14 octubre 2008

QUÉ ESPERAN EN MEDIO ORIENTE Y ÁFRICA DEL FUTURO PRESIDENTE NORTEAMERICANO

El mundo está pendiente de lo que ocurra en Estados Unidos en noviembre porque, gane quien gane, se producirá un cambio gigantesco en la Casa Blanca que tendrá consecuencias globales. La edición española de Foreign Policy ha consultado a diversos intelectuales sobre qué puede esperar el resto del mundo del vencedor y a quién votaría, si pudiera. A continuación, reproducimos los comentarios relacionados con la región:

Si el próximo presidente de EE.UU. quiere ayudar a Israel, debe presionar para que se desmantelen las colonias judías en los territorios ocupados en la guerra de 1967

Abraham B. Yehoshua

Quisiera hablar en nombre de ese Israel que busca la paz y que quiere poner fin de verdad al conflicto con sus países vecinos. En mi opinión, ese Israel puede y debe no sólo esperar sino exigir algo muy sencillo al nuevo presidente que en enero de 2009 resida en la Casa Blanca: actuar con rotundidad valiéndose de todos sus medios para llevar a cabo la política que tradicionalmente ha defendido Estados Unidos en relación con el conflicto en Medio Oriente. Hasta ahora, los presidentes estadounidenses la han avalado e incluso se han comprometido a aplicarla, pero en la práctica han mostrado una debilidad preocupante a la hora de materializarla, y en ocasiones han obrado en contradicción con su propio discurso.
Los puntos fundamentales de esa política están claramente establecidos en la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que fue aprobada por unanimidad hace ya más de 41 años, tras el fin de la guerra de los Seis Días. Esta resolución fue promovida por Estados Unidos y en ella se aunaban de forma clara criterios morales con otros basados en la racionalidad política. La resolución 242 establece los siguientes puntos:
1. El reconocimiento de que la guerra de los Seis Días, también llamada del 67, fue un conflicto en legítima defensa por parte de Israel. Por lo tanto, la retirada de los territorios ocupados por el Ejército israelí en aquel enfrentamiento se hará solamente a cambio de un acuerdo de paz con los palestinos y con los países que iniciaron la guerra: Jordania, Egipto y Siria.
2. Los territorios de los que se retire Israel: [la península del] Sinaí, Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán han de ser desmilitarizados para que, en el futuro, no supongan un lugar desde el cual se podría volver a atacar Israel.
3. Israel no tiene ningún derecho a anexionarse los territorios ocupados en esa guerra ni a establecer en ellos asentamientos de colonos.
4. Jerusalén mantendrá el mismo estatus que tenía antes de la guerra, con una parte israelí y otra palestina. Sin embargo, los judíos tendrán derecho a acceder libremente a sus lugares sagrados en la
ciudad vieja, que se quedaría bajo el control de los palestinos o de los jordanos.
Éstos son los principios que establecía la resolución del Consejo de Seguridad, que los árabes rechazaron por completo y que Israel aceptó con ciertas reservas. Pero estos principios siguen constituyendo los únicos fundamentos morales posibles sobre los que establecer un acuerdo de paz entre Israel y los árabes.
EE.UU. ha sido un apoyo firme para Israel cada vez que se ha querido imponer al Estado hebreo una retirada de los territorios sin la contrapartida de un acuerdo de paz. En cambio, Washington no hizo nada para impedir que Israel sembrase de colonias y poblaciones los Altos del Golán, el Sinaí y, sobre todo, Cisjordania y la franja de Gaza. Estos asentamientos estaban destinados a bloquear una futura retirada de los territorios ocupados en 1967. Y Estados Unidos tampoco hizo nada para impedir que Israel unificase las dos partes de Jerusalén y convirtiese a la ciudad unificada en la capital del Estado.
Es cierto que la Casa Blanca ha proclamado siempre que las colonias judías son un obstáculo para la paz y nunca ha reconocido la anexión de Jerusalén Este y, por ello, su embajada está en Tel Aviv y no en Jerusalén. Sin embargo, a pesar de lo mucho que depende Israel de Estados Unidos y pese a la enorme ayuda militar y diplomática que ha recibido y recibe Israel de esta gran potencia mundial, Washington no ha ejercido una presión real y firme sobre Israel con el objetivo de impedirle realizar acciones unilaterales que, a fin de cuentas, no hacen sino frustrar cualquier posibilidad de alcanzar la paz de acuerdo con lo aprobado en la resolución 242 del Consejo de Seguridad.
Si el próximo inquilino de la Casa Blanca quiere ayudar de verdad a Israel a alcanzar la paz, deberá presionar para detener la construcción y ampliación de asentamientos y para que se desmantelen las pequeñas colonias. Y de esta forma apoyaría al gobierno israelí, que teme dar el paso de una nueva evacuación de colonos. Estados Unidos tiene que ejercer una presión verdadera y enérgica sobre el Ejecutivo israelí para que inicie un nuevo desmantelamiento de colonias, ayudando así a cualquier gobierno pacifista a preparar a la opinión pública para aceptar una evacuación de asentamientos dentro del marco de un acuerdo de paz; además, este paso supondría una clara señal para los palestinos, que verían que la paz es posible y que la visión de dos países independientes, Israel y Palestina, no es una mera frase hueca.

