Pasó la segunda aventura del Líbano. Hace exactamente un año los pobladores del norte de Israel vivíamos la pesadilla de los disparos de artillería y las katiushas. El informe Winograd dejó al descubierto la incompetencia de Olmert y Cía., la soberbia de los generales de la derrota, militares de mucho sueldo y ninguna capacidad militar. Gaza es el taller de experimentación de estos "brillantes" estrategas que han sido derrotados por milicias de combate preparadas para defender la soberanía de su país. En Gaza, los militares israelíes practican todas las artes de la guerra contra milicianos aficionados, en medio de una aglomeración de civiles, donde cada ataque de los militares de la derrota en guerra provoca la muerte de civiles, niños, bebés, mujeres y ancianos, y palestinos que no tienen ninguna relación con la lucha armada.
El mundo calla, La ONU emite declaraciones conmovedoras, condenatorias de la violencia israelí, pero no han votado ninguna sanción contra Israel.
El actual primer ministro y su corte de pequeños cortesanos de palacio se debaten entre la sobrevivencia política y la muerte civil.
El señor Olmert tiene el apoyo del 3% de la población. Nadie le cree, nadie lo apoya, tres cuartas partes del país lo repudia, pero la confabulación de los políticos del gobierno y de la oposición hace causa común, hablan de las elecciones pero como figura retórica. La calidez de la butaca parlamentaria, las prerrogativas y beneficios que reciben, el mundo de ensueño en que transcurren sus realidades (que nada tienen que ver con la objetividad del mundo exterior), les permite ganar tiempo y seguir dentro de esa burbuja de la Kneset, un hogar confortable al que resulta imposible renunciar.
Este país es un escollo para la paz: desde que los generales manejan los asuntos de estado, imponen leyes (que votan los sumisos parlamentarios), determinan normas que causan nuevos y peores sufrimientos a la población de la Franja de Gaza, gobernada por sus legítimas autoridades, elegidas en una votación democrática, limpia de toda sospecha, controlada por veedores de las Naciones Unidas.
Los militares israelíes, luego del silencioso golpe de estado que tuvo lugar pocos días antes del 12 de julio de 2006, manejan los asuntos de estado con espectacular discreción. La mira de esos sediciosos está puesta en la revancha: el informe del Contralor del estado los enerva, los desequilibra, les hacer perder la compostura.
Lo lamentable de ese objetivo nazifascista, guerrerista chovinista, es que la población civil va a sufrir enormes pérdidas de vidas y destrucción de la infraestructura y bienes. ¡No importa! El orgullo, el honor "manoseado" por los "bárbaros" del Hizhballa (que osaron defenderse de la aventura de Tzáhal) les ha creado una minusvalía que, por el momento, se expresa por medio de agresiones verbales, bravatas huecas.
Militares, políticos,y una gran parte del pueblo fundamentalista, los partidarios del "Israel uber alles", no pueden dormir de noche a causa de la pesadilla de la derrota, de la altanería humillada, de la infalibilidad de palabra y la paliza práctica. Y no aprendieron ni aprenden la lección... Personalmente, pienso que nunca la van a aprender.
Reitero el consejo de Abraham Burg: todos los que sabemos de la próxima derrota, tengamos el pasaporte en el bolsillo.Andrés Aldao
Editor: Andrés Aldao - Boletín de noticias y comentarios. Si no lees los diarios no estás informado, y si lo lees estás mal informado Una versión distinta de los hechos en el mundo. ¡DIFUNDILO!
19 julio 2007
Guerra del Líbano: (visión piadosa)

Duro informe del contralor del Estado contra Olmert, Peretz y Jalutz
El primer ministro Ehud Olmert, y los entonces ministro de Defensa, Amir Peretz, y jefe del Estado Mayor, Dan Jalutz, fracasaron de forma dramática en la gestión de la guerra del año pasado año con Hezbollah según un duro informe del contralor del Estado Mija Lindenstrauss.
"Estos tres responsables y el comandante de la retaguardia, Itzjak Gershon, fallaron estrepitosamente en el proceso de toma de decisiones, evaluación y estimación de su manejo del frente interno", denunció el documento, de unas 582 páginas.
Lindenstrauss agregó que "los líderes estatales invirtieron la mayoría de sus esfuerzos en combatir en Líbano, en vez de manejar la retaguardia, que sufrió grandes daños desde los primeros días de la guerra".
"Hubo -agregó- una total laguna en la razón de las autoridades en la gestión del conflicto. La conducta del primer ministro, los ministros y los organismos responsables fue, en la mayoría de los casos, reactiva y parcial, inapropiada y, en algunos, llevada a cabo con significativo retraso".
Lindenstrauss consideró que estos "severos fallos erosionaron la capacidad de la retaguardia para salvaguardar a la población civil durante una guerra".
Y en ese marcó explicó: "En vísperas de la guerra, el Gobierno recibió evaluaciones de los organismos profesionales según las cuales era más que posible que la retaguardia sufriera e incluso se mencionaba la amplitud del daño. El Gobierno, sin embargo, no evaluó la situación hasta el 30 de julio de 2006, veintiún días después de su inicio y a sólo trece de su final".
En esa línea, el contralor remarcó que "esta conducta dejó un vacío en la gestión del frente interno y expuestos, vulnerables e indefensos a los residentes del norte de Israel -donde caían los cohetes Katiusha de Hezbollah- durante el periodo más difícil".
05 julio 2007
La soberbia del niño mimado: Amos Oz
El escritor israelí Amos Oz ha sido distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007.El semanario israelí en castellano AURORA lo reporteó con ocasión de haber recibido el premio. Dentro de una semana se va a cumplir el 1er. aniversario de la aventura sangriente en la que nos insertaron los generales de la derrota y un político inepto a quien la larga agonía de Arik Sharón
llevó a la cúpula del gobierno. En los primeros días del conflicto Amos Oz, David Grossman y Alef Bet Ioshuha declararon que "...esta guerra estaba justificada...".
Amos Oz está considerado un "pacifista", un hombre de "principios", pero ya son habituales sus desfasajes en la política. En 1991 consideró al terrorista Itzaak Shamir como a un hombre que podría actuar en la Conferencia de Madrid como un pacifista. Le mandó una carta pública (una sarta de esguinces voluntaristas sin horizonte ni posibilidades reales). Durante todos los últimos años, como sionista a ultranza, ha patrocinado las más extravagantes soluciones al conflicto israelí palestino, considerando siempre a los palestinos los criminales y asesinos, y apuntando con su índice a los responsables de la ocupación, los asesinatos selectivos en los que mueren uno o dos milicianos y una docena de civiles inocentes (por lo general niños, mujeres embarazadas, bebés, etc.), con una banalidad que enerva y produce indignación. Amos Oz es un escritor, no un político, pero aprovecha los reportajes para resaltar su ignorancia política y el amaneramiento de niño mimado inundado de soberbia. Deseo reproducir una parte de ese reportaje, en el que Oz se consagra a deleitarnos con una sarta de crueles disparates acerca de los jóvenes israelíes sacrificados en el moloch de la guerra y la muerte...
Andrés Aldao
Aurora: Pero tiene que haber un poco de piedad, de misericordia para con esos chicos a quienes educamos de acuerdo a reglas humanistas y a los dieciocho años los llevamos a enfrentarse a situaciones imposibles, contrarias a todo lo inculcado, y no en forma episódica sino durante tres años en forma casi cotidiana. ¿Esa situación puede durar?
Amos Oz: Yo no acepto eso, que se ha hecho muy popular, de llamar a los soldados chicos. No son chicos, son adultos. Tienen que adoptar decisiones morales incluso en una situación inmoral, y eso es difícil para una persona de dieciocho años como lo es para el que tiene cincuenta. No me resulta a mí más fácil que a él.
Pero la realidad de la vida de los seres humanos, frente a una enfermedad, a la muerte, a la desgracia, a la pobreza, a la injusticia social, es una realidad que pone a prueba en forma constante la lucha entre nuestro egoísmo, nuestra impermeabilidad, nuestro deseo de no saber y no oír, y nuestra sensibilidad moral.
No vaya usted a pensar que si hubiera paz esa guerra interna concluiría, porque esa es la condición humana. En la guerra, en la ocupación, en el puesto de control, esto es muy drástico. Cuando un muchacho enfrenta el dilema de dejar pasar a esas dos mujeres, con el riesgo de que alguna de ellas esté escondiendo una carga explosiva entre sus cosas, o no dejarlas, con el riesgo de que una de ellas no pueda retener y se orine por su culpa, está frente a un dilema difícil.
Por supuesto que si anulamos la ocupación la situación será más fácil, pero aún habrán dilemas morales. Sin la ocupación, la gente pasará al lado de pobres, y de desocupados, y de desgraciados, y de enfermos, y de ancianos desvalidos y se preguntarán o no se preguntarán qué tiene que ver conmigo. Los puestos de control permanecerán aunque sean removidos, y sus dilemas, quizás menos drásticos, persistirán. No hay que pensar que todo el problema moral es sólo la ocupación. El problema moral es la condición humana.
Muchos de los lectores de este reportaje provienen de América Latina, o viven allí y deben saber perfectamente de qué hablo. Yo estuve apenas unos días en Sao Paulo y en Buenos Aires y vi con mis propios ojos ese abismo insuperable entre la riqueza y la pobreza. No son puestos de control, pero ¿acaso no hay allí humillación y desprecio por el ser humano? ¿No hay indiferencia e insensibilidad? Claro que hay, a pesar de que no hay guerra ni ocupación.
No debemos pensar, como está un poco de moda hacerlo, que si no habrá ocupación no habrá problemas. Aunque es verdad, es mejor que no haya ocupación, es un problema menos.
¿Para qué publico habla Amos Oz? El estimado lector debe sacar sus propias conclusiones...
llevó a la cúpula del gobierno. En los primeros días del conflicto Amos Oz, David Grossman y Alef Bet Ioshuha declararon que "...esta guerra estaba justificada...".
Amos Oz está considerado un "pacifista", un hombre de "principios", pero ya son habituales sus desfasajes en la política. En 1991 consideró al terrorista Itzaak Shamir como a un hombre que podría actuar en la Conferencia de Madrid como un pacifista. Le mandó una carta pública (una sarta de esguinces voluntaristas sin horizonte ni posibilidades reales). Durante todos los últimos años, como sionista a ultranza, ha patrocinado las más extravagantes soluciones al conflicto israelí palestino, considerando siempre a los palestinos los criminales y asesinos, y apuntando con su índice a los responsables de la ocupación, los asesinatos selectivos en los que mueren uno o dos milicianos y una docena de civiles inocentes (por lo general niños, mujeres embarazadas, bebés, etc.), con una banalidad que enerva y produce indignación. Amos Oz es un escritor, no un político, pero aprovecha los reportajes para resaltar su ignorancia política y el amaneramiento de niño mimado inundado de soberbia. Deseo reproducir una parte de ese reportaje, en el que Oz se consagra a deleitarnos con una sarta de crueles disparates acerca de los jóvenes israelíes sacrificados en el moloch de la guerra y la muerte...
Andrés Aldao
Aurora: Pero tiene que haber un poco de piedad, de misericordia para con esos chicos a quienes educamos de acuerdo a reglas humanistas y a los dieciocho años los llevamos a enfrentarse a situaciones imposibles, contrarias a todo lo inculcado, y no en forma episódica sino durante tres años en forma casi cotidiana. ¿Esa situación puede durar?
Amos Oz: Yo no acepto eso, que se ha hecho muy popular, de llamar a los soldados chicos. No son chicos, son adultos. Tienen que adoptar decisiones morales incluso en una situación inmoral, y eso es difícil para una persona de dieciocho años como lo es para el que tiene cincuenta. No me resulta a mí más fácil que a él.
Pero la realidad de la vida de los seres humanos, frente a una enfermedad, a la muerte, a la desgracia, a la pobreza, a la injusticia social, es una realidad que pone a prueba en forma constante la lucha entre nuestro egoísmo, nuestra impermeabilidad, nuestro deseo de no saber y no oír, y nuestra sensibilidad moral.
No vaya usted a pensar que si hubiera paz esa guerra interna concluiría, porque esa es la condición humana. En la guerra, en la ocupación, en el puesto de control, esto es muy drástico. Cuando un muchacho enfrenta el dilema de dejar pasar a esas dos mujeres, con el riesgo de que alguna de ellas esté escondiendo una carga explosiva entre sus cosas, o no dejarlas, con el riesgo de que una de ellas no pueda retener y se orine por su culpa, está frente a un dilema difícil.
Por supuesto que si anulamos la ocupación la situación será más fácil, pero aún habrán dilemas morales. Sin la ocupación, la gente pasará al lado de pobres, y de desocupados, y de desgraciados, y de enfermos, y de ancianos desvalidos y se preguntarán o no se preguntarán qué tiene que ver conmigo. Los puestos de control permanecerán aunque sean removidos, y sus dilemas, quizás menos drásticos, persistirán. No hay que pensar que todo el problema moral es sólo la ocupación. El problema moral es la condición humana.
Muchos de los lectores de este reportaje provienen de América Latina, o viven allí y deben saber perfectamente de qué hablo. Yo estuve apenas unos días en Sao Paulo y en Buenos Aires y vi con mis propios ojos ese abismo insuperable entre la riqueza y la pobreza. No son puestos de control, pero ¿acaso no hay allí humillación y desprecio por el ser humano? ¿No hay indiferencia e insensibilidad? Claro que hay, a pesar de que no hay guerra ni ocupación.
No debemos pensar, como está un poco de moda hacerlo, que si no habrá ocupación no habrá problemas. Aunque es verdad, es mejor que no haya ocupación, es un problema menos.
¿Para qué publico habla Amos Oz? El estimado lector debe sacar sus propias conclusiones...
04 julio 2007
La máquina de matar
IDEL CASTRO escribió que al desclasificar documentos de la CIA el presidente Bush busca limpiar su imagen, pero que a la vez "ha creado una máquina de matar más brutal". Señaló que esta acción procuraba "dar a entender que estos métodos (de asesinato) pertenecen a otra época y ya no se usan. De más está agregar que todo lo que aquí se describe se sigue haciendo, sólo que de manera más brutal y alrededor de todo el planeta, incluyendo el número creciente de acciones ilegales dentro de los propios Estados Unidos".
Una historia de capa y puñal
La desclasificación parcial, con espacios en blanco y tachaduras, de documentos de la CIA se produce cuando la popularidad de Bush está en su nivel más bajo (29%), sobre todo por el desastre de la guerra en Irak, tal cual lo revela una encuesta de The Wall Street Journal del 14 de junio. También capotó su intención de apelar al "fast track" (hoy TPA). Bush dijo en la escuela naval de guerra de Newport que el buen Dios se llevará a Fidel Castro, ante lo cual el líder cubano recordó los cientos de intentos de asesinarlo, varios bajo las presidencias de Bush, y otros anteriores que aparecen en los documentos, uno de ellos organizado por Robert Kennedy en 1975. En ese momento, bajo la presidencia de Gerald Ford, Kissinger era secretario de Estado, y estaba preocupado por silenciar las denuncias sobre las actividades criminales de la CIA, dirigida por William Colby, que venía efectuando el periodista Seymour Hersh en The New York Times desde diciembre 1974.
El actual director de la Agencia, general Michael V.Haiden, dijo ahora en el mismo periódico que las 693 páginas de documentos desclasificados constituyen "un vistazo a una época muy diferente y a una Agencia muy diferente". Cierto. Hay que agregar a lo que allí aparece los crímenes perpetrados en Abu Ghraib y Guantánamo, en las cárceles clandestinas y los vuelos secretos en Europa, las masacres en Irak y Afganistán, la injerencia descarada contra Cuba y Venezuela, la intervención en el conflicto colombiano. Al respecto, la Asamblea Nacional cubana acaba de declarar: "Lo que hora reconoce la CIA no es historia antigua. Es realidad presente. La conducta del gobierno de Bush muestra claramente su intención de seguir empleando contra Cuba los métodos más execrables".
Hace muchos años, al comentar (bajo el título de "La perra otra vez en celo") el Documento de Santa Fe, base de la política de Reagan para América Latina, el dirigente comunista uruguayo Rodney Arismedi ubicaba el terrorismo como una constante en el accionar internacional de los gobiernos de EEUU. "Si nos atenemos a la verdadera acepción de la categoría política de terrorismo decía premonitoriamente en 1981- ella encaja justamente a la conducta, pasada y presente, de los imperialistas del Norte. Parte considerable de esta historia de capa y puñal la hemos sufrido los latinoamericanos".
La masacre de Irak y los camiones de Halliburton
Se destacan hoy por su magnitud incontrolada las masacres en Irak. Todas las cifras anteriores han sido desbordadas: 1951 muertes civiles en mayo y 1250 en junio. A la vez crece el número de efectivos norteamericanos muertos, con la consiguiente elevación de la protesta en el país. La sociedad se pregunta qué causa están defendiendo los soldados.
Un documental (The war tapes) filmado por integrantes del regimiento de infantería 172 de la Guardia Nacional da la respuesta. Organizado por la cineasta Deborah Scranton, muestra a varios soldados escoltando los camiones de suministros de Halliburton, (la gran empresa ligada al vicepresidente Dick Cheney, que obtuvo la graciosa concesión por parte de Bush) o protegiendo los camiones cisternas de la empresa cuando descargan detritus. Se muestran logotipos de cadenas de comida rápida y alquiler de videos impresos en las paredes de las bases militares. Los soldados comentan que el gobierno paga 28 dólares por cada plato de comida desechable en que les sirven la comida. El comentario es que quienes marcharon a Irak cargados de patriotismo " regresan henchidos de sarcasmo al descubrir que el único propósito de la demencial acción es obtener beneficios económicos".
Hablando de documentales. El formidable realizador Michael Moore debió vencer enormes dificultades para viajar a Cuba, lo que finalmente logró, pero se le impidió visitar las prisiones de Guantánamo, donde deseaba documentar la situación de los centenares de presos. El mundo entero y sociedades civiles de EEUU reclaman que se cierre la base y se libere a los detenidos, víctimas de bestiales torturas y de la violación total de los DDHH. La Corte Suprema de EEUU discute por tercera vez si allí rige la Constitución norteamericana. Pero todo sigue igual.
La cólera de Karzai
¿Por qué continúa la guerra en Irak y se envían más tropas? En "El corresponsal de Medio Oriente y Africa" se da la siguiente respuesta: "La opinión generalizada en Bagdad es que el ejército de EEUU está provocando en forma deliberada una guerra civil en el país como pretexto para permanecer allí. Una abrumadora mayoría cree que EEUU seguirá en el país incluso aunque el gobierno iraquí le pide que se retire- y que el gobierno norteamericano tiene previsto mantener bases permanentes, opinión compartida por todos los grupos étnicos". Los sunitas, que tienen 44 diputados en 275 y 6 ministerios en el gabinete de Nuri al Maliki, se retiraron del gobierno.
No sólo en Irak. También en Afganistán las tropas norteamericanas perpetran verdaderas masacres contra la población civil, incluso niños. Estos atentados, a pretexto de combatir el terrorismo, se han reiterado en las últimas semanas. Hemos visto al presidente Karzai expresar públicamente su cólera ante estos procedimientos, que se acometen sin consultar al gobierno, en los marcos de la más absoluta impunidad. *
Una historia de capa y puñal
La desclasificación parcial, con espacios en blanco y tachaduras, de documentos de la CIA se produce cuando la popularidad de Bush está en su nivel más bajo (29%), sobre todo por el desastre de la guerra en Irak, tal cual lo revela una encuesta de The Wall Street Journal del 14 de junio. También capotó su intención de apelar al "fast track" (hoy TPA). Bush dijo en la escuela naval de guerra de Newport que el buen Dios se llevará a Fidel Castro, ante lo cual el líder cubano recordó los cientos de intentos de asesinarlo, varios bajo las presidencias de Bush, y otros anteriores que aparecen en los documentos, uno de ellos organizado por Robert Kennedy en 1975. En ese momento, bajo la presidencia de Gerald Ford, Kissinger era secretario de Estado, y estaba preocupado por silenciar las denuncias sobre las actividades criminales de la CIA, dirigida por William Colby, que venía efectuando el periodista Seymour Hersh en The New York Times desde diciembre 1974.
