17 mayo 2008

EL ABC DE LA DEMOLICIÓN DE CASAS EN ISRAEL

EL ABC DE LA DEMOLICIÓN DE CASAS EN ISRAEL

Beit Arabiya es el nombre de la casa de Salim y Arabiya Shawamreh, una familia de nueve personas cuya vivienda ha sido demolida cuatro veces. Ahora, en cualquier momento, la administración civil o el gobierno militar de Israel en los territorios ocupados, pueden arrasar la casa por quinta vez. La vivienda, convertida en un centro de paz, es un símbolo de los opositores a la ocupación.

Por Eileen Fleming

La casa de los Shawamreh en la aldea de Anata, situada en Cisjordania, pero sólo a unos metros de los límites municipales de Jerusalén, se ha convertido en el símbolo de la lucha palestina contra la política israelí de demolición de viviendas palestinas, y contra la ocupación en general. Salim y Arabiya proceden ambos de familias convertidas en refugiados en 1948. A principios de los años 90, compraron una pequeña parcela en la aldea de Anata, próxima al campamento de refugiados de Shuafat donde creció Salim. Por tres veces presentaron solicitudes ante la administración civil para conseguir un permiso de edificación y en cada una de las ocasiones les fue denegado por distintas razones: la principal es que Israel ha dividido prácticamente todo Cisjordania en zonas para uso agrario de acuerdo con un plan británico (RJ-5), redactado en 1942, que congela la construcción palestina de la misma manera que hace 65 años.
En efecto, el RJ-5 se utiliza "legalmente" para denegar a los palestinos las licencias de construcción en los Territorios Ocupados. Y como otros miles de familias -el Comité Israelí contra la Demolición de Casas (ICAHD) estima que el número de órdenes de demolición en Cisjordania y Jerusalén oriental llega a decenas de miles-, los Shawamreh se han visto obligados a construir su casa "ilegalmente", aunque el derecho a la vivienda es uno de los derechos humanos fundamentales.
Centenares de voluntarios -palestinos, israelíes y de otros países- organizados por el ICAHD y por el Comité Palestino para la Defensa de la Tierra [LDC, en sus siglas inglesas], han vuelto una y otra vez para reconstruir una casa edificada para la paz. La casa para la paz Beit Arabiya se ha convertido en un lugar de encuentro para activistas por la paz israelíes, palestinos y de todo el mundo, situado en el punto angular y de intersección de las zonas A, B y C.
En los Acuerdos de Oslo, Israel dividió la Cisjordania ocupada en tres zonas:
A. Comprende aproximadamente el 17,2% de Cisjordania, y está dividida en 13 áreas separadas y no contiguas de cuya seguridad es responsable la Autoridad Palestina.
B. La zona ocupa el 23,8% de Cisjordania, pero Israel mantiene el control total de la seguridad. Esta zona ha dejado de existir funcionalmente y ha estado bajo el control israelí absoluto.
C. Supone el 59% de la Cisjordania ocupada. Israel tiene la responsabilidad completa en asuntos civiles y de seguridad . Es la única zona contigua de Cisjordania, y rodea y divide las zonas A y B. Está situada principalmente alrededor de las colonias israelíes establecidas en Cisjordania, no sujetas a la clasificación de las zonas A, B o C .
La Cuarta Convención de Ginebra prohíbe a la potencia ocupante aplicar sus leyes y administración a un territorio ocupado, lo que hace del proceso de conceder o denegar los permisos a los palestinos -por no mencionar la política israelí de demolición de casas- algo absolutamente ilegal según las leyes internacionales.
