LOS TREMPISTAS
Desde los días del asesinato de Isaac Rabin toda la situación política de Israel se ha deslizado hacia la derecha, neoliberalismo económico. visión totalitaria de la "democracia" (se permite votar cada cuatro años, no se toma en consideración las necesidades del pueblo trabajador, los estudiantes, los jubilados y las aspiraciones mínimas de la clase media, los excluidos del mercado laboral, el nivel misérrimo de los salarios, el disparo de los precios de las viviendas y los alquileres, la carestía de los artículos de primera necesidad, el precio de la nafta, los gastos escolares, etc.
Sumado a esto, el aislamiento de Israel en el mundo, el repudio a su política expansionista, las inversiones las colonias construidas sobre tierras palestinas y el desmesurado presupuesto militar: todos estos puntos y muchos más, no desconocidos para quienes vivimos en este reino fascistoide gracias a la inclusión del político mafionazi Liberman... ha llevado en estas últimas semanas a que la gente indignada de Israel acampe en las grandes ciudades y los sábados a la noche se manifieste por las calles de las grandes urbes de Israel. El sábado 30 por la noche manifestaron más de 150 mil personas. Parte del pueblo se despertó de la larga letanía en que estaba viviendo y se lanzó a las calles y a las plazas reclamando de este gobierno incapaz (con 32 "ministros"!!!) que gobierna para las colonias y el ejército.
No hago augurios para aquí o para allá, pero tengo la magnífica impresión de que este gobierno está acorralado, que el jefe de gobierno apelará a sus trucos aunque espero que la respuesta sea unánime e incluso desplome a este gobierno arbitrario, prototalitario, guerrerista que sueña con bombardear a Irán, o al Líbano, mientras los presupuestos se inflan...
Ahh, dicen que el movimiento "no es político"... ¡Y cómo es político: lo que no es ha prendido allí es el partidismo! Incluso a la Histadrut le dijeron ¡súmese!, pero no venga a copar (le habrán dicho, además. ¿dónde estuvo en estos años...? Leo en estos días a muchos silenciosos partidarios del sionismo y la lucha contra los palestinos haber ingresado en el furgón de cola de la indignación rabiosa del pueblo israelí, ¡EN BUENA HORA!
Andrés Aldao
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La respuesta internacional adecuada
LEV GRINBERG 13/06/2011
Tengo que admitir que antes de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pronunciara su discurso en Washington, yo no tenía claro si era defendible la idea palestina de plantear ante la ONU el reconocimiento de su Estado. Por la sencilla razón de que, al igual que Obama, yo pensaba que la propuesta no conduciría al establecimiento de ese Estado, ya que el Gobierno israelí rechazaría una resolución en ese sentido.
Sin embargo, es precisamente la posición unilateral israelí y su negativa a evacuar los territorios lo que hace tan necesaria una resolución de la ONU. Según Netanyahu, Israel no es un ocupante y los vínculos históricos hacen que "Judea y Samaria" pertenezcan a la nación judía. Así pasa por alto la ocupación militar de esos territorios y todas las medidas tomadas por los israelíes desde su ocupación: el expolio de tierras palestinas, la privación de derechos civiles y humanos, la obstaculización del desarrollo económico y las graves cortapisas que sufre la población en sus movimientos. Todas esas acciones son ilegales para cualquier ocupante, pero los israelíes se justifican aduciendo que ellos no son ocupantes. No hay nada más unilateral que la ocupación y, en consecuencia, se necesita una resolución de la ONU precisamente para definir a Israel como ocupante y calificar sus acciones de ilegales.
El vínculo histórico del judaísmo con los territorios ocupados es innegable, pero irrelevante. La nación judía tiene un vínculo similar con la ribera oriental del Jordán: ¿justificaría eso acaso la ocupación y colonización de ese territorio y que se privara a sus habitantes no judíos de sus derechos humanos? Lo mismo se puede decir de la península del Sinaí: ¿impidió ese vínculo que Israel reconociera la necesidad de evacuar sus asentamientos en ese territorio egipcio y que se retirara? La ovación que el Congreso estadounidense, puesto en pie, dispensó al sinsentido sentimental de Netanyahu exige una respuesta internacional adecuada, y la más pertinente sería el reconocimiento del Estado palestino mediante una resolución de la Asamblea General de la ONU. Esa resolución dejaría claro que Israel es un ocupante y que su ocupación constituye un acto unilateral e ilegal.
