07 marzo 2010

LA SITUACIÓN DE LAS MUJERES AFGANAS ENCARCELADAS


Rawa.org

Traducido del inglés  por Sinfo Fernández


Su día comienza con una canción que brota a través de las ondas y con unas horas dedicadas al estudio en un aula amplia y luminosa. En cualquier momento puedes encontrarte allí con 70 niños y niñas al menos. Los más pequeños tienen sólo unos meses.
Esos niños son los hijos de las mujeres encarceladas por motivos tales como abandonar a sus maridos o negarse a aceptar matrimonios concertados.
Mientras los pequeños juegan, los mayores aprenden a leer y a escribir y estudian matemáticas y arte. Sus dibujos decoran las paredes y si no fuera por las rejas de las ventanas, podría parecerse a cualquier jardín de infancia. Pero no, esta aula está dentro de una cárcel.
Torpekai es su profesora: “Este jardín de infancia pertenece a la prisión de mujeres de Badam Bagh”.
Torpekai es la única maestra de esos niños y, aunque está contenta con las instalaciones y con el material del que dispone, piensa que la prisión no es lugar para los niños.
“Los niños están en tensión la mayor parte del tiempo y no pueden aprender con fluidez. Tienen muchas dificultades de aprendizaje”.
Esta es una historia sobre las mujeres y niños que se encuentran en Badam Bagh, la única prisión para mujeres de Kabul. Hay allí noventa presas y muchas de ellas son madres. Krishma, de 18 años, es una de ellas.
Krishma nos cuenta: “Es difícil cuidar de los niños en una cárcel. Si tienes a alguien en casa, es mejor que un niño se quede con la familia y no entre en la cárcel. No se les puede educar bien aquí”.
Pero Badam Bagh supone una mejora notable para Krishma y su pequeña. Hace sólo dos años vivían en la sección para mujeres de Pol-e-Charkhi, una cárcel afgana espantosa. Sin instalaciones especiales para madres con niños, Krishma y su bebé vivieron en condiciones terribles muy cerca de criminales convictos y confesos
Reconociendo las necesidades especiales de las prisioneras y de sus niños, la Oficina contra el Crimen y la Droga de la ONU, UNODC (por sus siglas en inglés), con apoyo financiero del gobierno italiano, construyó esta prisión sólo para mujeres.
En Badam Bagh, las mujeres pasan sus días haciendo trabajo productivo, como costura y bordado. Aprenden también conocimientos nuevos, incluyendo informática.
A Krishma la condenaron por asesinato y la sentenciaron a dieciséis años de cárcel por un crimen que asegura no haber cometido.
Krishma: “Mataron al padre de mi amiga. Cuando me dirigía a su casa, un ladrón irrumpió allí y asesinó al padre de mi amiga. Pero me arrestaron a mí por el asesinato”.
Krishma fue afortunada al haber podido comparecer en dos ocasiones ante un tribunal. Ahora, un abogado defensor está luchando contra su condena. Sin familia que cuide de la niña, no se siente segura del futuro que le aguarda a su hija.
“El principal problema es que el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales no acepta a los hijos de las prisioneras en los orfanatos”.
Zarafshana es la directora de esta prisión: “Un niño no debería ir a la escuela dentro del entorno de una prisión. El niño no ha cometido ningún crimen”.
“Según la ley, los niños menores de tres años tienen que permanecer con sus madres en prisión. A los que tienen entre tres y siete se les lleva a instalaciones especiales que se encuentra adyacentes a la prisión. Pero se debería integrar a los niños más mayores en los colegios normales de esta ciudad”.
Pero la realidad es que muchos de esos niños no tienen otro lugar donde vivir ni quien cuide de ellos. Incluso aunque tengan a alguien, los expertos dicen que la separación de sus madres debido al encarcelamiento tiene un efecto traumático a largo plazo en ambos.
