16 febrero 2008

LA INCONSCIENCIA DE LA GUERRA

La inconsciencia de la guerra
(¿O los traficantes de armas, el negocio más
rentable y letal de los tiempos globalizados?)


Desde siempre, la esencia de la guerra apunta a reducir el nivel de la conciencia humana, con alcohol, fanatismo o disciplina, para ser capaces de matar y de afrontar la muerte en el puesto de combate.
Dos atentados terroristas más se perpetraron en Bagdad la semana pasada para sumar a la lista de brutalidades. Dos suicidas se hicieron inmolar, casi simultáneamente, en sendos mercados de mascotas animales, muy concurridos por tratarse de un día festivo en el mundo islámico. Aunque no se conocen las cifras exactas de víctimas, se cree que hubo, en ambos atentados, casi un centenar de muertos y algo menos de dos centenares de heridos. En su mayoría, gente de humilde condición que acudía con su familia a entretenerse. Un testigo manifestó: “Los terroristas querrían matar mucha gente y éste es el lugar más adecuado para hacerlo. Todos venimos al mercado: cristianos, chiíes, suníes... ¡todos!”.

La peculiaridad de este atentado se descubrió poco después: sus ejecutores fueron dos mujeres aquejadas del síndrome de Down, a las que habían colocado cinturones explosivos que se activaron por control remoto.

El atentado provocó dos tipos de reacción: analizar la nueva estrategia utilizada por el terrorismo y resaltar la barbarie que implica servirse de unas personas disminuidas psíquicamente. Un coche bomba no tiene tanta facilidad como una persona a pie para penetrar en las multitudes. Y el empleo de mujeres suicidas facilita la misión, pues ellas casi nunca son registradas en los puntos de control; sus amplias vestimentas facilitan el transporte de explosivos. El mando militar de EEUU se reafirmó en sus hipótesis: “Es un instrumento de guerra mucho más preciso”, había declarado el general jefe de la zona norte de Iraq.

Que las dos suicidas sufrieran el síndrome de Down y fueran utilizadas como simples animales de carga para transportar la muerte produce una sensación de horror. Recuerda a aquellos perros del Ejército de la URSS, habituados a dormir bajo carros de combate, a los que en el campo de batalla se colocaban unas minas por contacto y se soltaban para que, instintivamente, corrieran a refugiarse bajo los tanques alemanes.

Una lectura reflexiva de la historia de las guerras lleva a no asombrarse mucho de los procedimientos bélicos adoptados. El nivel de conciencia de las dos terroristas bagdadíes pudiera ser, al fin y al cabo, no muy distinto del que el historiador británico Paul Fussell atribuye a muchos soldados durante la II Guerra Mundial: “Las misiones de las tropas de infantería requirieron en numerosas ocasiones el ‘aislamiento alcohólico’ de la realidad”. El ron de los soldados británicos y el schnapps de los alemanes eran habituales en los campos de batalla, nos recuerda en su libro Wartime. La mejor forma de dominar el miedo era el alcohol, y sólo gracias a él se podía atenuar la conciencia lo suficiente para poder matar y para no temer a la muerte.

Un escritor español, poco sospechoso de antimilitarismo, como es Antonio Burgos, escribía así sobre la Guerra Civil española: “Hay una vieja cultura militar del alcohol, un discurso de las armas y el saltaparapetos. El saltaparapetos era el coñac de garrafa con que llenaban las cantimploras de los soldados de la fiel Infantería de García Serrano horas antes de los ataques a las posiciones republicanas. Ciegos de coñac se tomaba el Pingarrón y lo que hiciera falta tomar”.

Desde el otro bando, un soldado de las brigadas internacionales narraba: “Has visto caer a muchos a tu lado, a los que ni siquiera les dio tiempo a gritar cuando una bala silenciosa les atraviesa sin avisar. Ya no quedáis demasiados en las trincheras. Habéis retrocedido a la segunda línea. Has podido ver cómo los moros se acercaban reptando cubiertos por el fuego de ametralladoras y morteros de la legión. Son muchos y mejores. Ese maldito cerro nos va a costar la vida a todos. Entonces, a tu asustado amigo le dices: ‘Saltaparapetos’, con media sonrisa, acercándole tu cantimplora. Esa ponzoña de garrafa, que quiere ser coñac, es lo único que te permite no enloquecer en la trinchera o quizá lo que en realidad consigue es darte ese minuto de inconsciencia que logra hacer aquello a lo que tu valor se resiste”.

