10 enero 2008

Gente maravillosa defiende a un país maravilloso...




Gideon Levy

Sobre la película documental de Abu Graib

Mientra veía la película sonó el teléfono: Abishay, del shabac, quería verificar que recibí los comentarios comentarios de su org. sobre el testimonio del detenido Imar Jotari, en relación a las graves torturas que padeció últimamente en las dependencias del shabac en Kishón, que le ocasionaron una parálisis parcial en la manos. Jotari fue golpeado, esposado en crueles posiciones y se le impidió dormir. “Su interrogatorio fue hecho de acuerdo con la ley, las normas y los reglamentos”, se lee en la nota del shabac.
Me acomodé en el sillón, volví a prender el DVD, y continué mirando la escalofriante película; el teléfono de Abishay parecía parte de ella.
“Los espíritus de Abui Greib” no es sobre nocotros, pero de todas maneras nos reflejábamos en ella perfectamente. Todos los israelíes tendrían que verla. Describe los métodos de interrogatorio y las torturas de los americanos en la cárcel de Abu Graib en Irak. Buena gente cometió actos terribles. Aunque entre los americanos, al menos, se halló quien documente el horror y lo publique. Escenas no menos graves ocurren en las celdas de investigación y en nuestras cárceles, sólo que nunca fueron dadas a conocer de esta manera. No hay ni siquiera un solo investigador o carcelero cuya conciencia lo fastidie y traiga esas imágenes a nuestro conocimiento. Es deprimente.
En América incluso algunos sádicos fueron castigados, y uno fue condenado a diez años. No entre nosotros.
Pero aquí, como entre ellos, si castigan no es al “shin guimel”. El secretario de defensa, Donald Rumsfeld, que en esta película aparece como un Milosevic americano, un verdadero criminal de guerra, que estimula en documentos y escritos la tortura, e incluso se burla con sarcasmo de sus víctimas (“yo también estoy de pie ocho horas por día”), nunca fue llevado a juicio. También su presidente, George Bush, que hoy viene a visitarnos y será recibido con gloria y deleite, sale malparado de la audaz película de Rudy Kennedy, que ganó el premio Emmy. Otra cosa que no podría ocurrir aquí. “Gracias a Estados Unidos, cincuenta millones de personas viven una vida libre”, dicen con respecto a Irak, que hoy parece una triste broma. Y también: “personas maravillosas se movilizaron para defender a un país extraordinario”, como entre nosotros, con un marco de las pavorosas imágenes de Abu Graib.
La retórica de los leguleyos americanos pretenden demostrar por qué la Convención de Ginebra no es válida para esos pobres detenidos, y nos recuerdan como nuestro sistema judicial se moviliza y justifica a cualquier alimaña.
Los torturadores de la película no son lo que ustedes piensan: somos tú y yo, el vecino de al lado, jovencitas agradables y apuestos caballeros. Un terrorífico lavado de cerebro: “No creí que mi papel hubiese sido dudar de algo”, dice uno de ellos. “Ese era el trabajo”, dice otra, contemplando las malditas imágenes. Una soldada muy agradable, se fotografió cuando ella introduce el cadáver de un detenido, que fue torturado hasta morir, en una bolsa de nailon. Ells mira directamente a la cámara, con una sonrisa colgate. “Siempre sonrío cuando me saco una foto”. Miren esta película y nos verán a nosotros. Nuestros métodos de interrogatorio son un poco distintos, después de todo el cerebro judío siempre inventa cosas nuevas, pero la maldad, ¡oh, la maldad! es exactamente la misma.

Gideon Levy − Haaretz, 9 de enero/2007

09 enero 2008

El ocupante no generoso: el Camp David de Israel sale a la luz

Tras siete años de rumores y de recordarlo en su propio provecho, los medios de comunicación israelíes han publicado finamente extractos procedentes de una fuente oficial acerca de las negociaciones de Camp David en verano de 2000. Por primera vez es posible juzgar con cierta certeza el alcance de la “generosa oferta” del ex-primer ministro israelí Ehud Barak a los palestinos y las razones de Yasser Arafat para rechazarla.

Por Jonathan Cook

Además, el documento proporciona valiosos elementos para comprender los objetivos más amplios que Israel esperaba alcanzar en Camp David y cómo ambiciones similares están dirigiendo sus políticas hasta la fecha.

El documento, de 26 páginas, filtrado al diario Haaretz, fue preparado tras Camp David por la clase dirigente política y de seguridad como una guía de lo que separaba a los partidos políticos. Titulado “El estatus del proceso diplomático con los palestinos: puntos para poner al día al primer ministro entrante”, se preparó a tiempo para las elecciones generales de febrero de 2001.

Aunque dista mucho de ser la única versión de las negociaciones de Camp David, se trata del primer documento oficial que explica lo que ocurrió y, desde luego, un documento que no puede ser tachado de no ser favorable a las posturas de Israel.

El documento salió a la luz el mes pasado después de que le fuera presentado al actual primer ministro israelí, Ehud Olmert, para que éste preparara su encuentro con los palestinos en Annapolis. Presionado por los Estados Unidos, Olmert había accedido a reanudar las negociaciones por primera vez desde el fracaso de Camp David y de su continuación de las conversaciones de Taba unos meses después. Está claro que, lejos de revisar su postura a la luz del impasse de Camp David, Olmert elige adoptar algunas de las posturas de la línea dura de Barak.

La primeras negociaciones en julio de 2000 fueron un intento de Barak de ocultar los puntos principales del conflicto entre Israel y los palestinos que no se habían realizado durante una serie de retiradas israelíes de los territorios ocupados, tal y como se especificaba en los acuerdos de Oslo.

Respaldado por el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, Barak empujó al presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, a las precipitadas negociaciones del status final, aunque el presidente palestino creyera que se necesitaba más tiempo para crear confianza por ambas partes. Contrariamente al espíritu de los acuerdos de Oslo, a lo largo de los años noventa Israel había duplicado el número de asentamientos ilegales en los territorios ocupados y no había llevado a cabo por completo la prometida retirada.

Quizá no sorprendentemente, el documento israelí no reconoce la oferta más generosa de todas durante las seis décadas de conflicto israelo-palestino: la decisión de la OLP, a finales de los ochenta, de renunciar a su reivindicación de la mayor parte de la patria palestina y conformarse a cambio con un Estado en los dos territorios separados de Gaza y Cisjordania, solamente sobre el 22% de la Palestina histórica.

Así pues, dada la enorme concesión territorial hecha por los dirigentes palestinos hace 20 años, ¿en qué se diferencian los términos de Barak [de los de los palestinos]? El documento nos dice que Barak insistió en tres principios fundamentales para aceptar el final de la ocupación y establecer un Estado palestino:

1. Los bloques de asentamientos ilegales de Israel deberían mantenerse, con el 80% de los colonos que permanecen en Cisjordania sobre tierra anexionada a Israel.

Cisjordania constituye la mayor parte de cualquier futuro Estado palestino. Según el documento, Israel se habría anexionado aproximadamente el 8% del territorio para mantener los asentamientos. A cambio, los palestinos habrían sido compensados con una cuña mucho más pequeña de tierra y de un valor mucho menor, probablemente en el desierto de Negev.

La propuesta de Israel exigía mantener a cerca de 400.000 judíos viviendo en Cisjordania y Jerusalén Este en comunidades fortificadas y conectadas entre sí por carreteras para colonos, algunas de ellas conectadas a Israel y otras que entrecruzaban el territorio. Los asentamientos y la infraestructura para mantenerlos habrían sido de acceso prohibido para los palestinos y habrían estado custodiados por el ejército, con lo que en el corazón de Cisjordania se crearían de hecho zonas militares israelíes cerradas. Todo ello era una receta segura para destruir la viabilidad del propuesto Estado palestino. Se le estaba pidiendo al presidente Arafat que aprobara un laberinto de corredores de tierra israelí que habrían consolidado una serie de guetos palestinos bajo la pátina de categoría de Estado.

2. Un amplia “zona de seguridad”, supervisada por el ejército israelí, se habría mantenido a lo largo del valle del Jordán, en Cisjordania, desde el Mar Muerto hasta el asentamiento judío de Meholah, en el Norte.

Esta zona de seguridad ya existe, así que no tenemos que especular sobre cómo habría sido. Unos pocos miles de asentamientos en el valle del Jordán han asegurado que la zona, aproximadamente una quinta parte de Cisjordania, ha estado prácticamente anexionada a Israel durante décadas. A la mayoría de los palestinos, aparte de a quienes viven ahí, se les prohíbe entrar en ella. El valle es una de las zonas más fértiles de Cisjordania y actualmente su enorme potencial agrícola lo explota principalmente Israel. De nuevo, privar a los palestinos tanto del territorio como del control económico sobre el valle de Jordán habría hecho inviable el Estado palestino.

