11 mayo 2008

EL SUEÑO DE HILLARY CLINTON SE DESVANECE


"Hillary Clinton acaba esta carrera totalmente desfigurada, convertida en una auténtica sombra de lo que un día representó".


TODO: No siempre se debe votar por el mal menor. Mas cuando se trata del gendarme del planeta, no da lo mismo el candidato republicano que Barak Obama. Tampoco da lo mismo la candidatura de Hillary Clinton o la de Obama. El comentario de Antonio Caño
pone de relieve el lado siniestro, la arrogancia y la doble moral de la mujer del ex presidente. Sólo un detalle deseamos aclarar: el supuesto apoyo que recibe dela "clase obrera"... Esa "clase obrera" no es otra cosa que la aristocracia obrera estadounidense, bien paga, no la reclutan para ir a Irak y por supuesto que es una capa social que se desmarca de un candidato "negro"... ¡El tiempo dirá!

La candidata se resiste a renunciar al sueño de toda una vida pese al daño que causa a su partido

ANTONIO CAÑO - Washington - 11/05/2008

Poca gente ha invertido antes tanto en la conquista de una ambición. No son sólo los 150 millones de dólares derrochados en la promoción de una candidatura finalmente al borde de la derrota. Son los años de sacrificio profesional, de renuncias personales, de maniobras dolorosas a la espera de esta oportunidad histórica. Son todas las ilusiones frustradas de millones de mujeres que contaban con que una de ellas llegaría esta vez hasta lo más alto. Es el objetivo de toda una vida que se escapa entre los dedos como un pez. Así de dramático es este momento para Hillary Clinton, antes Hillary Rodham Clinton y antes aun sólo Hillary Rodham o Hillary a secas.
Artificial, calculadora y algo maquiavélica: así ven muchos a la candidata
Una razón de su fracaso es su arrogancia de ganadora
En esta campaña Hillary ha sido finalmente Clinton, la esposa de Clinton
De aquella primera, de la joven feúcha y rebelde estudiante de derecho en Illinois, queda una voracidad y un espíritu de lucha que han sido siempre sus mejores armas. De la segunda, de la feminista que peleaba por su apellido y se negaba a ser la típica primera dama condenada a cocinar pasteles, de aquel personaje que se ganó la admiración de muchas mujeres de su generación y alcanzó enorme cotización internacional, sobrevive poco, apenas un recuerdo. La última versión, la de la senadora Clinton, la rica propietaria de una mansión en Chappaqua (Nueva York) con incontenible sed de poder, es la que queda después de tantos años y la que, probablemente, va a ser relegada a la marginalidad política.
Hay muchas y diversas razones que pueden explicar el más que probable fracaso de Hillary Clinton. Una de ellas ha sido la arrogancia con la que una candidata, que se veía ganadora indiscutible, preparó una campaña (dirigida por Mark Penn, un tipo odiado por los más fieles a la senadora) y almacenó recursos para llegar únicamente al supermartes, convencida de que ahí acabaría todo. Por el contrario, ahí se desfondó y a partir de ahí Obama cimentó su victoria.
Esa misma arrogancia, seguramente, tiene la culpa de haber infravalorado el desgaste que el apellido Clinton había sufrido después de tantos años en política y de no haber tenido en cuenta la resistencia de muchos norteamericanos a mantener el ciclo alternativo de Bush-Clinton en la Casa Blanca. "Ser un reputado símbolo de Washington no es lo que la gente busca en un año de cambio", dijo en su día David Axelrod, el jefe de la campaña de Obama.
Hillary Clinton quiso llegar a la Casa Blanca con las reglas tradicionales. Buscando el dinero en las poderosas fuentes tradicionales. Y eso, no sólo la convirtió en una candidata tradicional, sino que la privó de conseguir recursos financieros en medios más originales, como Obama ha hecho con tanto éxito.
Pero quizá por encima de todo eso, la razón última de la derrota de Clinton tiene que ver, más profundamente, con la apuesta por ese apellido y con esas oscilaciones vitales que han conseguido transmitir de ella la imagen de una persona artificial, calculadora, deshonesta -más de un 60% de los propios electores demócratas así lo dice- y algo maquiavélica.