Resignados ante la realidad de que los tribunales israelíes no respetan el derecho internacional, los abogados de los Shawamreh han denunciado la ilegalidad de aplicar un plan, el RJ-5, nunca revisado durante los últimos 65 años a pesar de los significativos cambios demográficos y de uso de la tierra, entre ellos la construcción de unas 300 colonias [judías], en sí mismas ilegales según la Cuarta Convención de Ginebra, autorizadas por el gobierno israelí en el mismo terreno calificado como agrícola y en el que a los Shawamreh y a otros miles de familias palestinas se les ha negado su fundamental derecho a la vivienda.
Finalmente, la ilegalidad de echar abajo repetidamente la casa de los Shawamreh por medio de una original orden de demolición "perpetua" ha sido cuestionada, especialmente habida cuenta de que esa práctica es ilegal también en Israel y no se aplica a las colonias israelíes en los Territorios Ocupados.
En una colina frente a la Casa Arabiya-Centro por la Paz, se encuentra la recientemente construida cárcel y el centro de interrogatorios del Shin Bet (servicio secreto). Un nuevo tramo de la carretera de circunvalación que enlaza las ilegales colonias pasa entre ambos, y el muro del apartheid constituye el brutal paisaje que tienen enfrente.
Cuando esta periodista lo visitó en octubre de 2006, los vecinos más cercanos vivían en un campamento de beduinos que iba a ser desmantelado pronto. La política del gobierno israelí de llevar a cabo "una transferencia tranquila" está desplazando (o ya lo ha hecho) a los beduinos nómadas autóctonos hacia un vertedero que los llevará a la extinción, ya que se les ha negado la libertad de moverse y llevar a pastar sus rebaños.
Sobre las paredes de la Casa y Centro Arabiya para la Paz hay un mural donado por los North American Workers Againts the USA occupation of Iraq and the Israeli occupation of Palestine [Obreros Norteamericanos contra la ocupación estadounidense de Iraq y la ocupación israelí de Palestina]. El mural representa a Rachel Corrie, la norteamericana arrollada por una excavadora Caterpillar en Gaza cuando se puso delante para defender la casa de un farmacéutico con cinco hijos. La otra figura es la de la joven palestina de diez años embarazada y también asesinada en Gaza. La pintura angelical de las dos mujeres flota sobre una imagen de la excavadora Caterpillar, fabricada en EEUU, situada en un lateral y flanqueada por tanques y armas destructivas. A ambos lados de las armas de destrucción hay mucha gente. Una línea de ferrocarril recuerda al visitante que, con anterioridad a 1948, judíos y palestinos trabajaron juntos en paz y solidariamente en la construcción de la línea férrea.
La Casa y Centro de Paz Arabiya se encuentra también en la intersección de Anata y el campamento de refugiados de Shuafat, en la misma zona donde el profeta Jeremías en el siglo VI a.C. criticó los violentos conflictos de Medio Oriente, que ya eran ancestrales: "He oído noticias de violencia y destrucción en la ciudad, enfermedad y heridas es todo lo que veo." (Jeremías, 6:7).
Mohamed Alatar, productor del la película The Iron Wall [El Muro de Hierro] habló con nuestro grupo de más de cien voluntarios internacionales que compartía el pan y la fiesta preparados por la familia Arabiya: "Soy un palestino estadounidense musulmán y cuando mi hijo me preguntó quién era mi héroe me llevó tres días pensar sobre ello. Le dije que mi héroe era Jesús, porque adoptó una postura y murió por ella. Lo que las iglesias precisan hacer es ser como Jesús: desafiar la ocupación israelí y enfrentarse a las prácticas de apartheid como una cuestión moral. Incluso si todas las iglesias dejan de invertir y boicotean a Israel ello no le hará daño. Tras EE.UU. y Rusia, Israel es el tercer mayor exportador de armas del mundo. Se trata de un asunto moral que las iglesias deben afrontar."