Es cierto que muchas guerras ya no son así; pero basta contemplar los machetes que en África se convierten de nuevo en armas de combate para no olvidar lo que desde siempre permanece en la esencia de la guerra. Se trata de reducir el nivel de la conciencia humana, con alcohol, fanatismo o disciplina, para ser capaces de matar y de afrontar la muerte en el puesto de combate.

La fuente: El autor es un general de artillería español (en la Reserva) y analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM). Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).

GAZA, EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Si las cosas no cambian, no será necesaria la fuerza de las armas para desencadenar la tragedia. Tan insoportable conducta producirá inevitablemente sus frutos provocando un desastre humano ante la pasividad de naciones que se dicen civilizadas y sensibles respeto de los derechos humanos.

Por José Antonio Martín Pallín

El 16 de octubre de 1940 el gobernador alemán para Polonia selló un área de Varsovia en la que habitaban unos 350.000 judíos. Se cerró el acceso exterior con alambres de púa, construyéndose un muro de tres metros de altura y 18 kilómetros de largo. El aislamiento, la sobrepoblación, la escasez de alimentos y medicinas fueron la causa de numerosas enfermedades y muertes.
El 22 de enero de 1942, los líderes nazis decidieron en la conferencia de Wannsee el exterminio de los judíos europeos conocido como "solución final". El líder del Consejo Judío de Varsovia se suicidó dejando una nota en la que escribió: "No puedo soportar más todo esto". Según los datos de que se dispone, el número de suicidios fue muy elevado.

Este episodio constituye uno de los estigmas que han marcado la infausta memoria de las autoridades nazis. Tuvieron que responder de tanta ignominia en los procesos de Nuremberg y en otros muchos que se celebraron al finalizar la guerra. Están en los libros y en los documentales a disposición de quien desee informarse del genocidio cometido.

El Consejo de Ministros de Israel, antes de seguir adelante con su política contra la Franja de Gaza, rodeada de un muro y con dos respiraderos al Norte y al Sur, debería ver los documentales y leer los libros para tomar conciencia de la insoportable dimensión de su barbarie. Esta conducta solo es posible si se goza de un fuerte respaldo internacional y del silencio cómplice de algunos medios de comunicación que, sin ocultar la gravedad del conflicto, no valoran en su totalidad la tragedia que está viviendo una población de un millón y medio de habitantes hacinados en una extensión de 360 kilómetros cuadrados.

No se puede justificar esta conducta, con el pretexto del lanzamiento de unos cuantos cohetes caseros que efectivamente pueden ocasionar daños materiales y humanos, pero que no pueden explicar ni legitimar la desmesurada desproporción de la respuesta bélica por tierra, mar y aire. Alguien debe parar esta inhumana y degradante situación que constituye una vergüenza para el espíritu humano y los principios de la justicia universal. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, convocado de urgencia, fue testigo, una vez más, de las maniobras de la diplomacia norteamericana, que no estuvo sola en la tarea de disfrazar la tragedia humana, presentándola como un conflicto menor con una organización terrorista que ha ganado limpiamente las elecciones en la zona y a la que no se le ha dado oportunidad de hacer política.

El primer fogonazo de la desesperación se ha visto en la puerta sur de Rafah, frontera con Egipto, que ha saltado más ante la presión humana que ante el efecto de la dinamita. Los soldados egipcios, afortunadamente paralizados por la tragedia, no han impedido el paso de multitudes que buscaban alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad. ¿A qué espera la comunidad internacional para reaccionar? ¿Podemos evadirnos del conflicto, englobándolo dentro de la lucha total entre el bien y el mal? ¿Alguien puede mantener, sin sonrojo, que nos encontramos ante una cuestión de orden público, cuya solución corresponde a la potencia ocupante?

