01 enero 2008

UN VIAJE QUE ROZA LO IMPOSIBLE


El anciano Yusef, en una iglesia vacía. (Foto: Sal Emergui)

Jenin-Belén, tan cerca, tan lejos

 Dos tercios de Zbadbeh son cristianos y muy pocos han intentado acercarse a Belén

 Puede llegar a nueve las horas que tardan en llegar a la Plaza de la Natividad

SAL EMERGUI desde Zbadbeh-Jenin − El Mundo

Entre las decenas de miles peregrinos que han estado y están estos días en Belén, no se encuentra Yusef, un anciano palestino, cristiano, que vive en la aldea de Zbadbeh, adyacente a la ciudad de Jenin, al norte de Cisjordania. "Es un sueño que tengo desde hace tiempo pero mi edad y sobre todo los numerosos controles militares israelíes hacen este viaje imposible", nos dice delante de la Iglesia de la aldea en la que viven unas 2000 personas. Medio millar de checkpoints instalados en el camino cisjordano no son la mejor invitación para iniciar la deseada odisea.
Dos tercios de Zbadbeh son cristianos y estos días muy pocos han intentado acercarse a Belén. En un mundo ideal -o normal, dirían otros- el viaje de menos de 100 kilómetros duraría unas dos horas y media. En Cisjordania, puede llegar a las nueve horas desde el momento que salen de su aldea hasta llegar a la Plaza de la Natividad de Belén. O para que se entienda mejor, se llega antes a Belén desde Madrid que desde Zbadbeh. Aunque parezca una exageración, la realidad convierte esta frase en algo cierto.
En la Iglesia del pueblo, el Padre Ibrahim habla con los pocos feligreses. Es el responsable también de la escuela palestina cuya financiación en 1999 corrió a cargo de España a través de Cooperación Española. Por eso, sus primeras palabras son para "agradecer la iniciativa y generosa ayuda española al pueblo palestino y en particular a esta aldea". Según el Padre Ibrahim, "la situación es muy difícil. Estados Unidos, Naciones Unidas y la comunidad internacional en general deben comprender que la paz viene desde los pueblos y no por una o dos cumbres. Los palestinos nos merecemos una paz justa y no una imposición de un acuerdo".
Los más de cinco mil millones de euros prometidos en la Conferencia de Donantes de Paris suenan bien en estas tierras pero se duda. "Tras la cumbre de Annápolis, se hicieron aquí muchas ilusiones y ahora todos esperan resultados. Por ejemplo, quitar alguno de los centenares de puestos de control israelíes en Cisjordania", dice Acram, una mujer de Jenin.
La peor fecha para el regreso
Una de las casas más adornadas con motivo de las Navidades y el fin de año en Zbadbeh es la de Marion Awad. Esta palestina, madre de dos hijos, sigue sin acostumbrarse a la pequeña aldea. Sobre todo porque vivió 25 años en Alemania donde aun se encuentra su padre. "Le entiendo, allí no hay puestos de control ni soldados que te preguntan a donde vas. Pero yo volví para estar con mi marido y toda la familia", nos dice mientras hace un té que se agradece en una mañana tan fría.
El problema de Marion es que no escogió una buena fecha para el retorno. El año 2000 pintaba bien a raíz de la esperanzadora cumbre de Camp David entre el presidente norteamericano, Bill Clinton, el primer ministro israelí Ehud Barak y el presidente palestino, Yasir Arafat. Pero la cita acabó en un sonoro fracaso y tras ella siete años de Intifada. Recién llegada de la cómoda Alemania, Marion tuvo que acostumbrarse poco a poco a vivir en una zona peligrosa, donde el derramamiento de sangre y la muerte de palestinos e israelíes era una cuestión diaria.
"Sí, es verdad, no elegí la mejor fecha de retorno pero cuando decides volver a tu tierra, da igual el año o el día. Solo quieres regresar, ver a tu familia y estar en el lugar donde naciste", asume. Su marido, al tener el carnet de identidad israelí puede salir de la zona de Jenin y entrar en Israel sin problemas. Marion, con doble nacionalidad (alemana y palestina) lo tiene más difícil. "Para viajar a Nazaret o ver familiares en Israel, necesito ir a Jenin y rellenar un formulario para tener un permiso especial", lamenta.
"Yo lo suelo conseguir pero por ejemplo si alguno ha tenido algún incidente de seguridad en el pasado, no recibe nunca el permiso. Aunque haya sido hace 20 años, debe quedarse en las zonas palestinas", indica Marion que crítica la política de checkpoints de Israel: "Entiendo que debido al terrorismo, los israelíes se preocupen y limiten la circulación de palestinos. Pero esto no justifica todas sus medidas. No podemos vivir de esta forma, sin libertad de movimientos".
Cristiana devota, tampoco este año ha ido a Belén. "Demasiadas horas y caminos entre aldeas para llegar allí. Hemos preferido quedarnos en casa donde hicimos una comida familiar muy agradable", dice. Marion asegura que las compras también son la víctima de esta situación: "En los últimos años, incluso es difícil comprar las velas de Belén". Una ciudad tan cercana pero a la vez tan lejana.
Antes de irnos de Zbadbeh, hablamos del 2008, año que empieza con el proceso de Anápolis en marcha. Marion no es muy optimista. Mientras planea una cena familiar para fin de año (fechas laborables para israelíes y palestinos), envía su mensaje para el 2008: "Pido paz para todos en todo el mundo y que presionen a los políticos para que quizás alguien nos ayude a solucionar los problemas de Palestina".