Otra joven presa en Badam Bah es Fawzia, que tiene siete hijos. Tomó la decisión de que no vinieran con ella a la cárcel. Viven ahora con su padre y una tía.
Fawzia: “No puedo tener a mis niños en la cárcel… Hay una guardería, pero la disciplina de aquí no es la misma que fuera. Soy madre y no quiero que vivan en la cárcel”.
Pero, ¿por qué está Fawzia en la cárcel?: “Hace dos meses que me arrestaron. Estoy aquí porque después de que mi marido me golpeara, me enfadé tanto que me fui de casa a vivir con mi cuñada”.
Y cuando el sobrino de Fawzia fue a hablar con su marido en su nombre, ambos, Fawzia y su sobrino, fueron acusados de adulterio.
Michael Hartmann es un asesor de derecho penal de la UNODC en Kabul: “El adulterio es aquí un delito. Pero lo que no es normal es que ese delito se castigue tan severamente”.
“El artículo 4-27 del código penal dice: ‘La persona que cometa adulterio será sentenciada a un período largo de cárcel’. Se entiende que un período largo va entre cinco a quince años”.
No se pudo probar el delito de Fawzia, pero sí se la sentenció a los tres años de cárcel que pidió el fiscal para ella.
Fawzia: “El fiscal le dijo a mi marido que si no le daba dinero, pediría una pena por adulterio para mí”.
Fawzia dice que ese mismo fiscal está ahora en la cárcel por aceptar sobornos y hacer acusaciones falsas.
La mayoría de las mujeres en Afganistán conocen muy poco sus derechos constitucionales y no tienen muchas posibilidades de acceder a la justicia. En otro país, Fawzia y muchas de las mujeres que están aquí ni siquiera pisarían la cárcel. Serían consideradas víctimas en vez de delincuentes.
Los miembros del parlamento de Afganistán han acusado a algunos guardias de la prisión de Pol-e-Charkhi en Kabul de violar a las mujeres prisioneras. Una delegación de parlamentarios afganos que visitó recientemente la prisión ha declarado que algunas mujeres están embarazadas como consecuencia de esas violaciones. (BBC Persian, 14 de noviembre de 2007).
Pero tras tres décadas de guerra, las políticas extremistas islámicas hacia las mujeres han tenido sobre ellas un impacto devastador.
En la actualidad, entre los renovados ataques de los talibanes y la corrupción rampante, las mujeres de Afganistán siguen luchando para conseguir justicia para ellas.
Justicia para jóvenes como Wagas, a la que comprometieron en un matrimonio con un hombre que ella no quería. En vez de aceptar casarse, se escapó de la casa de su padre con un muchacho del que estaba enamorada.
Wagas: “Después de dos días juntos, nos peleamos y mi novio me echó de su casa. Me dijo que no me necesitaba”.
Ambos, Wagas y su novio, fueron acusados de adulterio.
“Se considera adulterio no sólo cuando gente casada tiene relaciones sexuales, sino también la gente que no está casada. Esa es su definición de adulterio: tener relaciones sexuales. Y eso sería, creo, lo que están considerando, cuando hablan de crimen moral”.
Según la constitución afgana, no se considera ningún hecho como delito a menos que una ley así lo señale antes de que se cometa la ofensa.
“Por desgracia, lo que sucede es que hay ciertos delitos que forman parte de la Sharia, que representa lo que en Occidente pueden llamar el derecho común. Es parte de nuestros principios. Pero no está aún por escrito. Y esa ley de la Sharia, por desgracia, y digo esto desde mi perspectiva cultural, es lo que aquí se cumple”.
Como señal de cambio positivo, el gobierno afgano reconoce ahora las necesidades especiales de las mujeres prisioneras. Uno de las mejoras más importantes ha sido la de introducir mujeres como guardianas. Pero la cuestión de tener los niños aquí sigue sin resolver. Y, al igual que sus madres, esperan su destino tras las rejas.


