16 noviembre 2009

UNA RAYA EN LA ARENA

Una raya en la arena
Uri Avnery . Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Mahmud Abbas está harto. Anteayer retiró su candidatura para las próximas elecciones presidenciales de la Autoridad Palestina.
Le entiendo.
Se siente traicionado. Y el traidor es Barack Obama.
Hace un año, Obama, cuando fue elegido, despertó grandes esperanzas en el mundo musulmán, entre el pueblo palestino, así como en el campo de la paz israelí.
Por fin un presidente estadounidense que entendía que tenía que poner fin al conflicto israelí-palestino, no sólo por el bien de ambos pueblos, sino principalmente por los intereses nacionales de EE.UU. Este conflicto es en gran parte responsable de la gran ola de odio antiestadounidense que recorre las masas musulmanas de océano a océano.
Todo el mundo pensó que había empezado una nueva era. En lugar del choque de civilizaciones, los ejes del mal y todos los demás lemas estúpidos pero nefastos de la era Bush, se vislumbraba un nuevo enfoque de entendimiento y reconciliación, respeto mutuo y soluciones prácticas.
Nadie esperaba que Obama cambiara la incondicional línea pro israelí por una actitud unilateral pro palestina. Pero todo el mundo pensaba que EE.UU., a partir de entonces, adoptaría un enfoque más imparcial e impulsaría a ambas partes hacia la solución de los dos Estados. Y, no menos importante, que la corriente continua de charlatanería hipócrita y santurrona sería desplazada por una política resuelta, vigorosa y de no provocación pero decidida.
Tan altas como fueron entonces las esperanzas son ahora de profundas las decepciones. Nada de todo eso ha sucedido. Peor todavía: la administración Obama ha demostrado con sus acciones y omisiones que en realidad no es diferente de la administración de George W. Bush.
Desde el primer momento quedó claro que la prueba decisiva sería la batalla de las colonias.
Puede parecer que es una cuestión marginal. Si se tiene que alcanzar la paz en dos años, como asegura la gente de Obama, ¿por qué preocuparse por otras pocas casas más en las colonias que de cualquier forma se desmantelarán? Tonterías.
Pero la congelación de las colonias tiene una importancia mucho más allá de su efecto práctico. Volviendo a la metáfora del abogado palestino: “Estamos negociando la división de una pizza y mientras tanto Israel se está comiendo la pizza”.
La insistencia estadounidense en la congelación de las colonias en toda Cisjordania y Jerusalén oriental era la bandera de la nueva política de Obama. Como en una película del Oeste, Obama trazó una raya en la arena y declaró: “¡hasta aquí y nada más!” Un auténtico cowboy no puede retirarse sin aparecer como un cobarde.
Eso es precisamente lo que ha sucedido. Obama ha borrado la raya que él mismo trazó en la arena. Ha renunciado a la clara exigencia de una congelación total. Benjamín Netanyahu y su gente anunciaron con orgullo –y ruidosamente– que se había llegado a un compromiso, no, Dios nos libre, con los palestinos (¿Quiénes son ellos?), sino con los estadounidenses. Éstos han autorizado a Netanyahu a que construya aquí y allá en aras de la “vida normal”, el “crecimiento natural” para “completar proyectos inacabados” y otros pretextos transparentes de este tipo. No habrá, por supuesto, ninguna restricción en Jerusalén, la capital indivisible de Israel. En resumen, la actividad colonizadora continuará a todo ritmo.
Para echar sal en la herida, Hillary Clinton se tomo la molestia de ir a Jerusalén personalmente a bañar a Netanyahu en una adulación repugnante. No hay ningún precedente de los sacrificios que él está haciendo por la paz, le alabó.
Esto fue demasiado incluso para Abbas, cuya paciencia y autocontrol son legendarios. Han salido las consecuencias.
“Entender todo es perdonarlo todo”, dicen los franceses: Pero en este caso, algunas cosas son difíciles de perdonar.
Ciertamente, uno puede entender a Obama. Está ocupado en una lucha por su vida política en el frente social, la batalla por la seguridad social. El desempleo sigue creciendo. Las noticias de Iraq son malas. Afganistán se está convirtiendo rápidamente en un nuevo Vietnam. Incluso antes de la ceremonia de entrega, el Premio Nobel de la Paz parece una broma.