La fuente: Eileen Fleming ha estado en los Territorios Ocupados Palestinos en cuatro ocasiones desde junio de 2005. Es periodista y editora de We Are Wide Awake. Su segundo libro, Memoirs of a Nice Irish-American 'Girl's' Life in Occupied Territory, ha aparecido en febrero de 2007. La traducción del inglés pertenece a Felisa Sastre para Znet.

''EL TERRORISTA FUE NEUTRALIZADO''

''EL TERRORISTA FUE NEUTRALIZADO''

Jihad Shaar era un joven palestino que fue asesinado por soldados israelíes en una parada de taxis de Belén, cuando iba en camino de la Universidad. Aunque los testigos afirman que no medió provocación alguna por parte del joven a los soldados de una patrulla, el ejército cerró el caso sin investigación, acusando a Jihad de haber querido agredir a los militares con un cuchillo. El autor, periodista israelí, reconstruye el incidente.

Por Gideon Levy

El taxi a Belén se retrasó, y Jihad estaba de pie, esperando junto a la polvorienta parada de taxis. Iba en camino de la Universidad Abierta de Belén para matricularse en el próximo año escolar. Su padre dice que no había decidido qué quería estudiar. Tal vez estuviera pensando en eso mientras permanecía de pie en la parada, expuesto al sol abrasador.
¿Qué estaría pasando por las cabezas de los soldados que le pegaron implacablemente, con una porra, con la culata de un rifle y dándole puntapiés en la cabeza para que muriera? ¿Es posible que intentara atacarlos con un cuchillo, aunque dos testigos presenciales no lo vieron? ¿Aun cuando lo hiciera, por qué los soldados siguieron pegándole, incluso después de ser puesto sobre el suelo, inconsciente y quizás también atado, como nos dijo un testigo? ¿Y qué tipo de conducta monstruosa es ésa de esposar al desolado padre, y dejarlo en el piso, delante del cuerpo agozinante de su hijo? Sobre todo, ¿por qué se apresuraron las Fuerzas de Defensa Israelíes a cerrar este grave incidente, "después de una investigación inicial" en la que nadie interrogó a los testigos y se concluyó que "los soldados actuaron apropiadamente?"
Las fotografías de la muerte de Jihad Shaar parpadean en la pantalla del ordenador: La cara golpeada y tranquila de un hombre joven con tres agujeros en su cráneo, delante y atrás. También una foto del desconsolado padre, Khalil, obrero en una fábrica de Belén que produce recuerdos en madera de olivo. Sus manos están atadas a la espalda y arrodillado en el suelo, su cara irradia dolor refrenado y humillación, y el soldado, de pie a su lado, empuña el arma; todo esta documentado en la pantallar. Las casas de piedra al borde del desierto, en el pueblo de Tekoa, en una ladera de la montaña frente al yacimiento arqueológico de Herodion y también del asentamiento judío Tekoa. Esta área es normalmente tranquila, con la excepción de las molestas patrullas del ejército israelí.
Khalil, con trazas de luto en su cara, es un hombre afable y tranquilo. Dicen que su hijo también era así. El día después del incidente, la prensa israelí afirmó que Jihad era mentalmente inestable, quizás inclusive disminuido. Es todo una maquinación. El año pasado Jihad estudió duramente para mejorar su examen de graduación y ahora se suponía que se matricularía en el campus de Belén de la Universidad Abierta de Al-Quds.
El viernes 27 de julio la familia se despertó como de costumbre. La madre iba de visita familiar y Jihad planeó viajar a la universidad. Nada en la casa evidenciaba lo que iba a tener lugar poco tiempo después. Jihad, como el resto de su familia, nunca había sido arrestado.
A las 9.30 de la mañana, Jihad abandonó la casa y caminó varios cientos de metros hasta la parada de taxis en la carretera de Belén. Su padre, que estaba en casa, dice que Jihad no se llevó nada consigo. Pero el Hummer blindado ya estaba apostado al lado de la carretera, a varias docenas de metros de la parada de taxis. Casi siempre hay un Hummer apostado allí, un tipo de bloqueo de carreteras sorpresa para los residentes del pueblo, donde los soldados verifican papeles, atormentan y humillan, y mantienen el debido orden en la carretera.
