25 noviembre 2008

'Z 32', RETRATO DE UN MILITAR ASESINO

TODO: La fábula sionista o Las pesadillas de algunos (poquísimos) soldados israelíes entrenados para matar, humillar, torturar, disfrutar y sobre todo... ¡no pensar!... Hasta que sí piensan!! cargarán entonces la culpa de los crímenes y las vejaciones hasta el último día de sus vidas. Cuando cobran conciencia de sus actos criminales, ya no pueden mirar a los ojos de nadie, no pueden amar, ni formar familia, ni fornicar, ni tener hijos, ni ser personas civilizadas. Esta es la breve y minúscula normalidad de Israel. Los otros, en cambio, los que son mayoría y creen que un árabe bueno es un árabe muerto, piden sangre, guerra, muerte, duelo. Este es el Israel de todos los días, el Israel apoyado por USA y la Europa "liberal", la de buenas maneras y diplomática. La israel común y corriente... Y todo lo demás son cuentos chinos, fábulas de Dayan y Ben Gurión, el "pequeño David" que derrota a los gigantes de Hizbala, y todos los días escarmienta al Hamás y hambrea al pueblo palestino...
El 10 de febrero habrá elecciones en este país: derecha e izquierda, hipócritas jurados, se disputan las bancas. Nadie merece el voto. Todos merecen ser arrojados de estas tierras, denunciados, y su élite, al banquillo del tribunal internacional de La haya.


Un controvertido documental muestra las acciones de un soldado israelí de élite

FRANCESC RELEA - Lisboa - 21/10/2008

Durante 20 meses, Z 32 recibió entrenamiento en una unidad de élite del Ejército de Israel. Fue adiestrado para matar, sin preguntar y actuar como un robot que sólo cumplía órdenes. Una noche de febrero de 2002, seis soldados murieron en un atentado terrorista. El alto mando ordenó una respuesta inmediata: eliminar a seis palestinos indiscriminadamente, sin importar su identidad. Cuatro unidades de élite prepararon los operativos. Resultado: 12 policías palestinos fueron asesinados en cuatro puestos de control. Dos de ellos cayeron bajo las balas del fusil de Z 32, que abrió fuego sin vacilar. No sabía a quién disparaba. Z 32 cumplía órdenes. Y así se refleja en el documental homónimo dirigido por Avi Mograbi.
Z 32, el filme, se presentó en Venecia y ha inaugurado la sexta edición del Festival Internacional de Documentales DocLisboa, que se celebra estos días en la capital portuguesa. "Una acción militar de venganza es propia de una organización criminal o terrorista. Pero no debería ser la estrategia de un Estado democrático", dice Mograbi sobre el trasfondo de Z 32, un retrato demoledor del Ejército de su país. "No tiene que ver sólo con el Ejército israelí. Es una historia que vale para los militares estadounidenses en Irak o Afganistán, los rusos en Chechenia, o los franceses en la guerra de Argelia", precisa Mograbi. "Y no sólo los ejércitos convencionales; también sirve para las organizaciones guerrilleras o de liberación nacional, cuyos integrantes no pueden dudar a la hora de actuar".
Frente a la cámara de Mograbi, el soldado Z 32 desgrana su participación en aquel operativo. Su novia le acorrala con sus preguntas: ¿qué le pasó por la cabeza cuando disparaba a un desconocido? ¿Pensó en su familia? ¿Tendría esposa? ¿Hijos? Hay momentos en que el soldado parece tener remordimientos, con pretensiones de ser perdonado, y al mismo tiempo reconoce que fue "divertido y excitante". La cámara le lleva a la aldea donde mató a dos palestinos y, con la mayor naturalidad, describe la carnicería.
¿Habrá perdón para él? "La sociedad israelí perdona. Ésta es la realidad", afirma Mograbi. "¿Qué otra cosa puede hacer? Los soldados cometen actos terribles. Vuelven a casa. ¿Qué deben hacer sus familias? ¿Entregarlos a la policía? Buscan la vía para inhibirse o justificar". Autor de documentales punzantes y controvertidos en Israel, Mograbi es uno de los fundadores de la organización Breaking The Silence (Rompiendo el Silencio), que se dedica a recoger testimonios de militares que sirvieron en los territorios ocupados. Cada caso tiene una letra y un número en un archivo de más de 400. Cuando escuchó el relato de Z 32, tuvo claro desde el primer momento que tenía material para una película. Convenció al soldado, que aparece con un rostro que no es el suyo, después de nueve meses de trabajo digital. Sin capucha y sin máscara. "Quería mostrarlo con un rostro común, como podría ser el del hijo del vecino". Mograbi ha querido hacer una película "contra la lucha armada". ¿Quién da el primer paso? "Mi hijo ya lo dio", responde convencido el realizador. Se negó a servir en el Ejército y fue a parar a la cárcel. De momento es un paso que apenas han dado unas docenas de israelíes. ■

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1 comentario:

alicia-susana-gomez-bruzzone.blogspot.com dijo...

La recuperación de la fábrica Zanón, es un emblema de cómo el trabajo es significativo para los que trabajan. No, para los que sólo reciben los beneficios del esfuerzo ajeno. Han colaborado en todas las luchas y reclamos sociales, además de lograr más rédito que el del antiguo dueño estafador. Ésto demuestra que "el único bien del hombre es su trabajo". Que la explotación, desde un escritorio, del hacer de otros, sólo genera la gula por facturar más y más... y, luego, preguntarse para qué y declarar quiebra como nueva forma de rentabilidad. Trabajadores de Zanón: Así como Bruckman, son ejemplo de que el cooperativismo despoja de ambiciones personales y nutre nuetro costado solidario del placer de trabajar por el propio placer de trabajar.