El actual director de la Agencia, general Michael V.Haiden, dijo ahora en el mismo periódico que las 693 páginas de documentos desclasificados constituyen "un vistazo a una época muy diferente y a una Agencia muy diferente". Cierto. Hay que agregar a lo que allí aparece los crímenes perpetrados en Abu Ghraib y Guantánamo, en las cárceles clandestinas y los vuelos secretos en Europa, las masacres en Irak y Afganistán, la injerencia descarada contra Cuba y Venezuela, la intervención en el conflicto colombiano. Al respecto, la Asamblea Nacional cubana acaba de declarar: "Lo que hora reconoce la CIA no es historia antigua. Es realidad presente. La conducta del gobierno de Bush muestra claramente su intención de seguir empleando contra Cuba los métodos más execrables".
Hace muchos años, al comentar (bajo el título de "La perra otra vez en celo") el Documento de Santa Fe, base de la política de Reagan para América Latina, el dirigente comunista uruguayo Rodney Arismedi ubicaba el terrorismo como una constante en el accionar internacional de los gobiernos de EEUU. "Si nos atenemos a la verdadera acepción de la categoría política de terrorismo decía premonitoriamente en 1981- ella encaja justamente a la conducta, pasada y presente, de los imperialistas del Norte. Parte considerable de esta historia de capa y puñal la hemos sufrido los latinoamericanos".
La masacre de Irak y los camiones de Halliburton
Se destacan hoy por su magnitud incontrolada las masacres en Irak. Todas las cifras anteriores han sido desbordadas: 1951 muertes civiles en mayo y 1250 en junio. A la vez crece el número de efectivos norteamericanos muertos, con la consiguiente elevación de la protesta en el país. La sociedad se pregunta qué causa están defendiendo los soldados.
Un documental (The war tapes) filmado por integrantes del regimiento de infantería 172 de la Guardia Nacional da la respuesta. Organizado por la cineasta Deborah Scranton, muestra a varios soldados escoltando los camiones de suministros de Halliburton, (la gran empresa ligada al vicepresidente Dick Cheney, que obtuvo la graciosa concesión por parte de Bush) o protegiendo los camiones cisternas de la empresa cuando descargan detritus. Se muestran logotipos de cadenas de comida rápida y alquiler de videos impresos en las paredes de las bases militares. Los soldados comentan que el gobierno paga 28 dólares por cada plato de comida desechable en que les sirven la comida. El comentario es que quienes marcharon a Irak cargados de patriotismo " regresan henchidos de sarcasmo al descubrir que el único propósito de la demencial acción es obtener beneficios económicos".
Hablando de documentales. El formidable realizador Michael Moore debió vencer enormes dificultades para viajar a Cuba, lo que finalmente logró, pero se le impidió visitar las prisiones de Guantánamo, donde deseaba documentar la situación de los centenares de presos. El mundo entero y sociedades civiles de EEUU reclaman que se cierre la base y se libere a los detenidos, víctimas de bestiales torturas y de la violación total de los DDHH. La Corte Suprema de EEUU discute por tercera vez si allí rige la Constitución norteamericana. Pero todo sigue igual.
La cólera de Karzai
¿Por qué continúa la guerra en Irak y se envían más tropas? En "El corresponsal de Medio Oriente y Africa" se da la siguiente respuesta: "La opinión generalizada en Bagdad es que el ejército de EEUU está provocando en forma deliberada una guerra civil en el país como pretexto para permanecer allí. Una abrumadora mayoría cree que EEUU seguirá en el país incluso aunque el gobierno iraquí le pide que se retire- y que el gobierno norteamericano tiene previsto mantener bases permanentes, opinión compartida por todos los grupos étnicos". Los sunitas, que tienen 44 diputados en 275 y 6 ministerios en el gabinete de Nuri al Maliki, se retiraron del gobierno.
No sólo en Irak. También en Afganistán las tropas norteamericanas perpetran verdaderas masacres contra la población civil, incluso niños. Estos atentados, a pretexto de combatir el terrorismo, se han reiterado en las últimas semanas. Hemos visto al presidente Karzai expresar públicamente su cólera ante estos procedimientos, que se acometen sin consultar al gobierno, en los marcos de la más absoluta impunidad. *
Vargas Llosa y la antigua estrategia de la desmoralización
"De tal palo tal astilla" (TODO)
JORGE MAJFUD - The University of Georgia
No hacía muchas horas que Colón había pisado el Nuevo Mundo cuando se encontró con sus primeros habitantes. En sus diarios de viaje anotó lo primero que le llamó la atención: aquellas personas eran pacíficas e ingenuas, desconocían el arte de la guerra y sus instrumentos de violencia eran ridículamente primitivos. "No traen armas ni las conocen --anotó el almirante--, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia". Este momento no debió ser muy diferente al que ilustró Walt Disney en el personaje de Rico McPato: sus ojos centellaron con un símbolo de dinero ante una tribu de ingenuos primitivos que desconocían el correcto uso de lo que poseían.
Si para recibir la verdadera religión esta ingenuidad valía oro, para desprenderse del prometido oro también.
Tan ingenuos eran aquellos americanos, que se creyeron la historia de que los españoles comían oro, y de ahí la inexplicable hambre por ese metal. Más tarde, en tiempos de la Conquista, la "idiotez" de los nativos sirvió de justificación de los insaciables conquistadores.
El teólogo Ginés de Sepúlveda no fue el único que justificó la esclavitud basándose en una Biblia que parecía condenar a los idiotas.
Según E. Hostos (1873), fue "una guerra de exterminio hecha por los bárbaros de la civilización a los bárbaros de la naturaleza" en nombre de la paz y el derecho.
Actualmente la acusación de "idiota" no sólo se ha popularizado en la tesis central de libros como Manual del perfecto idiota (1996) o El regreso del perfecto idiota latinoamericano (2007), sino además ya es costumbre de un mismo discurso repetido en talks shows y best sellers: es el regreso del método medieval por el cual el caballero probaba su verdad atacando al adversario y acrecentando su honor mediante la brutalidad. "Stupid liberal (progresista)" en Estados Unidos, "gilipollas" o "progresista maricón" en España, etc.
Todo dicho a viva voz y con gran excitación, como si la antigua persuasión ensayística se redujera ahora al contagio del telepastor.
No en vano nuestra época está marcada por el triunfo de los sofistas sobre los socráticos: el lenguaje, los símbolos son la realidad y todo lo demás es ficción (incluido el hambre, la tortura y la muerte).
Tan exitoso comienza a ser este antiguo método que intelectuales como el Premio Nobel José Saramago han decidido usarlo en público.
En una reciente conferencia, para expresar su disconformidad o impotencia con el estado actual de cosas, nuestro respetado amigo declaró: "Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda".
Lo único que nos puede quedar claro es que esta facultad mental no es propiedad de ninguna tendencia ideológica, sino del agotamiento de la energía intelectual en un mundo huracanado que busca desesperadamente un indicio de su nueva era.
En varios escritos, tanto Hostos como González Prada observaron, hace más de un siglo, la estratégica actitud científica de Europa al definir a los habitantes hispanoamericanos como una raza enferma. Incluso más acá del continente idiota: "crímenes y vicios de ingleses o norteamericanos son cosas inherentes a la especie humana y no denuncian la decadencia de un pueblo; en cambio, crímenes y vicios de franceses o italianos son anomalías y acusan degeneración de raza". (G. Prada, Nuestros indios, 1908),
No hace mucho, el Diccionario de psiquiatría de Antoine Porot (1977) definió una enfermedad como "psicopatología de los negros" referida a las incapacidades intelectuales de los indígenas de Africa.
Después de enumerar diferentes síndromes, que yo imaginaba cualidades culturales (como el onirismo), "soma-psicosomáticos" (como la depresión, el alcoholismo) y económicos (como el parasitismo intestinal y la sífilis), el especialista recomendó la repatriación de los negros enfermos. Todo a pesar de que años antes, en su célebre Peau noire, masques blancs (1952) el doctor Frantz Fanon había desenmascarado esa vieja estrategia de definir razas y esencias ajenas en lugar de considerar la dinámica psicoideológica del colonizado y del colonizador. En pocas palabras lo resumió así: "el blanco [colonizador] me niega todo valor, toda originalidad, me dice que soy un parásito del mundo".
Aunque el negro se convierta en blanco para que su humanidad sea reconocida, le dirán: "tú no puedes, porque existe en lo profundo de tu ser un complejo de dependencia -- le 'complexe de Prospéro'--. [Por el contrario] el blanco obedece a un complejo de autoridad, a un complejo de jefe" (traducción nuestra). Establecido este orden, "tut le monde est satisfait".
En la misma dirección, otro hito del pensamiento mundial lo marcó Orientalism (1978) del palestino-americano Edward Said.
Allí, Said hizo un "inventario de trazas" sobre el sujeto representado (el oriental, el otro), en la cual los intereses del colonizador se revelan como la fuerza primaria de la representación del otro y ésta, como un instrumento de la misma colonización política y cultural.
Por ejemplo, nos recuerda que, para Renán, "un semita era un rabioso monoteísta incapaz de producir mitología, arte, comercio, civilización [...] todo lo cual representa una combinación inferior de la naturaleza humana'".
Y luego: "Ya en 1810 teníamos europeos como Cromer que afirmaban que los orientales necesitaban ser conquistados, y que esta conquista no era para dominar, sino para liberar". (traducción nuestra)
Si aún asumiésemos que todos estos críticos estaban equivocados --por no decir que eran "idiotas", como lo afirman los autores del Manual para idiotas-- , les queda la virtud incontestable de haber abierto brechas en la muralla del statu quo, desafiado la violencia de las arbitrariedades de todo tipo: morales, políticas, culturales; la violencia de los mismos perfectos de siempre, de los exitosos, de los césares de turno y de los bufones del rey.
Les queda la virtud de haber dinamizado el pensamiento y desafiado la historia, actitud siempre inconveniente a los principales intereses del poder bruto del momento, ese que no sólo ha colonizado el mundo, sino que también pretende colonizar la crítica, haciéndonos reconocer que le debemos el pan, la vida y todo lo que somos a un sistema del cual no podemos escapar sin caer en la marginalidad. ¿Por qué deberían irse los críticos a una isla en el Pacífico y no los dueños del mundo, con sus clérigos y bufones?
Si echamos una mirada a los horrores de la historia, podemos pensar que el capitalismo no es el peor de los sistemas que ha producido la humanidad. Lo peor que ha producido --después de la violencia de la explotación ajena-- es la justificación de sus propios crímenes como necesarios y hasta como virtudes humanas.
O como virtudes bíblicas: "El egoísmo capitalista resulta, pues, tan solidario que parece el que predica la Biblia" (Manual... Mendoza, Montaner y Vargas Llosa Jr.) Ni siquiera han podido aportar una sola idea nueva a la historia. Aunque su recurso principal es burlarse de los grandes del pensamiento, no hay una sola línea en tan extensos libros donde aparezca otra cosa que pálidos reciclajes (como cualquier junk food) de las repetidas y anacrónicas supersticiones del siglo XIX. Y eso que son tres, además de papá D'Artagnan que sólo aporta la fama de su nombre. *
JORGE MAJFUD - The University of Georgia
No hacía muchas horas que Colón había pisado el Nuevo Mundo cuando se encontró con sus primeros habitantes. En sus diarios de viaje anotó lo primero que le llamó la atención: aquellas personas eran pacíficas e ingenuas, desconocían el arte de la guerra y sus instrumentos de violencia eran ridículamente primitivos. "No traen armas ni las conocen --anotó el almirante--, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia". Este momento no debió ser muy diferente al que ilustró Walt Disney en el personaje de Rico McPato: sus ojos centellaron con un símbolo de dinero ante una tribu de ingenuos primitivos que desconocían el correcto uso de lo que poseían.
Si para recibir la verdadera religión esta ingenuidad valía oro, para desprenderse del prometido oro también.
Tan ingenuos eran aquellos americanos, que se creyeron la historia de que los españoles comían oro, y de ahí la inexplicable hambre por ese metal. Más tarde, en tiempos de la Conquista, la "idiotez" de los nativos sirvió de justificación de los insaciables conquistadores.
El teólogo Ginés de Sepúlveda no fue el único que justificó la esclavitud basándose en una Biblia que parecía condenar a los idiotas.
Según E. Hostos (1873), fue "una guerra de exterminio hecha por los bárbaros de la civilización a los bárbaros de la naturaleza" en nombre de la paz y el derecho.
Actualmente la acusación de "idiota" no sólo se ha popularizado en la tesis central de libros como Manual del perfecto idiota (1996) o El regreso del perfecto idiota latinoamericano (2007), sino además ya es costumbre de un mismo discurso repetido en talks shows y best sellers: es el regreso del método medieval por el cual el caballero probaba su verdad atacando al adversario y acrecentando su honor mediante la brutalidad. "Stupid liberal (progresista)" en Estados Unidos, "gilipollas" o "progresista maricón" en España, etc.
Todo dicho a viva voz y con gran excitación, como si la antigua persuasión ensayística se redujera ahora al contagio del telepastor.
No en vano nuestra época está marcada por el triunfo de los sofistas sobre los socráticos: el lenguaje, los símbolos son la realidad y todo lo demás es ficción (incluido el hambre, la tortura y la muerte).
Tan exitoso comienza a ser este antiguo método que intelectuales como el Premio Nobel José Saramago han decidido usarlo en público.
En una reciente conferencia, para expresar su disconformidad o impotencia con el estado actual de cosas, nuestro respetado amigo declaró: "Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda".
Lo único que nos puede quedar claro es que esta facultad mental no es propiedad de ninguna tendencia ideológica, sino del agotamiento de la energía intelectual en un mundo huracanado que busca desesperadamente un indicio de su nueva era.
En varios escritos, tanto Hostos como González Prada observaron, hace más de un siglo, la estratégica actitud científica de Europa al definir a los habitantes hispanoamericanos como una raza enferma. Incluso más acá del continente idiota: "crímenes y vicios de ingleses o norteamericanos son cosas inherentes a la especie humana y no denuncian la decadencia de un pueblo; en cambio, crímenes y vicios de franceses o italianos son anomalías y acusan degeneración de raza". (G. Prada, Nuestros indios, 1908),
No hace mucho, el Diccionario de psiquiatría de Antoine Porot (1977) definió una enfermedad como "psicopatología de los negros" referida a las incapacidades intelectuales de los indígenas de Africa.
Después de enumerar diferentes síndromes, que yo imaginaba cualidades culturales (como el onirismo), "soma-psicosomáticos" (como la depresión, el alcoholismo) y económicos (como el parasitismo intestinal y la sífilis), el especialista recomendó la repatriación de los negros enfermos. Todo a pesar de que años antes, en su célebre Peau noire, masques blancs (1952) el doctor Frantz Fanon había desenmascarado esa vieja estrategia de definir razas y esencias ajenas en lugar de considerar la dinámica psicoideológica del colonizado y del colonizador. En pocas palabras lo resumió así: "el blanco [colonizador] me niega todo valor, toda originalidad, me dice que soy un parásito del mundo".
Aunque el negro se convierta en blanco para que su humanidad sea reconocida, le dirán: "tú no puedes, porque existe en lo profundo de tu ser un complejo de dependencia -- le 'complexe de Prospéro'--. [Por el contrario] el blanco obedece a un complejo de autoridad, a un complejo de jefe" (traducción nuestra). Establecido este orden, "tut le monde est satisfait".
En la misma dirección, otro hito del pensamiento mundial lo marcó Orientalism (1978) del palestino-americano Edward Said.
Allí, Said hizo un "inventario de trazas" sobre el sujeto representado (el oriental, el otro), en la cual los intereses del colonizador se revelan como la fuerza primaria de la representación del otro y ésta, como un instrumento de la misma colonización política y cultural.
Por ejemplo, nos recuerda que, para Renán, "un semita era un rabioso monoteísta incapaz de producir mitología, arte, comercio, civilización [...] todo lo cual representa una combinación inferior de la naturaleza humana'".
Y luego: "Ya en 1810 teníamos europeos como Cromer que afirmaban que los orientales necesitaban ser conquistados, y que esta conquista no era para dominar, sino para liberar". (traducción nuestra)
Si aún asumiésemos que todos estos críticos estaban equivocados --por no decir que eran "idiotas", como lo afirman los autores del Manual para idiotas-- , les queda la virtud incontestable de haber abierto brechas en la muralla del statu quo, desafiado la violencia de las arbitrariedades de todo tipo: morales, políticas, culturales; la violencia de los mismos perfectos de siempre, de los exitosos, de los césares de turno y de los bufones del rey.
Les queda la virtud de haber dinamizado el pensamiento y desafiado la historia, actitud siempre inconveniente a los principales intereses del poder bruto del momento, ese que no sólo ha colonizado el mundo, sino que también pretende colonizar la crítica, haciéndonos reconocer que le debemos el pan, la vida y todo lo que somos a un sistema del cual no podemos escapar sin caer en la marginalidad. ¿Por qué deberían irse los críticos a una isla en el Pacífico y no los dueños del mundo, con sus clérigos y bufones?
Si echamos una mirada a los horrores de la historia, podemos pensar que el capitalismo no es el peor de los sistemas que ha producido la humanidad. Lo peor que ha producido --después de la violencia de la explotación ajena-- es la justificación de sus propios crímenes como necesarios y hasta como virtudes humanas.
O como virtudes bíblicas: "El egoísmo capitalista resulta, pues, tan solidario que parece el que predica la Biblia" (Manual... Mendoza, Montaner y Vargas Llosa Jr.) Ni siquiera han podido aportar una sola idea nueva a la historia. Aunque su recurso principal es burlarse de los grandes del pensamiento, no hay una sola línea en tan extensos libros donde aparezca otra cosa que pálidos reciclajes (como cualquier junk food) de las repetidas y anacrónicas supersticiones del siglo XIX. Y eso que son tres, además de papá D'Artagnan que sólo aporta la fama de su nombre. *
02 julio 2007
12 de julio...¿memoria corta?

por Andrés Aldao
Está por cumplirse el primer año de la 2da. aventura del Líbano. Los políticos están ocupados en sus minúsculos menesteres al margen de la sociedad. Los militares, con los ojos inyectados de revancha, hacen todas las maniobras que no hicieron durante años con el propósito de reponer el prestigio perdido, definitivamente perdido, del ejército invencible. Una confrontación con Siria es una orden del dictador sangriente de USA, georgi Bush, y los resultados serán catastróficos para ambos países, para los pueblos de ambos países.
Más de un millar de libaneses, 118 soldados israelíes y 45 civiles, y cientos de heridos, son el saldo de esa bravata de un político idiota, un gabinete de mediocres y un grupo de militares embadurnados de altivez y egolatría. La derrota israelí es vox pópuli, y los dos responsables principales, Bush y Olmert, no han sido imputados, aún, por crímenes de guerra.
En el día de hoy, los familiares que han perdido a sus seres queridos se han encontrado en la más triste soledad, con un pueblo que hace gala de memoria corta y, por lo visto, no se preocupa demasiado por las intenciones guerreristas y agresivas de la plana mayor del ejército y la derecha revanchista, sumida en el estiércol de una derrota que ha situado a este país como furgón de cola de los planes del poder invisible y plutocrático.
