14 enero 2009

AVIGDOR LIBERMAN: UNO DE LOS PEORES NAZIFASCISTAS JUDÍOS


Político israelí pide ataque nuclear contra Gaza

14 de enero de 2009

Belén - Ma'an - El político israelí Avigdor Lieberman propuso una "solución" a la guerra en la Franja de Gaza el martes diciendo, "Israel no va a estar seguro siempre y cuando Hamas esté en el poder, y por lo tanto, tenemos que tomar una decisión que quiebre la voluntad de Hamas a seguir luchando ".
"Tenemos que seguir luchando contra Hamas como los Estados Unidos hizo con los japoneses en la Segunda Guerra Mundial", añadió Lieberman.
Según informes de medios de comunicación israelíes, él dijo que los ataques nucleares de EE.UU. habían hecho innecesaria una "ocupación del país."
Avigdor Lieberman, miembro del parlamento y presidente del partido Israel Beiteinu, habló en la Universidad Bar-Ilan.
Los comentarios de Lieberman causaron la crítica de los funcionarios palestinos.
Para el Dr. Mustafa Barghouthi, el Secretario General de la Iniciativa Nacional Palestina, "las declaraciones de los políticos israelíes son desproporcionadas, tales como sus acciones sangrientas a nuestro pueblo en Gaza."
"En 1945, EE.UU. lanzó dos ataques con bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, dando como resultado una de las mayores tragedias en la historia humana la cual ha sido condenada varias veces", agregó el diputado.
"Lieberman es un orador extremo y estamos acostumbrados a escuchar discursos extremos de él. Sin embargo, esto demuestra una vez más que Israel no aprende la lección del pasado sino que por el contrario, invoca una de las matanzas más sangrientas de la historia como el posible destino de Gaza. Ellos no tienen respeto por la vida humana", dijo, observando gran cantidad de apoyo a la guerra de Israel en la Franja de Gaza entre el público israelí.

13 enero 2009

VER, IMAGINAR, SENTIR, EL DOLOR AJENO



Millón y medio de palestinos padecen el asedio en el gueto de Gaza. Entretanto, los políticos de Israel proclaman su indiferencia ante los sufrimientos de los sitiados. Esto sólo puede producir más violencia

JUAN GOYTISOLO 13/01/2009

Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos", leí en algún libro, no sé si de Todorov o de Carlos Fuentes. La frase se refería a gestas lejanas, como fueron la Conquista española de América o las guerras coloniales europeas del siglo XIX, cuando las crueldades de aquéllas, sufridas por pueblos "inferiores", se revestían con un nimbo de altruismo y heroicidad: misión evangelizadora o aportación de las luces de la civilización a su barbarie y atraso.
Las cosas son hoy distintas. Ya se trate de guerras de agresión, ya de supuestamente defensivas e incluso preventivas, las imágenes del daño causadas por ellas nos llegan directamente a domicilio. Asistimos en nuestra casa a las atrocidades de los bombardeos, a la muerte casi en directo de mujeres y de niños, al martilleo continuo de poblaciones aterrorizadas. La vista sobrecogedora de ruinas, cadáveres, desesperación de los próximos a las víctimas, puede ser captada no obstante sin que imaginemos los sentimientos de impotencia, rabia o dolor ajenos, sin que nos pongamos en la piel de quienes los sufren. El rechazo voluntario o inducido al reconocimiento del daño que causamos es a menudo producto de la ansiedad, del horror a nuestro propio pasado, de temores ancestrales a su reiteración en lo por venir. Matamos por miedo, atrapados en una espiral de zozobra, recelo e impulsos agresivos de la que es difícil escapar. A causa de ello dejamos que la fuerza de la razón ceda paso a la razón de la fuerza. No nos sentimos culpables del mal que infligimos en función del que pudiera abatirse sobre nuestras cabezas. La lógica del temor / castigo / temor no tiene fin, pero la angustia y la confianza ciega en la propia fuerza son malas consejeras.
Escribo esto a propósito de Gaza. ¿Era necesaria tal exhibición de prepotencia militar para poner fin al lanzamiento de cohetes artesanales a Sdirot y a otras localidades israelíes cercanas a la franja? El asedio por tierra, mar y aire a un millón y medio de personas hambrientas y que claman venganza, ¿conduce a una resolución del problema securitario de Israel o, más previsiblemente, lo agrava? ¿Era la única opción sobre el tapete después del minigolpe de Estado de Hamás contra la desacreditada Autoridad Palestina, como repiten a diario los portavoces militares y gubernamentales del Estado hebreo? La comunidad internacional, salvo los halcones de Bush, piensa lo contrario.
Machacar, machacar y machacar no garantiza el futuro de Israel: lo enclaustra en una mentalidad asediada que a largo plazo juega contra él. Sembrar el odio y el afán de revancha refuerzan, al revés, a Hamás, Hezbolá, y a sus mentores iraníes y sirios. ¿No es contradictorio alegar la legítima defensa del Estado judío contra "los lobos" que le rodean (empleo la terminología de un conocido analista norteamericano) y fomentar al mismo tiempo la proliferación infinita de estos "lobos" con una política de asfixia y destrucción de todas las infraestructuras civiles de la franja, incluidas escuelas, mezquitas, edificios administrativos y centros de acogida para refugiados de Naciones Unidas?
No basta con ver el destrozo cruel en los noticiarios televisivos para ponerse en la piel del daño infligido al otro: a estos centenares de miles de jóvenes de la franja, indignados por la patética incapacidad de Abbás y la complicidad en su desdicha de supuestos países hermanos, como el Egipto de Mubarak. Cualquier observador extranjero comprobará el efecto inverso del encarnizamiento que convierte a este gueto infame en un auténtico infierno: desde la frase de un profesor, laico por más señas, reproducida en uno de mis reportajes sobre Gaza de la pasada década -"mire a los jóvenes de los campos. Viven apretujados, sin trabajo, distracciones, posibilidades de emigrar ni de fundar una familia. Poco a poco se sienten morir en vida y su corazón se transforma en bomba. Y un día, sin avisar a nadie, correrán con un arma cualquiera a una operación terrorista suicida. No les importa morir porque se sienten ya muertos"-, hasta la recogida por el corresponsal de este periódico el pasado día 5 -"la gente apoya más que nunca a Hamás porque ha llegado un punto en el que la vida y la muerte son casi lo mismo"-, los hechos confirman que el Plomo Endurecido no resuelve nada: dilata y dificulta inútilmente la ya compleja y ardua resolución del conflicto.
Confieso mi perplejidad ante un dislate como el que, tras la terrible frase de Sharon -"los palestinos deben sufrir mucho más", formulada hace siete años a guisa de programa de acción-, un intelectual como Abraham Yehoshua la acepte hoy a su manera cuando, en estas mismas páginas, afirmaba sin rubor que "la capacidad de sufrimiento de los palestinos es mucho mayor
". ¿Se basa ello en un diagnóstico científico, en un psicómetro capaz de medir el dolor propio y ajeno? O ¿no será más bien reflejo de esta incapacidad de imaginar el padecimiento de los demás, ya fueren judíos, indoamericanos, negros o palestinos? Una oportuna lectura de Todorov nos sacaría de dudas.
El aplastamiento de Gaza no responde a una estrategia bien meditada: se funda más bien en una política oportunista de rentabilidad electoral de cara a las próximas elecciones parlamentarias, a costa de desvanecer las últimas ilusiones de quienes, desde Oslo a Annápolis, creyeron en la posibilidad de una solución dialogada, aunque desmentida año tras año, sobre el terreno, en los Territorios Ocupados: extensión imparable de la colonización, humillaciones diarias de los habitantes de Jerusalén Este y de Cisjordania, miseria y asfixia de Gaza, sobre todo después del triunfo electoral de Hamás, calificado de movimiento terrorista por Norteamérica y por una Unión Europea trágicamente desunida e incapaz de desempeñar el papel de mediador creíble que aconsejan las circunstancias.
El juego de separar el supuesto Estado palestino en dos entidades y de fragmentar el territorio cisjordano en bantustanes inviables perjudica ante todo al desacreditado Gobierno de Mahmud Abbás. Pues el radicalismo de una parte alimenta al de la otra y, con la excusa de no dialogar con los terroristas -obviando el hecho de que fueron democráticamente elegidos- el único "Estado democrático" de la región viola a diario las resoluciones de la ONU y desdeña olímpicamente la reprobación casi unánime de la opinión pública internacional.
Me vienen a la memoria la frase de alguien tan poco sospechoso de parcialidad antiisraelí como Marek Halter después de su visita a los Territorios Ocupados -"tengo miedo por Israel e Israel me da miedo"- y las reflexiones de mi amigo Jean Daniel sobre la paradoja histórica de que Israel -creado por los padres del movimiento sionista con el objetivo de constituir un Estado como los demás-, actúa desde 1967 como un Estado diferente de los demás, en la medida en que se sitúa deliberadamente al margen de la comunidad internacional que reconoció su existencia hace 60 años. La falta de imaginación respecto al dolor de los palestinos -la capacidad ética y, a fin de cuentas, humana de ponerse en su lugar- le encierra en un callejón sin salida: el de golpear más y más duro a sus enemigos, tanto a los que se niegan a aceptar la realidad con su infausta retórica e insostenibles bravatas -las de "arrojar a los judíos al mar"- como a los que aspiran a una paz y a un horizonte compartidos mediante el retorno a la llamada línea verde, conforme a la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Escucho, con esperanza y alivio, la voz de sus intelectuales disidentes, de esos hombres y mujeres resueltos a distanciarse de la unanimidad clamorosa que señalan las encuestas por el éxito efímero de la devastadora operación militar en la franja. Son los disidentes laicos de uno y otro bando quienes abanderan la vuelta a la razón. Su aún quimérico anhelo de paz, se basa en la esperanza de alcanzar algún día un acuerdo pragmático y justo. Simples seres humanos, ven, imaginan y sienten el daño que infligen a los otros y que no quieren para sí mismos. En la línea ejemplar de Edward Said, desarraigado a la fuerza desde su niñez palestina, se niegan a echar raíces, como los árboles en el suelo de la opresión. Quieren ser el viento y el agua, como todas las cosas que fluyen en la constante mutabilidad del río de Heráclito. ¡Ojalá un día, más temprano que tarde, la historia les dé la razón!