En esta campaña Clinton ha sido, finalmente, Clinton, la esposa de Clinton, la mujer del ex presidente de quien tan buen recuerdo guardan los norteamericanos (o los suficientes norteamericanos). Después de años de humillaciones por una bien publicitada cadena de traiciones sexuales de parte de su marido (Paula Jones, Gennifer Flowers...). Tras haber asistido en silencio al juicio universal sobre el más famoso caso de infidelidad de la historia (Monica Lewinsky), Hillary Clinton ha recurrido a Bill Clinton, no sólo como el principal agitador y cerebro de su campaña, sino como el modelo político a mostrar y, al menos en público, como los brazos en los que buscar apoyo y cobijo emocional. Algunos pueden ver en esa actitud una muestra de generosidad por parte de Hillary con el legítimo propósito de mantener un matrimonio o, simplemente, como el reconocimiento a los méritos del Bill presidente. Pero mucha otra gente lo ve como el frío cálculo de una persona capaz de soportar la más sangrante humillación en beneficio de su propia carrera.
Cuando esta campaña electoral empezó en Iowa, a principios de enero, todos sabían que esa imagen de Hillary Clinton estaba ya muy extendida entre los medios de comunicación y entre la clase política, particularmente entre los más cercanos compañeros de la senadora en el Capitolio. Pero en Iowa se comprobó que también había tomado cuerpo entre los votantes.
En última instancia, los ciudadanos votan por el candidato que más les gusta. Y, sí, Hillary Clinton está muy bien preparada intelectualmente, puede ser mejor comandante en jefe, tiene experiencia, coraje y está más próxima cultural y generacionalmente a un sector del electorado que es decisivo (estas virtudes le han permitido ganar por ahora 18 primarias). Todo eso es verdad. Pero no gusta lo suficiente a la mayoría y no le gusta en absoluto a mucha gente. ¡Cuánto valoraron los votantes aquellas lágrimas tan humanas en vísperas de las primarias de New Hampshire!
Puede aducirse que esto del gusto es una cuestión subjetiva y que puede ser incluso inducida desde los propios medios. Ciertamente, parte de la imagen negativa de Clinton -la bruja, el cerebro de una maquinaria invencible...- fue introducida hace ya tiempo por Rush Limbaugh, Bill O'Really y otros comentaristas ultras, a algunos de los cuales ha acudido ahora Clinton en su campaña. Pero hoy esa es una imagen que se ha extendido fuera de esos ambientes. Esta campaña contra Obama ha obligado a Hillary Clinton a tácticas tan destructivas contra su rival que un editorial de The New York Times, el mismo periódico que antes había pedido el voto para ella, la acusó de transitar "por el mal camino". Esta misma semana otro editorial de ese diario criticaba duramente el comportamiento divisionista de Clinton por unas declaraciones en las que afirmaba que "el apoyo de Obama entre los norteamericanos blancos acostumbrados a trabajar duro sigue disminuyendo". Eso es, quizá, una realidad estadística, si se refiere a las dificultades de Obama entre la clase obrera blanca, pero es también un flaco servicio a la unidad del Partido Demócrata en un momento decisivo.
Clinton acaba esta carrera electoral con el apoyo de los blancos de clase obrera y áreas rurales que siempre la despreciaron, como una inverosímil heroína del proletariado capaz de soltar exabruptos desde la barra de un bar mugriento. Acaba como una especie de última esperanza blanca. Acaba concediendo una entrevista a Fox, otrora estandarte de la guerra en su contra. "Ha encontrado tarde su verdadero lugar en esta campaña", asegura el columnista conservador Charles Krauthammer. Acaba con menos de un 10% del voto negro, derrotada en todos los núcleos urbanos con excepción de su distrito de Nueva York, rechazada por los intelectuales y señalada por los jóvenes como una barrera a sus renovadas ilusiones políticas. Hillary Clinton acaba esta carrera totalmente desfigurada, convertida en una auténtica sombra de lo que un día representó.
Sin embargo, todavía no se ha ido de la carrera. Todavía tiene oportunidad de dejar esta batalla de forma que, como dice The New York Times, "preserve su integridad y su influencia". "El cálculo que Clinton está haciendo en estos momentos es mucho más sobre la historia que sobre la política", afirma la columnista Karen Tumulty. En cierta medida Hillary Clinton ya ha hecho historia. "Si una mujer llega alguna vez a la Casa Blanca será en parte gracias al trabajo de Hillary Clinton en la campaña", afirma la escritora Susan Faludi. Si en este momento de su vida pudiera tener la serenidad y la humildad de dar su ambición por saciada, a los 60 años, podría todavía contribuir de forma muy apreciable a que ahora sea su país el que siga haciendo historia. Obama la necesita.

