03 julio 2008

EL GOBIERNO DE BUSH ACELERA SUS ACTIVIDADES SECRETAS CONTRA IRÁN




Seymour M. Hersh New Yorker
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


A fines del año pasado, el Congreso de EE.UU. accedió a una solicitud del presidente Bush para financiar una importante escalada de las operaciones clandestinas contra Irán, según actuales y antiguas fuentes militares, de inteligencia, y del Congreso. Esas operaciones, para las que el presidente pidió hasta cuatrocientos millones de dólares, fueron descritas en una directiva presidencial firmada por Bush, y tienen el objeto de desestabilizar a la dirigencia religiosa del país. Las actividades clandestinas involucran el apoyo a la minoría árabe a ahwazi y a los grupos baluchis y otras organizaciones disidentes. También incluyen la recolección de inteligencia sobre el presunto programa de armas nucleares de Irán.

Las operaciones clandestinas contra Irán no son nada nuevo. Las fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. han estado realizando operaciones a través de la frontera desde el sur de Iraq, con autorización presidencial, desde el año pasado. Han incluido la captura de miembros de Al Quds, la sección de comandos de la Guardia Revolucionaria Iraní, llevándolos a Iraq para ser interrogados, y la busca de “objetivos de alto valor” en la guerra del presidente contra el terror, que pudieran ser capturados o asesinados. Pero la escala y el alcance de las operaciones en Irán, que involucran a la Agencia Central de Inteligencia y al Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC), han sido expandidas significativamente, según responsables actuales y anteriores. Muchas de estas actividades no son especificadas en la nueva Directiva, y algunos dirigentes del Congreso han tenido dudas serias sobre su naturaleza.

Bajo la ley federal, una Directiva Presidencial, que es altamente confidencial, debe ser emitida cuando es iniciada una operación clandestina de inteligencia y, por lo menos, debe ser dada a conocer a dirigentes demócratas y republicanas en la Cámara de Representantes y el Senado y a los miembros de la categoría correspondiente de los respectivos comités de inteligencia – la así llamada Banda de los ocho. El dinero para la operación puede entonces ser reprogramado de anteriores apropiaciones, tal como es necesitado, por los relevantes comités del Congreso, que también pueden ser informados.

“La Directiva se concentraba en el debilitamiento de las ambiciones nucleares de Irán y en el intento de debilitar al gobierno mediante el cambio de régimen,” dijo una persona familiarizada con su contenido, e involucraba “el trabajo con grupos opositores y la entrega de dinero.” La Directiva posibilitaba toda una nueva gama de actividades en el sur de Irán y en las áreas, en el Este, donde la oposición política baluchi es fuerte, dijo.

Aunque algunos legisladores se sintieron inquietos por aspectos de la Directiva, y “hubo una cantidad significativa de discusiones a alto nivel” al respecto, según la fuente familiarizada con ella, el financiamiento para la escalada fue aprobado. En otras palabras, algunos miembros de la dirigencia demócrata – el Congreso ha estado bajo control demócrata desde las elecciones de 2006 – estuvieron dispuestos, en secreto, a estar de acuerdo con el gobierno en la expansión de actividades encubiertas dirigidas contra Irán, mientras que el presunto candidato del partido a la presidencia, Barack Obama, ha dicho que está a favor de conversaciones directas y diplomacia.
La solicitud de financiamiento llegó en el mismo período en el que el gobierno estaba enfrentado a un Cálculo Nacional de Inteligencia [NIE], publicado en diciembre, que concluyó que Irán había detenido su trabajo en armas nucleares en 2003. El gobierno minimizó la importancia del NIE y, mientras decía que estaba comprometido con la diplomacia, siguió subrayando que una acción urgente era esencial para contrarrestar la amenaza nuclear iraní. El presidente Bush cuestionó las conclusiones del NIE, y altos responsables de la seguridad nacional, incluyendo al Secretario de Defensa, Robert Gates, y la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, hicieron declaraciones semejantes. (También las hizo el senador John McCain, presunto candidato republicano a la presidencia.) Mientras tanto, el gobierno también resucitó acusaciones de que la dirección iraní ha estado involucrada en la muerte de soldados estadounidenses en Iraq: tanto directamente, al enviar unidades de comandos a Iraq, e indirectamente, suministrando materiales utilizados para bombas al borde de la ruta, y otros artículos letales. (Ha habido preguntas sobre la exactitud de las afirmaciones; el Times, entre otros, ha informado que “siguen existiendo incertidumbres significativas sobre la dimensión de esa participación.”)

Dirigentes militares y civiles en el Pentágono comparten la preocupación de la Casa Blanca por las ambiciones nucleares de Irán, pero existe desacuerdo sobre si un ataque militar es la solución correcta. Algunos responsables del Pentágono creen, como han informado al Congreso y a los medios de información, que el bombardeo de Irán no es una reacción viable al tema de la proliferación nuclear, y que se necesita más diplomacia.