Estamos viendo cuáles son los remedios que se utilizan. Bombardeos indiscriminados que ocasionan bajas civiles, justificadas con la perversa teoría del riesgo que asumen los no combatientes por encubrir o no repudiar a los que consideran, sin pruebas ni juicios contradictorios, objetivos de los asesinatos selectivos, declarados admisibles por el Tribunal Supremo de Israel, si bien con matizaciones farisaicas.

La asfixia en el gueto de Gaza es total. Ni luz, ni combustibles, ni alimentos, ni medicinas, y sin la posibilidad de exportar los productos agrícolas, a los que no se deja traspasar las lindes marcadas. No funcionan los hospitales, es difícil mantener abiertas las escuelas y la miseria generalizada despierta inevitablemente el odio a un agresor que de manera tan brutal exterioriza su desprecio por los derechos humanos más elementales.


¿Puede la Unión Europea mantener relaciones con un país que, además de todos los excesos reseñados, conculca un principio básico de su estructura fundacional como es el de la libre circulación de mercancías? Conociendo los antecedentes de anteriores debates del Consejo de Seguridad y el continuo ejercicio del veto por parte de la Administración norteamericana, esperamos que la política exterior de la Unión Europea no siga la senda indigna que está marcando la potencia ocupante y su protector internacional.

Si las cosas no cambian, no será necesaria la fuerza de las armas para desencadenar la tragedia. Tan insoportable conducta producirá inevitablemente sus frutos provocando un desastre humano ante la pasividad de naciones que se dicen civilizadas y sensibles respeto de los derechos humanos.


Haciendo alguna variación a uno de los poemas de Ángel González, podemos decir con él que de los cientos de muertes que me habitan, esta de hoy es la que menos sangra, es la que viene silenciosa minuto a minuto, hora a hora, hasta que la luz del día huye hacia el oeste, esperando un nuevo amanecer de muerte, angustia y miseria humana.

La fuente: El autor es magistrado emérito del Tribunal Supremo.

Bush justifica la polémica técnica de la asfixia simulada con los atentados del 7-J en Londres


SE EMPLEA CON PRESUNTOS TERRORISTAS

Amenaza con utilizar el veto sobre un proyecto del Congreso que lo prohibiría

LONDRES.- El presidente de EEUU, George W. Bush, se ha referido a los atentados de Londres del 7-J para justificar una técnica de interrogatorio de sospechosos terroristas, conocida como asfixia simulada, según ha señalado en una entrevista con la BBC.
Las declaraciones del presidente estadounidense se producen un día después de que el Senado de su país aprobara una medida que prohíbe este tipo de tortura y otros métodos de coerción en los interrogatorios del Servicio Central de Información (CIA), pese a que afronta la amenaza de un veto presidencial.
Bush dijo que la información obtenida de presuntos terroristas ha ayudado a salvar vidas y consideró que los familiares de las víctimas del 7-J (7 de julio de 2005) lo entenderán.
El método, que ha causado una gran polémica puesto que es visto como una forma de tortura, consiste en el vertido de agua sobre la cabeza de un prisionero para causar la sensación de ahogo.
Sin embargo, el presidente estadounidense dijo, en la entrevista emitida esta madrugada en 'BBC World News America', que la asfixia simulada no es tortura y ha amenazado con utilizar el veto sobre un proyecto del Congreso que lo prohibiría.
Agregó que su país actúa en virtud de la ley para interrogar y obtener información que permita proteger a EEUU y a otros países.
"EEUU actuará dentro de la ley. Nos aseguraremos que los profesionales tienen los instrumentos necesarios para hacer su trabajo dentro de la ley", puntualizó Bush.
"Algunos dirán que estos terroristas ya no son una amenaza real contra EEUU. Yo no estoy para nada de acuerdo", señaló Bush, quien opinó que los familiares de las víctimas del 7-J comprenderán su defensa de los métodos de interrogatorio.