Los fascistas han llegado sin problemas al poder en Italia"

TODO: Rossana Rossanda, indudablemente, no entiende qué pasó y qué pasa en Italia. El descalabro del Partido Comunista de Italia, el que fuera el más poderoso de Europa,ha abierto las puertas a un gobierno de rapaces y fascistas. Nadie encuentra soluciones para un mundo que ha entrado en un tembladeral social de gran magnitud. Los indocumentados e inmigrantes ilegales huyen de sus países primitivos, y los obreros no los quieren porque trabajan por monedas y extienden la masa de parados.
¿Cuál es la solución? ¿El fascismo? ¿La "democracia"? ¿El capitalismo de estado chino? ¿La caricatura de estado socialista de Corea del Norte? Pensamos que se debe regresar a las "fuentes", en otro nivel, con otras perspectivas, y una larga tarea de hormiga, sin la vocinglería sectaria y burocrática... Tal vez.


Rossana Rossanda

Mar Centenera Garcon
Público

Entró en el Partido Comunista Italiano a los 22 años. Más de medio siglo después, , se interroga en su libro de memorias, La muchacha del siglo pasado (ed. Foca, 2008), qué significó esa elección política a la que se entregó con pasión. "Quería cambiar las cosas en mi país", dice esta mujer valiente, que fue una de las fundadoras de Il Manifesto. Admite que no lo consiguió, pero echa la vista atrás para intentar entender el presente.

