14 marzo 2007

La Necesidad de No Saber:

La Comunidad Judía Americana y el Conflicto Palestino-Israelí

Comentarios sobre el libro de Tanya Reinhart: "La Hoja de Ruta hacia ninguna parte: Israel / Palestina desde el 2003", editado en el 2006 .

Por Jerome Slater

La iniciativa del sionismo de crear un estado para el pueblo judío fue diseñada para servir dos propósitos. El principal de ellos era el de proporcionar un refugio que asegurara bienestar y seguridad al pueblo judío dondequiera estuviera en peligro por los siempre recurrentes y generalizados ciclos históricos de antisemitismo sanguinario –el más reciente, por supuesto , el Holocausto. Y por otra parte, que el estado judío de Israel debería ser un ejemplo de moralidad para toda la humanidad, “una luz entre las naciones,” el modelo de la clase de estado que un pueblo liberal, bien educado, sofisticado y sensible – el pueblo del Libro- podría crear.
El sueño sionista se está volviendo una pesadilla. No hay lugar en el mundo donde el pueblo judío se encuentre más inseguro que en Israel, en parte, por supuesto, debido a la continuación del antisemitismo, especialmente en el mundo islámico, pero también debido a las políticas y comportamientos del estado judío. En lo que respecta a su ejemplo de moralidad, a los defensores actuales de las políticas de Israel hacia los palestinos no les preocupa siquiera reivindicar una mayor moralidad, más bien, ellos quisieran que Israel sea considerada como un estado “común” y típicamente se quejan amargamente que Occidente tenga un standard doble, condenando los antecedentes de trasgresión de derechos humanos de Israel y minimizando los aún peores antecedentes de las típicas autocracias árabes. Lo que es utilizado como defensa- resulta en una gran diferencia entre lo que debería ser “una luz entre las naciones” y ser “mejores que Siria.”
El “pecado original” del sionismo (en el lenguaje de muchos críticos israelíes) fue la desposesión política de los pueblos árabes de Palestina que tenían una causa histórica más convincente para la soberanía política sobre Palestina que la que tenían los judíos. Es verdad, Palestina ha sido la patria bíblica original para los judíos, antes que los romanos los expulsaran hace dos mil años. Pero es difícil entender que esta historia pueda darles a los judíos el derecho innato a la tierra en perpetuidad, particularmente a la luz de un hecho irrefutable que por mil trescientos años consecutivos estas regiones fueron habitadas por los árabes, y que también debido a que los reclamos religiosos e históricos del territorio por parte de musulmanes y cristianos no son menos poderosos que los hechos por los judíos.
De modo que el argumento religioso para la soberanía judía sobre Palestina no resulta persuasivo, y el argumento de haber tenido posesión del territorio con anterioridad, lo es menos aún.
No hay lugar en la tierra que no haya “pertenecido” en algún tiempo u otro a un pueblo diferente que la de sus actuales habitantes, y ningún otro lugar salvo Palestina donde siquiera se le ocurra discutir que el paso de dos mil años es irrelevante para evaluar los actuales derechos territoriales. Para peor, la ceguera de los israelíes- al igual que los no informados partidarios judíos de la Diáspora , especialmente en los Estados Unidos- en la consideración de la realidad del conflicto, estos argumentos infantiles han tenido consecuencias devastadoras para los israelíes y palestinos por igual.
La tragedia es que estos argumentos profundamente errados de privilegiar los reclamos judíos por Palestina por encima de los de sus habitantes autóctonos fueron innecesarios porque en los primeros años de 1940 hubo un buen argumento y lo suficientemente indiscutible. Después del Holocausto quedó claro para la gente de buena voluntad en todas partes del mundo, que la creación de un estado judío era entonces un imperativo moral y que no había otro lugar práctico de establecer tal estado que no fuera Palestina. Es verdad, esto crearía una injusticia para los palestinos, pero que podría ser mitigada con la división del territorio de Palestina entre judíos y árabes. Tanya Reinhardt lo pone de este modo: “ Como una israelí, crecí creyendo que este pecado original de cómo nuestro estado fue fundado podría ser perdonado algún día, porque la generación de fundadores fue guiada por la fe de que éste era el único camino para salvar a los judíos del peligro de otro Holocausto. Pero ésto no se detuvo allí.”