Quizás siente que no es el momento oportuno para provocar al todopoderoso lobby pro israelí. Obama es un político, y la política es el arte de lo posible. Sería posible perdonarle por esto si admitiera con franqueza que es incapaz de llevar a cabo sus buenas intenciones en este terreno por el momento.
Pero es imposible perdonar lo que en realidad está pasando. No se puede perdonar el escandaloso tratamiento estadounidense al informe Goldstone. Ni la detestable conducta de Hillary en Jerusalén. Ni la mentira de la “moderación” de la actividad colonial. Sobre todo cuando todo esto continúa con un desprecio total hacia los palestinos, como si fueran simples figurantes en un musical.
Obama no sólo ha renunciado a su pretensión de un cambio total en la política estadounidense, sino que en realidad está siguiendo la política de Bush. Y puesto que Obama pretende ser lo contrario de Bush, ésta es una doble traición.
Abbas ha reaccionado con la única arma que tiene a su alcance: el anuncio de que dejará la vida política.
La política estadounidense en el “Gran Oriente Próximo” se puede comparar con una receta de un libro de cocina: “Tome cinco huevos, mézclelos con harina y azúcar…”
En la vida real: Tome una celebridad local, dele la parafernalia de gobierno, celebre “elecciones libres”, entrene a sus fuerzas de seguridad, conviértalo en un subcontratista.
No es una receta original. Muchos regímenes coloniales y de ocupación la han empleado en el pasado. Lo que es tan especial en su uso por los estadounidenses son los accesorios “democráticos” del juego. Incluso si un mundo cínico no creyera una sola palabra, está el público, de regreso a casa, para pensar en ello.
Así se hizo en Vietnam en el pasado. Como se eligió a Hamid Karzai en Afganistán y Nouri Maliki en Iraq. Como se ha mantenido a Fouad Siniora en Líbano. Como se pretendió instalar a Muhammad Dahlan en la Franja de Gaza (pero a quien, en el momento decisivo, se le anticipó Hamás). En la mayoría de los países árabes no es necesaria esta receta, puesto que los regímenes establecidos ya cumplen los requisitos.
Se suponía que Abbas desempeñaría ese papel. Detenta el título de presidente, fue elegido limpiamente, un general estadounidense entrena a sus fuerzas de seguridad. Bien es verdad que en las siguientes elecciones parlamentarias su partido resultó derrotado, pero los estadounidenses simplemente ignoraron el resultado y los israelíes encarcelaron a los parlamentarios indeseables. El espectáculo debe continuar.
Pero Abbas no está satisfecho con el papel de huevo de la receta estadounidense.
Le conocí hace 26 años. Tras la Primera Guerra de Líbano, cuando nosotros (Matti Peled, Ya’acov Arnon y yo) fuimos a Túnez para reunirnos con Yasser Arafat, vimos primero a Abbas. Este era el caso cada vez que acudimos a Túnez después de esto. La paz con Israel era el “escritorio” de Abbas.
Las conversaciones con él siempre fueron sin rodeos. No nos hicimos amigos, como con Arafat. Ambos tenían caracteres muy diferentes. Arafat era extrovertido, una persona cálida a quien le gustaban los gestos personales y el contacto físico con la gente con la que hablaba... Abbas es una persona introvertida y autocontrolada que prefiere mantener a la gente a distancia.
Desde el punto de vista político no hay una diferencia real. Abbas sigue la línea fijada por Arafat en 1974: un Estado palestino dentro de las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como capital. La diferencia está en el método. Arafat creía en su capacidad para influir en la opinión pública israelí. Abbas se limita a tratar con los gobernantes. Arafat creía que tenía que guardar en su arsenal todos los medios posibles de lucha: negociaciones, actividad diplomática, lucha armada, relaciones públicas, maniobras de distracción. Abbas pone todo en la misma cesta: las negociaciones de paz.
Abbas no quiere convertirse en un “Mariscal Petain” palestino. No quiere liderar un régimen de Vichy local. Sabe que está en una pendiente resbaladiza y ha decidido parar antes de que sea demasiado tarde.
Creo, por lo tanto, que su intención de abandonar el escenario es grave. Creo su afirmación de que no es sólo una táctica de negociación. Puede cambiar su decisión, pero sólo si está convencido de que las reglas del juego han cambiado.