Un senador demócrata me dijo que, a fines del año pasado, en una reunión de almuerzo informal, el Secretario de Defensa Gates se reunió con el grupo demócrata del Senado. (Tales reuniones son realizadas con regularidad.) Gates advirtió sobre las consecuencias si el gobierno de Bush realiza un ataque preventivo contra Irán, diciendo, según recuerda el senador: “Crearemos generaciones de yihadistas, y nuestros nietos estarán combatiendo contra nuestros enemigos aquí en EE.UU.” Los comentarios de Gates sorprendieron a los demócratas en el almuerzo, y otro senador preguntó si Gates hablaba en nombre de Bush y del vicepresidente Dick Cheney. La respuesta de Gates, me dijo el senador, fue: “Digamos solamente que aquí hablo por mí mismo.” (Un portavoz de Gates confirmó que discutió las consecuencias de un ataque en la reunión, pero se negó a referirse a lo que dijo, aparte de disputar la caracterización del senador.)

El Estado Mayor Conjunto, cuyo jefe es el almirante Mike Mullen, estaba “afrontando fuertemente” la presión de la Casa Blanca para emprender un ataque militar contra Irán, me dijo la persona familiarizada con la Directiva. Asimismo, un asesor del Pentágono involucrado en la guerra contra el terror dijo que “por lo menos diez altos oficiales navales y generales, incluyendo comandantes combatientes” – los oficiales de cuatro estrellas que dirigen operaciones militares en todo el mundo – “han intervenido sobre el tema.”

El más franco de esos oficiales es el almirante William Fallon, quien hasta hace poco era jefe del Comando Central de EE.UU., y por lo tanto estaba a cargo de las fuerzas estadounidenses en Iraq y Afganistán. En marzo, Fallon renunció bajo presión, después de dar una serie de entrevistas en las que declaró sus reservas sobre un ataque armado contra Irán. Por ejemplo, a fines del año pasado dijo al Financial Times que el “verdadero objetivo” de la política de EE.UU. era cambiar la conducta de los iraníes, y que “atacarlos como medio para lograrlo no me parece ser la primera alternativa.”

El almirante Fallon reconoció, cuando hablé con él en junio, que había oído que hubo gente en la Casa Blanca que se molestó por sus declaraciones públicas. “Demasiada gente cree que hay que estar a favor o contra los iraníes,” me dijo. “Seamos serios. Ochenta millones de personas viven allí, y cada uno es un individuo. La idea de que sean sólo de una manera u otra es una tontería.”

Respecto a la guerra en Iraq, Fallon dijo: “¿Me quejé sobre algunas de las cosas que estaban siendo propuestas? Puedes apostar a que lo hice. Algunas de ellas eran muy estúpidas.”

El acuerdo de la dirigencia demócrata de comprometer cientos de millones de dólares para más operaciones secretas en Irán fue notorio, considerando las preocupaciones generales de responsables como Gates, Fallon, y muchos otros. “El proceso de control no ha mantenido el ritmo, ha sido cooptado” por el gobierno, dijo la persona familiarizada con el contenido de la Directiva. “El proceso está roto, y lo que estamos autorizando es un asunto peligroso.”

Demócratas importantes en el Congreso me dijeron que estaban preocupados por la posibilidad de que su entendimiento de lo que representan las nuevas operaciones difiere del de la Casa Blanca. Un problema tiene que ver con una referencia en la Directiva, recuerda la persona familiarizada con ella, a la potencial acción defensiva letal por agentes de EE.UU. en Irán. (A comienzos de mayo, el periodista Andrew Cockburn publicó elementos de la Directiva en CounterPunch, un boletín de información y revista en línea.)

El lenguaje fue incluido en la Directiva a instancia de la CIA, dijo un ex alto responsable de la inteligencia. Las operaciones clandestinas publicadas en la Directiva van esencialmente en paralelo con las de una fuerza militar secreta, que ahora opera en Irán, bajo el control del JSOC. Según la interpretación de la ley por el gobierno de Bush, las actividades militares clandestinas, a diferencia de las operaciones encubiertas de la CIA, no tienen que ser descritas en una Directiva, porque el presidente tiene un derecho constitucional de comandar a las fuerzas de combate en el terreno sin interferencia del Congreso. Pero las fronteras entre operaciones no son siempre claras: en Irán, agentes de la CIA y recursos regionales tienen las capacidades lingüísticas y el conocimiento local para establecer contactos con agentes del JSOC, y han estado trabajando con ellos para dirigir personal, material, y dinero hacia Irán desde una oscura base en el oeste de Afganistán. Como resultado, el Congreso ha recibido sólo una visión parcial de como el dinero que autorizó puede ser utilizado. Una de las misiones del destacamento del JSOC, el acoso de “objetivos de alto valor,” no fue directamente abordada en la Directiva. Existe una toma de conciencia creciente entre algunos legisladores de que el gobierno de Bush, en los últimos años, ha refundido lo que es una operación de inteligencia y lo que es una operación militar a fin de evitar una información completa al Congreso sobre lo que está haciendo.

