humanos. Esto es lo que tenemos, llámalo conflicto o como quieras pero no hay simetría entre los dos lados: hay un ocupador y un ocupado, un fuerte y un débil, uno apoyado por los Estados Unidos -con armas y dinero- y otro que lucha por seguir haciendo su vida bajo esta ocupación. No sé si tú Jiris tienes algo que añadir…

- JS: No, así es.

- ¿Cómo se podría ayudar internacionalmente, por ejemplo, desde Europa?


- OF: Especialmente Europa no sólo puede ayudar sino que debería. La Unión Europea como comunidad tiene responsabilidad sobre lo que está ocurriendo. La UE tiene mecanismos para hacer llegar donaciones -individuales o de organizaciones- a los palestinos, pero esta es una medida polémica. Por ejemplo, hace unos meses la central eléctrica de Gaza fue bombardeada y centenares de personas se quedaron sin electricidad. La UE financió la reconstrucción de la central. Aunque es muy generoso por su parte, menosprecia el trabajo de las organizaciones que intentan que Israel se responsabilice de sus actos. Israel destruye y Europa reconstruye, en lugar de hacer lo que debiera: presionar al estado de Israel para que respete a los palestinos, no bombardear una central eléctrica o, al menos, que sea este estado el que con su propio dinero la reconstruya.

- ¿Cuáles creen que pueden ser las formas de solución?


- JS: Cada uno tiene su propia visión acerca de ello, algunos hablan de constituir un estado, otros de dos… Yo creo que simplemente desearía un estado o diferentes como en la Unión Europea pero en los que se pudiera vivir en paz.

- OF: Sinceramente no lo sé, sólo puedo decir que debería encontrarse alguna forma de acuerdo que respetara totalmente los derechos humanos, especialmente de los que se hallan bajo la ocupación. Entonces las distintas formaciones políticas podrían empezar a discutir… Respetando los derechos de los palestinos de vivir su vida en sus propias tierras, no importa el tipo de solución –dos estados o uno-.

- Si la solución tuviera forma de estado único, ¿podría la gente superar la rabia, el odio?


- JS: El tiempo lo cura todo.

- OF: Yo creo que incluso los colonos más radicales, incluso violentos, cambiarían si dejaran de estar protegidos por la ley. Nosotros hemos documentado centenares de casos en los que colonos atacan a palestinos delante de soldados y estos no lo impiden. La solución es sencilla: la ley debería reforzarse y los soldados deberían actuar contra estos colonos. Además deberían desocupar sus asentamientos y volver a Israel.

-Desde Europa hay quien cree que se trata de un enfrentamiento religioso, ¿qué papel juega la religión?


- JS: Yo no soy religiosos (sonríe), veo las cosas distintas.

- OF: No se trata de religiones. Cuando un soldado dispara a un civil palestino no le importa si es musulmán, cristiano o ateo. Hablamos únicamente de un estado ocupando territorio en el que viven civiles, sus creencias religiosas sólo son telón de fondo.

- Decían que la religión no es la clave, ¿qué hay del terrorismo?


-JS: Excusas, excusas, excusas, igual que la religión: es ocupación. El muro se levantó para la seguridad de Israel, pero se ha hecho para subrayar las fronteras.

- OF: Hay necesidades de seguridad, no son una invención, existen, pero Israel las usa como excusa para todo. (Jiris Sadi asiente con la cabeza). Las violaciones de los derechos humanos que se cometen van más allá de la justificación de seguridad. El problema con el que nos enfrentamos desde B'tselem es tratar de convencer a los israelíes de ello.

- ¿Se siente el peligro real del terrorismo en el día a día?


- OF: Sí, en algunas épocas más: yo vivo en el centro de Jerusalén y durante la época de mayores atentados del 2002/2003 tuve miedo de salir a la calle y oí explosiones de bombas en más de una ocasión. El miedo está ahí y es verdadero, lo que ocurre es que el estado lo utiliza para cualquier cosa.

- Y, por el otro lado, ¿hay miedo a las ofensivas de los soldados?


- JS: Por supuesto, de la misma forma. Hay muchos casos en los que la gente es disparada sólo por error, muchas misiones militares que entran a capturar o matar a alguien y se equivocan o simplemente bombardean y causan víctimas inocentes.

- ¿Son juzgados por ello?


- JS: No lo sé, no se ve en la prensa. Hay un caso del que sí se habló bastante: un bebé enfermo que necesitaba con urgencia atención médica al que no dejaron pasar un check point y, finalmente, murió.

- OF: En la Primera Intifada hubo una apertura automática de investigaciones sobre las muertes de civiles a manos de soldados israelíes. Estos en algunas ocasiones fueron a juicio, aunque no en muchas. La mayoría de los castigos fueron ridículos, por ejemplo: ¡casos en que los militares debían pagar un céntimo por lo que habían hecho! Lo justifican como parte del trabajo militar, escogen un pequeño artículo en el código militar que dictamina que ha habido una violación de la ley, pero siempre mínima –como un "mal uso" de las armas o cosas por el estilo-. Lo importante es que esta política ha ido a peor, en la Segunda Intifada ni siquiera hubieron investigaciones automáticas por la muerte de civiles, cosa que supone un claro mensaje para los militares de impunidad.

La fuente: La Vanguardia (Barcelona, España).