3. En Jerusalén Este Israel exigió enormes concesiones territoriales a la par de su anexión ilegal de parte de la ciudad ocupada por Israel en 1967.

Israel quería mantener una continuidad territorial para sus asentamientos ilegales en Jerusalén Este, donde vive casi un cuarto de millón de judíos, con la consecuencia de obligar a los habitantes palestinos a vivir en una serie de lo que Haaretz denomina “burbujas”.

Mantener la ampliación de las actuales fronteras municipales para Jerusalén habría tenido dos consecuencias perjudiciales para los palestinos: primero, habría cercenado la ciudad, el centro económico y turístico de cualquier Estado palestino, del resto de Cisjordania;y segundo, los enormes asentamientos de Maale Adumim y Har Homa, construidos en lo más profundo del territorio palestino pero ahora considerados por Israel como parte de Jerusalén, habrían permanecido bajo soberanía israelí. Cisjordania habría sido cortada por la mitad, lo que habría supuesto más restricciones para los movimientos de los palestinos en Cisjordania .

En la Ciudad Vieja, Israel exigió que se anexionaran a Israel los barrios judío y armenio, y partes del denominado “cuenco sagrado” fuera de las murallas, y que las mezquitas del Santuario Noble (conocido por los judíos como el Templo del Monte) quedaran bajo una soberanía “ambigua”, que sin duda alguna más tarde sería explotada por la parte más fuerte, Israel. Estas exigencias habrían asegurado que las zonas palestinas de Jerusalén Este quedaban divididas en una serie de guetos, un reflejo de las políticas israelíes en Cisjordania.

Además, Israel esperaba que Camp David legalizara tardíamente su anexión y limpieza étnica en 1967 de una zona de Cisjordania próxima a Jerusalén llamada el Saliente de Latrun. Hoy la zona ha sido transformada por el Fondo Nacional Judío en una reserva natural “israelí”, llamada Canadá Park, usando donaciones libres de impuestos de canadienses.

El efecto total de estas “generosas” propuestas era ofrecer a los palestinos mucho menos que el restante 22% de su territorio histórico. Habrían tenido que restar de un Estado en Gaza y Cisjordania amplias partes del expandido municipio de Jerusalén, así como el Saliente de Latrun, el 8% de Cisjordania para dar cabida a los asentamientos y otro 20% para una zona de seguridad en el valle del Jordán.

En otras palabras, se les estaba pidiendo a los palestinos que firmaran un trato que les daría una soberanía muy restringida sobre no más de aproximadamente el 14% de su territorio histórico, o algo muy similar a los bantustanes que habían sido creados para ellos antes y desde Camp David con el crecimiento de los asentamientos y la galopante anexión de su tierra por el muro de separación [en Cisjordania].

A cambio de la “generosidad”, ¿qué contra-exigencias hicieron los palestinos que echaron por tierra las conversaciones y, de ese modo, “desenmascararon” a Arafat, como han mantenido durante mucho tiempo Barak y Clinton? ¿Qué pruebas condenatorias se citan?

Según el documento, los palestinos estaban dispuestos a satisfacer las “exigencias demográficas” de Israel y a aceptar los cambios fronterizos. Sin embargo, insistieron en dos condiciones: que la anexión por parte de Israel de Cisjordania no excediera el 2,3% del territorio y que todo intercambio de tierra se hiciera basándose en el principio de la igualdad. Según parece, Israel no pudo aceptar ninguna de las dos.

Los palestinos también querían que el corredor de tierra que conectara las dos partes de su territorio, Cisjordania y Gaza, estuviera bajo su soberanía, se supone que para que no se pudiera cortar esta conexión a capricho de Israel. Además, Arafat esperaba lo que acompaña a la categoría de Estado: un ejército propio y el control del espacio aéreo palestino. Israel se opuso a todas estas exigencias.

Por lo que se refiere a Jerusalén, los palestinos querían una “ciudad abierta”, más en la línea con el Plan de Partición original de Naciones Unidas de 1947, conectada tanto al interior de Palestina como al de Israel. Los palestinos se opusieron a la perspectiva de vivir en “burbujas” y en vez de ello exigieron la continuidad territorial en Jerusalén Este. También querían la mayor parte del barrio armenio en la Ciudad Vieja, aunque parecía que estaban dispuestos a ceder el barrio judío limpiado étnicamente de palestinos en 1967.

Respecto de otras cuestiones polémicas fundamentales, Arafat quería que Israel admitiera su única responsabilidad en la cuestión de los refugiados palestinos creada por la guerra de 1948. Sin embargo, el documento señala que los palestinos “se mostraron comprensivos respecto de lo delicada que era para Israel la cuestión y también mostraron su deseo de encontrar una formulación que equilibrara estos sentimientos con sus necesidades nacionales”. Al menos esto sugería que los dirigentes palestinos deseaban negociar la cuestión de los refugiados.

Según algunos críticos, Barak acudió a las negociaciones de Camp David de mala fe, poniendo el listón tan alto que palestinos e israelíes estuvieran abocados a fracasar en llegar a un acuerdo. Pero, ¿por qué querría Barak llegar a ese resultado, o, cuando menos, arriesgarse a ello? El documento sugiere dos razones que están relacionadas entre sí.

En primer lugar, el documento señala que paralelamente a sus preparativos para Camp David, Barak estuvo trabajando en un plan de “separación” si fallaban las conversaciones. El esquema estaba preparado en junio de 2000, un mes antes de que empezaran las negociaciones, y el gobierno lo aprobó en los días inmediatamente después al inicio de la Intifada, en octubre de 2000. Según Haaretz, la propuesta de separación de Barak abarcaba todos los aspectos de la vida de los palestinos y debía implementarse a lo largo de unos años.

Muchos de estos tratos secretos de Barak están recogidos en mi libro Sangre y religión, incluyendo el hecho de que su viceministro de Defensa, Ephraim Sneh, diseñara un “mapa de separación” poco después de Camp David. Shlomo Ben Ami, jefe negociador de Barak en las conversaciones, observó después: “Él [Barak] estaba muy orgulloso del hecho de que este mapa iba a dejar a Israel con una tercera parte del territorio [de Cisjordania]”. Según Ben Ami, el primer ministro dijo de los guettos que trataba de dejar para los palestinos: “Mira, esto es un Estado; a efectos prácticos, parece un Estado”.

Después de que Barak fuera cesado de su cargo a principios de 2001, presionó primero para la separación unilateral y después para la desconexión. Su mentor militar y sucesor como primer ministro, Ariel Sharon, fue persuadido a regañadientes de abandonar sus posturas intransigentes y conformarse con el plan de Barak. En el verano de 2002 accedió al resultado lógico de la separación, el muro de Cisjordania, y a principios de 2004 a la desconexión de Gaza.

Según el documento, parece claro que Barak y muchos de los dirigentes israelíes asumieron desde el principio que necesitarían enjaular a los palestinos en guetos o bantustanes, conocidos por el apartheid sudafricano. El fracaso de Camp David dio simplemente a Barak y a sus sucesores el pretexto para implementar esta política.

Segundo, el documento revela que Barak hizo una exigencia a Arafat que ya debía de haber sabido que el dirigente palestino no podría aceptar. Barak quería el reconocimiento formal, no de Israel, sino de Israel como un Estado judío. Lo que dependía de arrancar esta concesión era mucho más que cuestiones semánticas. Exigía a Arafat que renunciara a los derechos de dos grupos que constituyen la aplastante mayoría de los palestinos.

El reconocimiento de Israel como un Estado judío habría hecho perder el derecho (protegido por el derecho internacional y por las resoluciones de Naciones Unidas) de los refugiados a sus hogares de los que fueron limpiados étnicamente por el ejército israelí en 1948. Desde entonces, ha sido sacrosanto para los palestinos su derecho al retorno, tanto si se realiza en la práctica como si no.

Y el reconocimiento habría condenado además a más de un millón de ciudadanos palestinos de Israel a un estatus permanente como marginados extraños en un Estado étnico que privilegia los derechos de los judíos por encima de los no judíos. En efecto, se le estaba pidiendo a Arafat que diera su bendición a los intentos israelíes de prohibir la campaña de una minoría de palestinos por la reforma del país en un “Estado para todos sus ciudadanos”, o una democracia liberal.

