24 abril 2011

LA "ÚNICA" DEMOCRACIA DEL MEDIO ORIENTE... ¡EN SERIO!

Un menor palestino con las piernas encadenadas
MENOR DE 14 AÑOS PROCESADO Y ENCADENADO


Israel usa dos varas de medir
Jóvenes palestinos son juzgados como adultos por los tribunales militares hebreos, que los consideran mayores de edad a los 16 años. La ONU ha denunciado abusos en las cárceles

ANA CARBAJOSA 24/04/2011

Se abre la puerta de una sala prefabricada en el patio de la prisión militar israelí de Ofer y entra Islam Dar Ayoub, un chico palestino de 14 años. Viene maniatado y hace ruido al arrastrar las cadenas que lleva en los tobillos. Viste con el uniforme marrón de la prisión y mira a su alrededor buscando a su padre, al que solo tiene oportunidad de ver durante las audiencias, de lejos. El padre todavía no ha llegado; por lo visto, le han parado en un checkpoint próximo a la prisión.

Si un niño palestino y un colono israelí se lanzan piedras, seguirán caminos totalmente distintos al ser detenidos
El juicio comienza y se prolonga durante buena parte del día. El de Dar Ayoub es un caso especial. No porque sea muy joven. Cada año, 700 menores como él desfilan por los tribunales castrenses. Tampoco es extraordinario el delito del que se le acusa: "Lanzar piedras y perturbar la paz". Como él, el 62,5% de los menores palestinos presos en cárceles militares israelíes están acusados de lo mismo. Su detención también es casi calcada a la de los cientos de chicos cisjordanos que acaban entre rejas. La noche del 23 de enero, decenas de soldados israelíes se presentaron en su casa a la una y media de la madrugada. Siete de ellos, con fusiles de asalto M-16, entraron a buscarle. Aquella noche se llevaron al adolescente entre gritos y golpes a todos los familiares que intentaron impedir la detención. A sus padres no les dijeron dónde se llevaban al niño ni de qué le acusaban.
Pero este caso sí es especial: el interrogatorio de Dar Ayoub fue grabado en vídeo, algo que las organizaciones de derechos humanos y también Naciones Unidas piden y que rara vez sucede. En la cinta se puede ver que al acusado lo interrogaron tres hombres en una habitación muy pequeña, que no tuvo derecho a que le asesorara ningún abogado y que las autoridades militares tampoco permitieron el acceso a nadie de su familia. Al final, el chico confesó e incriminó a otros vecinos de su pueblo.
"La detención resulta muy traumática para ellos y les predispone a confesar con tal de salir de allí", asegura Gaby Lasky, la abogada de Dar Ayoub, que lleva ocho años defendiendo a menores en cortes militares. Para Lasky, como para asociaciones de derechos de la infancia y observadores internacionales, más allá de los numerosos casos de abusos que se denuncian cada año, el problema es la aplicación asimétrica de la justicia. "En Israel hay una ley de menores muy buena. El problema es que no se aplica en los territorios ocupados palestinos. Después de mucho pelear, hemos conseguido que los militares se comprometan por lo menos a aplicar el espíritu de la ley del menor, pero, como vemos en el caso de Dar Ayoub, no sucede". Y añade esta abogada israelí: "Cuando un niño palestino y un colono israelí se lanzan piedras, una vez detenidos, van a seguir caminos totalmente distintos: al colono le liberarán enseguida; al palestino, no".
Que se aplique la ley civil o la militar marca importantes diferencias de partida. A los israelíes se les aplica la justicia ordinaria; a los palestinos, la castrense. Mientras los israelíes son menores hasta los 18 años, a los palestinos la justicia militar los considera adultos a partir de los 16. "Nos preocupa enormemente la diferencia de legislación aplicable a niños israelíes y palestinos. Los derechos de los niños no deberían verse afectados por diferencias de nacionalidad o residencia", asegura un diplomático occidental en Jerusalén.
A los menores palestinos se les considera además presos de seguridad, lo que significa entre otras cosas que no pueden llamar por teléfono ni recibir visitas si los padres no reciben un permiso especial para salir de Cisjordania. El encarcelamiento en prisiones fuera del territorio palestino es una de las quejas de organizaciones como Defence for Children International (DCI). Viola, dicen, el artículo 76 de la IV Convención de Ginebra, que establece que los condenados, menores o no, deben ser encarcelados dentro de los límites de los territorios ocupados.
DCI lleva más de una década documentando los abusos que sufren los menores en las prisiones militares. Esos mismos abusos han sido denunciados por la ONU en reiteradas ocasiones. Los datos de DCI del segundo semestre de 2010 indican, por ejemplo, que el 70% de los menores presos fueron golpeados durante la detención y/o el interrogatorio, el 55% fueron amenazados y al 60% les obligaron a ponerse en posiciones de estrés. Un 7,5% recibió descargas eléctricas. La organización pide que se lleve a cabo una investigación independiente sobre el trato a los menores en el sistema de justicia castrense. Este diario ha intentado durante varios días obtener datos oficiales del trato que se da a los menores en prisión y de contrastar la versión de la defensa en el caso Dar Ayoub. Consultado repetidas veces, el Ejército se ha negado a proporcionar ninguna información y se excusa alegando "problemas burocráticos".
Un par de semanas después del juicio en la prisión de Ofer, Islam Dar Ayoub está ya en su casa en Nabi Saleh, un pueblo palestino en el que sus habitantes se manifiestan cada viernes en contra de la ocupación. Ha pasado dos meses y medio encerrado. Está contento de haber salido de la cárcel, pero ahora debe permanecer en arresto domiciliario hasta que se resuelva su procedimiento, algo que puede tardar meses, según los abogados. Mientras tanto, el chico no podrá salir de su casa ni para ir al colegio. Su madre, Lulu, está muy preocupada porque dice que desde que salió de la cárcel su hijo, que normalmente saca muy buenas notas, está como "ausente y le cuesta concentrarse". "Finge que no ha pasado nada, que todo va bien. Pero yo le conozco, soy su madre".
Al preguntar al chico cómo está y qué ha aprendido en estos meses de encierro, solo responde tres palabras. "A ser paciente".

