Una vez más estamos observando las matanzas en Gaza, como lo hicimos en marzo último, cuando 110 palestinos, incluidos docenas de niños, fueron matados por Israel en sólo unos días. Una vez más la gente siente rabia, enojo y desesperación por los crímenes que comete el estado israelí con impunidad total. Pero por sobre el intenso enojo y pesar que muchísimas personas sienten por las masacres renovadas de Israel en Gaza, hay un sentimiento de frustración por la falta de respuestas polìticas que puedan cambiar el curso de los acontecimientos, acabar el sufrimiento y traer justicia. Los palestinos están pidiendo solidaridad, solidaridad real, traducida en una acción política determinada.
Por Ali Abunimah
"Yo pondré música y celebraré lo que la fuerza aérea israelita está haciendo." Ésas fueron las palabras, dichas en Al Jazeera, de Ofer Shmerling, un agente de defensa civil israelí destinado a Sderot, área adyacente al de las últimas matanzas de Israel en Gaza.
Poco tiempo antes, los aviones F-16 y helicópteros Apache de Israel -en ambos casos proporcionados por los Estados Unidos- dejaron caer más de 100 bombas en decenas de lugares de la asediada ciudad de Gaza, matando a más de 200 personas e hiriendo a centenares más. Muchos de estos ataques estuvieron dirigidos a estaciones policiales, localizadas -como en la mayor parte del mundo- en el medio de áreas civiles. El gobierno norteamericano fue el primero en ofrecer su apoyo a los ataques de Israel, y otros seguirán.
Los informes señalaron que muchos de los muertos eran policías palestinos. Entre aquéllos que Israel etiqueta como "terroristas" había de un docena de agentes de tránsito que culminaban su entrenamiento. Todavía se desconoce el número de civiles que perdieron la vida o resultaron heridos; Al Jazeera mostró imágenes de varios niños asesinados, y los ataques israelíes ocurrieron al mismo tiempo que miles de niños palestinos estaban en las calles de regreso de las escuelas.
La alegría de Shmerling es compartida por muchos israelíes y sus partidarias alrededor del mundo; su violencia es una violencia virtuosa. Es la "autodefensa" contra los "terroristas" y por consiguiente justificada. El bombardeo israelí -como el norteamericano y el de la OTAN cuando atacan en Irak o Afganistán- se ejecuta en nombre de la libertad, la paz y la democracia.
La justificación de las matanzas de Israel, que se transmite fielmente por numerosos medios de comunicaciòn del mundo, es que Israel está actuando en "venganza" por los cohetes palestinos disparos con creciente intensidad desde que expiró la tregua de seis meses, pese a que hasta entonces ningún israelí había sido muerto o herido por esos ataques.
Pero los ataques horrendos de hoy marcan sólo un cambio en el método de Israel de eliminar a los palestinos. En los meses recientes ellos murieron fundamentalmente de muertes silenciosas, sobre todo entre los ancianos y enfermos privados de comida y medicamentos por el asedio de dos años, calculado y pensado para causar sufrimientos y privaciones a un millón y medio de palestinos, la mayoría de ellos refugiados y niños que fueron enjaulados en la Franja de Gaza. En Gaza, los palestinos murieron hasta ahora silenciosamente, privados de medicamentos básicos: insulina, remedios oncológicos y productos para diálisis cuya provisión fue prohibida por Israel.
Los medios de comunicaciòn no suelen preguntar cuál es la idea de tregua que sostiene Israel. Es muy simple. Bajo una tregua al estilo israelí, los palestinos tienen el derecho de permanecer callados mientras Israel los hambrea, los mata y continúa colonizando su tierra violentamente. Israel no sólo ha prohibido la llegada de comida y medicamentos para alimentar y sostener el cuerpo de los palestinos en Gaza, sino que también los priva del alimento para sus mentes hambrientas: debido al asedio, no pueden conseguirse la tinta y el papel necesarios para imprimir los libros de texto de sus escolares.
