20 abril 2007

TODO 20/4

“David Graiver: El banquero de los Montoneros.”

Autor: Juan Gasparini. Editorial: Grupo Editorial Norma.

El libro consta de cuatro grandes capítulos. Recoge la integralidad de una primera edición, aparecida en 1990, titulada ‘El crimen de Graiver’, y agrega un Prólogo y un Epílogo, que actualizan los hechos hasta hoy. La historia arranca contando el último día de vida de David Graiver, el 6 de agosto de 1976.

El personaje es un banquero argentino de origen judío. Tenía 35 años. Poseía dos bancos en Argentina (Comercial de La Plata y Hurlingham), dos bancos en Nueva York, el ABT y el CNB (American Bank and Trust y Century National Bank), la BAS en Bruselas (Banque pour l’Amérique du Sud), un banco en Tel Aviv (Swiss-Israel Bank) y decenas de compañías desparramadas por el mundo.La narración se explaya en detalles sobre la constitución del capital de las 6 instituciones financieras y los demás bienes; y se describen las relaciones de Graiver con Perón y sus lazos con los Montoneros. Las escenas se desarrollan en Nueva York. A través de conversaciones telefónicas con sus subordinados, entre su departamento de la Quinta Avenida y sus oficinas en el Olimpic Towers, se va mostrando cómo Graiver administra un imperio financiero, construido en solitario al cabo de 9 años. Sobre la base de la fortuna familiar, acopiada por su padre, un emigrante polaco de origen judío que se afincó en la Argentina en los años 30 del siglo pasado, el hijo mayor, ‘Dudi’ levantó una multinacional que logró manejar alrededor de 200 millones de dólares.En un almuerzo que David tiene en un restaurante de Nueva York con José Ber Gelbard, último ministro de economía del general Juan Perón, se trazan los perfiles personales, familiares y políticos de los dos hombres. Gelbard y Graiver dominaron la economía argentina de 1973 a 1976.Aquí se pinta la imagen política de la Argentina de ese periodo. En el correr de las paginas va apareciendo la filosofía de vida y los criterios morales que guiaran a David Graiver en el ámbito de la política y la economía. Se muestra, además, en tres evocaciones sucesivas, la planificación del secuestro de los hermanos Born, su realización y el cobro del rescate por el rapto de Juan y Jorge Born, líderes de la primera multinacional argentina, la tercera cerealera del mundo.El colosal botín ubicó al rapto de los Born en el primer escalón mundial de los secuestros contra pago de rescate que se conocieran. En el marco de estos acontecimientos, el libro entra en materia sobre la práctica de la lucha armada urbana en la Argentina, ensaya una aproximación política e ideológica sobre ella, trabaja los vínculos de los Montoneros con Perón y el empresariado argentino. Según el autor, “la CIA decide eliminar a Graiver al saber que su expansión bancaria en los Estados Unidos es posible gracias a una inversión de 17 millones de dólares de los Montoneros, exponentes de la guerrilla peronista, una de las más espectaculares de América latina de los años ´70. El atentado se montó aprovechando sus vuelos en jet privados de todos los fines de semana a México, donde residía oficialmente la familia de Graiver por razones impositivas y de visa provisoria, como banquero que se estaba instalando en Nueva York. En la madrugada del 7 de agosto de 1976, cerca de Acapulco, ‘Dudi’ Graiver muere en un accidente aéreo. Se relatan los detalles del viaje y se formula una hipótesis sobre las razones que provocaron el estallido del avión”. “Graiver había organizado su imperio en base a una conducción unipersonal. Su desaparición provocó el desplome de los bancos. El ABT y CNB en Nueva York se desfondaron en septiembre de 1976, constituyendo entonces la cuarta quiebra bancaria en la historia de los Estados Unidos. La BAS en Bruselas también se desmoronó ese mismo mes. Fue la primera estafa bancaria de la posguerra en Bélgica. Los bancos argentinos y el de Israel se vendieron para cubrir deudas. La multinacional valuada en 200 millones de dólares se despeñó. Quedó al desnudo el desvío de