15 junio 2007

El giro hacia la denominada "izquierda nueva"


Los brotes de populismo matizan en algunos casos esta tendencia

Los países latinoamericanos están viviendo cambios profundos. Las últimas elecciones en varios países de América Latina han dibujado un panorama diverso en cuanto a corrientes políticas, con una preferencia por los partidos de izquierda y centro-izquierda, los movimientos populistas y corrientes de derecha, dependiendo del contexto, situación y escenario. Basta con observar el mapa de tendencias políticas de América Latina para confirmar lo variopinto de las tendencias políticas, pareceres, pensamientos e ideologías.

Desde Tijuana (extremo noroeste de México) hasta la ciudad de Ushuaia (capital de Tierra del Fuego, costado sur de Argentina) el repaso geopolítico de los países latinoamericanos es todo un híbrido de movimientos y partidos políticos surgidos del inconformismo en varios aspectos, pero fundamentalmente en lo social y económico.

La 'izquierda nueva'
Una de las tendencias que ha tenido bastante auge en los últimos años en la política latinoamericana es la denominada 'izquierda nueva', matizada en algunos casos con brotes de populismo expresados de manera significativa en la calle, a través de manifestaciones sociales capaces de desafiar a gobiernos, que finalmente han terminado derrocados.

Se trata de una 'izquierda nueva' que ya no piensa en los cambios rupturales a través de las armas, sino mediante el discurso coherente, moderado y pacificador que permite alcanzar el poder mediante el sufragio universal en un proceso democrático y eleccionario. La justificación de este vuelco político son las victorias electorales de Hugo Chávez en Venezuela (elegido en febrero 1999 y reelegido en diciembre de 2006), Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (elegido en enero de 2003 y reelegido en octubre de 2006), Néstor Kirchner en Argentina (mayo 2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (marzo 2005), Evo Morales en Bolivia (enero 2006), Michelle Bachelet en Chile (marzo 2006), Daniel Ortega en Nicaragua (noviembre de 2006) y Rafael Correa en Ecuador (noviembre de 2006).

Mikel Barreda, investigador y analista del Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya, sostiene en su artículo "¿Hacia dónde lleva el viraje a la izquierda en América Latina?" publicado en "La Vanguardia", que la principal explicación del surgimiento de la "nueva izquierda" latinoamericana "es la insatisfacción generalizada que despertaron las reformas económicas estructurales que conformaban el llamado Consenso de Washington (con políticas de disciplina presupuestaria, privatizaciones, desregularizaciones, etcétera). Estas reformas suponían aceptar un nuevo modelo económico (neoliberal) en el que el Estado no garantizaba ninguna protección frente a gran parte de los avatares del mercado, pero en el que a cambio -se decía- el crecimiento económico sería mayor y más estable".

Nada de este modelo dio resultados positivos, si se tienen en cuenta los datos del mismo Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que para la década de los noventa reveló que el crecimiento económico promedio de la región sólo alcanzó el 1,5%. Guarismo muy bajo a todas luces por el nivel de pobreza que aqueja a más de un 40% de los habitantes de América Latina.

"Ante este panorama, los movimientos y partidos de la nueva izquierda han encontrado un verdadero filón en el fracaso del consenso de Washington. Desde el rechazo firme al modelo económico neoliberal han definido en buena medida su identidad política y han ampliado considerablemente sus bases sociales. Hugo Chávez, presidente de Venezuela, es una de las figuras que más ha explotado este discurso, reiterando estar a la vanguardia de la lucha contra el neoliberalismo y la globalización económica dominante en América Latina", añade el analista e investigador.

Pero hay algo que es necesario identificar. Qué tanto de homogéneo tienen estos movimientos y partidos de la denominada "nueva izquierda latinoamericana". Es decir, cuáles serían las señas de identidad ideológica o denominadores comunes que les equipararían.

Mikel Barreda habla de tres componentes afines específicos si se atiende al discurso de cada una de estas fuerzas que las componen: "El primero, un compromiso con políticas que promuevan la justicia social (una de las iniciativas más conocidas es el programa Hambre Cero del Gobierno de Inácio Lula da Silva en Brasil). El segundo componente se relaciona con la preocupación por la soberanía nacional, que incluye un interés por controlar la explotación de los recursos naturales del país (petróleo y gas, como en los casos Chávez en Venezuela y Morales en Bolivia) y el tercero, un interés por impulsar iniciativas de cooperación y acción exterior conjuntas, tanto de índole política como económica (por ejemplo, el fortalecimiento de Mercosur o estrategias comunes para negociaciones con los organismos financieros internacionales)".

La ola populista
Adrián Bonilla y Alexei Páez, profesores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Ecuador, en su artículo "Populismo y caudillaje una vieja historia" publicado en la revista Vanguardia Dossier, señalan que "en todos los países latinoamericanos persiste una vieja tradición política que interpela al pueblo, que rompe con los convencionalismo del establishment, que tiene la habilidad de usar múltiples ideologías, que eventualmente moviliza a las masas, y que generalmente se organiza detrás del carisma de un caudillo".

Sobre el concepto de populismo, los citados expertos sostienen "que es de enorme ambigüedad, ya que bajo este término se han identificado los más diversos tipos de políticas. Ha sido un concepto paraguas, bajo el cual puede cobijarse casi cualquier contenido, por lo que cuestionar su utilidad analítica ha sido una tradición de las ciencias sociales latinoamericanas".

El Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya en el editorial "Tomando los populismo en serio" de la edición 49 de su revista "Gobernanza" sostiene que esta "caracterización –de populismo- es una buena primera aproximación, aunque fría".

"No nos transmite las razones por las que los populismos reverdecen con tanta facilidad y pasión en América Latina; no nos dice nada de por qué los populismos -teniendo raíces innegables y hasta expresiones actuales en Rusia, Europa y Estados Unidos- han encontrado sus terrenos más abonados en América Latina. En realidad, el populismo es uno de esos fenómenos que se deja describir pero no definir. Y para describirlo hay que acudir a su historia", se añade.

Para el Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya, es preferible hablar de populismos en plural para explicar la multiplicidad del fenómeno. Este caso corrobora que hay populistas de derecha –como Álvaro Uribe- y de izquierdas –como Evo Morales, Fidel Castro o Manuel López Obrador. Existen también populistas que se han declarado no ser de derechas ni de izquierdas –como el derrotado Ollanta Humala en Perú- y los hay quienes se sienten incómodos con estas etiquetas extraídas de la Revolución francesa –como Hugo Chávez-. También coexisten casos de presidentes que son clasificados como populistas y otros como de izquierda reformista –como Néstor Kirchner-, o centroizquierda –como Michelle Bachelet-. Se revalida la teoría que hay populistas de hoy y subsistieron populistas en un ayer nada lejano –en América Latina especialmente entre 1930 y 1960- que persisten en el imaginario colectivo de muchos habitantes de latinoamericana.

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