La retractación de Goldstone y la aplanadora del racismo judío



La Guerra contra Gaza y el colapso moral de Goldstone

ramzybaroud.net


Consternación no es un término suficiente para describir la decisión del juez Richard Goldstone de retractarse de parte del Informe de 2009 sobre presuntos crímenes de guerra en Gaza.
El documento, conocido como Informe Goldstone, fue compilado después de una exhaustiva investigación dirigida por el juez sudafricano y tres otros investigadores de prestigio. Documentaron 36 incidentes que ocurrieron durante la operación israelí Plomo Fundido, un violento ataque sin precedentes contra la pequeña, depauperada y sitiada Gaza. El resultado fue la muerte de más de 1.400 palestinos y más de 5.500 heridos.

Goldstone es a la vez judío y sionista. Su amor por Israel ha sido amplia y afectuosamente expresado. En este caso particular, parecía completamente dividido entre su posición ideológica y tribal y su compromiso con la justicia y la verdad, tal como consagra el mandato del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Después de 18 meses de lo que pareció una total introspección personal acompañada de una campaña de presión e intimidación sin fin por parte de grupos judíos sionistas y pro-israelíes de todo el mundo, el hombre finalmente se ha rendido.
“Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el Informe Goldstone habría sido un documento diferente”, escribió en The Washington Post el 1 de abril. Pero, ¿de qué se ha enterado Goldstone desde que hizo su informe de 575 páginas en septiembre de 2009?
La supuesta base del replanteamiento de Goldstone es un informe de seguimiento emitido por un comité de la ONU presidido por la juez neoyorquina retirada, Mary McGowan Davis. Su informe no era una nueva investigación sobre los supuestos crímenes de guerra en Gaza de Israel —y de Hamas— sino un seguimiento de las conclusiones de la Comisión Goldstone, que instaba a la remisión del asunto a la Corte Penal Internacional. McGowan Davis aclaró esta distinción en una reciente entrevista con el israelí Jerusalem Post. De acuerdo con el periódico, dijo: “Nuestro trabajo era completamente independiente del suyo (de Goldstone)”. Y aun declaró: “Nuestro mandato era tomar su informe como propuesta y partir de él”.
Entonces, ¿cómo una investigación que utilizaba los resultados de Goldstone como punto de partida inspiró una grave refutación por parte de uno de los autores del informe original?
El informe McGowan Davis simplemente reconocía que Israel ha llevado a cabo una investigación sobre una posible “mala conducta operativa” en lo que es ampliamente conocido fuera de Israel como la masacre de Gaza. El informe de seguimiento de la ONU reconoció las supuestas 400 investigaciones, pero no confirmó su validez. Tales investigaciones secretas en realidad condujeron a poco en términos de acción disciplinaria.