Obama se ha quedado totalmente sorprendido. Esto no había sucedido nunca: un cliente estadounidense, totalmente dependiente de Washington, de repente se rebela y pone condiciones. Es exactamente lo que Abbas ha hecho ahora, cuando ha reconocido que Obama no está dispuesto a cumplir la condición más básica: la congelación de las colonias.
Desde el punto de vista estadounidense, no hay sustituto. Ciertamente hay algunas personas capaces en el liderazgo palestino, así como corruptos y colaboracionistas. Pero no hay ninguno que sea capaz de aglutinar a su alrededor a toda la población de Cisjordania. El primer nombre que surge siempre es el de Marwan Barghouti, pero está en prisión y el gobierno israelí ya ha anunciado que no le liberarán ni aunque resulte elegido. Además, tampoco está claro que tenga la voluntad de desempeñar ese papel en las condiciones actuales. Sin Abbas, la receta estadounidense se desmorona.
Netanyahu también se quedó totalmente sorprendido. Desea falsas negociaciones, carentes de sustancia, como un camuflaje para profundizar la ocupación y expandir las colonias. Un “Proceso de Paz” como sustituto de la paz. Sin un líder palestino reconocido, ¿con quien va a “negociar”?
En Jerusalén, todavía hay esperanzas de que el anuncio de Abbas sea meramente una estratagema, que será suficiente con arrojarle unas migajas para hacerle cambiar de opinión. Parece que no conocen realmente a este hombre. Su amor propio no le permitirá dar marcha atrás, a menos que Obama le conceda un logro político serio.
Desde el punto de vista de Abbas, el anuncio de su retirada es el arma del Día del Juicio Final.

13 noviembre 2009

LOS CHANTAS E HIPÓCRITAS AL DESCUBIERTO

Israel: del teatro absurdo al circo

Seguramente Shimon Peres se imaginó una función de gala cuando programó la Convención del Presidente puesta en marcha esta última semana en Jerusalén. La presencia de distinguidos líderes de renombre internacional constituía la escenografía más apropiada para presentar el Israel moderno, tolerante, respetuoso, y como un símbolo de quienes persiguen desesperadamente la paz. Lamentablemente, el verdadero carácter israelí y la coyuntura política resultado de los sectores dominantes del quehacer en Cisjordania le jugaron una mala pasada. El disparatado cambio de roles junto a un libreto desvinculado totalmente de la realidad, crearon un ambiente típico de un teatro del absurdo que, con el agregado de intentos de malabarismo y acrobacia circenses, terminaron confusamente entre una payasada a una farsa.
Shimon Peres, premio Nobel de la Paz, ilustre promotor de los acuerdos de Oslo como motores de la paz con los palestinos, irrumpió en escena con la pálida función de suplente del menospreciado y boicoteado canciller de Israel, Avigdor Liberman. En un emotivo discurso trató de persuadir al mundo que Benjamin Netanyahu, quien lucha desesperadamente por la renovación de las negociaciones con los palestinos para que no se encuentre ninguna solución, es la imagen más cercana a una paloma con una rama de olivo en su pico. En su delirio, el presidente Peres prometió que Israel hará lo imposible por la anhelada paz basada en dos estados para dos pueblos que tanto sueña la gran mayoría de su población.
Como ciudadano más representativo del país, en sus palabras salió a relucir el temperamento altamente arrogante que caracteriza a la sociedad israelí de nuestros días. Haciendo caso omiso a normas mínimas de recato diplomático, en el plenario de las discusiones Shimon Peres humilló groseramente al ex presidente español José Maria Aznar ironizando su magistral progreso que le permitió hablar 10 minutos seguidos en inglés.
Los acontecimientos que se sucedieron los mismos días de la convención, e inmediatamente con su cierre, no hubiesen podido ser más propicios para poner en ridículo la investidura del Presidente que tanto alaba la inclinación israelí a concesiones y renuncias para conseguir la paz.