“Esto es algo grande,” dijo la persona familiarizada con la Directiva. “La CIA necesitaba la Directiva para hacer sus cosas tradicionales, pero la Directiva no se aplica al JSOC. El presidente firmó una Orden Ejecutiva después del 11 de septiembre dando licencia al Pentágono para hacer cosas que nunca había podido hacer antes sin notificar al Congreso. La afirmación fue que los militares estaban ‘preparando el lugar de batalla,’ y al utilizar ese término pudieron ahorrarse el control del Congreso. Todo se justifica en términos de librar la guerra global contra el terror.” Agregó: “El gobierno ha estado borrando las líneas; solían ser de color gris” – entre operaciones de las que debía ser informada la dirigencia superior del Congreso y las que no lo requerían – “pero ahora son del color de una masa confusa.”

“La agencia dice que no vamos a ponernos en una posición de ayudar a matar gente sin una Directiva,” me dijo el antiguo alto responsable de inteligencia. Se refería a la amenaza legal que enfrentan algunos agentes de la agencia por su participación en la entrega y presunta tortura de sospechosos en la guerra contra el terror. “Eso sacó de quicio a los militares,” dijo.

En lo que respecta a la CIA, el ex alto responsable de inteligencia dijo: “la autorización general incluye matar, pero no es como si eso fuera lo que se proponen. Tiene que ver con la recolección de información, reclutar apoyo.” La Directiva enviada al Congreso fue un compromiso, suministrando cobertura legal a la CIA, mientras se refiere al uso de fuerza letal en términos ambiguos.

El lenguaje defensivo-letal llevó a algunos demócratas, según fuentes del Congreso familiarizadas con sus puntos de vista, a convocar al director de la CIA, general de la Fuerza Aérea, Michael V. Hayden, a una sesión informativa especial. Hayden tranquilizó a los legisladores diciéndoles que el lenguaje no hacía otra cosa que dar autoridad a los agentes de las Fuerzas Especiales en el terreno en Irán para que se salven a tiros si enfrentaban la captura o la posibilidad de ser dañados.

Los legisladores quedaron lejos de ser convencidos. Un congresista escribió subsiguientemente una carta personal al presidente Bush insistiendo en que “ninguna acción letal, y punto final” ha sido autorizada dentro de las fronteras de Irán. Hasta junio no había recibido respuesta.

Miembros del Congreso han expresado escepticismo en el pasado sobre la información suministrada por la Casa Blanca. El 15 de marzo de 2005, David Obey, entonces el demócrata de más alto rango en el Comité de Apropiaciones de la Cámara dirigida por los republicanos anunció que dejaba a un lado un enmienda que se había propuesto presentar ese día, y que habría cortado todo financiamiento para programas de inteligencia nacional a menos que el presidente aceptara mantener informado al Congreso sobre actividades militares clandestinas emprendidas en la guerra contra el terror. Había cambiado de opinión, dijo, porque la Casa Blanca prometió mejor cooperación. “El Poder Ejecutivo comprende que no estamos tratando de dictar lo que hace,” dijo en un discurso en el hemiciclo en aquel entonces. “Simplemente tratamos de ver que lo que hacen sea coherente con los valores estadounidenses y que no meterá en problemas al país.”

Obey se negó a comentar sobre detalles concretos de las operaciones en Irán, pero me dijo que la Casa Blanca dio marcha atrás respecto a su promesa de consultar más cabalmente al Congreso. Dijo: “Sospecho que está pasando algo, pero no sé qué creer. Cheney siempre ha querido ir en pos de Irán, y si tuviera más tiempo encontraría una manera de hacerlo. Todavía no obtenemos suficiente información de las agencias, y tengo muy poca confianza de que nos den información no suficientemente conocida.”

Ninguno de los cuatro demócratas en la Banda de los ocho – el jefe de la mayoría en el Senado, Harry Reid, la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Silvestre Reyes – quiso comentar sobre la Directiva. Algunos señalaron que altamente confidencial. Un asesor de un miembro de la dirigencia demócrata respondió, en su nombre, resaltando las limitaciones del proceso de la Banda de los ocho. La notificación de una Directiva, dijo el asesor, “es sólo eso – una notificación, y no una aprobación de actividades. Un control adecuado de continuas actividades de inteligencia es realizado mediante una información completa de los miembros del comité de inteligencia.” Sin embargo, el Congreso tiene los medios para cuestionar a la Casa Blanca una vez que se la ha enviado una Directiva. Tiene el poder de retener los fondos para cualquier operación del gobierno. Los miembros de la dirigencia demócrata de la Cámara y del Senado que tienen acceso a la Directiva también pueden, si deciden hacerlo, y si tienen preocupaciones compartidas, sacar a relucir modos de ejercer su influencia sobre la política del gobierno. (Un portavoz de la CIA dijo: “Por regla general, no comentamos de una u otra manera afirmaciones de actividades encubiertas o pretendidas conclusiones.” La Casa Blanca también se negó a comentar.)

Un miembro del Comité de Apropiaciones de la Cámara reconoció que, incluso con una victoria demócrata en noviembre, “durará otro año antes de que logremos controlar las actividades de inteligencia.” Siguió diciendo: “Controlamos el dinero y ellos no pueden hacer nada sin el dinero. Todo tiene que ver con el dinero. Pero soy muy suspicaz respecto a este gobierno.” Agregó: “Este gobierno ha sido tan reservado.”