(*) Abraham B. Yehoshua es un escritor israelí. Su última novela se publicará en inglés en noviembre: Friendly Fire (Harcourt, Nueva York, 2008).

La próxima Administración debe buscar una solución política con los insurgentes afganos y con los tres grupos iraquíes
Barnett Rubin

La diplomacia estadounidense ha estado paralizada por la retórica de la guerra contra el terrorismo, una lucha contra el mal en la que otros actores están "con nosotros o con los terroristas". Semejante retórica impide un pensamiento estratégico sensato, porque equipara a los adversarios con un enemigo terrorista homogéneo. Sólo una iniciativa política y diplomática que distinga a los oponentes políticos de EE UU –incluidos los violentos– de terroristas de dimensión mundial como Al Qaeda podrá reducir la amenaza a la que se enfrentan Afganistán, Pakistán e Irak y dar seguridad al resto de la comunidad internacional. Ese plan tendría dos elementos en cada escenario de guerra. En Asia Central, buscaría una solución política con el mayor número posible de movimientos insurgentes afganos y paquistaníes, ofreciendo la inclusión política, la integración de las agencias [pastunes] de las Áreas Tribales de Pakistán –gobernadas de forma indirecta– en las instituciones políticas y administrativas del país, y el fin de las operaciones hostiles de las tropas internacionales a cambio de la cooperación contra Al Qaeda. En Irak, establecería como máxima prioridad la firma de un acuerdo entre los tres principales grupos: sunnitas, chiítas y kurdos.
Pero estos esfuerzos sólo tienen posibilidades de triunfar si se llevan a cabo en conjunción con serias iniciativas diplomáticas y de desarrollo que aborden la amplia variedad de cuestiones regionales y mundiales relacionadas con estas crisis, que ayudan a estimular, intensificar y prolongar los conflictos de Afganistán y Pakistán.
Tanto la Comisión Baker-Hamilton como el senador Barack Obama han pedido un refuerzo diplomático regional en el que todos los vecinos de Irak colaboren en la estabilización en la zona. Esa estrategia es igual de necesaria, si no más, en Asia Central. Afganistán lleva 30 años en guerra –un periodo más largo que el que va desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial al desembarco del día D en Normandía, durante la Segunda Guerra Mundial– y ahora este conflicto está extendiéndose a Pakistán y otros países. La guerra y el terrorismo pueden seguir adelante y propagarse, incluso a otros continentes –como en el 11-S o el 11-M–, o provocar el desmoronamiento de un Estado con armas nucleares. Sin embargo, hasta ahora, no existe más marco internacional para afrontar el problema que las operaciones actuales en Afganistán, mal financiadas y mal coordinadas. El próximo gobierno de Estados Unidos debería lanzar una campaña autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU para acabar con la dinámica cada vez más destructiva del Gran Juego en la región. En Afganistán están representados en estos momentos los conflictos entre India y Pakistán, Estados Unidos e Irán, sunnitas y chiítas, Rusia y la OTAN y muchos otros. Washington debe aprovechar la oportunidad de sustituir este Gran Juego por un nuevo pacto general para la región.
(*) Barnett Rubin es director del Centro sobre Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), y dirige el Programa de Reconstrucción de Afganistán del mismo centro.