Muere en una explosión el líder del brazo armado de la Yihad Islámica



TODO: La paz de los cementerios. Israel es el "único" país democrático del Medio Oriente, el más puro y santo. El ejército mata a los "terroristas". Su potencia de fuego hace "justicia". ¿Mueren civiles inocentes? Pues no importa: "mejor que mueran mil palestinos inocentes y no uno solo israelí.
Esa fue la ley de Atilas, la de todos los dictadores, la del general Roca, la de Uriburu e Hitler, la de videla y Pinochet, la de USA, la de la prisión de Guantánamo.

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Según testigos, se trata de un ataque aéreo israelí, que ha dejado siete fallecidos y más de 40 heridos.- El Ejército israelí niega su participación

AGENCIAS - Gaza - 15/02/2008

El dirigente del brazo armado de la Yihad Islámica, Ayman Abu Fayed, más conocido como Abu Abdallah, falleció el viernes en una explosión ocurrida en el campo de refugiados de Al Bureij, en la Franja de Gaza, en la que también han muerto al menos otros siete palestinos y más de 40 han resultado heridos.
Testigos y fuentes sanitarias han atribuido la explosión a un ataque con cohetes desde el aire, pero el Ejército israelí ha desmentido de forma categórica cualquier relación con los hechos. La explosión se ha producido en un edificio de viviendas del campo de Al Bureij donde residía Abu Fayed. La deflagración ha provocado el derrumbe del edificio de tres plantas y daños en varios inmuebles y tiendas colindantes.
El portavoz de la Yihad, Abu Ahmed, ha acusado a Israel de haber perpetrado un ataque aéreo que destruyó una casa y juró que vengarían la muerte de Ayman Fayed, conocido como Abu Abdallah. “Responderemos terriblemente a esta masacre sionista”, ha dicho el portavoz del brazo armado de Yihad Islámica. "Golpearemos al enemigo en cualquier lugar”, ha añadido. Entre los muertos están la esposa de Fayed, y sus dos hijos de 6 y 5 años, ha agregado el portavoz.
Entre los muertos se encuentra la mujer de Fayed, y su hija y un hijo de cinco y seis años, respectivamente, y otros tres milicianos, dijeron médicos y familiares. Los médicos dijeron que al menos 40 personas resultaron heridas en la explosión, sucedida en el campo de refugiados de Al Bureij.
Israel, por su parte, ha negado ser responsable del ataque. “No hemos sido nosotros", ha dicho el portavoz israelí. A su juicio, el ataque puede ser el resultado de disputas entre grupos: “Lo más probable es que haya sido un asunto interno”.
El Gobierno israelí informó este mes que están incrementando sus esfuerzos para matar selectivamente a los líderes militantes de Gaza. No obstante, otro responsable de Yihad Islámica relacionó lo ocurrido con la muerte esta semana en Damasco de un importante mando del grupo chií libanés Hezbolá. Israel también negó su implicación en ese asesinato a pesar de las acusaciones de Hezbolá y otros grupos.
Las fuerzas israelíes han realizado numerosos ataques aéreos contra los militantes en Gaza mientras se movilizaban en coches, pero desde 2006 no habían bombardeado una vivienda. La Franja de Gaza está controlada por el movimiento islamista de Hamás, que se hizo con el control del pequeño territorio costero en junio del año pasado tras expulsar al grupo laico Al Fatah, del presidente palestino, Mahmud Abbas.

PROHIBIDAS POR DECRETO III



por Sonia Catela


Durante el período 76/83 caen bajo interdicción oficial y pública libros que plantean la crisis de la familia y la moral tradicionales, (como “Ganarse la muerte” de Gambaro), o cuentos infantiles que promueven la solidaridad y la tolerancia con el diferente, (así, “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann y “La torre de cubos”, de Laura Devetach), a los que se suman las proscripciones de las autoras Iverna Codina y Roma Mahieu por textos culpables de “captación ideológica”.
"Juegos a la hora de la siesta", obra de teatro de ésta última, mereció el contundente y escueto Decreto N° 15 del 9 de enero de 1978, el que se reproduce como muestra del lenguaje de la censura: “Art. 1. Prohíbese en todo el territorio de la Nación la circulación, distribución y venta de la obra de teatro “Juegos a la hora de la siesta”, de Roma Mahieu y secuéstrense los ejemplares correspondientes. Art. 2. Prohíbese la representación de dicha obra por cualquier medio, en todo el territorio nacional. Art. 3. La policía federal dará cumplimiento a la medida dispuesta. Art. 4. Comuníquese etc. Videla- Harguindeguy”. Si bien no se especifican los valores del universo militar que afrenta la obra, al leerla se comprende que invierte categorías “sagradas” del discurso circulante, en este caso, chicos que se manejan dentro de una violencia que apunta a lo social y simbólico, y, de manera subliminal a la represión militar.
Fragmento de "Juegos a la hora de la siesta", de Roma Mahieu. (Los protagonistas son niños. Se transcribe entre paréntesis el contexto que construye la autora).