Una ironía respecto a la salida del almirante Fallon es que él estaba, en muchas áreas, de acuerdo con el presidente Bush sobre la amenaza planteada por Irán. Tenían una buena relación de trabajo, me dijo Fallon, y cuando dirigió CENTCOM, estaban en permanente comunicación. El 4 de marzo, una semana antes de su renuncia, Fallon testificó ante el Comité de Servicios Armados del Senado, diciendo que se sentía “alentado” por las situaciones en Iraq y Afganistán. Respecto al papel jugado por los dirigentes de Irán, dijo: “No han ayudado en nada, han sido muy dañinos, y de ninguna manera excuso ninguna de sus actividades. Y todavía me queda por ver alguna cosa desde que he estado en este puesto, que represente una acción pública de Irán que haya sido provechosa en esa región.”

Fallon dejó en claro en nuestras conversaciones que consideraba inadecuado comentar en público sobre el presidente, el vicepresidente, u Operaciones Especiales. Pero dijo que había oído que gente en la Casa Blanca habían estado “teniendo dificultades” con sus puntos de vista sobre Irán. “Cuando llegué a CENTCOM, los iraníes estaban financiando a todas las entidades dentro de Iraq. Era de su interés sacarnos de ahí, y por ello decidieron matar a tantos estadounidenses como pudieran. ¿Y por qué no? No sabían quién iba a salir ganando, pero querían que nos fuésemos. Decidí que no podría resolver la situación en Iraq sin el vecindario. Para solucionar este problema en Iraq, teníamos que involucrar de alguna manera a Irán y Siria. Tenía que utilizar el vecindario.”

Fallon me dijo que su modus operandi no había sido el tema nuclear iraní, o el cambio de régimen en ese país, sino “apagar los fuegos en Iraq.” Hubo constantes discusiones en Washington y en el terreno sobre como involucrar a Irán y, sobre el tema de la opción del bombardeo, Fallon dijo que creía que “sucedería sólo si los iraníes hacían algo estúpido.”

La jubilación anticipada de Fallon, sin embargo, parece haber sido provocada no sólo por sus comentarios negativos sobre el bombardeo de Irán sino también por su fuerte creencia en la cadena de comando y su insistencia en ser informado sobre Operaciones Especiales en su área de responsabilidad. Unos de los defensores de Fallon es el general de Marines en retiro, John J. (Jack) Sheehan, cuya última comisión fue como comandante en jefe del Comando Atlántico de EE.UU., donde Fallon fue adjunto. El año pasado, Sheehan rechazó una oferta de la Casa Blanca de ser el “zar” del presidente para las guerras en Iraq y Afganistán. “Uno de los motivos por los que la Casa Blanca seleccionó a Fallon para CENTCOM fue que es conocido como pensador estratégico y había demostrado esas habilidades en el Pacífico,” me dijo Sheehan. (Fallon sirvió como comandante en jefe de las fuerzas de EE.UU. en el Pacífico de 2005 a 2007.) “Estuvo encargado de presentar una estrategia coherente general para Irán, Iraq, y Afganistán, y según la ley, el comandante combatiente es responsable por todas las áreas militares dentro de su A.O.” – área de operaciones. “Eso no estaba sucediendo,” dijo Sheehan. “Cuando Fallon trató de discernir todas las actividades abiertas y encubiertas realizadas por los militares en su área de responsabilidad, fue excluido por un pequeño grupo de la dirigencia de la Casa Blanca.”

La ley citada por Sheehan es la Ley de Reorganización de la Defensa de 1986, conocida como Goldwater-Nichols, que definió la cadena de comando: del presidente al Secretario de Defensa, a través del jefe del Estado Mayor Conjunto, siguiendo a los diversos comandantes combatientes, que fueron puestos a cargo de todos los aspectos de las operaciones militares, incluyendo el entrenamiento conjunto y la logística. Esa autoridad, especificaba la ley, no debía ser compartida con otros escalones de comando. Pero el gobierno de Bush, como parte de su guerra global contra el terror, instituyó nuevas políticas que menoscabaron a los comandantes en jefe regionales; por ejemplo, dio la más alta prioridad en términos de asegurar el apoyo y el equipamiento a los equipos de Operaciones Especiales, en comandos militares de todo el mundo. La degradación de la cadena tradicional de comando en los últimos años ha sido un punto de tensión entre la Casa Blanca y los militares uniformados.

“La coherencia de la estrategia militar está siendo erosionada por una influencia civil indebida y por la dirección de operaciones militares inconvencionales,” dijo Sheehan. “Si hay pequeños grupos que planifican y realizan operaciones militares fuera del conocimiento y control del comandante combatiente, no se puede tener, por defecto, una estrategia militar coherente. Se termina en un desastre, como los esfuerzos de reconstrucción en Iraq.”