¿Cómo se explica que, por primera vez, la izquierda haya quedado fuera del Parlamento?
Sobre todo, por culpa de una ley electoral pésima, que prima a los partidos mayoritarios. Amplios sectores de la población se han quedado sin voz.
¿Cuál es el secreto del éxito de Berlusconi?
Berlusconi es un impresentable, representa que se puede hacer dinero con cualquier cosa, incluso haciendo chanchullos. Su victoria ha sido, sobre todo, la combinación de dos motivos: un giro hacia la derecha de Italia, agigantado por la ley electoral, y la desilusión con el Gobierno Prodi. Italia está dividida en dos desde hace más de 15 años: la mitad vota a la derecha y la otra mitad vota contra la derecha.
Escribe que "si el fascismo puede adaptarse sin traumas a la democracia, también puede suceder lo contrario". ¿Está ocurriendo?
En Italia ya ha ocurrido. No es que tengamos un régimen fascista, porque es un régimen democrático. Pero los fascistas no han encontrado ninguna dificultad en llegar al poder. Tenemos un fascista, o ex fascista ya que no se presenta como tal, nombrado presidente de la Cámara [Gianfranco Fini]. El alcalde de Roma [Gianni Alemanno] es un fascista convencido. No creía que vería esto. Tenemos el peor Gobierno desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué ha habido un trasvase del voto obrero de la izquierda a la Liga Norte?
Porque es antieuropea y promete que no permitirá la deslocalización. Los obreros no pueden permitirse que les cierren las empresas. Están afiliados al sindicato pero votan a la Liga Norte.
Berlusconi y otros dirigentes europeos quieren expulsar a los inmigrantes sin papeles. ¿Cómo ve el aumento de la xenofobia en Europa?
Europa tenía un sistema de protección social que era compartido más o menos por todos los estados democráticos. Pero todo este sistema se ha derrumbado. Y su peso ha recaído sobre los más débiles, que ven al inmigrante como alguien que les quita el trabajo.
¿Por qué ha caído el estado del bienestar?
La UE se ha formado sobre la base del libre mercado y la reducción del gasto público y social. No es un fenómeno oculto, es algo declarado y que hemos aprobado.
¿Hacia dónde mirar para encontrar alternativas? ¿Latinoamérica? ¿Los movimientos sociales?
América Latina no está vinculada por un contrato. Son libres para nacionalizar. En España, si Zapatero quiere hacer lo mismo, la Comisión Europea lo impide. Quien quiera hacer una política alternativa hoy tiene que conocer la situación e ir al origen del problema: analizar a fondo la globalización, este capitalismo que usa al hombre como un instrumento para el beneficio, que lo mercantiliza, lo mercantiliza todo. Ese análisis no se ha hecho.
¿Por eso escribió el libro?
El libro se detiene antes. Quería analizar el recorrido del comunismo porque no se ha hecho ningún tipo de reflexión sobre en qué nos hemos equivocado, por qué. Existe el riesgo de que el comunismo acabe sin dignidad. Llegó un momento en que el PCI dejó de entender dónde estaba la sociedad, qué quería.
Dice que las feministas le reprochaban que hubiese hecho una carrera de hombre, que hubiese cancelado sentimientos, pasiones
No estoy dispuesta a dejar al otro sexo el monopolio de la razón. Lo quiero todo, razón y pasión. Pero entendí que la política usa códigos que han sido escritos sólo por los hombres.
¿La paridad puede cambiar esos códigos?
La paridad es un derecho obvio: las mujeres somos la mitad de la población, así que tenemos que ocupar el 50% de los escaños en el Parlamento.
¿Por qué no ha escrito los cambios de la izquierda en los últimos años? ¿Los escribirá?
La historia actual no se puede escribir con nombres y apellidos, como he hecho. Me gustaría escribir sobre los problemas actuales pero, en definitiva, ahora os toca a vosotros. ¿Tú qué crees?

LA ANARQUÍA SE ADUEÑA DE LÍBANO

El Gobierno da marcha atrás y el Ejército no se atreve a desmantelar la red telefónica de Hezbolá

