01 abril 2007

TODO 1º DE ABRIL

Gonzales, en apuros, al decir su ayudante que sí participó en el cese de los fiscales

La Casa Blanca, a través de su subsecretaria de prensa, Dana Perino, subrayó ayer su confianza en que el fiscal general estadounidense al frente de la Secretaría de Justicia, Alberto Gonzales, logrará superar los desafíos ante él, tras el escándalo originado por la presunta implicación del fiscal en el despido de ocho fiscales federales incómodos para la Casa Blanca.
Perino hizo hincapié en que «el presidente (Bush) tiene confianza en él. El presidente cree que el fiscal general puede superar los desafíos que tiene por delante». El Gobierno estadounidense asegura que los despidos fueron apropiados, al alegar que los fiscales federales sirven la voluntad del presidente.
Estas declaraciones se produjeron después de que el que fue jefe de gabinete de Gonzales, Kyle Sampson, declarara el jueves en una audiencia del Senado que en vez de relegarse a firmar los despidos, como había dicho reiteradamente el secretario de Justicia, en realidad éste estaba involucrado en el proceso de despidos desde el principio.
Contradicciones
«No pienso que la declaración del secretario de Justicia de que él no estuvo involucrado en ninguna discusión sobre el despido de fiscales federales sea correcta», dijo Sampson al Comité de Asuntos Judiciales, que investiga si los ceses tuvieron motivos políticos.
«Me acuerdo de haber discutido con él sobre este proceso de solicitar a ciertos fiscales estadounidenses que dimitieran», reconoció en su declaración. Asimismo, Sampson -quien dimitió de su cargo el pasado 12 de marzo- arremetió contra la Casa Blanca tras incidir en que tuvo un papel mayor del que revela en los despidos, y aseguró que la entonces asesora legal presidencial Harriet Miers se sumó a Gonzales en su aprobación de los despidos.
Preguntado por el senador demócrata Chuck Schummer sobre su papel, Sampson admitió que no debió haber abogado por el despido del fiscal federal David Iglesias.
Por su parte, Michael Elston, jefe de despacho del subsecretario de Justicia, Paul McNulty, aseguró ante el Congreso el pasado febrero que los fiscales fueron despedidos por «razones de trabajo», algo que el propio Gonzales negó más tarde, según mensajes electrónicos que Bush y el Departamento de Justicia han calificado de inexactos e incompletos.
El fiscal general Gonzales ha repetido en numerosas ocasiones que personalmente no estuvo implicado en los despidos, los cuales aseguró haber delegado fundamentalmente en Sampson.
Una «orden» personal
El portavoz del Departamento de Justicia, Brian Roehrkasse, explicó que «las discusiones (de Gonzales) con el señor Sampson estaban centradas en garantizar que las personas apropiadas eran conscientes de e implicadas en el proceso (de despidos). Él ordenó al señor Sampson dirigir el proceso de evaluación (de despidos), (pero) no fue hecho partícipe de algunas conversaciones durante el proceso o de que hubiera aprobado las recomendaciones para impulsar las dimisiones de determinados fiscales estadounidenses», aseguró.
Gonzales no comparecerá de forma pública ante el mismo Comité senatorial hasta el próximo 17 de abril, y a pesar de que cada vez más congresistas piden su dimisión, el portavoz del Departamento de Justicia dejó claro que Gonzales no tiene intención de dimitir.

