19 junio 2008

ISRAEL LEGITIMA A HAMÁS

ANÁLISIS

JUAN MIGUEL MUÑOZ 19/06/2008

El alto el fuego entre Israel y Hamás que entra en vigor hoy ha suscitado unanimidad. "No nos hacemos ilusiones. La tregua es temporal y probablemente muy breve". Las frases, pronunciadas ayer por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, son calco de las vertidas por dirigentes islamistas palestinos. Ya airean los bandos sus discrepancias sobre el pacto secreto. Porque, como resume un diplomático occidental sus encuentros con israelíes y palestinos, "son vendedores de alfombras; sacan sus cartas según progresa la negociación, y a menudo juegan a espaldas de los mediadores; después se entienden entre ellos y dejan a los extranjeros con el culo al aire". No obstante, los mediadores egipcios han precisado que Israel no volverá a controlar con sus cámaras el único cruce fronterizo que conecta Gaza con el mundo árabe, y añadido que la eventual apertura de Rafah no dependerá de la liberación del soldado cautivo Gilad Shalit. Sin excarcelación de cientos de prisioneros palestinos, el joven militar judío difícilmente abandonará el calabozo.
Ya veremos. El pacto ha sido prendido con alfileres. Pero nadie dudaba ayer de que Hamás se ha apuntado otra victoria. Seguramente efímera en el campo militar. Y mucho más relevante en el ámbito político y diplomático. El movimiento fundamentalista gana legitimidad internacional; el presidente Mahmud Abbas ha anunciado una inminente visita a Gaza después de un año de ausencia, y para ello ha tenido que renunciar a su exigencia de que Hamás le devuelva la autoridad en Gaza. Además, el acuerdo de tregua otorga al movimiento fundamentalista poder para extender el alto el fuego al feudo de Abbas: Cisjordania.
Aunque saben sus dirigentes que seguirán padeciendo una presión tremenda -Jordania y Egipto temen el efecto contagio de los pequeños éxitos del movimiento islamista-, Hamás no da puntada sin hilo. "Perdemos muchas batallas, pero no las que comenzamos nosotros", afirmaba a este diario uno de sus dirigentes. "La tregua es una victoria para el islam extremista", coincidía Haim Ramon, viceprimer ministro israelí. Un triunfo político al que ha contribuido en buena medida el Gobierno de Olmert. Tras el acuerdo, el Ejecutivo israelí deja patente que hay que tener en cuenta a Hamás, y que las negociaciones de paz se auguran inviables si se machaca a los fundamentalistas. Israel ha legitimado a su adversario. Tampoco es nada nuevo. Dos décadas atrás, cuando el enemigo jurado era Yasir Arafat, Israel financió a Hamás y el legendario Isaac Rabin estrechaba la mano a Mahmud Zahar, hoy uno de los jefes islamistas más radicales.
Es también el alto el fuego una derrota para Abbas. El desconcierto reinaba en la OLP. Embarcada desde noviembre en las negociaciones, "el socio de Israel", el dirigente al que Olmert recibe con besos en sus frecuentes reuniones, observa cómo las operaciones militares, las redadas, las demoliciones de casas y la expansión de las colonias en Cisjordania se multiplican.
Israel y Hamás comienzan una tregua de seis meses en un clima de gran incertidumbre


El inicio de la tregua viene precedido de una jornada de intensos ataques entre ambas partes
EFE - Jerusalén - 19/06/2008



