02 julio 2007

La mala palabra


La desaparición de la palabra ocupación en las discusiones es el mensaje real de la conferencia de Sharm el-Sheikh. Se hicieron todos los arreglos y ceremonias para crear la falsa impresión de que Olmert y Abbas eran los jefes de dos Estados que llevaban adelante negociaciones en un pie de igualdad, en lugar del líder de un poder ocupante y el representante de un pueblo ocupado.


Por Uri Avnery

Los cuatro líderes reunidos en Sharm al-Sheik no se sentaron juntos a una mesa redonda. Cada uno de ellos lo hizo detrás de una gran mesa propia. Esto aseguró una separación llamativa entre ellos. Las cuatro largas mesas apenas se tocaban. Cada uno de los líderes, con sus ayudantes detrás, fue como una isla solitaria en un inmenso mar.

Los cuatro -Hosni Mubarak, el rey Abdullah de Jordania, Ehud Olmert y Mahmoud Abbas- tenían un semblante adusto. Ni siquiera en la parte oficial de la conferencia pudo verse una sola sonrisa.

Uno después del otro, los cuatro pronunciaron sus monólogos. Un ejercicio de frívola hipocresía. Ninguno de los cuatro se apartó de las frases habituales.

Un monólogo corto de Mubarak. Un monólogo corto de Abdullah. Un monólogo mediano de Abbas. Un interminable monólogo de Olmert -discurso israelí típico, despótico, destinado a educar al mundo, predicando la moralidad; hecho, claro, en hebreo, con el objetivo obvio de atraer al público de casa.

El discurso incluyó todas las frases requeridas -Nuestro espíritu desea la paz... La visión de dos estados... Nosotros no queremos gobernar sobre otro pueblo... Para el bien de las próximas generaciones... bla-bla-bla. Todo en el estilo colonial habitual: Olmert todavía habla de "Judea y Samaria", usando la terminología oficial de la ocupación.

Pero para "fortalecer" a Abbas, Olmert se refirió a él como "presidente" y no como "jefe" que ha sido el título de rigor usado por todos los representantes israelíes desde el establecimiento de la Autoridad Palestina. (Los hombres sabios de Oslo afrontaron esta dificultad al mencionar al líder de la Autoridad Palestina con el título árabe de Rais, que tanto puede querer decir presidente como jefe).

¿Qué palabra no apareció a lo largo de este largo monólogo? "Ocupación."

¿Ocupación? ¿Qué ocupación? ¿Dónde? ¿Alguien ha visto alguna ocupación?

La ocupación no estuvo en la agenda de esta sombría cumbre. Incluso en sus sueños más febriles, los participantes árabes no podían imaginar nada más maravilloso que "aliviar las restricciones". Haciendo la vida un poco menos difícil para la sufrida población. Devolviendo las recaudaciones de impuestos de los palestinos. (Es decir, Israel puede devolver algo del dinero que les ha confiscado). Moviendo algunas de las barricadas que les impiden a las personas ir de un pueblo al otro. (Eso ya se ha prometido muchas veces y no sucederá porque el ejército y el servicio secreto lo objetan. Olmert ya ha anunciado que es imposible por "razones de seguridad".)

Con el aire de un sultán que arroja monedas a los pobres en la calle, Olmert anunció su intención de liberar a algunos prisioneros de Al-Fatah. 250 monedas, 250 prisioneros. Ése fue el "generoso regalo" para lograr que los palestinos salten de alegría, se "fortalezca" a Abbas y logre revivir los huesos secos de su organización.

Si Olmert no hubiera sido sentado tan lejos de Abbas, habría podido discutir cara a cara.

En primer lugar, el número es ridículo. Actualmente, hay unos 10.000 (diez mil) prisioneros de "seguridad" palestinos en las cárceles israelíes. Todas las noches, una docena son capturados en sus casas. Dado que no hay más lugar en las cárceles, los guardias se alegran de librarse de algunos. En gestos anteriores de esta naturaleza, el gobierno israelí ha liberado a prisioneros que estaban a punto de cumplir sus condenas o a ladrones de poca monta.

En segundo lugar, la confraternidad entre miembros de Al-Fatah y de Hamas se establece en la cárcel. El violento enfrentamiento en Gaza no se ha proyectado en las prisiones. El famoso "documento de los prisioneros" en favor del establecimiento de un gobierno de unidad (ahora difunto) fue trabajado, justamente, por prisioneros de Al-Fatah y de Hamas.

El anuncio de Olmert de liberar de inmediato a prisioneros de Al-Fatah -y sólo de Al-Fatah- está pensado para sabotear esa unidad. Podría estigmatizar como colaboradores a los integrantes de Al-Fatah, y a Abbas como un líder que sólo se preocupa por los miembros de su propia organización y nada por los otros.

¿Qué salió de esta conferencia cumbre? Algunos dicen: algo más que nada y otros, algo menos que nada. No es casual que los participantes árabes parecían tan sombríos.

¿Qué tuvo de bueno? Abbas necesitaba recuperar poder después de perder la Franja de Gaza. Olmert les prometió a los norteamericanos que lo ayudaría. Pero después de la conferencia, Olmert podría haber usado la frase proferida por los líderes israelíes cuando visitan a familias desconsoladas: "Vine a fortalecerlos, pero soy yo quien ha salido fortalecido."

El único ganador fue Olmert. La conferencia ha demostrado que la influencia de Mubarak y de Abdullah en Israel es nula, y la posición de Abbas es todavía peor.

Para que no quede ninguna duda sobre esto, Olmert envió enseguida al ejército a la kasbah de Nablus, el corazón del reino virtual de Abbas, para "arrestar" a los líderes del brazo militar de Al-Fatah. Ellos opusieron una resistencia determinada, hiriendo a varios soldados. Un militar perdió una mano y una pierna. En otra incursión, esta vez a Gaza, mataron a 13 palestinos, incluido un chico de 9 años. Según la versión oficial, el objetivo fue tirar a los militantes desequilibrado para que ellos se sintieran cazados.