Londres se niega al diálogo sobre la soberanía argentina de las islas
Malvinas: a 25 años de la guerra la discordia aún vive
Las divergencias entre Gran Bretaña y Argentina en torno de las islas Malvinas no han disminuido un ápice en 25 años y ambos países seguirán defendiendo con vehemencia sus posiciones en ocasión del aniversario de esta guerra trágica, que dejó casi un millar de muertos.
En Ushuaia, Tierra del Fuego, el monumento a los
soldados argentinos recuerda a las 649 víctimas.
Aunque en Argentina y en el Reino Unido ­que restablecieron en 1990 sus relaciones diplomáticas­ los vientos que soplan y los ánimos de la gente están muy lejos del patriotismo generado por la trágica guerra, las conmemoraciones pondrán en evidencia que las posiciones no han cambiado, anticiparon fuentes.
Gran Bretaña, que se niega al diálogo sobre la soberanía de las islas del Atlántico Sur pedido por Argentina, "no ha modificado su posición", indicó una fuente del gobierno de Londres.
"Nuestra posición es la misma: hablaremos de soberanía si así lo desean los isleños", dijo a la AFP una fuente de Downing Street, que dejó claro que el aniversario, que será conmemorado en ambos países, no constituye una oportunidad para que Londres reconsidere su rechazo al pedido de diálogo de Buenos Aires.
En este contexto, los preparativos para los 25 años del desembarco argentino el 2 de abril de 1982 sirvieron ya para que el primer ministro laborista Tony Blair asegurara que él también habría lanzado una guerra para recuperar las islas, como lo hizo entonces la líder conservadora Margaret Thatcher.
Blair no sólo aprobó hace pocos días la decisión de enviar nuevas tropas a las islas Malvinas, sino que dijo que "estaba seguro" que él hubiera tomado la misma decisión que Thatcher.
"Cuando miro hacia atrás, era mucho, mucho más joven, evidentemente, pero cuando miro hacia atrás, no tengo ninguna duda de que era la decisión correcta", afirmó Blair.
"Creo que había un principio en juego: que una tierra no puede ser anexada de esa manera y que las personas tampoco deberían ser puestas bajo una nueva autoridad de esa manera", agregó Blair, que saludó el "coraje político" de la Dama de Hierro.
El historiador británico Lawrence Freedman, autor de un libro sobre las Malvinas e investigador del Departamento de Guerra de King's College de Londres, descartó en una entrevista con la AFP que se pueda producir un cambio en la posición del Reino Unido respecto a un diálogo sobre el archipiélago austral.
"Londres no va a modificar de ninguna manera su posición" sobre las Malvinas, afirmó tajantemente Freedman.
Tampoco se espera que en el 25 aniversario del conflicto, que dejó 649 soldados argentinos muertos y 255 británicos, el gobierno de Buenos Aires presente nuevas alternativas.
Se prevé por eso que las conmemoraciones servirán sólo para que Argentina reafirme con renovada energía su "soberanía" sobre las islas y vuelva a denunciar la "intransigencia" de los británicos.



¿De espaldas ante el más peligroso terrorismo?