Tanto Olmert como su ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, fueron informados sobre el documento de Camp David antes de reunirse con el actual presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en Annapolis. Por consiguiente, hay que destacar que, en vez de abandonar una exigencia que había hecho fracasar las conversaciones de Camp David, ambos hicieron del reconocimiento de Israel como Estado judío un factor decisivo en los tratos incluso antes de que ambas partes se reunieran.

También es interesante señalar que mientras Barak era reacio a divulgar la exigencia que había planteado a Arafat en Camp David, el gobierno de Olmert ha estado pregonándolo a los cuatro vientos. ¿Por qué este cambio?

La explicación más probable es que Barak esperaba que Camp David fracasara y temía que su exigencia de reconocimiento revelara los motivos ocultos de Israel. Por otra parte, Olmert ha logrado disfrazar el reconocimiento de Israel como un Estado judío de la prueba última de si los palestinos son serios acerca de aceptar la solución de los dos Estados. Ésta es la maniobra que llegó a dominar el pasado año cuando necesitó cambiar la opinión mundial en contra de Hamas tras su victoria en las elecciones.

Hay que reconocer que la necesidad de Israel de ser reconocido como un Estado judío es la prueba de que no es un Estado democrático, sino un Estado étnico que necesita defender su privilegio racista por medio de la división injusta de fronteras y poblaciones. Pero Olmert puede en la práctica utilizar la prueba del reconocimiento para hacer que Abbas, un dirigente palestino débil y sin representatividad, retroceda hasta la misma esquina que Arafat había evitado.

Antes de Annapolis, [la ministra de Exteriores israelí] Livni declaró: “Debe quedar claro para todo el mundo que el Estado de Israel es una patria nacional para el pueblo judío” y añadió que los ciudadanos palestinos de Israel tendrían que abandonar su exigencia de igualdad en el momento en que los dirigentes palestinos estén de acuerdo con la categoría de Estado en los términos de Israel.

Olmert enmarcó las negociaciones de Annapolis de una manera muy similar. Afirmó que se trataba de crear dos naciones: “el Estado de Israel, la nación del pueblo judío; y el Estado palestino, la nación del pueblo palestino”.

El gran temor, lo ha señalado Olmert muchas veces, es que los palestinos se puedan despertar un día y darse cuenta de que, tras las decepciones de Oslo y Camp David, Israel nunca les concederá un Estado viable. Estos pueden decidir que el mejor camino es una lucha al estilo de la llevada a cabo en Sudáfrica por una persona, un voto en un único Estado democrático.

En otra ocasión reciente, Olmert advirtió de esta amenaza: “La opción ... es entre un Estado palestino en parte de la tierra de Israel y un Estado binacional en toda la tierra de Israel”.

Frente este peligro, Olmert, como Sharon y Barak antes que él, ha llegado a darse cuenta de que Israel necesita urgentemente convencer a Abbas de que firme la opción de los dos Estados. Por supuesto, no dos Estados democráticos, incluso viables, sino un Estado racista israelí al lado de un Estado-gueto palestino.

La fuente: Jonathan Cook es un periodista que trabaja en Nazareth, Israel. Su último libro, Israel y el choque de civilizaciones: Irak, Irán y el plan para rehacer Oriente Próximo, se publicará [en inglés] el mes que viene. Su página web es www.jkcook.net. La traducción del inglés pertenece a Beatriz Morales Bastos para The Electronic Intifada.

Hay 102 enclaves ilegales en Cisjordania

TODO: Lo que se lee en el diario AURORA son cifras. La frialdad de las cifras... La Sra Sasson le entregó al yacente y agonizante ex primer ministro Ariel Sharon un documento con los datos concretos, certeros y exactos sobre los enclaves ilegales y prepotentes en Judea y Samaria. Este tema es, en esencia uno de los puntos claves en la consecución de la paz con el pueblo palestino. Pero Israel no quiere la paz, no quiere devolver territorios ocupados por la fuerza y el terror, no le interesa llegar a un acuerdo con los palestinos ni reconocer a sus legítimos gobernantes. El señor Olmert habla de las víctimas del terrorismo, pero le falta un pequeño detalle: por cada miliciano perteneciente al ejército de defensa de Palestina, que es muerto en los ataques de Israel, mueren cuatro inocentes palestinos por el terror de Tzáhal.

Según Paz Ahora, 75 de esos enclaves han sido levantados al menos en parte de tierras pertenecientes a propietario privados palestinos.

El número de enclaves ilegales en Cisjordania se eleva a 102 según reveló el movimiento israelí Paz Ahora (Shalom Ajshav). Se trata de asentamientos erigidos entre 1996 y 2004 en distintos puntos de Cisjordania, y que se sumaron a los legales, que comenzaron a crearse después de la guerra de 1967, cuando Israel tomó el control de ese territorio a la sazón bajo dominio de Jordania. El ex primer ministro Ariel Sharón, promotor de los asentamientos siendo líder del partido Likud y jefe de la oposición parlamentaria, se comprometió en su momento con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a evacuar sólo los establecidos desde marzo de 2001, que fueron 25 según el Ministerio de Defensa, y 50 conforme a la investigación de los pacifistas. En total, hasta la fecha fueron evacuados, en algunos casos mediando violenta resistencia de parte de los colonos, 31 del total de los enclaves, la mitad deshabitados. El sucesor y heredero político de Sharón, el actual primer ministro Ehud Olmert, recibirá el próximo miércoles a Bush en Jerusalén y, según sus allegados, volverá a comprometerse con el presidente estadounidense a que ordenará evacuar los enclaves, una decisión fundamental para la continuación del renovado proceso de paz. El Gobierno se niega a proporcionar datos sobre esos mini-asentamientos. Ante una petición en ese sentido de la Suprema Corte de Justicia a instancia de organizaciones pacifistas locales, el Ministerio de Defensa invocó razones de seguridad para no darlos y sostuvo que publicarlos afectaría las relaciones exteriores de Israel. El mayor de esos asentamientos no autorizados previamente por las autoridades es el de Beit Hanotzrim-Beit Horón, erigido en 2002 y actualmente con 1.400 habitantes; otros ocho cuentan con entre 100 y 600 residentes, y los demás con entre 100 y cuatro colonos. Según Shalom Ajshav, 75 de esos enclaves han sido levantados al menos en parte de tierras pertenecientes a propietario palestinos. El Consejo de los Asentamientos de Judea y Samaria niega ese dato y asegura que en el 98 por ciento de los casos en que está probado que se trata de terrenos palestinos privados "se puede hallar una solución legal" para que los enclaves sigan allí. El ministro de Defensa Ehud Barak, líder del Partido Laborista, ha intentado en los últimos meses llegar a un acuerdo con los líderes de los colonos para desalojar los enclaves en forma pacífica, pero hasta la fecha fracasó en sus esfuerzos.

La fuente: Aurora, periódico israelí en español.

''Cuando un soldado dispara a un civil palestino no le importa si es musulmán, cristiano o ateo''



Jiris Sadi y Ofir Feuerstein trabajan respectivamente en Holy Land Trust y B'tselem, dos organizaciones no gubernamentales e independientes que promueven la convivencia y el respeto por los derechos humanos. Los dos jóvenes, desconocidos hasta la fecha, han coincidido en Barcelona para participar en unas charlas organizadas por Nexes sobre la situación en Israel y Palestina.

por Naila Vázquez

Feuerstein con su pasaporte israelí no ha tenido ningún problema para desplazarse; Sadi, que carece de pasaporte -en su lugar tienen un documento que le posibilita viajar- ha necesitado una invitación de la organización, previa contratación de un seguro, para poder asistir. Ambos, israelí y palestino, comparten mesa para exponer sus ideas sobre la situación de confrontación entre estas poblaciones, que lleva más de medio siglo abierta.


-¿Cuáles son los principales objetivos de sus organizaciones?


- Ofir Feuerstein: B'tselem (Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) está integrado por un grupo de israelíes que visitamos los territorios palestinos ocupados para hablar con la gente, saber qué ocurre allí y qué significa realmente vivir bajo la ocupación israelí. Recopilamos testimonios, tomamos fotografías, videos y luego los publicamos en la sociedad israelí para transmitir no sólo información, sino también el sentimiento de lo que significa vivir así, cuáles son las violaciones de los derechos humanos que se producen y lo muy alejados que estamos de todo ello. En las grandes ciudades o en los asentamientos cercanos a la frontera la gente desconoce la realidad de sus vecinos: el sistema está construido para que puedan vivir sin hablar ni una sola vez con un palestino, sin haber estado siquiera una vez en un territorio ocupado. Los únicos israelíes que van a esos territorios son soldados o colonos judíos y esto es los que intentamos cambiar. Hay vídeos mostrados internacionalmente y en los principales medios israelíes. Todo esto constituye un paso hacia la concienciación de los actos que se cometen contra los palestinos en nuestro nombre como israelíes.