Como dijo el ex político israelí Abraham Burg, tengamos listo el pasaporte... La memoria corta nos puede llevar a un largo martirio...
La mala palabra

La desaparición de la palabra ocupación en las discusiones es el mensaje real de la conferencia de Sharm el-Sheikh. Se hicieron todos los arreglos y ceremonias para crear la falsa impresión de que Olmert y Abbas eran los jefes de dos Estados que llevaban adelante negociaciones en un pie de igualdad, en lugar del líder de un poder ocupante y el representante de un pueblo ocupado.
Por Uri Avnery
Los cuatro líderes reunidos en Sharm al-Sheik no se sentaron juntos a una mesa redonda. Cada uno de ellos lo hizo detrás de una gran mesa propia. Esto aseguró una separación llamativa entre ellos. Las cuatro largas mesas apenas se tocaban. Cada uno de los líderes, con sus ayudantes detrás, fue como una isla solitaria en un inmenso mar.
Los cuatro -Hosni Mubarak, el rey Abdullah de Jordania, Ehud Olmert y Mahmoud Abbas- tenían un semblante adusto. Ni siquiera en la parte oficial de la conferencia pudo verse una sola sonrisa.
Uno después del otro, los cuatro pronunciaron sus monólogos. Un ejercicio de frívola hipocresía. Ninguno de los cuatro se apartó de las frases habituales.
Un monólogo corto de Mubarak. Un monólogo corto de Abdullah. Un monólogo mediano de Abbas. Un interminable monólogo de Olmert -discurso israelí típico, despótico, destinado a educar al mundo, predicando la moralidad; hecho, claro, en hebreo, con el objetivo obvio de atraer al público de casa.
El discurso incluyó todas las frases requeridas -Nuestro espíritu desea la paz... La visión de dos estados... Nosotros no queremos gobernar sobre otro pueblo... Para el bien de las próximas generaciones... bla-bla-bla. Todo en el estilo colonial habitual: Olmert todavía habla de "Judea y Samaria", usando la terminología oficial de la ocupación.
Pero para "fortalecer" a Abbas, Olmert se refirió a él como "presidente" y no como "jefe" que ha sido el título de rigor usado por todos los representantes israelíes desde el establecimiento de la Autoridad Palestina. (Los hombres sabios de Oslo afrontaron esta dificultad al mencionar al líder de la Autoridad Palestina con el título árabe de Rais, que tanto puede querer decir presidente como jefe).
¿Qué palabra no apareció a lo largo de este largo monólogo? "Ocupación."
¿Ocupación? ¿Qué ocupación? ¿Dónde? ¿Alguien ha visto alguna ocupación?
La ocupación no estuvo en la agenda de esta sombría cumbre. Incluso en sus sueños más febriles, los participantes árabes no podían imaginar nada más maravilloso que "aliviar las restricciones". Haciendo la vida un poco menos difícil para la sufrida población. Devolviendo las recaudaciones de impuestos de los palestinos. (Es decir, Israel puede devolver algo del dinero que les ha confiscado). Moviendo algunas de las barricadas que les impiden a las personas ir de un pueblo al otro. (Eso ya se ha prometido muchas veces y no sucederá porque el ejército y el servicio secreto lo objetan. Olmert ya ha anunciado que es imposible por "razones de seguridad".)
Con el aire de un sultán que arroja monedas a los pobres en la calle, Olmert anunció su intención de liberar a algunos prisioneros de Al-Fatah. 250 monedas, 250 prisioneros. Ése fue el "generoso regalo" para lograr que los palestinos salten de alegría, se "fortalezca" a Abbas y logre revivir los huesos secos de su organización.
Si Olmert no hubiera sido sentado tan lejos de Abbas, habría podido discutir cara a cara.
En primer lugar, el número es ridículo. Actualmente, hay unos 10.000 (diez mil) prisioneros de "seguridad" palestinos en las cárceles israelíes. Todas las noches, una docena son capturados en sus casas. Dado que no hay más lugar en las cárceles, los guardias se alegran de librarse de algunos. En gestos anteriores de esta naturaleza, el gobierno israelí ha liberado a prisioneros que estaban a punto de cumplir sus condenas o a ladrones de poca monta.
En segundo lugar, la confraternidad entre miembros de Al-Fatah y de Hamas se establece en la cárcel. El violento enfrentamiento en Gaza no se ha proyectado en las prisiones. El famoso "documento de los prisioneros" en favor del establecimiento de un gobierno de unidad (ahora difunto) fue trabajado, justamente, por prisioneros de Al-Fatah y de Hamas.
El anuncio de Olmert de liberar de inmediato a prisioneros de Al-Fatah -y sólo de Al-Fatah- está pensado para sabotear esa unidad. Podría estigmatizar como colaboradores a los integrantes de Al-Fatah, y a Abbas como un líder que sólo se preocupa por los miembros de su propia organización y nada por los otros.
¿Qué salió de esta conferencia cumbre? Algunos dicen: algo más que nada y otros, algo menos que nada. No es casual que los participantes árabes parecían tan sombríos.
¿Qué tuvo de bueno? Abbas necesitaba recuperar poder después de perder la Franja de Gaza. Olmert les prometió a los norteamericanos que lo ayudaría. Pero después de la conferencia, Olmert podría haber usado la frase proferida por los líderes israelíes cuando visitan a familias desconsoladas: "Vine a fortalecerlos, pero soy yo quien ha salido fortalecido."
El único ganador fue Olmert. La conferencia ha demostrado que la influencia de Mubarak y de Abdullah en Israel es nula, y la posición de Abbas es todavía peor.
Para que no quede ninguna duda sobre esto, Olmert envió enseguida al ejército a la kasbah de Nablus, el corazón del reino virtual de Abbas, para "arrestar" a los líderes del brazo militar de Al-Fatah. Ellos opusieron una resistencia determinada, hiriendo a varios soldados. Un militar perdió una mano y una pierna. En otra incursión, esta vez a Gaza, mataron a 13 palestinos, incluido un chico de 9 años. Según la versión oficial, el objetivo fue tirar a los militantes desequilibrado para que ellos se sintieran cazados.
Si esto no es ocupación, ¿qué es? Pero Dios prohibe que se mencione esta palabra en el discurso diplomático -es una palabra obscena, una palabra convertida en tabú en la refinada sociedad.
La desaparición de la palabra ocupación en las discusiones es el mensaje real de esta conferencia. Se hicieron todos los arreglos y ceremonias para crear la falsa impresión de que Olmert y Abbas eran los jefes de dos Estados que llevaban adelante negociaciones en un pie de igualdad, en lugar del líder de un poder ocupante y el representante de un pueblo ocupado.
Eso se repite en todo el discurso sobre esta fase del conflicto israelo-palestino: el mundo ha dejado de usar el término ocupación porque su misma existencia ha dejado de ser un asunto de discusión.
Eso también es evidente en los reportes diarios del conflicto en los medios de comunicación israelíes y extranjeros. Ellos informan de lo que está pasando -la Franja de Gaza tomada por Hamas, las acciones del ejército israelí, los problemas de Abbas, las decisiones del gobierno israelí- sin poner el contexto de la ocupación. Como si la ocupación, con todos sus muertos y destrucciones, privaciones y desposesiones, fuera un fenómeno tan natural como la luz del sol durante el día o el centelleo de las estrellas por laas noches.
Hay muchos asuntos que están discutiéndose. Por ejemplo, si aliviar la situación de los palestinos o aumentar su miseria, si permitirles a los policías de Abbas moverse libremente con sus armas en los pueblos de Cisjordania para tratar de eliminar las milicias que luchan contra Israel, si agrandar los asentamientos o no. Pero todas estas discusiones están basadas en el concepto incuestionable de que la ocupación está allí y para siempre.
Toda la charla sobre "fortalecimiento" está conducida en este contexto: Abbas y su pueblo están pensados para funcionar como una administración bajo la ocupación. Según la percepción de Olmert y de Bush, su trabajo es cumplir las órdenes de la ocupación, a cambio de su propio dinero y quizás de algunas armas pequeñas. A propósito, esto es muy similar a la "autonomía" prometida por Menachem Begin a los "habitantes árabes de Judea, Samaria y el distrito de Gaza". Olmert está listo para hablar sobre la "Solución de dos Estados" -mucha charla, con abundancia de palabras hinchadas y patetismo- mientras en la práctica hace todo lo posible para que esto no ocurra antes de la venida del Mesías.
En esta realidad está caminando ahora Tony Blair.
Está siendo enviado por el Cuarteto -algo que realmente no existe, una ficción diplomática de cuatro que en realidad es uno.
Europa no existe en lo que concierne al conflicto palestino-israelí, excepto como instrumento financiero de la Casa Blanca. Cuando el presidente de los Estados Unidos lo quiere, Europa envía limosnas a los palestinos (y armamento a Israel). Cuando el presidente de los Estados Unidos quiere hambrear a los palestinos, Europa les impone un bloqueo.
La ONU se ha transformado desde hace tiempo en un instrumento del Departamento de Estado norteamericano, sobre todo en el Medio Oriente. Cuando el sargento norteamericano grita, la ONU hace la venia y se pone en posición de firme.
Rusia sueña con recobrar su estatus de potencia. Como en los días de los zares y de Stalin, piensa en términos de "esfera de influencia". El Medio Oriente es una esfuera de influencia de los Estados Unidos. Por consiguiente, Rusia no interferirá, excepto para pronunciar sin convicciones algunas frases altisonantes.
El Cuarteto es simplemente una organización norteamericana. Y Tony Blair es destinado a Palestina como enviado especial del presidente Bush. El amo envía su perro faldero.
Entonces, ¿qué? Si Bush realmente quisiera realizar su "visión" de dos Estados, no necesitaría de Blair. Él podría hacerlo todo sólo en cuestión de semanas. Incluso la pobre Condoleezza podría hacerlo, en lugar de charlar sobre los preparativos del status final, si sólo ella se retrocediera por el testamento determinado del Presidente.
¿Así que para qué fue designado Blair? ¿Sólo para darle estatus de estrella internacional? ¿Para concederle un premio consuelo a alguien que fielmente mintió y estafó por Bush antes y durante la guerra en Irak?
Sí, por supuesto. Pero su tarea principal es bosquejar propuestas y ganar tiempo, posponer todo, hacer creer que se hace algo, proporcionarles una ilusión de progreso a los palestinos y a los medios de comunicación mundiales.
Blair vendrá, se encontraará, hará declaraciones, destilará encanto por cada poro, generará titulares, volará, regresará, hará más anuncios, se encontrará de nuevo con reyes, presidentes y primeros ministros. Una larga fila de periodistas sedientos de noticias lo seguirá por todas partes y generará ruido en los medios de comunicación, que escribirán sobre él, lo grabarán y le tomarán fotos, como si fuera un París Hilton masculino.
Entretanto, palestinos e israelíes seguirán muriendo, el muro de separación se terminará, más tierra será desposeída, se agrandarán los asentamientos, seguirán los "asesinatos selectivos" de los "terroristas", el asedio a Gaza se fortalecerá y todas las actividades diarias de la ocupación seguirán, pero no se mencionará su nombre.
La tarea declarada de Blair, también, es "fortalecer a Abbas". Penosa tarea. Penosa para Blair. Penosa particularmente para Abbas.
La fuente: Uri Avnery es periodista, ex legislador y pacifista israelí. La versión original de su artículo se publicó en Gush Shalom. La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com. Otros idiomas
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25 junio 2007
Anomalías de la verdad[1]
(Algunos usos y abusos de la historia, la memoria y el futuro desde la literatura cubana contemporánea)
Por Edel Morales
En alguna de las novelas que integran la saga de Las cuatro estaciones, Mario Conde, el personaje central de la exitosa tetralogía de Leonardo Padura, se define a sí mismo como “un recordador”. Si concordamos en que se trata del personaje de mayor popularidad en la narrativa cubana de los últimos cincuenta años, conviene no desatender ese rasgo de su carácter, decisivo, en mi opinión, para el calado de la trama novelesca pero también, y por eso mismo, para el asunto que trataremos aquí: la memoria, y la disputa que en torno a ella se libra en el imaginario cubano de estos días.
Desde otra perspectiva, la historiadora Marial Iglesias nos ha ofrecido, en su atractivo ensayo Las metáforas del cambio en la vida cotidiana, un análisis pormenorizado de las muy distintas maneras en que los cubanos de hace un siglo metafori(boli)zaron la frustración del ideal independentista y la dolorosa transición sufrida por la isla entre el estado colonial español y las nuevas formas de dominación neocolonial, que entonces se probaban en Cuba e inauguraban la presencia en el escenario internacional de una de las fuerzas decisivas en el proceso histórico mundial del nuevo siglo: el imperialismo norteamericano.
Sin desconocer la calidad acumulativa que aportan a la historia insular períodos anteriores (algunos de particular relevancia en la germinación de una cultura propia, en constante modulación, desde los tiempos en que llega a asumirse a sí misma como distinta de sus componentes originales hasta su cristalización crucial en los años de la Guerra Grande y la Tregua Fecunda), podemos centrar la discusión actual en ese largo siglo que, según escuché decir hace unos días en esta misma Sala a Fernando Martínez Heredia, comenzó para la isla en 1895, y aún no termina.
Para esa época quedaba bastante claro el dilema de Cuba: agotadas las opciones reformistas, anexionistas o autonomistas por pura inoperancia histórica o por su incapacidad de articularse en las necesidades de las fuerzas sociales actuantes en la isla y su contexto exterior, solo era pertinente la estructuración y profundización de un ideal de independencia política, justicia social y ética solidaria, que José Martí sintetiza y proyecta con máxima energía en la organización cotidiana de la guerra necesaria: un país no se funda como se dirige un campamento, un Partido único de todos los cubanos dignos para la Revolución; en sus deberes internacionales: el equilibrio del mundo, impedir a tiempo con la independencia de Cuba que los Estados Unidos se extiendan por las Antillas…; y en sus esbozos de la futura república: con todos y para el bien de todos, Revolución no es la que vamos a hacer en la manigua es la que haremos en… Ese ideal fue frustrado, ya se sabe, en su momento histórico, por varios factores, incluida la prematura muerte de Martí y, de modo decisivo, por la intervención militar del naciente imperialismo estadounidense en la guerra. Como resultado, la (ir)realización plena de ese ideal atraviesa el largo siglo cubano de entonces acá y condiciona los puntos de vista de cualquier acercamiento académico o político, social, cultural, racial, de género… a su devenir y a sus coyunturas.
Observado desde una mirada de larga duración, el punto de enunciación temporal y conceptual en que se sitúa hoy el debate es más o menos paradigmático: los albores de un milenio, para el cual los años anteriores serían un prólogo necesario hacia la realización de ese ideal plausible en el cambio de época que se insinúa en todo el hemisferio; y la intuición presente en sectores de la sociedad contemporánea de que sería posible intentar una asimilación de los saberes y las prácticas acumuladas, que no sea expresión textual de una tesis ni de una antítesis de lo que fue teóricamente dominante sino síntesis libre, justa, eficaz de las corrientes subterráneas y visibles que afluyen a esa idea del mundo, de América y de Cuba como dignidad plena del hombre, que desde 1895 intenta cumplirse en la práctica.
Lo que parece estar en juego en Cuba hoy, en este terreno, es la idea de futuro que proponemos, afincándola en la memoria vigente, por el replanteo ¿siempre desde el exterior? ¿sólo desde la cultura? de un proyecto de nación desustanciado en el tiempo, superado por el que aquí hemos venido comentando, y una de cuyas diferencias radicales pudiéramos condensar en expresiones dispares y bien reconocibles: la patria es el dinero, de Francisco de Arango y Parreño, frente al cual se empina el Patria es Humanidad, de José Martí.
El centro de la discusión que se nos propone tiene, a mi modo de ver, algunos ejes bien identificables y de importancia cardinal para el futuro, territorio que se aspira ocupar.
El primero de ellos, la intención de sustraer de la memoria histórica y cotidiana del país el lugar decisivo que las ideas y prácticas imperialistas de dominación, emanadas de los grupos de poder que han constituido los sucesivos gobiernos norteamericanos desde el distante siglo XIX, han tenido y tienen en la realidad cubana, latinoamericana y mundial.
El segundo, la idealización de un período de vida republicana que nació, creció y murió frustrado en lo esencial político por las ideas y prácticas de esa dominación y cuyas mejores realizaciones se suscitan en la tensión a que fue obligada su estructura por la perdurabilidad y evolución en el seno de esa sociedad de las fuerzas liberadoras que tenían mayormente su origen en el proyecto martiano de República y que condujo al estallido revolucionario de los años cincuenta, favorecido por un golpe de estado de militares pro yanquis, que pretendió impedir el previsible ascenso al poder político por medios electorales de esas fuerzas liberadoras.
Un tercer eje central de la discusión está localizado en el ya casi medio siglo de la Revolución en el poder, un período al cual se evita mirar como proceso histórico y en cuyo análisis se escamotea el hecho de que se trata de un nuevo tipo de sociedad, un sistema dinámico complejo con sus contradicciones internas, resultantes también de la tensión del cambio y de acumulaciones culturales típicas de un país marcado en su tradición por dominaciones foráneas a las cuales sigue enfrentado, así como la superación dialéctica que de muchas de esas contradicciones ha sabido hacer desde sí mismo el poder revolucionario, en un planteo de método donde la profundización del cambio y la rectificación del error es casi continua y no suele asumirse como negación en bloque del pasado sino como crítica y superación de los límites o acercamientos sucesivos a la verdad, tal como es reconocida y asumida por las grandes mayorías y sus líderes de acción y opinión en un momento histórico concreto.
Bien es cierto que esta época y sus contradicciones merecen varias preguntas que aún no han sido correctamente formuladas desde las ciencias sociales, pero no es esa la intención subyacente en las aproximaciones y análisis de muchos de los autores que intentan hoy arrojar sombra sobre su memoria futura. A esa Revolución, con sus grandes realizaciones y sus insuficiencias visibles ante el formidable espejo del ideal martiano, se la persigue como proyecto político y se la niega como sociedad institucionalizada para intentar extirpar ahora de la memoria colectiva su legitimidad, la posibilidad de su perfeccionamiento y su derecho al futuro, mediante un estudiado proceso de desmontaje múltiple que tiene voceros bien perceptibles, también en el campo cultural. Quizá es esa, como escribí a propósito del libro de Rafael Rojas, Tumbas sin sosiego, “la idea última que la revista Encuentro de la Cultura Cubana viene proponiendo desde hace diez años: la construcción intelectual de una memoria otra para Cuba, distinta y opuesta a la que las mayorías del país han percibido como su memoria desde el triunfo mismo de la Revolución de 1959, pero peligrosamente deslindada también de valores patrios arraigados en la memoria nacional previa a ese proceso histórico y que en mucho lo fundamentaron en sus orígenes y lo sostienen en su devenir actual”.
El cuarto elemento, tal como lo veo, es una especie de trozo de piedra arrancado del Muro de Berlín y arrojado a través de la mar océano para que golpee en La Habana, y parece tener dos líneas de acción y pensamiento: una, muy morbosa, pretende engarzar en la historia de Cuba todos los desarreglos, represiones y males exhumados de los territorios y museos socialistas de Europa del Este, y se goza en citar traumas, experiencias y reflexiones de esa región, saltando olímpicamente sobre las diferencias históricas y culturales que informan ambas realidades, pero también desconociendo las variadas discrepancias que entre el socialismo de la isla y el de esos países existió en la teoría y en la práctica, que llegó a plantearse incluso en varios momentos como disensiones entre sus liderazgos políticos; la otra línea de este cuarto eje pretende idealizar las sociedades contemporáneas de Europa Occidental (tan bien dispuestas a encauzar las aspiraciones hegemónicas del Imperio norteamericano, que ya en los sesenta nos endosaron desde allí la ofensiva contra la izquierda intelectual y la Revolución Cubana, mediante el agencioso Congreso por la Libertad Cultural y sus ramificaciones latinoamericanas) y presentarnos la ilusión de que esos grandes mercados –del libro, de la cultura, de ideas y bienes de consumo…, esos reservorios del dinero, en suma- son los modelos a los que deberíamos aspirar como absolutos después de una transición más cacareada que fundamentada, y se goza en el regodeo macabro de las duras realidades y complejidades teóricas de la crisis económica y de valores que asoló a Cuba en los años noventa e hizo parpadear con insistencia, y hasta cerrar a veces el ojo amoratado, a la idea socialista.