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Beirut - 11/05/2008

Masnaa, pueblo libanés junto al principal cruce fronterizo con Siria, era ayer la viva imagen de la anarquía que reina en Líbano. Se respiraba el ambiente de una guerra civil que nadie desea, pero que todos azuzan: suníes y chiíes, drusos y cristianos, Irán y Siria, EE UU y Francia. No hay ley ni orden. Sólo odio. A raudales. Miles de desharrapados trabajadores sirios, pobres de solemnidad con sueldos de 250 euros al mes, huían cabizbajos hacia su país cargados de bultos.
En Masnaa, junto a Siria, se respiraba ambiente de guerra civil, sin ley ni orden
Hay calma en los pueblos con una sola confesión. En los mixtos se lucha
En Masnaa, los suníes armados se mostraban desafiantes y justificaban ese éxodo. "No tenemos nada contra los obreros. Lo que pasa es que vienen a ayudar a Hezbolá. Somos 3.000 hombres. Hemos cortado la carretera para que las armas no lleguen a Hezbolá. Cuando ellos abran el aeropuerto de Beirut, dejaremos pasar los vehículos". El más chulo -barrigudo, gafas de sol antiguas, gorra, moderno fusil en mano- se expresa contundente: "A ver si Sarkozy, Mubarak, el rey Abdalá u Olmert, quien sea, bombardea Irán".
Hezbolá, patrocinado por Siria e Irán, ha propinado un golpe muy duro de encajar para el Gobierno prooccidental. Empujado por el líder druso, Walid Yumblat, el Ejecutivo decidió el martes investigar la red de comunicaciones telefónicas establecida por el partido-milicia chií y destituir al militar al mando de la seguridad en el aeropuerto de Beirut, Wafik Choucair. "El Estado no caerá bajo el control de los golpistas", declaró ayer el primer ministro, Fuad Siniora, en alusión al asalto armado de Beirut que los opositores de Hezbolá llevaron a cabo el viernes, cuando, sin apenas esfuerzo, se apoderaron de la mitad oeste de la ciudad. Ni un pelo se ha tocado, esta vez, a los cristianos, residentes en el este. Ha sido una batalla que han librado los musulmanes chiíes y suníes.
Pero cuando habló Siniora, el Gobierno ya había pasado la patata caliente al Ejército, que decidió revocar la decisión oficial. El general Choucair permanecerá como jefe de seguridad del aeródromo y las fuerzas armadas se harán cargo de la red de comunicaciones de Hezbolá -la madre del cordero- "de modo que no dañe el interés público ni la seguridad de la resistencia", precisó en un comunicado. Conseguido su objetivo, y humillado el Gobierno, los milicianos de Hezbolá comenzaron a abandonar sus posiciones en Beirut.
Desde el miércoles, los choques armados han asolado Líbano de norte a sur. En la septentrional Trípoli, pistoleros suníes atacaron ayer la sede del Partido Nacionalista Social Sirio. Diez cadáveres de ambos bandos yacían en el suelo tras el combate. Otras dos personas murieron en un entierro en Beirut. Más de 30 desde que saltó la chispa.
Las llamas de ese fuego se apreciaban a simple vista en el camino desde la frontera de Siria hasta Beirut. Y los rescoldos pueden avivarse en cualquier momento. Las barricadas con enormes piedras y montones de arena en Masnaa fuerzan a dar el primer rodeo. A escasos kilómetros, en Majdal Anjar, jóvenes suníes portadores de palos escrutan a los pasajeros de cada vehículo. Parecen enloquecidos. Los soldados observan desde lo alto de las tanquetas cómo se enseñorean los chavales que corren de un lado a otro. Gritan. Los uniformados no intervienen. No lo hacen contra nadie. Si el Ejército, siempre neutral, osara decantarse por alguno de los bandos, las consecuencias serían catastróficas.
En Barr Elias se repiten las escenas. Y más adelante, en Chtoura, la gente se encoge de hombros por el estampido de un cañonazo. Algunos coches permanecen varados en medio de la carretera. No puede seguirse el camino. Los soldados lo prohíben.
El descontrol es total. El denso humo negro es una nueva señal. La vía vuelve a ser cortada en el pueblo de Qab Elias por un grupo de niños -rondan los 12 años- que han quemado neumáticos sobre el asfalto. Se impone otro rodeo por un camino de arena y la hora entre la frontera y Beirut se convierten en tres de paseo por el fértil valle de la Bekaa.
Es asombroso cómo se transita del ambiente de guerra a una paz absoluta, aunque mezclada con el pánico que estremece a los libaneses. En los pueblos cuya población profesa sólo una confesión la calma era total. En muchas zonas mixtas se luchaba. Celebraban una boda los drusos del pueblo montañoso de Ain Dara y las tiendas abrían sus puertas. Incluso algunas mujeres paseaban por carreteras vacías. Aprovechan porque saben que tampoco están a salvo. Nadie lo está.
La carretera se ensancha al aproximarse al bastión cristiano de Alley. La proliferación de controles militares crece. "¿Qué sucede por allí?", interroga un oficial sobre lo visto a pocos kilómetros, como si ese "por allí" fuera otro mundo. Probablemente lo es. Líbano es un conglomerado de regiones fragmentadas por abruptas cadenas montañosas. Y en cada zona manda un señor feudal. La obediencia es ciega. Los suníes rinden culto a Saad Hariri, hijo de Rafik, el político-magnate asesinado en febrero de 2005; los drusos a Walid Yumblat y a algún otro cacique; los cristianos también están divididos en varios partidos, unos a favor del Gobierno, otros acérrimos rivales. Y la inmensa mayoría de los chiíes profesan a Hezbolá una lealtad inquebrantable.
La llegada a Beirut es deprimente. La ciudad soporta un tráfico insoportable cualquier sábado. Ayer era un páramo. Con soldados y tanquetas por doquier. Nadie paseaba en La Corniche, el paseo marítimo más popular.
Líbano está paralizado. El potente entramado de Hezbolá exige derecho de veto en un Gobierno de unidad. No están conformes con el reparto de poder que rige desde la independencia, en 1943. Entonces, los maronitas sumaban el 54% de la población. Pero hoy la elevada tasa de natalidad de los chiíes ha cambiado el panorama. Se ignoran porcentajes, porque elaborar un censo de población supondría el descalabro del consenso. Siniora rechaza otorgar ese poder de veto a Hezbolá, que en 2006 abandonó el Gobierno y se niega a acudir al Parlamento. No hay acuerdo posible.
La erupción violenta de esta semana seguramente será pasajera. Se han repetido episodios similares desde que Washington, París y Londres impulsaran en la ONU la resolución que decretó el fin de la tutela siria de tres décadas. Fue en septiembre de 2004. Cinco meses después, Rafik Hariri, ex primer ministro, era asesinado. Ahora se acerca la formación del tribunal internacional que juzgará a los responsables. Se ignora la autoría. Pero el Gobierno no alberga dudas: Damasco es culpable. Nadie duda de que el establecimiento del tribunal o sus fallos será la espoleta de una nueva explosión.