Afganistán e Irak necesitan una ofensiva contra la pobreza

Shuja Nawaz

El nuevo presidente estadounidense tendrá que forjar unas relaciones mejores y más duraderas con los vecinos de Irak y Afganistán, así como llevar a cabo una retirada militar que no implique un abandono económico y político de unos países destrozados por la guerra.
Aunque quizá sorprenda a mucha gente que se aísla en Estados Unidos, los habitantes de Irak y Afganistán, así como de la región en la que se encuentran, no quieren más que lo que anhelan la mayoría de los estadounidenses: paz, una oportunidad para criar a sus hijos con buena sanidad y buena educación, y la capacidad de ganarse la vida decentemente. No quieren ser invadidos ni ocupados, ni que los gobiernen con mano de hierro. Decenios de guerra han hecho daño a Afganistán e Irak y han destruido el tejido de sus sociedades (sus intelectuales y su clase media han sido blancos de la militancia interna o se han ido en busca de una vida mejor, irónicamente a EE UU y Occidente, la fuerza ocupante y fuente de su turbación actual).
La esperanza que pueden tener los pueblos iraquí y afgano respecto al nuevo inquilino de la Casa Blanca es que ponga en marcha planes para una salida militar pero que emprenda una ofensiva sostenida contra la pobreza y ayude a vacunar a los dos países contra el ascenso de sistemas de gobierno autocráticos. Ambos países son sociedades tribales con tradiciones y costumbres que se remontan siglos atrás: una forma de asegurar la estabilidad será traspasar el poder a provincias y distritos y a los consejos locales, y fomentar la formación de un consenso nacional del tipo del antes estable Meesak-i-milli (Concordia del pueblo) de Afganistán. Habrá que empezar a reconstruir las estructuras sociopolíticas de abajo a arriba, no de arriba a abajo.
Ahora bien, una retirada militar de Estados Unidos no debe significar una salida política ni económica, la peor pesadilla para la gente de estos dos países desgarrados por la guerra. Estados Unidos ya abandonó Afganistán una vez, después de que se fueran los soviéticos en 1989. En palabras del general Brent Scowcroft, Washington tuvo que volver en 2001 para completar la tarea que debería haber hecho entonces. Asimismo, dejó que los iraquíes se las arreglaran solos tras la liberación de Kuwait en 1991. No puede arriesgarse a volver a cometer el mismo error porque esas acciones tienen repercusiones más amplias.
Para aumentar la armonía nacional, el nuevo presidente estadounidense también tendrá que forjar unas relaciones mejores y más duraderas con los vecinos de ambos Estados: reabrir el diálogo con Irán en vez de arrinconarlo de forma hostil y construir una relación a largo plazo con el pueblo de Pakistán, y no con un gobernante o autócrata específico. Estas medidas restaurarán la estabilidad en la región y permitirán que Irak, Afganistán, Irán y Pakistán contribuyan a la paz, en vez de a la guerra, en una de las zonas más peligrosas del mundo actual. Si pudieran, iraquíes y afganos votarían a un presidente estadounidense que haga la paz, y no la guerra.

(*) Shuja Nawaz nació en Pakistán y vive en Estados Unidos. Es autor de Crossed Swords: Pakistan, its Army, and the Wars Within (Oxford University Press, 2008). Escribe con frecuencia sobre temas políticos y militares. Puede visitar su página web www.shujanawaz.com

El nuevo inquilino de la Casa Blanca debe abandonar su doble vara de medir los conflictos de Medio Oriente y renunciar al petróleo de la región

Nawal al Saadawi
Los árabes (si es que puedo hablar en su nombre) no quieren nada del próximo presidente de Estados Unidos, salvo que los deje en paz y renuncie al sueño de apropiarse del petróleo árabe en provecho del complejo militar nuclear americano-israelí. No me hago ilusiones respecto al nuevo inquilino de la Casa Blanca, ya sea Obama o McCain, demócrata o republicano: son producto del mismo sistema esclavista posmoderno (o sistema religioso racista patriarcal capitalista).
Creo que nadie va a liberarnos si no nos liberamos nosotros mismos. Tenemos que deshacernos de nuestros regímenes (dictadores) árabes que nos oprimen y trabajan junto a los poderes neocoloniales exteriores para explotarnos. Creo en nuestra propia fuerza para emanciparnos de forma colectiva y organizada, y también en nuestro poder de liberación individual, a partir del propio ser. Tengo que emanciparme como mujer, como escritora, como ser humano, y no esperar que algún poder divino o humano me libere. Y el próximo presidente de EE UU debería empezar por liberarse a sí mismo antes de poder libertar a los demás. El candidato vencedor, ya sea Obama o McCain, debería quitar de su mente el velo de mentiras y engaños del juego político mundial. Tendría que darse cuenta de que será presidente tras jugar a eso que llaman elecciones libres. Al igual que [en el caso del] libre mercado, se trata de la libertad de los poderosos para dominar a los menos poderosos.
Durante la campaña presidencial, Obama ha estado renunciando a sus principios para ganar fondos y votos (votos cristianos, judíos y capitalistas). En uno de sus discursos, dijo que la seguridad de Israel es la seguridad de EE.UU. y que está preparado para usar su poderío militar en defensa de Israel. ¿Y qué hay de la seguridad de los palestinos que han perdido su tierra, sus hogares y sus familias? Nada, salvo palabras falsas y vacías sobre el denominado proceso de paz.

Obama es menos racista, menos patriarcal, menos capitalista, menos sexista y menos militarista que McCain. Se opuso a la guerra de Irak por motivos relacionados con los intereses de Washington. Pero puede recurrir fácilmente a la guerra si es en beneficio de EE. UU e Israel.
El próximo presidente no debería entrometerse en la vida de los otros pueblos mientras mantenga su identidad y su mentalidad americana, judeocristiana y colonial. Le pediría que liberase su mente de la dependencia del petróleo árabe, que se conforme con su propio crudo o busque otras formas de conseguir energía que no consistan en matar gente en nuestra región. El oro negro es lo que llevó a Israel a invadir Palestina por la fuerza, y lo que hace que la sangre siga corriendo en Irak, Palestina, Darfur, Irán, Afganistán y otros lugares.
Le pediría al próximo inquilino de la Casa Blanca que deje el petróleo iraquí para los iraquíes, que no les imponga la Ley del Petróleo, que otorga a Estados Unidos el monopolio sobre este recurso durante 30 años. Le preguntaría: ¿por qué EE UU sigue teniendo armas nucleares mientras impide a otros tenerlas? ¿Por qué Israel sí las tiene? Obligasteis a todos los países de nuestra región –incluyendo a Egipto– a abandonar sus programas nucleares, incluso por motivos sanitarios. Es hora de acabar con este doble rasero… Y le diría que parase de hablar de democracia, derechos humanos, desarrollo, civilización, derechos de la mujer, espiritualidad, moralidad, Dios y valores cristianos…, que dejase de utilizar estos eslóganes para encubrir las guerras económicas y militares [de EE UU]. Hemos descubierto este juego. Sea creativo, intente otro.