Típico de los muy críticos años de la crisis y transportado sin remilgos a unos dos mil que comienzan a ser otros -entre nosotros y más allá de nosotros-; este es, quizá, el eje en que se afinca mejor, por ejemplo, Antonio José Ponte, en La fiesta vigilada, una letanía imprecisa entre la confesión, la novela, el ensayo y el autobombo de unas memorias sin gloria, donde todo el mundo es sórdido o fútil menos el autor protagonista, para proponernos“una historia de represiones y miserias que este libro… nos cuenta como ningún otro”, según disfruta reseñar uno de esos parricidas revelados como eficaces colaboracionistas del poder exterior, Duanel Díaz. La Fiesta… de Antonio J. es la fiesta del chanchullo, la intriga, los manejos turbios, el egoísmo y la perfidia, la oscura fiesta del abandono, la simulación, el dólar y el turismo, cuya existencia no es un estado transitorio y equivoco, el resultado de una carencia y un aumento de la presión exterior, sino síntoma de la pudrición final del cadáver revolucionario y germen recuperado de lo que vendrá. Desde allí, Ponte levanta su memoria otra del país que propone como plataforma para recuperar el derroche de unos años cincuenta cuyo boato añora, aunque esa fastuosidad haya sido erigida, entonces si, sobre “una historia de represiones y miserias” abrumadoramente duras y de no ficción. Menos chancletero y no tan divertido, pero con el mismo cinismo resentido, casi maniático, hacia apocalípticos e integrados a que nos acostumbró Fermín Gabor, Antonio José Ponte -un autor inédito en Cuba, según la nota de solapa, falsedad evidente que predispone antes de entrar- llega en este libro al “final de toda fiesta de disfraces: el momento de abandonar las máscaras”.
Y creo que también de eso se trata: Ponte, Rojas, Duanel… participan conscientemente de una guerra ahora cultural que, según las últimas teorías de los grupos de poder que controlan el Imperio, no es necesario siquiera declarar en su fase militar. No se van a molestar ni más ni menos porque entendamos y digamos de una vez que lo que quieren es que la Revolución Cubana se acabe para siempre y que a ese fin aplican sus talentos, sin demasiados escrúpulos sobre los modos de conseguirlo. Propongo, entonces, que no demos muchas vueltas a la noria y nos planteemos la pregunta necesaria, ya ineludible: ¿por qué consentimos que dispongan a su antojo de ese falso derecho a ocupar sin objeción los territorios de la memoria –ese campo de batalla que, recogiendo el guante lanzado, esta mesa nos propone- presentándose a sí mismos como intelectuales libres de compromiso con todo poder, víctimas de una sociedad que en los hechos los aceptó y promovió con más anuencia que a otros hasta que ellos se autoexcluyeron cuando más convino a sus intereses, falseando la macro y la micro historia a su antojo, con miradas sobre el pasado, el presente y el futuro de Cuba que la mayoría de nosotros consideramos equivocadas, carentes de pertinencia, fundamento y argumentación, y que no compartimos?
Creo que nos asiste el derecho intelectual y ciudadano a disentir, a probar nuestras verdades, a proponer nuestra propia mirada, a tratar de encontrar respuestas, a realizar nuestras pequeñas maniobras, a intentar la recuperación de nuestro pan dormido, y evitar quizá la disfunción del campo que, ellos, nuestros adversarios, tratan continuamente de minar. Y sobre todo nos asiste el derecho a pensar por nosotros mismos, a plantear las preguntas de fondo, sin mediaciones exteriores ni aprobaciones internas y sin miedos, ser capaces de hacer también las necesarias preguntas sobre el aquí y ahora, sobre el aquí y ayer, sobre el mañana que viviremos aquí, como individuos y como país. Es la mejor manera que conozco de olvidarlos y creo que es la única manera de ganar para nuestros hijos esa memoria del futuro que ahora nos ocupa.
________________________________________
[1]Intervención realizada el 22 de junio de 2007, en la Sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz, durante la Mesa: La Memoria, ese campo de batalla, del espacio de debates Ciclos en movimiento, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro.
Por Edel Morales
En alguna de las novelas que integran la saga de Las cuatro estaciones, Mario Conde, el personaje central de la exitosa tetralogía de Leonardo Padura, se define a sí mismo como “un recordador”. Si concordamos en que se trata del personaje de mayor popularidad en la narrativa cubana de los últimos cincuenta años, conviene no desatender ese rasgo de su carácter, decisivo, en mi opinión, para el calado de la trama novelesca pero también, y por eso mismo, para el asunto que trataremos aquí: la memoria, y la disputa que en torno a ella se libra en el imaginario cubano de estos días.
Desde otra perspectiva, la historiadora Marial Iglesias nos ha ofrecido, en su atractivo ensayo Las metáforas del cambio en la vida cotidiana, un análisis pormenorizado de las muy distintas maneras en que los cubanos de hace un siglo metafori(boli)zaron la frustración del ideal independentista y la dolorosa transición sufrida por la isla entre el estado colonial español y las nuevas formas de dominación neocolonial, que entonces se probaban en Cuba e inauguraban la presencia en el escenario internacional de una de las fuerzas decisivas en el proceso histórico mundial del nuevo siglo: el imperialismo norteamericano.
Sin desconocer la calidad acumulativa que aportan a la historia insular períodos anteriores (algunos de particular relevancia en la germinación de una cultura propia, en constante modulación, desde los tiempos en que llega a asumirse a sí misma como distinta de sus componentes originales hasta su cristalización crucial en los años de la Guerra Grande y la Tregua Fecunda), podemos centrar la discusión actual en ese largo siglo que, según escuché decir hace unos días en esta misma Sala a Fernando Martínez Heredia, comenzó para la isla en 1895, y aún no termina.
Para esa época quedaba bastante claro el dilema de Cuba: agotadas las opciones reformistas, anexionistas o autonomistas por pura inoperancia histórica o por su incapacidad de articularse en las necesidades de las fuerzas sociales actuantes en la isla y su contexto exterior, solo era pertinente la estructuración y profundización de un ideal de independencia política, justicia social y ética solidaria, que José Martí sintetiza y proyecta con máxima energía en la organización cotidiana de la guerra necesaria: un país no se funda como se dirige un campamento, un Partido único de todos los cubanos dignos para la Revolución; en sus deberes internacionales: el equilibrio del mundo, impedir a tiempo con la independencia de Cuba que los Estados Unidos se extiendan por las Antillas…; y en sus esbozos de la futura república: con todos y para el bien de todos, Revolución no es la que vamos a hacer en la manigua es la que haremos en… Ese ideal fue frustrado, ya se sabe, en su momento histórico, por varios factores, incluida la prematura muerte de Martí y, de modo decisivo, por la intervención militar del naciente imperialismo estadounidense en la guerra. Como resultado, la (ir)realización plena de ese ideal atraviesa el largo siglo cubano de entonces acá y condiciona los puntos de vista de cualquier acercamiento académico o político, social, cultural, racial, de género… a su devenir y a sus coyunturas.
Observado desde una mirada de larga duración, el punto de enunciación temporal y conceptual en que se sitúa hoy el debate es más o menos paradigmático: los albores de un milenio, para el cual los años anteriores serían un prólogo necesario hacia la realización de ese ideal plausible en el cambio de época que se insinúa en todo el hemisferio; y la intuición presente en sectores de la sociedad contemporánea de que sería posible intentar una asimilación de los saberes y las prácticas acumuladas, que no sea expresión textual de una tesis ni de una antítesis de lo que fue teóricamente dominante sino síntesis libre, justa, eficaz de las corrientes subterráneas y visibles que afluyen a esa idea del mundo, de América y de Cuba como dignidad plena del hombre, que desde 1895 intenta cumplirse en la práctica.
Lo que parece estar en juego en Cuba hoy, en este terreno, es la idea de futuro que proponemos, afincándola en la memoria vigente, por el replanteo ¿siempre desde el exterior? ¿sólo desde la cultura? de un proyecto de nación desustanciado en el tiempo, superado por el que aquí hemos venido comentando, y una de cuyas diferencias radicales pudiéramos condensar en expresiones dispares y bien reconocibles: la patria es el dinero, de Francisco de Arango y Parreño, frente al cual se empina el Patria es Humanidad, de José Martí.
El centro de la discusión que se nos propone tiene, a mi modo de ver, algunos ejes bien identificables y de importancia cardinal para el futuro, territorio que se aspira ocupar.
El primero de ellos, la intención de sustraer de la memoria histórica y cotidiana del país el lugar decisivo que las ideas y prácticas imperialistas de dominación, emanadas de los grupos de poder que han constituido los sucesivos gobiernos norteamericanos desde el distante siglo XIX, han tenido y tienen en la realidad cubana, latinoamericana y mundial.
El segundo, la idealización de un período de vida republicana que nació, creció y murió frustrado en lo esencial político por las ideas y prácticas de esa dominación y cuyas mejores realizaciones se suscitan en la tensión a que fue obligada su estructura por la perdurabilidad y evolución en el seno de esa sociedad de las fuerzas liberadoras que tenían mayormente su origen en el proyecto martiano de República y que condujo al estallido revolucionario de los años cincuenta, favorecido por un golpe de estado de militares pro yanquis, que pretendió impedir el previsible ascenso al poder político por medios electorales de esas fuerzas liberadoras.
Un tercer eje central de la discusión está localizado en el ya casi medio siglo de la Revolución en el poder, un período al cual se evita mirar como proceso histórico y en cuyo análisis se escamotea el hecho de que se trata de un nuevo tipo de sociedad, un sistema dinámico complejo con sus contradicciones internas, resultantes también de la tensión del cambio y de acumulaciones culturales típicas de un país marcado en su tradición por dominaciones foráneas a las cuales sigue enfrentado, así como la superación dialéctica que de muchas de esas contradicciones ha sabido hacer desde sí mismo el poder revolucionario, en un planteo de método donde la profundización del cambio y la rectificación del error es casi continua y no suele asumirse como negación en bloque del pasado sino como crítica y superación de los límites o acercamientos sucesivos a la verdad, tal como es reconocida y asumida por las grandes mayorías y sus líderes de acción y opinión en un momento histórico concreto.
Bien es cierto que esta época y sus contradicciones merecen varias preguntas que aún no han sido correctamente formuladas desde las ciencias sociales, pero no es esa la intención subyacente en las aproximaciones y análisis de muchos de los autores que intentan hoy arrojar sombra sobre su memoria futura. A esa Revolución, con sus grandes realizaciones y sus insuficiencias visibles ante el formidable espejo del ideal martiano, se la persigue como proyecto político y se la niega como sociedad institucionalizada para intentar extirpar ahora de la memoria colectiva su legitimidad, la posibilidad de su perfeccionamiento y su derecho al futuro, mediante un estudiado proceso de desmontaje múltiple que tiene voceros bien perceptibles, también en el campo cultural. Quizá es esa, como escribí a propósito del libro de Rafael Rojas, Tumbas sin sosiego, “la idea última que la revista Encuentro de la Cultura Cubana viene proponiendo desde hace diez años: la construcción intelectual de una memoria otra para Cuba, distinta y opuesta a la que las mayorías del país han percibido como su memoria desde el triunfo mismo de la Revolución de 1959, pero peligrosamente deslindada también de valores patrios arraigados en la memoria nacional previa a ese proceso histórico y que en mucho lo fundamentaron en sus orígenes y lo sostienen en su devenir actual”.
El cuarto elemento, tal como lo veo, es una especie de trozo de piedra arrancado del Muro de Berlín y arrojado a través de la mar océano para que golpee en La Habana, y parece tener dos líneas de acción y pensamiento: una, muy morbosa, pretende engarzar en la historia de Cuba todos los desarreglos, represiones y males exhumados de los territorios y museos socialistas de Europa del Este, y se goza en citar traumas, experiencias y reflexiones de esa región, saltando olímpicamente sobre las diferencias históricas y culturales que informan ambas realidades, pero también desconociendo las variadas discrepancias que entre el socialismo de la isla y el de esos países existió en la teoría y en la práctica, que llegó a plantearse incluso en varios momentos como disensiones entre sus liderazgos políticos; la otra línea de este cuarto eje pretende idealizar las sociedades contemporáneas de Europa Occidental (tan bien dispuestas a encauzar las aspiraciones hegemónicas del Imperio norteamericano, que ya en los sesenta nos endosaron desde allí la ofensiva contra la izquierda intelectual y la Revolución Cubana, mediante el agencioso Congreso por la Libertad Cultural y sus ramificaciones latinoamericanas) y presentarnos la ilusión de que esos grandes mercados –del libro, de la cultura, de ideas y bienes de consumo…, esos reservorios del dinero, en suma- son los modelos a los que deberíamos aspirar como absolutos después de una transición más cacareada que fundamentada, y se goza en el regodeo macabro de las duras realidades y complejidades teóricas de la crisis económica y de valores que asoló a Cuba en los años noventa e hizo parpadear con insistencia, y hasta cerrar a veces el ojo amoratado, a la idea socialista.
Típico de los muy críticos años de la crisis y transportado sin remilgos a unos dos mil que comienzan a ser otros -entre nosotros y más allá de nosotros-; este es, quizá, el eje en que se afinca mejor, por ejemplo, Antonio José Ponte, en La fiesta vigilada, una letanía imprecisa entre la confesión, la novela, el ensayo y el autobombo de unas memorias sin gloria, donde todo el mundo es sórdido o fútil menos el autor protagonista, para proponernos“una historia de represiones y miserias que este libro… nos cuenta como ningún otro”, según disfruta reseñar uno de esos parricidas revelados como eficaces colaboracionistas del poder exterior, Duanel Díaz. La Fiesta… de Antonio J. es la fiesta del chanchullo, la intriga, los manejos turbios, el egoísmo y la perfidia, la oscura fiesta del abandono, la simulación, el dólar y el turismo, cuya existencia no es un estado transitorio y equivoco, el resultado de una carencia y un aumento de la presión exterior, sino síntoma de la pudrición final del cadáver revolucionario y germen recuperado de lo que vendrá. Desde allí, Ponte levanta su memoria otra del país que propone como plataforma para recuperar el derroche de unos años cincuenta cuyo boato añora, aunque esa fastuosidad haya sido erigida, entonces si, sobre “una historia de represiones y miserias” abrumadoramente duras y de no ficción. Menos chancletero y no tan divertido, pero con el mismo cinismo resentido, casi maniático, hacia apocalípticos e integrados a que nos acostumbró Fermín Gabor, Antonio José Ponte -un autor inédito en Cuba, según la nota de solapa, falsedad evidente que predispone antes de entrar- llega en este libro al “final de toda fiesta de disfraces: el momento de abandonar las máscaras”.
Y creo que también de eso se trata: Ponte, Rojas, Duanel… participan conscientemente de una guerra ahora cultural que, según las últimas teorías de los grupos de poder que controlan el Imperio, no es necesario siquiera declarar en su fase militar. No se van a molestar ni más ni menos porque entendamos y digamos de una vez que lo que quieren es que la Revolución Cubana se acabe para siempre y que a ese fin aplican sus talentos, sin demasiados escrúpulos sobre los modos de conseguirlo. Propongo, entonces, que no demos muchas vueltas a la noria y nos planteemos la pregunta necesaria, ya ineludible: ¿por qué consentimos que dispongan a su antojo de ese falso derecho a ocupar sin objeción los territorios de la memoria –ese campo de batalla que, recogiendo el guante lanzado, esta mesa nos propone- presentándose a sí mismos como intelectuales libres de compromiso con todo poder, víctimas de una sociedad que en los hechos los aceptó y promovió con más anuencia que a otros hasta que ellos se autoexcluyeron cuando más convino a sus intereses, falseando la macro y la micro historia a su antojo, con miradas sobre el pasado, el presente y el futuro de Cuba que la mayoría de nosotros consideramos equivocadas, carentes de pertinencia, fundamento y argumentación, y que no compartimos?
Creo que nos asiste el derecho intelectual y ciudadano a disentir, a probar nuestras verdades, a proponer nuestra propia mirada, a tratar de encontrar respuestas, a realizar nuestras pequeñas maniobras, a intentar la recuperación de nuestro pan dormido, y evitar quizá la disfunción del campo que, ellos, nuestros adversarios, tratan continuamente de minar. Y sobre todo nos asiste el derecho a pensar por nosotros mismos, a plantear las preguntas de fondo, sin mediaciones exteriores ni aprobaciones internas y sin miedos, ser capaces de hacer también las necesarias preguntas sobre el aquí y ahora, sobre el aquí y ayer, sobre el mañana que viviremos aquí, como individuos y como país. Es la mejor manera que conozco de olvidarlos y creo que es la única manera de ganar para nuestros hijos esa memoria del futuro que ahora nos ocupa.
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[1]Intervención realizada el 22 de junio de 2007, en la Sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz, durante la Mesa: La Memoria, ese campo de batalla, del espacio de debates Ciclos en movimiento, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro.
23 junio 2007
Voces Sofocadas
Abraham Burg
"Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas". Abrahm Burg responde a la enorme ola de reacciones que causó la entrevista con él, aparecida en el suplemento del diario Haaretz.
Un solo toque despertó en mí y en nosotros una inmensa ola de clamores. Una demostración del dolor de Israel, y su pedido de auxilio. Sólo que en estos días no hay una guía de los perplejos en Israel; se desdibujaron los valores, la solidaridad se desmenuzó y desquebrajó, el camino político está bloqueado y cabizbajo: externamente amenazan Irán, Gaza y la demografía, y el debate público sobre el futuro del país desesperado, casi no existe. El sistema político está extenuado y no coopera con el diálogo que puntualiza incógnitas fundamentales de nuestra vida y la búsqueda de nuevas respuestas; entre ellas:
Un Estado Judío
El que cree, igual que yo, en la separación entre la religión y el Estado, no puede apoyar el concepto de “Judío-Democrático”. Un Estado que tiene una definición tan significativa y pesada de la religión, nunca podrá contemplar en su haber la democracia de manera total. Entre “judío” y “democrático”, la teocracia judía triunfará. Es un hecho, lo “judío” nuestro se fortalece y se encierra, y en cambio, lo “democrático” de la liberación, la igualdad, los derechos y el humanismo, se debilita y retrocede.
La fijación de que en todas las circunstancias el Estado será siempre “judío” y, sea el precio de la coerción que fuere, es el comienzo del camino hacia un Estado de preceptos israelíes. ¿Cuál es la alternativa? El cambio de la definición de Israel como “Estado judío” a la definición de un “Estado para los judíos”.
No es el Estado el que define la identidad, sino sus ciudadanos. El hombre es el responsable de los modelos de la sociedad y sus valores, de salvaguardar sus características culturales y espirituales, de su legajo histórico y de la memoria particular y colectiva.
Las incógnitas básicas se dilucidarán sólo de manera plenamente democrática.
He aquí, que la diáspora, en contra de las amenazas de una aleación, resguarda y renueva una identidad judía moderna, excepcional; escuelas, instituciones de beneficencia, organizaciones comunitarias y una preocupación honesta por el prójimo y por el “otro”. Yo propongo propulsar a Israel hacia el judaísmo abierto del mundo y no descuidar nuestra identidad en manos de fanáticos nacionalistas y religiosos locales.