Decenas de cohetes caseros de corto alcance cayeron ayer sobre territorio israelí, sin provocar víctimas, mientras que cinco palestinos murieron y varios resultaron heridos en los ataques aéreos israelíes durante las horas previas al alto el fuego.
“Lo que ellos llaman 'calma' es frágil y posiblemente durará poco”, aseguró el primer ministro israelí, Ehud Olmert, en un discurso cerca de Tel Aviv. “Hamas y otros grupos terroristas (...) no han cambiado su forma ni se han convertido en amantes de la paz”. Por su parte, Abu Ubaida, portavoz del brazo armado de Hamás, también ha mostrado cierta incredulidad: “No tenemos la ilusión de que la Ocupación (Israel) tenga buenas intenciones hacia nuestra gente, y si la ocupación frustra la calma, significará el regreso a una resistencia aún más fuerte”.
Con todo, el acuerdo del cese de hostilidades ha dado comienzo a las 06.00 horas. Una tregua que fue alcanzada esta semana con la mediación de Egipto y deberá tener una duración de seis meses. Israel no ha difundido oficialmente los compromisos adquiridos, pero los palestinos han indicado que los términos del pacto exigen el cese de los ataques de todas las milicias y que Israel se ha comprometido a frenar sus operaciones militares de represalia, finalizar el bloqueo impuesto a la franja y reabrir progresivamente los puestos fronterizos de ese territorio.
Funcionarios occidentales dijeron que Israel planea permitir el ingreso de un número levemente superior de cargamentos de bienes desde el domingo, siempre y cuando la tregua siga vigente. Los palestinos han dejando en claro que desean que se restaure el flujo total de importaciones.

PALABRAS DE CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER...



EN EL ACTO DE PLAZA DE MAYO.


Gracias, muchas gracias a todos por estar hoy aquí, en esta Plaza de Mayo, la plaza de todos los argentinos. Muchos de ustedes me conocen antes de ser Presidenta de la República Argentina, me conocieron como senadora, defendiendo la soberanía nacional de nuestros Hielos Continentales; me conocieron también los ex combatientes de Malvinas, cuando los acompañé en el Senado en sus luchas para lograr la ley que reconociera sus derechos; me vieron también los argentinos sentada en mi banca de diputada, junto a ese gran socialista, que fue Alfredo Bravo, reclamando la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final; me vieron los trabajadores y sus dirigentes sindicales negarme a votar, allá en el 98', la Ley de Flexibilización Laboral y más tarde la Ley de la desvergüenza y de la Banelco; me han visto en muchas batallas, dadas con la convicción, con la pasión de mis ideas, que sé son también las de millones de argentinos.
Sabía que como Presidenta de la República iba a tener que dar alguna otra gran batalla, lo supe cuando me comprometí, ante todos ustedes, a profundizar la transformación y el cambio, que ese hombre que está aquí junto a mí, mi compañero de toda la vida, comenzó el 25 de mayo del año 2003. (Aplausos). Sabía que la profundización de ese proceso venía por la redistribución del ingreso, porque si bien millones de argentinos han vuelto a recuperar el trabajo, productores y empresarios su rentabilidad, comerciantes pudieron volver a abrir sus negocios, profesionales volver a trabajar, jóvenes volver a tener esperanzas, sabía que todavía falta mucho y siempre va a faltar.
Por eso, cuando tomé decisiones para redistribuir el ingreso no lo hice - se los juro - para perjudicar a nadie, al contrario, no fueron contra nadie, fueron para que todos los argentinos pudiéramos vivir un poco mejor; para que los alimentos, que mencioné en mi discurso de asunción, el 10 de diciembre, como un de los problemas fundamentales que íbamos a tener en el mundo, junto a la energía, llegaran a todos. Tal vez algunos creyeron que era sólo un discurso de ocasión, pero aquí está, no solamente en la Argentina, en el mundo, el problema de alimentos cada vez más caros y de una energía cada vez más cara.
Yo sueño - y ese fue mi compromiso al tomar las decisiones - de vivir un Bicentenario diferente al Centenario que vivió este país hace casi 100 años. Hace 100 años este país era el principal productor de carne y trigo, exportaba todo, sin embargo los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. (Aplausos).
La Argentina del Centenario vivió sus primeros cien años con estado de sitio por la violencia que la miseria, el hambre y el dolor habían desatado entre todos los argentinos.
Yo sueño con un Bicentenario diferente, con las industrias trabajando, agregando valor a sus productos para seguir sosteniendo el salario y más trabajo para los argentinos; sueño con un campo que cada vez produzca más materias primas pero que les agregue valor aquí, en nuestro país, para dar más trabajo todavía. (Aplausos). Esos son mis sueños, pero los sueños necesitan también de decisiones y del coraje necesario para tomar esas decisiones.