12 enero 2009

EINSTEIN, ISRAEL, GAZA

Por Juan Gelman |*|

El pasado sábado 27, a las 11.30 hora local, 50 cazas de combate israelíes demolieron unos 50 puntos de Gaza en tres minutos. Fue una violación de los Diez Mandamientos y de la santidad del sabbath, pero tal vez no se apliquen cuando de matar palestinos se trata: centenares en esta ocasión y más de mil heridos. Hay diferentes puntos de vista sobre las razones de esta matanza brutal. Tel Aviv asegura que es una represalia por la ominosa práctica de Hamas de lanzar cohetes al territorio israelí. Analistas varios opinan que más bien tiene que ver con las próximas elecciones en Israel, donde todavía es primer ministro ¬interino y renunciante por corrupción¬ Ehud Olmert. Los hechos históricos indicarían otra cosa: se trata del nunca olvidado intento de reconstruir el "Gran Israel" echando a los palestinos de su tierra.
Ben Gurion, que inauguró el cargo de primer ministro del flamante Estado de Israel, aceptó la partición de Palestina en territorios israelíes y territorios palestinos que la ONU estableció en 1947. Pero tenía un viejo pensamiento de fondo: en carta a su mujer confió que un Estado judío "parcial" ¬un proyecto de 1937 del ocupante británico que nunca se llevó a cabo¬ era sólo un comienzo y que planeaba organizar un ejército de primera y utilizar la coerción o la fuerza para absorber toda la extensión del país ("Letters to Paula and the Children", David Ben Gurion, University of Pittsburg Press, 1971, carta de fecha 5-12-37, págs. 153-57). Esto se cumplió con la ocupación militar israelí de los territorios palestinos desde 1967 a la fecha. En el 2006, Tel Aviv se "retiró" de Gaza, a la que impuso un cerco implacable. El triunfo de Hamas en las inobjetables elecciones de ese año disgustó a Israel: un Estado que se dice democrático no tenía por qué respetar la democracia cuando de palestinos se trata.
Olmert es del partido Kadima, una escisión del derechista Likud, del que no se diferencia mucho, como prueban las guerras que sigue desatando. El Likud, a su vez, desciende del Herut, organismo que dio forma política al grupo paramilitar de Menahem Begin, también primer ministro de Israel (1977-1983). Los nombres cambian, pero la contumacia no. En diciembre de 1948, a siete meses de la declaración de independencia de Israel, Begin visitó EEUU y causó reacciones dispares. Por ejemplo, la de Albert Einstein, Hannah Arendt, el rabino Jessurun Cardozo y otros 26 destacados intelectuales judíos estadounidenses. Consta en una carta abierta que el "New York Times" publicó el 4-12-48.
El texto comienza así: "Entre los fenómenos políticos más inquietantes de nuestra época figura la aparición, en el recién creado Estado de Israel, del 'Partido de la Libertad' (Tnuat Herut), un partido político estrechamente emparentado con los partidos nazifascistas por su organización, sus métodos, su filosofía política y su demanda social. Fue creado por los miembros y partidarios de la ex Irgun Zvai Lemi, una organización terrorista de extrema derecha y chauvinista en Palestina. La visita actual a EEUU de Menahem Begin, jefe de ese partido, ha sido evidentemente calculada para dar la impresión de un sostén estadounidense a su partido y para cimentar los lazos políticos con los elementos sionistas conservadores de EEUU".
Continúa así: "Muchos norteamericanos de reputación nacional han prestado su nombre para acoger esa visita. Es inconcebible que quienes se oponen al fascismo en el mundo entero, muy correctamente informados sobre el pasado y las perspectivas políticas de M. Begin, puedan sumar sus nombres y apoyar al movimiento que él representa". Señala que es preciso informar a la opinión pública del país sobre el pasado y los objetivos de Begin ¬"uno de los que han predicado abiertamente la doctrina del Estado fascista"¬ para no dar la impresión en Palestina de "que una mayoría de EEUU respalda a elementos fascistas en Israel". A continuación menciona la matanza que las fuerzas israelíes provocaron en la aldea árabe de Deir Yassin, "que no había participado en la guerra y que incluso había combatido a las bandas árabes que querían convertirla en su base de operaciones". Precisa: "El 9 de abril (de 1948), bandas de terroristas (israelíes) atacaron esa pacífica aldea, que no era un objetivo militar, asesinaron a la mayoría de sus habitantes ¬240 hombres, mujeres y niños¬ y dejaron a algunos con vida para hacerlos desfilar por las calles de Jerusalén. Invitaron a todos los corresponsales extranjeros a ver las montañas de cadáveres y los destrozos causados en Deir Yassin". El texto acusa a Herut de preconizar en el seno de la comunidad judía una "mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial", signo indudable de un partido fascista para el cual el terrorismo "es un medio para alcanzar su objetivo de ser un 'Estado líder'". Agrega: "Es más trágico aún que la alta dirección del sionismo estadounidense se haya negado a hacer campaña contra los designios de Begin". Han pasado 60 años desde que se publicó esta carta que Einstein firmó. ¿Habrá perdido actualidad? Muchas cosas cambiaron en Israel desde entonces. Su objetivo central, no.