SANTIAGO CARRILLO 31/03/2007



La derecha española, encabezada por los dirigentes del PP, trata de dar fuerza a una especie de Frente Nacional -que recuerda el movimiento de Le Pen- cuya ala "marchante" integra cómodamente a los residuos del franquismo y al Foro de Ermua. La oposición al terrorismo aparece como el elemento aglutinador de este Frente. ¿Es tan real y acuciante ese peligro hoy en España? ¿Justifica ese vendaval de locura que está crispando la vida política en nuestro país, llegando a afectar gravemente al funcionamiento de las instituciones democráticas?
Intentaré acercarme a este problema de la forma más objetiva posible. España sufrió durante largos años el terrorismo etarra, que golpeó indistintamente a fuerzas de derecha y de izquierda, promoviendo en un instante histórico un auténtico movimiento español de "manos blancas" que sacó a la calle manifestaciones multitudinarias englobando a masas de izquierda y derecha y a elementos nacionalistas periféricos.
Estas manifestaciones consiguieron un resultado importante: hacer progresar entre las masas abertzales vascas, que constituían la base social de ETA, primero la duda y más tarde el convencimiento amplísimo de que el terrorismo era un callejón sin salida, mientras que en el terreno democrático, con la palabra y las ideas, había más posibilidades de mantener una presencia política y un respaldo social. Estas tendencias forzaron a ETA a emprender negociaciones más o menos visibles, e incluso a declarar una primera tregua. Durante ella vimos al partido de Aznar, que entonces gobernaba sin mayoría absoluta, iniciar negociaciones de paz, haciendo concesiones de palabra y de hecho a ETA, que la oposición de la época y la opinión pública aceptaron y apoyaron sin rechistar, convencidas de que cuanto se hiciera para lograr la paz era necesario al interés general de la democracia española. Ni siquiera la AVT levantó la voz sobre esas concesiones, pese a que el dolor de las víctimas era todavía muy reciente.
Todo ello contrasta con el hecho de que el Gobierno de Rodríguez Zapatero, teniendo la aprobación expresa del Parlamento para negociar la paz no haya hecho ninguna de las concesiones que sí hizo Aznar y que durante su gestión se hayan endurecido las medidas de represión contra activistas etarras e incluso simplemente abertzales.
Entretanto en la esfera mundial apareció un nuevo terrorismo, mucho más destructor y peligroso, que conmovió al mundo con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. El terrorismo se convirtió así en el nuevo gran problema mundial, en torno al cual terminó abriéndose una profunda diferencia entre Gobiernos y en el seno de la opinión pública. Mientras unos pensaban que la lucha contra él era una cuestión de los servicios de policía y de inteligencia, complementada en el terreno político por lo que se conoce como Alianza de Civilizaciones, el bloque neocon de Bush, a la cabeza de los EE UU, vio la oportunidad de lanzar una política de expansión en Oriente Medio, pretendiendo que comenzaba la tercera guerra mundial, esta vez ya no contra el comunismo, sino contra el terrorismo fundamentalista islámico.
En esa dirección, Aznar se posicionó al lado de Bush e implicó a España con sus visitas al presidente norteamericano y sobre todo con su presencia en la reunión de las Azores, donde sobre la base de una mentira y al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, se decidió la guerra de Irak. En ese momento violó la Constitución, metiéndonos en una guerra sin acuerdo del Parlamento.
A partir de ahí, España se convirtió, al lado de EE UU y Gran Bretaña, en objetivo preferente del terrorismo internacional. El Partido Popular y su Gobierno con notable inconsciencia e irresponsabilidad dieron la espalda al nuevo peligro, promovido por su presencia en las Azores y no tomaron ninguna medida para prevenirlo. El ministro del Interior Acebes y todo aquel Gobierno pasaron a la
Historia como los más incompetentes en la lucha contra el terrorismo. Convencidos de que la protección de la superpotencia aseguraba su hegemonía política en España, el 11-M se despertaron en medio de un desastre, el mayor atentado acaecido en Europa hasta entonces, con miles de víctimas entre muertos y heridos.
¿Cómo reaccionaron ante la tragedia? Con la misma irresponsabilidad e inconsciencia. Sabiendo que el conocimiento de los autores reales por los ciudadanos podía desplazarles del poder tres días después, en las elecciones generales, no se les ocurrió otra cosa que mirar hacia otro lado y culpar a ETA del atentado. Pensaban que así los electores no lo asociarían con la tartarinada de Aznar en las Azores. Pero los ciudadanos percibieron la verdad con más instinto político. La pregunta "¿quién ha sido?" puso al PP contra las cuerdas y terminó castigándolo electoralmente.
Yo estoy convencido de que los trágicos resultados de aquel atentado, que sobrepasaban en horror a todo lo conocido en España, ejercieron una gran influencia hasta en el movimiento abertzale. El acontecimiento echaba una cruda luz sobre la barbarie de tales métodos. Ante el nuevo peligro del terrorismo internacional, el etarra por lo menos se desvalorizaba. Creo que eso también influyó en el "alto el fuego permanente" declarado por ETA. Los únicos que siguieron erre que erre, dando la matraca, fueron los dirigentes del PP, con el apoyo de ciertos medios de comunicación.
Todavía hoy, cuando el juicio por aquel atentado, demuestra inequívocamente que fue una consecuencia de la reunión de las Azores, los dirigentes del PP no han rectificado su teoría de la "conspiración". Y engarzando con ella otras acusaciones sin fundamento han llevado a la sociedad española a una crispación que no tiene precedentes, a no ser que retrocedamos a los años treinta del siglo pasado.
Es la evidencia misma que el problema del terrorismo, siendo grave, es hoy diferente al de años pasados. Hoy en España la amenaza más seria viene del terrorismo internacional. Nuestro interés consiste en concentrar nuestros esfuerzos en la prevención de la amenaza exterior. Lo verdaderamente patriótico, sin duda alguna, es conseguir eliminar el peligro interior; no tener que llevar la batalla en dos frentes, sino en uno. Actualmente existen posibilidades reales de lograr que el movimiento abertzale renuncie a matar y se integre en el ámbito demócrata. Ello simplificaría el problema. De ahí que lo auténticamente patriótico sean los pasos del Gobierno para superar el terrorismo etarra.
¿O acaso es necesario que se repitan nuevos 11-M en Madrid, o en cualquier otra parte de nuestro territorio, para comprobar de dónde puede venir la más seria amenaza terrorista? Porque eso es lo que podríamos favorecer siguiendo de espaldas al peligro más amenazador si hiciéramos caso al Sr. Aznar que algunas horas antes de que el Congreso americano votase contra Bush y a favor de la retirada de Irak, consideraba, actuando como la voz de su amo, que semejante decisión era una capitulación ante el terrorismo.
Impedir la muerte de De Juana y acatar la absolución de Otegi, aunque ello fuese una concesión -y no lo que es, el simple cumplimiento de las leyes-, es un acto de Gobierno sabio, digno del apoyo de los ciudadanos de este país. Incluso también lo serían auténticas concesiones destinadas a reducir a uno solo el frente antiterrorista, lo que nos ayudaría a evitar nuevas víctimas. Insisto, el interés superior de España exige que todas las capacidades de nuestros servicios de seguridad estén concentradas en prevenir los ataques del terrorismo internacional, dentro del respeto a las reglas del Estado de derecho.
La demagogia de Rajoy y sus colegas, la locura que han desatado, la insistencia en las mentiras secundadas por medios de comunicación servidores de turbios intereses son lo más antipatriota, por muchas banderas nacionales y mucho himno nacional que se utilicen; por muchas injurias e insultos, utilizando un lenguaje de lupanar, que se esgriman.
Y lo grave no es sólo eso, que distraigan al Estado de los peligros de la auténtica amenaza terrorista que pesa sobre España. Lo más grave es que están poniendo en peligro los fundamentos del sistema democrático. Escuchando días atrás uno de los arbitrarios debates provocados en el Senado por el PP, observamos que mientras habló el portavoz del PP, y por injustos que fuesen sus ataques, todo el foro lo escuchó con respeto a la libertad de expresión. En cambio, la respuesta de Zapatero, mucho más serena, fue recibida por una algarabía de insultos que hacía muy difícil oírla. Muchas personas que vieron aquella vergüenza sacaron una conclusión; si esta gente llegara al poder y con esta actitud ya no podrían hablar en España más que ellos. Sensación que ha venido a confirmar el insólito boicot declarado a PRISA por el PP.
Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, es comentarista político