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LAS CLAVES DEL CONFLICTO

¿Qué está pasando en El Líbano?

 La fuerte identidad tribal y los odios de la guerra civil complican la convivencia



MÓNICA G. PRIETO

BEIRUT.- Pese a tener el tamaño de la provincia de Huelva, el Líbano concentra en sus 10.000 kilómetros cuadrados los problemas de todo un planeta. La presencia de 18 comunidades religiosas, la fuerte identidad tribal de sus 3,7 millones de habitantes y la herencia de los odios de la guerra civil, finalizada de forma forzada en 1990 tras 15 años de combates, complican hasta el extremo la convivencia en el país de los Cedros. A ello hay que sumar la presión de las grandes potencias, Estados Unidos e Irán, que utilizan el Líbano para dirimir sus disputas y la proximidad de Irak e Israel, factores que condicionan movimientos de sus fuerzas políticas tan extremos como los que hemos visto estos días.

 ¿Cuáles son las facciones en liza?

Desde que el Gobierno de coalición salido de las legislativas de 2005 se rompiera, dos grandes bloques se disputan el poder: la coalición del 14 de Marzo, actualmente la mayoría en el Gobierno, próxima a Occidente y formado por los suníes de la Corriente del Futuro, los cristianos de las Falanges y las Fuerzas Libanesas y los drusos del Partido Socialista Progresista de Walid Jumblatt, y la coalición del 8 de Marzo, respaldada por Siria e Irán y compuesto por los chiíes de Hizbulá y Amal, las facciones cristianas de Michel Aoun y Sleiman Franjie, el Partido Democrático druso y algunas formaciones armenias.

 ¿Cuáles son los orígenes de la crisis?