Como Jihad estaba de pie solo en la parada, los soldados, al parecer, lo llamaron para que se les acercara. El policía palestino Musa Suleiman iba en aquel momento en un taxi a Belén que estaba acercándose a la parada. Suleiman vio a Jihad que caminaba "a paso normal, de una manera que no despertó ninguna sospecha", hacia los soldados. Dice que Jihad no tenía nada en sus manos.
Un soldado estaba de pie al lado de la puerta del conductor del Hummer y otros tres soldados estaban sentados dentro. Cuando Jihad llegó al Hummer, Suleiman dice que vio al soldado tomar a Jihad por la camisa y tirarlo fuertemente detrás del vehículo. Suleiman, que ya estaba aproximadamente a 20 metros del vehículo, dice que, posiblemente, surgió una discusión entre Jihad y el soldado que lo agarró por la camisa, que derivó en un forcejeo violento entre los dos. Unos segundos después los vio a los dos en el suelo.
Fue cuando los otros tres soldados salieron del Hummer. Suleiman oyó dos tiros. Los cuatro soldados, según Suleiman, empezaron a pegarle a Jihad, que yacía en el suelo. Usaron cachiporras de madera y la culata del fusil, al tiempo que Jihad trataba de protegerse la cabeza con las manos. Eso fue todo lo que Suleiman vio, porque el taxi en el que viajaba pasó entonces despacio por el Hummer.
Cuando el taxi se había alejado unos metros del área de la paliza, retrocedió para ver lo que estaba pasando tras el Hummer. Suleiman dice que los soldados continuaron pegándole a Jihad. Vio las porras impactar por lo menos dos veces en su cabeza. "Sentí que eran golpes mortales", dice el policía. Cuenta que Jihad ya no se movió. Suleiman se apresuró a ir a la casa de Jihad para alertar a su padre: "Venga rápidamente, los soldados le están pegando a su hijo". Acompañado por Suleiman, se apresuró en dirección de la parada.
Cuando se acercaron al área, los soldados les apuntaron sus armas y les ordenaron que se fueran. Uno de los lugareños que había llegado , que habla hebreo, intentó explicarles a los soldados que Khalil era el padre del joven al que golpearon y que sólo quería saber qué le había pasado a su hijo. Y entonces el soldado le dijo: "Dígale que su hijo ya está muerto."
Entonces los soldados esposaron a Khalil a la espalda, y lo pusieron en la carretera, el Hummer lo separaba del cuerpo de su hijo, mientras perseguían a los otros dos hombres lejos del lugar. Entretanto, llegaron más fuerzas, junto con una ambulancia militar cuya dotación intentó, al parecer, salvar la vida de Jihad. Después de aproximadamente 40 minutos durante los cuales estuvo sentado al sol, dice Khalil, un funcionario de la Administración Civil, Taysir, llegó y pidió que los soldados liberaran de sus esposas al padre y le dijo que su hijo había sido enviado al cercano hospital de Beit Jala.
El funcionario de la Administración Civil le preguntó a Khalil: "¿Por qué su hijo hizo esto?" El padre contestó: "Mi hijo estaba de camino a la universidad". El funcionario: "Su hijo dio problemas a los soldados y sacó un cuchillo de cocina". Khalil le dijo al funcionario: "Mi hijo no salió de casa con un cuchillo. Muéstreme el cuchillo, estoy familiarizado con los cuchillos de nuestra cocina."
"¿Usted quiere ver el cuchillo?", le preguntó el funcionario, que inmediatamente se retractó de su oferta: "La Policía Militar ya ha retirado el cuchillo del lugar". Khalil no vio el cuchillo.
Taysir le dijo a Khalil que Jihad estaba gravemente herido. Khalil llamó a su hermano y juntos se dirigieron rápidamente hacia el hospital. En el camino fueron retenidos de nuevo, en el mismo lugar donde su hijo fue asesinado. Sólo después de unos 10 minutos les permitieron continuar, tras la intercesión de uno de los soldados que había visto a Khalil anteriormente en el área y lo reconoció.