Todo el mundo sabe, por supuesto, que los palestinos- insistiendo en retener el 100 por ciento del territorio para ellos, sin tener en cuenta las consecuencias para el judaísmo mundial- rehusaron aceptar el plan de Partición de la UN de 1947. Lo que no es ni escasamente bien conocido, sin embargo, es que el primer ministro de Israel, David Ben Gurión y la mayor parte del liderazgo sionista nunca aceptaron realmente la partición. Mas bien, consideraron su acuerdo con el plan de la UN como una mera táctica política, que podría ser posteriormente revertida cuando Israel fuera militarmente más fuerte, lo suficiente para reasumir su iniciativa por la soberanía judía sobre todo el territorio bíblico de Palestina. Y así lo hicieron, y de este modo- como lo sostiene Tanya Reinhardt - Israel continúa haciéndolo hasta el día de hoy, sólo que con lgún método modificado.
De este modo, el conflicto israelí- palestino ya no es más una continuación de un “Pecado Original” históricamente inevitable; más bien se ha transformado en un evitable y prolongado pecado que se va agravando con el tiempo. Evitable porque hubo una oportunidad razonable donde el conflicto pudo haber sido resuelto, si los israelíes hubieran reconocido el inevitable daño cometido contra los palestinos por la creación de Israel y la subsecuente expulsión de sus hogares y aldeas de alrededor de 750000 palestinos, y se hubieran decidido a hacer todo lo posible para compensar esta injusticia, sin el abandono del estado judío en una parte del territorio de Palestina. La falla de Israel en reconocer sus responsabilidades y obligaciones morales hacia los palestinos, ha transformado una tragedia en un crimen.
Tanya Reinhart, profesora emérita de la Universidad de Tel Aviv, y una redactora habitual del Yedioth Ahronoth, el diario de mayor circulación de Israel, ha escrito recientemente dos libros con una crítica mordaz, despiadada y enteramente persuasiva sobre la política israelí hacia los palestinos. El primero, Israel / Palestina: Como terminar la Guerra de 1948, que cubre el período 1999-2002; su libro más reciente La Hoja de Ruta hacia Ninguna Parte; Israel / Palestina desde el 2003, actualiza su análisis hasta los inicios del 2006.
Reinhart sostiene que bajo la administración de Ariel Sharon y el actual primer ministro, Ehud Olmert, el real objetivo de la política israelí ha sido, como mínimo, anexar unilateralmente alrededor del 40% de la Margen Occidental , incluyendo las tierras más productivas y la mayor parte de los recursos de agua de la región. Más allá de eso, Olmert está continuando el proceso de lo que Reinhart denomina abiertamente como “ limpieza étnica” que comenzó con la expulsión de alrededor de 750000 palestinos en 1948. Reinhart afirma que la brutalidad empleada en la guerra de 1948 ya no es más factible, solamente debido a la potencial condena de la comunidad internacional y las consecuencias que tendría para Israel, de modo que está siendo reemplazada por el método más indirecto de una “lenta e invisible transferencia”, que es hacer la vida tan miserable a los palestinos que finalmente se den por vencidos y se trasladen a otra parte.
