El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, está conspirando para llevar adelante un plan específico para la guerra con Irán. Y el senador Joe Lieberman es una parte activa de esta conspiración.
Por Gareth Porter
Nunca fui de aquellos que creyeron que el gobierno de Bush se estaba preparando para atacar a Irán en el 2006 o a principios del 2007. Pero ahora, está claro que por lo menos el vicepresidente Dick Cheney está conspirando para sacar adelante un plan especifico para una guerra con Irán. Y el senador Joe Lieberman es una parte activa de esta conspiración.
Sabemos desde hace tiempo que Cheney quiere atacar las instalaciones nucleares iraníes y otros objetivos militares y económicos. Pero el 9 de agosto, una noticia publicada por el periódico McClatchy revela que, en vez de esperar a que se tome una decisión para llevar a cabo dicho ataque estratégico contra Irán, Cheney espera ahora conseguir que Bush apruebe un ataque a campamentos en Irán donde supuestamente ha estado entrenando la milicia shiita iraquí estos últimos años.
La historia del McClatchy dice que Cheney propuso esta idea al gobierno "hace varias semanas" citando "a dos funcionarios de EE.UU. que están implicados en la política con Irán". Fuentes oficiales dicen que Cheney "argumentó a favor de un ataque militar si aparecen nuevas pruebas firmes del apoyo que reciben de Irán las fuerzas antinorteamericanas en Irak." Un ejemplo de estas "nuevas pruebas firmes", según una de las fuentes oficiales del informe, sería "detener un camión lleno de soldados o de armas cruzando de Irán a Irak."
La historia también indica que esos mismos funcionarios dicen que Condoleezza Rice "está en contra de esta idea" y sugiere que el secretario de Defensa, Robert M. Gates, está de acuerdo con su postura.
La propuesta de Cheney para un ataque aéreo contra tres bases en Irán solo puede tener un objetivo: provocar una represalia iraní que haría posible desencadenar un ataque aéreo en condiciones contra Irán. La provocación estratégica sería el camino obvio para evitar los obstáculos políticos para un ataque no provocado.
Esta no sería la primera vez que se atribuye una estrategia de provocación al gobierno de Bush. En febrero del 2007, Hillary Mann, director del Consejo de Seguridad Nacional para Asuntos de Irán y del Golfo Pérsico hasta 2004, dijo a la CNN que el gobierno de Bush estaba "forzando una serie de provocaciones contra los iraníes anticipando que Irán al final tomaría represalias, y eso le daría a los EE.UU. la posibilidad de lanzar ataques limitados contra Irán, contra objetivos en Irán que nosotros consideramos importantes."
La revelación de la propuesta de ataque de Cheney proporciona una nueva perspectiva sobre una serie de asuntos relacionados con Irak desde principios de junio. El primer asunto que toma un nuevo significado es el llamamiento público que hizo Joe Liebeman el 11 de junio para exactamente la misma clase de ataque contra las supuestas bases de entrenamiento en Irán por las que Cheney estaba abogando dentro del gobierno.
En el programa de la cadena CBS Face the Nation, Lieberman dijo: "Creo que tenemos que estar preparados para realizar una campaña militar agresiva contra los iraníes para que dejen de matar a norteamericanos en Irak. Y para mí, eso incluiría atacar al otro lado de la frontera, en Irán, donde tenemos pruebas de que existe una base en la que están entrenando a gente que vuelve a Irak a matar a nuestros soldados."
¿Fue esto una simple coincidencia? De ninguna manera, dice una fuente en Washington que está muy familiarizada con Lieberman y el funcionamiento interno de la clase neoconservadora. "Lieberman no es la clase de hombre que hace una propuesta como ésta por su cuenta", dice el observador. "Es muy disciplinado. Es un soldado de a pie, una parte integral del movimiento neoconservador."
En otras palabras, Lieberman estaba actuando como una pantalla para la propuesta de Cheney, debilitando la oposición pública para una posterior propaganda de guerra.
Más tarde, el 2 de julio, el nuevo portavoz del mando de EE.UU. en Bagdad, Brig. Gen. Kevin Bergner, dio una charla a la prensa en perfecta conjunción con la estrategia de Cheney. Uno de sus temas principales fue sugerir que Irán participó en la planificación de un ataque de la milicia shiita en enero en Karbala en la que murieron cinco soldados norteamericanos. Otro punto importante que expuso Bergner fue que Irán estaba usando lo que él denominaba "grupos especiales" de milicias shiitas "radicales"que desestabilizan Irak, en parte, al entrenarlos en campamentos en Irán.
He desacreditado estos argumentos aquí y allá. Y en otro análisis de esta semana muestro que el índice de muertes de tropas de EE.UU. en la lucha con el Ejército Mahdi está principalmente en función de los objetivos del ejército de EE.UU. contra esas unidades y de la dirección de las operaciones militares, no de la política iraní.
Pero parece que la charla de Bergner ha sido un elemento clave hacia la conspiración para la guerra, dirigida a conseguir la clase de "pruebas" que podrían usarse para sacar adelante la propuesta de Cheney dentro y fuera del gobierno.
Para traducir el impacto mediático de la charla de Bergner a un apoyo político para la propuesta de Cheney, el senador Lieberman tenía preparada una nota de prensa emitida el mismo día de la charla, la cual citaba como prueba de que Irán estaba entrenando a shiitas en Irán que estaban matando a soldados de EE.UU. Lieberman utilizó la ocasión para repetir su llamamiento para un ataque de EE.UU. contra los campamentos en Irán. Entonces Lieberman presentó una enmienda que decía: "El asesinato de miembros de las Fuerzas Armadas de EE.UU. por parte de un gobierno extranjero o sus agentes es un acto de hostilidad intolerable contra los EE.UU."
Esto sonaba como una declaración de guerra, aunque se borraron de la enmienda, que se aprobó por 97 votos a 0, las palabras de apoyo a un ataque militar contra Irán.
No está claro si Bush ha autorizado explícitamente a Cheney a que prepare las bases para su nueva estrategia de provocación. En la primavera, Rice tuvo éxito al conseguir que Bush aceptara contactos diplomáticos directos con Irán. Cheney dejó claro en los círculos conservadores de Washington que le preocupaba que Bush no apoyase la opción militar contra Irán y que él, Cheney, estaba planeando una "jugada estratégica" para asegurarse de que esto no ocurra. Pero en una reunión de políticos sobre Irán en la Casa Blanca en junio, según un artículo del mes pasado del The Guardian, Bush se puso de parte de Cheney en una discusión sobre si estas conversaciones diplomáticas deberían seguir hasta 2009.
Tanto si la conspiración de Cheney con Lieberman y el mando de EE.UU. es parte de una "jugada estratégica" como si Bush las sanciona, la habilidad que tiene Cheney para manipular a Bush supone la escalofriante posibilidad de que un desventurado presidente cometa la última metedura de pata con una guerra contra Irán.
La fuente: El artículo fue publicado inicialmente por Huffington Post. La traducción del inglés pertenece a Eva Calleja, con revisión de Anahí Seri, para ZNet, revista electrónica orientada al cambio social.
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