Además, el equipo de expertos de la ONU afirmó que “no hay indicios de que Israel haya abierto investigaciones sobre las acciones de aquellos que diseñaron, planearon, ordenaron y supervisaron la Operación Plomo Fundido”.
De hecho, Israel es conocido por sus investigaciones sobre sí mismo y también por hallar culpables en todas partes salvo en su propia dirección. Las investigaciones israelíes son una obvia burla de la justicia. La mayor parte de sus resultados, como los que siguieron en otra investigación sobre la guerra israelí contra Líbano en 2006, únicamente castigó el hecho de no haber ganado la guerra y de no haber sabido explicar las acciones de Israel al mundo. Poco dijeron sobre las causas de la muerte y de las heridas de civiles inocentes. ¿Es a esto a lo que Goldstone se refería cuando utilizó las palabras “si hubiera sabido entonces lo que sé ahora”? Y ¿pudo este conocimiento añadido sobre las investigaciones secretas —y en buena medida absurdas— de Israel ser suficiente para extraer conclusiones tan extremas como que “no hubo una política de atacar intencionadamente a los civiles”?
Esta fue la confianza de los argumentos de Israel, que intentó reducir una política persistente basa en el castigo colectivo —utilizando controvertidas y declaradas armas ilegales contra los civiles— a la imprudencia de soldados individuales. La retracción calculada de Goldstone supone adoptar “la posición israelí de que cualquier fechoría durante el asalto de Gaza fue causada por individuos desviados, no por las políticas o reglas de combate ordenadas por los dirigentes militares”, según George Bisharat, profesor de la Escuela de Derecho Hastings (citado por el San Francisco Chronicle, el 7 de abril). Bisharat agregaba: “Sin embargo, el informe original nunca acusó a Israel de ataques deliberados generalizados contra civiles, de manera que Goldstone se retractó de una afirmación que nunca se había hecho. La mayoría de sus conclusiones esenciales se mantienen incontestadas”.

John Dugard, profesor de Derecho en la Universidad de Pretoria y ex Relator Especial de Derechos Humanos de la ONU en el territorio palestino ocupado está de acuerdo. “Richard Goldstone es un antiguo juez y sabe muy bien que un informe de investigación elaborado por cuatro personas, de las cuales él solo era una, al igual que una sentencia de un tribunal de justicia, no se puede cambiar por las reflexiones posteriores de un solo miembro del comité”.

Dugard, conocido por sus posiciones de principios en el pasado, es también conocido por su coherencia moral. “Es triste que este paladín de la rendición de cuentas y de la justicia penal internacional deba abandonar la causa por una opinión tan irreflexiva pero sin embargo tan extremadamente dañina”, escribió en el New Statesman el 6 de abril.
Como era de esperar, los líderes israelíes se están regodeando. “Todo lo que dijimos ha demostrado ser cierto”, declaró el primer ministro Benjamin Netanyahu en respuesta al colapso moral de Goldstone. El New York Times informó el 5 de abril que Goldstone ha accedido a visitar Israel en julio en una llamada telefónica con el ministro de Interior de Israel Eli Yishai. “Estaré contento de ir”. Yishai citaba a Goldstone diciendo: “Siempre he sentido amor por el Estado de Israel”.
La cuestión es que la retracción de Goldstone de algunos de los hallazgos de su comisión no tiene a todas luces validez legal. Está motivado por lo personal y, de hecho, por egoísmo, y demuestra que las afiliaciones políticas e ideológicas son de mayor peso para Goldstone que el sufrimiento humano y el derecho internacional y la justicia. No hay duda, sin embargo, de que la reconsideración de Goldstone representará la columna vertebral de la justificación de Israel en sus ataques futuros contra Gaza. Goldstone, quien fuera considerado como un “diablo, un hombre de mal” según un destacado apologista de Israel en Estados Unidos, se convertirá en el argumento para vender los futuros crímenes de guerra de Israel.
Si la muerte de más de 1.400 palestinos no es una “cuestión de política”, y el asesinato de cuatro israelíes por parte de Hamas es “intencional” —como Goldstone asegura— entonces el cielo es el límite para la máquina belicista de Israel.
La verdad es que “chocante” no es el término correcto. “Vergonzoso” puede ser más apropiado.