(*) Nawal al Saadawi es psiquiatra, escritora y feminista egipcia. Fue candidata independiente a la presidencia de su país y acaba de publicar en inglés la obra de teatro God Resigns at the Summit Meeting (Saqi, Londres, 2008), prohibida en Egipto.

El cambio que promete Obama atrae a muchos en Irán

Ramin Jahanbegloo
Desde la revolución iraní en 1978, las relaciones entre Teherán y Washington han sido siempre tensas y, en ocasiones, intensamente hostiles. Con la posible excepción de una breve distensión con el gobierno del presidente Khatamí a finales de los 90, la Administración estadounidense no ha sido nunca capaz de establecer relaciones diplomáticas normales con el régimen islámico revolucionario de Teherán. A lo largo de la crisis de los rehenes de 1979-1980, durante la guerra entre Irak e Irán en los 80 y, ahora, ante el dilema del enriquecimiento nuclear, Estados Unidos ha tratado a Irán como un Estado deshonesto dirigido por un gobierno fundamentalista. El régimen de los ayatollahs apoya a las milicias que actúan en Irak y sus dirigentes amenazan a Israel y niegan el Holocausto.
Ahora, la pregunta del millón es: ¿podrá Obama cambiar la política de Washington respecto de Irán? ¿Y qué piensan los iraníes de él como presidente? Obama cree que Estados Unidos no ha agotado sus opciones no militares para afrontar la amenaza iraní. Quizá por eso, unos pocos meses antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, muchos iraníes opinaban que la victoria de Obama sería el mejor resultado para la política de EE UU respecto de su país. Su candidatura ha suscitado entre los iraníes mucho interés, pero también pesimismo.
Algunos creen que, debido a sus antepasados africanos y sus lazos familiares con la religión musulmana, e incluso a su segundo nombre, Husein (el nieto del profeta Mahoma y una figura venerada en el Islam chiíta), Obama hará todo lo posible para que Washington ponga fin a 30 años de tensiones con Teherán. Para este grupo, la traducción de su nombre al farsi sería Oo ba ma (Él está con nosotros). Por el contrario, los pesimistas recuerdan lo que sucedió en los 70, cuando Jimmy Carter venció en las elecciones y presionó para que hubiera en Irán libertad de expresión, lo que desembocó en una revolución islámica. Estos iraníes, contrarios al régimen, prefieren claramente la victoria de McCain. En cuanto a los responsables del gobierno, desde luego son partidarios de que gane McCain, porque creen que, si continúa el enfrentamiento con Estados Unidos, les será más fácil conservar su popularidad como antiamericanos y antiimperialistas en el Medio Oriente musulmán. Ahora bien, el lema principal de Obama es el cambio, y cambio es lo que piden muchos iraníes.
Pero la pregunta evidente que se me ocurre es: si Obama resulta elegido presidente y acepta negociar con Irán, ¿cómo reaccionará el régimen iraní? ¿Y hasta qué punto podrá hacer frente a los sectores de Washington que ya están en guerra contra la República Islámica de Irán? Obama tendrá que enfrentarse a adversarios difíciles tanto en Irán como en su propio país. Hay muchas incertidumbres y es difícil ver indicios de que una presidencia de Obama pueda mejorar las relaciones con Irán de manera sustancial.

(*) Ramin Jahanbegloo es filósofo iraní y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Toronto (Canadá) e investigador en el Centro de Ética de la misma institución.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca debe alejarse de los gobiernos corruptos y tiránicos de África

Ayaan Hirsi Ali
La segunda mitad de la pregunta es fácil de responder. Los africanos, si pudieran, votarían por Obama. Hijo de un keniano y criado por una madre separada, la figura de Obama se ha vendido como la de un héroe africano que ha trabajado mucho para llegar hasta donde está hoy. Es un padre y esposo devoto y un maravilloso modelo para los niños negros de todo el mundo, en especial de África.
África no es monolítica. Como en todos los demás continentes, la gente tiene intereses distintos. Algunos de sus habitantes quieren que el próximo presidente anime a los estadounidenses a invertir en su continente. Otros son partidarios de [que les otorguen] más ayuda. Ambos candidatos se han comprometido a erradicar la malaria y el sida en África; un gesto generoso y honorable que salvará las vidas de millones de sus pobladores. Pero lo que los africanos necesitan verdaderamente del nuevo inquilino de la Casa Blanca es que Estados Unidos se distancie, en el terreno diplomático y en el económico, de los gobiernos africanos corruptos que violan los derechos humanos y roban los recursos naturales de sus países para su uso personal. A los jóvenes del continente les interesará saber cómo funciona la democracia estadounidense y aprender de ella. Su Constitución y su sistema de equilibrio de poderes es un modelo que a los africanos les gustaría copiar, si supieran en qué consiste.