El Estado del pueblo judío en todos sus matices - sí. Un Estado judío-religioso - no.
¿Y el pasaporte?
Leí en el diario que mi familia y yo, abandonamos el país. Lo lamento, pero no le daré a nadie ese placer. Yo no quiero vivir allí, sólo aquí.
Acá se imponen mis obligaciones: impuestos, leyes, servicios y preocupaciones referentes al temor por las posibilidades y supervivencia de nuestro único Estado. Podría presentarles la lista de personajes israelíes públicos, en finanzas, comunicación, política, academia, artes, deportes, periodismo, etc., que poseen pasaportes extranjeros, ellos y sus familiares. También podría refugiarme tras el difundido aforismo que “es el instinto judío que poseemos”. Sólo que mis motivos son otros: una de mis obligaciones como israelí y como judío es clamar y alarmar: “Los peligros están aquí a la entrada”, y contra ellos deseo intensificar nuestro israelismo en disminución.
Yo, que vivo en hebreo, pertenezco a más de un solo mundo. Para mí, ciudadanía mundial es una metáfora de mi existencia y no sólo como israelí sino como hijo de “pueblo del mundo”. Cuando hace varios años surgió la proposición de permitir a los “iordim” (emigrantes) israelíes votar en las elecciones parlamentarias del país, apoyé la propuesta con la condición de que también todo judío del mundo pudiese votar e influir.
Así como anhelo ver a todo el pueblo judío mezclado en mi vida, así quiero involucrarme en la vida del mundo todo.
Cuando Bush declara una guerra que quizás marque mi destino, así debo defenderme abiertamente en su contra y en contra de las manipulaciones del cabildeo israelí que estimula la duplicación de lealtades. Cuando en Francia utilizan la fuerza para evitar el diálogo primordial con los hijos de los inmigrantes, eso también me incumbe. Existen países que permiten un doble voto y hay otros que no. Y cuando tengo la oportunidad de influir, lo intento. Porque ese es también mi judaísmo.
¿Y la entrevista?
Durante varios años escribí el libro “Vencer a Hitler” que contempla numerosos temas, ora dolorosos, ora optimistas. Posteriormente fui entrevistado varios días y no estoy dispuesto a responder a los titulares superficiales de escasas palabras. De todo lo aparecido en la entrevista me decepcionó especialmente lo que se omitió. No se describió el libro ni sus objeciones. No aparecieron en absoluto las alternativas que presenté. No le dieron cabida a mis esperanzas, a la nueva humanidad, al judaísmo que se renueva, a los murmullos de confianza menos traumáticos con el mundo. Se ocultaron mis posturas y mis propuestas de formas para salir del trauma nacional y convertir la debilidad en fortaleza, sobre el cambio en los programas de estudio y contenidos, sobre otros caminos más judíos para enfatizar la destrucción del judaísmo europeo.
No se mencionó la función que considero le toca a Israel como hacedora del gran proceso de paz mundial, porque toda nuestra existencia debe estar movida de permanente responsabilidad por la paz del mundo.
Estuvo ausente en la entrevista mi empeño por un pueblo judío que dice "nunca más" no sólo para nosotros, judíos, sino para toda víctima que sufre hoy en el mundo, que goce del apoyo y la defensa de los judíos, víctimas en el pasado y que vencieron a Hitler.
¿Derecha o izquierda?
Estas cuestiones difieren del clásico derecha o izquierda. Hasta el presente la derecha no tiene nada que ofrecer, que no sea la espada y el Mesías, y al día siguiente de la paz, la izquierda clásica no tendrá nada que ofrecer como nuevo contenido espiritual al público liberado de la energía de la guerra. En mi libro y mis declaraciones, me acoplo a las voces ahogadas israelíes que intentan diseñar las marcas del próximo paisaje israelí. Incorporar humanidad y universalismo a las viejas comparaciones y nuevas dimensiones del contenido de valores y existencia nacional. Una vida de confianza y no una realidad toda traumática, que no tiene fin.
Todos aquellos dispuestos a formular preguntas difíciles, aunque nuestras respuestas sean en la práctica, diferentes, y aquellos que con una mano en el corazón confiesan “tenemos miedo” - son mis socios. Y somos muchos.
¿Y qué diría su padre?
En la mayoría de los temas, estaría de acuerdo y sobre lo que disentía (especialmente lo que se refiere a su apoyo a la característica religiosa del Estado) solía discutir conmigo como judío y no como israelí. El israelí levanta su mano en mi contra con violencia y me reprende “¿porqué, quién crees que eres?”. Y dado que no sirvo, prefiere ignorar mis preguntas. El judío talmúdico, tratará de entender. “¿A tu entender, qué opinas?”. Él intentará ahondar junto conmigo, comprenderá y decidirá si adopta mis ideas y cambia de opinión o sostiene su posición. Siempre dejará vigente la opinión de la minoría, documentada y respetada, con la convicción de que la opinión de la minoría de hoy, quizás se convierta en la postura de la mayoría del mañana; ora por un cambio de circunstancias, ora por fortalecimiento de la enfermedad.
Mientras tanto, le diría a mi padre, protagonista del libro: Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas. Y yo junto con ellos busco el consuelo y las alternativas a la actual frustración israelí. Así venceremos a Hitler.
Fuente: Haaretz, 21.6.07
"Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas". Abrahm Burg responde a la enorme ola de reacciones que causó la entrevista con él, aparecida en el suplemento del diario Haaretz.
Un solo toque despertó en mí y en nosotros una inmensa ola de clamores. Una demostración del dolor de Israel, y su pedido de auxilio. Sólo que en estos días no hay una guía de los perplejos en Israel; se desdibujaron los valores, la solidaridad se desmenuzó y desquebrajó, el camino político está bloqueado y cabizbajo: externamente amenazan Irán, Gaza y la demografía, y el debate público sobre el futuro del país desesperado, casi no existe. El sistema político está extenuado y no coopera con el diálogo que puntualiza incógnitas fundamentales de nuestra vida y la búsqueda de nuevas respuestas; entre ellas:
Un Estado Judío
El que cree, igual que yo, en la separación entre la religión y el Estado, no puede apoyar el concepto de “Judío-Democrático”. Un Estado que tiene una definición tan significativa y pesada de la religión, nunca podrá contemplar en su haber la democracia de manera total. Entre “judío” y “democrático”, la teocracia judía triunfará. Es un hecho, lo “judío” nuestro se fortalece y se encierra, y en cambio, lo “democrático” de la liberación, la igualdad, los derechos y el humanismo, se debilita y retrocede.
La fijación de que en todas las circunstancias el Estado será siempre “judío” y, sea el precio de la coerción que fuere, es el comienzo del camino hacia un Estado de preceptos israelíes. ¿Cuál es la alternativa? El cambio de la definición de Israel como “Estado judío” a la definición de un “Estado para los judíos”.
No es el Estado el que define la identidad, sino sus ciudadanos. El hombre es el responsable de los modelos de la sociedad y sus valores, de salvaguardar sus características culturales y espirituales, de su legajo histórico y de la memoria particular y colectiva.
Las incógnitas básicas se dilucidarán sólo de manera plenamente democrática.
He aquí, que la diáspora, en contra de las amenazas de una aleación, resguarda y renueva una identidad judía moderna, excepcional; escuelas, instituciones de beneficencia, organizaciones comunitarias y una preocupación honesta por el prójimo y por el “otro”. Yo propongo propulsar a Israel hacia el judaísmo abierto del mundo y no descuidar nuestra identidad en manos de fanáticos nacionalistas y religiosos locales.
El Estado del pueblo judío en todos sus matices - sí. Un Estado judío-religioso - no.
¿Y el pasaporte?
Leí en el diario que mi familia y yo, abandonamos el país. Lo lamento, pero no le daré a nadie ese placer. Yo no quiero vivir allí, sólo aquí.
Acá se imponen mis obligaciones: impuestos, leyes, servicios y preocupaciones referentes al temor por las posibilidades y supervivencia de nuestro único Estado. Podría presentarles la lista de personajes israelíes públicos, en finanzas, comunicación, política, academia, artes, deportes, periodismo, etc., que poseen pasaportes extranjeros, ellos y sus familiares. También podría refugiarme tras el difundido aforismo que “es el instinto judío que poseemos”. Sólo que mis motivos son otros: una de mis obligaciones como israelí y como judío es clamar y alarmar: “Los peligros están aquí a la entrada”, y contra ellos deseo intensificar nuestro israelismo en disminución.
Yo, que vivo en hebreo, pertenezco a más de un solo mundo. Para mí, ciudadanía mundial es una metáfora de mi existencia y no sólo como israelí sino como hijo de “pueblo del mundo”. Cuando hace varios años surgió la proposición de permitir a los “iordim” (emigrantes) israelíes votar en las elecciones parlamentarias del país, apoyé la propuesta con la condición de que también todo judío del mundo pudiese votar e influir.
Así como anhelo ver a todo el pueblo judío mezclado en mi vida, así quiero involucrarme en la vida del mundo todo.
Cuando Bush declara una guerra que quizás marque mi destino, así debo defenderme abiertamente en su contra y en contra de las manipulaciones del cabildeo israelí que estimula la duplicación de lealtades. Cuando en Francia utilizan la fuerza para evitar el diálogo primordial con los hijos de los inmigrantes, eso también me incumbe. Existen países que permiten un doble voto y hay otros que no. Y cuando tengo la oportunidad de influir, lo intento. Porque ese es también mi judaísmo.
¿Y la entrevista?
Durante varios años escribí el libro “Vencer a Hitler” que contempla numerosos temas, ora dolorosos, ora optimistas. Posteriormente fui entrevistado varios días y no estoy dispuesto a responder a los titulares superficiales de escasas palabras. De todo lo aparecido en la entrevista me decepcionó especialmente lo que se omitió. No se describió el libro ni sus objeciones. No aparecieron en absoluto las alternativas que presenté. No le dieron cabida a mis esperanzas, a la nueva humanidad, al judaísmo que se renueva, a los murmullos de confianza menos traumáticos con el mundo. Se ocultaron mis posturas y mis propuestas de formas para salir del trauma nacional y convertir la debilidad en fortaleza, sobre el cambio en los programas de estudio y contenidos, sobre otros caminos más judíos para enfatizar la destrucción del judaísmo europeo.
No se mencionó la función que considero le toca a Israel como hacedora del gran proceso de paz mundial, porque toda nuestra existencia debe estar movida de permanente responsabilidad por la paz del mundo.
Estuvo ausente en la entrevista mi empeño por un pueblo judío que dice "nunca más" no sólo para nosotros, judíos, sino para toda víctima que sufre hoy en el mundo, que goce del apoyo y la defensa de los judíos, víctimas en el pasado y que vencieron a Hitler.
¿Derecha o izquierda?
Estas cuestiones difieren del clásico derecha o izquierda. Hasta el presente la derecha no tiene nada que ofrecer, que no sea la espada y el Mesías, y al día siguiente de la paz, la izquierda clásica no tendrá nada que ofrecer como nuevo contenido espiritual al público liberado de la energía de la guerra. En mi libro y mis declaraciones, me acoplo a las voces ahogadas israelíes que intentan diseñar las marcas del próximo paisaje israelí. Incorporar humanidad y universalismo a las viejas comparaciones y nuevas dimensiones del contenido de valores y existencia nacional. Una vida de confianza y no una realidad toda traumática, que no tiene fin.
Todos aquellos dispuestos a formular preguntas difíciles, aunque nuestras respuestas sean en la práctica, diferentes, y aquellos que con una mano en el corazón confiesan “tenemos miedo” - son mis socios. Y somos muchos.
¿Y qué diría su padre?
En la mayoría de los temas, estaría de acuerdo y sobre lo que disentía (especialmente lo que se refiere a su apoyo a la característica religiosa del Estado) solía discutir conmigo como judío y no como israelí. El israelí levanta su mano en mi contra con violencia y me reprende “¿porqué, quién crees que eres?”. Y dado que no sirvo, prefiere ignorar mis preguntas. El judío talmúdico, tratará de entender. “¿A tu entender, qué opinas?”. Él intentará ahondar junto conmigo, comprenderá y decidirá si adopta mis ideas y cambia de opinión o sostiene su posición. Siempre dejará vigente la opinión de la minoría, documentada y respetada, con la convicción de que la opinión de la minoría de hoy, quizás se convierta en la postura de la mayoría del mañana; ora por un cambio de circunstancias, ora por fortalecimiento de la enfermedad.
Mientras tanto, le diría a mi padre, protagonista del libro: Aún quedan esperanzas. La gente pregunta, discute, busca respuestas. Y yo junto con ellos busco el consuelo y las alternativas a la actual frustración israelí. Así venceremos a Hitler.
Fuente: Haaretz, 21.6.07
20 junio 2007
1. Un nuevo partido de izquierdas cambia el mapa político alemán
Y OTROS NUEVOS ARTÍCULOS DE LA ACTUALIDAD EN EL MUNDO
2. El general que investigó Abu Graib asegura que el Pentágono ordenaba las torturas en la prisión
3. Esta vez tiene razón Hamás
4. ''La ofensiva israelí contra el Líbano no era más que una etapa del remodelamiento del Medio Oriente por Estados Unidos''
LAS NOTAS:
1.Líderes disidentes de la socialdemocracia se asocian con antiguos comunistas del Este JOSÉ COMAS - Berlín - 19/06/2007
La fundación el pasado fin de semana en Berlín del nuevo partido La Izquierda, que eligió para una de las dos presidencias al ex ministro y ex presidente socialdemócrata Oskar Lafontaine, de 63 años, significa la implantación de un quinto partido en la política alemana y un serio desafío para el SPD, que puede perder muchos votos de izquierda. Sondeos demoscópicos atribuyen al nuevo partido un potencial de hasta un 24% de votos en toda Alemania.
En su discurso ante el congreso fundacional, Lafontaine se proclamó como socialista auténtico y heredero de Willy Brandt frente a un SPD que "ha desmantelado el Estado social".
El parto de La Izquierda ha durado unos dos años desde los primeros coqueteos entre los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS) del Este de Alemania, heredero del que ejerció durante 40 años la dictadura del proletariado en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA); y los de la llamada Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social (WASG), formada en el Oeste de Alemania por socialdemócratas y sindicalistas de izquierda, decepcionados de los programas de recortes sociales del Gobierno del ex canciller Gerhard Schröder (SPD).
El pasado fin de semana, en Berlín, se celebraron los congresos de los dos partidos. Ambos aprobaron por mayorías que recuerdan a las de los antiguos partidos comunistas -con apenas un par de votos en contra de los 750 delegados- la fusión y la puesta en marcha del nuevo partido.
En el actual Parlamento Federal (Bundestag), la coalición ahora convertida en partido ya cuenta con 54 diputados de un total de 614 escaños. En las elecciones federales de septiembre de 2005 ya fue, con un 8,7%, la cuarta fuerza política, por encima de Los Verdes. Desde entonces este grupo se ha fortalecido poco a poco hasta llegar ahora a constituirse como partido con vocación de permanencia.
En las elecciones de la ciudad-estado de Bremen del pasado 13 de mayo consiguió por primera vez entrar en un Parlamento regional de Alemania occidental con un 8,4% de votos. Esto ocurrió a pesar de los múltiples errores cometidos, que llegaron hasta la inclusión de un ultraderechista en las listas de candidatos.
Ahora, La Izquierda afronta el desafío de implantarse en firme y quitarse la imagen de que se trata de un partido regional heredero de los antiguos comunistas. En el Este (en la desaparecida RDA), el PDS y ahora La Izquierda consiguen resultados por encima del 20% y, según los sondeos, hasta un 44% piensa votarlos. Tras su fusión, el nuevo partido ha registrado 1.500 solicitudes de afiliación. Por número de afiliados, La Izquierda sería ahora con más de 70.000 el tercer partido de Alemania, por encima de los liberales (FDP) y de Los Verdes. A la fusión aporta 60.000 miembros el PDS y 11.500 la WASG.
La implantación de La Izquierda supone un cambio tal vez definitivo en el panorama político alemán, que desde la entrada de Los Verdes en el Bundestag en 1983, hace casi un cuarto de siglo, se había mantenido con cuatro partidos. Con cinco partidos, las alianzas se harán más complicadas, como ya se comprobó en 2005 cuando la única solución posible fue la formación de una gran coalición entre democristianos (CDU / CSU) y socialdemócratas (SPD).
El SPD será el más perjudicado con el nuevo partido, sobre todo por la presencia de Lafontaine.
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2. Tauba, en declaraciones al `New Yorker', afirma que se retiró del ejército por las fuertes presiones que recibió El general Tauba, responsable de la investigación de Abu Ghraib, ha acusado a los altos mandos del Pentágono de ordenar los métodos de tortura utilizados con los presos de la cárcel iraquí, en una entrevista publicada este martes en el semanario norteamericano New Yorker.
"Sé que mis iguales en el Ejército estarán enfadados conmigo por hablar, pero el hecho es que violamos […] los principios de la Convención de Ginebra. […] El estrés de la lucha no es excusa y creo, aún hoy en día, que esos líderes militares y civiles implicados deben ser responsabilizados".
Tauba, que denuncia que su investigación se limitó únicamente a militares de inferior rango, señala entre otros al ex secretario de Estado norteamericano Donald Rumsfeld, alegando que engañó al Congreso durante su comparecencia en mayo de 2004 en la que minimizó su conocimiento sobre lo que sucedía en la prisión.
Tauba describe cómo sentía que los altos cargos del Pentágono le rehuían después de presentar su informe.
El escándalo de Abu Ghraib, fue descrito en su día por el propio presidente George w. Bush, como "el peor error" cometido por EE UU en la guerra de Irak
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3. Suena feo, pero el Hamás ganó las elecciones en 2006, autorizadas por Israel y los Estados Unidos, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. ¿Qué podría ganar Israel si saliera de su pánico y lo reconociera?
Por Sever Plotzker
No es agradable de admitir, pero en la batalla por el control de Gaza, Hamás tiene razón. Es cruel, es repulsivo, es terrorista, odia a Israel, pero ha ganado en elecciones democráticas, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. Pues en 2006 la mayoría –si bien ajustada- de los palestinos eligieron el gobierno del Hamás. La elección se realizó a sabiendas, al término de una campaña propagandística abierta y en elecciones secretas. La reacción de Israel, de la comunidad internacional y del Fatah fue meter la cabeza bien dentro de la arena y decretar: nada ha ocurrido, sólo está un poco oscuro por aquí.
El día de las elecciones al Consejo Legislativo, hace un año y cuarto, el Fatah abrió sus debates en el "Foro Económico Mundial" en Davos. En la cena en uno de los hoteles sonó discretamente mi celular con el anuncio: "Al parecer, el Hamás ganó las elecciones en la ANP, el panorama final se sabrá por la mañana". ¿Y cómo saben estimar ya ahora de quién es la victoria?, pregunté en voz baja. "Porque los del Fatah ya están festejando la victoria y disparan al aire", me contestó el que me contestó.
Fatah, una organización putrefacta y sin expectativa de vida, se cuenta en una larga lista de movimientos y organizaciones para la "liberación nacional", que surgieron como hongos después de la lluvia en los años '60 y '70 del siglo pasado. Parte fueron apenas productos de la KGB: el servicio de inteligencia soviético se cuidó bien de inventarlos y poner a su cabeza a sus discípulos y estudiantes de la universidad de Moscú. La liberación a la que aspiraban dichos movimientos estaba destinada sólo a desestabilizar la seguridad de Occidente, en especial los países a su extremo.