Jihad había sido evacuado del lugar de los hechos aproximadamente a las 11.15. Poco tiempo después su padre llegó al hospital. Pero el cuerpo de su hijo sólo alcanzó Beit Jala hacia las 3 de la tarde aproximadamente. El funcionario de la Administración Civil le había dicho al padre que su hijo estaba "gravemente herido"", pero el soldado le había dicho anteriormente que Jihad había muerto, y por consiguiente Khalil no tenía ninguna esperanza de ver de nuevo a su hijo vivo. Habla sobre todo en un asombroso tono de aceptación y autocontrol.
Cuando el cuerpo llegó al hospital, los médicos lo examinaron. Determinaron que a Jihad no le habían disparado, sino que fue golpeado hasta morir. Descubrieron los tres agujeros superficiales en su cabeza y varios golpes en otras partes del cuerpo, principalmente alrededor de las caderas. El cuerpo fue enviado para una autopsia a Abu Dis, y después se trajo para el entierro; el entierro fue muy concurrido. Varios residentes del pueblo dicen que cuando empezaron a cavar la tumba, un Hummer de una patrulla de fronteras llegó al pueblo y sus ocupantes, en árabe y mediante un altavoz, dijeron: "Jihad está muerto. Que Alá tenga misericordia de él y de la c... de su madre."
El vocero de las Fuerzas de Defensa Israelíes, esta semana: "El 26 de julio, en el transcurso de la actividad operativa de una patrulla de las FDI cerca del pueblo de Hirbet al-Dir, al este de Belén, un palestino armado con un cuchillo se acercó a la patrulla e intentó atacar a uno de los soldados. En respuesta, el soldado disparó al terrorista y lo alcanzó en la parte baja de su cuerpo. Después de que el palestino continuó con sus intentos por apuñalar al soldado, otro soldado que estaba presente fue obligado a usar una porra para neutralizar al terrorista. Al terrorista palestino, que estaba gravemente herido, se le dio tratamiento médico en el lugar por efectivos de las FDI y al final fue declarado muerto."
Unos cipreses han sido plantados al pie de la ladera del lugar donde Jihad fue asesinado. Algunas descoloridas manchas de sangre todavía son visibles en el suelo. La parada de taxis está desierta. Un Hummer nos observa desde la colina que domina la carretera. Ascendemos la colina y sobrepasamos el Hummer, cuyos ocupantes, cuatro soldados con anteojos de sol, están riéndose entre ellos. ¿Son estos los soldados que mataron a Jihad? ¿Son de la misma unidad?
En una hermosa casa de piedra con colmenas en el patio desde las que se ve la parada de taxis y el lugar del asesinato vive otro testigo ocular, Nur Harmas. El día del incidente, ella despertó por el ruido del motor del Hummer, allá abajo. Harmas dice que vio a un hombre joven en la parada, esperando. Ella fue adentro y empezó a hacer las cosas de la casa. Después de unos 15 minutos oyó un ruido sordo. Miró desde la ventana y vio la parada vacía. Jihad ya no estaba allí de pie. Un ciprés esconde el lugar donde el Hummer estaba estacionado.
Harmas se apresuró a su alcoba, abrió la puerta del balcón, desde el cual puede verse el lugar donde estaba el Hummer. "Vi al joven que yacía en tierra, con sus manos esposadas en la espalda y tres soldados de pie alrededor de él, uno de ellos dándole patadas en la cabeza. En el momento en que vi esto, me apresuré a pedir ayuda a los vecinos". Se lo dijo al primo de su marido, que rápidamente bajó para ver qué le estaban haciendo a Jihad.
Karim Jubran, investigador de B'Tselem (el Centro Israelí de Información para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados), saca de su cartera un par esposas de plástico blanco que encontró en el lugar del incidente. ¿Fue esposado Jihad en el momento en que los soldados lo golpearon hasta matarlo? ¿O estas esposas eran con las que los soldados esposaron al desconsolado padre, delante del cuerpo de su hijo? ¿Representa esto una diferencia?