Las ideas sobre la forma de gobernar que existen hoy en África son, en su mayor parte, perniciosas. Después de décadas de mal gobierno por parte de hombres acostumbrados a hacerse con el poder por la fuerza, muchos africanos han preferido buscar refugio en el viejo y conocido sistema tribal. Algunos, carentes de educación, creen en supersticiones como que un baile puede atraer la lluvia o que acostarse con una virgen puede curar el sida. Muchos otros han sucumbido a la teología islámica radical transmitida por los agentes wahabíes procedentes de Arabia Saudita. Aunque en África están presentes muchas ONG occidentales, sobre todo estadounidenses, que ofrecen su ayuda de todas las formas posibles, no se ha puesto en marcha ningún programa sistemático para educar a las masas sobre las ventajas de tener un modelo democrático que funcione como es debido. Un modelo como el de EE.UU. que trascienda la raza, el color, el sexo y la clase, y que tenga como puntos de partida la libertad y la igualdad para todos. No digo que los estadounidenses lo hayan conseguido del todo; tampoco digo que sea fácil transplantar ese sistema a la compleja realidad política de África. Sí sé que hay millones de africanos que admiran a Estados Unidos, un país en el que un joven negro cuyas raíces se encuentran en Kenia puede ser designado candidato a la presidencia por un gran partido político exclusivamente en función de sus méritos. Muchos africanos confían más en EE UU, que no tiene historia colonial, que en los antiguos colonizadores europeos y los modelos de gobierno que dejaron en herencia.
(
*) Ayaan Hirsi Ali es una ex parlamentaria holandesa de origen somalí, es investigadora en el American Enterprise Institute (Washington, EEUU).

La fuente: Foreign Policy Edición Española.

GUERRA FINANCIERA Y EL FUTURO DEL PODER DE LA BANCA GLOBAL

TODO: Los políticos y financistas de las grandes potencias tratan, en primer lugar, de salvar sus propios fondos y sus intereses. Y como en todo el resto de grandes problemas de la hora, los medios -sus medios- funcionan incansablemente las 24hs. para desinformar, engatusar, confundir... El pequeño ahorrista, el trabajador y el jubilado están manos de la mafia internacional que los maneja como a marionetas a través de los diarios, la TV y las radios. Otro artículo seleccionado especialmente para los lectores de este boletín.