Con el desmembramiento de la Unión Soviética y el fin de la era colonial en todos sus sentidos, se desmembraron también los "movimientos de liberación nacional", excepto los palestinos, aun cuando se podía prever que ello les ocurriría también luego de los acuerdos de Oslo. Y ello efectivamente ocurrió, sólo que llevó otros 14 años. La extensión de su vida luego de la muerte del Fatah se inscribe en el haber exclusivo de Yasser Arafat, el hombre que sintió certeramente el inminente fin del movimiento que encabezaba, y que por eso lanzó la segunda Intifada, para postergar el final. A su muerte, también murió el Fatah.
La victoria del Hamás en las elecciones en la Margen Occidental y en Gaza, aún cuando sorprendió a la mayoría de los servicios de inteligencia israelí y occidental, fue un obvio resultado del descenso del Fatah del escenario de la historia. No se podía evitar ese ocaso, pero se podía, decididamente, crear condiciones en las que el reemplazo del Fatah no fuera Hamás, sino un partido político palestino moderado.
El aferramiento de Israel, de Norteamérica y de Europa al Fatah, incluso cuando estaba claro para todos que sus días estaban contados y que su conducción era impotente, no logró nada, y en cambio provocó daños. Fui testigo del nacimiento de esta negación en la nevada Davos de 2006. Vi y escuché a los asistentes a la convención venidos de Estados Unidos y de Europa Occidental instar a los miembros de la delegación palestina, la mayoría de ellos ministros y portavoces del Fatah, a que continúen aferrándose por la fuerza a sus sillones gubernamentales en Palestina, que "Occidente los protegerá", y "nosotros no daremos dinero al Hamás, pero a ustedes sí". El Israel oficial, luego de un titubeo breve, se sumó a esta postura falsa y simuladora.
Y así ocurrió, que a pesar de su victoria en las eleciones, el Hamás no recibió el gobierno que le correspondía en los territorios, y el Fatah derrotado y arrinconado se comportó como si fuera todavía el dueño de casa. Pero era un dueño de casa patético, ilegítimo, ocupado en sus campañas de mendigueo, humillado e incapacitado de imponer la ley y el orden. Finalmente, de las dos opciones que existían a principios de febrero de 2006, desarmar la fuerza del Hamás y borrar su victoria en las urnas, o resignarse a su victoria y transferirle el control gubernamental completo, el civil y el militar en Palestina, fue elegida una tercera vía: no hacer nada, sólo simular que el Hamás no ganó. Boicotearlo y apoyar al estéril Abu Mazen, un líder de papel de periódico.
Teherán no es aquí
No nos asustemos a nosotros mismos, aun si el susto nos es cómodo para meter a Ehud Barak como ministro de Defensa en un operativo de 24 horas: Gaza no es Irán. No tiene petróleo, no tiene 68 millones de habitantes ni una economía independiente, ni un ejército regular que pueda amenazar la existencia ni la seguridad de Israel.
Gaza es con suerte el 0,2% de Irán (un PBI de 600 mil millones de dólares en Irán; 1,2 mil millones de dólares en Gaza). El movimiento Hamás no es las "Guardias Revolucionarias" iraníes, cuyas arcas rebosan de dinero, mientras las del Hamás están vacías. Gaza es apenas un campo de refugiados cerrado y muy pobre, una aldea abandonada sobre arenas desérticas. Gaza depende para todas sus necesidades del gigantesco vecino israelí. Israel puede ahogar su economía si decide cortarle la provisión de electricidad y petróleo, cesar el flujo de shékels y bloquear su exportación agrícola. Para toda necesidad práctica, Gaza es un tipo de colonia económica de Israel.
La total dependencia económica de Gaza de la ayuda internacional y de la buena voluntad de Israel define la verdadera dimensión de la "conquista de Gaza" por el Hamás: es fácil saquear el despacho de Muhamad Dahlán; es un poco más difícil dirigir un proto-estado en Gaza, cuyo producto per cápita no pasa de los 800 dólares por año, que no tiene industria, turismo, comercio, recursos naturales, ni clase media. Hay, en cambio, una desocupación del 60% de la fuerza de trabajo, una pobreza tremenda, un régimen de bandas locales armadas, y si hubo en el pasado algunos empresarios, ya huyeron con lo puesto en embarcaciones rumbo a Egipto o con salvoconductos israelíes a la Margen Occidental.
Gaza no trabaja ni funciona. Está mantenida por agencias de asistencia a refugiados de la ONU, por donaciones humanitarias directas de gobiernos de Europa y del Golfo, y por filtración permanente de fondos iraníes. No con demasiada generosidad. Para sobrevivir como dueños de un gobierno mínimo, el Hamás deberá reconocer a Israel y cooperar con él. De ello intenta escabullirse colocando a Abu Mazen en el frente del diálogo con Israel. Nosotros les facilitamos las cosas y tomamos parte voluntaria en este juego de escondidas, que no sirve a nuestros intereses.
Al convertirse en único dueño de casa en el terreno, el Hamás deberá preocuparse por el bienestar de sus habitantes, y no sólo por aquellos que acuden a sus intituciones de beneficencia. El gobierno del Hamás deberá recaudar impuestos de los habitantes y arreglar el tema de los fondos de impuestos indirectos que Israel cobra para la ANP, pero congela en el marco del boicot económico. El no reconocimiento inmediato de Israel por el Hamás implica también el no reconocimiento israelí del control del Hamás de los pasos fronterizos, y su cierre. La relación entre Gaza y la Margen Occidental será totalmente cortada, la exportación palestina se derrumbará y el Hamás deberá enfrentar la ira de los habitantes.
La pregunta que queda es si nuestro gobierno podrá liberarse, tanto de su pánico como de su autoengaño, dos caras de la misma moneda. Parece ser que no, según las reacciones a los incidentes sangrientos en Gaza y al golpe de estado en la Margen Occidental. Nuevamente nos apoyamos en Abu Mazen como salvador y nos consolamos con el poder seguro del Fatah como alternativa al Hamás, esta vez en la Margen Occidental ocupada. Todo ello sólo ayuda al Hamás a reorganizarse.
Fuente: Yediot Ajaronot - Povesham - 18/6/2007
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4. La ofensiva israelí de julio y agosto de 2006 contra el Líbano no tenía como objetivo el rescate de los soldados que el Hezbollah había hecho prisioneros y no fue resultado de una iniciativa de Tel Aviv. En realidad, no fue más que una etapa del vasto plan de estadounidense de remodelamiento del Gran Medio Oriente, afirma Thierry Meyssan en entrevista concedida al diario egipcio Al-Ahram en ocasión de la publicación en árabe de su libro L’Effroyable imposture 2.
Por Mahdy Mostafa
- Usted afirma en su libro, L’Effroyable imposture 2, que la guerra israelí de julio de 2006 fue planificada de antemano. ¿Cuáles son los detalles de esa operación?
- Al día siguiente de la invasión contra Irak, Estados Unidos ya había designado su próximo blanco. Al adoptar la Syrian Accountability Act, el Congreso autorizaba al presidente Bush a hacerle la guerra al Líbano y a Siria cuando le pareciera necesario. En aquel entonces, Francia protegió al Líbano al negociar la resolución 1559, pero se enemistó con Siria, nación de la cual esperaba que -a cambio- se retirara del país de los cedros. Sin embargo, esa corta resolución de la ONU es particularmente ambigua. Se presta a dos interpretaciones contradictorias, según se analice desde París o desde Washington. Para Jacques Chirac, se trataba de afirmar la independencia del Líbano. Para George W. Bush, por el contrario, se trataba de debilitar la defensa del Líbano. Y como siempre sucede en esos casos, el quid pro quo acabó favoreciendo al más fuerte. Sobre todo porque el presidente Chirac cometió un error de graves consecuencias: al confundir sus relaciones personales con Rafic Hariri con las relaciones de Estado a Estado, comprometió toda la influencia francesa en el Líbano al apoyar exclusivamente a Rafic Hariri, llegando incluso a distanciarse de los tradicionales socios maronitas de Francia en el Levante.
A partir de ahí, el proyecto de guerra fue modificado por primera vez. Estados Unidos se vio obligado, debido a la resolución 1559, a subcontratar a Israel para llevar adelante las operaciones militares. Los partidarios del enfrentamiento eliminaron a Rafic Hariri para sacar a Francia del juego. Mediante la manipulación de la psicología de las multitudes, suscitaron en el Líbano un estado de opinión contra Siria, esperando que se produjera una explosión general.
Pero, una vez más, no sucedió lo que habían previsto. En vez de buscar problemas, Siria se retiró espontáneamente del Líbano, donde en el pasado había desplegado su ejército a pedido de los libaneses. Entonces hubo que modificar de nuevo el plan porque a partir de ahí la guerra ya tenía que ser nada más que contra el Líbano.
- Usted mencionó también el nombre de Farid Ghadry, personalidad siria protestante de la que mucho se habló y que ha desaparecido de las noticias. ¿Qué papel desempeñó él en la Syrian Accountability Act?
- Inicialmente, Estados Unidos tenía previsto desembarcar en las costas libanesas e invadir Siria después. Los estadounidenses hubieran llegado con nuevos gobiernos, formados en Washington con elementos nacionales, como hicieron en Afganistán con su títere Hamid Karzai y en Irak con Ahmed Chalabi e Iyad Allaui. Ziad K. Abdelnur habría gobernado el Líbano y Farid N. Ghadry hubiera gobernado Siria.
Este último es un cristiano sionista que trabaja para fabricantes de armamentos vinculados al Pentágono. Es miembro activo de las principales organizaciones sionistas estadounidenses: AIPAC y JINSA. Creó un partido político sirio en Estados Unidos y una radio que transmite hacia Siria desde Chipre. Trató infructuosamente de reunir en torno de sí mismo a la oposición siria, pero no resultaba muy creíble: generalmente (y se trata de un problema que la CIA enfrenta a menudo), la gente que se presta para organizar gobiernos colaboracionistas en detrimento de los intereses de su propia patria no resulta simpática y no puede esperar entonces alcanzar sus fines mediante la vía democrática.
Al principio, toda su actividad giraba exclusivamente alrededor del derrocamiento de los regímenes prorrusos en Europa Occidental. Poco a poco, la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el US Institute for Peace (USIP) se interesaron por el resto del mundo. En enero de 2004, George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole explícitamente la misión de tomar el control del Gran Medio Oriente.
- Usted mencionó también a la National Endowment for Democracy fundada por Ronald Reagan para derrocar a los gobiernos que se oponen a las políticas estadounidenses. Sabemos de muchas ONG del Medio Oriente que son financiadas por esa institución. ¿Significa eso que la mayoría de esas asociaciones están vinculadas a la CIA?
- Después de las revelaciones de los años 70, la CIA está completamente desacreditada. Bajo Reagan, los neoconservadores imaginaron un nuevo medio de injerencia, más «limpio». Más que organizar golpes de Estado y asesinatos políticos, Estados Unidos prefirió penetrar los movimientos políticos y sindicales y corromperlos. La National Endowment for Democracy (NED) fue creada al margen del Departamento de Estado y el US Institute for Peace (USIP) al margen del Departamento de Defensa. Ambas estructuras constituyen desde entonces el brazo visible de los servicios secretos estadounidenses. Actuaron primero en Europa oriental y luego en Europa occidental, incluyendo a Francia, donde financian partidos políticos de manera ilegal.
En enero de 2004, el presidente George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole como misión que tomara el control de todas las organizaciones políticas y sindicales del mundo árabe. Para ello, la NED creó numerosas ONG y ofreció gratuitamente su ayuda a las ONG que ya existían en el mundo árabe. Es una forma de actuar extremadamente perniciosa. Esa gente llega siempre derrochando simpatía y no piden nada a cambio de su ayuda. Pero rápidamente logran imponer un modo de actuar y ciertas problemáticas, desviando así la energía de los militantes –a la que tanto temen– hacia temas secundarios, e imponen en los primeros planos a las personas que a ellos les convienen otorgándoles medios de acción considerables.
No se puede decir que los que aceptan la ayuda de la NED trabajan para la CIA. Pero sí es seguro que, aunque lo hagan de buena fe, se ponen en una situación en la que no tardarán en verse manipulados por esta en detrimento de los intereses de sus propios países.
En el caso de Egipto, la NED se interesó de forma particular por penetrar las organizaciones patronales.
- ¿La resolución 1559 es acaso un preludio de lo que usted ha llamado la destrucción del Líbano y, posteriormente de la orientación hacia Siria? Esta otra pregunta requiere una respuesta franca. ¿Por qué insiste usted en las relaciones entre Rafic Hariri y Jacques Chirac?
- Se supone que el presidente de la República Francesa tiene que concentrarse en su propio mandato en vez de dedicarse a negocios personales que puedan convertirse en fuente de conflictos de intereses. Yo no dispongo de ningún elemento probatorio que permita afirmar que la familia Hariri se ocupaba de administrar los haberes de la familia Chirac. Pero si me interrogo sobre la significación de los suntuosos regalos que los Hariri le han hecho a los Chirac, desde joyas que están entre las más caras del mundo hasta el apartamento que actualmente ocupan en París.
En todo caso, las relaciones privadas entre los Hariri y los Chirac fueron dictando progresivamente su propia lógica a las relaciones entre el Líbano y Francia. Es un grave error y tuvo consecuencias graves.
- ¿Esta relación personal entre Rafic Hariri y Jacques Chirac explica la transformación de las relaciones entre Francia y los maronitas del Líbano?
- Jacques Chirac identificó los intereses de la familia Hariri con los intereses de Francia en el Líbano. Debido a ello, ignoró a todos los demás protagonistas, cualesquiera que fuesen. En lo tocante a los maronitas, que constituyen la vía tradicional de la influencia francesa en esta región desde hace siglos, él se negó a conversar con Michel Aun, aunque éste último había estado exilado en Francia durante 15 años. Interrumpió todo contacto con Emile Lahud, siendo éste presidente de la República. Sin embargo, mantuvo las relaciones con los falangistas y con las Fuerzas Libanesas, o sea con una pequeña minoría que constituye el ultimo partido fascista del Mediterráneo.
- Según usted, ¿Jacques Chirac sabe con precisión la identidad de los asesinos de Hariri?
- No. Jacques Chirac vivió la muerte de su amigo Rafic Hariri como un drama personal. De cierta manera, él se considera indirectamente responsable. Incluso llegó incluso a sospechar de todo el mundo.
- Usted sugiere en su libro que Estados Unidos es responsable del asesinato de Hariri. ¿En qué se basa?
- La muerte de Rafic Hariri resultaba indispensable para la realización de los planes estadounidenses en la región. Estados Unidos e Israel eran los únicos interesados en [que se cometiera] ese crimen, que -por lo contrario- resultaba embarazoso para Siria. Sin embargo, el hecho de que sacaran provecho del crimen los convierte en sospechosos, no en culpables. Para pasar a esto último, yo observo que Estados Unidos reaccionó con una rapidez que demuestra que sabía por adelantado la fecha y hora del asesinato. Por consiguiente, son por lo menos culpables de no haber prestado ayuda.
Y he aquí la prueba: el US Committee for a Free Lebanon (USCFL), o sea el grupo que preside Ziad K. Abdelnur, a quien mencioné hace un momento, desató su ofensiva mediática en los minutos que siguieron al atentado contra Rafic Hariri. Le recuerdo que ese grupo fue formado para constituir un gobierno proestadounidense de cambio que los marines instalarían en el poder después de desembarcar en las playas libanesas. Al cambiar las modalidades del proyecto, este grupo estaba destinado a tomar el poder durante una «revolución naranja».
En los minutos subsiguientes a la explosión de Beirut, siendo de noche en Washington, el USCFL afirma que despertó a sus administradores, reunió a su buró político y redactó un comunicado. Muy bien informado, ese grupo sabía que Rafic Hariri era la víctima principal del atentado, cuando las agencias de prensa estaban hablando de la violencia de la explosión sin haber identificado todavía con certeza el objetivo de la misma. El USCFL difundió su comunicado, enviándolo por correo electrónico y por fax a las agencias de prensa, a los periódicos más importantes del mundo entero, utilizando para ello listas preparadas con antelación, y a importantes medios de difusión también previstos desde mucho antes. De forma que numerosos medios se enteraron de la muerte de Hariri por ese fax, no por los agencias de prensa. Claro, el comunicado del USCFL describía a Hariri como un benefactor del Líbano y a Siria como organizador de su muerte. Los periodistas que, por estar en el otro extremo del mundo, no saben nada de las interioridades de la política interna libanesa, no trataron de verificar la lógica del USCFL. Si hubieran echado un vistazo al sitio de esa asociación en Internet, que no fue actualizado hasta una semana después, se hubieran encontrado con sus diatribas contra Hariri y con su exhortación a matarlo, ya que -como todos los seudópodos de la CIA- el USCFL deseaba la muerte del ex primer ministro y la utilizó contra Siria derramando lágrimas de cocodrilo.
-¿Qué quiere decir usted cuando afirma que el 7 de febrero de 2005 fue el último día del chantaje que se ejerció sobre Siria para que se retirara del Líbano? ¿Qué relación tiene eso con el atentado del 14 de febrero?
- Antes del lanzamiento de la operación contra Hariri -o antes de permitir que otros lo ejecutaran-, Estados Unidos lanzó un ultimátum a Siria. El 7 de febrero de 2005, convocaron al embajador sirio en Washington y lo intimaron a retirar las tropas del Líbano y a poner fin al apoyo prestado a la Resistencia en Palestina, en el Líbano y en Irak. La negativa siria tuvo como respuesta la ejecución de Hariri.
- En ese contexto, usted menciona a Elliot Abrams y a David Satterfield. ¿Qué conclusión se puede sacar de sus responsabilidades?
- El embajador Satterfield fue el que amenazó a Siria. Y fue Elliot Abrams quien supervisó el asunto –en lo tocante al Líbano y Siria, quiero decir– en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Así que los investigadores libaneses y el señor Mehlis deberían haber interrogado prioritariamente a esas dos personalidades.
- Usted señala que los diplomáticos y militares egipcios insistieron en que Siria no estaba implicada. ¿Por qué desapareció esa voz en la vorágine de los hechos, contrariamente a lo que sucedió con otras voces árabes?
- En este caso, como en muchos otros entre los que se encuentra el 11 de septiembre, Egipto hace análisis razonables y argumentados mientras que tantas voces se dejan llevar por la emoción y la sin razón. Esa cualidad duradera es lo que le permite a la diplomacia egipcia seguir desempeñando un papel central en la región. Sin embargo, debido a la actual correlación de fuerzas, Egipto no tiene posibilidades de hacerse oír en el plano mediático ante el estruendo ensordecedor de la propaganda estadounidense.
- Marwan Hamade, n°2 del PPS de Walid Jumblat, afirmó que se trataba de «un crimen abominable cuyas responsabilidades son conocidas: empiezan en Damasco, pasan por [el palacio presidencial libanés] Baabda y por el gobierno libanés y los servicios de inteligencia libaneses». Se trata de una acusación formal. ¿Estaba planeada junto al asesinato?
- Nada hay que permita afirmar que Marwan Hamade fuese cómplice de los asesinos, pero él hizo esa declaración solamente 4 horas después del atentado. Aún con la excusa de la emoción, su comportamiento es indigno: no se puede acusar a nadie de haber cometido un asesinato si no se tienen pruebas, y no se debe utilizar el dolor de la familia del difunto para señalar a los adversarios políticos como chivos expiatorios.
- Usted critica duramente al fiscal Mehlis y lo acusa de «colonialismo judicial». ¿Qué quiere decir con eso?