Exclusivo en Uruguay para LA REPUBLICA

TRES AÑOS VIVIENDO EN UNA RATONERA

REPORTAJE: El conflicto de Oriente Próximo RADIOGRAFÍA DE LA TRAGEDIA EN GAZA

Sin agua ni energía, casi sin comida, sin calefacción y sin medicinas, el millón y medio de palestinos de la franja padece un desastre humanitario descomunal

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 12/01/2009
"Para muchas personas es un tormento cuidar a los bebés y los niños más pequeños. ¿Sabes? Se cagan. Pero no hay agua ni pañales. Imagina cómo nos las arreglamos", comenta Mohamed, padre de cuatro. Sin agua corriente, con escasísimo abastecimiento de alimentos, sin calefacción en invierno, sin poder escapar de la franja, sin capacidad para curar heridos.
"Para muchas personas es un tormento cuidar a los bebés y los niños más pequeños. ¿Sabes? Se cagan. Pero no hay agua ni pañales. Imagina cómo nos las arreglamos", comenta Mohamed, padre de cuatro. Sin agua corriente, con escasísimo abastecimiento de alimentos, sin calefacción en invierno, sin poder escapar de la franja, sin capacidad para curar heridos, el millón y medio de sus habitantes padece un desastre humanitario descomunal. Causado no sólo por el ataque brutal de 16 días de las Fuerzas Armadas israelíes. Desde hace tres años, el territorio sufre un bloqueo asfixiante que no hace sino empeorar. Pretende Israel acabar con el lanzamiento de cohetes. Sin duda, es cierto. Pero muchos apuntan a una estrategia calculada. "Gaza no es un caso de subdesarrollo económico. Es un caso único y cruel de subdesarrollo deliberado", ha escrito el historiador israelí Avi Shlaim. Para que no levanten cabeza. "Haremos volver a Gaza 20 años atrás", ha dicho un miembro del Gabinete israelí. Lo han conseguido.
En agosto de 2005 el Gobierno de Ariel Sharon ejecutó la evacuación de los colonos judíos de Gaza y representantes de organismos financieros internacionales auguraban un futuro halagüeño. Algunos hablaban de convertir Gaza en un enclave al estilo de Singapur. Pero los palestinos no celebraron aquella evacuación. Ni un alma salió a las calles. Están hartos de escuchar promesas. Ayer, amplias zonas del campo de refugiados de Yabalia, de Rafah, de Beit Lahia y de la ciudad de Gaza ofrecían imágenes dantescas, que recuerdan a la destrucción de Grozni, la capital chechena bombardeada.
La magnitud del desastre es especialmente cruda para los más de 3.000 heridos por el fuego israelí y los enfermos, quienes padecen una coyuntura traumática. No es nuevo. Ya lo vivieron casi 300 seres que murieron por falta de atención médica en 2008. El Gobierno israelí -y también el egipcio- les impidió ser tratados fuera de Gaza. Hubo casos sangrantes. Una familia obtuvo al fin el permiso de los servicios secretos israelíes. Tarde. El enfermo había sido enterrado días antes.
Es dramático también para los médicos, que pelean por paliar una situación desesperada. Los datos de las Agencias de Naciones Unidas son esclarecedores: el 70% de los pacientes crónicos ha suspendido sus tratamientos; entre el 25% y el 50% de los doctores y enfermeros no puede acudir a los hospitales, aunque en el sur superan el 90%. Se alerta del riesgo de epidemias. Los servicios de epidemiología, prenatales y los laboratorios han suspendido su actividad; las campañas de vacunaciones se han interrumpido en los 58 hospitales y centros de salud, de los que sólo 34 funcionan, y con generadores. Porque la electricidad es un lujo.
Tres de cada cuatro vecinos carece de luz. Hace frío y el riesgo de hipotermia para los niños es grave. "Hay muchas viviendas con las ventanas destrozadas. La gente tiene que colocar plásticos. Pero muchos que las conservan las abren para evitar que la onda de los bombardeos las destroce y lesione a alguien. Es peligroso", explica Mohamed.
Hace sólo tres años, Gaza era un lugar pobre. Con una economía a merced de los avatares políticos y siempre en declive. Sus habitantes se aprestaban entonces a votar. Venció Hamás. Y casi ningún país del mundo aceptó el veredicto de las urnas. Se acababa de firmar un acuerdo entre la Autoridad Palestina, Estados Unidos, la Unión Europea e Israel que fijaba en 450 contenedores el suministro diario a la franja. El promedio de los últimos días es de 67. Buen registro comparado con la media del mes de noviembre, cuando sólo 23 camiones descargaron cada día sus mercancías. Durante los meses de tregua, entre junio y diciembre de 2008, Israel nunca permitió un flujo que se aproximara ni remotamente a lo pactado.
Hace tres años, se compraba de todo en los supermercados. El día a día es hoy una lucha por la subsistencia. De las 27 fábricas de pan sólo nueve funcionan. "Las colas para comprar son kilométricas. Esperas cuatro horas para irte a menudo con las manos vacías. Hacemos en casa pan sin levadura. En las tiendas no hay de nada, se come habas secas, alguna legumbre y garbanzos a precios muy altos. ¿Verduras? ¿Eso qué es? Nadie se atreve a recogerlas en los campos. Y las carnicerías han cerrado. Los dueños no compran carne porque no pueden conservarla. ¡Pero si han bombardeado hasta las granjas de pollos!", explica Kayed, residente en la capital.
Casi un millón de personas dependen de la ayuda alimentaria de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA) y del Programa Mundial de Alimentos. Han suspendido varias veces el reparto de comida. Y todo agravado porque Israel no permite a las demás ONG trabajar en Gaza desde el 4 de noviembre.
Se apreciaba en 2005 miseria. Y se observaban vertederos inmundos. Pero no sucedía lo que ocurre ahora en las ciudades norteñas de Beit Lahia y Beit Hanún. Las aguas negras emergen por las alcantarillas. Hay 170 estaciones de bombeo de agua y de tratamiento de aguas residuales. No funcionan. No hay combustible. El suministro de agua, que sabe a sal desde hace años, se ha cortado para el 80% de la población. Es un colapso general. Miles de palestinos no pueden comunicarse por el pésimo funcionamiento de la red de telefonía móvil y fija. Ni pueden, a veces, acudir a los entierros. No se enteran de la muerte de familiares o amigos.
Los reservistas entran en acción
Los reservistas israelíes han entrado en acción. Una señal de que la invasión terrestre se extenderá en las próximas horas o días y que ayer ya podía anticiparse porque los soldados combatían por primera vez en los barrios del sur de la ciudad de Gaza. Ocho días atrás, el Ejército llamó a filas a decenas de miles de reservistas para el caso de que se decidiera esa ampliación de los ataques por tierra al interior de las ciudades, lo que puede provocar un aumento de víctimas mortales ya escalofriante tras 16 días de batallas y bombardeos: 884 palestinos muertos -al menos 368 mujeres y niños-, y más de 3.800 heridos, 413 de ellos en estado crítico, según fuentes médicas palestinas.
Los acontecimientos se precipitan en esta guerra en la que el Ejército israelí está empleando, según Human Rights Watch, bombas de fósforo, prohibidas por los convenios internacionales. Mark Regev, portavoz de la Oficina del Primer Ministro, no lo desmintió. Sólo señaló que Israel utiliza armas de las que hacen uso otros países occidentales. Hamás disparó también por vez primera un misil tierra-aire.
Los masivos bombardeos produjeron ayer los primeros cuatro heridos por metralla en territorio egipcio. Y también se desató un incidente en el Golán sirio ocupado. Soldados israelíes fueron atacados a tiros. No hubo heridos. El Gobierno israelí cree que no fue obra de militares sirios, sino de hombres armados palestinos.

La franja en cifras

- Víctimas: 879 muertos y más de 3.100 heridos (1.080 niños).
- Desplazados: entre 80.000 y 90.000, la mayor cifra desde la guerra de 1967.
- Electricidad: el 75% de la población no tiene luz.
- Agua: 800.000 vecinos carecen de agua corriente. Paralizadas las 170 estaciones de bombeo de agua y de tratamiento de aguas negras.
- Ayuda: llegan de media 67 contenedores al día, cuando son necesarios 450 para mantener una actividad económica normal.
- Enfermos: el 70% de los pacientes crónicos ha suspendido su tratamiento.
- Médicos: el 25% de los médicos y enfermeros no puede acudir a los hospitales en la ciudad de Gaza. Los servicios de epidemiología, prenatales y los laboratorios han suspendido su actividad.
- Ambulancias: hay 92 en la franja. Once de ellas y tres clínicas móviles han sido alcanzadas por artillería o la aviación.
- Fábricas de pan: hay 27, pero funcionan sólo nueve.

