17 noviembre 2007

La fragilidad del héroe


REPORTAJE: El cine como espejo del conflicto

La película israelí 'Beaufort' utiliza el asedio a una fortaleza libanesa como metáfora antimilitarista

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 17/11/2007

Ron Leshem (Tel Aviv, 31 años), nacido en una familia de marchamo izquierdista, sólo ha observado el castillo libanés de Beaufort desde la lejanía de la frontera. Su ansia por conocer a libaneses, palestinos o iraníes y por visitar Teherán o Gaza es infinita. La figura emergente de las letras israelíes no puede viajar a esos lugares, pero sí utilizar la literatura como un medio "para vivir otras vidas y sentirse cercano a personas muy diferentes". En su ópera prima, Beaufort, narra las desventuras de un grupo de soldados que, en 2000, recibieron la orden de resistir en esa fortaleza de los cruzados, sin ninguna finalidad y asediados por Hezbolá. 22 años de ocupación del sur de Líbano acabaron ese año en fiasco. La cinematografía israelí es la estrella invitada en la Semana de Cine Experimental de Madrid, inaugurada el jueves con la película basada en el libro de Leshem, en la que ha trabajado como guionista.

Leshem: "No somos una sociedad, sino varias tribus que se odian"
Que Beaufort haya sido premiada con el Oso de Plata al mejor director en el Festival de Berlín, y que la novela haya sido un éxito rotundo -150.000 ejemplares vendidos en Israel, un país de siete millones de habitantes- ha hecho que incluso el estamento militar respete la obra. "Aunque prohibida en los cuarteles porque tres de los actores se negaron a servir en filas, es obligatorio", sonríe Leshem, "leer el libro en la academia de oficiales. Sirve para preguntarse cómo un comandante debe manejar el miedo".
En su despacho de una productora de televisión, Leshem se explaya. "Las películas que versan sobre el Ejército israelí", apunta, "ofrecen la imagen de los triunfadores, de la fortaleza ideológica. O bien, de la crueldad. En Beaufort queremos proyectar compasión y decir que los soldados eran débiles, que los héroes tienen miedo. Recreamos cómo se forja la amistad, cómo se comporta un grupo de niños, aunque tuvieran 18 años, aislado durante meses en territorio enemigo. Cuando eso sucede, crean su propio lenguaje, se acercan a la religión...". "Pero", añade, "es un relato optimista, porque cuatro madres de soldados se movilizaron y lograron la retirada del Ejército israelí de Líbano".
Salpicada la película de humor negro, de brutalidad, y siempre presente el enemigo chií al que nunca se ve, Leshem lanza su mensaje crítico de las Fuerzas Armadas y de un país de complejidad extraordinaria. "¿A quién estamos enviando a morir por nosotros?". "Cuando se fundó el Estado en 1948", se contesta el escritor, "ingresaban en filas ricos y pobres. Desde hace 10 años, esto ha cambiado. Se manda a la primera línea del frente a los débiles, a los jóvenes de los suburbios, a los inmigrantes recién llegados".
Leshem lo tiene claro: admitir la ignorancia es la base para comprender. "No somos una sociedad, somos varias tribus que se odian. Yo no soy religioso y la gente como yo no se relaciona con ellos". Miembro de una familia acomodada, jamás durmió en una base militar y apenas vistió uniforme. "Hice el servicio en una unidad de inteligencia", apostilla antes de asegurar que vive "en una burbuja": Tel Aviv. "Cuando comencé a saber de esas historias en Líbano, me percaté de que no sabía nada. Me sentí avergonzado". ■

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