- Detlev Mehlis tendría que haber sido rechazado como jefe de la misión de la ONU por estar vinculado a una de las partes interesadas en el caso. En su condición de fiscal alemán, fue él quien dirigió la investigación sobre el atentado contra la discoteca La Belle, en 1986, y lo hizo de forma tal que el crimen fue falsamente atribuido a Libia para justificar el bombardeo estadounidense contra el palacio de Khadafi. En 1995, interrogó en Yemen a Johannes Weinrich, que fue el lugarteniente de Carlos cuando los ministros de la OPEP fueron tomados como rehenes. Mehlis apareció así como la mano vengadora de Washington. Detlev Mehlis trabajó después para varios tanques pensantes estadounidenses, como la Rand Corporation y el WINEP.
Desde su llegada al Líbano, Mehlis fue más allá de lo que le permitía su mandato. Su misión consistía en ofrecer asistencia a la justicia libanesa y lo que hizo, por el contrario, fue despreciarla y actuar en lugar de ésta. A tal punto que hoy lo presentan como jefe de la misión investigadora de la ONU, cargo que nunca tuvo porque la comisión investigadora de la ONU nunca existió. El caso es que Mehlis exigió que los funcionarios libaneses le rindieran cuentas y se negó a respetar el Código Penal libanés. Así que se trata de un caso de colonialismo judicial. El objetivo de esa injerencia fue, por supuesto, justificar un ataque contra Siria al imputarle el crimen.
Lo que sucede es que Detlev Mehlis se complicó porque los servicios secretos sirios lo dejaron enredarse en una red de falsos testimonios y luego lo desenmascararon de pronto haciéndolo así caer.
- Usted menciona que los individuos que trataron de asesinar a Hasan Nasrallah (líder del Hezbollah) son agentes del Mossad. ¿Con quién fue que se dijo que estaban vinculados y por qué no se han descubierto aún los detalles de ese asunto?
- Los enemigos del Líbano tenían previsto eliminar también a Hasan Nasrallah. Fracasaron y el segundo grupo fue arrestado. Hasta ahí, no hay nada sorprendente. Pero los asesinos habían recibido sus armas de Salim Diyab, el jefe de la milicia del clan Hariri. En otras palabras, los Hariri están ciegos. No se dan cuenta de que sus amigos estadounidenses e israelíes quieren destruir a su país y que ordenaron la muerte de Rafic. Por eso son fácilmente manipulables y actúan contra su propio país y, en definitiva, contra sí mismos.
- Durante los años que van de la década del 50 a la de los 70, la izquierda francesa tuvo una fuerte presencia en el Medio Oriente, presencia que ha ido atenuándose recientemente. ¿A qué se debe esto, desde su punto de vista?
- A que ya no hay izquierda francesa. El Partido Socialista es una yuxtaposición de individuos que se detestan y que tienen puntos de vista imposibles de conciliar. Y su naufragio ha arrastrado a sus aliados. En realidad, el mundo ha cambiado desde el derrumbe de la URSS y el escenario político francés es obsoleto. En el mundo entero se puede ver el desplazamiento de las líneas de fractura. Ya no se trata de escoger entre la economía de mercado o el colectivismo, sino entre la dominación estadounidense o la resistencia, entre el Imperio y la multipolaridad. Si Nicolas Sarkozy resultó electo presidente fue porque se presentó –fue el único en hacerlo– como representante de esta nueva línea de fractura. Él es el líder de los proestadounidenses y no hubo un bando constituido que le hiciera frente. Las personalidades de la izquierda proestadounidense, como Bernard Kouchner, se unen a él, mientras que las personalidades de la derecha antiimperialista ya no saben hacia dónde ir.
Tenemos que rediseñar completamente los grupos políticos. Para eso creé la conferencia Axis for Peace, que reúne a intelectuales, diplomáticos, militares y políticos de todos los países con el objetivo de reafirmar los valores humanistas ante el proyecto neoconservador. La próxima conferencia se desarrollará en noviembre, en el Medio Oriente. Esa será quizás mi respuesta concreta a su pregunta.
-¿Por qué esta evolución de Francia de una política árabe hacia un apoyo a las posiciones de la derecha israelí?
- No creo que así sea ya en este momento. Creo más bien que, desde que se derrumbó la URSS, Francia se inclina ante Estados Unidos, mientras que prosigue su propia política como puede. Es cierto que las declaraciones de los dirigentes franceses no son muy positivas, pero sus acciones aún son a menudo valientes.
Francia se opuso a la invasión contra Irak; negoció la resolución 1559 para prevenir un ataque estadounidense contra el Líbano y Siria; impidió el despliegue de la OTAN en la frontera israelí, en agosto de 2006; protegió a la Resistencia durante el conflicto y también después del mismo, incluso cuando seguía dando la prioridad al clan Hariri.
Desgraciadamente, la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia podría darle a usted la razón. Como usted, yo observo esto con inquietud.
- Usted publicó como anexo varios mapas del Nuevo Medio Oriente. ¿Qué fuentes tiene usted? ¿El Líbano será dividido en un Estado maronita y un Estado druso?
- El proyecto de división del Líbano en tres zonas no es nuevo. Ya Ben Gurion había previsto anexar el sur y crear dos mini-estados confesionales maronita y druso. Pero Estados Unidos decidió ir mucho más lejos. Su deseo es fragmentar a todos los Estados de la región para que no quede ninguno que pueda oponerle resistencia. Los mapas que yo publico representan la reflexión actual del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. Fueron publicados por el coronel Peters en el Armed Forces Journal. No son definitivos pero han sido objeto de discusión durante el tiempo suficiente como para que se los considere lo bastante precisos. Es lo que púdicamente llaman «remodelamiento del Gran Medio Oriente». Eso exige, concretamente, una fase de guerra civil generalizada. Resulta entonces vital que nos opongamos a todo lo que divide al mundo árabe-musulmán, a todo lo que lo debilita y lo somete a la hegemonía estadounidense. El deslizamiento de la oposición entre shiítas y sunnitas del plano teológico al de la política resulta particularmente peligroso. Una grave responsabilidad recae sobre los que en él participan. Ante la máquina de guerra de Washington y Tel Aviv, el deber es unirse para poder resistir.
-¿Piensa usted que Estados Unidos logrará llevar a cabo sus planes?
- La victoria de la resistencia libanesa constituye un freno definitivo a la expansión estadounidense en esta región. Hasta ahora, la disyuntiva planteada era entre el callejón sin salida militar ante el ejército más grande del mundo y una serie interminable de maniobras diplomáticas. Ahora existe una tercera opción: la resistencia popular puede conducir a la victoria. Pero la máquina estadounidense de guerra es demasiado pesada como para ponerse a sí misma en tela de juicio, y proseguirá su impulso devastador, sin esperanza de éxito, hasta desfallecer definitivamente.
La fuente: Al-Ahram (Egipto). La versión en español se publicada por gentileza de la Red Voltaire.
2. El general que investigó Abu Graib asegura que el Pentágono ordenaba las torturas en la prisión
3. Esta vez tiene razón Hamás
4. ''La ofensiva israelí contra el Líbano no era más que una etapa del remodelamiento del Medio Oriente por Estados Unidos''
LAS NOTAS:
1.Líderes disidentes de la socialdemocracia se asocian con antiguos comunistas del Este JOSÉ COMAS - Berlín - 19/06/2007
La fundación el pasado fin de semana en Berlín del nuevo partido La Izquierda, que eligió para una de las dos presidencias al ex ministro y ex presidente socialdemócrata Oskar Lafontaine, de 63 años, significa la implantación de un quinto partido en la política alemana y un serio desafío para el SPD, que puede perder muchos votos de izquierda. Sondeos demoscópicos atribuyen al nuevo partido un potencial de hasta un 24% de votos en toda Alemania.
En su discurso ante el congreso fundacional, Lafontaine se proclamó como socialista auténtico y heredero de Willy Brandt frente a un SPD que "ha desmantelado el Estado social".
El parto de La Izquierda ha durado unos dos años desde los primeros coqueteos entre los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS) del Este de Alemania, heredero del que ejerció durante 40 años la dictadura del proletariado en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA); y los de la llamada Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social (WASG), formada en el Oeste de Alemania por socialdemócratas y sindicalistas de izquierda, decepcionados de los programas de recortes sociales del Gobierno del ex canciller Gerhard Schröder (SPD).
El pasado fin de semana, en Berlín, se celebraron los congresos de los dos partidos. Ambos aprobaron por mayorías que recuerdan a las de los antiguos partidos comunistas -con apenas un par de votos en contra de los 750 delegados- la fusión y la puesta en marcha del nuevo partido.
En el actual Parlamento Federal (Bundestag), la coalición ahora convertida en partido ya cuenta con 54 diputados de un total de 614 escaños. En las elecciones federales de septiembre de 2005 ya fue, con un 8,7%, la cuarta fuerza política, por encima de Los Verdes. Desde entonces este grupo se ha fortalecido poco a poco hasta llegar ahora a constituirse como partido con vocación de permanencia.
En las elecciones de la ciudad-estado de Bremen del pasado 13 de mayo consiguió por primera vez entrar en un Parlamento regional de Alemania occidental con un 8,4% de votos. Esto ocurrió a pesar de los múltiples errores cometidos, que llegaron hasta la inclusión de un ultraderechista en las listas de candidatos.
Ahora, La Izquierda afronta el desafío de implantarse en firme y quitarse la imagen de que se trata de un partido regional heredero de los antiguos comunistas. En el Este (en la desaparecida RDA), el PDS y ahora La Izquierda consiguen resultados por encima del 20% y, según los sondeos, hasta un 44% piensa votarlos. Tras su fusión, el nuevo partido ha registrado 1.500 solicitudes de afiliación. Por número de afiliados, La Izquierda sería ahora con más de 70.000 el tercer partido de Alemania, por encima de los liberales (FDP) y de Los Verdes. A la fusión aporta 60.000 miembros el PDS y 11.500 la WASG.
La implantación de La Izquierda supone un cambio tal vez definitivo en el panorama político alemán, que desde la entrada de Los Verdes en el Bundestag en 1983, hace casi un cuarto de siglo, se había mantenido con cuatro partidos. Con cinco partidos, las alianzas se harán más complicadas, como ya se comprobó en 2005 cuando la única solución posible fue la formación de una gran coalición entre democristianos (CDU / CSU) y socialdemócratas (SPD).
El SPD será el más perjudicado con el nuevo partido, sobre todo por la presencia de Lafontaine.
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2. Tauba, en declaraciones al `New Yorker', afirma que se retiró del ejército por las fuertes presiones que recibió El general Tauba, responsable de la investigación de Abu Ghraib, ha acusado a los altos mandos del Pentágono de ordenar los métodos de tortura utilizados con los presos de la cárcel iraquí, en una entrevista publicada este martes en el semanario norteamericano New Yorker.
"Sé que mis iguales en el Ejército estarán enfadados conmigo por hablar, pero el hecho es que violamos […] los principios de la Convención de Ginebra. […] El estrés de la lucha no es excusa y creo, aún hoy en día, que esos líderes militares y civiles implicados deben ser responsabilizados".
Tauba, que denuncia que su investigación se limitó únicamente a militares de inferior rango, señala entre otros al ex secretario de Estado norteamericano Donald Rumsfeld, alegando que engañó al Congreso durante su comparecencia en mayo de 2004 en la que minimizó su conocimiento sobre lo que sucedía en la prisión.
Tauba describe cómo sentía que los altos cargos del Pentágono le rehuían después de presentar su informe.
El escándalo de Abu Ghraib, fue descrito en su día por el propio presidente George w. Bush, como "el peor error" cometido por EE UU en la guerra de Irak
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3. Suena feo, pero el Hamás ganó las elecciones en 2006, autorizadas por Israel y los Estados Unidos, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. ¿Qué podría ganar Israel si saliera de su pánico y lo reconociera?
Por Sever Plotzker
No es agradable de admitir, pero en la batalla por el control de Gaza, Hamás tiene razón. Es cruel, es repulsivo, es terrorista, odia a Israel, pero ha ganado en elecciones democráticas, y todo lo que quiere es concretar su triunfo. Pues en 2006 la mayoría –si bien ajustada- de los palestinos eligieron el gobierno del Hamás. La elección se realizó a sabiendas, al término de una campaña propagandística abierta y en elecciones secretas. La reacción de Israel, de la comunidad internacional y del Fatah fue meter la cabeza bien dentro de la arena y decretar: nada ha ocurrido, sólo está un poco oscuro por aquí.
El día de las elecciones al Consejo Legislativo, hace un año y cuarto, el Fatah abrió sus debates en el "Foro Económico Mundial" en Davos. En la cena en uno de los hoteles sonó discretamente mi celular con el anuncio: "Al parecer, el Hamás ganó las elecciones en la ANP, el panorama final se sabrá por la mañana". ¿Y cómo saben estimar ya ahora de quién es la victoria?, pregunté en voz baja. "Porque los del Fatah ya están festejando la victoria y disparan al aire", me contestó el que me contestó.
Fatah, una organización putrefacta y sin expectativa de vida, se cuenta en una larga lista de movimientos y organizaciones para la "liberación nacional", que surgieron como hongos después de la lluvia en los años '60 y '70 del siglo pasado. Parte fueron apenas productos de la KGB: el servicio de inteligencia soviético se cuidó bien de inventarlos y poner a su cabeza a sus discípulos y estudiantes de la universidad de Moscú. La liberación a la que aspiraban dichos movimientos estaba destinada sólo a desestabilizar la seguridad de Occidente, en especial los países a su extremo.
Con el desmembramiento de la Unión Soviética y el fin de la era colonial en todos sus sentidos, se desmembraron también los "movimientos de liberación nacional", excepto los palestinos, aun cuando se podía prever que ello les ocurriría también luego de los acuerdos de Oslo. Y ello efectivamente ocurrió, sólo que llevó otros 14 años. La extensión de su vida luego de la muerte del Fatah se inscribe en el haber exclusivo de Yasser Arafat, el hombre que sintió certeramente el inminente fin del movimiento que encabezaba, y que por eso lanzó la segunda Intifada, para postergar el final. A su muerte, también murió el Fatah.
La victoria del Hamás en las elecciones en la Margen Occidental y en Gaza, aún cuando sorprendió a la mayoría de los servicios de inteligencia israelí y occidental, fue un obvio resultado del descenso del Fatah del escenario de la historia. No se podía evitar ese ocaso, pero se podía, decididamente, crear condiciones en las que el reemplazo del Fatah no fuera Hamás, sino un partido político palestino moderado.
El aferramiento de Israel, de Norteamérica y de Europa al Fatah, incluso cuando estaba claro para todos que sus días estaban contados y que su conducción era impotente, no logró nada, y en cambio provocó daños. Fui testigo del nacimiento de esta negación en la nevada Davos de 2006. Vi y escuché a los asistentes a la convención venidos de Estados Unidos y de Europa Occidental instar a los miembros de la delegación palestina, la mayoría de ellos ministros y portavoces del Fatah, a que continúen aferrándose por la fuerza a sus sillones gubernamentales en Palestina, que "Occidente los protegerá", y "nosotros no daremos dinero al Hamás, pero a ustedes sí". El Israel oficial, luego de un titubeo breve, se sumó a esta postura falsa y simuladora.
Y así ocurrió, que a pesar de su victoria en las eleciones, el Hamás no recibió el gobierno que le correspondía en los territorios, y el Fatah derrotado y arrinconado se comportó como si fuera todavía el dueño de casa. Pero era un dueño de casa patético, ilegítimo, ocupado en sus campañas de mendigueo, humillado e incapacitado de imponer la ley y el orden. Finalmente, de las dos opciones que existían a principios de febrero de 2006, desarmar la fuerza del Hamás y borrar su victoria en las urnas, o resignarse a su victoria y transferirle el control gubernamental completo, el civil y el militar en Palestina, fue elegida una tercera vía: no hacer nada, sólo simular que el Hamás no ganó. Boicotearlo y apoyar al estéril Abu Mazen, un líder de papel de periódico.
Teherán no es aquí
No nos asustemos a nosotros mismos, aun si el susto nos es cómodo para meter a Ehud Barak como ministro de Defensa en un operativo de 24 horas: Gaza no es Irán. No tiene petróleo, no tiene 68 millones de habitantes ni una economía independiente, ni un ejército regular que pueda amenazar la existencia ni la seguridad de Israel.
Gaza es con suerte el 0,2% de Irán (un PBI de 600 mil millones de dólares en Irán; 1,2 mil millones de dólares en Gaza). El movimiento Hamás no es las "Guardias Revolucionarias" iraníes, cuyas arcas rebosan de dinero, mientras las del Hamás están vacías. Gaza es apenas un campo de refugiados cerrado y muy pobre, una aldea abandonada sobre arenas desérticas. Gaza depende para todas sus necesidades del gigantesco vecino israelí. Israel puede ahogar su economía si decide cortarle la provisión de electricidad y petróleo, cesar el flujo de shékels y bloquear su exportación agrícola. Para toda necesidad práctica, Gaza es un tipo de colonia económica de Israel.
La total dependencia económica de Gaza de la ayuda internacional y de la buena voluntad de Israel define la verdadera dimensión de la "conquista de Gaza" por el Hamás: es fácil saquear el despacho de Muhamad Dahlán; es un poco más difícil dirigir un proto-estado en Gaza, cuyo producto per cápita no pasa de los 800 dólares por año, que no tiene industria, turismo, comercio, recursos naturales, ni clase media. Hay, en cambio, una desocupación del 60% de la fuerza de trabajo, una pobreza tremenda, un régimen de bandas locales armadas, y si hubo en el pasado algunos empresarios, ya huyeron con lo puesto en embarcaciones rumbo a Egipto o con salvoconductos israelíes a la Margen Occidental.
Gaza no trabaja ni funciona. Está mantenida por agencias de asistencia a refugiados de la ONU, por donaciones humanitarias directas de gobiernos de Europa y del Golfo, y por filtración permanente de fondos iraníes. No con demasiada generosidad. Para sobrevivir como dueños de un gobierno mínimo, el Hamás deberá reconocer a Israel y cooperar con él. De ello intenta escabullirse colocando a Abu Mazen en el frente del diálogo con Israel. Nosotros les facilitamos las cosas y tomamos parte voluntaria en este juego de escondidas, que no sirve a nuestros intereses.
Al convertirse en único dueño de casa en el terreno, el Hamás deberá preocuparse por el bienestar de sus habitantes, y no sólo por aquellos que acuden a sus intituciones de beneficencia. El gobierno del Hamás deberá recaudar impuestos de los habitantes y arreglar el tema de los fondos de impuestos indirectos que Israel cobra para la ANP, pero congela en el marco del boicot económico. El no reconocimiento inmediato de Israel por el Hamás implica también el no reconocimiento israelí del control del Hamás de los pasos fronterizos, y su cierre. La relación entre Gaza y la Margen Occidental será totalmente cortada, la exportación palestina se derrumbará y el Hamás deberá enfrentar la ira de los habitantes.
La pregunta que queda es si nuestro gobierno podrá liberarse, tanto de su pánico como de su autoengaño, dos caras de la misma moneda. Parece ser que no, según las reacciones a los incidentes sangrientos en Gaza y al golpe de estado en la Margen Occidental. Nuevamente nos apoyamos en Abu Mazen como salvador y nos consolamos con el poder seguro del Fatah como alternativa al Hamás, esta vez en la Margen Occidental ocupada. Todo ello sólo ayuda al Hamás a reorganizarse.
Fuente: Yediot Ajaronot - Povesham - 18/6/2007
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4. La ofensiva israelí de julio y agosto de 2006 contra el Líbano no tenía como objetivo el rescate de los soldados que el Hezbollah había hecho prisioneros y no fue resultado de una iniciativa de Tel Aviv. En realidad, no fue más que una etapa del vasto plan de estadounidense de remodelamiento del Gran Medio Oriente, afirma Thierry Meyssan en entrevista concedida al diario egipcio Al-Ahram en ocasión de la publicación en árabe de su libro L’Effroyable imposture 2.
