14 febrero 2009

DE LA UTOPÍA AL PARLAMENTO ISRAELÍ



TODO: Todos los israelíes cuyo alma fascista estaba en latencia, tuvieron su mayor satisfacción con el ascenso del líder nazifascista ruso-israelí Ivette Liberman, jefe la una de las mafias rusas que blanquean dinero negro cuyos dueños son los colegas mafiosos de Liberman.

JAVIER ESPINOSA desde Jerusalén

13 de febrero de 2009.- Hace más de un siglo, exactamente en 1902, el principal artífice del ideario sionista Theodor Herzl escribió una novela titulada 'Altneuland' en la que recogía su visión utópica de cómo debía ser el estado judío que pretendía establecer.
El texto no deja de ser un aburrido relato idílico de la sociedad perfecta que descubren los dos protagonistas que regresan al territorio del antiguo mandato de Palestina tras una ausencia de 20 años.
Sin embargo, lo asombroso del texto es que el periodista austríaco ambienta su discurso en una supuesta campaña electoral en la que uno de los partidos, el que dirige un rabino llamado Geyer, aboga en su plataforma electoral por rescindir el voto de los 'no judíos'.
"Es un provocador, un blasfemo que quiere traer la intolerancia a nuestro país", dicen del susodicho Geyer uno de los caracteres de la obra.
Pero Herzl se encarga de demonizar a Geyer y de dibujar una 'Nueva Sociedad' —así la define— donde judíos y árabes disponen de los mismos derechos democráticos y donde uno de estos últimos, Rashid Bey, un nativo de Haifa, es uno de los líderes de esa nación. Por supuesto, la formación racista de Geyer sufre una estrepitosa derrota en los comicios.
Como escribió el lunes en Haaretz, Shlomo Avineri, Herzl "imaginó que un judío también podría ser racista, pero como contraste con Europa, donde el racismo fue victorioso, en Jerusalén fue derrotado y ganó el principio de la igualdad y el liberalismo".
El ingente simbolismo de la novela de Herzl no debería escaparse en un instante como el actual, cuando en Israel se ha registrado una espectacular ascensión de un personaje como Avigdor Lieberman, que podría ser la réplica un siglo más tarde del mentado Geyer.
Sólo que en la realidad el final feliz de la utopía se ha desvanecido. No sólo Geyer/Lieberman se ha convertido en un elemento clave del próximo parlamento israelí sino que el próximo parlamento contará con personajes como el rabino Michael Ben-Ari, que considera que Lieberman es demasiado 'moderado'.
Ben Ari es el mismo interfecto que no ha dudado en declararse en estos días un 'dedicado discípulo' de Meir Kanahe, cuya organización fue ilegalizada hasta por Israel e incluida en la lista de grupos 'terroristas' de EEUU y la UE. Un clérigo que no duda en abogar por la expulsión de los árabes a países como Turquía o Venezuela, y que quiere revisar el pedigrí judío hasta de los rusos llegados a esa nación. "Hay muchos (rusos) que se han registrado como judíos pero que no lo son", ha manifestado exigiendo que esa sea una de las prioridades de la justicia. "No necesitamos los jueces que sirvan para Suecia o Dinamarca", añadió.
Como colofón, el rabino ha anunciado que sus asistentes en la cámara legislativa serán los dos conocidos militantes de la extrema derecha: Baruch Marzel e Itamar Ben Gvir. Los ha llamado "amantes de Israel". Para la prensa, tanto Marzel como Ben Gvir son simplemente las voces más ultras que se pueden escuchar en el país. Gente que no duda en gritar a cada rato "¡muerte a los árabes!", y que organizan cada año la 'celebración' con la que acompañan el aniversario de la masacre de Hebrón, cuando el 'héroe' Baruch Goldstein –así se refieren a él- asesinó a 29 palestinos en 1994.
Fuentes cercanas a ambos activistas citadas por Ynet se felicitaron de su presencia en la cámara legislativa. "Estamos hablando de figuras que darán mucho color al parlamento. Estoy seguro de que no se van a aburrir allí", dijeron.
El caso es que muy pocos parecen preocupados en Israel por la irrupción de este tipo de políticos en la escena parlamentaria. Quizás porque como aclaraba el atípico columnista Gideón Levy, "Kahane ha ganado". "Veinte años después de que su lista parlamentaria fuera descalificada y 18 después de sus asesinato, el kahanismo se ha erigido en un discurso público legítimo. El racismo y el nacionalismo son valores aceptados", indicó. Según él, estas últimas votaciones han legitimado el "odio a los árabes y el odio a la democracia y la ley".

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