27 noviembre 2007

ANÁPOLIS: FAHRENHEIT 451


LAS PERSPECTIVAS DE LA REUNIÓN DE PALESTINOS E ISRAELÍES ES PRÁCTICAMENTE NULA. NO IMPORTA EL PEDAZO DE PAPEL SOBRE EL QUE FIRMEN LOS PRESENTES EN LA REUNIÓN: ISRAEL NO VA A RUBRICAR UN ACUERDO POR EL CUAL DEBERÁ DEVOLVER PARTE DE JERUSALEM, PERMITIR EL RETORNO DE LOS REFUGIADOS, DESARMAR LAS COLONIAS LEVANTADAS EN JUDEA Y SAMARIA Y LUEGO SE CRUZARÁ DE BRAZOS, SONRIENTE Y SATISFECHA CON SU CONDUCTA DE SAMARITANA DEL MEDIO ORIENTE. SI CEROLMERT FIRMARA UN ACUERDO DE ESTE TIPO, NO PODRÍA REGRESAR A ISRAEL.
Y SI ABU MAZEN FIRMASE UN PAPEL SIN INCLUIR LAS EXIGENCIAS DEL PUEBLO PALESTINO COMO BASE LIMINAR,SI RECONOCIESE AL ESTADO DE ISRAEL COMO "ESTADO JUDÍO", COSA QUE NO ES NI SERÁ JAMÁS", YA DESDE ANÁPOLIS DEBERÍA BUSCAR REFUGIO EN LA COCHINCHINA O EN EL CENTRO DE LA TIERRA.
HAY QUE CONVENCERSE: ANÁPOLIS EQUIVALE A FAHRENHEIT 451
(Andrés Aldao)



Los principales obstáculos para la paz entre israelíes y palestinos
Los puntos de conflicto siguen sin resolverse tras décadas de litigo


ELPAIS.com - Madrid - 27/11/2007

La reunión internacional de Annapolis puede marcar el primer paso de un proceso de paz en Oriente Medio, aunque el escepticismo rodea la cumbre. Algunos de los puntos que serán tratados están sin resolver desde hace décadas.

Jerusalén

La ciudad está siempre sobre las mesas de negociación y es uno de los temas más conflictivos para israelíes y palestinos. Jerusalén es considerada una ciudad sagrada para el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Para los palestinos, es una ciudad santa, corazón de Palestina y el mundo árabe. Para los israelíes, Jerusalén tiene lazos históricos y religiosos con el pueblo judío y es parte integral de su identidad. En ella, están los restos del gran Templo Sagrado de Jerusalén. Después de la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel conquistó Jerusalén Oriental, lo que supuso una “ocupación” para los palestinos y una “liberación” para los israelíes. El gran símbolo de la disputa es el sitio llamado por los judíos Har Haram, Monte del Templo, y por los musulmanes Haram al-Sharif.

Fronteras

Oficialmente, los palestinos exigen una retirada israelí de todos los territorios ocupados desde junio de 1967, incluido Jerusalén Este. Según el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, los palestinos quieren "un Estado que tome como base las fronteras de 1967". Según ha declarado varias veces Abas; "La superficie de Cisjordania y la franja de Gaza es de 6.205 km2 y queremos estos 6.205 km2". Pero Israel descarta una vuelta a las fronteras previas a 1967 y quiere unir a su territorio las zonas donde se encuentran agrupadas las mayores colonias de Cisjordania, sobre todo en torno a Jerusalén, donde viven unas 250.000 personas. En 2005, Israel retiró todos sus asentamientos de la Franja de Gaza y cuatro implantaciones aisladas de Cisjordania, pero los palestinos exigen que las colonias desaparezcan.

Refugiados

Según datos de Naciones Unidas, existen entre siete y ocho millones de palestinos que viven en zonas de Palestina administradas por la Autoridad Palestina o están refugiados en tierras cercanas. Los palestinos siempre han exigido que Israel reconozca el derecho al retorno de estas personas, conforme indica la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Israel se niega categóricamente a conceder este "derecho al retorno" porque podría poner fin al carácter judío del Estado de Israel, proclamado en 1948, pero está dispuesto a tolerar la instalación de estos refugiados en el futuro Estado palestino.