El Ejército más peligroso

ALBERTO SOTILLO − ABC

Bush, también. Pero no ha sido el único. Durante treinta años Occidente ha confiado en que los militares convertirían a Pakistán en un país fiable. Y tras todo este tiempo, Pakistán se ha convertido en el país más peligroso del mundo. Todo lo que decía de Irak antes de la invasión era perfectamente aplicable a Pakistán: armas de destrucción masiva, santuarios terroristas y escuelas de Al Qaida incluidos.
Desde el golpe del general Zia Ul Haq, coronado por el ahorcamiento del presidente Zulfikar Alí Bhutto, padre de Benazir, los militares paquistaníes han gobernado en alianza con los islamistas que, desde entonces, no han dejado de radicalizarse. En la guerra fría, los militares se presentaron como aliados de EE.UU. Pero ellos siempre tuvieron su propia agenda. No era la caída del comunismo ni el restablecimiento de la democracia lo que les interesaba, sino la transformación de Pakistán en una superpotencia. Su obsesión ha sido Cachemira; sus aliados, los fundamentalistas; y su único enemigo, la India. En la dinámica de su propio juego -tan olvidados por todos nosotros- el control militar directo de Afganistán les parece esencial para dotar a su país de «profundidad estratégica». El Ejército ha sido el único dueño del juego por más que, de vez en cuando, cediera parte del poder a algún partido. Benazir gobernó en 1988 y 1993, pero ni se le pasó por la imaginación recortar el poder del Ejército, que seguía a lo suyo entre Afganistán y Cachemira. Los militares protegieron a los talibán con Benazir en el poder y Bill Clinton mirando hacia otro lado. Apenas veinticuatro horas antes del asesinato de la mujer que decía que ahora sí se iba a acabar con ese peligroso juego, «The New York Times» contaba que los 5.000 millones de dólares de ayuda militar concedida por EE.UU. a Musharraf para combatir a Al Qaida y los talibán se habían gastado íntegramente en hacer frente a la India. Musharraf, sí, ha sido un aliado de EE.UU., pero ha gobernado con el apoyo de islamistas radicales y ha mantenido incólume la agenda política del Ejército paquistaní, a la que nadie quiere echar un vistazo. Por puro pánico, probablemente.

(¡Se despertaron! II)

nota de TODO, por Andrés Aldao:

En el acápite de ayer nos ocupamos esencialmente de la hipocresía de la comisión de Seguridad de la Kneset israelí.Las conclusiones de la misma son una verdad tardía. Pero es la verdad, sin duda. Aunque... siempre hay un aunque, sobre todo cuando el pequeño fascista Tzaji Hanegbi, el hijito de Gueula Cohen (otra preciosidad del fascismo israelí...) es el presidente de la comisión.
Leímos con atención el famoso informe, en el que se incluye el apoyo nada velado alos bombardeos criminales sobre el sur del Líbano y su capital. Pero hay una ausencia, un blanco-negro llamativo, falta un tecla... y, sin casualidad, es la más importante, tal vez la decisiva: la responsabilidad del primer ministro, la del polichinela Amir Peretz, ministro de defensa, la de los otros ministros, los políticos que apoyaron la aventura (derecha, centro) y el silencio de la izquierda -exceptuando, por supuesto a los diputados israelíes palestinos y al Partido Comunista de Israel, quienes se opusieron y denunciaron el terrorismo de Olmert y de Tzáhal.
De todos modos, yo me preguntaría... ¿qué estaba haciendo allí Ran Cohen, de Meretz, quien firmó -aun con reservas- ese documento de doble moral?
Es inútil la crítica: para una gran parte del pueblo de Israel, fascistizado por la llegada de millones de rusos de la ex URSS, que han transportado con ellos el nacionalismo de la madrecita Rusia al país de la miel... y los tanques, matart árabes debe convertirse en el deporte nacional, gaspodin Liberman debiera ser el rey sin corona de israel, las ciudades palestinas dentro de Israel debieran ser evacuadas voluntariamente, o mandar al ejército a echarlos. Amén´