Carlos BENÍTEZ VILLODRES
Manuel Marín, tras anunciar públicamente, el pasado 15 de noviembre, que ante las próximas elecciones generales de marzo de 2008 dejará la vida política, ha propiciado, con esta decisión, el surgimiento, en su persona, de otro Al Gore “a la española”.
El actual presidente del Congreso, nacido en 1949 en Ciudad Real, se convirtió en habitual en el Parlamento desde las primeras elecciones democráticas, cuando fue elegido diputado independiente (?) -PSOE- por la provincia de Ciudad Real en junio de 1977, y renovó su escaño en 1979 y 1982. Tras una larga trayectoria en la Comunidad Europea, volvió al Congreso en 2000, hasta que en abril de 2004 fue elegido como presidente de la Cámara Baja.
Es evidente que a la dirección del partido le habría encantado que Marín hubiese encabezado la candidatura por Ciudad Real. Me consta que esa propuesta ya estaba sobre la mesa, incluso se le había trasladado al propio interesado. Pero el PSOE respeta la decisión del presidente del Congreso, la entiende y considera que, pese a que Marín abandone la vida política, va a seguir siendo “un referente” en el partido.
Manuel decidió abandonar a su esposa, la política, para dedicarse en cuerpo y alma a luchar contra el cambio climático fuera y dentro del ámbito universitario y a defender la necesidad de construir un modelo de desarrollo económico sostenible y renovable. Temas estos en los que está sumamente interesado. Pero este divorcio, que estaba cantado, está motivado, según el propio Marín, porque se encuentra cansado, desmotivado y dolido.
Para este Al Gore español el cambio climático es el gran reto de la sociedad en el siglo XXI y un asunto que le preocupa desde hace tiempo. Según el interesado, tuvo “la suerte” de pasar 24 horas con el “hipócrita y galopín” Al Gore durante la entrega del Premio Príncipe de Asturias al ex vicepresidente de Estados Unidos.
Manuel se marcha sin haber sacado adelante la ansiada reforma del reglamento del Congreso, proyecto en el que puso todo su empeño junto al Plan de Modernización de la Cámara que, al menos, si ha visto cumplido. La falta de voluntad política de los dos grupos mayoritarios frustró, una legislatura más, la reforma. Pero Marín ya no quiere saber más de reforma, ni de política parlamentaria, ni de otras políticas básicas.
Al Gore fue el 45º Vicepresidente de los EE UU entre 1993 y 2001, bajo la presidencia de Bill Clinton y candidato a la presidencia del país en el 2000, cuando perdió las elecciones presidenciales frente a George Walter Bush. El ex vicepresidente estadounidense -gurú del medio ambiente, Premio Nobel de la Paz 2007 junto al Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU (al ganar este Premio se ha colocado a la altura de la Madre Teresa, de Martín Luther King, del Dalai Lama…) y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2007- y Arnold Schwarzenegger, gobernador republicano de California y partidario acérrimo de la pena de muerte, participarán en diciembre en New Hampshire en un foro presidencial sobre energía y cambio climático. ¿Habrá invitado Al Gore a su amigo Manuel Marín? Cuando la entrevista del “mosquetero americano”, en Oviedo, con el aún presidente de la Cámara Baja, tras la entrega del Premio Príncipe de Asturias al primero…, ¿le influiría aquél a éste, no para que abandonara la política, ya que la decisión estaba tomada de antemano, sino para que Marín se uniera a sus huestes, como ya hizo Arnold, para ganar dinero fácil con el falso y manido tema del cambio climático, embaucando a la gente allá donde diserten sobre este asunto apocalíptico, según Al Gore.
El Comité del Nobel dijo a los medios que le otorgaba este reconocimiento debido a su esfuerzo por “construir y divulgar un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre”. Sin embargo, muchos analistas ven en este premio, un golpe de las elites europeas a la administración Bush. Por ejemplo, World Socialist Web Site concluye que nunca se había visto una intervención tan abierta de la clase dirigente europea en la política interna de los Estados Unidos.
Al Gore sumó una nueva presea a sus esfuerzos por contener el cambio climático al recibir un reconocimiento especial en la 35.ª entrega de los Premios Emmy Internacional, que se celebró la noche del lunes, 19 de noviembre, en Nueva York. El actor y director Robert de Niro se encargó de entregarle el Premio Fundadores del Emmy Internacional a Gore por promover a “nuestra humanidad común”. Con sarcasmo, De Niro dijo que “Gore ha dedicado su vida al servicio público” y siguió haciéndolo “después de que fue elegido presidente en el 2000 y perdió el cargo con los votos de la Suprema Corte”.
La web “Kaos en la red” recuerda que fue durante el gobierno de Clinton-Gore, cuando Estados Unidos bombardeó Yugoslavia, Sudán, Afganistán, Irak, Zaire y Haití. “De pacifista, nada”, dice el portal, que también lo señala como uno de los impulsores del uso de biocombustibles, propuesta que, aseguran, auspicia la deforestación y atenta contra el cultivo de productos básicos para la alimentación. De otro lado, en marzo de este año el Tennessee Center for Policy Research denunció que la mansión de los Gore consumía 22,619 kilowatios hora, más del doble de la media de las familias americanas en un año. Y por si fuera poco, hace unas semanas el juez del Tribunal Supremo de Londres, Michael Burton, falló a favor de una demanda interpuesta por el ciudadano Stewart Dimmock contra “Una verdad incómoda”, a la que denunció por alarmista, exigiendo que se prohíba su exhibición en las escuelas públicas inglesas. ■
Escritor, poeta, periodista, crítico literario
Málaga (España)
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