La fuente: El autor es periodista del diario israelí Haaretz (Tel Aviv). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.

¡LA NECESIDAD IMPULSA UNA CREATIVIDAD INSUPERABLE!

Najwa Sheij
The People’s Voice

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

A pesar de la triste y fea realidad de estos días en Gaza, amo su primavera; siempre me encantó, siempre me ofreció un atisbo de esperanza en que las cosas podrían cambiar, podrían mejorar… Contemplar cómo florecen los árboles, oler el delicioso perfume de sus flores me hace sentir mejor; me gustaba tanto caminar por las calles con presencia de árboles para poder disfrutar de sus múltiples flores, especialmente de las del naranjo, el limón, el almendro y las enredaderas de jazmín, todas constituían para mí un tesoro especial.
Sin embargo, desde que los israelíes emprendieron la política de aparecer arrasándolo todo con sus bulldozer, inmensas zonas agrícolas fueron desapareciendo, y cada vez fui echando más de menos los extensos espacios plagados de naranjos, limoneros y almendros que producían tan cálidos perfumes e imágenes. Pero siempre hay algo que permanece: las huellas de la primavera.
Es primavera en Gaza, pero la primavera de este año cuán diferentes olores nos trae; nada que nos recuerde el maravilloso aroma de los árboles en flor, tan sólo el olor de los aceites para comida rápida utilizados una y otra vez que proviene de los exhaustos coches. El creativo pueblo de la depauperada Gaza está mezclando gasolina con aceite de cocinar para conseguir que sus coches resistan distancias un poco más largas, tratando de superar así la ausencia de fuel, una creatividad que transforma los agradables aromas de antaño por un olor agobiante, asqueroso y feo.
Los conductores de Gaza intentan romper el asedio utilizando aceite de cocinar en vez de petróleo, tratando de ignorar el asfixiante olor que ellos mismos, los niños, las mujeres, los ancianos y los enfermos se ven obligados a inhalar, sin importar las consecuencias de tal acción. Qué ironía que a eso la gente lo denomine creatividad y que sea capaz de alabarla.
Cerraron las gasolineras de Gaza y los supermercados pasaron a sustituirlas, allí se pueden encontrar, apilados ante sus puertas, montones de tetrabrik con aceite de soja para cocinar, o en cualquier lugar de las calles, o en la principal estación de taxis de la ciudad de Gaza, en “Saha”.
Mientras los conductores utilizan aceite para cocinar como alternativa al alto coste y carencia de combustible, los investigadores y doctores empiezan a advertir a la gente de la amenaza auténtica, que tanto para el medio ambiente como para la salud pública, supone utilizar ese producto.
En este contexto, los sanitarios están avisando que la mezcla de aceite de cocinar con fuel produce gases de combustión con partículas que causan cáncer en quien los inhala, que la gente de Gaza es vulnerable a diversas enfermedades por esa razón y que, a largo plazo, los efectos de esa creatividad van a dejarse sentir sin duda.
La vida de los habitantes de Gaza lleva amenazada décadas: el armamento que el ejército israelí utiliza contra nosotros, las sanciones que su gobierno nos impone, la creatividad de mi pueblo, todo constituye una serie de factores que demuestran que el pueblo de Gaza sobrevive como conejillos de Indias y no como seres humanos.

Enlace con texto original en inglés:
http://www.thepeoplesvoice.org/cgi-bin/blogs/voices.php/2008/05/14/the_need_leads_to_extreme_creativity

HILLARY, EL DERECHO DIVINO

Jorge Camil
La Jornada

Esposa de ex presidente, ex primera dama, senadora por el poderoso estado de Nueva York, y con un notorio interés por los de abajo (que le permite disfrazar su perenne ambición por el poder y el dinero), Hillary se pavoneaba a últimas fechas en el Senado de Estados Unidos como la próxima presidenta; la presidenta inevitable, era el consenso general. Imposible pensar en alguien más.