Esta embustera predisposición Israelí, según la fórmula de Peres y Netanyahu, tiene una clara manifestación en la disputa territorial con los palestinos. Según una fuente fidedigna del Ministerio de Defensa, en Cisjudea “estamos en presencia de una fiebre de construcción de asentamientos sin ninguna autorización oficial y transgrediendo las leyes”. Según el informante,“la consigna que guía la acción es: todo quien puede, construye. Todo se hace para crear una masa crítica que impida cualquier desalojo en el futuro”. (1)
El acto de juramento de nuevos reclutas de la Brigada Kefir dio lugar a que nuevamente se ponga de manifiesto la preponderancia del poder de los rabinos por sobre los mandos naturales del ejército en Cisjudea. En plena ceremonia, muy simbólicamente delante del muro de los lamentos, un grupo de soldados novatos degradaron públicamente a los altos mandos militares demostrando su soberbia y osadía cuando desplegaron una enorme pancarta con un claro mensaje que el ejército no va a intervenir más en el desalojo de asentamientos judíos en Cisjudea. Ante tan claro acto de rebeldía militar, el asombro de los encumbrados oficiales fue tal que durante la ceremonia no atinaron a ninguna respuesta en tanto que amplios sectores de la población festejaron el hecho y se manifestaron en apoyo de los insurrectos soldados. Los soldados rebeldes proclamaron: “La unidad Sanson no desaloja Homesh (asentamiento desalojado en 2005)".
A la hora de tomar una decisión, el coronel Oren Avman, comandante de la Brigada, tenía muy claro que hace tiempo que en Cisjudea una kipá en la cabeza de un soldado que sueña con conquistar la Gran Israel pesa mucho más que los bronces en la charretera o las condecoraciones en el pecho de un general preocupado por la disciplina militar. En un juicio relámpago ubicaron a dos soldaditos como chivos expiatorios y fueron condenados a la irrisoria pena de unos pocos días de calabozo y el traspaso a otra unidad del ejército. El mensaje a las tropas es claro: de aquí en más todo cumplimiento de una orden del general está condicionado al previo consentimiento del rabino.
La perlita quedó reservada para este principio de semana. El chiste de peor gusto y la cachetada más sonora, los recibió Peres de boca del famoso locutor y cantante Dudu Elharar. En una artimaña periodística, fue entrevistado por estudiantes camuflados que fueron movilizados por el movimiento Paz Ahora para que el público pueda compenetrarse directamente de las posiciones de los sectores que se oponen a los acuerdos de paz y promocionan la colonización judía de toda Cisjudea.
He aquí algunas de sus más sobresalientes expresiones: “Si fuese juez, dictaminaría pena de muerte a Yosi Beilin (ex líder del partido de izquierda Meretz y uno de los arquitectos del acuerdo de Oslo durante el gobierno de Rabin), al profesor Zeev Shternhal (conocido catedrático que periódicamente se expresa en contra de la colonización judía de Cisjudea y meses atrás fue herido en un atentado con una bomba en su domicilio) y a Guidon Levy (renombrado periodista que informa semanalmente de las brutalidades de la conquista israelí sobre la población civil palestina)”. Posteriormente agregó: “Si pudiese, ordenaría matar a Ariel Sharon en la plaza central de la ciudad”. (2)
El grado de descomposición de la sociedad israelí se puede palpar perfectamente por el hecho de que los únicos investigados fueron quienes grabaron las declaraciones por medio de un ardid, en tanto que quien es responsable de tan horrendas expresiones recibe apoyo de amplios sectores de la población. Peor aún es el llamativo silencio de muchos medios de difusión, especialmente de aquellos que informan la colectividad judía en la diáspora, que seguramente recordarán las trágicas consecuencias que tuvo el silencio y apoyo tácito del periodismo cuando ese tipo de consignas se anidaron en el liderazgo de sus países.
Lamentablemente, el Estado que demanda ser reconocido como judío está demostrando al mundo en repetidas oportunidades que algunos de sus valores primordiales son: humillar, fingir, conquistar y matar. Notas: (1) Amos Harel (diario Haaretz, 23-10-09). (2) Diario Haaretz, 26-10-09.
La fuente: Daniel Kupervaser es editor del blog
Ojalá me equivoque, dedicado a la discusión de los temas centrales de la sociedad israelí.

