29 septiembre 2008

EL CAMBIO GANÓ EN ECUADOR


María Victoria Romero

Al cierre de esta edición los resultados daban una amplia ventaja al “Si”. Con más del 60 por ciento el proyecto de un nuevo país ha sido aprobado por el mandato popular.

Una jornada de vigorosidad democrática se ha vivido en Ecuador este domingo. El mandato del pueblo ha sido depositado en las urnas y solo resta que los caminos nuevos para este país empiecen a ser transitados.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa días previos a las elecciones había advertido que renunciaría si el No ganaba, seguro de la poca probabilidad de que ese prefacio se cumpliera. En un referéndum monitoreado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y otras organizaciones internacionales, el “Sí” por la nueva constitución logró imponerse con más del 60 por ciento, sobre el 20 del “No”.
En efecto, semanas antes del triunfo del Sí, Rafael Correa había expresado que de no aprobarse la Constitución "tendría que regresar el Congreso", actualmente en receso, que pidió su destitución. Para el mandatario una eventual victoria del No habría significado que Ecuador se torne "ingobernable" y hubiera generado una inestabilidad "con consecuencias impredecibles". Asimismo, regresaría el Superintendente de Bancos y se tendrían que devolver los bienes incautados por la AGD (Agencia de Garantías de Depósitos)".
El triunfo de este domingo, coloca a Ecuador en la lista histórica de países pioneros en la desarticulación del modelo de desarrollo neoliberal. (Ver: “El fantasma boliviano toma vuelo en Ecuador”. APM 27/9/2008) Ahora, los ecuatorianos serán convocados nuevamente a las urnas para elecciones legislativas y presidenciales.
La necesidad de instituir una nueva Carta Magna cobró fuerza con la llegada de Correa a la presidencia por el movimiento Alianza País, luego de que ganara en segunda vuelta frente al candidato y magnate bananero Álvaro Noboa, del Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN).
Tras asumir su mandato el 15 de enero de 2007, una de las primeras medidas de Correa fue convocar a consulta popular para la creación de una Asamblea Constituyente de plenos poderes. El referendo se llevó adelante el 15 de abril de ese año y un 81,72 por ciento de votantes dijo "Sí" a la Asamblea. El 30 de septiembre se eligieron los 130 integrantes de la Asamblea Constituyente que redactaron el proyecto de Constitución. En julio, esa Asamblea Constituyente creó el texto fundamental con el cual el Gobierno busca refundar el país bajo la consigna del "Socialismo del siglo XXI".
Para Correa, la aprobación de la nueva Constitución significaba “la última oportunidad de un cambio pacífico en el Ecuador”. “Hay que decir sí al futuro, sin miedo, sin los miedos ancestrales a la sotana o a la venganza final de Lucifer", había manifestado en alusión a los pronunciamiento de la Conferencia Episcopal que en temas como el aborto, el matrimonio entre homosexuales y la educación recogidos en el texto constitucional “existían elementos irreconciliables con la fe católica”. (Ver: “Votos por aquí, conflictos por allá”. APM 15/8/2008)
La campaña opositora estuvo orquestada por el alcalde socialcristiano de Guayaquil, James Nebot, promotor de la escisión en Ecuador y de esquemas neoliberales y no centralistas. Nebot había acusado a Correa de “dividir al país enfrentando a cristianos entre sí, ricos contra pobres, ciudades chicas con ciudades grandes” y de “desdolarizar la nación”.
Ahora habrá que esperar si se cumplen las amenazas de Nebot. Durante la campaña el alcalde había afirmado que de ganar el Si no volvería a candidatearse a la Alcaldía. Además, cargó sobre el presidente la responsabilidad si Guayaquil sigue los pasos de Santa Cruz de la Sierra, la provincia de Bolivia que encabeza los procesos separatistas de cinco departamentos orientales del país.
“La autonomía es unidad en la diversidad, y el separatismo es soberanía”, había dicho Nebot en su cierre de campaña en Guayaquil. En ese contexto, el sábado, Correa alertó sobre las intenciones maliciosas de la oligarquía que confunde el fortalecimiento del Estado con un supuesto "hiper-presidencialismo". Y en ese sentido, aseguró que la oposición no conforme con la derrota, buscaría desestabilizar el país, por eso solicitó a la OEA que legitimara su triunfo.
La Carta Magna contiene unas 30 disposiciones transitorias y 444 artículos, entre los que se encuentran aquellos vinculados con la soberanía territorial, los principios y derechos fundamentales de la función electoral, la propiedad, soberanía popular, alimentaria y económica.
Asimismo, el texto constitucional pone fin a la polémica presencia de fuerzas militares estadounidenses en suelo nacional, aceptada en 1999 por el entonces presidente ecuatoriano Hamid Mahuad. En ese orden, destierra el modelo neoliberal, abre las puertas al modelo social y solidario e invalida la presencia o instalación de bases extranjeras en el país. Correa ya había dado un primer paso al no renovar el convenio para que la base militar de Manta continúe operando en Ecuador. (Ver: “Ecuador rechazó la vigilancia militar de Estados Unidos”. APM 5/3/2007)
Por otro lado, el documento incluye artículos relacionados con la defensa de la naturaleza, la seguridad alimentaria, el reconocimiento de la interculturalidad y plurinacionalidad; y se incorporan como idiomas oficiales al quichua (variedad del quechua que se habla en Ecuador) y al shuar.
En torno a los recursos naturales, se prohíbe su privatización, incluido el agua. Se promueve además la eliminación del latifundio y declara al Estado como dueño exclusivo de los recursos naturales.
En las elecciones de hoy, los ciudadanos ecuatorianos eligieron entre dos mundos, dos modelos de desarrollo económicos, social, político y ambiental diferentes. América Latina espera que con la institucionalidad que marcó la nueva carta magna, se establezca el comienzo de un posible cambio en las estructuras neoliberales y como señalara Rafael Correa se genere una "revolución ciudadana: un proceso radical, profundo y rápido de cambio”.