Andrés: Lo maté… lo maté (al pichoncito)
(Alonso ríe. Los demás también ríen. Todo es muy histérico. Julito se para y aplaude)
Andrés: ¿Viste que soy bien macho? Julito, vení Julito, que te muestro una sorpresa… una cosa muy linda… dale, vení, una sorpresita, un regalito…
(Julito, dueño del pichón, se acerca. Andrés levanta la caja y la mantiene abierta. Julito mira adentro (…) y de pronto comienza a gritar:
Julito: ¡Aaaaaaaa …! Mamáaaaaaaa…
Andrés: ¡mamáaaa…!
Grupo: ¡culpable!
Julito: ¡culpable!
Andrés: ¡Por lo tanto, vistas las causas, esta corte ha decidido que debéis tomar en vuestras manos al gorrión que se encuentra en esta caja y apretarlo hasta morir!
Carolina: Se le mueve una patita…
Andrés: Está vivo…
Susana: La puta que la parió …
(Levanta un pie y lo clava dentro de la caja. Los niños miran dentro de la caja)
Andrés: Asesina…
Sergio: Está muerto.
Alonso: Lo mató ella…
Andrés: Acá viene la bruja… está condenada a ser quemada en la hoguera. (…) Arrodillate y contemplá tu maldad…
(Susana se resiste a arrodillarse. Andrés la toma de la cadenita y la arrastra (…) La cadenita se corta. (...) Andrés la arroja sobre la falda de Susana. La cadena cae al suelo; Susana no se mueve)
Andrés: Levantala.
Susana: Dejala ahí.
(Se levanta y la pisotea. Diego la empuja)
Diego: Che, es Dios…
Susana: ¿Y a mí qué me importa?
Alonso: ¿No lo querés a Dios?
Susana: No
Alonso: No lo quiere a Dios…
Susana: No
(Los chicos la miran extrañados y aterrados)
Andrés: Porque es una bruja asesina… por eso (…) ¡A ella!
(El grupo responde y todos empiezan a tirar arena a Susana. Es una batalla corta y veloz. Andrés se abalanza sobre Susana, la tira al suelo, después de una lucha, se le sienta sobre la cabeza y la inmoviliza en parte. Susana está boca abajo. Patalea y da manotazos.)
Andrés: Tápenla.
(Los chicos comienzan a acumular arena encima de Susana. Andrés aprieta cada vez más, tapando)
Andrés: Tápenla… Tápenla.
(Las piernas y los brazos de Susana se mueven cada vez menos. Diego salta de la hamaca pero no se acerca demasiado)
Diego: Andrés… che….
(Da otro paso, se mete las manos en los bolsillos y sale corriendo del parque. Susana, cubierta de arena, ya no se mueve. Los chicos dejan de amontonar arena. Andrés está sentado encima del montículo quieto).
Andrés: Ya está.
Carolina: Tengo hambre. Me llama mi mamá.
(Andrés se levanta. El montículo está quieto. Carolina sale corriendo; la sigue Sergio. Alonso mira consternado y comienza a retroceder de espaldas, hasta que sale corriendo. Claudia busca la bolsita. Andrés se acomoda la metralleta en la espalda, se encasqueta el casco y sale marchando, seguido por su hermana).
-Captación ideológica de los "Cuentos concurso Leopoldo Marechal".
Se vedó la distribución, venta y propagación en todo el territorio nacional del libro "Cuentos premiados concurso Leopoldo Marechal", de autores varios, editado por Editorial Plus Ultra, (Decreto N° 1459 del 20 de mayo de 1977).
Se adujo que pilares como el orden social, el sistema educativo, la seguridad, la moral, resultaban minados por el libro porque “algunos cuentos incorporados a éste atentan en forma directa contra los valores mencionados”.
El argumento de que un escrito puede acrecentar las filas de la subversión, lo marca un singular párrafo del decreto:
