Defensa de derechos humanos y acusaciones de antisemitismo
El gobierno de Israel, ante cualquier crítica a sus acciones, que comportan violaciones de derechos humanos, acusa a sus críticos de antisemitismo. Claro que hay antisemitas (seres humanos despreciables, por cierto), pero criticar las violaciones de derechos humanos que comete un gobierno no tiene nada que ver con el antisemitismo.
Por Xavier Caño Tamayo
“Los colonos israelíes utilizaron puntas metálicas para sabotear el camión que lleva agua de la organización solidaria Oxfam al pueblo palestino de Susya. Para esa zona seca el agua era indispensable. Los colonos colocaron decenas de puntas en la carretera que pincharon tres ruedas y el camión del agua quedó inutilizado”, explica Joel Gulledge, voluntario de Equipos Cristianos por la Paz.
En su informe “Sedientos de justicia”, Amnistía Internacional denuncia que 200.000 palestinos aún no tienen acceso a agua corriente potable, porque Israel controla el agua de los Territorios Palestinos. Israel utiliza el 80% del acuífero de la montaña y las aguas del río Jordán sólo para sí. Los palestinos para disponer de agua construyen desde siglos depósitos enterrados y cisternas en tierra para recoger aguas de lluvia, pero el ejército israelí ha destruido muchas cisternas y tiroteado depósitos.
Los palestinos sólo disponen de 70 litros de agua por persona y día (a veces apenas 20), cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda 100 litros. Los israelíes, en cambio, disponen de 300 litros por persona y día. En el asentamiento israelí de Sussia, los colonos tienen agua para llenar piscinas y regar su extenso césped. Los 450.000 colonos israelíes en Cisjordania consumen mucha más agua que los 2.300.000 palestinos.
Amnistía Internacional ha denunciado también que el bloqueo de Gaza por Israel ha deteriorado aún más la vida de los palestinos con problemas de salud, pobreza y malnutrición. Gaza es el mayor campo de concentración del mundo, ha denunciado Amnistía Internacional. Con frecuencia no se permite abandonar Gaza a enfermos graves que precisan asistencia médica no disponible en la zona.
Según Amnistía Internacional, desde el inicio del bloqueo han fallecido en Gaza unos cincuenta palestinos por no poder recibir tratamiento médico. Le ocurrió a Mohammed Abu Amro con cáncer de colon. Solicitó ir al hospital Ichilov de Tel Aviv para recibir quimioterapia, pero se le negó por “motivos de seguridad”. El cáncer se extendió y Mohammed falleció. Y Mahmoud Abu Taha, con cáncer de intestino delgado, también pidió permiso para salir de Gaza y recibir tratamiento. El ejército israelí se lo negó y Mahmoud murió. Y así, decenas.
La situación en Cisjordania también empeora. La libertad de movimiento de los palestinos está restringida por 600 puestos de control del ejército israelí más el muro de separación de 700 kilómetros, en gran parte ya levantado.
El gobierno de Israel también persigue a ciudadanos israelíes que denuncian violaciones de derechos humanos de los palestinos. Activistas de “New Profile”, asociación que apoya a objetores de conciencia, ha soportado que la policía irrumpa en sus casas y les arrebaten los ordenadores. También han sido interrogados activistas de “Yesh Gvul”, organización de soldados que se niegan a servir en los territorios ocupados. En los últimos meses casi 90 israelíes han sido arrestados.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha acusado a Israel y Hamás de perpetrar crímenes de guerra en la ofensiva de diciembre de 2009. “Es hora de acabar con la impunidad”, dijo Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Pero para Israel, la resolución de Naciones Unidas anima a los terroristas, porque equipara el “derecho a defenderse” de los Estados con acciones terroristas. Sin embargo, el derecho a defenderse no es legítimo cuando se perpetran graves abusos y violaciones sistemáticas de derechos humanos y se infringe la legislación internacional. Porque es posible defenderse sin violar derechos humanos.
El gobierno de Israel, ante cualquier crítica a sus acciones, que comportan violaciones de derechos humanos, acusa a sus críticos de antisemitismo. Claro que hay antisemitas (seres humanos despreciables, por cierto), pero criticar las violaciones de derechos humanos que comete un gobierno no tiene nada que ver con el antisemitismo.