F. William Engdahl − Global Research

Lo obvio en la conducta de los mercados financieros europeos durante las últimas dos semanas es que las dramáticas historias de catástrofe financiera y pánico son utilizadas deliberadamente por ciertas facciones influyentes dentro y fuera de la UE para configurar el aspecto futuro de la banca global después de la debacle sub-prime y de los Bonos de Titulización de Activos (BTA) [Asset-Backed Securities (ABS)] de EE.UU. El evento más interesante de los últimos días ha sido la posición unificada y fuerte de la Canciller, del ministro de finanzas del Bundesbank y del gobierno de coalición alemanes, oponiéndose todos a un rescate bancario por un súper fondo de la UE al estilo estadounidense. Mientras tanto, el Secretario del Tesoro Paulson continúa con su capitalismo de compinches en detrimento de la nación y para beneficiar a sus compinches en el mundo financiero. Es un cóctel explosivo que era innecesario.
Caídas del mercado bursátil de entre un 7 y un 10% por día son titulares noticiosos dramáticos y sirven para fomentar un amplio sentido de inquietud que linda con el pánico en los ciudadanos de a pie. Los eventos de las dos últimas semanas en los bancos de la UE, desde los dramáticos rescates estatales de los bancos Hypo Real Estate, Dexia y Fortis, y el anuncio por el Ministro de Economía del Reino Unido, Alistair Darling, de un giro radical en la política para tratar a los bancos con problemas del Reino Unido, han comenzado a revelar el perfil de una reacción claramente diferente en Europa ante lo que es en efecto una crisis ‘Hecha en EE.UU.’
Existe una base seria para creer que el ex presidente de Goldman Sachs en EE.UU., el Secretario del Tesoro Henry Paulson, no es estúpido. Existe también una base seria para creer que en realidad se mueve según una estrategia bien estructurada a largo plazo. Eventos como los que se desarrollan ahora en la UE tienden a confirmarlo. Como me lo describió un importante banquero europeo en una discusión privada: ‘Hay una guerra en todos los frentes entre EE.UU. y la UE para definir el aspecto futuro de la banca europea.’
Desde el punto de vista de ese banquero, el actual intento del primer ministro italiano Silvio Berlusconi y de Nicholas Sarkozy de Francia, por lograr un ‘fondo’ común de la UE, con probablemente más de 300.000 millones de dólares, para rescatar a bancos con problemas, correspondería al juego de la estrategia a largo plazo de Paulson y del establishment de EE.UU., debilitando de hecho a los bancos y reembolsando los BTA/ABS originados en EE.UU., en manos de los bancos de la UE.
Uso del pánico para centralizar el poder
Como documento en mi próximo libro, “Power of Money: The Rise and Decline of the American Century,” en cada pánico financiero en EE.UU., por lo menos desde el Pánico de 1835, los titanes de Wall Street – especialmente hasta 1929, la Casa de JP Morgan – han provocado deliberadamente entre bastidores pánicos bancarios para consolidar su control de la política de Washington, incluyendo la definición exacta de la propiedad privada de la nueva Reserva Federal en 1913, y para consolidar su control sobre la industria, como en US Steel, Caterpillar, Westinghouse, etc. Son, en breve, expertos en semejante guerra financiera para aumentar su poder.
Ahora tienen que hacer algo a escala global para poder seguir dominando las finanzas globales, el corazón del poder del Siglo Estadounidense.
Ese proceso de utilizar pánicos para centralizar su poder privado creó una concentración extremadamente poderosa de poder financiero y económico en manos de unas pocas manos privadas, las mismas que crearon en 1919 el influyente think-tank de política exterior de EE.UU., el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York para guiar el ascenso del Siglo Estadounidense, como lo llamó el fundador de Time, Henry Luce, en un ensayo cardinal de 1941.
Cada vez es más obvio que gente como Henry Paulson, quien, a propósito, fue uno de los más agresivos profesionales de la revolución de los BTA/ABS en Wall Street antes de llegar a ser Secretario del Tesoro, está trabajando con motivos que van más allá de su sentido desproporcionado de la codicia. Los propios antecedentes de Paulson son interesantes en ese contexto. A comienzos de los años setenta, Paulson inició su carrera trabajando para un hombre tristemente célebre llamado John Erlichman, el despiadado asesor de Nixon que creó la unidad de “Plomeros” durante la era de Watergate para silenciar a oponentes del presidente, y fue dejado a la deriva en la prisión por Nixon.
Paulson parece haber aprendido de su mentor en la Casa Blanca. Como co-presidente de Goldman Sachs, según un informe de New York Times, desplazó en 1998 a su co-presidente, Jon Corzine. ‘en el equivalente de un golpe’ según el Times.
Paulson, y sus amigos en Citigroup y en JP Morgan Chase, tenían una estrategia que ahora se hace clara, como lo hizo el Padrino de los BTA/ABS y de la banca desregulada, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, como lo detallé en mi anterior serie “Financial Tsunami, Parts I-V.” [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62521]
Al parecer, conscientes de que en una cierta coyuntura se derrumbaría la pirámide de billones de dólares de dudosos valores basados en hipotecas sub-prime y otras de alto riesgo, decidieron diseminar lo más globalmente posible los así llamados valores de ‘desechos tóxicos’ BTA/ABS, a fin de atraer a los grandes bancos globales del mundo, sobre todo en su mayoría de la UE, a su dulce trampa.
Tuvieron ayuda. En un reciente testimonio bajo juramento de Lynn Turner, Contador Principal de la Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. (SEC) testificó que la Oficina de Prevención de la SEC, responsable por la supervisión del mercado de los CDS, Credit Default Swaps, un mercado exótico que nominalmente tiene un valor de unos 62 billones de dólares, fue reducida en ‘recortes de presupuesto’ del gobierno de un personal de cien a una persona. Sí, no es un error de tipografía. Es realmente ‘una’ sola persona.
El congresista demócrata por Vermont, Peter Welsh preguntó a Turner: ‘... ¿hubo una despoblación sistemática de la fuerza reguladora de modo que era realmente imposible que tuviera lugar la regulación si quedaba sólo una persona en esa oficina? ... y luego entiendo que 146 personas fueron reducidas de la división de puesta en práctica de la SEC, ¿usted también testimonió eso? El señor Turner, en testimonio ante el Congreso, respondió: ‘Sí... pienso que hubo una destrucción sistemática, o lo que usted quiera llamarlo, de la agencia y de su capacidad mediante la reducción de personal.’
¿Fue simplemente fervor ideológico por realizar recortes, o fue deliberado? ¿Fue responsable el ex hombre de Goldman Sachs, el hombre que convenció al presidente para que contratara a Paulson, al ex director de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB) de Bush, Joshua Bolten, actualmente Jefe de Gabinete del presidente, para asegurar que no hubiera una supervisión gubernamental efectiva de la cada vez mucho mayor titulización de los activos hipotecarios?
Son posiblemente algunas preguntas que los buenos congresistas en ambos partidos debieran formular a gente como Henry Paulson y Josh Bolten, y no preguntas para conducir a pistas falsas como el monto de las bonificaciones de Richard Fuld en Lehman. ¿Tiene el cadáver huellas digitales del señor Bolten? ¿Y por qué nadie cuestiona el papel de Paulson como presidente de Goldman Sachs, en aquel entonces el promotor más agresivo de productos exóticos y otros de Titulización Respaldada por Activos en Wall Street?
¿Por qué seleccionó Henry Paulson a una sola firma de Wall Street, su acerbo rival cuando era presidente de Goldman Sachs según informes del mercado, y dejó que, como gustaba de decir su mentor Erlichman: ‘se fuera a la deriva?’ Fue Lehman Bros, su eliminación, y su inmensa cartera de BTA/CDS lo que, según se dice, condujo a ventas de pánico a importantes hedge funds y bancos en todo el mundo.
Ahora parecería que la estrategia de Paulson era utilizar una crisis – una crisis que ya fue preprogramada y previsible en 2003 cuando Josh Bolten llegó a ser jefe de OMB – cuando estalló, para producir pánico en los gobiernos más conservadores de la Unión Europea a fin de que se apresuraran a ir al rescate de desechos tóxicos de activos de EE.UU.
Si eso hubiera sucedido, estaría en vías de destruir al hacerlo lo que quedaba de instituciones bancarias y financieras sanas de la UE, llevando al mundo a un paso más de un mercado global monetario controlado por los compinches de Paulson – Capitalismo de Compinches al estilo de EE.UU. La expresión Capitalismo de Compinches es ciertamente apropiada en este caso. El predecesor de Paulson en Goldman Sachs y en el Tesoro, Robert Rubin, gustaba de acusar a los banqueros asiáticos de Tailandia, Indonesia y otros sitios afectados en 1997 por los ataques especulativos de hedge funds financiados por EE.UU. de ‘capitalismo de compinches,’ dejando la impresión de que la crisis era de cosecha propia asiática y no el resultado de un ataque deliberadamente ejecutado por instituciones financieras financiadas por EE.UU. para eliminar el modelo del Tigre Asiático, entre otros objetivos, y convertir a Asia en el financista de la deuda de EE.UU.
Es interesante señalar que Rubin es ahora director de Citigroup, obviamente uno de los sobrevivientes del banco compinche de Paulson, que hasta la fecha ha tenido que pasar a cuentas incobrables la mayor suma en desechos tóxicos de activos titulizados.
Si es exacta la afirmación de un pánico preplanificado, como el del Pánico de 1907, y es un si con mayúscula, el plan funcionó... hasta cierto punto. Ese punto sobrevino durante el fin de semana del 3 de octubre, coincidiendo con el festivo por la unificación nacional de Alemania.