El contenido del discurso de Netanyahu ante el Congreso otorga tintes especialmente negativos al llamamiento a la negociación directa con Israel que Obama ha hecho a los palestinos. No solo esas negociaciones no irían a ninguna parte, sino que servirían para legitimar la pretensión de que los territorios ocupados son "la Judea y la Samaria " israelíes, y de que depende exclusivamente de Israel evacuar la tierra que le venga en gana y quedarse donde quiera. En todo caso, solo sería posible mantener negociaciones directas después de que la ONU reconociera un Estado palestino basado claramente en el reconocimiento de que la legítima soberanía de los territorios ocupados reside en el pueblo palestino, mientras que Israel, sean cuales sean sus vínculos históricos, es una potencia ocupante extranjera.
La justificación jurídica de Israel al negar su condición de ocupante se basa en la situación vigente entre 1948-1967, y en el hecho de que en 1967 nadie tenía legalmente la soberanía de Cisjordania y la franja de Gaza. Aunque la resolución 181 de la ONU había designado esos territorios para la formación de un Estado palestino, posteriormente fueron ocupados por Jordania y Egipto, respectivamente. Dicho de otro modo, Israel aduce que es legítimo "ocupar territorios a un ocupante" y que esas tierras se retienen en calidad de "depósito para la paz" (según el movimiento laborista) o que en realidad han sido "liberados" (según Netanyahu). En consecuencia, someter a debate la cuestión de la soberanía en la ONU y plantear una resolución al respecto es una iniciativa de lo más apropiada y pertinente. De hecho, la legitimidad del Estado de Israel no reside -por lo menos en lo que al derecho internacional se refiere- en el vínculo de la nación judía con Haifa o Tel Aviv, sino en la resolución 181 de la ONU. El problema es que, al rechazar los palestinos en 1948 la resolución 181, se ha creado una tierra de nadie contigua a Israel.
Solo después de que la Asamblea General vuelva a fijar las fronteras del Estado palestino (y del israelí) será posible negociar sobre una Jerusalén unificada como capital conjunta, sobre las relaciones económicas, sobre cuestiones de seguridad y gestión conjunta de los lugares santos. Esa resolución dilucidaría igualmente qué derechos tendrían los colonos judíos que decidan quedarse en territorios controlados por los palestinos, determinando igualmente la ilegalidad de los asentamientos, de la construcción del Muro de Separación y del mantenimiento de carreteras "exclusivamente judías". La presencia de colonos no puede utilizarse para justificar ajustes de fronteras, ya que eso supondría una legitimación retroactiva de las acciones ilegales y unilaterales israelíes.
En este momento, quien desee evitar el retorno a un ciclo de violencia y derramamiento de sangre debe apoyar la estrategia palestina de resistencia no violenta ante la ocupación. Apoyar una resolución de la ONU sería el primer paso. Esperemos que Obama entre en razón y apoye la medida; de no ser así, es esencial que la comunidad internacional dé su veredicto sobre la ilegalidad de la ocupación israelí.
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Adivinanza: ¿Qué flota no llegó a su destino pero cumplió su misión?
Respuesta: la flotilla de solidaridad con Gaza de este año.
Naturalmente, también se podría decir que otra candidata razonable es la "pequeña flota" (eso es lo que la palabra ‘flotilla’ significa en castellano, igual que "guerrilla" significa "pequeña guerra") del año pasado. Nunca llegó a Gaza, pero el comandante de la marina israelí podría hacer suyas perfectamente las palabras de Pirro, rey de Epiro, cuya victoria sobre los romanos fue tan costosa que se dice que exclamó: "¡Otra victoria como ésta y estoy perdido!"
Las repercusiones de esta acción aún no han cesado. Las vitales relaciones entre los militares israelíes y turcos siguen rotas y Turquía sigue exigiendo una disculpa e indemnizaciones. Los familiares de las víctimas están promoviendo demandas penales y civiles en varios países. Un dolor de cabeza continuo.
