24 abril 2007




Sarkozy y Royal se enfrentarán por el Elíseo


Durante el domingo las calles de París reflejaron la polémica utilización del voto electrónico y sobre todo, los pronósticos de resultado.


El domingo 22 de abril, el principal tema que se escuchaba en las conversaciones de los franceses era el de las elecciones: el candidato que se había elegido, la polémica utilización del voto electrónico y sobre todo, los pronósticos de resultado.
En cada bureau electoral, los votantes hacían filas y esperaban pacientemente desde primera hora de la mañana a que llegara su turno. Al mediodía, en algunas mesas electorales, las hojas de firmas que certifican la participación de los ciudadanos, estaban prácticamente completas. El pueblo francés tenía ganas de pronunciarse, de alzar la voz y tomar las riendas de lo que determinará el futuro político del país. En esta ocasión, nada se dejó al azar y no hubo sorpresas. Así lo certifica el índice de participación que alcanzó el 85 %.
Alrededor de las 18 horas la mayoría de las mesas electorales habían cerrado, y los ciudadanos comenzaron a reunirse en las respectivas sedes de cada partido político. En Solférino, centro socialista, se agrupaban seguidores de los diferentes grupos de izquierdas: ecologistas, anti-sarkozistas, partidarios de Besançenot, de Buffet, etc. Todos ellos con una idea común. Querían mostrar su apoyo a la izquierda, a Ségolène Royal, candidata socialista, quien finalmente podrá hacer frente el 6 de mayo, en la segunda vuelta de las elecciones, al conservador de la UMP (Unión por un Movimiento Popular), Nicolás Sarkozy. El ambiente, relativamente festivo, se prolongó hasta la una de la madrugada cuando la candidata socialista se dirigió a los asistentes desde el balcón de la sede. El discurso apelaba al cambio, y llamaba a los franceses a las urnas, dentro de dos semanas, para hacerlo posible.

Sarkozy «recupera» Marsella y París; los suburbios, con Royal

F. DE ANDRÉS - ENVIADO ESPECIAL

PARÍS. La mancha azul del «fenómeno Sarkozy» cubrió de modo casi homogéneo todos los departamentos (provincias) del norte, este y gran parte del centro de Francia. La mancha roja del «fenómeno Ségol_ne» se extendió por la mayoría de los departamentos del sur y una buena porción del oeste. El voto de los territorios de ultramar estuvo repartido entre los dos vencedores, con ventaja para el líder de la conservadora Unión por un Movimiento Popular.
La sorpresa de la jornada fue la victoria de Sarkozy en París, y en la mayoría de las zonas circundantes de «Ile de France». En la capital, el candidato reformista conservador sacó cuatro puntos de ventaja a Ségol_ne en una plaza que cayó en manos socialistas en las últimas municipales de 2001.
No fue sorprendente la victoria de la candidata socialista en los suburbios más deprimidos de la capital. En Clichy-sous-Bois, Royal logró el 50 por ciento de los sufragios. El interés de este barrio tiene su simbolismo: aquí estallaron los graves disturbios étnicos del verano del 2005, después de que Sarkozy -a la sazón ministro del Interior- utilizase el término «canalla» para referirse a los jóvenes vándalos de la capital.
El centrista Bayrou logró un excelente resultado en la capital, a años luz de los ecologistas. El alcalde socialista de París, que ha dotado a los verdes de muchos puestos en la administración de la ciudad, se verá tentado a hacer algunos cambios urgentes, entre otras cosas para cortejar a los electores del partido de Bayrou y animarles a que voten a Segolén_ en la segunda vuelta de mayo.
Otro bastión que cae en manos de Sarkozy es Marsella, hasta ahora feudo del Frente Nacional. En esta ciudad ganó Le Pen ininterrumpidamente en las presidenciales de 1988, 1995 y 2002. El domingo, Marsella votó masivamente por Sarkozy.
Lion, otra de las grandes urbes francesas, se repartió entre la derecha y el centro. El «Gran Lion» fue para el candidato de la UDF, François Bayrou, pero en la capital el más votado fue Sarkozy, con el 24 por ciento de los sufragios, seguido de cerca por Ségol_ne. Adiós por tanto a la ciudad que en su día Valery Giscard D´Estaing saludó como la «capital de la UDF».



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