CONJUROS CONTRA LA MUERTE: OPINIONES DE DAVID GROSSMAN

 

por JOSÉ MARÍA RIDAO 06/03/2010

David Grossman reformula la utopía sionista dando cabida en la conciencia de los israelíes al sufrimiento palestino. El activismo por la paz ha influido en su obra, y a la inversa. Vivir en una "zona de catástrofe" impulsa la tarea literaria y cívica del escritor, cuyo hijo Uri murió en la guerra de Líbano en 2006
David Grossman afirma que su tarea literaria y su actitud cívica obedecen a un único estímulo: vivir y trabajar en "una zona de catástrofe", según la expresión que dio título a una conferencia suya en Nueva York, pronunciada en abril de 2007. Hijo de un judío polaco emigrado a Palestina en 1936, y de una madre nacida bajo el mandato británico, forma parte de los israelíes comprometidos con una "universalidad progresista, civil, liberal y esencialmente laica" para que Israel alcance la "normalidad de una nación entre las naciones". El activismo en el "campo de la paz" ha influido en su narrativa, y a la inversa. Concebir la tarea del escritor como el esfuerzo de "conocer al otro por dentro" le ha llevado en cada una de sus novelas, y en una espiral cada vez más amplia y atrevida, a idear sus personajes como una indagación en las razones de los seres más próximos -familia, amigos, conciudadanos- y también de los más alejados. En sus propios términos: los enemigos, a quienes describió durante una vibrante alocución de 2006 con motivo de la conmemoración del asesinato de Rabin como "un pueblo no menos atormentado que nosotros; un pueblo ocupado, oprimido, sin esperanza".
El desenlace de la Guerra de los Seis Días en 1967, tras la que Israel se apoderó en una demostración de fuerza militar sin precedentes del Golán sirio y del Neguev egipcio, además de Cisjordania, Gaza y la parte este de Jerusalén, que correspondían a los palestinos según el plan de partición, fijó los datos políticos y morales sobre los que más tarde se desarrollaría el debate intelectual del país, en el que Grossman ocupa hoy una posición destacada. El objetivo declarado de aquel conflicto fue dotar a Israel de una poderosa baza negociadora frente a sus vecinos, a los que se ofrecería recuperar los territorios a cambio de aceptar un acuerdo de paz definitivo. La estrategia dio resultados con Egipto, pero fracasó en el resto de los casos. Y no tanto debido a obstáculos interpuestos por los países árabes, que en 1981 observaron con aprensión el asesinato del presidente egipcio Sadat a manos de militares contrarios a los acuerdos de paz de Camp David, como al cambio de postura israelí en relación con los nuevos territorios bajo su poder. Las reservas acuíferas del Golán, así como su valor estratégico para Israel, cerraron la puerta a una eventual negociación con Siria.
Entre tanto, la posibilidad de un acuerdo sobre Cisjordania, Gaza y la parte este de Jerusalén tropezó con un problema imprevisto y que no encontró solución hasta los acuerdos de Oslo. Israel pretendía entonces que su interlocutor para la paz fuera el Gobierno jordano, que había administrado esos territorios palestinos desde la guerra de 1948 y el armisticio de Rodas del año siguiente. El Gobierno jordano, por su parte, no estaba en condiciones de sentarse a ninguna mesa en ausencia de la OLP, considerada por Naciones Unidas como único y legítimo representante de los palestinos y no reconocida por Israel. Ya fuera porque el bloqueo de las negociaciones a cuenta de los problemas de interlocución permitió que los partidarios del Gran Israel impusieran su criterio o porque en el diseño original de la estrategia israelí no estuviera el abandono de los territorios palestinos ocupados, lo cierto es que desde muy pronto Israel puso en marcha un proyecto de colonización que conducía a la anexión de hecho de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, y que provocaba la consecuente desposesión y desplazamiento de la población originaria, condenándola a vivir indefinidamente en campos de refugiados.
Cuando los acuerdos de Oslo de 1993 resolvieron el problema de la interlocución para la paz, ofreciendo a los palestinos la posibilidad de elegir democráticamente a sus representantes, la colonización de los territorios ocupados, así como las emociones y los intereses políticos en torno a ellos parecían irreversibles: como si la historia reciente de Oriente Próximo se reflejase en un espejo aterrador, el primer ministro Rabin, artífice de los acuerdos, fue asesinado en 1995 por un extremista israelí contrario a la devolución de los territorios, lo mismo que Sadat lo había sido por radicales egipcios contrarios a la paz. La salida del laberinto a la que se adscribía David Grossman quedó seriamente dañada, con el agravante de que el endurecimiento de la política israelí auspiciada por los sucesores de Rabin entró en resonancia con una simétrica radicalización palestina que dio lugar a la victoria de Hamás en las urnas. Durante esos años de esperanza brutalmente clausurados, el conflicto se extendió, además, hacia Líbano, un país invadido por Israel en 1982, ocupado parcialmente hasta 2000 y vuelto a atacar en 2006.
La degradación política y moral que ha supuesto para Israel el mantenimiento de la ocupación y la adopción de una política basada primordialmente en la fuerza ha propiciado entre sus intelectuales un género de crítica que, prolongando la posición de los "nuevos historiadores", propone revisar la utopía sionista y los mitos fundadores de la nación. A diferencia de esta aproximación, Grossman ha tratado de reformular la utopía y, sin cuestionar los mitos fundacionales, sino reflexionando a partir de ellos, dar cabida en la conciencia de los israelíes al sufrimiento de los palestinos. La simultánea publicación en España de su novela y su ensayo más recientes, La vida entera (Mondadori) y Escribir en la oscuridad (Debate), permite comprobar hasta qué punto el narrador y el intelectual responden a un único estímulo, según afirmó en su conferencia de Nueva York de 2007. Escribir en la oscuridad recoge los artículos y conferencias en los que Grossman reclama la paz con los palestinos y da cuenta de por qué la reclama, mostrando la indisolubilidad de su actitud cívica y de su tarea literaria. En La vida entera, por su parte, narra la angustia de una mujer cuyo hijo ha sido movilizado por el Ejército israelí en la Guerra de los Seis Días. Su manera de conjurar la muerte del hijo consiste en caminar sin descanso a lo largo y ancho de Israel, como si pretendiese zafarse de ese instante en que un representante del Ejército, de cualquier Ejército, llama a una puerta y entrega una sobria notificación y unos pocos efectos personales.
Según confiesa Grossman, con la redacción de La vida entera quiso hacer lo mismo que su personaje. Pero su hijo Uri murió en la guerra de Líbano de 2006, dejándolo más solo en la "zona de catástrofe". 