Alemania rompe con el modelo estadounidense

En conversaciones tras puertas cerradas hasta la noche del domingo 5 de octubre, Alex Weber el inflexible jefe del Bundesbank, el jefe de BaFin, Jochen Sanio, y representantes del gobierno de coalición en Berlín de la canciller Merkel presentaron un paquete de rescate para el Hypo Real Estate por un valor nominal de 50.000 millones de euros. Sin embargo, después de la dramática cifra en los titulares, como señaló Weber en una carta del 29 de septiembre al Ministro de Finanzas, Peer Steinbrück, que ha sido publicada, los bancos privados alemanes no sólo tuvieron que participar con un 60% de esa cifra, el Estado con un 40%. Sino también, en vista del modo cuidadoso con el que el gobierno en cooperación con el Bundesbank y BaFin, estructuraron el acuerdo de crédito de rescate, la máxima perdida posible para el Estado, en el peor de los casos, se limitaría a 5.700 millones de euros, no a 30.000 millones como muchos creyeron. Sigue siendo mucho dinero pero no es el cheque en blanco de 700.000 millones de dólares que un Congreso de EE.UU. bajo presión acordó dar a Paulson y después de unos pocos días de precios en caída en el mercado bursátil.
La rápida acción del Ministro de Finanzas Steinbrück de despedir al jefe del Hypo Real Estate (HRE), en agudo contraste con Wall Street donde los mismos defraudadores criminales siguen en sus escritorios recibiendo inmensas bonificaciones, indica también una actitud diferente. Pero eso no da en el núcleo del problema. La situación de HRE se debió, como señalara anteriormente, de excesos de un banco filial de propiedad total de la subsidiaria de HRE en Irlanda, DEPFA, un país de la UE conocido por su regulación liberal y permisiva y sus bajos impuestos.