Las tácticas utilizadas para lograr este objetivo incluye la muerte de más de dos mil palestinos inocentes como resultado de los ataques indiscriminados sobre “militantes” o “terroristas” a través de bombardeos, misiles, fuego de artillería y cosas así. Aparte de las matanzas, el gobierno israelí ha impuesto castigos colectivos y un deliberado empobrecimiento de la población palestina íntegra, con la “creación de un complejo sistema carcelario...(empujando a los palestinos) dentro de enclaves cerrados y sellados, totalmente controlados....por el ejército israelí. Esto es hecho por el ”Muro de Separación” y otras barreras, así como por los caminos militares, patrullas, puestos de control y controles policiales; la clausura del comercio de Gaza con el mundo exterior y las reiteradas incursiones de las Fuerzas de Defensa de Israel. Incluso, además de eso, otras medidas buscan destruir la economía palestina y la vida cotidiana, incluyendo la principal planta de energía eléctrica, las severas restricciones puestas a la utilización del agua potable y para la agricultura, las diarias humillaciones y a menudo severas injusticias impuestas por draconianas leyes israelíes contra la libre circulación de palestinos a través de la Margen Occidental ; la interrupción de los sistemas de salud públicos y privados- y más.
Confrontados con esta catástrofe, no resulta sorpresivo que los palestinos se subleven y que, como Reinhart sostiene, la ley internacional y las Convenciones de Ginebra “reconocen el derecho de los pueblos ocupados de llevar a cabo luchas armadas,” aunque no a recurrir al terrorismo contra civiles. Incluso una resistencia armada no terrorista puede no ser prudente en la práctica, concede Reinhart, ¿pero que alternativas tienen los palestinos?. Muchos -incluyendo Tikkun- han propuesto estrategias de resistencia no violenta, pero hay pocas razones para creer que este método hubiera sido más exitoso.
Reinhart entra en grandes detalles sobre las tácticas que ha utilizado el ejército israelí, la policía y los servicios de inteligencia para desbaratar incluso demostraciones no violentas- incluyendo el uso de gases lacrimógenos, armas de estruendo, balas de goma y ocasionalmente hasta lanzallamas.
Reinhart se enfoca principalmente en el tratamiento israelí a los palestinos. Ella bien pudo haber agregado que la Ocupación y la represión han tenido efectos devastadores directos e indirectos sobre las instituciones israelíes, la sociedad y la calidad de vida. Como regularmente se discute en los medios de comunicación y académicos israelíes, estos incluyen los siguientes temas:
Democracia Israelí
Todas las instituciones democráticas de Israel están en aguda declinación. La Knesset es visualizada ampliamente con desprecio, como lo son generalmente los políticos. El poder judicial en general y la Suprema Corte en particular han abandonado en su mayor parte sus roles imperativos de sostener la ley y los derechos humanos contra los ampliamente generalizados abusos gubernamentales, tanto como el gobierno menciona “necesidades de seguridad” como su justificación. No resulta sorprendente que el poder de los militares y los servicios de seguridad en Israel sean mayores que los de cualquier otra democracia occidental.
Derechos Humanos y Democráticos
Hay muchos comentarios israelíes acerca de la radical declinación de valores, normas morales corrientes y de restricciones. Entre las consecuencias están 1) el crecimiento de conflictos de clase, étnicos intra-judíos y religiosos; 2) el crimen organizado y no organizado, incluyendo la rutina de la violencia intra-judía; 3) sentimientos anti árabes y otras formas de racismo y 4) el abuso de mujeres, incluyendo la trata de blancas. Tanto académicos como Aviad Kleinberg y periodistas como Tom Segev han concluido que “el interés por los derechos humanos jamás ha sido tan insignificante” y que la sociedad israelí sujeta a “una parálisis política y moral” se está “deshaciendo gradualmente.”
Injusticia Económica
Israel ha abandonado su anterior objetivo de crear un socialismo democrático en favor de un “capitalismo desenfrenado.”
Consecuentemente, mientras algunos israelíes se vuelven fabulosamente ricos, otros sectores de la sociedad sufren debido a altas tasas de desempleo, elevada inflación y el ensanchamiento continuo de las desigualdades de ingresos.