TRES MINUTOS CON FACUNDO



Por Roberto Caballero CAP-L / FA -


Cuando José Mujica cayó baleado en el Bar La Vía en el año 1970, junto a otros dos compañeros, el "Inglés" esa noche me dijo: "Cayó Facundo", y agregó: "Hablás tres minutos con Facundo y salís convencido de dejar la vida por la revolución. "No sólo muchos de nosotros comprobamos con el correr del tiempo que aquella definición del "Inglés" era exacta, sino que a partir de 1985, en una progresión geométrica, cientos y miles de compatriotas comenzaron a convencerse escuchando a Pepe en las mateadas, en los comités, en reportajes y audiciones radiales  que había que dejar la vida por la revolución. Ayer 1º de marzo  en la Asamblea General primero y al aire libre después en la Plaza Independencia, ante nuestro prócer Don José Artigas, con más tiempo que tres minutos sigue convenciendo de que no sólo es necesaria la revolución, sino que es tangiblemente posible y que la estamos viviendo cada día, que la misma no es exclusivamente el acto heroico un día en la vida de cualquiera sino que es un permanente proceso de acumulación y salto cualitativo, una constante a lo largo de toda la vida, tal como la ha llevado él: José Pepe Mujica, el compañero Presidente de todos los uruguayos. Distintos medios de prensa en estas horas andan detrás de otros viejos compañeros preguntando si Pepe ha cambiado, si es el mismo de su época de guerrillero tupamaro, demostrando que no les da la capacidad periodística y de análisis para escuchar, leer y entender el fenomenal pensamiento de político con visión estratégica sobre los destinos del país, de la región, del continente latinoamericano. Sin comprender o peor aún comprenden y callan  que José Mujica desde sus jóvenes años ha sido un luchador político, militante de ideas políticas que en determinada coyuntura de la historia del país se expresaron a través del accionar armado y que desde el día de su liberación ha hecho política con ideas, con propuestas, con programas, con organización.