- Jiris Sadi: El cometido de Holy Land Trust es fortalecer la comunidad de cara al futuro. La visión es la coexistencia pacífica, basada en la justicia y la igualdad pero no se trata solamente de esta coexistencia entre palestinos e israelíes sino en la misma comunidad: las diferentes tendencias políticas, padres e hijos… Nuestra organización gestiona varios talleres enseñando resistencia no violenta, talleres para ayudar a los profesores a enseñar a los jóvenes estudiantes sobre la no violencia, además de manifestaciones y actividades contra la confiscación de tierras y la construcción del muro. Recientemente se ha trabajado en la creación de un proyecto llamado Libros en torno a la división: los taxistas traspasan libros y los distribuyen entre los pasajeros ya que, a causa de los check points y las largas rutas, hay mucho tiempo para leer…

-Pueden transcurrir horas hasta que se les permite pasar por un check point…


- Nosotros para llegar a Hebrón podemos tardar hasta tres horas y media. La verdad es que esto ha mejorado un poco pero a veces debes esperar bastantes horas, por eso tiene sentido este proyecto.

-¿Cuánto se tarda en hacer ese trayecto normalmente?


- JS: Una hora y media.

- OF: A mí como israelí no me lleva más de 45 minutos.

- JS: De hecho la carretera en sí no es la misma, la nuestra es un poco peor.

-¿Qué siente un palestino al pasar por un check point?


-JS: Como persona normal ves a otra persona que va armada y, por tanto, te sientes intimidado. En cuanto a los soldados, no se puede generalizar, algunos son buenos, otros no, depende de su humor. No todas las experiencias son malas, la cuestión es que el check point no debería estar allí. A veces no tienes ni tiempo a preguntar, simplemente te indican que te vayas y punto.

-¿Cómo ven las autoridades israelíes sus organizaciones?


- OF: Depende de cuáles, algunas nos ven como una organización que hace lo mismo porque se consideran autoridades que se preocupan por los derechos humanos, pero lo que hacen es un balance entre éstos y las necesidades de seguridad y nosotros creemos que los derechos humanos no deben ser violados, bajo ningún concepto. Por otro lado, hay organizaciones nos consideran traidores que lo único que hacemos es entorpecer su trabajo. Y, finalmente, las hay que deben de apreciar nuestro trabajo porque no lo conocen demasiado o consideran necesario tener una organización no gubernamental que, desde el exterior, critique las acciones del gobierno y del ejército como parte garante de la democracia.

- JS: En nuestro caso puedo decir que los soldados israelíes están empezando a usar cámaras para filmarnos y saber quién está participando en las manifestaciones. Simplemente, creo que tendrán los nombres y las caras de estas personas y cuando quieran pedir un permiso para entrar en Israel probablemente les resultará muy complicado. Un ejemplo: la última vez que un compañero de Holy Land Trust habló con la administración le dijeron: "Sabemos quién eres y qué es lo que estás haciendo". Básicamente saben lo que hacemos pero no sé exactamente que puede significar…

-El conflicto se basa en que unos dicen que es su tierra y otros la consideran suya, no obstante, ambos parecen estar bastante de acuerdo…


-OF: A mí no me gusta utilizar la expresión "conflicto", lo que tenemos aquí es la historia de una ocupación, de un país que ocupa un territorio en el que la gente vive. Además, esta ocupación contiene sistemáticamente violaciones de los derechos humanos. Esto es lo que tenemos, llámalo conflicto o como quieras pero no hay simetría entre los dos lados: hay un ocupador y un ocupado, un fuerte y un débil, uno apoyado por los Estados Unidos -con armas y dinero- y otro que lucha por seguir haciendo su vida bajo esta ocupación. No sé si tú Jiris tienes algo que añadir…

- JS: No, así es.

- ¿Cómo se podría ayudar internacionalmente, por ejemplo, desde Europa?


- OF: Especialmente Europa no sólo puede ayudar sino que debería. La Unión Europea como comunidad tiene responsabilidad sobre lo que está ocurriendo. La UE tiene mecanismos para hacer llegar donaciones -individuales o de organizaciones- a los palestinos, pero esta es una medida polémica. Por ejemplo, hace unos meses la central eléctrica de Gaza fue bombardeada y centenares de personas se quedaron sin electricidad. La UE financió la reconstrucción de la central. Aunque es muy generoso por su parte, menosprecia el trabajo de las organizaciones que intentan que Israel se responsabilice de sus actos. Israel destruye y Europa reconstruye, en lugar de hacer lo que debiera: presionar al estado de Israel para que respete a los palestinos, no bombardear una central eléctrica o, al menos, que sea este estado el que con su propio dinero la reconstruya.

- ¿Cuáles creen que pueden ser las formas de solución?


- JS: Cada uno tiene su propia visión acerca de ello, algunos hablan de constituir un estado, otros de dos… Yo creo que simplemente desearía un estado o diferentes como en la Unión Europea pero en los que se pudiera vivir en paz.

- OF: Sinceramente no lo sé, sólo puedo decir que debería encontrarse alguna forma de acuerdo que respetara totalmente los derechos humanos, especialmente de los que se hallan bajo la ocupación. Entonces las distintas formaciones políticas podrían empezar a discutir… Respetando los derechos de los palestinos de vivir su vida en sus propias tierras, no importa el tipo de solución –dos estados o uno-.

- Si la solución tuviera forma de estado único, ¿podría la gente superar la rabia, el odio?


- JS: El tiempo lo cura todo.

- OF: Yo creo que incluso los colonos más radicales, incluso violentos, cambiarían si dejaran de estar protegidos por la ley. Nosotros hemos documentado centenares de casos en los que colonos atacan a palestinos delante de soldados y estos no lo impiden. La solución es sencilla: la ley debería reforzarse y los soldados deberían actuar contra estos colonos. Además deberían desocupar sus asentamientos y volver a Israel.

-Desde Europa hay quien cree que se trata de un enfrentamiento religioso, ¿qué papel juega la religión?


- JS: Yo no soy religiosos (sonríe), veo las cosas distintas.

- OF: No se trata de religiones. Cuando un soldado dispara a un civil palestino no le importa si es musulmán, cristiano o ateo. Hablamos únicamente de un estado ocupando territorio en el que viven civiles, sus creencias religiosas sólo son telón de fondo.

- Decían que la religión no es la clave, ¿qué hay del terrorismo?


-JS: Excusas, excusas, excusas, igual que la religión: es ocupación. El muro se levantó para la seguridad de Israel, pero se ha hecho para subrayar las fronteras.

- OF: Hay necesidades de seguridad, no son una invención, existen, pero Israel las usa como excusa para todo. (Jiris Sadi asiente con la cabeza). Las violaciones de los derechos humanos que se cometen van más allá de la justificación de seguridad. El problema con el que nos enfrentamos desde B'tselem es tratar de convencer a los israelíes de ello.

- ¿Se siente el peligro real del terrorismo en el día a día?


- OF: Sí, en algunas épocas más: yo vivo en el centro de Jerusalén y durante la época de mayores atentados del 2002/2003 tuve miedo de salir a la calle y oí explosiones de bombas en más de una ocasión. El miedo está ahí y es verdadero, lo que ocurre es que el estado lo utiliza para cualquier cosa.

- Y, por el otro lado, ¿hay miedo a las ofensivas de los soldados?


- JS: Por supuesto, de la misma forma. Hay muchos casos en los que la gente es disparada sólo por error, muchas misiones militares que entran a capturar o matar a alguien y se equivocan o simplemente bombardean y causan víctimas inocentes.

- ¿Son juzgados por ello?


- JS: No lo sé, no se ve en la prensa. Hay un caso del que sí se habló bastante: un bebé enfermo que necesitaba con urgencia atención médica al que no dejaron pasar un check point y, finalmente, murió.

- OF: En la Primera Intifada hubo una apertura automática de investigaciones sobre las muertes de civiles a manos de soldados israelíes. Estos en algunas ocasiones fueron a juicio, aunque no en muchas. La mayoría de los castigos fueron ridículos, por ejemplo: ¡casos en que los militares debían pagar un céntimo por lo que habían hecho! Lo justifican como parte del trabajo militar, escogen un pequeño artículo en el código militar que dictamina que ha habido una violación de la ley, pero siempre mínima –como un "mal uso" de las armas o cosas por el estilo-. Lo importante es que esta política ha ido a peor, en la Segunda Intifada ni siquiera hubieron investigaciones automáticas por la muerte de civiles, cosa que supone un claro mensaje para los militares de impunidad.