Agua

El abastecimiento del líquido es motivo de importantes diferencias. La cuenca del Jordán es una de las zonas más áridas de la tierra. Israel controla el 80% del agua subterránea de Cisjordania tras la desviación del Jordán hacia el Neguev mediante el Acueducto Nacional, lo que causó un claro conflicto con los intereses árabes, tanto en calidad del agua como en cantidad. Es entonces cuando la negociación sobre el agua ha adquirido una doble dimensión técnica y política. Para los palestinos, Israel discrimina a los palestinos en su consumo, mientras que los israelíes consideran que el problema radica en la ausencia de una buena administración por parte de los palestinos. ■


Los palestinos ultiman un pacto con Israel para crear su propio Estado
El acuerdo establece las condiciones y los plazos para avanzar hacia el nuevo país


ANTONIO CAÑO - Washington - 27/11/2007

Negociadores palestinos e israelíes comunicaron ayer, horas antes del comienzo formal de la conferencia de Annapolis para la paz en Oriente Próximo, que estaban a punto de alcanzar un acuerdo para la redacción de un comunicado final en el que se establecerán los plazos y las condiciones para la creación de un Estado palestino. "Hay intensos contactos en estos momentos para conseguir ese documento. Creo que podremos lograrlo hoy mismo [lunes] o mañana", manifestó en el Departamento de Estado el jefe negociador palestino, Yasser Abed Raboo. "Nos estamos acercando", confirmó un portavoz israelí.
"Los palestinos y nosotros sacaremos adelante algo muy bueno", dijo Olmert
La presencia de Siria y Arabia en Annapolis ya es un éxito para Bush
Hasta anoche no se conocían detalles sobre el contenido de esa declaración, aunque la delegación palestina había comentado previamente que su voluntad era la de incluir un sistema de control de los acuerdos que se vayan tomando, así como el establecimiento de un plazo para acabar las negociaciones antes de finales de 2008. La aprobación de un documento así, que se ha resistido durante meses de duras negociaciones impulsadas por EE UU, significaría un signo optimista en una conferencia que nace marcada por el escepticismo de sus 40 participantes, incluidos todos los países árabes y la propia Liga Árabe.
Ese escepticismo, alimentado por décadas de fracasos en cualquier intento de diálogo, no impidió que las conversaciones comenzaran ayer con palabras de esperanza y garantías de buena voluntad. "Los palestinos y nosotros nos sentaremos juntos en Jerusalén y sacaremos adelante algo que será muy bueno", anticipó el primer ministro israelí, Ehud Olmert, al inicio de su encuentro bilateral en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, George Bush.
Bush también expresó su optimismo. "Esta conferencia", dijo, "marcará el apoyo internacional al propósito de israelíes y palestinos de comenzar negociaciones sobre el establecimiento de un Estado palestino y la consecución de la paz entre los dos pueblos".
Ése intenta ser el principal aporte de esta conferencia respecto a otros frustrados procesos de paz: su internacionalización. Durante años se ha dicho que ningún acuerdo entre palestinos e israelíes sería factible sin el apoyo del resto de los países árabes -especialmente Siria y Arabia Saudí- que se sienten afectados por algunos puntos de la agenda palestino-israelí, como el estatus de Jerusalén y el regreso de los refugiados palestinos. Siria, además, mantiene su propio litigio con Israel a propósito de la ocupación desde 1967 de los Altos del Golán.
Todos los árabes están ahora aquí, con mayor representación que nunca en la historia. Saudíes y sirios están aquí también. Los primeros representados por el mismo ministro de Relaciones Exteriores, Saud al-Faisal; los segundos, sólo por un viceministro, Faisal Mekdad. Su presencia es, ciertamente, un éxito de Bush y de su esforzada secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Pero un éxito que puede ser efímero si no produce algún efecto práctico.
Las condiciones, aparentemente, no son las más propicias para alcanzar esa meta. Tanto Olmert como el presidente palestino, Mahmud Abbas, con quien Bush se reunió también por separado ayer, son líderes débiles y cuestionados en sus propios países. El mismo anfitrión está a punto de entrar en su último año de presidente y no es, precisamente, muy popular en el mundo árabe.
Pero algunos otros factores contribuyen, al menos, a intentar el éxito. Entre éstos destacan el creciente peso que una potencia regional no árabe, como es Irán, está alcanzado en Oriente Próximo, así como la presión, también en aumento, que muchos Gobiernos de la zona sienten de parte de sus propias opiniones públicas cada día más radicalizadas. A nadie se le escapa que un verdadero acuerdo palestino-israelí sería un factor de estabilidad que sólo perjudicaría a quienes quieren cambiar por la fuerza el statu quo. *

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