Sí hablar con el gobierno de unidad palestino
Menajem Klein

Hace una semana el primer ministro inició la reunión de gobierno declarando que estaba dispuesto a negociar con los países árabes sobre la base de la iniciativa de paz saudita. También dijo que Israel no está dispuesto a negociar con un gobierno palestino que no acepte las condiciones del Cuarteto, incluido el reconocimiento del derecho de existencia del Estado de Israel, la condena al terrorismo y el reconocimiento de los acuerdos firmados anteriormente con Israel. ¿Acaso todos los países árabes –empezando por Arabia Saudita misma- sí aceptaron todas las condiciones del Cuarteto? No. ¿Acaso el gobierno de unidad palestino aceptó parcial e indirectamente las condiciones del Cuarteto? Sí.
Con el gobierno de unidad palestino no sólo se puede, sino que se debe hablar. Este gobierno le transmite a Israel que está dispuesto a hablar con ese país. Cuando el Hamás eligió a sus representantes al gobierno, no incluyó a la primera fila de sus líderes, sino a académicos con los que será más fácil hablar para el Israel oficial.
Los representantes del gobierno de Israel deberán coordinar con los ministros del gobierno de unidad, e incluso con los ministros del Hamás, asuntos corrientes que tocan a la vida cotidiana de la población. No podrán ignorar a los ministros del Hamás que tienen en su poder carteras como Agricultura, Interior, Planificación y Educación.
Más allá de ello, es su obligación reanudar las negociaciones por el status permanente sobre la base del plan de paz árabe. Este es el único juego en la liga. Todas las demás alternativas han fracasado. Abu Mazen fue nombrado para negociar por ello con Israel. Él no representa al Fatah, sino al consenso. El palestino y el árabe.
El Hamás comparte este consenso. Ciertamente no lo hace a viva voz, y la organización también obtuvo una rebaja en el precio del boleto en este tren diplomático, pero se subió a él. El Hamás se esforzó por acordar el gobierno de unidad antes de la cumbre en Riad esta semana, y el primer ministro Haniyeh estará allí junto a Abu Mazen para refrendar el plan de paz árabe. Se equivoca quien intenta sembrar discordia entre Abu Mazen y Hamás. Ésa fue la estrategia de estado de Jerusalem y de Washington, y ha fracasado totalmente. El momento del desacuerdo entre Hamás y Fatah será a la hora de debatir los detalles del acuerdo permanente.
No sólo debe el gobierno de Israel hablar con el gobierno de unidad palestino. También la izquierda israelí debe hacerlo. La izquierda israelí no puede conformarse con conversaciones con Abu Mazen y la gente del Fatah. Si el gobierno de Israel se le pone en el camino, entonces la izquierda deberá volver a la táctica que la caracterizó en los años '80, cuando el gobierno legisló la prohibición de hablar con miembros de la OLP. Con la ayuda de varios gobiernos europeos, se podrá superar este obstáculo.■
Menajem Klein es uno de los impulsores de la Iniciativa de Paz de Ginebra. Está a cargo la cátedra de Ciencia Política en la Universidad de Bar Ilán.

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