El almirante Fallon, quien es conocido como Fox (zorro), sabía que enfrentaría dificultades especiales como el primer oficial de la Armada en la dirección de CENTCOM, que siempre había sido presidido por un comandante terrestre, me dijo uno de sus colegas militares. También sabía que la comunidad de Operaciones Especiales sería un motivo de preocupación. “Fox dijo que ocurría un montón de cosas extrañar en Operaciones Especiales, y le dije que tenía que ingeniárselas para saber lo que estaban haciendo en realidad,” dijo el colega de Fallon. “Los tipos de Operaciones Especiales terminaron por entender que necesitaban a Fox, así que comenzaron a hablar con él. Fox hubiera vencido en su lucha con Operaciones Especiales si no fuera por Cheney.”
El asesor del Pentágono dijo: “Fallon cayó porque, a su modo, estaba tratando de impedir una guerra con Irán, y hay que admirarlo por eso.”

En los últimos meses, según los medios iraníes, ha habido un aumento de la violencia en Irán; es imposible, sin embargo, en esta fase precoz, ponerlo en el haber de las actividades del JSOC o de la CIA, o evaluar su impacto en la dirigencia iraní. Los informes de la prensa iraní son cuidadosamente controlados por el coronel de la Fuerza Aérea en retiro, Sam Gardiner, quien ha enseñado estrategia en el National War College y ahora realiza simulacros de combate centrados en Irán para el gobierno federal, think-tanks, y universidades. La prensa iraní “es muy abierta en la descripción de los asesinatos que suceden dentro del país,” dijo Gardiner. Es, dijo “una prensa controlada, que es lo que hace tanto más importante que publique esas cosas. Comenzamos a ver dentro del gobierno.” Agregó: “Apenas pasa un día ahora sin que veamos un enfrentamiento en algún sitio. Hubo tres o cuatro incidentes durante un fin de semana creciente, y los iraníes incluso nombran a los oficiales de la Guardia Revolucionario que han sido muertos.”

Anteriormente, durante este año, un grupo ahwazi militante afirmó que había asesinado a un coronel de la Guardia Revolucionaria, y el gobierno iraní reconoció que una explosión en un centro cultural en Shiraz, en la parte sur del país, en la que murieron por lo menos doce personas y más de doscientas fueron heridas, había sido un acto terrorista y no, como había insistido anteriormente, un accidente. No se pudo saber si había habido una participación estadounidense en algún incidente específico en Irán, pero según Gardiner, los iraníes han comenzado a culpar públicamente a EE.UU., Gran Bretaña y, más recientemente, a la CIA por algunos incidentes. La agencia tuvo que ver con un golpe en Irán en 1953, y su apoyo para el régimen impopular de Shah Mohammed Reza Pahlavi – quien fue derrocado en 1979 – fue condenado durante años por mullahs gobernantes en Teherán, con gran efecto. “Esto es lo máximo para los iraníes – culpar a la CIA,” dijo Gardiner. “Es nuevo, y es una escalada – un avivamiento de las tensiones. Consolida el apoyo para el régimen y muestra a la gente que existe una continua amenaza del ‘Gran Satanás.’” Según Gardiner, la violencia, en lugar de debilitar al gobierno religioso de Irán, puede generar apoyo para este último.

Muchas de las actividades pueden estar siendo realizadas por disidentes en Irán, y no por estadounidenses en el terreno. Un problema con “pasar dinero” (para utilizar el término de la persona familiarizada con la Directiva) en un escenario clandestino es que es difícil controlar donde va el dinero y a quien beneficia. No obstante, el ex alto responsable de inteligencia dijo: “Estamos expuestos, por la transferencia de nuestras armas y de nuestro equipo de comunicaciones. Los iraníes podrán utilizar el argumento de que la oposición fue inspirada por los estadounidenses. ¿Cuántas veces lo hemos tratado de hacer sin formular las preguntas adecuadas? ¿Vale la pena el riesgo?” Una posible consecuencia de estas operaciones serían medidas violentas de Irán contra uno de los grupos disidentes, lo que podría dar al gobierno de Bush una razón para intervenir.

Una estrategia de utilización de minorías étnicas para debilitar a Irán es defectuosa, según Vali Nasr, quien enseña política internacional en la Universidad Tufts y es también un asociado sénior del Consejo de Relaciones Exteriores. “Sólo porque el Líbano, Iraq, y Pakistán tienen problemas étnicos, no significa que Irán sufra del mismo problema,” me dijo Nasr. “Irán es un país antiguo – como Francia y Alemania – y sus ciudadanos son igual de nacionalistas. EE.UU. sobreestima la tensión étnica en Irán.” Los grupos minoritarios a los que se acerca EE.UU. están o bien integrados o son pequeños y marginales, sin gran influencia sobre el gobierno, o gran capacidad de representar un desafío político, dijo Nasr. “Siempre es posible encontrar algunos grupos activistas que van y matan a un policía, pero trabajar con las minorías tendrá efectos contraproducentes, y enajenará a la mayoría de la población.”

