30 diciembre 2009

HOLA, JORGE, ¿CÓMO ESTÁS? Jorge Di Pascuale


Silenciado por el establishment del 1976-1983, Jorge Di Pacuale fue un abnegado militante de la causa popular, Tan abnegado y tan militante, con la cabeza bien puesta sobre los hombros y distanciado ideológicamente de los "legalistas o revolucionarios de café", como de los partidarios de la violencia a ultranza ( la mayoría del pueblo trabajador no apoyaba esa línea táctica de élite). Era un hombre modesto; nos conocimos en reuniones que efectuamos en el local del Sindicato de Farmacia, y luego, ya en conversaciones con dirigentes de Peronismo de Base en los que a veces participaba de refilón. La figura y el trato dispensado por Jorge Di Pascuale en nuestras conversacione, es inolvidable.
Jamás me gustó presumir de "alto dirigente" pero respetaba draconianamente las normas de seguridad y los férreos principios de la clandestinidad. Jorge actuaba de cara al sol porque no tenía otra, por eso la represión se ensañó con él. Mi carrera política en la Argentina se acabó con mi detención el 1º de noviembre de 1974, más un año en Devoto y Resistencia junto a centenares de compañeros de todas las tendencias. Finalmente, el exilio, pero el recuerdo de Di Pascuale hizo posible la lucha en todos los niveles y su imagen ha quedado en la memoria como uno de los combatientes más claros de la lucha popular. Por eso lo recordamos y admiramos. Sólo el establishment acodado en el 76/83 y la burocracia lo ignoran.
Andrés Aldao

HOLA, JORGE, ¿CÓMO ESTÁS?

Por Manuel Justo Gaggero *

Al enterarme, los otros días, de que habían encontrado tus restos luego de que pasaran 33 años de aquel fatídico 29 de diciembre de 1976, en que te secuestró un “grupo de tareas” de la dictadura militar, sentí una profunda congoja y angustia, pensé que sería oportuno recordar los buenos momentos que pasamos en aquellos turbulentos años de las décadas del ’60 y del ’70, cuando pensamos que estábamos al borde de alcanzar el “cielo con las manos” y que la revolución era un “sueño eterno” pero posible.


Te conocí en 1962, en Paraná, cuando llegaste con varios dirigentes de las 62 Organizaciones para lanzar una campaña nacional por la libertad de los presos Conintes entre los que estaba el mítico Sebastián Borro, que había dirigido la huelga en el Frigorífico Lisandro de la Torre y la insurrección popular que la acompañó en el barrio de Barracas. Luego, dos años mas tarde, nos vimos en la casa de John William Cooke.


Me impresionaron tu firmeza, tu bonhomía y la seguridad que trasmitías cuando hablabas. Alicia Eguren, la compañera de John, me dijo en esa oportunidad, cuando vos ya te habías ido, que eras “el mejor exponente del sindicalismo combativo peronista”.


Seguimos viéndonos en diferentes oportunidades en ese verdadero reducto de la militancia en que habías transformado junto con los compañeros de Farmacia la sede de la calle Rincón donde este 29 de diciembre de 2009 te dieron el último adiós.


Con gran amplitud, entendiendo la diversidad y fomentando la unidad y el respeto a las diferencias, allí te encontrabas con militantes de la nueva izquierda como el Vasco Bengochea; de la Juventud Peronista como los recordados Eduardo Salvide, Envar El Kadre e intelectuales de la talla de Daniel Open y Alberto Carri.
Al constituirse la CGT de los Argentinos, tu sindicato fue un puntal para impulsar el Bloque de Agrupaciones Peronistas de Apoyo a dicha central. Con esta propuesta viajaste a Paraná, con los dos Alfredos –Carballeda y Ferraressi–, organizando el Bloque en toda la provincia. Luego vino el Cordobazo, tu encarcelamiento, tu libertad, mi paso por Caseros, Trelew, el triunfo de Cámpora, aquel inolvidable 25 de mayo del ’73 en que junto con miles de compatriotas hicimos el trayecto desde la Plaza de Mayo hasta la cárcel de Devoto para exigir la libertad de los presos del campo popular.
La idea de editar un diario te pareció un desafío interesante y junto a otros amigos y compañeros conformaste el Consejo Editorial del diario El Mundo, desde donde batallamos contra la derecha lopezreguista, denunciamos a la burocracia sindical de los Lorenzo Miguel y Cía. y cuestionábamos las medidas que en nada respondían a los enunciados en la campaña electoral por el General Perón.


La denuncia falsa de que había un supuesto complot para asesinar al presidente ejecutado por Julio Troxler, Envar El Kadre y Carlos Caride determinó que iniciáramos una fuerte campaña desde el diario para demostrar la falsedad de la imputación.


Nos reunimos, ¿te acordás?, con Bernardo Alberte –El Mayor–, en uno de los Pipos y programamos toda la actividad a desarrollar para destruir este nuevo intento de la derecha que ya había organizado la Triple A para asesinar a los militantes combativos.
En esos días, y hasta la clausura del diario, nos vimos casi diariamente, compartíamos largas charlas en las que no sólo abordábamos los temas políticos sino también la vida personal, el futuro de los hijos y las perspectivas.
En la soledad en que me encontraba –mi familia seguía viviendo en Paraná, y yo estaba en la Gran Ciudad– fuiste una gran compañía, siempre de buen humor y con la seguridad de que recorríamos el camino correcto.
Después del intento de copamiento por parte del ERP del Regimiento de Azul, acción que criticaste sin sumarte al coro de los que hablaban de provocación, o de agentes de la CIA, ofreciste tu casa para celebrar un encuentro con un compañero del Buró del PRT y un compañero de la dirección de las Fuerza Armadas Peronistas a los efectos de tratar una posible negociación con el gobierno de Isabel Perón para lograr la liberación del coronel Igarzábal, que había sido tomado prisionero por el ERP.
Estuvieron Benito Urteaga por el PRT Y José Osvaldo Villaflor por las FAP, las condiciones que ponía la organización guerrillera para liberar al militar encarcelado eran la libertad de los presos políticos, la derogación de la legislación represiva, la investigación de las bandas paraestatales –Triple A, Comando Libertadores de América– y la libre organización y actividad de las comisiones internas de fábricas. El PRT-ERP ofrecía, además, discutir una posible tregua en determinadas condiciones.
Vos hiciste todo lo posible para que la reunión tuviera alguna posibilidad de concretarse o asegurar un clima diferente en el país. Los compañeros de la FAP trasmitirían la propuesta al ministro de Justicia Antonio Benítez con el que mantenían un diálogo fluido. Lamentablemente el intento fracasó. Nos vimos por última vez días antes de que te fueras a Venezuela, yo estaba clandestino y traté de no crearte problema alguno, por lo que la reunión la organizaron varios compañeros garantizando todas las condiciones de seguridad.
Coincidimos en el carácter que tenía la ofensiva militar. Te insistí en que te quedaras en el exterior, pero finalmente el compromiso que sentías con los que habían quedado hizo que regresaras y fueras secuestrado aquel 29 de diciembre.
Será difícil olvidarte y estoy seguro de que, si estuvieras hoy aquí, estarías apoyando firmemente las luchas que libran los trabajadores contra el “sindicalismo de negocios”. Hasta siempre, Flaco, ya sos parte de la historia que escriben los que luchan y mueren por una sociedad más justa y un mundo mejor.


* Abogado, ex director del diario El Mundo.