Los 14 barcos a los que se impidió zarpar y el único que consiguió hacerlo no sólo mantuvieron en jaque a toda nuestra armada durante semanas sino que además lograron que el bloqueo de Gaza se mantuviera en el candelero informativo. Y ése era, al fin y al cabo, el propósito de toda la empresa.
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¿Qué pasó con los 14 barcos que no pudieron navegar?
Por increíble que parezca, la marina y la guardia costera griegas les impidió zarpar de los puertos griegos. No hubo ningún motivo legal que justificara esa decisión y tampoco existió la menor pretensión de legalidad.
No sería exagerado decir que la armada griega actuó a las órdenes del Jefe del Estado Mayor israelí. Una orgullosa nación marinera con una historia náutica de miles de años (hasta la palabra "náutica" es de origen griego) se degradó para llevar a cabo acciones ilegales en beneficio de Israel.
Igualmente, [Grecia] hizo la vista gorda a los actos de sabotaje que perpetraron comandos navales –adivinen de qué país– contra los barcos [de la Flotilla ] anclados en puertos griegos.
Al mismo tiempo, el gobierno turco, el desafiante patrocinador del Mármara Mavi -la nave a bordo de la cual los comandos israelíes asesinaron a los activistas turcos el año pasado-, impidió que esa embarcación se hiciera a la mar este año.
Al mismo tiempo también, grupos de activistas pro-palestinos que intentaron llegar a Cisjordania vía aérea fueron detenidos en el camino. Dado que no hay ninguna manera de entrar en Cisjordania por tierra, mar o aire excepto atravesando territorio israelí o cruzando puestos de control israelíes, [los activistas internacionales] no tenían más opción que entrar por el aeropuerto internacional Ben-Gurion, la puerta de acceso de Israel al mundo. La mayoría no lo consiguieron: obedeciendo instrucciones de nuestro gobierno, todas las aerolíneas internacionales bloquearon a esos pasajeros en el check-in, utilizando para ello "listas negras" proporcionadas por nuestro gobierno.
Parece que el largo brazo de nuestro diligente servicio de seguridad llega a todas partes y que sus órdenes son obedecidas por los países grandes y pequeños.
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Hace cien años la policía secreta del zar ruso, la temida Okhrana, falsificó un documento llamado "Los Protocolos de los Sabios de Sión".
(En aquellos tiempos a la policía secreta de todo el mundo todavía se la llamaba “policía secreta”, antes de que se la dignificara con el término de "servicios de seguridad".)
El documento daba cuenta de una reunión secreta de rabinos celebrada en el viejo cementerio judío de Praga para decidir sobre la estrategia a seguir para asegurar el dominio judío sobre el mundo. Se trataba de una burda falsificación que copiaba literalmente pasajes enteros de una novela escrita décadas antes.
En sus páginas la situación real de los judíos aparecía distorsionada grotescamente. Lo cierto es que los judíos no tenían ningún poder. De hecho, cuando Adolf Hitler -que utilizó los Protocolos para su propaganda- puso en marcha la solución final, prácticamente nadie en todo el mundo movió un dedo para ayudar a los judíos. Hasta los judíos de EEUU temían alzar la voz.
Pero si los autores de la falsificación volvieran hoy a la escena de su crimen se frotarían los ojos de pura incredulidad: aquella excrecencia de su imaginación enferma parece que se está convirtiendo en realidad. El Estado judío -como les gusta llamarlo a los sionistas- puede dictar órdenes a las autoridades navales griegas, obligar a Turquía a recular y hacer que media docena de países europeos detengan a pasajeros en sus aeropuertos.
¿Cómo lo hacemos?
La respuesta es sencilla y tiene cuatro letras: EEUU.
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Israel se ha convertido en una especie de portero kafkiano de la única superpotencia que queda en el mundo.
Gracias a la inmensa influencia que ejerce sobre el sistema político estadounidense, especialmente en el Congreso, Israel puede imponer un impuesto político a todo aquel que necesite algo de los EEUU. Grecia está en bancarrota y necesita desesperadamente la ayuda estadounidense y europea. Turquía es socio de los EEUU en la OTAN. Ningún país europeo quiere malquistarse con EEUU. Ergo: todos tienen que darnos una pequeña propina política.