El gobierno puede haber estado dispuesto a basarse en organizaciones disidentes en Irán incluso cuando hubo motivos para creer que los grupos habían operado contra intereses estadounidenses en el pasado. El uso de elementos baluchi, por ejemplo, es problemático, me dijo Robert Baer, ex oficial clandestino de la CIA quien trabajó durante casi dos décadas en el sur de Asia y en Oriente Próximo. “Los baluchis son fundamentalistas suníes que odian al régimen en Teherán, pero también pueden ser descritos como al Qaeda.” “Son tipos que cortan las cabezas de no creyentes – en este caso son chiíes iraníes. La ironía es que una vez más estamos trabajando con suníes fundamentalistas, tal como lo hicimos en Afganistán en los años ochenta.” Ramzi Yousef, quien fue condenado por su papel en el atentado de 1993 contra el World Trade Center, y Khalid Sheikh Mohammed, quien es considerado uno de los principales planificadores de los ataques del 11 de septiembre, son fundamentalistas baluchis suníes.

Uno de los grupos contrarios al régimen más activos y violentos en Irán actual es el Jundallah, también conocido como el Movimiento de Resistencia del Pueblo Iraní, que se describe como una fuerza de resistencia que lucha por los derechos de los suníes en Irán. “Es una cruenta organización salafí cuyos seguidores asistieron a las mismas madrazas como los talibanes y los extremistas paquistaníes,” me dijo Nasr. “Se les sospecha de tener vínculos con al Qaeda y también se piensa que están relacionados con la cultura de la droga.” Jundallah se responsabilizó por el atentado contra un bus lleno de soldados de la Guardia Revolucionaria en febrero de 2007. Murieron por lo menos once miembros de la Guardia. Según Baer e informes de prensa, Jundallah es uno de los grupos en Irán que se benefician del apoyo de EE.UU.

La CIA y las comunidades de Operaciones Especiales también tienen lazos antiguos con otros dos grupos disidentes en Irán: Los Muyahidín e-Khalq, conocidos en Occidente como MEK, y un grupo separatista kurdo, el Partido por una Vida Libre en Kurdistán, o PJAK.

Los MEK han estado en la lista de terroristas del Departamento de Estado durante más de una década, sin embargo en los últimos años el grupo ha recibido armas e inteligencia, directa o indirectamente, de EE.UU. Algunos de los fondos clandestinos recientemente autorizados, me dijo el asesor del Pentágono, pueden terminar en los cofres de los MEK. “El nuevo destacamento trabajará con los MEK. El gobierno desespera por conseguir resultados.” Agregó: “Los MEK no tienen contadores que auditen sus libros, y se considera que sus dirigentes se han estado forrando los bolsillos desde hace años. Si la gente llegara a saber lo que reciben los MEK, y cuanto termina en sus cuentas bancarias – y a pesar de ello, es prácticamente inútil para los propósitos del gobierno.”
El partido kurdo, PJAK, del que también se ha informado que es apoyado en secreto por EE.UU., ha estado operando dentro de Irán desde bases en el norte de Iraq durante por lo menos tres años. (Irán, como Iraq y Turquía, tiene una minoría kurda, y el PJAK y otros grupos han buscado un gobierno propio en un territorio que ahora forma parte de cada uno de esos países. En las últimas semanas, según Sam Gardiner, el estratega militar, ha habido un pronunciado aumento en la cantidad de enfrentamientos armados del PJAK con iraníes y ataques terroristas contra objetivos iraníes. A comienzos de junio, la agencia noticiosa Fars informó que una docena de miembros del PJAK y cuatro guardas fronterizos iraníes fueron muertos en un choque cerca de la frontera de Iraq; un ataque similar en mayo mató a tres Guardas Revolucionarios y a nueve combatientes del PJAK. El PJAK también ha sometido a Turquía, miembro de la OTAN, a repetidos ataques terroristas, y los informes sobre apoyo estadounidense para el grupo han sido una fuente de fricción entre los dos gobiernos.

Gardiner también mencionó un viaje que el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki, hizo a Teherán en junio. Después de su retorno, Maliki anunció que su gobierno prohibiría todo contacto entre extranjeros y los MEK – una bofetada a los tratos de EE.UU. con el gripo. Maliki declaró que Iraq no estaba dispuesto a ser una escala para operaciones encubiertas contra otros países. Fue una señal, dijo Gardiner, de “que Maliki prefiere cada vez más los intereses de Iraq por sobre los intereses de EE.UU.” En términos de las afirmaciones de EE.UU. sobre la participación iraní en las muertes de soldados estadounidenses, dijo, “Maliki no está dispuesto a jugar el juego de culpar a Irán.” Gardiner agregó que Pakistán acaba de aceptar la entrega de un dirigente de Jundallah al gobierno iraní. Las operaciones encubiertas de EE.UU., dijo, “parecen estar dañando relaciones con los gobiernos de Iraq y de Pakistán y podrían estar fortaleciendo la conexión entre Teherán y Bagdad.”

La dependencia de la Casa Blanca de agentes dudosos, y de planes que involucran una posible acción letal dentro de Irán, ha creado enojo, así como ansiedad, dentro de las comunidades de Operaciones Especiales y de inteligencia. Se considera que las operaciones del JSOC en Irán están copiadas de un programa que ha utilizado, con un cierto éxito, a sustitutos para atacar a la dirigencia de los talibanes en los territorios tribales en Waziristán, a lo largo de la frontera entre Pakistán y Afganistán. Pero las situaciones en Waziristán e Irán no son comparables.