Cuando vine aquí el 1º de abril, a hablar con todos ustedes, yo creía que realmente estaba ante la batalla por la redistribución del ingreso porque, tal vez, quienes tenían que resignar una pequeña parte de su renta extraordinaria disputaban y discutían; creía - les juro sinceramente - que estaba ante esa batalla, la de la redistribución del ingreso, la de la lucha de los intereses naturales en toda democracia donde hay conflicto social. Pero luego, cuando comenzaron a pasar los días y yo veía que desde un sector de la sociedad, desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no, me di cuenta que estaba ante otra situación muy diferente. (Aplausos).
¿Por qué? Sin insultos ni agravios, el pueblo no insulta ni agravia. Me di cuenta, entonces, que estaba ante otro escenario, ante otro cuestionamiento, ya no era retenciones sí o retenciones no, ya no eran intereses, se estaba socavando, se estaba interfiriendo en la misma construcción democrática, esa que nos dice que son los representantes del pueblo, elegidos en elecciones libres, democráticas y sin proscripciones, los que deciden, deliberan y ejecutan. (Aplausos) Esa es la Argentina democrática, la de la Constitución, la de las instituciones, la de los poderes del Estado, legal y constitucionalmente establecidos.
Pero cuando además empecé a ver a algunos que parecían colarse entre esos reclamos, y que ya no cuestionaban ni las retenciones ni nada, simplemente nos insultaban por haber reinstalado la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, el escenario fue completo y total. (Aplausos)

Yo creo sinceramente que eran colados que siempre tratan de acercarse cuando hay conflictividad, para ver si pueden dar marcha atrás y volver a la impunidad, no se dan cuenta que es la historia y el pueblo el que decidió derribar el muro de la impunidad. Pero quiero creer sinceramente que tal vez esas cuatro personas, llevadas por la propia dinámica de los hechos, por la propia dinámica de las corporaciones que muchas veces no pueden ver más allá de sus propios intereses sectoriales, no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo. Yo quiero en nombre de la vigencia democrática, en nombre de la Constitución, en nombre de las leyes de la República, que adviertan que si la historia primero fue tragedia hoy se repite como comedia, y que ya los argentinos no queremos más comedias, queremos por sobre todas las cosas volver a recuperar responsabilidad institucional y vigencia de la Constitución.
Cuando uno ve el mundo que hoy tenemos, cuando un dirigente lo es no solamente porque ocupa un lugar institucional sino porque además puede anticiparse a lo que viene, advierte cuánta razón teníamos en volver a retomar instrumentos básicos de la política económica del Estado como son los derechos de importación y de exportación para apuntalar un proyecto nacional y popular. (
Permítanme decirles que estos mismos derechos de exportación que hoy son cuestionados, junto a los derechos de importación, también formaron parte de otra política, la política de los años `90. Allí se bajaron a cero todos los derechos de exportación vinculados con lo agropecuario, se bajaron también a cero los derechos de importación, se nos cayó todo, el campo, la industria. Es entonces hora de que todos los argentinos advirtamos la importancia de estos instrumentos que los grandes países desarrollados utilizan para protegerse y muchas veces utilizaron para perjudicarnos a nosotros, los países emergentes. (Aplausos) Lo sabemos porque lo discutimos en el mundo junto a otras naciones que creen que es necesario recuperar los instrumentos de decisión nacional para construir un país más justo.
Estamos ante una gran oportunidad histórica por primera vez, por primera vez ellos necesitan más de nosotros que nosotros de ellos. (Aplausos) Seamos inteligentes, dejemos de mirarnos el ombligo, dejemos de lado esa costumbre de cierta dirigencia argentina que cuando se frustra frente al voto popular se encierra sobre sí misma y no es capaz de mirar o tender una idea mejor, y si no la tiene apoyar al que tiene una idea mejor que él.
Necesitamos todos los argentinos, todos los sectores de la producción, del trabajo, de la industria, del comercio, aunar esfuerzos para aprovechar esta oportunidad y construir el país que soñamos.