EL TIEMPO DE LOS JUSTOS

EL TIEMPO DE LOS JUSTOS

Gideon Levy − Haaretz

Esta guerra, quizás más que las que la precedieron, está exponiendo las verdaderas venas profundas de la sociedad israelí. El odio y el racismo están impulsando sus mentes, así como el impulso de venganza y la sed de sangre. La "inclinación del comandante" en las Fuerzas de defensa de Israel es ahora "matar cuantos sea posible", como lo describen los corresponsales militares en televisión. Y aún si la referencia es a luchadores de Hamas, esta inclinación es espeluznante.
La desbordada agresión y brutalidad se justifican como "ejercicio de prudencia": el terrorífico balance de sangre-cerca de 100 palestinos muertos por cada israelí muerto, no despierta ninguna interrogante, como si hubiésemos decidido que su sangre vale una centésima parte de la nuestra, como reconocimiento a nuestro racismo inherente.

Derechistas, nacionalistas, chauvinistas y militaristas son las únicas tónicas legítimas aquí en casa. No nos molesten con humanismo y compasión. Sólo marginalmente se puede escuchar alguna voz de protesta - ilegítima, ostracizada e ignorada por la cobertura de los medios - por parte de un reducido, pero valiente grupo de judíos y árabes. Al lado de esta, otra voz suena, quizás la peor de todas: la voz de los "justos" e hipócritas. Mi colega Ari Shavit parece ser su más elocuente vocero. Esta semana, Shavit escribió aquí ("Israel debe duplicar, triplicar, cuadruplicar su ayuda médica a Gaza," Haaretz, enero 7): "La ofensiva israelí en Gaza es justificada.... Sólo una inmediata y generosa iniciativa humanitaria probaría que aún durante la brutal guerra a que nos han forzado recordamos que hay seres humanos en el otro bando"

Para Shavit, quien defiende esta guerra e insiste en que no debe perderse, el precio es irrelevante, así como el hecho de que no haya victorias en guerras tan injustas. Y se atreve a hablar de humanismo en el mismo texto.

¿Deseará Shavit que matemos y matemos, y luego vayamos a instalar hospitales de campaña y mandemos medicinas para atender a los heridos? Él sabe que una guerra contra una población indefensa, quizás la más indefensa del mundo, que no tiene adonde escapar, puede sólo ser cruel y despreciable. Pero estos tipos siempre quieren salir de ella luciendo bien. Lanzamos bombas sobre edificios residenciales y luego tratamos a los heridos en Ichilov; bombardeamos reducidos refugios en escuelas de las Naciones Unidas y luego rehabilitamos a los discapacitados en Beit Lewinstein. Les disparamos y luego lloramos, los asesinamos y luego nos lamentamos, despedazaremos mujeres y niños como máquinas de muerte automática y también preservaremos nuestra dignidad.

El problema es que esto no funciona de esa manera. Esto es una asquerosa hipocresía y autojustificación. Aquellos que hacen los más incendiarios llamados para más y más violencia sin considerar las consecuencias son por lo menos más honestos al respecto.

No se puede tener razón en los dos frentes. La única "pureza" en esta guerra es la de "purificarnos de los terroristas", que en realidad significa sembrar horrendas tragedias. Lo que acontece en Gaza no es un desastre natural, un terremoto o una inundación, en cuyo caso sería nuestro deber y derecho extender una mano con ayuda, enviar escuadrones de rescate, como tanto amamos hacer. De la peor suerte, todos los desastres que ocurren en Gaza son producto del hombre - de nosotros. No se puede ofrecer ayuda con las manos ensangrentadas. La compasión no brota de la brutalidad.

Aún así, hay quienes desean ganar en ambos frentes. Matar y destruir indiscriminadamente y salir de ello luciendo bien y con una conciencia limpia. Seguir cometiendo crímenes de guerra sin sentido alguno de la pesada culpa que debería acompañarlos. Hay que tener riñones. Quienquiera que justifique esta guerra justifica también sus crímenes. Quienquiera que predique a favor de esta guerra y crea en la legitimidad de los asesinatos en masas siendo cometidos no tiene ningún derecho para hablar sobre moralidad y humanismo. No hay tal cosa como matar y cuidar simultáneamente. Esta actitud es una representación fehaciente del básico sentimiento dual israelí que ha estado con nosotros desde siempre: cometer injusticias y vernos puros en nuestros ojos. Matar, demoler, hambrear, meter en prisión y humillar – y estar en lo correcto, sin mencionar ser justos. Los justos propiciadores de guerras no podrán permitirse estos lujos.

Todos los que justifican esta guerra justifican también todos sus crímenes. Todos los que la vean como una guerra defensiva deberán cargar la responsabilidad moral por sus consecuencias. Todos los que ahora aupan a los políticos y a los militares a continuar deberán llevar impresa en sus frentes la marca de Caín luego de la guerra. Todos los que apoyan la guerra apoyan también el horror.