La fuente: La Vanguardia (Barcelona, España).

07 enero 2008

Fascismo democrático

por TODO el mundo a través del pensamiento

El gabinete del señor Olmert incluye al fascista Ivett Liberman, que representa a los fascistas israelíes en el gobierno. Este señor, blanqueador de capitales mafiosos, tiene su público. Un público que vota a un partido con ideas y un programa ostensiblemente totalitario, es úna masa reaccionaria, racista y chovinista.

También incluye al troglodita Eli Ishay, representante de Shas en el gabinete. Un troglodita en el gobierno no es una ave solitaria, si no que representa a una masa de israelíes que tiene ideas bastante primitivas sobre la mayor parte de los conflictos terrenales y actúa de acuerdo a las directivas del rabino jefe de la agrupación.

El señor Olmert, responsable de la muerte de 117 soldados y 44 civiles israelíes, dentro de unos días será condenado por el informe final de la Comisión Winograd. Pero con la complicidad abierta o tácita de políticos de todos los grupos, que no desean ir a elecciones antes del término de sus mandatos, tratará de mantenerse en el poder y seguir cometiendo las barrabasadas que caracterizan a su gobierno.

Si Olmert no renunció, a pesar de su impopularidad, es porque hay sectores que han debido quitarse los antifaces y presentarse con su verdadero rostro. La actividad del ejército en la franja de Gaza demuestra, en efecto, que Israel está en guerra con Palestina-Franja de Gaza, y que mientras haya estado de guerra, las milicias palestinas no van a detener el bombardeo a Shderot, el Néguev e incluso Ashquelon.

Dado que Israel no quiere detener los ataques ni hacer un armisticio a largo plazo, la guerra proseguirá y se agravará: no puede haber fuerza en el mundo que detenga la lucha palestina por su independencia. El fascismo "democrático", la cúpula barak- estado mayor de Tzáhal, tiene las riendas efectivas del poder. Y mientras tanto, que corra la sangre y que siga la destrucción y la muerte de civiles para salvar el honor de los militares de la derrota.

Disculpas en Kafr Qasem

Recientemente, el presidente israelí se disculpó por la matanza de 47 árabes israelíes de la aldea de Kafr Qasem, ocurrida en 1956. La mayoría de los israelíes todavía encuentra difícil de reconocer su responsabilidad histórica por el problema de los refugiados palestinos. La visión sionista está basada, entre otras cosas, en la asunción de que sus necesidades no fueron causa de injusticia para nadie. Esta ficción histórica es muy dañina porque hasta tanto no nos convenzamos de haber tenido responsabilidad en la tragedia palestina, no tendremos ninguna razón real para intentar corregir la injusticia.

Por Tom Segev

El 29 de octubre de 1956, poco después de las 5 de la tarde, varias docenas de residentes de Kafr Qassem regresaban a sus casas del trabajo, ignorando que un toque de queda había sido declarado tras la Campaña del Sinaí. La policía fronteriza los alineó y los fusiló: 47 personas, árabes, ciudadanos de Israel.

El monumento erigido para ellos también perpetúa la memoria de un hombre mayor que murió cuando era informado de que su hijo estaba entre las víctimas del fusilamiento y el feto que una de las mujeres asesinadas llevaba en su vientre. Algunas otras personas resultaron heridas. La matanza fue parte de un plan de contingencia para expulsar a los habitantes del pueblo a Jordania.

Al principio, las autoridades intentaron acallar las noticias a través del censor militar. Shimon Peres, ahora presidente de Israel, era por entonces director general en el Ministerio de Defensa. Sólo unos seis sobrevivientes de la matanza todavía están vivos. La mayoría de los 18.000 habitantes del pueblo nació después de la matanza, y de ellos el 15 por ciento tiene algún parentesco con las víctimas. Ellos viven con la herencia de la matanza como un elemento importante en sus identidades.

La semana última, el presidente Peres fue a Kafr Qasem -su oficina dijo que era para honrar la fiesta de Id al-Adha (n.de la r: festividad central del calendario litúrgico musulmán). Peres eligió cuidadosamente sus palabras cuando aludió a la matanza en una declaración que alaba la paz: "He escogido visitar Kafr Qasem -dijo-, donde en el pasado ocurrió un incidente muy serio, que nosotros sentimos profundamente" y destacó que "hoy hay cooperación y una vida de paz entre judíos y árabes". El alcalde de Kafr Qasem, Sami Issa, interpretó esas palabras como un pedido de disculpas. "Nosotros sentimos y nosotros nos disculpamos es la misma cosa", dijo. Hablando con líderes locales, Peres también usó la palabra disculpa. Según el vocero del presidente, Peres es el primer jefe de Estado israelí que se disculpó por la matanza.

Los pedidos de disculpas por injusticias históricas y gestos de conciliación nacional se han vuelto un fenómeno bastante común en varios lugares en los recientes años, de Sudáfrica a la Argentina. Para evaluarlos correctamente debemos examinar hasta qué punto expresan un remordimiento sincero y un verdadero reconocimiento de responsabilidad. También debemos examinar hasta qué punto las lecciones han sido aprendidas. El caso israelí no es inequívoco.

La matanza de Kafr Qasem sacudió al país y dio lugar a un debate público con cuestionamientos básicos relacionados con la moralidad y la democracia. Doce años después del fin de la Segunda Guerra Mundial esta discusión tuvo lugar con el telón de fondo del Holocausto. Los asesinos fueron expuestos al debate público. Benjamín Halevi, que más tarde fue uno de los magistrados en el juicio a Adolf Eichmann, preguntó a uno de los acusados si justificaría a un soldado nazi que obedeció las órdenes de sus superiores. El juicio habilitó a cada soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel a asumir la obligación de negarse a obedecer una orden "descaradamente ilegal" como la de asesinar a civiles.

Sin embargo, no mucho tiempo después de que los responsables fueron declarados culpables y sentenciados a prisión, los asesinos fueron liberados, y unos años después el gobierno militar revocó las condenas. Las Fuerzas de Defensa de Israel no están haciendo lo suficiente para estimular en sus soldados la obligación a negarse a obedecer una orden descaradamente ilegal; está actuando con determinación en contra de la objeción de conciencia.

En las décadas siguientes a la matanza de Kafr Qasem, soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel han matado a miles de palestinos inocentes, la inmensa mayoría de ellos en la Franja de Gaza y Cisjordania. Algunas veces también han matado a manifestantes árabes de ciudadanía israelí. Hasta el momento los árabes de Israel no son ciudadanos con igualdad de derechos del igual, e Israel insiste en que no quiere ser un estado de todos sus ciudadanos sino un estado "judío y democrático". Los representantes gubernamentales no participan en el servicio conmemorativo anual por la matanza de Kafr Qasem, pero la disculpa del presidente probablemente será mencionada algún día como un primer paso hacia una declaración histórica de reconciliación entre judíos y palestinos.

La mayoría de los israelíes todavía encuentra difícil de reconocer su responsabilidad histórica por el problema de los refugiados palestinos. La visión sionista está basada, entre otras cosas, en la asunción de que sus necesidades no fueron causa de injusticia para nadie: si los árabes abandonaran sus anhelos nacionalistas y aceptaran el cumplimiento de nuestro sueño, sería bueno para todos, incluso para ellos.

Esta ficción histórica es muy dañina porque hasta tanto no nos convenzamos de haber tenido responsabilidad en la tragedia palestina, no tendremos ninguna razón real para intentar corregir la injusticia. Ésta es la importancia de reconocer nuestra responsabilidad. Cuando llegue el día de hacer pública una declaración histórica de reconciliación, será posible recordar la disculpa de Peres por la matanza de Kafr Qasem y la principal lección que surgen de ella: No lastima pedir perdón.

La fuente: Haaretz (Tel Aviv, Israel). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.

El Síndrome Beilin

Ury Avnery

Bajo la dirección de Beilin el partido pacifista Meretz ha sido una rara avis: ni un partido de oposición real ni miembro de la coalición gubernamental. Beilin creció en la clase dirigente e, incluso cuando está formalmente en la oposición, piensa y actúa como un miembro del gobierno. No sólo Meretz, bajo su dirección, dio apoyo al plan de separación de Sharon y a la Guerra de Líbano de Olmert, sino que desde entonces Beilin ha estado coqueteando abiertamente con el primer ministro. Justo cuando la gran mayoría del país ha sacado la conclusión que Olmert está incapacitado para el cargo, Beilin le da un certificado Kosher.