Para consolidar esta relación, Glenn Beck, el desagradable protegido de Rupert Murdoch, nos hizo una visita y fue recibido con entusiasmo en la Knesset , donde nos instó a "no tener miedo", porque él (y, por ende, la Fox y todos los EEUU) nos apoyarían hasta el final.
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Es por eso que unas pocas líneas, aparecidas esta semana en el New York Times, casi han desatado el pánico en Jerusalén.
El New York Times es tal vez el periódico más pro-israelí de todo el mundo, incluyendo al propio Israel. Los antisemitas lo llaman el Jew York Times. Muchos de sus editorialistas son sionistas acérrimos. Las posibilidades de que se publique en sus páginas una noticia que critique a Israel son prácticamente nulas. El NYT jamás menciona el movimiento pacifista. Tampoco mencionó las decenas de manifestaciones que tuvieron lugar en Israel contra la Segunda guerra del Líbano y contra la operación Plomo Fundido. La autocensura impera.
Sin embargo, esta semana el New York Times ha publicado un virulento editorial criticando a Israel. La causa: la ley anti-boicot, aprobada por la mayoría parlamentaria derechista, que prohíbe a los israelíes promover boicots contra los asentamientos. El editorial prácticamente repite lo que dije en mi artículo de la semana pasada(1): que la ley es claramente antidemocrática y que viola derechos humanos básicos. Tanto más cuanto que viene a sumarse a toda una serie de leyes antidemocráticas que han sido promulgadas en los últimos meses. Israel corre el riesgo de perder su título de "única democracia de Oriente Medio".
De repente, todas las luces rojas en Jerusalén comenzaron a parpadear con furia. ¡Socorro! ¡Vamos a perder nuestro único activo político en el mundo, el pilar de nuestra fuerza, la base de nuestra seguridad nacional, la roca de nuestra existencia!
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El resultado fue inmediato. El miércoles, la camarilla ultraderechista que actualmente controla la Knesset bajo la dirección de Avigdor Lieberman llevó a su votación final una resolución para nombrar dos comisiones de investigación que inspeccionarán los recursos financieros de las ONGs de derechos humanos. No los de todas las ONG, sino sólo los de las "izquierdistas". Este era otro elemento más de la larga lista de medidas macartistas, muchas de las cuales ya han sido adoptadas mientras que otras aguardan su turno para ser aprobadas.
El día anterior, Benjamín Netanyahu compareció expresamente ante la Knesset para asegurar a sus seguidores que aprobaba completamente –y que de hecho había patrocinado- la ley anti-boicot. Sin embargo, tras la publicación del editorial del New York Times, el día de la votación de la resolución sobre la Comisión de Investigación Netanyahu y casi todos sus ministros votaron en contra. Las facciones religiosas desaparecieron de la Knesset. La resolución fue rechazada por una mayoría de 2 a 1.
Pero se produjo un hecho ominoso: aparte de Netanyahu y de sus ministros cautivos, todos los miembros presentes del Likud votaron a favor de la resolución. Eso comprende a todos los jóvenes líderes del partido, es decir, a la próxima generación de líderes del Likud.
Si el Likud se mantiene en el poder, este grupo de ultraderechistas será el gobierno de Israel dentro de diez años. Y al diablo con el New York Times.
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Afortunadamente, hay señales de que un nuevo fenómeno está tomando cuerpo.
Comenzó inocentemente con una exitoso boicot contra el requesón promovido por consumidores que buscaban obligar a un cártel de peces gordos a reducir el precio de ese producto. Tras eso se ha producido una acción de masas desarrollada por parejas jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, para protestar contra el precio desorbitado de la vivienda.
Un grupo de manifestantes instaló sus tiendas de campaña en el centro de Tel Aviv y allí han permanecido durante más de una semana. Posteriormente, campamentos similares han surgido por todo el país, desde Kiryat Shmona en la frontera libanesa, hasta Beer Sheva en el Neguev.
Es demasiado pronto para decir si esto es una protesta a corto plazo o el comienzo de una versión israelí del fenómeno plaza Tahrir. Sin embargo, muestra claramente que la toma del poder de Israel por un grupo neo-fascista no es un suceso inevitable. La lucha continúa.
Tal vez -¡sólo tal vez!- Incluso el New York Times podría estar empezando a informar sobre la realidad de nuestro país.
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