Si esto no es ocupación, ¿qué es? Pero Dios prohibe que se mencione esta palabra en el discurso diplomático -es una palabra obscena, una palabra convertida en tabú en la refinada sociedad.

La desaparición de la palabra ocupación en las discusiones es el mensaje real de esta conferencia. Se hicieron todos los arreglos y ceremonias para crear la falsa impresión de que Olmert y Abbas eran los jefes de dos Estados que llevaban adelante negociaciones en un pie de igualdad, en lugar del líder de un poder ocupante y el representante de un pueblo ocupado.

Eso se repite en todo el discurso sobre esta fase del conflicto israelo-palestino: el mundo ha dejado de usar el término ocupación porque su misma existencia ha dejado de ser un asunto de discusión.

Eso también es evidente en los reportes diarios del conflicto en los medios de comunicación israelíes y extranjeros. Ellos informan de lo que está pasando -la Franja de Gaza tomada por Hamas, las acciones del ejército israelí, los problemas de Abbas, las decisiones del gobierno israelí- sin poner el contexto de la ocupación. Como si la ocupación, con todos sus muertos y destrucciones, privaciones y desposesiones, fuera un fenómeno tan natural como la luz del sol durante el día o el centelleo de las estrellas por laas noches.

Hay muchos asuntos que están discutiéndose. Por ejemplo, si aliviar la situación de los palestinos o aumentar su miseria, si permitirles a los policías de Abbas moverse libremente con sus armas en los pueblos de Cisjordania para tratar de eliminar las milicias que luchan contra Israel, si agrandar los asentamientos o no. Pero todas estas discusiones están basadas en el concepto incuestionable de que la ocupación está allí y para siempre.

Toda la charla sobre "fortalecimiento" está conducida en este contexto: Abbas y su pueblo están pensados para funcionar como una administración bajo la ocupación. Según la percepción de Olmert y de Bush, su trabajo es cumplir las órdenes de la ocupación, a cambio de su propio dinero y quizás de algunas armas pequeñas. A propósito, esto es muy similar a la "autonomía" prometida por Menachem Begin a los "habitantes árabes de Judea, Samaria y el distrito de Gaza". Olmert está listo para hablar sobre la "Solución de dos Estados" -mucha charla, con abundancia de palabras hinchadas y patetismo- mientras en la práctica hace todo lo posible para que esto no ocurra antes de la venida del Mesías.

En esta realidad está caminando ahora Tony Blair.

Está siendo enviado por el Cuarteto -algo que realmente no existe, una ficción diplomática de cuatro que en realidad es uno.

Europa no existe en lo que concierne al conflicto palestino-israelí, excepto como instrumento financiero de la Casa Blanca. Cuando el presidente de los Estados Unidos lo quiere, Europa envía limosnas a los palestinos (y armamento a Israel). Cuando el presidente de los Estados Unidos quiere hambrear a los palestinos, Europa les impone un bloqueo.

La ONU se ha transformado desde hace tiempo en un instrumento del Departamento de Estado norteamericano, sobre todo en el Medio Oriente. Cuando el sargento norteamericano grita, la ONU hace la venia y se pone en posición de firme.

Rusia sueña con recobrar su estatus de potencia. Como en los días de los zares y de Stalin, piensa en términos de "esfera de influencia". El Medio Oriente es una esfuera de influencia de los Estados Unidos. Por consiguiente, Rusia no interferirá, excepto para pronunciar sin convicciones algunas frases altisonantes.

El Cuarteto es simplemente una organización norteamericana. Y Tony Blair es destinado a Palestina como enviado especial del presidente Bush. El amo envía su perro faldero.

Entonces, ¿qué? Si Bush realmente quisiera realizar su "visión" de dos Estados, no necesitaría de Blair. Él podría hacerlo todo sólo en cuestión de semanas. Incluso la pobre Condoleezza podría hacerlo, en lugar de charlar sobre los preparativos del status final, si sólo ella se retrocediera por el testamento determinado del Presidente.

¿Así que para qué fue designado Blair? ¿Sólo para darle estatus de estrella internacional? ¿Para concederle un premio consuelo a alguien que fielmente mintió y estafó por Bush antes y durante la guerra en Irak?

Sí, por supuesto. Pero su tarea principal es bosquejar propuestas y ganar tiempo, posponer todo, hacer creer que se hace algo, proporcionarles una ilusión de progreso a los palestinos y a los medios de comunicación mundiales.

Blair vendrá, se encontraará, hará declaraciones, destilará encanto por cada poro, generará titulares, volará, regresará, hará más anuncios, se encontrará de nuevo con reyes, presidentes y primeros ministros. Una larga fila de periodistas sedientos de noticias lo seguirá por todas partes y generará ruido en los medios de comunicación, que escribirán sobre él, lo grabarán y le tomarán fotos, como si fuera un París Hilton masculino.

Entretanto, palestinos e israelíes seguirán muriendo, el muro de separación se terminará, más tierra será desposeída, se agrandarán los asentamientos, seguirán los "asesinatos selectivos" de los "terroristas", el asedio a Gaza se fortalecerá y todas las actividades diarias de la ocupación seguirán, pero no se mencionará su nombre.

La tarea declarada de Blair, también, es "fortalecer a Abbas". Penosa tarea. Penosa para Blair. Penosa particularmente para Abbas.

La fuente: Uri Avnery es periodista, ex legislador y pacifista israelí. La versión original de su artículo se publicó en Gush Shalom. La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com. Otros idiomas
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