Mefistófeles, el diablo que compró el alma de Fausto en el monumental drama de Goethe, se describe a sí mismo como «una parte de esa fuerza que siempre quiere el mal y siempre crea el bien».
Yossi Beilin, que dimitió esta semana como presidente del partido Meretz, es lo contrario de Mefistófeles: siempre quiere el bien y demasiado a menudo crea el mal.
Los «bloques de asentamientos» son un ejemplo brillante. Fue Beilin quien inventó ese término hace una docena de años. Estaba incluido en el acuerdo extraoficial que se llegó a conocer como el «acuerdo Beilin-Abu Mazen».
La intención era buena. Beilin creyó que si la mayoría de los colonos se concentraba en varias áreas limitadas cerca de la línea verde, en conjunto aceptarían una retirada del resto de Cisjordania.
El resultado real fue desastroso. El gobierno y los colonos saltaron sobre la oportunidad. El permiso del «movimiento sionista de la paz» se desplegó como un certificado Kosher (alimento permitido por la ley judía, N. de T.) en la pared de una carnicería de chuletas de cerdo. Los bloques de asentamientos se agrandaron a un ritmo frenético y se convirtieron en verdaderos pueblos como Maaleh Adumim, el bloque de Etzion y Modiin Illit.
Durante docenas de años Estados Unidos insistió en que todos los asentamientos violaban la ley internacional. Pero la aprobación otorgada a los «bloques de asentamientos» permitió al presidente George W. Bush cambiar su postura y aprobar los «centros de población» israelíes en los territorios ocupados. Haim Ramon, que antes había sido compañero de Beilin en el grupo de las «ocho palomas» dentro del Partido Laborista, incluso fue más lejos: empezó la construcción del muro de separación, que en la práctica anexiona los bloques de asentamientos a Israel.
Pero la inteligente idea de Beilin no disminuyó en lo más mínimo la oposición de los colonos a una retirada del resto de Cisjordania, al contrario: siguen impidiendo por la fuerza el desmantelamiento de los puestos avanzados de los asentamientos, incluso el más diminuto. No salió nada bueno de esa idea. El resultado fue totalmente penoso.
Se pueden seguir enumerando las ideas inteligentes de Beilin. Como en la canción del anterior maestro de la comedia (y actual rabino ortodoxo) Uri Zohar: «La cabeza judía está inventando patentes para nosotros». En la arena política y diplomática de Israel no hay ninguna cabeza más fecunda que la de Beilin.
No sé qué papel exacto jugó Beilin en la invención de patentes desplegada en la Conferencia de Camp David en 2000. Por ejemplo: la idea de que Israel debe exigir la soberanía sobre la Montaña del Templo, pero sólo debajo de la superficie no aplacó a la derecha israelí, pero aterró a los palestinos que temieron que Israel estaba pensando minar los santos lugares islámicos hasta hacerlos derrumbarse y de ese modo hacer posible reemplazarlos por el Tercer Templo Judío. El paso siguiente fue la «visita» de Ariel Sharon a ese lugar tan sensible, que activó la erupción de la segunda Intifada.
Después de las elecciones de 2006 Beilin tuvo otra idea inteligente: invitar a Avigdor Liberman a un desayuno amistoso bien publicitado. Indudablemente la intención era buena (aun cuando yo no puedo comprender qué era) pero el resultado fue calamitoso: dio a Liberman un «Kosher izquierdista» que le permitió a Ehud Olmert incluirlo en su gobierno.
Después de eso Meretz anunció que, bajo ninguna circunstancia, se sentaría en un gobierno que incluyera a Liberman. Pero no se puede devolver la semilla del diablo al útero de su madre. Liberman se quedó en el gobierno y Meretz permanece fuera. Ahora Olmert explica a los estadounidenses que no puede desmantelar ni siquiera un puesto avanzado de los asentamientos ni negociar «los problemas centrales» del conflicto porque entonces Liberman llevaría a la coalición gubernamental a un estrepitoso desplome.
Verdaderamente Beilin es muy generoso dispensando certificados Kosher a la extrema derecha. En vísperas de una de las masivas reuniones anuales de la «izquierda sionista» en conmemoración de Isaac Rabin, anunció que estaba preparado para aparecer junto al líder de la más extrema derecha, el general Effi Eytam. Afortunadamente para él, nada de eso sucedió.
Debe de haber alguna conexión entre estas ideas y su firmeza en coyunturas críticas. Por ejemplo: su apoyo para el plan de separación de Ariel Sharon sin condicionarlo a alcanzar un acuerdo con los palestinos. Resultado: la Franja de Gaza se convirtió en «la prisión más grande de la tierra».
Peor: el resuelto apoyo de Beilin a la segunda guerra de Líbano durante su primera y más crítica fase. En el transcurso de la guerra propuso atacar también a Siria. Sólo a la cuarta semana, después de una docena de tormentosas manifestaciones en contra de la guerra, Beilin empezó a expresar alguna crítica e hizo que el Meretz organizase su propia manifestación.
En el otro platillo de la balanza están dos importantes contribuciones positivas de Beilin: la Declaración de Principios de Oslo y la iniciativa de Ginebra.
Su aportación a Oslo fue ciertamente significativa, aunque no impidió dos agujeros negros en el acuerdo: la omisión de las palabras cruciales «Estado Palestino» y la ausencia de una prohibición clara e inequívoca a la continuación de la actividad colonizadora.
Esas dos faltas enterraron el acuerdo. Las negociaciones para el acuerdo de una paz permanente, que tenían que concluir en 1999, ni siquiera empezaron. Los asentamientos se fueron agrandando rápidamente mientras todos estábamos hablando de la paz.
La iniciativa de Ginebra, por otro lado, fue completamente una creación de Beilin. Podría haber coronado su carrera. Su inauguración se convirtió en un acontecimiento internacional. El Grande de la Tierra le dio su bendición. Parecía que daría un empujón firme al proceso de paz.
Esto no pasó. Ariel Sharon la barrió de la mesa con el dorso de la mano: anunció el plan de separación y la atención nacional e internacional se desvió lejos de Ginebra.
Eso no tendría que haber sido necesariamente el fin de la iniciativa. Pudo haber habido una campaña sostenida en Israel y por todo el mundo, predicándola desde cada púlpito, poniéndola una y otra vez de nuevo en la agenda. Pero entonces Beilin cometió el mayor error de su vida: postuló a la presidencia del Meretz y ganó.
El error estaba claro desde el primer momento: hay una contradicción básica entre ser el presidente de un partido y el profeta de Ginebra, una persona totalmente identificada con la iniciativa y su principal abogado, en casa y en el extranjero.
Cuando el iniciador de Ginebra se convirtió en líder del Meretz dejó lisiada la iniciativa convirtiéndola en la plataforma de un pequeño partido. Y por otro lado convirtió el Meretz en un partido de un solo problema, completamente consagrado a la promoción de la iniciativa. La iniciativa y el partido perdieron.
Una persona inteligente como Beilin debe de haber entendido eso. Pero sospecho que tiene dos almas que luchan por el dominio: el alma de un hombre-idea y el alma de un operario del partido. No se conforma con ser sólo uno.
El error le ha acarreado un alto precio. Esta semana Beilin fue obligado a anunciar su renuncia a la presidencia del Meretz.
Hay algo misterioso en el carácter de este partido: devora a sus líderes uno tras otro. Primero a su madre fundadora, Shulamit Aloni, a la que expulsó prácticamente a puntapiés. El hombre que hizo eso, Yossi Sarid, fue obligado a dimitir a su vez, cuando el partido se encogió de 12 a 6 escaños en la Knesset y pasó de ser un partido mediano a uno pequeño. En las últimas elecciones, con Beilin, descendió a 5.
Bajo la dirección de Beilin el Meretz ha sido una rara avis: ni un partido de oposición real ni miembro de la coalición gubernamental. Beilin creció en la clase dirigente e, incluso cuando está formalmente en la oposición, piensa y actúa como un miembro del gobierno. No sólo el Meretz, bajo su dirección, dio apoyo al plan de separación de Sharon y a la Guerra de Líbano de Olmert, sino que desde entonces Beilin ha estado coqueteando abiertamente con el Primer Ministro. Justo cuando la gran mayoría del país ha sacado la conclusión que Olmert está incapacitado para el cargo, Beilin le da un certificado Kosher.
Dice que cree que Olmert quiere la paz sinceramente. Cita con aprobación los dichos del nuevo Olmert: «Mi padre estaba equivocado y Ben Gurion tenía razón» (el padre de Olmert fue un acérrimo del Irgun), y también «Israel está perdido si no lleva a cabo la solución de los dos Estados». Frases biensonantes; sólo que Olmert se mueve en la dirección totalmente opuesta, evita negociaciones serias de paz y se empeña en la guerra en Gaza. Ahora la gente del Meretz parece que ha tenido bastante.
Cuando un partido echa a puntapiés a su líder, siempre es un hecho triste. Pero no es la primera vez que esto le pasa a Beilin, y eso invita a hacer algunas preguntas serias.
Creció, desde su más tempana juventud, en el Partido Laborista y era uno de los hijos adoptivos más prometedores de Simón Peres. Como viceministro de Exteriores tuvo la oportunidad de dar rienda suelta a su creatividad incansable.
Pero entonces llegó al poder Ehud Barak con su misteriosa habilidad para poner a la persona equivocada en el lugar equivocado y nombró a Beilin ministro de Justicia, un trabajo que paralizó su especial talento.
En vísperas de las elecciones siguientes el Partido Laborista desterró a Beilin a un lugar desesperado en su lista electoral. Con furia y frustración dejó el partido, dio un portazo tras de sí y se unió al Meretz. Ahora ha sido prácticamente empujado fuera del partido.
A diferencia de Shulamit Alon y Yossi Sarid, Beilin no tiene ninguna intención de «irse a casa». Su fecundo cerebro ya está sacando del cascarón nuevos planes. Profetiza, en recientes entrevistas, un cambio fundamental en el paisaje político y la creación de una nueva fuerza política que incluya a miembros de Kadima, Laboristas y Meretz. Probablemente imagina que ese partido estaría encabezado por Olmert y que él jugaría un papel central. Estaría luchando contra Benjamín Netanyahu y Ehud Barak.
Una idea interesante, pero sus oportunidades están cerca de la nada.
Los problemas de Beilin van más allá de su historia personal. Simbolizan la tragedia del campo llamado a sí mismo «izquierda sionista». Probablemente la propia denominación ya contiene el problema.
Este campo nació hace cien años y parece que nunca acometió una autocrítica real. En su última entrevista Beilin usa toda la terminología de la clase dirigente sionista. Como todos los demás llama «terroristas» a los combatientes palestinos de la Franja de Gaza. En su escala de valores, «es importante que un muchacho logre el rango de un soldado excelente». Y, por supuesto, «si Israel deja de ser un estado judío, yo no tendré interés en él».
Con semejantes puntos de vista, el campo sionista de la paz no puede convertirse en una fuerza política combativa comprometida en una lucha de oposición real que promueva cambios en el país. Y eso es mucho más que un problema personal de Yossi Beilin.