Por Mahdy Mostafa
- Usted afirma en su libro, L’Effroyable imposture 2, que la guerra israelí de julio de 2006 fue planificada de antemano. ¿Cuáles son los detalles de esa operación?
- Al día siguiente de la invasión contra Irak, Estados Unidos ya había designado su próximo blanco. Al adoptar la Syrian Accountability Act, el Congreso autorizaba al presidente Bush a hacerle la guerra al Líbano y a Siria cuando le pareciera necesario. En aquel entonces, Francia protegió al Líbano al negociar la resolución 1559, pero se enemistó con Siria, nación de la cual esperaba que -a cambio- se retirara del país de los cedros. Sin embargo, esa corta resolución de la ONU es particularmente ambigua. Se presta a dos interpretaciones contradictorias, según se analice desde París o desde Washington. Para Jacques Chirac, se trataba de afirmar la independencia del Líbano. Para George W. Bush, por el contrario, se trataba de debilitar la defensa del Líbano. Y como siempre sucede en esos casos, el quid pro quo acabó favoreciendo al más fuerte. Sobre todo porque el presidente Chirac cometió un error de graves consecuencias: al confundir sus relaciones personales con Rafic Hariri con las relaciones de Estado a Estado, comprometió toda la influencia francesa en el Líbano al apoyar exclusivamente a Rafic Hariri, llegando incluso a distanciarse de los tradicionales socios maronitas de Francia en el Levante.
A partir de ahí, el proyecto de guerra fue modificado por primera vez. Estados Unidos se vio obligado, debido a la resolución 1559, a subcontratar a Israel para llevar adelante las operaciones militares. Los partidarios del enfrentamiento eliminaron a Rafic Hariri para sacar a Francia del juego. Mediante la manipulación de la psicología de las multitudes, suscitaron en el Líbano un estado de opinión contra Siria, esperando que se produjera una explosión general.
Pero, una vez más, no sucedió lo que habían previsto. En vez de buscar problemas, Siria se retiró espontáneamente del Líbano, donde en el pasado había desplegado su ejército a pedido de los libaneses. Entonces hubo que modificar de nuevo el plan porque a partir de ahí la guerra ya tenía que ser nada más que contra el Líbano.
- Usted mencionó también el nombre de Farid Ghadry, personalidad siria protestante de la que mucho se habló y que ha desaparecido de las noticias. ¿Qué papel desempeñó él en la Syrian Accountability Act?
- Inicialmente, Estados Unidos tenía previsto desembarcar en las costas libanesas e invadir Siria después. Los estadounidenses hubieran llegado con nuevos gobiernos, formados en Washington con elementos nacionales, como hicieron en Afganistán con su títere Hamid Karzai y en Irak con Ahmed Chalabi e Iyad Allaui. Ziad K. Abdelnur habría gobernado el Líbano y Farid N. Ghadry hubiera gobernado Siria.
Este último es un cristiano sionista que trabaja para fabricantes de armamentos vinculados al Pentágono. Es miembro activo de las principales organizaciones sionistas estadounidenses: AIPAC y JINSA. Creó un partido político sirio en Estados Unidos y una radio que transmite hacia Siria desde Chipre. Trató infructuosamente de reunir en torno de sí mismo a la oposición siria, pero no resultaba muy creíble: generalmente (y se trata de un problema que la CIA enfrenta a menudo), la gente que se presta para organizar gobiernos colaboracionistas en detrimento de los intereses de su propia patria no resulta simpática y no puede esperar entonces alcanzar sus fines mediante la vía democrática.
Al principio, toda su actividad giraba exclusivamente alrededor del derrocamiento de los regímenes prorrusos en Europa Occidental. Poco a poco, la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el US Institute for Peace (USIP) se interesaron por el resto del mundo. En enero de 2004, George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole explícitamente la misión de tomar el control del Gran Medio Oriente.
- Usted mencionó también a la National Endowment for Democracy fundada por Ronald Reagan para derrocar a los gobiernos que se oponen a las políticas estadounidenses. Sabemos de muchas ONG del Medio Oriente que son financiadas por esa institución. ¿Significa eso que la mayoría de esas asociaciones están vinculadas a la CIA?
- Después de las revelaciones de los años 70, la CIA está completamente desacreditada. Bajo Reagan, los neoconservadores imaginaron un nuevo medio de injerencia, más «limpio». Más que organizar golpes de Estado y asesinatos políticos, Estados Unidos prefirió penetrar los movimientos políticos y sindicales y corromperlos. La National Endowment for Democracy (NED) fue creada al margen del Departamento de Estado y el US Institute for Peace (USIP) al margen del Departamento de Defensa. Ambas estructuras constituyen desde entonces el brazo visible de los servicios secretos estadounidenses. Actuaron primero en Europa oriental y luego en Europa occidental, incluyendo a Francia, donde financian partidos políticos de manera ilegal.
En enero de 2004, el presidente George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole como misión que tomara el control de todas las organizaciones políticas y sindicales del mundo árabe. Para ello, la NED creó numerosas ONG y ofreció gratuitamente su ayuda a las ONG que ya existían en el mundo árabe. Es una forma de actuar extremadamente perniciosa. Esa gente llega siempre derrochando simpatía y no piden nada a cambio de su ayuda. Pero rápidamente logran imponer un modo de actuar y ciertas problemáticas, desviando así la energía de los militantes –a la que tanto temen– hacia temas secundarios, e imponen en los primeros planos a las personas que a ellos les convienen otorgándoles medios de acción considerables.
No se puede decir que los que aceptan la ayuda de la NED trabajan para la CIA. Pero sí es seguro que, aunque lo hagan de buena fe, se ponen en una situación en la que no tardarán en verse manipulados por esta en detrimento de los intereses de sus propios países.
En el caso de Egipto, la NED se interesó de forma particular por penetrar las organizaciones patronales.
- ¿La resolución 1559 es acaso un preludio de lo que usted ha llamado la destrucción del Líbano y, posteriormente de la orientación hacia Siria? Esta otra pregunta requiere una respuesta franca. ¿Por qué insiste usted en las relaciones entre Rafic Hariri y Jacques Chirac?
- Se supone que el presidente de la República Francesa tiene que concentrarse en su propio mandato en vez de dedicarse a negocios personales que puedan convertirse en fuente de conflictos de intereses. Yo no dispongo de ningún elemento probatorio que permita afirmar que la familia Hariri se ocupaba de administrar los haberes de la familia Chirac. Pero si me interrogo sobre la significación de los suntuosos regalos que los Hariri le han hecho a los Chirac, desde joyas que están entre las más caras del mundo hasta el apartamento que actualmente ocupan en París.
En todo caso, las relaciones privadas entre los Hariri y los Chirac fueron dictando progresivamente su propia lógica a las relaciones entre el Líbano y Francia. Es un grave error y tuvo consecuencias graves.
- ¿Esta relación personal entre Rafic Hariri y Jacques Chirac explica la transformación de las relaciones entre Francia y los maronitas del Líbano?
- Jacques Chirac identificó los intereses de la familia Hariri con los intereses de Francia en el Líbano. Debido a ello, ignoró a todos los demás protagonistas, cualesquiera que fuesen. En lo tocante a los maronitas, que constituyen la vía tradicional de la influencia francesa en esta región desde hace siglos, él se negó a conversar con Michel Aun, aunque éste último había estado exilado en Francia durante 15 años. Interrumpió todo contacto con Emile Lahud, siendo éste presidente de la República. Sin embargo, mantuvo las relaciones con los falangistas y con las Fuerzas Libanesas, o sea con una pequeña minoría que constituye el ultimo partido fascista del Mediterráneo.
- Según usted, ¿Jacques Chirac sabe con precisión la identidad de los asesinos de Hariri?
- No. Jacques Chirac vivió la muerte de su amigo Rafic Hariri como un drama personal. De cierta manera, él se considera indirectamente responsable. Incluso llegó incluso a sospechar de todo el mundo.
- Usted sugiere en su libro que Estados Unidos es responsable del asesinato de Hariri. ¿En qué se basa?
- La muerte de Rafic Hariri resultaba indispensable para la realización de los planes estadounidenses en la región. Estados Unidos e Israel eran los únicos interesados en [que se cometiera] ese crimen, que -por lo contrario- resultaba embarazoso para Siria. Sin embargo, el hecho de que sacaran provecho del crimen los convierte en sospechosos, no en culpables. Para pasar a esto último, yo observo que Estados Unidos reaccionó con una rapidez que demuestra que sabía por adelantado la fecha y hora del asesinato. Por consiguiente, son por lo menos culpables de no haber prestado ayuda.
Y he aquí la prueba: el US Committee for a Free Lebanon (USCFL), o sea el grupo que preside Ziad K. Abdelnur, a quien mencioné hace un momento, desató su ofensiva mediática en los minutos que siguieron al atentado contra Rafic Hariri. Le recuerdo que ese grupo fue formado para constituir un gobierno proestadounidense de cambio que los marines instalarían en el poder después de desembarcar en las playas libanesas. Al cambiar las modalidades del proyecto, este grupo estaba destinado a tomar el poder durante una «revolución naranja».
En los minutos subsiguientes a la explosión de Beirut, siendo de noche en Washington, el USCFL afirma que despertó a sus administradores, reunió a su buró político y redactó un comunicado. Muy bien informado, ese grupo sabía que Rafic Hariri era la víctima principal del atentado, cuando las agencias de prensa estaban hablando de la violencia de la explosión sin haber identificado todavía con certeza el objetivo de la misma. El USCFL difundió su comunicado, enviándolo por correo electrónico y por fax a las agencias de prensa, a los periódicos más importantes del mundo entero, utilizando para ello listas preparadas con antelación, y a importantes medios de difusión también previstos desde mucho antes. De forma que numerosos medios se enteraron de la muerte de Hariri por ese fax, no por los agencias de prensa. Claro, el comunicado del USCFL describía a Hariri como un benefactor del Líbano y a Siria como organizador de su muerte. Los periodistas que, por estar en el otro extremo del mundo, no saben nada de las interioridades de la política interna libanesa, no trataron de verificar la lógica del USCFL. Si hubieran echado un vistazo al sitio de esa asociación en Internet, que no fue actualizado hasta una semana después, se hubieran encontrado con sus diatribas contra Hariri y con su exhortación a matarlo, ya que -como todos los seudópodos de la CIA- el USCFL deseaba la muerte del ex primer ministro y la utilizó contra Siria derramando lágrimas de cocodrilo.
-¿Qué quiere decir usted cuando afirma que el 7 de febrero de 2005 fue el último día del chantaje que se ejerció sobre Siria para que se retirara del Líbano? ¿Qué relación tiene eso con el atentado del 14 de febrero?
- Antes del lanzamiento de la operación contra Hariri -o antes de permitir que otros lo ejecutaran-, Estados Unidos lanzó un ultimátum a Siria. El 7 de febrero de 2005, convocaron al embajador sirio en Washington y lo intimaron a retirar las tropas del Líbano y a poner fin al apoyo prestado a la Resistencia en Palestina, en el Líbano y en Irak. La negativa siria tuvo como respuesta la ejecución de Hariri.
- En ese contexto, usted menciona a Elliot Abrams y a David Satterfield. ¿Qué conclusión se puede sacar de sus responsabilidades?
- El embajador Satterfield fue el que amenazó a Siria. Y fue Elliot Abrams quien supervisó el asunto –en lo tocante al Líbano y Siria, quiero decir– en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Así que los investigadores libaneses y el señor Mehlis deberían haber interrogado prioritariamente a esas dos personalidades.
- Usted señala que los diplomáticos y militares egipcios insistieron en que Siria no estaba implicada. ¿Por qué desapareció esa voz en la vorágine de los hechos, contrariamente a lo que sucedió con otras voces árabes?
- En este caso, como en muchos otros entre los que se encuentra el 11 de septiembre, Egipto hace análisis razonables y argumentados mientras que tantas voces se dejan llevar por la emoción y la sin razón. Esa cualidad duradera es lo que le permite a la diplomacia egipcia seguir desempeñando un papel central en la región. Sin embargo, debido a la actual correlación de fuerzas, Egipto no tiene posibilidades de hacerse oír en el plano mediático ante el estruendo ensordecedor de la propaganda estadounidense.
- Marwan Hamade, n°2 del PPS de Walid Jumblat, afirmó que se trataba de «un crimen abominable cuyas responsabilidades son conocidas: empiezan en Damasco, pasan por [el palacio presidencial libanés] Baabda y por el gobierno libanés y los servicios de inteligencia libaneses». Se trata de una acusación formal. ¿Estaba planeada junto al asesinato?
- Nada hay que permita afirmar que Marwan Hamade fuese cómplice de los asesinos, pero él hizo esa declaración solamente 4 horas después del atentado. Aún con la excusa de la emoción, su comportamiento es indigno: no se puede acusar a nadie de haber cometido un asesinato si no se tienen pruebas, y no se debe utilizar el dolor de la familia del difunto para señalar a los adversarios políticos como chivos expiatorios.
- Usted critica duramente al fiscal Mehlis y lo acusa de «colonialismo judicial». ¿Qué quiere decir con eso?
- Detlev Mehlis tendría que haber sido rechazado como jefe de la misión de la ONU por estar vinculado a una de las partes interesadas en el caso. En su condición de fiscal alemán, fue él quien dirigió la investigación sobre el atentado contra la discoteca La Belle, en 1986, y lo hizo de forma tal que el crimen fue falsamente atribuido a Libia para justificar el bombardeo estadounidense contra el palacio de Khadafi. En 1995, interrogó en Yemen a Johannes Weinrich, que fue el lugarteniente de Carlos cuando los ministros de la OPEP fueron tomados como rehenes. Mehlis apareció así como la mano vengadora de Washington. Detlev Mehlis trabajó después para varios tanques pensantes estadounidenses, como la Rand Corporation y el WINEP.
Desde su llegada al Líbano, Mehlis fue más allá de lo que le permitía su mandato. Su misión consistía en ofrecer asistencia a la justicia libanesa y lo que hizo, por el contrario, fue despreciarla y actuar en lugar de ésta. A tal punto que hoy lo presentan como jefe de la misión investigadora de la ONU, cargo que nunca tuvo porque la comisión investigadora de la ONU nunca existió. El caso es que Mehlis exigió que los funcionarios libaneses le rindieran cuentas y se negó a respetar el Código Penal libanés. Así que se trata de un caso de colonialismo judicial. El objetivo de esa injerencia fue, por supuesto, justificar un ataque contra Siria al imputarle el crimen.
Lo que sucede es que Detlev Mehlis se complicó porque los servicios secretos sirios lo dejaron enredarse en una red de falsos testimonios y luego lo desenmascararon de pronto haciéndolo así caer.
- Usted menciona que los individuos que trataron de asesinar a Hasan Nasrallah (líder del Hezbollah) son agentes del Mossad. ¿Con quién fue que se dijo que estaban vinculados y por qué no se han descubierto aún los detalles de ese asunto?
- Los enemigos del Líbano tenían previsto eliminar también a Hasan Nasrallah. Fracasaron y el segundo grupo fue arrestado. Hasta ahí, no hay nada sorprendente. Pero los asesinos habían recibido sus armas de Salim Diyab, el jefe de la milicia del clan Hariri. En otras palabras, los Hariri están ciegos. No se dan cuenta de que sus amigos estadounidenses e israelíes quieren destruir a su país y que ordenaron la muerte de Rafic. Por eso son fácilmente manipulables y actúan contra su propio país y, en definitiva, contra sí mismos.
- Durante los años que van de la década del 50 a la de los 70, la izquierda francesa tuvo una fuerte presencia en el Medio Oriente, presencia que ha ido atenuándose recientemente. ¿A qué se debe esto, desde su punto de vista?
- A que ya no hay izquierda francesa. El Partido Socialista es una yuxtaposición de individuos que se detestan y que tienen puntos de vista imposibles de conciliar. Y su naufragio ha arrastrado a sus aliados. En realidad, el mundo ha cambiado desde el derrumbe de la URSS y el escenario político francés es obsoleto. En el mundo entero se puede ver el desplazamiento de las líneas de fractura. Ya no se trata de escoger entre la economía de mercado o el colectivismo, sino entre la dominación estadounidense o la resistencia, entre el Imperio y la multipolaridad. Si Nicolas Sarkozy resultó electo presidente fue porque se presentó –fue el único en hacerlo– como representante de esta nueva línea de fractura. Él es el líder de los proestadounidenses y no hubo un bando constituido que le hiciera frente. Las personalidades de la izquierda proestadounidense, como Bernard Kouchner, se unen a él, mientras que las personalidades de la derecha antiimperialista ya no saben hacia dónde ir.
Tenemos que rediseñar completamente los grupos políticos. Para eso creé la conferencia Axis for Peace, que reúne a intelectuales, diplomáticos, militares y políticos de todos los países con el objetivo de reafirmar los valores humanistas ante el proyecto neoconservador. La próxima conferencia se desarrollará en noviembre, en el Medio Oriente. Esa será quizás mi respuesta concreta a su pregunta.
-¿Por qué esta evolución de Francia de una política árabe hacia un apoyo a las posiciones de la derecha israelí?
- No creo que así sea ya en este momento. Creo más bien que, desde que se derrumbó la URSS, Francia se inclina ante Estados Unidos, mientras que prosigue su propia política como puede. Es cierto que las declaraciones de los dirigentes franceses no son muy positivas, pero sus acciones aún son a menudo valientes.
Francia se opuso a la invasión contra Irak; negoció la resolución 1559 para prevenir un ataque estadounidense contra el Líbano y Siria; impidió el despliegue de la OTAN en la frontera israelí, en agosto de 2006; protegió a la Resistencia durante el conflicto y también después del mismo, incluso cuando seguía dando la prioridad al clan Hariri.
Desgraciadamente, la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia podría darle a usted la razón. Como usted, yo observo esto con inquietud.
- Usted publicó como anexo varios mapas del Nuevo Medio Oriente. ¿Qué fuentes tiene usted? ¿El Líbano será dividido en un Estado maronita y un Estado druso?
- El proyecto de división del Líbano en tres zonas no es nuevo. Ya Ben Gurion había previsto anexar el sur y crear dos mini-estados confesionales maronita y druso. Pero Estados Unidos decidió ir mucho más lejos. Su deseo es fragmentar a todos los Estados de la región para que no quede ninguno que pueda oponerle resistencia. Los mapas que yo publico representan la reflexión actual del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. Fueron publicados por el coronel Peters en el Armed Forces Journal. No son definitivos pero han sido objeto de discusión durante el tiempo suficiente como para que se los considere lo bastante precisos. Es lo que púdicamente llaman «remodelamiento del Gran Medio Oriente». Eso exige, concretamente, una fase de guerra civil generalizada. Resulta entonces vital que nos opongamos a todo lo que divide al mundo árabe-musulmán, a todo lo que lo debilita y lo somete a la hegemonía estadounidense. El deslizamiento de la oposición entre shiítas y sunnitas del plano teológico al de la política resulta particularmente peligroso. Una grave responsabilidad recae sobre los que en él participan. Ante la máquina de guerra de Washington y Tel Aviv, el deber es unirse para poder resistir.
-¿Piensa usted que Estados Unidos logrará llevar a cabo sus planes?
- La victoria de la resistencia libanesa constituye un freno definitivo a la expansión estadounidense en esta región. Hasta ahora, la disyuntiva planteada era entre el callejón sin salida militar ante el ejército más grande del mundo y una serie interminable de maniobras diplomáticas. Ahora existe una tercera opción: la resistencia popular puede conducir a la victoria. Pero la máquina estadounidense de guerra es demasiado pesada como para ponerse a sí misma en tela de juicio, y proseguirá su impulso devastador, sin esperanza de éxito, hasta desfallecer definitivamente.
La fuente: Al-Ahram (Egipto). La versión en español se publicada por gentileza de la Red Voltaire.
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