12 julio 2009

La pulseada que puede derivar en descalabro

Las posiciones discrepantes de Obama y Netanyahu sobre los aspectos cenrtales del conflicto palestino-israelí pueden derivar, según el autor, en una nueva situación de aislamiento internacional para Israel y confictos internos de impredecibles consecuencias. Daniel Kupervaser
Las estrechas y complejas relaciones entre el gobierno de Estados Unidos y de Israel fueron testigo durante los años de profundos altibajos, amenazas, acuerdos, desacuerdos, alabanzas y duras críticas. Vale la pena mencionar ciertos hitos históricos como la terminante orden de Eisenhower para que Israel se replegara del Sinai en la guerra de 1956, la masiva e inmediata ayuda militar durante la guerra de Yom Kipur en 1973, los acuerdos de cooperación estratégica de los últimos años, la orden de Bush a Shamir de participar en la convención de paz de Madrid de 1992 so pena de cancelar la ayuda económica, etc.

Por lo general, todos estos acontecimientos fueron el resultado de prolongadas y fatigosas negociaciones en marcos muy discretos y cubiertas de un grueso manto de secreto. El 2009 irrumpió con nuevo gobierno norteamericano, con Obama como presidente, y a los pocos meses se instituyó el nuevo gobierno israelí bajo la dirección de Benjamín Netanyahu.

En su primer encuentro en Washington ambos mandatarios se informaron de sus antagónicas visiones del proceso de paz en Medio Oriente, aunque públicamente ocultaron sus entredichos tras amplias sonrisas y diplomáticos desmentidos.

Fue Obama quien en su discurso en la Universidad de El Cairo decidió hacer públicos sus planes concretos de remodelar las relaciones de Estados Unidos con los países árabes y musulmanes y su programa de paz para el conflicto palestino - israelí. Para este último punto explicitó claramente que se imponen dos condiciones: la institución de dos Estados independientes, Israel y Palestina, y en segundo lugar, el congelamiento inmediato y total de toda construcción en asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Oriental.

Ante estas nuevas reglas de juego, Netanyahu se vio en la necesidad de responder también públicamente en un discurso donde aceptó a regañadientes y bajo una larga lista de difíciles limitaciones la existencia de un Estado palestino independiente, pero condicionó este consentimiento a continuar construyendo viviendas para satisfacer lo que denomina "el crecimiento natural de la población judía de Cisjordania".

Muy rápidamente, y con ayuda de declaraciones públicas y provocativas del canciller Lieberman, la temática del congelamiento total de la construcción en los asentamientos israelíes se constituyó en el centro de una pública y áspera discusión entre los más destacados y prominentes representantes de ambos gobiernos.

Se puede decir que apenas se posaron en sus tronos y en la primera mano de esta pulseada diplomática, tanto Netanyahu como Obama apostaron públicamente al todo o nada en una presentación de exigencias y condiciones tajantes y terminantes. Obama: congelar inmediata y totalmente toda construcción israelí en Cisjordania. Netanyahu: Nuevos asentamientos no, pero se seguirá construyendo en los existentes, inclusive en los ilegales, para dar cobertura al crecimiento natural de estos pobladores.

Todo acuerdo posible basado en un compromiso que incluya cierta medida de flexibilidad en la construcción, inclusive mínima, será interpretado como un gran triunfo israelí pues la experiencia demostró en repetidas oportunidades que estas ocasiones son muy bien aprovechadas por los israelíes para una construcción masiva. De ahí la rigidez e intransigencia de la posición norteamericana.

Si Obama cede ante las exigencias de Netanyahu, o no adopta sanciones ante la negativa de congelar la construcción en Cisjordania, esto le significará un duro revés que se traducirá inmediatamente en una serie de reacciones en cadena que limitará drásticamente sus posibilidades de influencia en otros campos de la política exterior. Sin lugar a dudas la posición de Estados Unidos como potencia reguladora de un equilibrio internacional será claramente puesta en duda.

Doblegar a Obama representará un brillante triunfo para Netanyahu y Lieberman, aunque a largo plazo, seguramente será catalogado como una victoria pírrica. Continuar poblando Cisjordania con moradores judíos aniquilará las posibilidades de la solución de dos Estados y esto a la larga puede significar el fin del Estado de Israel. A nivel internacional quedará demostrado a plena luz que la conjunción de intereses de Israel y del poder judío en el mundo domina al gobierno de Estados Unidos. Esto necesariamente acarreará nefastas consecuencias a las colectividades judías de muchos países.

Netanyahu estará en una seria disyuntiva en caso de que Obama no ceda. Si acepta el congelamiento de la construcción se quedará inmediatamente sin gobierno y deberá renunciar. Es de suponer que el apoyo del partido Kadima, de Tzipi Livni, junto con Avodá, de Ehud Barak, e inclusive el partido de izquierdas Meretz no lleguen a la mayoría parlamentaria debido al abandono masivo de parlamentarios de su partido Likud.

Alternativamente puede decidir enfrentar las sanciones norteamericanas con su patriótico gobierno, aunque en este caso es probable que grandes masas populares no estén dispuestas a esta nueva situación de aislamiento internacional y demanden elecciones generales inmediatas.

El panorama futuro se nos presenta bastante desolador y con serias posibilidades del desarrollo de un descalabro en las relaciones internacionales o internas en Israel.
La fuente: Daniel Kupervaser es licenciado en Economía y periodista residente en Israel. Edita el blog Ojalá me equivoque, dedicado a la discusión de los temas centrales de la sociedad israelí.

1 comentario:

alicia-susana-gomez-bruzzone.blogspot.com dijo...

Mientras Obama mira el sur en el trasero de una señorita, el poder que banca su presidencia decide sobre VIDAS ajenas. El ataque a Gaza, promovido por las mismas fuerzas del horror, sembró de nuevo el antisemitismo. Han rebrotado los grupos nazis, se niega el holocausto (o ha dejado de tener vigencia)
¡¿Dónde está la autodeterminación de los pueblos?! ¡¿Dónde la solidaridad y la búsqueda de acuerdos?!
En ese poder que le otorgamos a supuestos mediadores que median en intereses y cobran el armamento que le venden a ambas partes.