La fuente: El autor es es periodista, ex legislador y pacifista israelí. La traducción del inglés pertenece a Carlos Sanchis y Caty R. para Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.

04 enero 2008

GAZA



TODO: “Vine hoy aquí para tender mi mano al pueblo palestino y a nuestros vecinos, los países árabes, mano para la paz, mano para el comienzo de la reconciliación histórica...”. fueron las primeras palabras del señor Ehud Olmert, primer ministro de Israel, en la reunión de Anápolis, el 28 de noviembre de 2007.

Un misil mata a una madre y tres hijos en su propia casa en Jan Yunis

LUIS JIMÉNEZ - Jerusalén - 04/01/2008

El Ejército israelí no da respiro a los palestinos, y ayer mató al menos a cuatro milicianos y a cinco civiles en ataques terrestres y aéreos llevados a cabo en la franja de Gaza, controlada por Hamás, que confirmó que sus milicianos murieron bajo el fuego israelí después de que éstos tratasen de disparar misiles contra poblaciones israelíes. La violencia se recrudece cuando faltan seis días para que el presidente de EE UU, George Bush, llegue a la zona para reforzar el plan de paz pactado en Annapolis en noviembre.

Las fuerzas israelíes han matado a 50 palestinos en las últimas semanas
Olmert exigirá a Bush que limite la soberanía del futuro Estado palestino


Desde que hace tres semanas el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, resolviera intensificar las operaciones militares en la franja para reducir los ataques palestinos con morteros y cohetes artesanales Kassam, han muerto alrededor de 50 combatientes palestinos y civiles. Durante 2007, las fuerzas israelíes mataron a 366 palestinos (284 en Gaza), de ellos 53 menores y más del 40% civiles, según un informe del Centro Israel por los Derechos Humanos en los territorios ocupados.
Una organización minoritaria, el Frente Popular para la Liberación de Palestina-Jefatura General, que comanda Ahmed Jibril desde Siria, disparó ayer las alarmas en el Ejército israelí. Sus militantes dispararon un cohete Grad de 122 milímetros, un Katyusha. Se remontó desde algún lugar de Gaza y recorrió 16 kilómetros y medio para estallar a pocos metros de una casa en construcción en un barrio al norte de la ciudad israelí de Ashkelon.
Las Fuerzas Armadas israelíes, particularmente el Ejército de tierra y la aviación, se muestran impotentes, no saben cómo contrarrestar los cohetes y morteros palestinos. Un oficial se quejaba ayer, bajo anonimato, en la radio israelí de la falta de mecánicos y de pilotos para tripular los helicópteros que participan en las operaciones militares contra los palestinos, "y se caen al suelo de cansancio".
La mayoría de las víctimas palestinas de las últimas semanas militaban en Yihad Islámica, pero otros eran milicianos de Hamás, que gobierna en Gaza, y de las Brigadas de Al Fatah. Un total de 14 de ellas han muerto desde el pasado miércoles, incluida la esposa, Karima, y tres hijos de Hamdan Fayad, concejal municipal de Hamás en el municipio de Jan Yunis. Un proyectil israelí cayó sobre el edificio, dirigido contra milicianos que presuntamente se habían refugiado allí.
A pesar de la guerra de represalias que libran los dos bandos, con fuerzas totalmente desiguales, no se registraron víctimas mortales en la ciudad israelí de Sderot, a cuatro kilómetros de Gaza y el centro urbano más atacado por los milicianos palestinos. Tampoco sufrió bajas el Ejército israelí en la escalada de violencia.
En Gaza, los heridos se cuentan ya por decenas. En otra operación israelí "contra la infraestructura de los terroristas" en Cisjordania, según el portavoz militar israelí, otros 20 militantes y civiles palestinos resultaron heridos ayer en Nablus, donde la policía de la Autoridad Palestina (ANP) logró remover de las calles a las bandas armadas.
Entretanto, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, tiene una lista de peticiones para Bush, quien llegará el próximo miércoles a Israel para alentar el proceso de paz que se reanudó en Annapolis tras un bloqueo de siete años. Para proteger la seguridad del Estado israelí, Olmert solicitará a Bush -quien apadrina sus negociaciones con el presidente palestino, Mahmud Abbas- que el Estado que aspira a proclamar a fines de este año en Gaza y Cisjordania quede desmilitarizado, revelaba el diario Haaretz de Tel Aviv.
Abbas sólo podría disponer de policía e Israel tendría el derecho de acantonar una fuerza militar en la frontera del futuro Estado con Jordania, desde donde podría vigilar a Siria e Irak. Israel también quiere reservarse el derecho a seguir combatiendo a los milicianos palestinos durante las negociaciones de paz y poder operar con su aviación en los cielos palestinos.

Los mal llamados 'daños colaterales'




TODO: La paz de los cementerios, la barbarie en alza, la ONU callada, la "hoja de ruta" bien, gracias, la canalla Rahola muda, y que la sangre se dispare, el duelo que prospere, y ¡viva la muerte!