En Waziristán, “el programa funciona porque es pequeño y hay tipos astutos dirigiéndolo,” me dijo el ex alto responsable de inteligencia. “Es ejecutado por profesionales. La NSA, la CIA, y la DIA – la Agencia de Inteligencia de la Defensa – “están ahí mismo con las Fuerzas Especiales y la inteligencia paquistaní, y tratan con tipos malos serios.” Agregó: “Tenemos que tener verdadero cuidado si pedimos los misiles. Tenemos que dar en ciertas casas a ciertas horas. La gente en el terreno miracon binoculares a unos pocos cientos de metros y llamando a sitios específicos, en latitud y longitud. Mantenemos al Predator dando vueltas hasta que los objetivos entran a una casa, y tenemos que asegurarnos de que los nuestros estén suficientemente lejos para que no sean alcanzados.” Una de las víctimas más destacadas del programa, dijo el ex responsable, fue Abu Laith al-Libi, un alto comandante talibán, quien fue muerto el 31 de enero, según las informaciones en un ataque con misiles, en el que también fueron muertas otras once personas.

Un despacho publicado el 26 de marzo por el Washington Post informó sobre el creciente número de ataques exitosos contra los talibanes y otras unidades insurgentes en áreas tribales de Pakistán. Un artículo complementario señaló que, como reacción, los talibanes mataron a “docenas de personas” sospechosas de haber suministrado información a EE.UU. y sus aliados sobre el paradero de los dirigentes talibanes. Se pensó que muchas de las víctimas eran espías estadounidenses, y sus ejecuciones – en un caso por decapitación – fueron filmadas en vídeo y distribuidas por DVD como advertencia para otros.

No es simple reproducir el programa en Irán. “Todos discuten sobre la lista de objetivos de alto valor,” dijo el ex alto responsable de inteligencia. “Los de Operaciones Especiales están enfadados porque la oficina de Cheney fijó prioridades para categorías de objetivos, y ahora se impacienta y aplica presión para ver resultados. Pero toma mucho tiempo para instalar a los individuos adecuados en su sitio.”

El asesor del Pentágono me dijo: “Hemos tenido resultados maravillosos en el Cuerno de África con el uso de sustitutos y banderas falsas – tácticas básicas de contrainteligencia y contrainsurgencia. Y estamos comenzando a liarlos en Afganistán. Pero la Casa Blanca va a destruir el programa si lo utiliza para ir en pos de Irán. Una cosa es involucrarse en ataques y asesinatos selectivos en Waziristán y otra es en Irán. La Casa Blanca cree que un tamaño va bien para todos, pero los temas legales que rodean asesinatos extrajudiciales en Waziristán son menos problemáticos porque al Qaeda y los talibanes cruzan la frontera hacia Afganistán y de vuelta, a menudo bajo persecución intensa por las fuerzas de EE.UU. y de la OTAN. La situación no es ni con mucho tan clara como en el caso iraní. Todas las consideraciones – judicial, estratégica, y política – son diferentes en Irán.”

Agregó: “Existe una inmensa oposición dentro de la comunidad de la inteligencia a la idea de conducir una guerra encubierta dentro de Irán, y de utilizar a baluchis y ahwazis como sustitutos. Los dirigentes de nuestra comunidad de Operaciones Especiales tienen un coraje físico notable, pero es menos probable que expresen su oposición a una política. Irán no es Waziristán.”

Un sondeo Gallup hecho en noviembre pasado, antes de que el NIE fuera hecho público, estableció que un 73% de los encuestados pensaban que EE.UU. debiera utilizar acción económica y diplomacia para detener el programa nuclear de Irán, mientras sólo un 18% apoyaba un ataque militar. La fatiga por la guerra en Iraq ha afectado indudablemente la tolerancia del público para un ataque contra Irán. Sin embargo, este estado de ánimo podría cambiar rápidamente. El potencial para una escalada quedó claro a comienzos de enero, cuando cinco patrulleros iraníes, que se creía estaban bajo el comando de la Guardia Revolucionaria, hicieron una serie de acciones agresivas hacia tres barcos de guerra de la Armada que navegaban por el Estrecho de Ormuz. Los informes iniciales sobre el accidente publicados por la oficina de prensa del Pentágono dijeron que los iraníes habían transmitido amenazas, por radio de barco a barco, de hacer “estallar” los barcos estadounidenses. En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el presidente, el día en que partió a un viaje de ocho días por Oriente Próximo, calificó el incidente de “provocador” y “peligroso,” y hubo, muy brevemente, un sentido de crisis e indignación contra Irán. “A DOS MINUTOS DE LA GUERRA” fue el titular en un periódico británico.

