27 diciembre 2007

¡Pobre Pakistán! ¡Pobre mundo!




No es el país de los puros, que es lo que significa su nombre, sino de la sangre y de la muerte. ¡Pobre Pakistán! La violencia política, el odio religioso, la exclusión étnica, el tribalismo, las leyes medievales pueden mucho más que el esfuerzo y el trabajo de millones de ciudadanos esforzados y pacíficos. La muerte de Benazir Bhutto es una tragedia más que se acumula en este monte de dolor donde yacen centenares de víctimas del terrorismo y del enfrentamiento civil. Interrumpe la campaña electoral que permitía albergar alguna esperanza de paz, reconciliación y estabilidad. Elimina a la dirigente con mayor tirón popular y carisma. Golpea por segunda vez a una dinastía de caudillos desgraciados: su padre fue ahorcado en 1979 por el dictador Zia ul –Haq y ahora su hija perece en manos de no se sabe quién. Pero sobre todo, exacerba las tensiones y los odios sectarios, hasta situar al país al borde del abismo. La pureza del país de los puros es la de una espiral de aniquilación y de muerte, impulsada por fuerzas muy potentes, interesadas en la inestabilidad y en la guerra.

Este es un golpe que cae sobre la pieza central donde se sostienen los equilibrios geoestratégicos de una entera región frente a la estrategia del terror. Asesinar a Bhutto no es tan sólo desestabilizar Pakistán y quizás impedir unas elecciones en forma sino introducir un factor de corrosión en toda esta zona de Asia. Ahí al lado está Afganistán, donde las fuerzas norteamericanas y de la OTAN (la ISAF; Internacional Security Assistance Force, los soldados españoles entre otros) intentan evitar el regreso de los talibanes al poder. En la frontera, en las zonas tribales, está Al Qaeda, y probablemente el propio Bin Laden. Y dentro, un ejército muy bien pertrechado que posee el arma nuclear y unos servicios secretos que no se sabe muy bien si infiltran a los terroristas o están infiltrados por ellos. Además de la cadena inmensa de madrasas fundamentalistas donde se forman en el saber islámico y sobre todo en la lectura literal del Corán unos jóvenes que no tienen otra salida profesional que convertirse en militantes de la fe. Se cuentan por decenas de millares los pakistaníes que se hallan a un paso del terrorismo y que creen a pies juntillas que estos comportamientos terroristas vienen prescritos por sus textos sagrados.

Son muchos los observadores que consideran que Estados Unidos y sus aliados, los europeos entre muchos otros, estamos librando las guerras equivocadas y perdiendo en cambio la guerra más importante de todas, sin declarar, que se juega en el interior mismo de este país islámico. ¡Pobre Pakistán! ¡Pobres de nosotros!
Lluís Bassets

2 comentarios:

silvia dijo...

LEER ESTE ARTÍCULO ES IMAGINAR A PAKISTAN COMO UN NIDO DE VÍBORAS TACANDOSE ENTRE ELLAS Y RECORDAR LA VIEJA PREGUNTA QUE YA SE HACIA MI ABUELA :" DÓNDE IRA EL MUNDO A PARAR?".

SILVIA

Willie Heine dijo...

Lamento y repudio profundamente este asesinato. He seguido en lo posible la trayectoria de esta mujer y si bien no creo que hayan muerto sus convicciones y principios, ella ha muerto en manos tenebrosas