17 mayo 2007

Guerra sin cuartel en las calles de Gaza

Cuarenta años de dominio, opresión, espíritu de expansionismo, sujeción por la razón de la fuerza, arbitrariedad y conducta de sátrapas inmisericordes, han transformado a mis compatriotas en amos y señores de la guerra, en un sistema prusiano de gobierno, en la militarización de la vida ciudadana, en la violencia, el duelo y la muerte como normas del quehacer cotidiano de los israelíes. Ese sistema de opresión, que combina, los palos, la zanahoria, y acicatea la delación, impone normas draconianas, destruye, humilla, ha llevado el conflicto entre Isarel y Palestina al borde de lo imposible. En este clima de dominación y violencia, dividir para reinar es, también, un efectivo medio que quebrar al pueblo palestino y continuar la matanza dentro de la Franja de Gaza, disparar raquetas kasam sobre Shderot, proseguir los asesinatos selectivos de Israel contra milicianos e inocentes. La violencia, siempre la violencia y la muerte. ¿A ningún israelí no se le ocurre que hay un sistema, uno solo, que nunca fue puesto en práctica y que puede terminar con el derramamiento de sangre...?
Es claro, por lo visto no quieren los israelíes sentarse a discutir el cese del fuego junto con las negociaciones de paz, francas, abiertas. Los israelíes quieren que renuncie todo el gobierno de Olmert, que se convoque a elecciones inmediatas para reponer al neoliberal económico y fascista político Netaniahu. Entonces sí sabremos lo que es bueno si el likud vuelve a poner sus zarpas en la conducción de este estado sin rumbo.
Andrés aldao


LAURA L. CARO. CORRESPONSAL GAZA. ABC

«Nos convertimos en escudos humanos para salvaros de Israel, y ahora nos toca salir a la calle para que no os matéis los unos a los otros». Hartos, hastiados, abatidos de amargura tras cuatro días de fuego salvaje que han arrastrado Gaza al infierno de una guerra no declarada, dos centenares de civiles palestinos desafiaron ayer el terror a morir acribillados por cualquier ráfaga en cualquier esquina para gritar basta. Lo incomprensible es que ayer no hubiera miles de muertos, montañas de muertos, en mitad del derrame de tiros entre los de Hamás y Al Fatah, sino una veintena. Y lo desesperante es que los hospitales clamaran en vano por los altavoces pidiendo sangre y plasma, no ya para atender a los 85 heridos ingresados en la jornada, sino para hacer frente a lo que está por venir. Y lo peor es que el llanto de la gente no sirviera para nada.
Era entonces por la mañana. Por la tarde, varias torres residenciales ardían como antorchas, víctimas de los ataques con lanzagranadas de los islamistas, que han empezado a buscar casa por casa a enemigos de Al Fatah inyectando un pánico extremo entre la población. Al menos tres de los edificios son sedes de televisiones locales y extranjeras, y, dentro de ellos, decenas de periodistas se vieron retenidos y posteriormente obligados a huir entre amenazas. El terror está volviendo a la población local: «Que vuelva el Ejército de Israel a parar esto, Olmert, Péretz, os rogamos ayuda...», bramaba ayer por la radio refugiado en su salón un hombre confundido ante la impotencia de no poder pedir auxilio a las Fuerzas de Seguridad. Porque son las que están matándose entre sí en las calles.
La batalla del miércoles se desató con el asalto de madrugada de los pistoleros de Hamás a la casa del jefe de la Seguridad Interior Palestina, Rashid Abu Shbaak, mano derecha del presidente Mahmud Abbás, y al que los islamistas acusan de haber manipulado los cuerpos bajo su mando a favor de Al Fatah hasta hacer estallar los choques. En el combate morían cinco de los guardaespaldas de Abu Shbaak, en una «masacre calculada» -acusaba un portavoz de Al Fatah, Abdul Hakim Awad- que los milicianos de Hamás perpetraban ávidos de sangre tras haber asesinado por error horas antes a cinco de los suyos.
Fue en el marco de un primer ataque que intentaron contra el hogar de otro dirigente moderado, el director de la Seguridad Preventiva, Yousef Issa, cuyos hombres consiguieron en la refriega arrestar y meter en un coche a un grupo de asaltantes fundamentalistas. El vehículo fue acribillado en medio de la confusión por los propios compañeros de Hamás, que en su furia también asesinaron al conductor y copiloto, ambos de la Seguridad Preventiva rival.
A las ocho de la tarde hora local, siete en la Península, el ruido de las sirenas y el estruendo de las armas dejaban otra vez en papel mojado una tregua, tercera en lo que va de crisis y decimotercera en lo que va de año, que horas antes había sido solemnemente anunciada por el ministro de Información, Mustafá Barguti. Un activista del Fatah, Raed Bachir, recibió disparos de hombres desconocidos en la franja de Gaza ayer por la noche. Su muerte dejó claro que todavía no habrá alto al fuego entre palestinos.
«Nos espera un horizonte muy oscuro. -decía ayer Aiman Sahin, doctor en Políticas de la Universidad de Al Zahara- El poder compartido no existe aquí. En Hamás hay un grupo muy fuerte dirigido desde Irán y el primer ministro, Ismail Haniye, no tiene autoridad para controlarlo. No tenemos ningún futuro».

L. L. CARO (ABC)
GAZA. Para el Gobierno de Israel, no han tenido más remedio que intervenir «en la agenda de violencia» de Hamás para que no se crean que quien calla otorga. Para el Gobierno palestino, no se trata nada más que de «sacar partido de una situación de enfrentamientos internos» para dar un escarmiento a su antojo. Para buena parte de la población, el sentimiento es que si hay un ataque hebreo de envergadura, puede que las facciones se unan «para luchar juntos contra el verdadero enemigo: la ocupación».
Ehud Olmert aprobó ayer el inicio de una operación militar «severa y dura» para acabar con las lanzaderas de cohetes Kassam bajo mando de Hamás desde las que, entre el martes y el miércoles, fueron disparados 50 proyectiles no dirigidos a territorio israelí, que han herido al menos a tres personas. La decisión es adoptada en el marco de un gabinete de crisis después de que, ya por la mañana, los helicópteros artillados aniquilaran un cuartel islamista próximo a la frontera con Egipto en el que murieron cuatro miembros de la Fuerza Ejecutiva, y a las pocas horas otro bombardeo en el norte de la franja hiciera blanco en una plataforma de cohetes.

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