La crisis fue rápidamente desactivada por el vicealmirante Kevin Cosgriff, comandante de las fuerzas navales de EE.UU. en la región. No se dispararon tiros de advertencia, dijo el almirante al cuerpo de prensa del Pentágono el 7 de enero, vía teleconferencia desde su cuartel en Bahrein. “Sí, es más serio de lo que hemos visto, pero, para ponerlo en contexto, interactuamos regularmente con la Guardia Revolucionaria Iraní y su Armada,” dijo Cosgriff. “No obtuve la percepción de los informes que estaba recibiendo de que se tuviera la idea de tener miedo a esos cinco botes.”

El cuidado del almirante Cosgriff fue bien fundado: dentro de una semana, el Pentágono reconoció que no podía identificar positivamente a los botes iraníes como la fuente de la nefasta transmisión por radio, e informes de prensa sugirieron que en su lugar habían venido de un bromista conocido desde hace tiempo por el envío de mensajes falsos en la región. A pesar de ello, la conducta de Cosgriff enfureció a Cheney, según el ex alto funcionario de inteligencia. Pero se aprendió una lección en el incidente: El público había apoyado la idea de represalias, e incluso preguntaba por qué EE.UU. no hizo más. El ex responsable dijo que, unas pocas semanas después, tuvo lugar una reunión en la oficina del vicepresidente. El tema fue cómo crear un casus belli entre Teherán y Washington,” dijo.

En junio, el presidente Bush fue a un viaje de despedida de Europa. Tomó el té con la reina Isabel II y cenó con Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, el presidente y la primera dama de Francia. El negocio serio fue hecho fuera de vista, e involucró una serie de reuniones en un nuevo esfuerzo diplomático por persuadir a los iraníes para que detuvieran su programa de enriquecimiento de uranio. (Irán argumenta que su programa de enriquecimiento es para propósitos civiles y que es legal bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear.) La Secretaria de Estado Rice había estado involucrada en el desarrollo de un nuevo paquete de incentivos. Pero la posición esencial de negociación del gobierno parecía invariada: las conversaciones no podían tener lugar hasta que Irán detuviera el programa. Los iraníes habían rechazado repetida y categóricamente esa condición previa, dejando la situación diplomática en un punto muerto; todavía no han respondido formalmente a los nuevos incentivos.

El continuo impasse alarma a numerosos observadores. Joschka Fischer, el ex ministro de exteriores alemán, escribió recientemente en un artículo sindicado que podría no “ser posible congelar el programa nuclear iraní por la duración de las negociaciones para evitar una confrontación militar antes de que sean completadas.” Cuando hablé con él la semana pasada, Fischer, quien tiene amplios contactos en la comunidad diplomática, dijo que el último enfoque europeo incluye un nuevo elemento: la disposición de EE.UU. y de los europeos de aceptar algo menos que un cese total del enriquecimiento como un paso intermediario. “La propuesta dice que los iraníes deben dejar a de fabricar nuevas centrífugas y que el otro lado detendrá todas las actividades ulteriores para sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU,” dijo Fischer, aunque Irán todavía tendría que congelar sus actividades de enriquecimiento cuando comenzaran negociaciones formales. “Esto podría ser aceptable para los iraníes – si tienen buena voluntad.”

La gran pregunta, agregó Fischer, está en Washington. “Pienso que los estadounidenses están profundamente divididos sobre el tema de qué hacer acerca de Irán,” dijo. “Algunos responsables están preocupados por las repercusiones de un ataque militar y otros piensan que un ataque es inevitable. Conozco a los europeos, pero no tengo la menor idea de donde terminarán los estadounidenses en este problema.”

Hay otra complicación: la política presidencial estadounidense. Barack Obama ha dicho que, si es elegido, comenzaría conversaciones con Irán sin condiciones previas “contraproducentes” (aunque sólo después de que se haya hecho un trabajo diplomático de base). Esa posición ha sido vigorosamente criticada por John McCain. El Washington Post citó recientemente a Randy Scheunemann, el director de seguridad nacional de la campaña de McCain, declarando que McCain apoya la posición de la Casa Blanca y que el programa sea suspendido antes de que comiencen conversaciones. Lo que Obama propone, dijo Scheunemann, “es una conferencia en la cumbre unilateral de vaqueros.”

Scheunemann, quien es conocido como neoconservador, es también el canal de comunicación más importante de la campaña de McCain con la Casa Blanca. Es amigo de David Addington, jefe de personal de Dick Cheney. He oído diferentes historias sobre la influencia de Scheunemann sobre McCain; aunque algunos próximos a la campaña de McCain hablan de él como un posible consejero de seguridad nacional, otros dicen que es alguien que no es tomado en serio mientras “dice a Cheney y otros lo que ellos quieren oír,” como lo describió un alto asesor de McCain.

No se sabe si McCain, quien es el republicano de más alto rango en el Comité de Servicios Armados del Senado, ha sido formalmente informado sobre las operaciones en Irán. En la conferencia anual del Comité de Asuntos Públicos EE.UU.-Israel [AIPAC], en junio, Obama repitió su petición de una “diplomacia dura y de principios.” Pero también dijo, igual que McCain, que mantendría sobre la mesa la amenaza de acción militar contra Irán.