Fuente: http://www.haaretz.com/hasen/spages/1054158.html

REBELIÓN JUDÍA CONTRA EL ATAQUE DE ISRAEL

REBELIÓN JUDÍA CONTRA EL ATAQUE DE ISRAEL

Pere Rusiñol
El historiador Ilan Pappé sostiene que hay que calificar de "genocidio" la campaña militar de Israel en Gaza. Su colega Yakov Rabkin se muestra escandalizado por la "masacre". La periodista Naomi Klein afirma que toda la economía israelí depende en realidad de su músculo bélico. Y la activista Diana Ralph advierte que los "crímenes de guerra" no pueden quedar impunes.
Si está pensando que la Liga Antidifamación debería intervenir inmediatamente para frenar este tipo de declaraciones y cortar así la extensión del antisemitismo, aguarde un segundo: todos ellos son judíos. La invasión israelí de Gaza ha desencadenado un alud de actos y proclamas de ciudadanos de tradición judía contrarios a la política de Israel . En ocasiones, la rebelión apunta a la esencia misma de este país como "Estado judío". Y casi siempre se dirige contra la pretensión de Israel de representarles y de hablar en su nombre.
" Israel actúa en nombre de todos los judíos del mundo, pero muchísimos consideramos un error tremendo su política: por la violencia que genera y porque nos perjudica gravemente", explica, en conversación telefónica desde Montreal, Yakov Rabkin, catedrático de Historia de la Universidad de Montreal y autor de La amenaza interior . Historia de la oposición judía al sionismo , publicada en España por Hiru.
La creación del Estado, en 1948, supuso un auténtico cisma en el mundo judío, nunca resuelto. Pese a que el país tiene desde entonces las puertas abiertas para todos los judíos del mundo, la mayoría ha declinado establecerse en Israel, que alberga a menos de un 40% del total, aunque suele hablar en nombre de todos ellos.
Portavoces cuestionados
"Muchos de los autoproclamados portavoces de la comunidad judía en el mundo son en realidad portavoces del Estado de Israel pero, en los países democráticos, las comunidades culturales o religiosas no necesitamos portavoces", añade Rabkin. Y agrega: "Los demás somos gente corriente y no nos organizamos tanto ni tenemos tanto dinero, pero somos la mayoría".
"El problema es que una minoría de extrema derecha ha logrado imponer su agenda mientras los judíos no militantes están en los márgenes.
¿Una exageración? Nadie lo sabe. Los portavoces de las organizaciones judías son mayoritariamente proisraelíes. Pero ello no significa que los ciudadanos de tradición judía compartan sus postulados.
Las elecciones de EEUU, que cuentan con radiografías demoscómicas muy precisas, demuestran más bien que existe un divorcio notable. En los últimos años, las principales organizaciones judías han apoyado de forma entusiasta a los republicanos George W. Bush y John McCain. Pero los judíos han votado masivamente demócrata : siempre por encima del 70%, entre 20 y 30 puntos más que la media del pueblo estadounidense. En la pasada campaña, McCain incluso se rodeó permanentemente del senador Joe Liberman, judío proisraelí. Pero el 77% del voto judío fue para Barack Obama.
"Creo que hay una mayoría silenciosa de judíos en el mundo que apoya la aplicación de los derechos humanos para toda la gente", recalca CecilieSurasky, portavoz de Voz Judía para la Paz , organización con sede en California. "El problema es que una minoría de extrema derecha ha logrado imponer su agenda mientras los judíos no militantes están en los márgenes. Sucesos como los de estos días en Gaza convencen a los judíos que hasta ahora han estado callados de que deben levantarse y decir basta" , añade.
"¡No en nuestro nombre!"
Su organización cuenta ya con 43.000 afiliados y la tendencia es al alza. La invasión ha activado iniciativas pacifistas similares en todos los lugares donde hay una comunidad judía importante: en Francia, Otra Voz Judía ha programado una catarata de actividades, incluyendo conciertos de rap palestino y obras de teatro. Hay entidades parecidas en muchos países de Europa, aunque no en España, donde la comunidad judía es reducida.
En Canadá, Voces Judías Independientes y otros grupos han promovido acciones como la ocupación del consulado israelí al grito de "¡No en nuestro nombre!". Y más de 340 profesionales judíos han firmado un manifiesto que pretenden publicar como "carta abierta a los soldados israelíes" en periódicos de este país contra la campaña militar en curso y los "crímenes de guerra" y las "atrocidades".
"Un Estado judío es intrínsecamente racista y no puede ser democrático porque por definición discrimina a todos los que no son judíos"
"Esta actividad criminal no hace nada para mejorar el bienestar y la salud de los judíos. Al contrario: desde Sderot hasta Sidney, pasando por Ashkelon y Amsterdam, todos nos beneficiaremos de que haya justicia para los palestinos", recalca este llamamiento a la insumisión impulsado, entre otros, por Judíos Americanos por una Paz Justa .
Que los judíos hostiles o indiferentes a la política de Israel son muchos más de los que el activismo de las organizaciones sionistas puede hacer pensar lo demuestra un estudio reciente publicado en EEUU por Steven M. Cohen y Ari Y. Kelman: Más allá del distanciamiento . Los judíos americanos jóvenes y su alienación de Israel. La investigación, que explota los datos de la Encuesta Nacional de Judíos Americanos de 2007, muestra el choque que provoca Israel en el mundo de tradición judía y subraya de manera rotunda que la desafección entre los más jóvenes es muy acentuada: entre los menores de 35 años, menos del 20% dice estar "siempre orgulloso de Israel" .
El fenómeno va mucho más allá de rechazar las acciones militaristas o campañas como la invasión de Gaza y se refieren a los cimientos mismos del Estado de Israel. Son judíos, pero no sienten que Israel o el sionismo tenga nada que ver con ellos: por ejemplo, entre esta franja de menores de 35 años apenas el 50% se siente "confortable con la idea de un Estado judío" . Y el dato más extremo: sólo el 50% dice que "la destrucción de Israel sería una tragedia personal", porcentaje que llega hasta el 80% en la franja de mayores de 65 años encuestados.
"Un Estado judío es intrínsecamente racista y no puede ser democrático porque por definición discrimina a todos los que no son judíos", opina desde Canadá Diana Ralph, coordinadora de Voces Independientes Judías . "El sionismo es desde su inicio un proyecto imperalista y racista condenado al fracaso si no fuera por el apoyo masivo de EEUU y sus aliados", remacha.
Las disidencias, que existen desde siempre en la tradición judía y que ahora se han acentuado, empiezan a dar signos de anidar también directamente en Israel. El apoyo a la contundencia bélica "como derecho a la autodefensa" sigue siendo muy alto en este país, pero las grietas existen, como demuestra el importante movimiento de objetores de conciencia.
Uno de sus miembros destacados es Jonathan Ben-Artzi, sobrino del halcón Benjamin Netanyahu, que ha hecho un llamamiento al Gobierno de EEUU: "Hablo como un israelí que apela a los estadounidenses para decirles que no tienen que apoyar ciegamente a Israel . Las acciones de Israel no son todas santas (...) A veces es necesario que se dirijan con firmeza a Israel y nos digan, le digan a nuestro Gobierno, que ponga fin a sus acciones."
El todavía embrionario cisma interior israelí ha dado un salto notable en el campo intelectual en muy poco tiempo con la publicación de obras revolucionarias por parte de los "nuevos historiadores", que han puesto en cuestión desde dentro los grandes dogmas de Israel, aunque suponen una corriente netamente minoritaria.
Quizá el caso más notorios es el de Ilan Pappé (Haifa, 1954), que ha sacudido Israel con la publicación de La limpieza étnica de Palestina (Crítica). El libro sostiene que la limpieza étnica ha sido deliberada y organizada desde el principio del Estado con el fin de asegurar una mayoría judía en Israel.
Las principales autoridades del mundo intelectual israelí, con Benny Morris al frente, se han volcado en rechazar el trabajo y en cuestionar su rigor. Pappé vive ahora en Reino Unido e incluso se ha sumado a las campañas de boicot académico contra las universidades israelíes, incluida la suya de siempre: la de Haifa.
En estos días de furia, el blog de Pappé echa humo. "Parece que incluso los crímenes más horrendos, como el genocidio en Gaza, son tratados [por la comunidad internacional] como acontecimientos discretos, sin conexión con nada del pasado y sin asociación con ninguna ideología" , escribía en un post del 3 de enero.
A juicio de Pappé, es crucial que la opinión pública comprenda la naturaleza de la "ideología sionista" como "la mejor manera de explicar las operaciones genocidas como la que vive ahora Gaza" y al mismo tiempo avanzar en acciones que prevengan "cosas incluso peores" en el futuro.
"Hay una gran confusión entre los términos israelí, judío y sionista. El propio Estado de Israel la fomenta, pero es muy peligrosa"
Shlomo Sand (Linz, Austria, 1946), historiador de la Universidad de Tel Aviv, acaba de publicar otro libro rompedor, aún no traducido al español, Cómo y cuándo se inventó el pueblo judío , en el que hace añicos los mitos fundacionales. La academia oficial también ha salido en tromba a criticarlo, pero su extraordinario éxito de ventas en el país -más de 20 semanas consecutivas en la lista de más vendidos- muestra hasta qué punto las cosas están cambiando incluso en Israel.
El fenómeno ha sacudido la política tradicional en episodios aislados, pero de gran impacto simbólico. Abraham Burg, ex presidente del Parlamento de Israel, de la Agencia Judía y de la Organización Sionista Mundial, ha abjurado de manera estruendosa del sionismo y trata de agitar a la sociedad israelí para que empuje hacia un cambio de rumbo radical. De lo contrario, advierte, Israel no tiene ningún futuro.
La crítica de Burg va a la raíz del sionismo mismo: ha llegado a decir que la presión que observa en Israel contra los árabes tiene paralelismos con la que sufrieron los judíos en los regímenes nacional-socialistas antes de la Segunda Guerra Mundial. Su tesis es que Israel, en su actual formato que privilegia a los judíos, sólo puede sostenerse a través de la violencia y augura que esta será cada vez más brutal.
Responsables
El catedrático Yakov Rabkin le secunda desde Canadá: "Toda la idea de crear un Estado étnico contra la voluntad de gran parte de la población implica uso de la fuerza. ¡No hay otra manera de hacerlo!", opina. El historiador se pregunta cómo es posible que la comunidad internacional y la potencia colonial en la zona, Reino Unido, se laven ahora las manos ante una situación explosiva que a su juicio contribuyeron a crear.
"¡Hannah Arendt tenía razón! Ella advirtió exactamente qué iba a pasar: es imposible que este Estado viva en paz. Y los judíos de todo el mundo pagamos las consecuencias", concluye Rabkin. La consecuencias, aclara, es el aumento de ataques e intimidación contra los judíos en todo el mundo y la minimización del Holocausto .
"Hay una gran confusión entre los términos israelí, judío y sionista. El propio Estado de Israel la fomenta, pero es muy peligrosa", lamenta. Y concluye: "El antisemitismo tradicional sigue existiendo, pero ya no es la mayor causa de acoso a los judíos. Ahora, el principal riesgo de sufrir una agresión son represalias por la política de Israel" .
La confusión causa estragos: si Rabkin estuviera hoy en Madrid y decidiera ir a la manifestación contra la guerra, muy probablemente avistaría más de una pancarta equiparando el símbolo nazi con la estrella de David. O haciendo lamentables juegos de palabras con el Holocausto.