vromero@prensamercosur.com.ar

EL JUEGO DE LA DERECHA PROCESISTA”


TODO: hay teoría de los "dos demonios" pero no hubo dos demonios. Demonios fueron los que asesinaron a numerosos dirigentes sindicales peronistas y no peronistas, y aventureros los que mataron a Rucci y Augusto Vandor. Es muy ilustrativa la nota que publicamos a continuación, en la dan su parecer Dante Gullo y Perdía. Gullo es coherente, Perdía, que no asumió ni asume una autocrítica profunda de SUS ERRORES, no dice nada. Habla como si hubiese sido un activista de base, casi un perejil.
Conocemos la irresponsabilidad de la cúpula, el lavarse la mano y dar un paso al costado, mientras miles de compañeros han desaparecido, miles de familias sufren la horrenda sensación de familiares volatilizados, "inexistentes", sin ninguna referencia a sus cuerpos. Mientras, el gran "líder" trabaja en Barcelona y ni un pelo se le mueve. Amigo lector, leé y sacá concluiones. Andrés Aldao




Más allá de sus diferencias políticas, Juan Carlos Dante Gullo y Roberto Perdía advierten que ciertos sectores afines a la represión actúan a partir de los reclamos de Hugo Moyano y de la familia de Rucci, a los que consideran legítimos.