Este es el año de los demócratas, reconocen hasta los republicanos, cansados del descrédito que le trajo al partido y al país la nefasta presidencia de George W. Bush. Ella sería la primera mujer, la que regresaría el binomio conocido como Billary (Bill y Hillary) a la Casa Blanca.
Había rumores sobre una incipiente candidatura de Obama, el joven senador por Illinois. ¡Imposible! Hillary era esposa de Bill, el presidente campechano, el hombre bautizado por la Nobel Toni Morrison como “el primer presidente negro de Estados Unidos”, y la historia jamás permitiría dos “primeros” presidentes negros. “Obama no tiene experiencia. Ya llegará su hora”, declaraban indiferentes los voceros de Hillary a los medios de comunicación.
Y así, con la arrogancia que caracteriza a los políticos iluminados, la candidata inevitable asistía de mala gana a los debates que precedieron al proceso electoral como mero formalismo: una generosa contribución al proceso democrático. “Aquí estoy, pero no necesito este foro”, parecía decir su lenguaje corporal. Su actitud era condescendiente; su tono, paternalista. No “contestaba” preguntas de periodistas y moderadores: ¡hablaba ex cátedra!
Jamás esgrimió argumentos vulgares como “ha llegado la hora de la mujer” o “yo sé gobernar”. No era necesario. Todos los sondeos la favorecían, y todos los analistas estaban conscientes de que durante el mandato de Bill había compartido el poder. Especialmente cuando el presidente mujeriego, considerado un adicto sexual, luchaba en la Cámara de Representantes para evitar el desafuero por el affaire Monica Lewinsky, al tiempo que también litigaba en los tribunales comunes otras acciones legales por acoso sexual. Hillary mantuvo el timón en la Casa Blanca y diseñó un formidable contrataque que ridiculizó el histórico predicamento de Bill, caracterizándolo frente a tirios y troyanos como el “último ataque de la derecha fundamentalista”.
Ahora sabemos por qué toleró con paciencia franciscana las infidelidades de Bill, cuando fue procurador de justicia en Arkansas, gobernador del estado y finalmente presidente de Estados Unidos. Imaginó que esa humillación traería como recompensa la Casa Blanca. Terminó creyéndose su propio cuento: nadie quería a los pobres como Hillary, nadie protegía a las minorías como Hillary. Convenció a negros, obreros, latinos y discapacitados.
La lista era interminable. Tuvo el ingenio para surgir de su fracasada reforma al sistema de salud como autoridad en la materia. Con el paso de los años asumió el monopolio de la compasión social; era defensora de todas las causas y protectora de los pobres. ¿Cómo imaginar que su país no la premiaría con la presidencia? Había llegado su hora: ¡le correspondía la presidencia por derecho divino! No solamente la nominación del Partido Demócrata (¡eso era poca cosa!), sino la presidencia misma. John McCain, cuyo triunfo sería considerado por propios y extraños como “el tercer mandato de Bush”, era un mero escollo en el camino a la elección general.
Nada ni nadie se interpondría entre los Clinton, eternos campeones de las minorías, y la Casa Blanca. Pero, parafraseando a un famoso cómico estadunidense, “algo curioso le sucedió a Hillary en el camino a la Casa Blanca”: ¡Obama!
Más que una expresión de sorpresa, el apellido africano se convirtió en una pesadilla. Obama ganaba incontenible en todos los frentes: más estados en las primarias, más delegados electorales y, finalmente, más apoyo de los superdelegados (los jerarcas del partido con derecho a decidir en caso de empate técnico).
Eso obligó a Bill, “el primer presidente negro”, y a Hillary, campeona de las minorías, a lanzar una guerra sucia para convertir a Barack Obama, un candidato que rehúsa recurrir a temas raciales, en un afroestadunidense más que busca el sueño imposible. “Obama no puede ganar entre los incansables trabajadores blancos”, declaró Hillary, inyectándole a la campaña un explosivo tema racial que está destruyendo al partido. Parece decidida a que la elección sea suya o de nadie más. ¡Al diablo con el partido! Además de destruir al partido está dispuesta a hundir la candidatura de Obama en la elección general.
McCain, por razón de la edad, será un presidente de cuatro años. Si gana, Hillary tendría oportunidad, y edad, para buscar la presidencia en 2012. Obama, en cambio, sería seguramente un presidente de ocho años. Y en 2016 Hillary sería muy vieja para buscar la presidencia. Así que contra viento y marea, y contra todos los pronósticos, continúa en una campaña en la que invirtió recientemente 11 millones de dólares de su propio dinero. Busca bloquear (o destruir) la candidatura de Obama al precio que sea.