Un giro político británico

En el Reino Unido, después del costoso y necio rescate de Northern Rock realizado
anteriormente durante este año, el gobierno del Primer Ministro Gordon Brown acaba de anunciar un dramático cambio de política hacia la posición alemana. Los bancos británicos recibirán una ayuda de salvación del gobierno y préstamos de emergencia del Banco de Inglaterra sin precedentes de 50.000 millones de libras (64.000 millones de euros).
El gobierno comprará acciones preferenciales del Royal Bank of Scotland Group Plc, Barclays Plc y por lo menos otros seis bancos, y suministrará unos 250.000 millones de libras en garantías de préstamos para refinanciar deudas, dijo el Tesoro. El Banco de Inglaterra pondrá a disposición por lo menos 200.000 millones de libras. El plan no especifica cuánto recibirá cada banco.
Eso significa que el gobierno del Reino Unido nacionalizará por lo menos parcialmente sus más importantes bancos internacionales, en lugar de comprar sus préstamos malos bajo un Plan Paulson imposible de realizar. Con un enfoque semejante, se reducirán los costes para los contribuyentes del Reino Unido una vez que termine la crisis y los negocios vuelvan a condiciones más normales, el gobierno pueda volver a vender las acciones del Estado a un banco sano, obteniendo tal vez un buen beneficio para el Tesoro. El gobierno de Brown ha comprendido aparentemente que las garantías generales que dio a Northern Rock y a Bradford & Bingley simplemente abrieron las esclusas de los costes gubernamentales sin cambiar el problema.
La nueva política de nacionalización está en dramático contraste con el enfoque ideológico de ‘libre mercado’ de Paulson de comprar las obligaciones sin valor en poder de los bancos seleccionados que Paulson decide salvar, en lugar de recapitalizar a esos bancos para permitirles que sigan funcionando.

Fijan las líneas de batalla

Lo que emergen son los contornos de dos enfoques opuestos ante la crisis en desarrollo. El plan de Paulson forma ahora claramente parte de un proyecto de crear tres colosales gigantes financieros globales - Citigroup, JP MorganChase y, claro está, el propio Goldman Sachs de Paulson, que ahora, de modo bastante conveniente, pasó a ser un banco. Después de haber utilizado exitosamente el miedo y el pánico para arrebatar 700.000 millones de dólares a los contribuyentes de EE.UU., los tres grandes tratarán de utilizar su fuerza sin precedentes para causar estragos en los bancos europeos en los años por venir. Mientras las mayores agencias clasificadoras de riesgo - Moody’s y Standard & Poors – no han sido tocadas por los escándalos y las audiencias en el Congreso, el poder financiero reorganizado de EE.UU. con Goldman Sachs, Citigroup y JP Morgan Chase podría teóricamente reagruparse e imponer su agenda global durante los próximos años, caminando sobre las cenizas de una economía estadounidense en quiebra, llevada a la bancarrota por sus insensateces.
Al acordar una estrategia de nacionalizar a los que los ministros de finanzas de la UE consideran como ‘bancos de la UE demasiado estratégicos desde el punto de vista sistémico para que quiebren,’ mientras garantizan los depósitos en los bancos, los mayores gobiernos de la UE, Alemania y el Reino Unido, en contraste con EE.UU., han optado por lo que a la larga permitirá que los gigantes de la banca europea resistan a los ataques previstos de gente como Goldman o Citigroup.
La dramática venta de acciones en las bolsas europeas y en Asia es en realidad un tema secundario y mucho menos crítico. Según informes del mercado, la venta es impulsada sobre todo por hedge funds de EE.UU., desesperados por obtener dinero al darse cuenta de que la economía de EE.UU. va hacia la depresión económica, que son vulnerables y que el Plan Paulson no hace nada para encararlo.
Un sistema bancario e inter-bancario solvente es de lejos el tema más estratégico. La debacle de los BTA/ABS fue ‘Hecha en Nueva York.’ Sin embargo, sus efectos tienen que ser aislados y bancos viables de la UE tienen que ser defendidos en función del interés público, no sólo de los intereses de los compinches bancarios de Paulson en EE.UU. Vehículos offshore no regulados como ser los hedge funds, la banca no regulada, y los seguros no regulados, participaron todos en la formación del tsunami de 80 billones de dólares de BTA/ABS, como lo he llamado. Ciertas personas más conservadoras de la UE no tienen la intención de tragarse el remedio que les ofrece Washington.
La baja coordinada de los tipos de interés del BCE y de otros bancos centrales europeos aunque llega a los titulares, hace poco en efecto para enfrentar el verdadero problema: el temor de los bancos a prestarse mutuamente hasta que su solvencia esté asegurada.
Al iniciar la nacionalización parcial por el Estado en toda la UE, y al rechazar el plan de rescate Berlusconi/Sarkozy, los gobiernos de la UE dirigidos esta vez por los alemanes, lo que es bastante interesante, están colocando un fundamento más sano para salir de la crisis.
Mantened la sintonía, la cosa está lejos de haber terminado. Es una lucha por la supervivencia del Siglo Estadounidense construido desde 1939 sobre los pilares gemelos de la dominación financiera estadounidense y de la dominación militar estadounidense – Dominación de Espectro Completo.
Los bancos asiáticos, quemados por la Crisis Asiática de 1997-1998 manipulada por Wall Street, están aparentemente muy poco expuestos al problema de EE.UU. Los bancos europeos están expuestos de diferentes maneras, pero ninguna tan seria como en el mundo bancario de EE.UU.
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F. William Engdahl es autor de: “A Century of War: Anglo-American Oil Politics and the New World Order,” Pluto Press. Su libro más reciente publicado por Global Research es “Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation,”.
Traducido del inglés por Germán Leyens
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