Por Martín Piqué

A 35 años de la muerte de José Ignacio Rucci, ante la reapertura de la investigación judicial de su asesinato, dos ex miembros de la Juventud Peronista y Montoneros advierten –consultados por PáginaI12– que tras la cruzada por el esclarecimiento del crimen puede haber cierto acompañamiento de sectores afines a los represores. “En la familia (de Rucci) no hay especulación o interés ni tampoco en dirigentes como Hugo Moyano y otros sindicalistas. La familia tiene todo el derecho de reivindicar y esclarecer el crimen de su padre. Sí puede haber otros que quieran hacer un hecho especulativo o político y prestarse al juego de la derecha procesista”, advierte Juan Carlos Dante Gullo.
Diputado nacional por el kirchnerismo, Gullo aclara que entiende la búsqueda de justicia de los familiares del dirigente sindical. “Estamos en democracia y queremos verdad, justicia y memoria. Tenemos que manejarnos con seriedad”, subraya. El otro consultado por este diario es Roberto Perdía, uno de los tres sobrevivientes de la conducción nacional de Montoneros, a los que se responsabiliza por el asesinato: “Si el crimen hubiera sido organizado desde Montoneros, fue un error gravísimo”, dice Perdía, opositor al kirchnerismo, dirigente de una agrupación social (OLP) que participó en varias protestas callejeras.
El regreso del apellido Rucci a los diarios llegó con la publicación de un libro de investigación periodística escrito por Ceferino Reato. Ex asesor de prensa del menemista Esteban Caselli en la embajada argentina en el Vaticano, Reato fue citado a declarar como testigo. Lo hará el jueves a las 10 en el juzgado federal a cargo de Ariel Lijo. El juez ordenó el desarchivo de la causa por el crimen el viernes último. Al mismo tiempo que ordenaba la reapertura de la investigación, convocaba a Reato a declarar en el expediente. En su libro, Reato menciona a un militante montonero proveniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Julio Juan Roqué, como el autor de los disparos que mataron a Rucci. Roqué murió en Haedo tras un enfrentamiento con un grupo de tareas de la ESMA el 29 de mayo de 1977. Se voló con una bomba tras varias horas de tiroteo. Los compañeros de Roqué lo llamaban “Iván” o “Lino”.
Montoneros nunca reconoció públicamente la autoría del crimen de Rucci. Aunque ex militantes de esa organización lo reconocen en privado. Siempre lamentándose por lo que consideran el mayor error de esa organización de la izquierda peronista. Perdía repite ante PáginaI12 que Montoneros nunca asumió como propio el homicidio, pero al mismo tiempo habla de un “error gravísimo”. En 1977, Perdía vivió clandestino en la casa de Haedo que luego sería escenario del enfrentamiento entre Roqué y los represores de la Armada que operaban en la ESMA. “Yo lo dije varias veces. No sé si algún miembro de la organización, que formaba parte de la misma en ese momento o posteriormente, pudo haber intervenido (en el crimen de Rucci). No lo puedo afirmar ni desmentir. Pero la organización nunca lo asumió como tal”, dice Perdía.
–¿La muerte de Rucci fue un error de Montoneros? –pregunta este diario.
–Yo siempre he dicho que desde el punto de vista político los montoneros hemos sido unas de las principales víctimas de ese hecho. La fractura en el movimiento popular y el nivel de confrontación con Perón indican que claramente fue un error. Si hubiera sido organizado desde Montoneros, fue un error gravísimo.
Para Gullo, “en la familia no hay especulación o interés, ni tampoco en dirigentes como Hugo Moyano y otros sindicalistas. La familia tiene todo el derecho de reivindicar y esclarecer el crimen de su padre. Sí puede haber otros que quieran hacer un hecho especulativo o político y prestarse al juego de la derecha procesista”. Perdía va más allá y no descarta que la presión para juzgar a los autores del crimen sea un mensaje al Gobierno y un intento por restaurar la teoría de los dos demonios. “Acá hay quienes quieren establecer discusiones que no son las centrales para omitir las cuestiones de fondo. En la Argentina se ha sancionado con justicia a sectores militares pero no hubo ningún tipo de sanción social ni política ni tampoco legal, de ningún tipo, a los sectores económicos que fueron los impulsores y beneficiarios del golpe de Estado. Son esos mismos sectores que intentan reinstalar la teoría de los dos demonios”, dice Perdía.
Cuando se les pregunta por la interpretación de los hijos de Rucci –para quienes el crimen sería imprescriptible y entraría dentro de la categoría de los delitos de lesa humanidad, argumentando que los miembros de Montoneros actuaron desde cargos estatales a los que accedieron con la asunción de Héctor Cámpora–, los dos ex compañeros coinciden: dicen que Montoneros no ocupó puestos clave ni altas esferas del Estado. “Es una interpretación equivocada. Cuando sucedió lo de Rucci ya no estaba el gobierno de Cámpora, sino el de Lastiri. Y estaba por asumir Perón”, argumenta Gullo. “La situación es un poco forzada. Es público y notorio que los miembros de la organización estaban en niveles no decisorios del Estado. Y en el gobierno de Cámpora no hubo un solo ministro ni un solo secretario de Estado de Montoneros. Tampoco tuvimos gobernadores, eran alianzas que ensayamos –remarca Perdía–. Esa línea de interpretación es demasiado forzada.”