http://www.publico.es/internacional/189928/rebelion/judia/ataque/israel

BOICOTEE A ISRAEL

BOICOTEE A ISRAEL

Naomi Klein - The Nation

Ha llegado el momento. Hace mucho que llegó. La mejor estrategia para poner fin a la cada vez más sangrienta ocupación es convertir a Israel en objetivo del tipo de movimiento mundial que puso fin al régimen de apartheid en Sudáfrica.
En julio del 2005 una gran coalición de grupos palestinos diseñó planes para hacer justamente eso. Hicieron un llamamiento a "la gente de conciencia de todo el mundo para imponer amplios boicots y adoptar contra Israel iniciativas de desinversión similares a las adoptadas contra Sudáfrica en la época del apartheid". Había nacido la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS).
Cada día que Israel aplasta a Gaza más conversos se adhieren a la causa del BDS y las pláticas de alto el fuego no hacen que disminuya el ritmo de ese movimiento.
La campaña de boicot a Israel está comenzando a recibir apoyos incluso entre los judíos de Israel. En pleno ataque a Gaza unos 500 israelíes, decenas de ellos conocidos artistas y académicos, enviaron una carta a los embajadores extranjeros destacados en Israel. En ella hacían un llamamiento para "la inmediata adopción de medidas restrictivas y sanciones" y dibujaban un claro paralelismo con la lucha antiapartheid. "El boicot contra Sudáfrica fue eficaz, pero a Israel se la trata con guantes de seda... Este respaldo internacional debe cesar".
Sin embargo, incluso ante estos inequívocos llamamientos muchos de nosotros no podemos ir allí. Las razones son complejas, emocionales y comprensibles. Y simplemente no son lo suficientemente buenas. Las sanciones económicas son las herramientas más eficaces de que dispone el arsenal de la no violencia. Renunciar a ellas raya en la complicidad activa. A continuación exponemos las cuatro principales objeciones que se hacen a la estrategia del BDS, acompañadas de sus correspondientes refutaciones.

1. Las medidas punitivas no servirán para persuadir a los israelíes sino para acrecentar su hostilidad.

El mundo ha intentado lo que solía llamarse "compromiso constructivo" y ha fracasado estrepitosamente. Desde 2006 Israel ha ido aumentando constantemente su nivel de criminalidad: ampliando asentamientos, iniciando una atroz guerra contra el Líbano e imponiendo un castigo colectivo a Gaza a través del brutal bloqueo. A pesar de esa escalada Israel no ha sufrido ningún castigo, sino todo lo contrario. Las armas y los 3.000 millones de dólares anuales de ayuda que los USA envían a Israel son solo el principio. A lo largo de este período clave Israel se ha beneficiado de una notable mejora en sus actividades diplomáticas, culturales y comerciales con gran número de aliados. Por ejemplo, en 2007 Israel se convirtió en el primer país no latinoamericano en firmar un acuerdo de libre comercio con Mercosur. En los nueve primeros meses del 2008 las exportaciones israelíes a Canadá aumentaron el 45%. Un nuevo acuerdo comercial con la Unión Europea duplicará las exportaciones israelíes de alimentos procesados. Y el 8 de diciembre los ministros europeos "mejoraron" el Acuerdo de Asociación UE-Israel, una recompensa por la que Israel suspiraba desde hace mucho tiempo.
Este es el contexto en el que los dirigentes israelíes comenzaron su última guerra confiando en que no les iba a suponer costos significativos. Es notable que tras más de siete días de guerra el índice de referencia de la Bolsa de Valores de Tel Aviv haya subido un 10.7%. Cuando no funcionan las zanahorias es preciso recurrir a los palos.
2. Israel no es Sudáfrica.
Por supuesto que no lo es. La relevancia del modelo sudafricano es que demuestra que las tácticas del BDS pueden ser eficaces cuando medidas más suaves (protestas, peticiones, cabildeos) han fracasado. Y en los territorios palestinos ocupados se detectan inequívocos y profundamente angustiosos ecos del "apartheid" de Sudáfrica: documentos de identidad y permisos de viaje de colores distintos, viviendas arrasadas y expulsiones forzosas, carreteras para uso exclusivo de los colonos judíos. Ronnie Kasrils, un destacado político de Sudáfrica, dijo que la arquitectura de segregación que observó en Cisjordania y Gaza es "infinitamente peor que el apartheid". Eso fue en el 2007, antes de que Israel comenzara su guerra total contra la prisión a cielo abierto que es Gaza.
3. ¿Por qué elegir a Israel como único objetivo de la campaña BDS, cuando los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países occidentales hacen lo mismo en Irak y Afganistán?
El boicot no es un dogma sino una táctica. La razón por la que la estrategia del BDS deba ser intentada contra Israel es de tipo práctico: en un país tan pequeño y dependiente del comercio podría dar resultados.
4. Los boicots cortan los canales de comunicación; lo que necesitamos es más diálogo, no menos.
Voy a responder a esta objeción con una historia personal. Durante ocho años mis libros han sido publicados en Israel por una casa comercial llamada Babel. Pero cuando publiqué The Shock Doctrine quise respetar el boicot. Con el asesoramiento de activistas de BDS, entre ellos el maravilloso escritor John Berger, me puse en contacto con una pequeña editorial llamada Andalus. Andalus es una editorial militante profundamente involucrada en el movimiento de lucha contra la ocupación israelí y la única editorial israelí dedicada exclusivamente a la traducción al hebreo de libros árabes. Redactamos un contrato para garantizar que todos los ingresos procedentes de la venta del libro sean destinados al trabajo de Andalus, sin reservarme nada para mí. En otras palabras, estoy boicoteando la economía israelí pero no a los israelíes.
Sacar adelante nuestro modesto plan de publicación requirió docenas de llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes instantáneos entre Tel Aviv, Ramallah, París, Toronto y la ciudad de Gaza. Lo que quiero decir es lo siguiente: desde el momento en que se empieza a aplicar una estrategia de boicot el diálogo aumenta dramáticamente. Y ¿por qué no debería hacerlo? Para construir un movimiento se requiere un flujo de comunicación incesante, como recordarán muchos activistas de la lucha antiapartheid. El argumento de que apoyar los boicots significará romper los lazos entre unos y otros es particularmente engañoso habida cuenta de la variedad de tecnologías de la información que tenemos al alcance de las manos a precio módico. Estamos inundados de formas para transmitir nuestros argumentos a través de las fronteras nacionales. No hay boicot que nos pueda detener.
Justamente ahora muchos orgullosos sionistas se están preparando para obtener beneficios récord. ¿Acaso no es cierto que muchos de esos juguetes de alta tecnología proceden de parques de investigación israelíes, líderes del mundo en infotecnología? Sí, es cierto, pero no todos ellos van a salir beneficiados. Varios días después de iniciado el asalto israelí contra Gaza, Richard Ramsey, director gerente de una empresa británica de telecomunicaciones especializada en servicios de voz via Internet, envió un correo electrónico a la empresa de tecnología israelí MobileMax: "Como consecuencia de la acción emprendida por el gobierno israelí en los últimos días ya no estamos en condiciones de considerar seguir haciendo negocios con usted o con ninguna otra empresa israelí".
Ramsey dice que su decisión no fue política. Simplemente, no quieren perder clientes. "No podemos permitirnos el lujo de perder a uno solo de nuestros clientes", explica, "de modo que se trata de una decisión comercial puramente defensiva".
Fue este tipo de frío cálculo empresarial lo que llevó a muchas empresas a retirarse de Sudáfrica hace dos décadas. Y es precisamente el tipo de cálculo sobre el que se asienta nuestra esperanza más realista de lograr la justicia negada durante tanto tiempo a Palestina.
Fuente: http://www.alternet.org/story/118332/

11 enero 2009

Censura, consenso, crímenes de guerra

Censura, consenso, crímenes de guerra

Censura: En el estado de Israel lo único que saben sus habitantes es lo que informa el vocero del ejército, y los múltiples comentaristas (ex generales, periodistas “bien informados”, políticos de la derecha, “personalidades”), según los criterios de la rígida censura militar que no permite el ingreso del periodismo a la franja de Gaza. Así como la mentira tiene patas cortas, igualmente la censura (que rige para aquellos que disfrutan de los bombardeos a la población civil, o ver las caras de los niños asesinados por los crímenes de la aviación israelí y la contemplación del horror, las penurias y la sangre del pueblo palestino), la censura, repìto, obra para los que la admiten con infinito regocijo. Pero todos aquellos que no aceptamos la dictadura censora, buscamos la verdad y la realidad en el resto de canales y diarios de todo el mundo, que no tienen ningún lazo con la desinformación y la rígida censura militar. De todos modos, cabe resaltar las posiciones de la mayor parte de los periodistas del cotidiano israelí Haaretz, que informan y denuncian los crímenes de guerra de la aviación y las tropas de tierra.