Yo empecé muy chica con esas mismas banderas que muchos de ustedes portan con orgullo. Pasaron muchas cosas argentinos, nos dividieron, nos enfrentaron los unos con los otros, civilices y militares, el campo y la industria, y solamente se beneficiaron de esos enfrentamientos muy poquitos.
Los que primero cayeron como siempre fueron los pobres, después fueron los trabajadores, después vinieron por la clase media, por esa clase media que muchas veces a partir de prejuicios culturales termina actuando contra sus propios intereses. Los intereses de la clase media son los de los trabajadores, son los de los empresarios comerciantes, son los de los argentinos que tienen sus intereses atados aquí a la tierra, que no pueden girar dólares al exterior, que tienen su casa aquí, sus hijos.
Tenemos que aprender a mirar más allá de lo que nos muestran; tenemos que aprender a escuchar más allá de lo que nos recitan; tenemos que comenzar a mirar en base a nuestros propios intereses para dejar de lado los cantos de sirena. Tuvimos demasiados cantos de sirena y nos fue muy mal.
Por eso yo quiero desde aquí, desde esta Plaza de Mayo que, como dije ayer, empezó siendo de los peronistas, pero que después de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es de todos los argentinos (Aplausos); desde esta Plaza quiero convocar a todos a que discutamos en este acuerdo del Bicentenario cómo podemos mejorar nuestras políticas agropecuarias para producir más, pero también para que los argentinos sigan comiendo bien, es imprescindible garantizar la mesa de los argentinos.
También tenemos que saber y decidir los argentinos cómo queremos vivir y convivir. Tenemos que aprender que muchas veces puede haber diálogo, discusión y debate, y ojalá que haya acuerdo, pero también sabemos que dialogar puede ser no estar de acuerdo en algún punto. Tenemos que aprender de una buena vez por todas a procesar democráticamente nuestras diferencias. Tal vez con tanto golpe de Estado, con tanta interrupción institucional que hemos vivido, creemos que todo se arregla con intolerancia, con golpes, con bocinas, cacerolas o corte de ruta.
Yo creo sinceramente, argentinos, que así no se arreglan las cosas, al contrario, cada vez se desarreglan más. Siento que nos tenemos que dar la tarea todos, sin excepciones, empezando por quien habla, de contribuir a construir más democracia y más institución.
Yo les pido a quienes tal vez, estoy segura, equivocados por la propia dinámica sectorial, equivocaron el rumbo y quisieron mandarnos a todos los argentinos, a decirnos por dónde podíamos pasar y por dónde no, si pasaba combustible, pasaba leche o pasaba pan. Yo creo que estuvieron confundidos. Por eso les pido que en nombre de la democracia, que en nombre de la Constitución, que en nombre de las leyes, liberen las rutas y dejen que los argentinos volvamos a producir y trabajar. (Aplausos)
No tengan miedo ni dudas al ejercer su representación sectorial, porque si realmente son representativos seguramente no va a ser necesario que corten ninguna ruta para que no se comercialicen granos o carne. Debemos entonces tenderles la mano y llamarlos a la reflexión, no en nombre del Gobierno, tampoco en nombre de esta plaza, sino en nombre de los millones y millones de argentinos a los que todavía les falta seguridad, paz, pan y trabajo. En nombre de ellos, de los que todavía sufren, los convocamos a este acuerdo del Bicentenario.
Quiero decirles y quiero que todos nos vean y nos escuchen, porque esta es una plaza del amor y de los sueños, que no vinimos a agraviar, no vinimos a insultar, simplemente a contar nuestras ideas del país que soñamos y cómo lo queremos hacer. A los que crean que pueden hacerlo mejor que nosotros, y seguramente habrá quien lo pueda hacer mejor que nosotros, los invitamos a que democráticamente se constituyan como partido político y en las próximas elecciones reclamen el voto del pueblo para ejecutar sus políticas y su modelo. (Aplausos)
Así se construye calidad institucional, así se construye democracia, así se defiende la Constitución y así se hace honor a la bandera y a la historia de la Patria.
Muchas gracias por esta Plaza de todos los argentinos, por la Plaza de los sueños y del amor, del país más justo, más democrático, por la democracia, por las instituciones, por la Constitución. Todos juntos hacia el Bicentenario. Gracias Argentina, gracias a todos.