LAS MENTIRAS DE PERES (Y DE TODOS LOS POLITICOS ISRAELÍES)

TODO: El señor Peres es un pequeño hipócrita. Mezclado en todos los chanchullos habidos y por haber en el estado sionista, se caracteriza por representar en todas sus intervenciones públicas, la tv, la radio, asambleas y en los diarios. Especialista en decir y desdecirse, en prometer y olvidar sus promesas y anuncios, su nombre se ha convertido en sinónimo de falluto, doble cara y amoral. El artículo que presentamos lo demuestra sin demasiado esfuerzo...(Andrés Aldao)

Simon Peres, un gran mentiroso para una gran mentira

Ángel Kohan


Las mentiras cotidianas nos ayudan a convivir. Si nuestra vecina es gorda o fea, obviamente, no se lo diremos. A diario nos mostramos falsos o hipócritas. Unos más y otros menos.
No es el caso de Simon Peres, que siempre ha tenido, y sigue teniendo, la incapacidad absoluta de decir alguna vez una verdad.
Isaac Rabin, su compañero de viaje, uno de sus socios en la obtención del Premio Nobel de la paz, y que fue dos veces Primer Ministro israelí, en su libro autobiográfico cuenta: «Ya entonces conocí a Peres, su carácter y sus valores. No creí ni una sola de sus palabras» (Isaac Rabin, Libreta de Servicios, 1979, ediciones Maariv, en hebreo, página 417).
Peres lleva más de 65 años en la vida pública sionista. Superó a Ben Gurión, Sharon, Rabin, Reagan y Bush.

Las mentiras de Peres

1. Las colonias
Considerado el padre de las colonias israelíes en los Territorios Ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza, en 1974 promovió y fundó la primera colonia israelí, Kdumim, en pleno corazón de Cisjordania.
Pero para mentir tiene su propia metodología. En 1996, durante los últimos meses de la administración Peres, el ministro de vivienda Ben Eliezer, cuando anunció los planes para Har Homa (ampliación del programa Rabin-Peres de extender la Gran Jerusalén en todas direcciones hasta absorber Maalé Adumin (al este), Guivat Zeev (al norte), Beitar (al sur) y más allá, explicó: «El Partido Laborista lo hace todo silenciosamente, con la protección absoluta del Primer Ministro (Peres), utilizando expresiones como ‘desarrollo natural’, en lugar de ‘nuevas colonias’». (Haaretz, 10 de abril de 2001).
En el gobierno de Sharon-Peres (2001) las tareas de la mentira y el ocultamiento del proyecto se le asignaron a Peres (entonces ministro de Relaciones Exteriores). El proyecto de la Gran Jerusalén en la actualidad ocupa casi un tercio del total de Cisjordania.
Junto a Sharon (como socio de éste en sus dos mandatos), completó su obra, anexando el 58% de los territorios de Cisjordania, construyendo el muro de la limpieza étnica, lo que permite no sólo la anexión de los territorios, sino también la apropiación de las fuentes acuíferas de la región. Los puestos militares de control, asesinatos y detenciones están a la orden del día.
2. La industria armamentista y la bomba atómica
Su historial comienza como responsable del reclutamiento, compra y producción de armamento para la Haganah-Palmaj, que era la fuerza de choque del sionismo junto con el Irgún (de Menahem Begin) y los ejecutores de las masacres y la expulsión de la población palestina, predecesores directos de lo que actualmente es el ejército israelí.
Continuó siendo hombre de confianza de Ben Gurión y cumpliendo funciones al frente del ministerio de Defensa. Dos nombres importantes a tener en cuenta: en 1949, el de Nes Tziona, donde se creó el centro de investigaciones bacteriológicas con fines bélicos que todavía existe.
El segundo nombre es el de Dimona, la primera central nuclear en Israel, inaugurada a mediados de la década de los 60 con la ayuda de Francia. Ésta última era entonces la principal proveedora de armamento (aviones como el Mirage y lanchas de guerra), como agradecimiento a la colaboración de Israel en la invasión de la Península del Sinaí en 1956.
Los principales instigadores de dicha invasión fueron Simon Peres y Moshe Dayan, como se desprende de la biografía de Ben Gurión (Ben Gurión, 1977, Michael Bar Zoar, Am Oved, hebreo, página 1.251).
Peres, en su serie de mentiras, ha dicho en reiteradas oportunidades que Israel no sería el primer país de Oriente Medio que poseería la bomba atómica, a pesar de su capacidad tecnológica para fabricarla.