Algunos conceptos de Pepe el 1º de marzo:
"Unidad nacional y concepción latinoamericana"... "que no es poca cosa tener libertad, disentir, respetarnos, multiplicar conocimiento y conciencia, ensayar todos los caminos y fórmulas posibles que sirvan para enriquecer la sociedad"... "pueblo querido: contigo cambiamos o contigo sucumbimos y estamos como abrazados"... "barrer la indigencia y disminuir la pobreza en un cincuenta por ciento, masificar el conocimiento y la cultura, llevar el conocimiento al Interior lejano, olvidado"... " el rumbo no es negociable"... "los dolores de nuestros hermanos son nuestros"... "unidad de los pueblos de América Latina"... " unidos para ser solidarios con nuestros compatriotas"... " comprometernos con la realidad"... "derrotados son sólo aquellos que dejan de luchar"...
Por mucho menos que esto, cientos de jóvenes ingresamos al MLN (T) a fines de los 60 y comienzos de los 70 en plena predictadura pachequista, bajo Medidas Prontas de Seguridad, sin libertades políticas, de prensa ni sindicales. La utopía, el sueño del cambio por un país mejor, más justo, por la liberación nacional y el socialismo. Somos parte de esas "reliquias que quisieron tocar el cielo con las manos". No llegamos; pero no nos quedamos rumiando el dolor de la derrota. Hoy le escuché a Pepe en el Ministerio de Defensa, delante de todos los generales de nuestras Fuerzas Armadas al tomar posesión del cargo Luis Rosadilla, una definición que sintetiza sentimientos de infinidad de compañeros de lucha: "No estoy para seguir leyendo las páginas amarillas de la historia".
Durante este proceso electoral, volví a ver una nueva generación de jóvenes comprometidos con el cambio, con decisión y compromiso militante como aquellos que construyeron las organizaciones de izquierda en la década del 60 y dieron forma y contenido al Frente Amplio. Por suerte, estas generaciones pueden escuchar a Pepe Mujica más de tres minutos y está en sus manos continuar la generosa tarea de construir un Uruguay para más de 30 años. Que así sea.

FISCAL GUIANZE PIDIÓ AYER LA CONDENA PARA EL DICTADOR BORDABERRY Y BLANCO

CONTUNDENTE. DICTAMEN AFIRMA QUE "AMBOS ESTABAN AL TANTO DE LOS MÉTODOS REPRESIVOS QUE SE UTILIZABAN CONTRA PERSONAS"

FISCAL GUIANZE PIDIÓ AYER LA CONDENA PARA EL DICTADOR BORDABERRY Y BLANCO

La Fiscalía solicitó la condena del dictador Juan María Bordaberry y del ex canciller Juan Carlos Blanco por el homicidio de los ex legisladores Zelmar Michelini y Gutiérrez Ruiz. Ambos enfrentan un pedido de condena a 30 años de penitenciaría. "Estaban al tanto de los métodos represivos", dice la fiscal.

por Mauricio Pérez  (La República)

La fiscal Mirtha Guianze solicitó ayer la condena del ex dictador Juan Maria Bordaberry y del ex canciller Juan Carlos Blanco a la pena de 30 años de penitenciaría, por los homicidios de los ex legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y del matrimonio de ex militantes del MLN Tupamaros, Rosario Barredo y William Whitelaw, en mayo de 1976.
En este sentido, la representante del Ministerio Público solicitó al juez penal de 11º Turno, Roberto Timbal, la condena de ambos referentes del proceso cívico-militar como coautores responsables de un delito "complejo de homicidio muy especialmente agravado".
"En su calidad de gobernantes, actuando las políticas represivas que sembraron el terror en nuestro país, determinaron a sujetos de menor jerarquía a ejecutar los delitos, bajo compromiso de impunidad, los que se llevaron a cabo, además, con la previa conexión con autoridades argentinas, previendo la utilización de un aparato represivo trasnacional", expresa la acusación fiscal a la cual accedió LA REPUBLICA.