Consenso: La mayor parte del pueblo israelí, incluidos sus políticos de “izquierda” e intelectuales y escritores, hipócratas de la paz, y la conversión del movimiento PAZ AHORA en su antónimo, GUERRA AHORA, conforman el llamado consenso, es decir, en entusiastas partidarios de la guerra, que en realidad implica el exterminio de los habitantes de Gaza, basados en cinco o seis muletillas que repiten, se corean y se remachan hasta el hartazgo... El derecho de un pueblo a su autodeterminación nacional, a quien se aplica metódicamente una política de castigos colectivos desde marzo de 2006 (cuando asume el gobierno del ladrón estafador Olmert), no se menciona. Para el israelí del consenso, sólo cuentan las raquetas caseras que son incapaces de constituir un ataque serio, que sólo provocan daños materiales y casi ninguna muerte a lo largo de los ocho años de ataques. Que además, el Hamás sólo figura en primera plana desde marzo de 2006... Y otros lugares comunes que reemplazan la posibilidad de un mínimo acuerdo político del cese del fuego entre ambas partes.
Los que no nos conformamos con la censura y no somos parte del consenso, los que denunciamos los crímenes de guerra de este país, somos tratados como traidores, se nos insulta, se nos ataca, se nos humilla, se nos amenaza... Por correo o por teléfono, en la calle, en los actos de protesta... Esta es “la única democracia del Medio Oriente” según los que conforman la opinión pública de sus habitantes...

Criminales de guerra, crímenes de guerra: No hay otra calificación para los que tomaron la decisión de bombardear a la población civil de la franja de Gaza, para los pilotos que apretan los botones lanza bombas de los F−16, de los helicópteros, y de los tanques y morteros que bombardean edificios, escuelas, mezquitas. Los soldados que asesinan a civiles están cometiendo horrorosos crímenes de guerra.
En su momento, deberán de dar cuenta de esos actos los instigadores, los que ordenaron esos crímenes y los ejecutores.
Como ciudadano de este país no me escudo en la censura, no formo parte del consenso y denuncio los crímenes de guerra contra la población civil en la franja de Gaza.

Andrés Aldao, 11 de enero, 2009

EL ODIO

MANUEL VICENT 11/01/2009


Cuando termine la matanza actual, el odio sucio que quede en el aire será el arma de más largo alcance en esta guerra perpetua entre Israel y Palestina. El tiempo no cuenta. Tarde o temprano estos niños de Gaza destrozados en las escuelas, los heridos rematados por bombas de racimo en los propios hospitales, las casas y mezquitas destruidas con decenas de muertos cada día fermentando bajo los cascotes, trabajo ejecutado a la perfección por el ejército israelí, uno de los más poderosos del mundo, no harán sino ahondar el pozo negro en el que se van a sepultar todos, las víctimas y los verdugos, los vencedores y los vencidos. Para saber lo vulnerable que se siente Israel, no hay más que ver con qué extrema saña, pareja a la agonía, ataca a un pueblo hacinado en la miseria, desesperado y prácticamente indefenso. Convertido en una maquinaria de guerra, con la precisión de una garra de tigre, el ejército hebreo responde a las estúpidas provocaciones de los fanáticos de Hamás con una demoledora lluvia de acero sobre Gaza para cobrarse los cadáveres al ciento por uno, que es el rédito prometido por Yavhé a los suyos. Pero no se trata de ningún triunfo. De hecho, la inseguridad radical del estado de Israel es también nuestro propio riesgo, no exento de culpa. Como el odio de los humillados es el arma de más largo alcance, cualquiera de nosotros un día puede saltar por los aires mientras esté comiendo chuletas en un asador de Madrid o tomando una copa en un café de París o de Nueva York. Si se dejan a un lado las disquisiciones de los analistas acerca de este conflicto enquistado, lo cierto es que uno no podría vivir hoy con una mínima dignidad si no denunciara este exterminio perpetrado por los israelíes contra el pueblo palestino, aunque solo sea para no despreciarse ante el espejo al afeitarse. A cualquier cataclismo de la naturaleza le sigue el silencio de Dios, que nunca reivindica a miles de muertos. Ningún creyente se escandaliza. Pero la matanza indiscriminada que Israel impone a la población civil de Gaza es una catástrofe moral y callar, escurrir el bulto, buscar motivos para justificarla no deja de ser una bajeza. Por otra parte, Israel nunca podrá vencer con las armas. Sólo la paz duradera será su gran victoria. ■

ISRAEL, LO JUDÍO Y LOS DILEMAS DE LA HISTORIA

Por Ricardo Forster

1
En un ensayo medular, George Steiner despliega una honda y perturbadora reflexión alrededor del equívoco inevitable que atraviesa de lado a lado a esa extraña nación que llamamos Israel (digo extraña porque suele medírsela con una vara muy distinta a la que se utiliza con el resto de las naciones del mundo, una vara signada por lo absoluto, por la pureza total de la que debería dar cuenta por su origen o la del más brutal de los envilecimientos que acaba por transformarla en la patria diabólica, en la nueva encarnación del mal; nada, cuando se habla de Israel, es directo ni ingenuo). Cito, entonces, a Steiner: “En el manifiesto fundacional y secular del sionismo, el Judenstaat de Herzl, el lenguaje y la visión imitan orgullosamente al nacionalismo de Bismarck. Israel es una nación en grado máximo: vive armada hasta los dientes. Para sobrevivir día a día, ha obligado a otros hombres a vivir sin hogar, los ha convertido en seres serviles, desheredados (durante dos milenios, la dignidad del judío consistía en ser demasiado débil para hacer que otro ser humano viviese de forma tan inhóspita y difícil como él mismo). Las virtudes de Israel son las de la sitiada Esparta. Su propaganda, su retórica del autoengaño son tan desesperadas como las de cualquier nacionalismo de la historia. Bajo una presión externa e interna, la lealtad se ha atrofiado dando paso al patriotismo, y el patriotismo ha dado paso al chovinismo. ¿Qué lugar, qué excusa cabe en esa plaza fuerte para la ‘traición’ del profeta, para el rechazo de Spinoza a la tribu? El humanismo, dijo Rousseau, es ‘un hurto cometido contra la patrie’. Bien cierto”. (“El texto, tierra de nuestro hogar”).
Desde la lejanía de su historia, el pueblo de Israel ha sabido atravesar diversas vicisitudes tanto espirituales y materiales como políticas, culturales y sociales; ha conocido al dios de la guerra y de la venganza del mismo modo que supo escuchar la voz clara y potente de los profetas que clamaban contra las injusticias cometidas en su nombre; conoció el reino davídico-salomónico, ese que sería convertido en leyenda y en promesa restitutivo-mesiánica olvidando las penurias de los “constructores de los palacios”, esas masas anónimas que siempre fueron explotadas a lo largo de la historia, para enaltecer la majestuosidad de los poderosos amparados por el “brazo fuerte” de Yahvé; pero también conoció el exilio, la dispersión de las tribus, el sometimiento a los distintos imperios de la antigüedad; supo de la resignación y de la rebeldía; conoció la palabra única y desafiante de Amós y de Isaías que supieron desgarrar los velos de las mentiras y de las injusticias fundando una tradición que se continúa hasta nuestros días; desplegó los lenguajes de una nueva ética que supo hacer del huérfano, de la viuda, del pobre y del extranjero el eje central de la hospitalidad y del acogimiento del otro; supo construir la patria en el Libro cuando perdió la tierra natal.
En su seno convivieron el deseo tribal, ese que recogía los mitos y los símbolos de un pueblo único, fuerte, capaz de someter a otros pueblos y de erigirse en una nación poderosa, junto con la universalización de la promesa mesiánica, esa que se transformaría en el humus de las siembras más significativas que se hicieron en nombre de la libertad y la igualdad de todos los seres humanos. Pueblo girado sobre sí mismo, enclaustrado en su autorreferencialidad; pueblo de la escritura y de lo abierto, hijo de un nuevo cosmopolitismo asociado a la interpretación interminable del libro; pueblo del desarraigo convertido, por los poderosos de ayer a lo largo de dos milenios, en extranjero eterno, en paria, en labrador de palabras en el viento porque carecía de tierras para cultivar.