El periodista Shlomo Slutzky, corresponsal del diario Clarín en Israel, informó de que «Simon Peres, ex jefe del gobierno israelí, reconoció ayer, indirectamente y por primera vez en público, que Israel posee potencial atómico bélico». «Israel no habría llegado a los acuerdos de Oslo sin su potencial atómico», dijo Peres aludiendo a que «sin un Israel fuerte no habría sido posible el proceso de paz con los árabes». Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) firmaron en Oslo, en 1993, un acuerdo sobre la autonomía palestina cuya aplicación está estancada desde entonces.
«’Desarrollamos la opción nuclear no para llegar a Hiroshima, sino para llegar a Oslo’, dijo el ex Primer Ministro laborista admitiendo indirectamente la existencia de armamento nuclear», (Clarín, 15 de julio de 1998). Como es de público conocimiento, con o sin su arsenal atómico, Oslo sigue siendo parte de otra gran mentira (ver más abajo).
Hay que recordar que en 1986, Mordejai Vanunu, un joven estudiante que trabajó como técnico en el reactor nuclear, entregó al Sunday Times de Londres una importante serie de fotografías y datos específicos que había recopilado durante años de trabajo y de las que se desprenden pruebas fehacientes de que Dimona es un reactor de uso militar y que Israel tendría en su poder, como mínimo, un centenar de bombas atómicas preparadas para dispararlas sobre misiles tierra-tierra. Vanunu fue secuestrado poco después en Roma por agentes del Mossad (servicio de inteligencia israelí), durante el gobierno de Simon Peres. Vaanunu fue condenado por traición y puesto en prisión en difíciles condiciones y en total incomunicación.
E Irán se convirtió de repente, en boca de Peres, en un monstruo
Sus mentiras le llevan a declaraciones que rayan la criminalidad, cuando banaliza el Holocausto. Cuando fue recibido por Barack Obama declaró que «Como judío no puedo dejar de comparar a Irán con el régimen nazi». Tal comparación es absurda, mentirosa y linda con lo criminal, al mejor estilo de la Hasbará (la propaganda israelí).
El régimen iraní no asesino a seis millones de judíos y tampoco es un régimen antisemita (existen comunidades judías que viven en Irán). Tampoco agredió a otros países. Recordemos que la guerra contra Iraq fue provocada por Sadam Hussein.
Invirtiendo la analogía de Peres, si decimos que los nazis no fueron peores que el régimen iraní, podemos pensar y decir que el Holocausto no fue tan terrible...
Recordemos los «NO» de Israel al respecto:
NO a la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear.
NO a la apertura del reactor nuclear de Dimona para su inspección y control internacionales por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
NO al cese inmediato de toda actividad productiva en el campo del armamento de destrucción masiva.
NO al comienzo del desarme unilateral israelí con el desmantelamiento de las bombas almacenadas y ya listas para su lanzamiento.
NO a la publicación de cualquier información concerniente al almacenamiento y destino de los residuos nucleares.
Ahora es precisamente Simon Peres quien pide al mundo (y a Barack Obama) que haga desaparecer el peligro atómico iraní.
3. Oslo y el Premio Nobel
Luego de las conclusiones a las cuales llegaron Peres y Rabin, como consecuencia de la Intifada de 1987, reconocieron a la Organización de Liberación de Palestina y aceptaron en 1993 el llamado Acuerdo de Oslo.
Dicho acuerdo fue violado inmediatamente por Israel al no cumplir fundamentalmente con la tercera etapa del mismo, que era la retirada de Israel de todos los territorios y la conformación de un Estado palestino, entre otros puntos, como el no establecimiento de una ruta de conexión entre los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza, o lo que es peor, las colonias continuaron con toda su intensidad.
Peres y Rabin, nunca tuvieron la intención de llegar a un acuerdo justo con el pueblo palestino.
Shlomo Ben Ami, ministro en el gobierno de Ehud Barak y negociador principal de Barack en Camp David, declaró: el «proceso de paz de Oslo» tuvo como objetivo establecer «una dependencia colonial permanente» en los territorios ocupados, con algún tipo de autonomía local. Este acuerdo les valió, en principio, a Rabin y Arafat, la nominación al Premio Nobel. En el ínterin, Peres hizo todas las gestiones para que dicho premio se le concediera también a él, como así ocurrió.