“El cuento titulado "La noche de las barricadas" de la autora Iverna Codina, describe tácticas subversivas con propósitos de adoctrinamiento y captación ideológica”.
Al no haber podido encontrar en parte alguna del país el cuento “La noche de las barricadas”, de Iverna Codina se reproduce un fragmento de “Los guerrilleros”, Ed de la Flor, 1968, de la misma autora.
“(...) “De qué acción me hablás, che, recoger firmas para esos petitorios boludos: la bomba atómica, la convivencia pacífica, la palomita de la paz, señores generales sean buenitos no nos castiguen demasiado ¡dejame de joder! Me voy, chau, te veo mañana”.
(...)
-¡Che, Jorge, anotame para la próxima revolución!
Antes de ver la cara de los muchachos, de saludar, veo la carta sobre la mesa (...) Tengo tu carta en el bolsillo, Adriana, la estrujo para escucharte, para adivinarte.
-¿A quién responden ustedes?- pregunta el Crespo.
-A la CGT auténtica –dice Carlitos.
-¿Y las armas?, porque nadie se va a mover sin armas- dice el morocho seriote (...).
No, no me gusta nada, no sé por qué, por eso me adelanto: sin el apoyo de las fuerzas armadas no es posible el movimiento sindical, la liberación nacional exige... Adriana, vos me dijiste, “estás atascado de esquemas de erudición que sólo te sirven de fachada” (...)
-Respondemos directamente a los oficiales peronistas retirados por la libertadora.
-Y mañana van a saber si hay o no una acción coordinada porque...
Mañana fue una tarde friolenta de mayo: toco tu mano y está fría, es la primera vez y tenés miedo, Adriana, yo también, te paso mi brazo sobre los hombros, te aprieto y subimos la escalera.
-Mi viejo fue peronista de la primera hora, después le asqueó la obsecuencia de tantos infelices y se alejó –dice Carlitos Liciaga.
-Y vos ¿por qué sos peronista?- le pregunta su primo Ricardo Rovira.
-Yo no es que sea propiamente peronista, ninguno de nosotros vivió el peronismo, éramos chicos, pero si hay que pelear por alguien, estoy con ellos, no voy a estar con los que echaron a mi cuñado, que era empleado público, y a mi hermano, que trabajaba en el Banco Provincia.
Toco tus labios con un dedo, Adriana, dibujo tu boca suavemente, dibujo una boca que quiero besar (...)
-Pero ¿y las armas? si Perón hubiera armado a la CGT para formar milicias obreras ¿no te parece Jorge?
-Me parece que la historia es lo que es y no lo que pudo ser.
(...)
-Yo tengo otro puesto, no estoy de acuerdo con el terrorismo sin discriminación, si muere gente inocente, uno no puede sentirse un revolucionario.
-Pero es un arma de subversión que anticipa la huelga revolucionaria...
-Sí, cuando tiene objetivos políticos bien definidos, hasta ahora ha sido sólo un arma de protesta muy peligrosa –aclara Jorge.
-Para el que no tiene cojones- dice el morocho.
-¡Yo los tengo, che, pero me gusta saber a qué los juego!- se indigna Jorge. (...)

Durante el terrorismo de estado vigente en la Argentina, según la investigación llevada a cabo por la autora de estos artículos, 87 publicaciones fueron prohibidas por decretos oficiales. En esta serie de notas se abordaron únicamente las que recayeron sobre escritoras argentinas. A Roma Mahieu también se le censuró otra obra de teatro, "María Lamuerte", por decreto N° 39, 12 de enero de 1978.