fondos perpetrado por Graiver en el mercado financiero internacional para nutrir de capitales a sus empresas en Argentina, especialmente Papel Prensa, un proyecto cuyo objetivo fuera monopolizar la fabricación de papel en el país”. “Con ese telón de fondo se vivió una feroz lucha por el poder entre los herederos de David Graiver”., agrega Gasparini. “Dos enfrentamientos simultáneos alimentan el reportaje. Uno es el que opuso a dos lugartenientes de David, los argentinos Jorge Rubinstein y Alberto Naón, que tenían enfoques opuestos como gestionar el derrumbe. La otra puja desgarró a la familia. Lidia Papaleo, la viuda de David, terminó por hacerse con el control del grupo, apartando al hermano y al padre de su difunto esposo, y desplazando a Rubinstein y Naón”. “La familia Graiver retornó rápidamente de México a la Argentina. Los militares habían dado un golpe de Estado el 24 de marzo de 1976. Al derribarse el imperio Graiver, las Fuerzas Armadas se abalanzan sobre los bienes, expropiándolos bajo pretexto que allí estaban los fondos de los ‘subversivos’ montoneros. La viuda trató de negociar con el presidente y dictador Videla, pero la suerte le fue adversa. Los Graiver fueron detenidos. La represión los tuvo ocultos unas semanas y luego el Ejército resolvió someterlos a la justicia militar”. La crónica analiza los entretelones que estos episodios motivaron en el seno del régimen militar. “La vuelta a la democracia en 1983 permitió a los herederos de Graiver apelar las sentencias y reclamar los bienes que les fueron usurpados por los militares. No existían pruebas materiales de la inversión de la guerrilla montonera en el grupo Graiver”. “El gobierno presidido por Raúl Alfonsín los puso en libertad y los indemnizó con 84 millones de dólares, devolviéndoles bienes inmuebles diversos. Los Graiver mantuvieron sus declaraciones formuladas con anterioridad ante los jueces militares, en el sentido que la inversión de los Montoneros era un asunto exclusivo de David Graiver, fallecido, y que ellos eran extranjeros al hecho por el cual no podía pedírseles rendiciones de cuentas”. “Los herederos de David se comprometieron ante la justicia democrática a reinvertir en la Argentina el dinero que cobraran de la indemnización, pero no lo hicieron”. “El padre y el hermano de David se domiciliaron en Madrid. Invirtieron una fracción de la fortuna en España y depositaron el resto en cuentas suizas de Ginebra. El padre de David murió en 1989”. “La viuda permaneció en Buenos Aires. Volvió a formar pareja. Su nuevo marido concluyó un pacto con un emisario de los Montoneros. Juan e Isidoro Graiver habían viajado a Ginebra, donde los Montoneros tenían su retaguardia financiera. Un subordinado de Mario Firmenich, jefe de los Montoneros y preso en Buenos Aires desde 1984 -condenado a 30 años de cárcel en 1987 por el secuestro de los hermanos Born- visitó un banco en Ginebra para retirar una gran cantidad de dólares. El dato induce a pensar que la inversión de 17 millones de dólares de la guerrilla peronista fue restituida a los sobrevivientes de la jefatura montonera”.“Mario Firmenich se benefició de un indulto dictado por el presidente Carlos Menem en 1990 y Jorge Born colaboró con el gobierno peronista de la restauración democrática. La justicia auspició un arreglo entre los Graiver y los Born, para que estos últimos recibieran una parte proporcional de la indemnización pagada por el Estado”. Salvando las distancias y obedeciendo a las circunstancias particulares de cada tragedia, del mismo modo que el cineasta Oliver Stone exploró en la película ‘JFK’ la hipótesis según la cual una mafia de cubanos anticastristas acabó con John Fitzgerald Kennedy, esta crónica cumple un cometido similar para con los victimarios de David Graiver. Un libro histórico que sabe mezclar un buen y polémico hilo conductor con una acción narrativa que acerca características desconocidas de algunos de los personajes más importantes de la historia política argentina reciente.

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