Dos grandes bloques se disputan el poder: la coalición del 14 de Marzo, actualmente la mayoría en el Gobierno, próxima a Occidente y la coalición del 8 de Marzo, respaldada por Siria e Irán
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En noviembre de 2006, la presión internacional para establecer un tribunal que juzgue el magnicidio de Rafic Hariri –considerado por la oposición un instrumento político para atacar a su aliado sirio- y para aplicar la resolución 1559 que obliga a las facciones armadas a deponer sus armas –y que no sólo debería afectar a Hizbulá, sino también a los palestinos y a las facciones en el Gobierno, todas con milicias propias- fue considerada por los chiíes un intento de atacarles. El 8 de Marzo retiró a sus ministros del Ejecutivo, lo que convirtió al Gabinete en 'ilegítimo' a ojos de la oposición, dado que según la Constitución todo Gobierno debe tener representación de las principales sectas.
Hizbulá y sus socios organizaron un campamento en el centro de Beirut para pedir la dimisión del Ejecutivo en un pulso con el Gobierno que se fue degradando a medida que se sucedían atentados de los que, sin prueba alguna, la mayoría acusaba a Damasco y, en cierto modo, a Hizbulá. La división entre ambas partes, exacerbada por los enfrentamientos sectarios de Irak y los combates interpalestinos, se puso más de manifiesto que nunca con la elección del presidente, que tenía que haberse producido en noviembre. Mayoría y oposición no llegaron a un acuerdo sobre el nuevo jefe del Estado, dejando al país en un vacío político imposible de cubrir pese a las presiones árabes e internacionales.
Con el transcurso de los meses, ambas partes están de acuerdo en que el candidato idóneo para ser presidente es Michel Sleiman, jefe del Ejército, pero condicionan su elección a otros factores, como la formación de un Gobierno de unidad con cuotas de bloqueo, el consenso en los altos cargos del Estado o el cambio de la ley electoral. Durante estos meses de enfrentamiento político, líderes de ambas partes han aludido a la guerra civil como solución en diversas ocasiones.

 ¿Qué ha detonado la violencia?

La presión internacional para establecer un tribunal que juzgue el magnicidio de Rafic Hariri fue considerada por los chiíes un intento de atacarles
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La promulgación de dos decretos gubernamentales que afectan directamente al poder de Hizbulá, un partido político con una rama militar en teoría destinada a la resistencia contra Israel más poderosa que el propio Ejército libanes. El Gobierno libanés decretó hace días la destitución del jefe de Seguridad del aeropuerto, próximo al Partido de Dios, y la ilegalización de la red de comunicaciones propia de Hizbulá, considerada vital para que no sea detectada por Israel. Un día después, la oposición utilizó la convocatoria de una huelga general para lanzar una campaña de desobediencia civil que cerró el aeropuerto y dejó muchos barrios en manos de las milicias. La jornada siguiente, el líder chií Hasan Nasrala afirmó que el Gobierno le había declarado la guerra con sus medidas y exigía la revocación de éstas. Como demostración de fuerza lanzó a sus hombres a las calles, que tras escasos combates con las milicias de la mayoría tomaron con pasmosa facilidad Beirut Oeste en 36 horas.

 ¿Qué fuerzas participan en los combates?

Las fuerzas armadas, única institución multiconfesional que permanece unida, se mantienen al margen de los combates entre facciones para no perder su neutralidad
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Por el momento sólo fuerzas musulmanas: los chiíes de Hizbulá y Amal apoyados por facciones afines como el Partido Nacional Sirio frente a las milicias suníes afines a Saad Hariri, líder de la mayoría, y las drusas de Jumblatt. Los cristianos, también bien armados, se mantienen por el momento al margen de los enfrentamientos.
 ¿Cuál es el papel del Ejército?
Las fuerzas armadas, única institución multiconfesional que permanece unida, se mantienen al margen de los combates entre facciones para no perder su neutralidad, algo que lo escindiría inmediatamente condenando al país a la guerra abierta. Su papel se limitaba a impedir ataques a civiles y a proteger edificios oficiales hasta que ayer su máximo responsable, el general Sleiman, se hiciera responsable de la crisis ayer, revocando bajo su responsabilidad las medidas del Gobierno contra Hizbulá y pidiendo la retirada de hombres armados de las calles, algo que ya está sucediendo. Hoy, sus tropas han recobrado el control de la seguridad aunque la oposición prosigue su movimiento de desobediencia civil, que se traduce en el bloqueo de la carretera al aeropuerto.

¿Qué papel han jugado EEUU e Irán?

