16 agosto 2008

PONIENDO EL FOCO EN EL MAL MENOR


Poniendo el foco en el mal menor

El affair Olmert así como llegó también se irá. Pero él y sus transgresiones apenas ocuparán una nota al pie en la página de la historia. Pero contrariamente a las apasionadas afirmaciones de los "defensores de la legalidad", su conducta ni por un segundo puso en peligro el imperio de la ley en Israel. El peligro real es que el sistema de justicia de Israel no garantiza los mismos derechos para todos y ha establecido las bases para la legitimización de un régimen de apartheid.

Por Gideon Levy

El affair Olmert así como llegó también se irá. Tras unas pocas facturas más por aquí y algunas otras dagas por allí lanzadas a ese cadáver político, Ehud Olmert desaparecerá en el ocaso. Un hedonista, un primer ministro derrochador, un hombre de poca monta, un corrupto que, como muchos otros, no supo dónde estaba la línea que separa el dinero público del privado y quien, como muchos de sus compañeros en los puestos superiores del gobierno, pensó que un político lo merece todo, se va a su casa. Olmert y sus transgresiones serán recordados como una nota al pie en la página de la historia.

Contrariamente a las típicamente apasionadas afirmaciones de unos pocos "protectores" de la ley, la conducta de Olmert ni por un segundo puso en peligro el imperio de la ley en Israel; no amenazó su forma de gobierno, ni minó los cimientos del Estado. Se han cometido actos más serios de corrupción. Peligros mucho mayores acechan y amenazan el imperio de la ley, y nuestra democracia es frágil para enfrentar estos fenómenos. No es el asunto de Rishon Tours, ni la casa de la calle Cremieux, ni el Talansky de este mundo, ni la complicidad y protección en el Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo lo que constituye el carácter del estado. Al contrario, la manera en que los instrumentos del poder reaccionan y lanzan una ofensiva extrema demuestra claramente que cuando se trata de corrupciones menores, el ejercicio de la ley está relativamente en forma. Los peligros a los que nosotros nos enfrentamos son otros, incalculablemente más graves. Nadie parece dispuesto a emprender una guerra contra ellos, porque esa guerra exige mucho más valor.

Como el "periodismo de investigación" que vemos en la televisión, virtuoso por preocuparse en los temas triviales. ¿Qué tan grande debe ser uno para perseguir la justicia poniendo el foco de su "investigación" en un rabino que se puso demasiado juguetón o en un mecánico que le cobra sobreprecios a su cliente? Ésa es una guerra que complace por igual a todos. Porque ¿quién quiere tolerar a un rabino adúltero, a un mecánico estafador o un ladrón como primer ministro?

No hace falta decir que tales conductas son dignas de condena, pero todavía esas batallas están confinadas al espacio diminuto iluminado por una linterna en lugar de poner el foco donde los grandes peligros acechan. A Olmert le faltó el Kolbotek (un popular programa de investigación de televisión) y aunque él merece ser castigado, la imagen inmaculada construida alrededor de estos justicieros es exagerada, si no ridícula.

El predecesor de Olmert fue sospechoso de delitos más serios. Ariel Sharon y sus hijos recibieron en sus manos, según se alega, sumas de dinero que exceden por lejos las que se le han atribuido a Olmert, pero Sharon terminó su etapa en la historia como un líder querido, admirado, una figura de abuelo amable que atendió a su manada y no dañó a nadie. Una guerra contra la corrupción de Sharon fue una propuesta más difícil porque Sharon era una figura fuerte, amenazante, y terminó siendo protegido. Él fue responsable de la desconexión (de Gaza), que por alguna razón fue descripta por algunos como un paso hacia la paz. Quizás ésa fue la razón por la que se sepultaron las investigaciones criminales en su contra. Quienes cerraron las investigaciones sin acusaciones y perdonaron a Sharon también son los que ahora se han afanado en esta guerra extrema contra su sucesor, que en comparación está más limpio y débil.

Pero el peligro que espera a la vuelta de la esquina emana de un lugar diferente. El aparato legal, la policía, los fiscales y los tribunales -que nosotros admiramos ciegamente- desde hace tiempo han dejado de actuar como parte de un sistema de justicia que garantiza los mismos derechos para todos. Ricos y pobres, judíos y árabes no reciben el mismo tratamiento. ¿Puede alguien seriamente afirmar que un individuo adinerado respaldado por un equipo de abogados caros tendrá el mismo destino legal que un israelí medio? ¿Acaso un niño judío que lanzara una piedra a un automóvil recibiría el mismo castigo que un niño árabe que hiciera lo mismo? Las Fuerzas de Defensa de Israel y la policía ¿investigan los crímenes cometidos por colonos contra palestinos con el mismo entusiasmo? ¿Es una coincidencia que los dedos en el gatillo de los policías de Israel se hayan vuelto más sensibles cuando sus armas son apuntadas a infractores de la ley árabes?

El sistema legal de Israel ya ha establecido las bases para la legitimización de un régimen de apartheid. Ése es el verdadero peligro que enfrenta el sistema legal: el alistamiento casi automático del aparato judicial por el establishment de defensa es más peligroso para el imperio de la ley que todo este "olmertismo". Las Fuerzas de Defensa están ignorando decisiones de la Corte, tales como la prohibición del uso de civiles palestinos como escudos humanos en el arresto de militantes; el hecho de que el servicio de seguridad Shin Bet sigue torturando a sospechosos en violación de una decisión de la Corte de Justicia y el fracaso para ejecutar los cambios exigidos por la Corte al cerco de separación debe encender campanillas de alarma entre los defensores de la justicia.

Cuando los colonos continúan alzándose contra los palestinos -no pasa un día sin que haya un pogrom y no hay lugar donde grupos armados no estén presentes, pero todavía nadie investiga estos hechos ni se ha presentado ninguna prueba ante la justicia- esto amenaza el carácter del Estado mucho más que todos los sobres de dinero en efectivo recibidos por Olmert. La situación en las Colinas de Hebron, por ejemplo, que durante algún tiempo ha sido un territorio abandonado, pone en peligro el imperio de la ley mucho más que todas las investigaciones sobre el primer ministro.

A la luz de todo esto, los "amantes de la justicia" permanecen callados, cubren sus ojos, no ven ni oyen. Más importante aún, ellos no confrontan estas desgracias. Es verdad que es difícil hacerlo. Es probable que hacerlo despierte una resistencia feroz. Así es que, como resultado, ellos clavan sus estiletes en lugares convenientes, seguros, donde todos podemos estar de acuerdo. Ellos no son ningún Emile Zolá. Más bien, son miniaturas de Rafi Ginat. (nota del traductor:

Rafi Ginat, redactor jefe del diario más vendido de Israel, Yediot Aharonot, ha instado al gobierno a “arrasar los pueblos que amparen a terroristas de Hezbollah” y “regar con fuego a los terroristas, a quienes los ayuden, a sus colaboradores y a los que miren para otro lado, y a todo aquel que huela a Hezbollah, aunque sean inocentes los que mueran, si no son los nuestros" - Yediot Aharonot, 28 de julio de 2006).

TODO: ¡LECTORES! ESTA ES LA VERDADERA CARA DE ISRAEL Y LA DE SUS PERIODISTAS, MENTES ASESINAS, IMPULSORES DE CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

la fuente: El autor es columnista de Haartez (80.000 ejemplares, Tel-Aviv, Israel). Primer diario publicado en hebreo durante el mandato británico, en 1919, "El país" es el periódico de referencia de los políticos e intelectuales israelíes. La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.
































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