Para agregar a esta descripción de patología al estilo del tercer mundo, Reinhart hace notar que un informe del Banco Mundial del año 2005 encuentra a Israel como uno de los estados más corruptos y menos eficientes de Occidente.
Educación y Cultura
EL mesianismo religioso y el fundamentalismo están en alza. Esto, conjuntamente con el secular pero primitivo nacionalismo de Sharon y sus sucesores, ha creado un ambiente donde la libertad académica está bajo un severo ataque, los intelectuales de Israel son considerados con desprecio y el sistema educativo ha declinado radicalmente, llegando a ser controlado de un modo creciente por el gobierno, politizado e ineficiente. Como escribió recientemente Adir Cohen, un profesor catedrático de educación en la Universidad de Haifa, el deterioro del sistema educativo israelí (como informó mediante abundantes estudios recientes) es acompañado por una movida nacional en una “dirección anticultural. Las instituciones de arte están siendo sofocadas, las orquestas ahogadas, los teatros cerrados.....Las bibliotecas públicas están en un estado terrible. Por 2000 años fuimos el Pueblo del Libro. Ahora nos hemos transformado en el país de los patanes.”
Si bien no se puede afirmar que todos estos problemas son solo atribuibles a las consecuencias del conflicto israelí / palestino, ni que desaparecerían si ese conflicto fuese arreglado, es igualmente obvio que el conflicto, la Ocupación , y la represión de los palestinos han jugado un rol principal, ya sea creándolos o exacerbándolos.
¿Qué Puede Hacer la Comunidad Judeo-Americana ?
No solo está en riesgo la sociedad y la democracia israelí, sino incluso su seguridad básica. Como Reinhart lo formula, Israel es “un pequeño estado judío... rodeado por doscientos millones de árabes,” y “se está convirtiendo en el enemigo de todo el mundo musulmán. No hay garantía que tal estado pueda sobrevivir. Preservar a los palestinos también significa preservar a Israel.” Más tarde o más temprano los más fanáticos de los fundamentalistas islámicos, por un medio u otro, probablemente adquieran armas nucleares- y ellos pueden muy bien usarlos contra ciudades israelíes, sin tener en cuenta las obvias consecuencias de la represalia israelí contra el mundo musulmán. Y esto será el fin de Israel y de gran parte del Medio Oriente.
Sólo serias presiones del gobierno americano, incluyendo la de disponer un apoyo político, económico y militar que dependa de la finalización de la ocupación israelí y la represión a los palestinos, puede detener a los israelíes de marchar a su amenazante precipicio. Dada la confluencia de la ideología de derecha y las realidades políticas domésticas en los Estados Unidos, es difícil imaginar que algún gobierno americano pueda imponer políticas tan duras sobre Israel sin un fuerte apoyo de la comunidad judeo-americana.
Reinhart sostiene que “Parte de la razón del por que el lobby pro israelí (en los EE.UU.) ha sido tan exitoso, es la masiva falta de conocimiento acerca de lo que está realmente ocurriendo en Israel-Palestina. “Sin embargo, ahora las cosas son aún peores: ya no es tanto la ignorancia inocente lo que cuenta en la renuencia de la mayor parte de la comunidad judeo americana de ayudar a Israel a preservarse de sí misma, a esta altura ha habido una cobertura considerable – incluso en los supercautos medios de comunicación- sobre lo que Israel le está haciendo a los palestinos y a sus mejores propios intereses. De este modo, la cuestión real es la ignorancia voluntaria –la necesidad psicológica de no darse por enterado- de nuestra comunidad. El precio- para los palestinos, para los israelíes y para la seguridad nacional americana – es que esta situación es insoportable y puede volverse muy pronto apocalíptica.
Jerome Slater es un erudito investigador universitario, SUNY / Buffalo.
Fuente: Tikkun - marzo/abril de 2007 - Traducción: Israel Laubstein.
(*) Sitio web:
www.pazahora.net

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