SAL EMERGUI

GAZA.- Se llamaba Karima Fayad y es la cara y ojos de lo que conocemos como 'daños colaterales'. Una expresión que no puede explicar la dimensión del daño nada colateral. Individual y colectiva. Una víctima civil más de una operación militar 'poco selectiva'. El pecado de esta mujer de 50 años era ser la esposa de Jamdan Fayad, un concejal del grupo islamista Hamas en la empobrecida localidad de Jan Yunes (Franja de Gaza) y la madre de un militante de la Yihad Islámica, autor de lanzamientos de cohetes Kassam contra Israel.
Como si fuera una película, el guión estaba escrito antes de empezar a rodar. Desde cerca de la casa de Karima en la aldea de Bani Suela, al este de Jan Yunes, se dispara contra posiciones israelíes. La respuesta, varios proyectiles de un carro de combate contra la zona del disparo. El miliciano del grupo Yihad Islámica muere y con él su madre y su hermana, Asma de tan solo 20 años. En la aldea de Bani Suela hay hoy rabia y sed de venganza.
"Yo estoy en contra de los Kassam pero el Ejército israelí se venga sin importarle los vecinos o los familiares del que dispara", nos dice Mohamed, quien hace un año perdió a varios miembros de su familia. Un proyectil de tanque "nada preciso" impactó de lleno en su vivienda en Bet Janun. Más civiles muertos en una cuenta que a nadie le importa.
La realidad se repite sin que nadie le ponga fin. Cohetes Kassam contra las ciudades de Sderot o Ashkelon. Israel responde atacando las lanzaderas de los proyectiles. La respuesta palestina es más cohetes. "Lo que no funciona con fuerza, funcionará con más fuerza", piensan ambas partes. Si un Kassam impacta en una casa de Sderot y provoca algún muerto o herido, la respuesta será mucho más contundente. Es decir, provocará más muertos. La contrarespuesta palestina en este caso será intensificar el lanzamiento de Kassams y así día tras día, semana tras semana. Una sucesión interminable de acciones y reacciones.
El caso de Karima no es el primero ni será el último. El más conocido de lo que los oficiales castrenses suelen llamar 'daños colaterales' tuvo lugar hace cinco años y medio con el asesinato del destacado líder del brazo armado de Hamas, Salaj Shjade, responsable a su vez de la muerte de decenas de civiles y soldados israelíes. Tras un chivatazo de un colaboracionista palestino, la cúpula militar de Israel es informada de que tras meses en la clandestinidad, Shjade se encuentra en su casa en el popular barrio de Daraj, en la ciudad de Gaza. El Gobierno da luz verde y a medianoche, un caza de combate israelí se acerca al objetivo y lanza una bomba de una tonelada. Evidentemente, Shjade muere pero también su madre Mona, su esposa y sus dos hijos Subje y Mohamed, de 5 y 6 años. En total, 15 muertos.
Fue el 22 de julio del 2002 y me acuerdo sobre todo porque días después visité su aun semidestrozado edificio de viviendas en Gaza. Allí encontré a un vecino, Yihad, de 14 años, cuyos dos hermanos y madre habían muerto también en dicho ataque israelí. Al tiempo que veía la televisión (la cadena Al Manar, del grupo chiita Hizbulá), el chaval imaginaba, soñaba y planeaba su venganza. Atrás quedaban sus sueños de ser médico. Ahora solo deseaba morir matando. Por su madre y hermanos.
Volviendo a Karima, a lo que le queda de su familia no le servirá de mucho consuelo los datos ofrecidos esta semana por la ONG israelí Betselem, según la cual en el 2007 ha descendido en un 44% el número de muertos. Aunque se mareen con tantos datos, es preciso reflejar su informe: en el 2007 murieron en operaciones militares israelíes 366 palestinos, 53 de ellos menores. 131 eran civiles y el resto milicianos de las facciones armadas palestinas.
Según Betselem, la guerra interna palestina también ha causado estragos: en doce meses, 344 palestinos han fallecido en los tiroteos, ataques y ajuste de cuentas entre los movimientos enfrentados, el islamista Hamas y el nacionalista Al Fatah.
Mientras, en el terreno, la espiral de violencia, a veces a fuego lento y a veces a todo gas, continua. La entrada del nuevo año no ha cambiado nada.

01 enero 2008

UN VIAJE QUE ROZA LO IMPOSIBLE


El anciano Yusef, en una iglesia vacía. (Foto: Sal Emergui)

Jenin-Belén, tan cerca, tan lejos

 Dos tercios de Zbadbeh son cristianos y muy pocos han intentado acercarse a Belén

 Puede llegar a nueve las horas que tardan en llegar a la Plaza de la Natividad

SAL EMERGUI desde Zbadbeh-Jenin − El Mundo

Entre las decenas de miles peregrinos que han estado y están estos días en Belén, no se encuentra Yusef, un anciano palestino, cristiano, que vive en la aldea de Zbadbeh, adyacente a la ciudad de Jenin, al norte de Cisjordania. "Es un sueño que tengo desde hace tiempo pero mi edad y sobre todo los numerosos controles militares israelíes hacen este viaje imposible", nos dice delante de la Iglesia de la aldea en la que viven unas 2000 personas. Medio millar de checkpoints instalados en el camino cisjordano no son la mejor invitación para iniciar la deseada odisea.
Dos tercios de Zbadbeh son cristianos y estos días muy pocos han intentado acercarse a Belén. En un mundo ideal -o normal, dirían otros- el viaje de menos de 100 kilómetros duraría unas dos horas y media. En Cisjordania, puede llegar a las nueve horas desde el momento que salen de su aldea hasta llegar a la Plaza de la Natividad de Belén. O para que se entienda mejor, se llega antes a Belén desde Madrid que desde Zbadbeh. Aunque parezca una exageración, la realidad convierte esta frase en algo cierto.
En la Iglesia del pueblo, el Padre Ibrahim habla con los pocos feligreses. Es el responsable también de la escuela palestina cuya financiación en 1999 corrió a cargo de España a través de Cooperación Española. Por eso, sus primeras palabras son para "agradecer la iniciativa y generosa ayuda española al pueblo palestino y en particular a esta aldea". Según el Padre Ibrahim, "la situación es muy difícil. Estados Unidos, Naciones Unidas y la comunidad internacional en general deben comprender que la paz viene desde los pueblos y no por una o dos cumbres. Los palestinos nos merecemos una paz justa y no una imposición de un acuerdo".
Los más de cinco mil millones de euros prometidos en la Conferencia de Donantes de Paris suenan bien en estas tierras pero se duda. "Tras la cumbre de Annápolis, se hicieron aquí muchas ilusiones y ahora todos esperan resultados. Por ejemplo, quitar alguno de los centenares de puestos de control israelíes en Cisjordania", dice Acram, una mujer de Jenin.
La peor fecha para el regreso
Una de las casas más adornadas con motivo de las Navidades y el fin de año en Zbadbeh es la de Marion Awad. Esta palestina, madre de dos hijos, sigue sin acostumbrarse a la pequeña aldea. Sobre todo porque vivió 25 años en Alemania donde aun se encuentra su padre. "Le entiendo, allí no hay puestos de control ni soldados que te preguntan a donde vas. Pero yo volví para estar con mi marido y toda la familia", nos dice mientras hace un té que se agradece en una mañana tan fría.
El problema de Marion es que no escogió una buena fecha para el retorno. El año 2000 pintaba bien a raíz de la esperanzadora cumbre de Camp David entre el presidente norteamericano, Bill Clinton, el primer ministro israelí Ehud Barak y el presidente palestino, Yasir Arafat. Pero la cita acabó en un sonoro fracaso y tras ella siete años de Intifada. Recién llegada de la cómoda Alemania, Marion tuvo que acostumbrarse poco a poco a vivir en una zona peligrosa, donde el derramamiento de sangre y la muerte de palestinos e israelíes era una cuestión diaria.
"Sí, es verdad, no elegí la mejor fecha de retorno pero cuando decides volver a tu tierra, da igual el año o el día. Solo quieres regresar, ver a tu familia y estar en el lugar donde naciste", asume. Su marido, al tener el carnet de identidad israelí puede salir de la zona de Jenin y entrar en Israel sin problemas. Marion, con doble nacionalidad (alemana y palestina) lo tiene más difícil. "Para viajar a Nazaret o ver familiares en Israel, necesito ir a Jenin y rellenar un formulario para tener un permiso especial", lamenta.
"Yo lo suelo conseguir pero por ejemplo si alguno ha tenido algún incidente de seguridad en el pasado, no recibe nunca el permiso. Aunque haya sido hace 20 años, debe quedarse en las zonas palestinas", indica Marion que crítica la política de checkpoints de Israel: "Entiendo que debido al terrorismo, los israelíes se preocupen y limiten la circulación de palestinos. Pero esto no justifica todas sus medidas. No podemos vivir de esta forma, sin libertad de movimientos".
Cristiana devota, tampoco este año ha ido a Belén. "Demasiadas horas y caminos entre aldeas para llegar allí. Hemos preferido quedarnos en casa donde hicimos una comida familiar muy agradable", dice. Marion asegura que las compras también son la víctima de esta situación: "En los últimos años, incluso es difícil comprar las velas de Belén". Una ciudad tan cercana pero a la vez tan lejana.
Antes de irnos de Zbadbeh, hablamos del 2008, año que empieza con el proceso de Anápolis en marcha. Marion no es muy optimista. Mientras planea una cena familiar para fin de año (fechas laborables para israelíes y palestinos), envía su mensaje para el 2008: "Pido paz para todos en todo el mundo y que presionen a los políticos para que quizás alguien nos ayude a solucionar los problemas de Palestina".