Como dijo John Ging, jefe de los funcionarios de la agencia de los Naciones Unidas para los refugiados de Palestina (UNRWA), en noviembre: hubo cinco meses de cese de hostilidades y las personas de Gaza no obtuvieron ningún beneficio; ellos no tuvieron el menor atisbo que les hiciera más digna la existencia. Nosotros, de hecho, en la ONU, también sufrimos la restricción de suministros durante el período del cese de hostilidades, al punto que quedamos en una posición muy vulnerable e incierta y con unos días de cierre quedamos sin comida."
Ésa es una tregua israelí. Cualquier contestación a los ataques israelíes -si se efectúan protestas pacíficas contra el muro del apartheid en Bilin y Nilin, en Cisjordania, por ejemplo- es respondido con violencia. Ningún cohete se ha lanzado a Israel desde Cisjordania, y los ataques de Israel, las matanzas, el robo de tierras, los pogroms de los colonos y los secuestros nunca cesaron, ni un solo día, durante la tregua. La Autoridad Palestina en Ramallah ha accedido a a todas las demandas de Israel, incluso la de poner sus fuerzas de seguridad a enfrentar a la resistencia en el nombre de Israel. Nada de eso ha ahorrado a un solo palestino los padecimientos de la implacable colonización de Israel. No evitó, por ejemplo, que la familia Al-Kurd viera lac asa queocupó durante 50 años en Jerusalén Orientan demolida el 9 noviembre, para que la tierra en que se asentaba pudiera ser tomada por los colonos.
Una vez más nosotros estamos observando las matanzas en Gaza, como lo hicimos en marzo último, cuando 110 palestinos, incluidos docenas de niños, fueron matados por Israel en sólo unos días. Una vez más la gente siente rabia, enojo y desesperación por los crímenes que comete el estado israelí con impunidad total.
Pero hoy, por los medios de comunicación árabes e internet la rabia no se dirige solamente hacia Israel. Curiosamente, se dirige en mayor medida a los Estados árabes. Las imágenes de que el palo es la ministra de Relaciones Exteriores de Israel, Tzipi Livni, en El Cairo en día de Navidad. Allí ella se sentaba, mientras se sonreía con el presidente egipcio, Hosni Mubarak. Hay imágenes de Livni y su par egipcio dándose palmadas.
El periódico israelí Haaretz informó que el último miércoles el "gabinete israelí autorizó al primero ministro, al ministro de Defensa y al ministro de Relaciones Exteriores a determinar el momento y el alcance" de los ataques de Israel en Gaza. Por todas partes muchos se preguntan qué se dijeron Livni y los egipcios y más importante aún qué le dijeron ellos a la ministra israelí. ¿Israel obtuvo luz verde para llevar al rojo las calles de Gaza? Pocos están listos para darle el beneficio de la duda a Egipto después de que ha ayudado a Israel a sitiar Gaza manteniendo cerrado el cruce fronterizo de Rafah por más de un año.
Por sobre el intenso enojo y pesar que muchísimas personas sienten por las masacres renovadas de Israel en Gaza, hay un sentimiento de frustración por la falta de respuestas polìticas que puedan cambiar el curso de los acontecimientos, acabar el sufrimiento y traer justicia.
Pero hay maneras, y éste es un momento para enfocarse en ellas. Ya yo he recibido avisos de demostraciones y acciones de solidaridad que se planean en diversas ciudades del mundo. Eso es importante. ¿Pero qué pasará después de que las demostraciones se dispersen y la ira se apague? ¿Continuaremos permitiendo que los palestinos de Gaza sigan muriéndose en silencio?
Los palestinos están pidiendo solidaridad, solidaridad real, traducida en una acción política determinada. El Grupo Estatal Democrático, con base en Gaza, hace un llamado a las organizaciones de la sociedad civil para actuar inmediatamente ejerciendo presión en sus gobiernos para que rompan los lazos diplomáticos con el apartheid israelí e instituyan sanciones en su contra.
Las organizaciones The Global Boycott, Divestment y Sanctions Movement for Palestine (http://www.bdsmovement.net/) proveen el formato para esto. Ahora es el tiempo para encauzar nuestras crudas emociones en un compromiso a largo plazo para asegurarnos de que no se repetirá otra pesadilla en Gaza.
La fuente: El autor es cofundador de Electronic Intifada y autor del libro One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse (Metropolitan Books, 2006). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.
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