13 mayo 2009

Israel ya no es más democrática



La democracia existe hoy en el Estado de Israel solo en un sentido formal: Hay partidos y elecciones y un buen sistema judicial. Pero hay también un ejército omnipotente que ignora decisiones legales que restringen el robo de tierras poseídas y ocupadas por gente que ha estado viviendo bajo la ocupación durante los pasados 42 años.

Por Shulamit Aloni

El general de división Amos Yadlin y el filósofo Asa Kasher, dos respetables personas de aquí, publicaron un artículo titulado: “Una guerra justa de un estado democrático” (Haaretz, 24 de abril).

Una observación acerca de su primera parte: Hay guerras que son necesarias para la autodefensa o para combatir la injusticia y la maldad. Pero la expresión “justa” resulta problemática cuando hablando de la guerra misma ésta implica matanza y destrucción y dejar sin hogar a mujeres, niños y ancianos, e incluso matarlos.

Nuestros sabios han dicho: “No seamos demasiado justos”. Y no hay cuestionamientos en absoluto en que el arrojar bombas de racimo en una zona poblada de civiles, como lo hicimos en la Segunda Guerra del Líbano, no evidencia gran rectitud. La misma cosa puede ser dicha por la utilización de bombas de fósforo contra una población civil.

Aparentemente, con la definición de justicia de Yadlin y Kasher, para eliminar terroristas es justo destruir, matar, expulsar y privar de alimentos a una población civil que no tiene vinculación y responsabilidad alguna con los actos de terror. Quizá si hubieran adoptado un enfoque más decoroso y menos arrogante habrían intentado explicar las razones por la saña y vehemencia empleada en las estremecedoras matanzas y destrucción, e incluso disculparse por el hecho de que aquello excedió toda necesidad razonable.

Pero después de todo, nosotros siempre tenemos razón; además, las cosas fueron hechas por “el ejército más moral del mundo” enviado por el “democrático” Estado judío, y aquí está el punto de encuentro de los dos conceptos en el título del artículo de Yadlin y Kasher.

En cuanto a la moralidad del ejército, hubiera sido mejor si hubieran permanecido en silencio y por consiguiente habría sido lo más atinado. Esto debido a que las estadísticas de destrucción y estragos a los civiles en la Franja de Gaza son conocidas por todos, y no están divorciadas del comportamiento ¡oh! tan moral de nuestro ejército en los territorios ocupados. En el contexto de este comportamiento, por ejemplo, el ejército opera con gran eficiencia contra los agricultores que se manifiestan contra el robo de sus tierras, incluso cuando las demostraciones no son violentas.

La evidencia contínua de abusos por parte de los soldados contra civiles en los puestos de control -en la que se incluye repetidas circunstancias de mujeres embarazadas que son forzadas a dar luz en el medio del camino, rodeadas de soldados que se ríen perversamente- no es tampoco un secreto. Día tras día, año tras año, el ejército más moral del mundo ayuda a robar tierras, arrancar árboles, robar agua, cerrar caminos, todo ello al servicio y con el apoyo del justo Estado “judío y democrático.” Es desgarrador, pero el Estado de Israel ya no es más democrático. Estamos viviendo en una etnocracia con un gobierno “judío y democrático.”

En 1970 fue decidido que en Israel religión y nacionalidad son equivalentes (es por eso que no estamos inscriptos en el registro civil como israelíes, sino como judíos). En 1992 fue resuelto en la Ley Fundamental sobre Dignidad Humana y Libertad que Israel es un “Estado Judío.” No hay mención en esta ley de la promesa que aparece en el documento formativo del Estado, la Declaración de la Independencia, en cuanto a que “el Estado de Israel asegurará completa igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, sin distinción de religión, raza o sexo”. Sin embargo, la Knesset (Parlamento) ratificó la ley.

Y ahora resulta que hay un “Estado Judío” y no “igualdad de derechos”. Por lo tanto, algunos observadores enfatizan que el Estado judío no es el estado de todos sus ciudadanos. ¿Hay realmente una democracia que no sea un Estado de todos sus ciudadanos? Después de todo, los judíos que viven en la actualidad en países democráticos gozan de plenos derechos de ciudadanía.

La democracia existe hoy en el Estado de Israel solo en un sentido formal: Hay partidos y elecciones y un buen sistema judicial. Pero hay también un ejército omnipotente que ignora decisiones legales que restringen el robo de tierras poseídas y ocupadas por gente que ha estado viviendo bajo la ocupación durante los pasados 42 años. Y desde 1992, como mencionábamos, tenemos la definición de “Estado judío,” que significa una etnocracia –el gobierno de una comunidad étnica religiosa que determina estrictamente el origen étnico de sus ciudadanos de acuerdo con su linaje materno. Y en lo que respecta a otras religiones, la falta de respeto es ya una tradición, dado por lo que hemos aprendido: “Solo ustedes (los judíos) son considerados seres humanos, mientras que los gentiles son semejantes a los asnos.”

De aquí resulta claro que nosotros y nuestro ejército moral estemos exentos de preocuparnos de la vida de los palestinos en Israel, y esto es aún más valedero con aquellos que viven bajo la ocupación. Además, está perfectamente bien robar sus tierras porque ésas son “tierras del Estado” que pertenecen al Estado de Israel y sus judíos.

Ése es el caso aunque no hayamos anexado Cisjordania y no les hayamos otorgado la ciudadanía a sus habitantes, que bajo el dominio de Jordania eran ciudadanos jordanos. El Estado de Israel los tiene acorralados, lo que les facilita la confiscación de sus tierras en beneficio de los colonos.

Y rabinos importantes y respetados, que estuvieron educando a una generación entera, han dictaminado que la totalidad del país es nuestro y que los palestinos deberían correr la suerte de Amalek, la antigua tribu de los israelitas, que fueron condenados a desaparecer. A la vez que “una guerra justa” tiene lugar, el racismo ha madurado y el robo es calificado como “devolución de la propiedad.”

Estamos actualmente celebrando el 61 aniversario del Estado de Israel. Luchamos en la Guerra de la Independencia por un gran sueño que aquí construiríamos una “sociedad modelo,” que haríamos las paces con nuestros vecinos, trabajaríamos la tierra y desarrollaríamos el genio judío para beneficio de la ciencia, la cultura y los valores del hombre, de todos los hombres. Pero cuando un general de división y un filósofo justifican -por una razón de superioridad moral- nuestros actos de injusticia hacia los demás de tal modo, proyectan una muy opresiva sombra sobre todas aquellas esperanzas.

La fuente: Shulamit Aloni (1928) es una prominente dirigente política israelí, fundadora de Ratz y cofundadora del partido pacifista Meretz y militante de Paz Ahora. Su artículo fue publicado por Haaretz. La traducción del inglés pertenece a Israel Laubstein para Convergencia por un judaísmo humanista y pluralista.

1 comentario:

gladys Mazzei dijo...

Naci en 1931, de modo que fui testigo de la II Guerra Mundial (una niña) y de todo lo que paso despues en este mundo. Con el pasar de los años me asombró ver que lo judios o israelitas se conducen con los palestinos igual que los nazis con los judios. Pero mientras los nazis pertenecian a un pais fuerte (al menos al principio) Los palestinos son un pueblo debil y ahora sojuzgado por los judios. INJUSTICIA!!