Mientras que Irán financia y arma a Hizbulá pero nunca se pronuncia sobre los acontecimientos internos o la política libanesa, la presión de Washington sobre sus aliados (a quienes también apoya con fondos y ayuda militar) para enfrentarse con la oposición chií ha sido notoria. El Gobierno de Bush –el mismo que no para de repetir que "no admitirá injerencias externas" en el Líbano en referencia a Siria, su otro gran enemigo regional- ha animado en diferentes ocasiones a la mayoría a que eligiese un presidente sin contar con la oposición, pese a saber que semejante decisión llevaría al país a una guerra abierta.
Del mismo modo, Washington presiona para la puesta en marcha del Tribunal Internacional sugiriendo la responsabilidad siria en los atentados políticos que éste investiga, aunque los fiscales de Naciones Unidas aún no han señalado a los responsables, lo que refuerza la convicción chií de que la Corte es un instrumento occidental creado por EEUU en su particular guerra contra Damasco y Teherán. De ahí que muchos observadores vean lo ocurrido estos días como otro revés para Washington en la región, como ocurrió cuando tras la invasión reforzó a los chiíes iraquíes (algunos de los cuales hoy combaten a sus tropas) o promovió una guerra entre sus aliados palestinos de Al Fatah contra Hamas –a la que acusa de estar apoyada por Irán- en Gaza. Como explica Robert Fisk en el Independent, "cuando Hamas se convirtió en parte del Gobierno palestino, Occidente lo rechazó y Hamas tomó el control de Gaza. Cuando Hizbulá tomó parte del Gobierno libanés, los americanos lo rechazaron y aquél tomó Beirut Oeste".

¿Cómo se explica la rápida victoria chií?

Las fuerzas chiíes han demostrado una organización militar que supera a la del Ejército regular. En apenas 36 horas culminaban el control del Beirut musulmán incluso en barrios considerados fieles a la mayoría, como Hamra o Clemenceau. Las milicias del 14 de Marzo se han revelado peor armadas e incapaces de acometer un enfrentamiento con Hizbulá –no se debe olvidar que su entrenamiento, desde hace años, se produce sobre el terreno y contra el enemigo regional más poderoso, Israel- al menos en Beirut. Los combatientes de la oposición lo explican de forma sencilla: "Ellos combaten por dinero, nosotros por convicción". En otros puntos del país, donde los suníes o los drusos son mayoritarios, la situación sería diferente.

 ¿Cómo puede evolucionar el conflicto?

Los escenarios son poco halagüeños. En el mejor de los casos, si el Gobierno revocase oficialmente los decretos contra Hizbulá regresaríamos al vacío político anterior sin visos de que los bloques en liza, ahora enfrentados por las armas, deseen volver a la mesa de negociaciones. Una dimisión del Gobierno, algo poco probable dado el expreso respaldo occidental y de sus aliados árabes, tampoco significa un acuerdo inmediato dado que mayoría y oposición tendrían que consensuar la composición del siguiente gabinete. El peor escenario podría ser la dimisión del jefe del Ejército y candidato consensual a la Presidencia, el único líder respetado por los dos bloques y responsable de la unidad de su institución.

 ¿Hay riesgo de un conflicto armado generalizado?

Por desgracia es probable. Las rencillas de la guerra civil, cuyos líderes son los mismos que hoy dirigen los partidos políticos, no están resueltas y esa herencia se suma al carácter tribal de una población que carece de identidad nacional. Es de prever que los crímenes de estos días sean objeto de venganzas familiares en los días sucesivos, aunque es posible que Hizbulá no desee una escalada para preservar su supuesto carácter de resistencia contra Israel, algo ya en entredicho desde el momento en que dirigió sus armas contra otros libaneses.
Por otra parte, un solo ataque contra una oficina cristiana podría arrastrar a los cristianos al enfrentamiento generalizándolo en todo Beirut y todo el país, dada la división de las fuerzas de esta secta religiosa, algunas en la mayoría en el poder y otras con la oposición.