2
Un pueblo, como escribía Franz Rosenzweig en La estrella de la redención, que al renunciar a dar la sangre en defensa de la tierra se convirtió en el pueblo de la eternidad del tiempo (por esas paradojas de la historia y de las pasiones, Rosenzweig pensaba que el destino del judaísmo se había sellado con esa renuncia que le había permitido sustraerse al olvido que la historia les tenía reservados a la mayoría de los pueblos de la antigüedad que decidieron dar sus vidas, derramar sus sangres, para defender un pedazo de tierra o un Estado, lo mismo da, transformándose apenas en una nota a pie de página en los libros de historia; renunciando a ese acto guerrero los judíos se transformaron radical y absolutamente haciendo de la diáspora y de la lectura el laberinto inconcluso de una patria sin dominios ni violencias que se fue construyendo alrededor y en el interior de ese libro quemado por los poderes cristianos a lo largo de siglos y siglos y que lleva el nombre de Talmud –libro sin potestades definitivas ni principios de autoridad demarcatorios y censores; libro de márgenes y glosas, de interpretaciones inacabables, de discusiones que subvierten la continuidad del tiempo–. A la sombra de ese libro inabarcable y de las escrituras bíblicas se levantaría, en los años dominados por la cristiandad medieval, la sabiduría de los cabalistas, maestros no sólo del lenguaje y de sus misterios sino portadores de una interrogación inagotable capaz de hurgar en los secretos del mundo mientras la hostilidad y la violencia se cegaban con los cuerpos y los libros del pueblo errante. De esa saga de lectores infatigables, de buceadores de perlas en los fondos oceánicos de la vida y de las escrituras, saldrían los heterodoxos y los herejes, los fieles cultores del ritual y los forjadores de nuevas sendas. Allí se inscribirían los nombres de Maimónides y de Spinoza, de Mendelsohn y de Marx, de Rosa Luxemburgo y de Walter Benjamin, de Sigmund Freud y de Franz Kafka. Nombres para recordar la rama dorada de un humanismo en vías de extinción, amenazado desde adentro y desde afuera por una sociedad de la depredación económica, cultural, militar y social. Hace tiempo que Israel ya no responde a esas tradiciones sino a la reinante razón de Estado, como la mayoría de las naciones del planeta. La vía nacional-militar que viene emprendiendo con mayor intensidad desde la Guerra de los Seis Días ha herido muy duramente a lo mejor que esa sociedad guardaba dentro de sí. Lo que le queda ahora es la mitificación y la sordera ante el dolor del otro, del despojado, del expropiado, del nuevo paria. ¿Era esa la razón de ser de los sueños de Buber y de Scholem, de Ahad Haam y de Leibowitz?
Para Rosenzweig, que escribió y vivió antes de la Shoá, la alternativa planteada por el sionismo se desviaba de lo que él consideraba las fuentes y las riquezas del judaísmo diaspórico, esa extraordinaria cualidad de habitar la eternidad del tiempo sin plegarse a las idolatrías nacionales. Discutió amargamente con Gershom Scholem quien, en esos años previos al nazismo, eligió dirigir sus pasos hacia Jerusalén para defender allí, junto a algunos otros entre los que se encontrarían el fundador de la Universidad Hebrea y Martin Buber, la idea de una nación para dos pueblos, la búsqueda de la convivencia judeo-palestina. Los sueños de Scholem y de Buber, también en parte los de Einstein, de aquello que se llamó el sionismo cultural y que aspiraba a un hogar compartido, quedarían seriamente dañados por el triunfo de la opción de un sionismo nacionalista y signatario de la Realpolitik que se apresuró a aniquilar cualquier posibilidad de diálogo y de entrelazamiento con las poblaciones árabes nativas, que también guardaban en su seno sectores que se oponían a cualquier acuerdo (vale la pena recordar las negociaciones con la Alemania hitleriana del muftí de Jerusalén –máximo representante palestino– para no pecar de ingenuidad histórica volcando la balanza y la responsabilidad de un solo lado). Un corte trágico se iniciaba, un corte que volvía a confrontar, en el interior de la experiencia judía, su núcleo tribal-nacional con su otro núcleo cosmopolita-universalista.

3
Hace un par de años, sacudido por la guerra del Líbano escribí en este mismo diario las siguientes líneas que quisiera volver a citar: “Toda guerra es miserable y dolorosa; nada justifica la muerte de civiles, la destrucción de ciudades, el horror del bombardeo permanente. Matar en nombre de cualquier fe, religiosa o secular, es, siempre, un crimen. El ejército israelí mata, Hezbolá mata, Hamas mata, Siria mata, Irán mata, Estados Unidos mata... y la lista es mucho más larga, casi inacabable, y atraviesa la geografía entera del planeta. La guerra, en sus múltiples versiones y justificaciones, nos deja desamparados en tanto que seres humanos, nos comunica con la crueldad que llevamos muy dentro de nosotros. Por supuesto que no todas las guerras son iguales, ni todas las muertes representan lo mismo. Ha habido guerras inevitables, guerras brutales, guerras en nombre de la libertad que acabaron por expandir la opresión, guerras contra el totalitarismo, guerras de liberación nacional que expulsaron al opresor para imponer otro régimen de dominación tanto o más cruel y represivo. Israel no es la excepción, ni es la cenicienta de las naciones ni es el diablo, ese monstruo en el que lo quieren convertir algunos de nuestros progresistas. Israel ha librado distintas guerras, ha matado y ha sufrido, ha intentado tejer la paz y también la ha boicoteado, ha tenido en su interior voces ejemplares que llamaron y lo siguen haciendo insistentemente a la concordia entre los pueblos, que reclaman el derecho a un Estado palestino, y voces reaccionarias que sueñan con el Gran Israel proyectado desde las escrituras bíblicas y transformados, esos sueños, en delirios de dominación y destrucción. Israel es un país complejo, abigarrado, pleno de contradicciones, sus calles han sido y siguen siendo escenarios de debates políticos, de manifestaciones de distinto tipo, de exigencias en nombre de la paz y de la guerra”. Hoy, cuando escribo estas otras líneas mi pesimismo ha crecido indignado y hondamente dolido ante lo que el ejército israelí, como fuerza de opresión, está haciendo con el pueblo palestino y esto más allá de la excusa que se llama “Hamas” (que no representa los valores democrático-humanistas que ha sabido cultivar ese pueblo sufrido, que, antes bien, ha sido y sigue siendo un factor de violencia en nombre de otras formas del fanatismo). Se trata, ahora, en este preciso momento, de la supervivencia moral del pueblo y de la sociedad israelí, que ha optado en su mayoría por cerrar los ojos ante el sufrimiento del otro para cebarse en su propia ira profundamente atravesada por el prejuicio, la intolerancia y el olvido de su propia historia. Sin paz, sin derecho palestino a su Estado, sin abrir Jerusalén como ciudad de la hospitalidad, todos, tarde o temprano, y en especial los judíos, volveremos a ser extranjeros