En el caso de Israel, lo más triste es que los descendientes de víctimas que tanto sufrieron se hayan convertido en victimarios. Aunque no son los únicos responsables. Violan derechos con la complicidad, encubrimiento o desistimiento de los países más poderosos del mundo.
A unos y otros se les ha de meter en la cabeza que sin respeto a los derechos humanos, no hay paz ni seguridad posibles. Sólo una irracional escalada de violencia e inseguridad.
En su informe “Sedientos de justicia”, Amnistía Internacional denuncia que 200.000 palestinos aún no tienen acceso a agua corriente potable, porque Israel controla el agua de los Territorios Palestinos. Israel utiliza el 80% del acuífero de la montaña y las aguas del río Jordán sólo para sí. Los palestinos para disponer de agua construyen desde siglos depósitos enterrados y cisternas en tierra para recoger aguas de lluvia, pero el ejército israelí ha destruido muchas cisternas y tiroteado depósitos.
Los palestinos sólo disponen de 70 litros de agua por persona y día (a veces apenas 20), cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda 100 litros. Los israelíes, en cambio, disponen de 300 litros por persona y día. En el asentamiento israelí de Sussia, los colonos tienen agua para llenar piscinas y regar su extenso césped. Los 450.000 colonos israelíes en Cisjordania consumen mucha más agua que los 2.300.000 palestinos.
Amnistía Internacional ha denunciado también que el bloqueo de Gaza por Israel ha deteriorado aún más la vida de los palestinos con problemas de salud, pobreza y malnutrición. Gaza es el mayor campo de concentración del mundo, ha denunciado Amnistía Internacional. Con frecuencia no se permite abandonar Gaza a enfermos graves que precisan asistencia médica no disponible en la zona.
Según Amnistía Internacional, desde el inicio del bloqueo han fallecido en Gaza unos cincuenta palestinos por no poder recibir tratamiento médico. Le ocurrió a Mohammed Abu Amro con cáncer de colon. Solicitó ir al hospital Ichilov de Tel Aviv para recibir quimioterapia, pero se le negó por “motivos de seguridad”. El cáncer se extendió y Mohammed falleció. Y Mahmoud Abu Taha, con cáncer de intestino delgado, también pidió permiso para salir de Gaza y recibir tratamiento. El ejército israelí se lo negó y Mahmoud murió. Y así, decenas.
La situación en Cisjordania también empeora. La libertad de movimiento de los palestinos está restringida por 600 puestos de control del ejército israelí más el muro de separación de 700 kilómetros, en gran parte ya levantado.
El gobierno de Israel también persigue a ciudadanos israelíes que denuncian violaciones de derechos humanos de los palestinos. Activistas de “New Profile”, asociación que apoya a objetores de conciencia, ha soportado que la policía irrumpa en sus casas y les arrebaten los ordenadores. También han sido interrogados activistas de “Yesh Gvul”, organización de soldados que se niegan a servir en los territorios ocupados. En los últimos meses casi 90 israelíes han sido arrestados.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha acusado a Israel y Hamás de perpetrar crímenes de guerra en la ofensiva de diciembre de 2009. “Es hora de acabar con la impunidad”, dijo Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Pero para Israel, la resolución de Naciones Unidas anima a los terroristas, porque equipara el “derecho a defenderse” de los Estados con acciones terroristas. Sin embargo, el derecho a defenderse no es legítimo cuando se perpetran graves abusos y violaciones sistemáticas de derechos humanos y se infringe la legislación internacional. Porque es posible defenderse sin violar derechos humanos.
El gobierno de Israel, ante cualquier crítica a sus acciones, que comportan violaciones de derechos humanos, acusa a sus críticos de antisemitismo. Claro que hay antisemitas (seres humanos despreciables, por cierto), pero criticar las violaciones de derechos humanos que comete un gobierno no tiene nada que ver con el antisemitismo.
En el caso de Israel, lo más triste es que los descendientes de víctimas que tanto sufrieron se hayan convertido en victimarios. Aunque no son los únicos responsables. Violan derechos con la complicidad, encubrimiento o desistimiento de los países más poderosos del mundo.
A unos y otros se les ha de meter en la cabeza que sin respeto a los derechos humanos, no hay paz ni seguridad posibles. Sólo una irracional escalada de violencia e inseguridad.
La fuente: Xavier Caño Tamayo es periodista y escritor. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).
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