Años más tarde, con la sociedad Sharon-Peres, a partir del 2001 y a raíz del cerco a la Muqata y la muerte de Arafat declararon:
Hanna Kristine Kvanmo, miembro activa del Comité Nobel de la Paz: «Desearía que fuese posible que pudiéramos retirar el premio... Lo que está ocurriendo hoy en Palestina es grotesco e increíble. Peres es responsable, en tanto que miembro del gobierno. Ha expresado su acuerdo con el primer ministro Ariel Sharon. Si no hubiera estado de acuerdo con Sharon habría debido retirarse del gobierno» (Agencias, Oslo, Noruega, 10 de abril de 2002).
El presidente del Comité Nobel, Geir Lundestad, fue categórico: «Un galardonado con premio Nobel de la Paz muerto por las acciones de otro galardonado» (BBC Mundo, 5 de abril de 2002).
4. Líbano
En 1982, Rabin y Peres dieron su apoyo y sus consejos al ataque de Begin y Sharon a Líbano, así como a la decisión de mantener una «zona de seguridad», la cual se mantuvo hasta el año 2000 (27 años). Esta invasión dejó un saldo de más de 20.000 muertos libaneses, el sur de Líbano devastado y Beirut en ruinas; y se remató con la masacre de Sabra y Chatila.
En 1985, bajo su mandato efectuó la operación Puño de Hierro en los territorios del sudeste libanés, ocupados en ese momento por Israel, violando las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU. El objetivo, según los altos mandos israelíes, eran los llamados «terroristas aldeanos». En este caso, los crímenes de Peres se despeñaron por los nuevos derroteros de la «brutalidad calculada» y el «asesinato arbitrario».
En 1996, después del asesinato del primer ministro Rabin, para asegurar su elección (que no logró) inició un ataque a Líbano, en la localidad de Qana, causando decenas de muertos y refugiados.
El crimen de guerra más señalado fue su responsabilidad directa como Primer Ministro en el bombardeo de la oficina principal de la ONU en el pueblo de Qana. Más de 800 vecinos de la aldea buscaron refugio en el edificio de la ONU para escapar del fuego israelí. Asesinaron a 106 personas en la matanza y por lo menos 110 resultaron heridas.
5. Irangate y los contras
Israel proveyó de armas y colaboró con la policía secreta del régimen del Sha en todas sus formas.
Luego de la Revolución Iraní (que derrocó al Sha) siguió aprovisionando a Irán de repuestos y armamentos, por un importe de 500 millones de dólares al año. En ocasiones vendió armamento que los estadounidenses le habían prohibido vender.
Peres y su íntimo colaborador y periodista, Amiram Nir, fueron los principales protagonistas de la operación denominada Irán-Contra. Con los beneficios de las ventas de armas a Irán, el gobierno de EE.UU. subvencionó la formación de los contras en Nicaragua.
Amiram Nir desapareció en un misterioso accidente de aviación, en México, sin dejar rastro.
6. Gaza
Fue el principal socio del gobierno que provocó la masacre de Gaza.
«Lo único que quiere Israel es ser ‘un pueblo normal’, la operación militar sobre Gaza no tiene otro objetivo que evitar el lanzamiento de cohetes», ha asegurado el presidente de Israel, Simon Peres.
Pero sigue mintiendo.
Un pueblo normal, un gobierno democrático, frente a las atrocidades cometidas en Gaza, no hubiese negado la colaboración con la investigación de la Comisión Goldstone, como hizo el gobierno Israelí. ¿No es cierto, Sr. Simon Peres?
7. Terrorismo de Estado y la muerte de Arafat
Simon Peres, canciller de Sharon a partir de 2001, avaló el terrorismo de Estado israelí, las matanzas de palestinos durante la Intifada de Al Aqsa y el cerco militar al presidente Arafat.
El asedio, la falta de agua, de alimentos y de medicamentos, la falta de atención médica, los cortes de electricidad y de los teléfonos, los múltiples bombardeos y violaciones a la sede presidencial (Muqata, en Ramala), fueron los hechos que precedieron la muerte de Arafat, coronada con un envenenamiento.
Se acusa a Sharon, y con justicia.