"SABÍAN"
La "especial ubicación dentro del organigrama del gobierno cívico militar de los procesados, y su activa participación en los órganos de decisión, conducen a la plena certeza de que ambos estaban al tanto de los métodos represivos que se utilizaban contra personas opositoras al régimen, fueren guerrilleros o no", agrega el escrito.
Ambos "sabían de las torturas que se practicaban en los establecimientos de detención, militares o policiales, y los aprobaban. Sabían que había muertos y desaparecidos como consecuencia de tales operaciones, habían recibido múltiples denuncias, documentadas, no sólo de familiares de las víctimas sino de organismos internacionales".
Sin embargo, "frente a tal evidencia, su actitud fue de abierta cobertura a esa actividad criminal, que ellos mismos prohijaban. No sólo se trataba de negar esos hechos, sino de procurar la impunidad a los ejecutores directos. Estos se ajustaban al plan trazado, y se les aseguraba que la estructura terrorista del Estado impediría su persecución". "Los crímenes de que se trata no fueron hechos aislados, sino resultado de una estrategia definida, llevado a cabo por un aparato dictatorial", indicó la fiscal.
Por esta razón, "no atribuimos a Bordaberry y Blanco el mero conocimiento de los crímenes y la consiguiente omisión en proceder para impedir los excesos. A nuestro juicio, es claro que participaban en las esferas de decisión", ya que "integraban la estructura de poder que la dictadura cívico-militar instauró, tenían injerencia sus decisiones y aseguraron el marco institucional de actuación de las fuerzas represivas en las dos orillas del Río de la Plata".
Asimismo, la fiscal marcó las coincidencias entre el pensamiento de Blanco y Bordaberry, al considerar a los "países del Cono Sur" como "últimos bastiones de la civilización cristiana". "Ambos sustentaban un pensamiento político común en estos puntos, que se tradujo en acciones concretas de la más dura represión, sin límite alguno", lo cual se avala en documentación obtenida en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

SECUESTROS
La acusación de la fiscal Guianze, por la cual se solicita la condena del ex dictador Bordaberry y del ex canciller Blanco realiza un pormenorizado detalle de los secuestros de Michelini, Gutiérrez Ruiz y del matrimonio Barredo Whitelaw, así como de los sucesos previos a la concreción de los operativos.
Michelini y Gutiérrez Ruiz se "vieron obligados" a exiliarse en la República Argentina, ante la situación imperante en Uruguay, al igual que el histórico líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate. La actividad desempeñada por ellos como "nucleamiento opuesto a la dictadura (...) así como sus relaciones internacionales, su intervención en foros y la posibilidad de que sus denuncias (sobre las violaciones a los derechos humanos perpetradas por la dictadura uruguaya) repercutieran en el exterior, era preocupación del gobierno de facto", recuerda la acusación.
Dentro de ese contexto, el gobierno uruguayo canceló la validez de sus pasaportes. "Por ese entonces ya se sabía, entre los exiliados, que estaban operando fuerzas represivas uruguayas en Argentina y que había compatriotas desaparecidos". Incluso, Michelini "tenía la certeza de que era vigilado constantemente, temía represalias uruguayas y había recibido amenazas", señaló Guianze.
Entre el 13 y el 18 de mayo, efectivos militares procedieron a la detención de las cuatro víctimas. Los captores actuaron "con total impunidad", lo cual evidenciaba una "zona liberada" para perpetrar los secuestros. Wilson Ferreira, en tanto, pudo escapar de las fuerzas represivas y obtener asilo diplomático en la Embajada de Austria. Las pruebas demuestran la participación de efectivos uruguayos en dichos operativos.

HOMICIDIO
Los cuerpos sin vida de los dos ex legisladores y del matrimonio fueron encontrados el 20 de mayo de 1976, dentro de un auto robado. El cuerpo de Michelini en el piso trasero y los restantes en el baúl "impregnados en sangre y con claros signos de muerte violenta".
"Sobre el tablero ubicaron un sobre que contenía una nota tamaño oficio, mecanografiada, en cuyo margen superior izquierdo había una bandera celeste y blanca con estrella roja en su centro e inscripción 'ERP' y la imagen del 'Che' Guevara como fondo".
En este sentido, la aparición de los cuerpos "torturados y acribillados" de Barredo y Whitelaw, junto a los de Michelini y Gutiérrez Ruiz, al igual que la nota, con identificación del ERP, que hacía mención a un ajusticiamiento por venganza y a la llamada Junta Coordinadora Revolucionaria "son muestra de que se buscó encubrir a los verdaderos autores y al móvil de los delitos".
Sin embargo, los símbolos del ERP y la nota fueron "una estrategia destinada a relacionar la actividad de los ex parlamentarios con la de personas vinculadas en el pasado con el MLN y desvinculados o escindidos al momento de su detención". Tampoco la participación de la dictadura uruguaya finalmente pudo esclarecerse.