17 mayo 2007

La nueva lucha entre Fatah y Hamás...


...deja al Gobierno palestino al borde del abismo

El ministro de Interior abandona el cargo, impotente ante la muerte de nueve personas

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 15/05/2007 - El País

Por dos veces había rechazado su dimisión el jefe del Gobierno palestino, Ismail Haniya. Pero ayer, el ministro del Interior, el independiente Hani al Kawasme, se la presentó de forma irrevocable. Era el hombre clave en un Ejecutivo que ahora se tambalea, un puesto que sólo pudo cubrirse tras meses de arduas negociaciones entre Hamás y Al Fatah. Los nueve milicianos y periodistas afines a ambos partidos muertos en las últimas 48 horas han sido la espoleta. Kawasme había advertido de que los hombres fuertes de las dos milicias hacían y deshacían sin atender a sus órdenes.
"Desde el principio afronté obstáculos que despojaron al ministro de sus poderes y convirtieron mi posición en un cargo vacío de autoridad. Digo a todas las partes, incluido el presidente [Mahmud Abbas] y el primer ministro, que no puedo aceptar ser un ministro sin autoridad", declaró el abogado Kawasme al anunciar ayer su dimisión. De momento, el propio Haniya se hará cargo de la cartera de Interior.
El abandono de Kawasme supone un durísimo golpe para un Gobierno que desde el primer día estuvo al borde del abismo. Desde el 15 de marzo, cuando el Parlamento palestino -con la ausencia de 41 diputados (38 de ellos de Hamás) encarcelados en prisiones israelíes- dio su visto bueno en Gaza y en Ramala al Ejecutivo de unidad constituido tras el acuerdo de La Meca , forjado merced a la presión diplomática y financiera de Arabia Saudí el 8 de febrero anterior.
Poco a poco se desvanece la esperanza que sacó a las calles de Gaza aquel 8 de febrero a decenas de miles de personas.
Al menos dos guardaespaldas de dirigentes de Al Fatah murieron ayer en un ataque de hombres armados de Hamás, que asaltaron las oficinas de un portavoz del partido rival en la ciudad de Gaza. La tercera víctima fue un transeúnte que se vio envuelto en un tiroteo en Jan Yunis, en el sur del territorio.
Los heridos se cuentan por decenas y los secuestros de dirigentes de uno y otro partido se encadenan. De poco sirve la incansable mediación de funcionarios de los servicios de espionaje egipcios, que logran que las partes firmen un alto el fuego que apenas se mantiene en vigor un puñado de horas.
Sólo dos meses ha durado la calma, siempre precaria, entre las milicias de dos partidos que no hallan el modo de apaciguar los ánimos. No es de extrañar. Sus proyectos se sitúan en las antípodas. Al Fatah, tras su amarga derrota en las legislativas de enero de 2006, tras casi medio siglo de hegemonía política indiscutible, rechazó ceder el poder y puso todas las trabas imaginables al Gabinete formado por Haniya. Y sus dirigentes apuestan por un proceso de paz que no cuaja, por el momento, en resultado alguno.
Sin renuncia a las armas
El movimiento islamista Hamás, tras su decisión de pelear en la arena política -sin renunciar nunca a la lucha armada contra Israel- no está dispuesta a abandonar el Gobierno. Y no quiere oír ni hablar de negociación con el Estado hebreo.
Únicamente propone una tregua al lanzamiento de cohetes Kassam si el Ejecutivo de Ehud Olmert detiene las continuas operaciones militares en Cisjordania. Casi 400 milicianos y civiles palestinos murieron en un año de cruentos enfrentamientos a balazos que a punto estuvieron de degenerar en una guerra civil.
Si se pregunta en las calles de Gaza y Cisjordania quiénes orquestaron huelgas contra el Ejecutivo de Hamás, quiénes ordenaron asesinatos de militantes islamistas, y quienes instigaron el caos, la respuesta es casi siempre la misma: Mohamed Dahlan, amo y señor de los cuerpos policiales leales al presidente Abbas, y sus subordinados. Hasta el mes de diciembre. Fue entonces cuando Hamás decidió responder y los cadáveres cayeron en el bando contrincante. Pocos días después de formarse el Gobierno de unidad, Dahlan fue nombrado consejero de Seguridad Nacional. Y entonces brotaron las primeras chispas.
Hoy, los palestinos conmemoran la Naqba , el desastre, la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares en las semanas previas y posteriores a la fecha de la fundación del Estado de Israel, el 15 de mayo de 1948. Ahora encaran otra catástrofe, esta vez fratricida.

Un territorio plagado de siglas, intereses y armas

EE UU entregó en 2006 alrededor de 20.000 fusiles a la Guardia Presidencial de Abbas

J. M. M. - Jerusalén - 15/05/2007

Nunca dejaron de prepararse para una nueva ronda de choques violentos que ha llegado sólo dos meses después de formarse un Gobierno de unidad al que nadie augura larga vida. Mientras Hamás se dedica en cuerpo y alma a cavar túneles, construir búnkeres, a mejorar el alcance y potencia de sus cohetes artesanales y a almacenar explosivos en la medida que le permite el contrabando a través de los túneles de Rafah, en la frontera de Gaza con Egipto, Al Fatah tampoco ha cesado de entrenar a sus milicianos y policías y de abastecerse de armas procedentes sobre todo de Estados Unidos.
Además de unos 15.000 miembros de las Brigadas Ezedín al Kassam, brazo militar del grupo fundamentalista, el Gobierno de Haniya ordenó en mayo de 2006 la creación de la Fuerza Ejecutiva , un organismo policial que ha pasado de 3.000 a 6.000 miembros en pocos meses. Su motivación supera con creces la de sus rivales; son quienes lucharon contra el Ejército israelí en la invasión de la franja posterior a la captura del soldado judío Gilad Shalit en junio del año pasado. Murieron a centenares.
Los cuerpos policiales fieles al presidente, Mahmud Abbas, y más todavía al consejero de Seguridad, Mohamed Dahlan, cuentan con muchos más agentes. La Guardia Presidencial , la Seguridad Preventiva , la Inteligencia Militar y la Policía Naval la forman más de 30.000 hombres. Tienen a su favor que gozan del respaldo de Jordania, Egipto y, sobre todo, de Washington. El Congreso de Estados Unidos aprobó el mes pasado un fondo de 43,8 millones de euros para fortalecer la Guardia Presidencial , y en el último año han entregado alrededor de 20.000 fusiles de asalto a sus agentes. Pero en su contra juega su menor determinación a la hora de combatir.
Al Fatah dispone de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, su rama militar. Y aquí sí que impera el caos. Son infinidad de grupúsculos que obedecen sólo a los caciques locales y que poco hacen por ayudar al presidente Abbas, al que los Gobiernos israelíes acusan de ser incapaz de poner orden en sus propias filas. Si el brazo militar de Hamás cumple cuando anuncia un alto el fuego, cada facción de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa hace en todo momento lo que le viene en gana.

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