Ésta se basa en la intención manifestada abiertamente por el Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, de eliminar a Yasser Arafat. En la primavera de 2002, el general Sharon lanzó una nueva amenaza. Sólo la promesa que debió hacer al presidente George W. Bush le impedía llevarla a la práctica. Durante el año nuevo judío de 2004, el Primer Ministro insistía: «Arafat será expulsado de los territorios». ¿Expulsado o asesinado? Sharon recordó que Israel había asesinado al jeque Ahmed Yassin, jefe espiritual de Hamás, luego a su sucesor Abdel Aziz Rantisi. ¿Existe alguna diferencia entre Arafat, Yassin y Rantisi? Respuesta: «No veo ninguna. Así como actuamos contra esos asesinos, actuaremos contra Arafat» (Yediot Aharonot, Tel Aviv, 14 de septiembre de 2004).
A principios de noviembre de 2004, el periodista Uri Dan, un confidente de Sharon, escribió que este último «anunció a Bush que ya no se consideraba obligado a respetar lo que le había prometido durante su primer encuentro en marzo de 2001» (a saber): no atacar a Arafat. El presidente Bush señaló que tal vez era preferible dejar el destino de Arafat en manos del Todopoderoso, a lo que Sharon respondió «que a veces había que ayudar al Todopoderoso» (Maariv, Tel Aviv, 4 de noviembre de 2004).
En la Muqata habían tomado en serio esas declaraciones, más aún cuando la unidad de élite del ejército israelí, la Sayeret Matkal, se entrenaba para un eventual asalto al cuartel general de Arafat y, llegado el caso, para asesinarlo. El general Sharon incluso habría asistido a una de esas prácticas. Y nadie ignoraba cuánto lamentaba haber «dejado escapar» a Arafat durante el sitio de Beirut en 1982. El ministro de Defensa Shaul Mofaz y el ministro de Relaciones Exteriores Sylvan Shalom preconizaban también su asesinato. Y el corresponsal militar del segundo canal de televisión, Rony Daniel, describía a Arafat como «un muerto que camina»...
Un portavoz del gobierno israelí aseguró el fin de Arafat y determinó el necesario rol de la división del frente interno palestino al afirmar que: «Los planes del Gobierno de Ariel Sharon ya se han comunicado a Estados Unidos. Si Arafat continúa minando a Mahmud Abbas (actual presidente) reconsideraremos su localización y su inmunidad» (El Mundo, España, 13 de julio de 2003).
Los cómplices de Sharon fueron Simon Peres, el cual ni siquiera expresó sus condolencias, Shaul Mofaz y Ehud Olmert.
8. Simon Peres y America Latina
Israel ve a America Latina bajo los siguientes aspectos:
a. Como un mercado para la venta de armas. Vendió a los regímenes criminales de Argentina y Chile. Vende armas y asesora a Colombia.
b. Como agente de injerencia en los asuntos internos allí, donde a EE.UU. le resulta difícil maniobrar. Como en el caso de Nicaragua y otros países de América Central.
c. Como abastecedor de materias primas para su industria militar y nuclear. Brasil se dedicará a la fabricación de submarinos nucleares y Argentina se especializa en la fabricación de reactores nucleares, agua pesada (Israel esta construyendo su tercer reactor atómico) y para la obtención de uranio.
d. Como base de asentamiento de sus industrias estratégicas. Las principales industrias israelíes sufrieron en los últimos años un proceso de privatización que junto con una escalada con un ataque a Irán y/o Hezbolá en Líbano, ven peligrar sus empresas. Grandes empresas de armamentos, disfrazadas de empresas de electrodomésticos (Electra, Tadirán, etcétera), se radicaron en Argentina.
e. En los próximos meses esta programada la visita del presidente iraní a Sudamérica, y probablemente la de Peres sea «preventiva».
Conclusiones
Simon Peres, que se unió al gobierno de Sharon sirviéndolo con lealtad, diseminando por el mundo el mito de que Sharon es un hombre de paz, abriéndole el camino en Washington y apadrinando todas sus atrocidades: los asesinatos selectivos, la demolición de casas, la ampliación frenética de las colonias, es, según mi criterio, el personaje mas siniestro en la historia del sionismo.
Simon Peres tiene la mayor parte de la responsabilidad en la creación y consolidación de los crímenes de Israel. No se opone ni se opuso al asesinato de líderes palestinos. No se opuso a la «desaparición» de Arafat. No se opone a la demolición de casas.
Por años, sostuvo la llamada «Opción Jordania», que ignoraba la existencia del pueblo palestino. Luego estrechó la mano de Arafat e inventó el concepto de «el Nuevo Oriente Medio».